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miércoles, 3 de agosto de 2011
EDDIE A. RAMÍREZ S.: PDVSA, 10 ENERO 2013
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lunes, 18 de octubre de 2010
VAN A INTERVENIR A PDVSA. ENRIQUE PEREIRA
La inercia no dura toda la vida. La arruga no se corre sin límites.
Acabaron con la industria eléctrica en una impresionante inacción, con inversiones fantasmas, sin ninguna clase de control, que produjeron el colapso que todos conocemos. Ahora ponen pañitos calientes al sistema, sin pensar en el largo plazo. La nueva creación de la revolución es instalar energía nuclear. Mejor no hago cometarios. Tuvieron que intervenir a esa industria
Hacer mención a la industria del aluminio es toda una poesía. Las joyas de la corona se evaporaron y aquí el gobierno lucha por mantener silenciados a los sindicatos que antes promovieron y que ahora representan centros de potenciales conflictos que no convienen a la revolución. Se lucha para mantenerlos a raya, en la transición a modelos de organización laboral cómplices de este mal llamado gobierno del pueblo. No importa quien la gerencie, esa industria no tienen una salida fácil. Esa industria está intervenida.

Sidor, no aguantó sino un año de malos manejos para acabar con su factibilidad económica, desde que salieron los argentinos, un vientico del mercado en contra, el “glotonismo” de los sindicatos y una gerencia desastrosa, la pusieron patas arriba. La estocada final se la dio la parada eléctrica a la cual la sometieron, para disminuir el impacto de la crisis eléctrica. Ahora el gobierno está obligado a cargar con las nominas de Sidor y dejar ese muerto debajo de la alfombra, para que no salga muy a flote antes de las elecciones de 2012. La corrupción con el manejo del acero, se escucha por todos lados, incluyendo remesas completas que salen de planta hacía los cuarteles militares, para ser revendidos desde esos lugares. El control estatal tiene a esa industria bajo su control.
El aeropuerto de Maiquetía es un buen ejemplo de mala gerencia. Años enteros de manejos turbios, lo han convertido en un mamotreco que debiendo producir dinero a manos llenas, consume dinero del poder central. Ya lo intervinieron.
Pdvsa era una empresa sólida. No me queda duda alguna pues ha aguantado un desastre continuo por años y todavía sigue en pie. Decisiones mal tomadas, desangre de sus capitales, dedicación a tareas que no le son propias y una degradación operacional la han llevado a las fronteras de su quiebra técnica, pero aún aguanta este chaparrón. Emisión tras emisión, se sigue comprometiendo el futuro financiero de la empresa, con bonos pagaderos en dólares, que están engrosando una cartera de deuda que terminará agotando la capacidad de pago de la industria. No conforme con esto, se compromete su producción futura con oscuras ventas adelantadas a los chinos, a cambio de dinero fresco para sostener las necesidades ingentes del gobierno. Ahora, para ponerle una flor al postre, comenzamos a vender sus activos, incluyendo nuestra participación en las refinerías alemanas. Pdvsa tendrá que ser intervenida, más tarde o más temprano. La inercia no dura toda la vida.
Faltan dos años para las elecciones. Debajo de la alfombra no cabe más sucio. El caso Pudreval será un juego de niños en comparación con lo que viene. Agárrese duro.
sábado, 28 de agosto de 2010
LOS 35 AÑOS DE PDVSA, EDDIE A. RAMÍREZ S.
Los primeros años:
Para 1975 las reservas eran de solo 18 mil millones de barriles, la capacidad de producción de 2.529.000 barriles por día, la capacidad de refinación era de un millón de barriles por día y nuestras refinerías solo procesaban crudos livianos. Existía el temor de que los directivos de la industria se designaran por su afiliación al partido político de turno y que gradualmente ingresaran trabajadores recomendados por el partido. Afortunadamente hubo un acuerdo tácito entre Acción Democrática y COPEI de no politizar a PDVSA, ni a sus filiales. El principio básico fue mantener el concepto de la meritocracia en el manejo de los recursos humanos. En este sentido hay que darle crédito a los presidentes de la República hasta 1998 y, desde luego, a la labor de la primera Junta Directiva presidida por el general civilista Rafael Alfonzo Ravard. Puede afirmarse que el pasar las operaciones de exploración, producción, refinación y comercialización de manos de las transnacionales a las del Estado venezolano se realizó sin ningún trauma. Desde luego que inicialmente hubo que firmar con las empresas extranjeras acuerdos de comercialización que no fueron fáciles y de tecnología. La labor inicial consistió en incrementar las reservas de crudo, profundizar los procesos de refinación, fortalecer el adiestramiento, la investigación y la comercialización, así como mejorar la eficiencia fusionando las 14 filiales iniciales operadoras en solo tres Maraven, Corpoven y Lagoven.
Los años de madurez:
Se crearon las filiales CIED para el adiestramiento, Intevep para la investigación, Palmaven para los programas de responsabilidad social, Bitúmenes del Orinoco para manejar la Orimulsión, Deltaven para el mercado interno, PdvMarina y Pdvsa Gas, además el Ejecutivo ordenó que la petroquímica pasara a PDVSA para despolitizarla y hacerla rentable, lo cual se logró.
La internacionalización de la industria petrolera y su apertura al capital privado fueron dos logros importantes. La estrategia de internacionalización se inició en 1983 y la misma fue diseñada para procesar y colocar nuestro petróleo pesado y extrapesado con alto contenido de azufre. PDVSA alquiló la refinería de Curacao y adquirió el 100% de las acciones de cinco refinerías y porcentajes entre un 12 y un 50% de otras once ubicadas en los Estados Unidos y en Europa. Esto permitió elevar nuestra capacidad de refinación a 3.416.000 millones de barriles por día, de los cuales un millón 190 mil por día es la capacidad instalada en Venezuela.
La apertura petrolera fue concebida en los años noventa como una herramienta para apuntalar el proceso de nacionalización, sin desmedro del control por parte de los venezolanos. Esta apertura permitió ampliar la producción de petróleo en momentos en que el precio del barril era bajo y las necesidades del fisco limitaban los montos de inversión por parte de PDVSA. La apertura se realizó bajo las figuras de Convenio Operativos, Exploración a Riesgo y Asociaciones Estratégicas. Los Convenios aportaron 500.000 barriles diarios y las Asociaciones Estratégicas 600.000 barriles diarios, producción que no se hubiese realizado por la falta de recursos de PDVSA. En el caso de las Asociaciones Estratégicas de la Faja del Orinoco el Estado venezolano estableció un impuesto de regalía por cada barril extraído de solo un 1% para poder atraer a los inversionistas a un negocio con tecnología no validada en gran escala y en un escenario de precios bajos, pero en el entendido de que se elevaría cuando aumentara la rentabilidad. Es de recalcar que en las decisiones tenían que contar con la aprobación de PDVSA. Todos los acuerdos realizados fueron aprobados por el entonces Ministerio de Energía y Minas y por el Congreso Nacional.
En el año 2001, las reservas probadas eran de 72.574 millones de barriles, la capacidad de producción estaba en 3.360.0000 barriles por día, la capacidad de refinación en Venezuela y en el exterior era de 3.416.000 barriles por día, el número de trabajadores, propios y contratados era de 64.364 y la deuda de 8.700 millones de dólares. Se habían eliminado las tres grandes filiales operadoras, creándose dos grandes divisiones, la de Exploración y Producción y la de Refinación, Comercio y Suministro. Los vicepresidentes de PDVSA presidían cada una, lo cual fue un error ya que la Casa Matriz pasó prácticamente a ser operadora y se eliminó el “escudo protector” ya que los directores de PDVSA son designados por el Presidente de la República, no así los presidentes de las filiales. Quizá lo procedente hubiese sido crear tres grandes filiales, una de exploración y producción, otra de refinación y otra de comercio y suministro. Otra debilidad fue no contar con actividades de responsabilidad social mejor definidas en cuanto a su radio de acción y bajo un solo mando. Igualmente hubiese sido preferible no sobredimensionar al CIED y al INTEVEP, sino apoyarse más en las universidades y otros centros de enseñanza y de investigación. La principal debilidad de PDVSA fue que no logró que los venezolanos nos interesáramos en nuestra industria petrolera y no haber promovido grandes debates sobre el manejo de la empresa y sobre las política petrolera. Ello favoreció que la empresa se percibiera como una “caja negra” y a los petroleros como personas prepotentes.
La destrucción

Hoy, según declaraciones del propio presidente de la empresa, solo pueden laborar en la misma los que son rojo-rojitos. La producción está en apenas 2.300.000 barriles por día y es prácticamente igual a la capacidad de producción, cuando ésta debería estar según los planes cercana a los 6 millones de barriles diarios. Las plantas refinadoras nacionales operan a pérdida y muy por debajo de su capacidad instalada, para fines del año 2009 el número total de trabajadores era de 97.591, el 63% de la ganancia antes de pagar el impuesto sobre la renta se debió a ingresos por venta de bonos que fueron adquiridos por los venezolanos con sobreprecio para poder obtener dólares y la deuda de la empresa monta a 23.000 millones de dólares. La empresa vende crudo a futuro, con condiciones de crédito contrarias al interés nacional y acepta la figura del trueque de petróleo por vacas, soya, carne, entrenadores y supuestos médicos. Es de recalcar que desde la nacionalización en 1976 hasta la llegada de Chávez el precio promedio del barril de crudo fue de 18,8 dólares, mientras que en los años del actual régimen fue de 52,4 dólares por barril, una diferencia apreciable incluso si se ajustan esas cifras por inflación. Hoy PDVSA es conocida por el caso de maletín lleno de dólares que envió a la Argentina, por Pudreval y otros hechos de corrupción como el de la plataforma marina que se hundió, por los 230 accidentes ocurridos desde el 2003 con saldo lamentable de 50 trabajadores fallecidos y 174 lesionados y por otros hechos de mal manejo. Mientras PDVSA se derrumba, los profesionales ilegalmente despedidos trabajan en 21 países, contribuyendo a que los mismos mejores su industria petrolera.
El futuro
Una vez que salgamos del actual régimen, será necesario construir una nueva empresa, más pequeña que la anterior y sin los vicios de la actual. Al respecto debe haber un gran acuerdo político que incluya al chavismo sin chávez y ya existen varias propuestas que deben discutirse. Un aspecto importante es el manejo justo del personal, tomando en cuenta que la mayoría de los trabajadores que están en PDVSA no son responsables del desbarajuste ocasionado por los actuales directivos y que se requieren los servicios de muchos de quienes fueron despedidos ilegalmente. En cualquier caso hay que respetarles a todos sus derechos laborales. La nueva empresa debe ser nacional, con un 10-20 de acciones colocadas en la Bolsa y mayor relación con las universidades y tecnológicos. Parte de sus ingresos por impuestos deberían ir a un Fondo similar al de Noruega para beneficiar a todos los venezolanos y quitarle poder al Ejecutivo. Además, debe haber apertura hacia empresas privadas nacionales y extranjeras que operen siguiendo los lineamientos del Ministerio de Energía y bajo la supervisión de un Ente Independiente de Energía.
Este breve resumen solo pretende recordar algunos hechos relevantes en los 35 años de PDVSA y agradecer a todos los Presidentes de la República desde 1976 a 1998 por haber respetado la meritocracia e impedido la politización de la empresa. También a quienes la dirigieron con acierto: Rafael Alfonzo Ravard y Brígido Natera, ya fallecidos; Calderón Berti, Juan Chacín, Andrés Sosa, Gustavo Roosen, Luís Giusti, Roberto Mandini, Guaicaipuro Lameda y demás integrantes de las Directivas. Igualmente a Alberto Quirós Corradi y a Gustavo Coronel, quienes han podido y debido ocupar la presidencia de PDVSA; ambos participan activamente en la lucha en contra de este régimen totalitario, además de contribuir con sus recomendaciones a construir un mejor país y a visualizar una empresa petrolera acorde con el siglo XXI. La etapa de destrucción, como consecuencia de la politización, se inició con Ciavaldini en 1999 y se completó con Gastón Parra, Alí Rodríguez y Rafael Ramírez, a quienes juzgará la historia por ser responsables del colapso de una empresa que tuvo gran prestigio.
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domingo, 17 de mayo de 2009
PDVSA: LA QUE TENEMOS Y LA QUE TENDRÍAMOS, HORACIO MEDINA, ENVIADO A NUESTROS CORREOS RECOMENDANDO PUBLICACIÓN, 17.05.09

Para ilustrar lo que decimos bastaría con recordar cuantas industrias privadas teníamos activas y produciendo eficientemente en 1998 y, en lugar de compararlas con las que han logrado sobrevivir al deliberado proceso de exterminio, hacer la comparación con las que existirían en caso de haber transitado en un escenario de libertades políticas y económicas, impulsadas por un gobierno orientado al progreso.
También valdría la pena pensar cuanto habría avanzado, el proceso de descentralización desde aquel ya lejano año de 1998. Evaluar que país político tendríamos en caso de haber transitado esta década bajo un esquema democrático y plural. Estamos conscientes de lo difícil de precisar e imaginar ese escenario, pero si podríamos asegurar, sin duda alguna que la “dedo-designada “ Jacqueline no sería la “Jefa” del Gobierno de la Región Capital, que tampoco los aeropuertos, puertos, carreteras, hospitales y escuelas estarían hoy bajo la bota militar centralizada y corrupta. Estarían, eso sí, funcionando bajo la égida democrática de las autoridades regionales, democráticamente electas.
Con relación particular a la Industria de los Hidrocarburos, la comparación nos parece aun más dramática y constituye, en sí misma, una abismal diferencia que paralizaría de miedo al mismísimo Freddy Krueger.
En 1975, la producción de crudo de Venezuela alcanzaba, a duras penas, los 2 millones barriles por día, como consecuencia de un proceso de desinversión que las transnacionales habían venido desarrollando desde 1970. En enero de 1978, fecha oficial y efectiva de la estatización de la industria petrolera, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, las reservas de crudo alcanzaban tan sólo los 18 mil millones barriles, la capacidad de producción real de 2 millones 700 mil barriles por día, las refinerías no estaban debidamente actualizadas, ni técnica ni operacionalmente y la capacidad era de 1 millón de barriles por día; el sector petroquímico, en franca bancarrota; sin respaldo tecnológico, no existían mercados propios desarrollados, ni una gestión financiera y, menos aun, un visión de planificación estratégica. Comenzó allí, una epopeya repleta de mística, compromiso y esfuerzo conjunto, en lo operacional y técnico para construir más que una típica empresa petrolera estatal, una empresa con visión de largo plazo, altamente competitiva y capaz de acatar y ejecutar los lineamientos del Gobierno de turno, sin las ataduras e influencias partidistas.
Luego de tres décadas de arduo esfuerzo, PDVSA se constituyó en una empresa de clase mundial, consolidada entre las tres empresas petroleras más importantes del mundo, con indicadores de eficiencia comprobada; con importantísimos nichos de mercado para crudos pesados y productos de alta calidad; con circuitos internacionales de refinación en los Estados Unidos y Europa; con un combustible exclusivo como Orimulsión, aceptado en Europa con planes concretos para entrar en el mercado de la electricidad; unas reservas de crudo convencional de 78.000 millones de barriles, sin incluir la Faja; con una producción total de crudo de 3 millones 250 mil barriles de crudo, incluyendo la producción de la Faja pero no la de Orimulsión; con una producción de gas en pleno crecimiento y con planes concretos de exploración costa afuera; con un apoyo tecnológico del primer mundo; con una política de diversificación de clientes que incluían la exploración mercados de Sur América, Asia y la India.
Además de todo esto, en el 2002, PDVSA presentó un Plan de Negocios orientado hacia la innovación la productividad y la reducción de costos explorando nuevas oportunidades de negocios y estableciendo como meta, una capacidad de producción de 4 millones 800 mil barriles para el 2008. De seguro, de haber contado Venezuela con un gobierno democrático, con orientación al progreso y con la actitud de dar la batalla contra la pobreza generando riquezas, en el 2009 Venezuela seria un país lleno de éxitos, de seguro tendríamos una Industria de los Hidrocarburos en pleno crecimiento, con nuevos descubrimientos de crudo y gas, con una capacidad de producción cercana a los 5 millones de barriles contando con una producción desarrollada de la Faja de 1 millón de barriles por día, exportando gas y orimulsión al mundo, con una industria Petroquímica fortalecida y en franco crecimiento, con los mercados tradicionales abastecidos, con nuevos mercados comerciales en Asia e India, con innumerables socios comerciales, con un fortísimo respaldo tecnológico y con una amplia capacidad de endeudamiento en los más importantes mercados financieros del mundo. Y de seguro, continuaría siendo PDVSA, una de las empresas de energía con mayor reconocimiento y prestigio mundial. Esta PDVSA de fines de década, sería sin duda la empresa que apuntalaría un país en crecimiento y un aparato productivo igualmente eficiente. Eso es lo que hemos perdido, al mantenerse en el poder esta suerte de soldadesca corrupta y perversa que todo lo destruye.
Por esta soldadesca, hoy tenemos una empresa altamente endeudada que, además, no cumple con sus compromisos de pagos, ni en Venezuela ni en el exterior; con una capacidad de producción que con toda seguridad no supera los 2 millones 600 mil barriles por día; que ha destruido la planta refinadora del país y que está desmantelando el circuito internacional; que se ha dedicado a explotar la vieja “mina”, regresando al esquema rentista, pero que no ha creado nuevas riquezas para ser explotadas ni ha desarrollado negocios aguas abajo en refinación, gas o petroquímica; que “liquidó” el negocio de la Orimulsión, para satisfacer caprichos personales y beneficiar a socios, en contra del patrimonio y la soberanía nacional; sin respaldo tecnológico; una empresa cuyos costos de producción se han multiplicado; no auditable y totalmente desprestigiada con incontables demandas por incumplimientos de contratos; altamente corrompida y politizada. La lista sería infinita. Pero esto es lo que tenemos y lo otro lo que pudimos tener y perdimos.
Nuestro mensaje es que debemos evaluar este régimen no por donde estamos, si no por donde deberíamos estar si no hubiesen estado en el poder. La diferencia es abismal, a no dudarlo y, como dice nuestro amigo José Hernández, estamos persuadidos que “Ser rico es muy bueno”.
Horacio Medina