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lunes, 28 de septiembre de 2015

EGILDO LUJAN NAVAS, EDUCACIÓN AL DESNUDO Y SIN LIBROS

Dicen que en los países se imparte una educación de calidad, proporcionalmente en razón de la formación de su liderazgo. De sus conductores. De sus gobernantes. Cuando a esos países les conducen líderes que recibieron una educación de calidad, sus habitantes, obviamente, siempre  serán favorecidos con una educación de calidad. Es una relación de compensaciones subjetivas que, desde luego, siempre hará posible que dichos países, con el correr de los años, van a poder evolucionar, superar permanentemente sus obstáculos formativos e informativos.

De ahí que la educación, como tal, siempre será el tema más importante para los países, indistintamente de sus ubicaciones continentales, cuando sus conductores tengan plena conciencia sobre qué es la educación, para qué se debe educar, por qué se tiene que impartir una educación de calidad.

De hecho, una evaluación detenida sobre la estructuración del mapa mundial en razón de los niveles de educación de cada país, de entrada, arroja el resultado esperado: los países que tienen mayores índices de analfabetismo, son los que denotan más señales de atraso. A mayor nivel de ignorancia, mayores son los problemas que agobian a sus pobladores; más diversificada es la naturaleza de los problemas sociales, económicos, políticos y morales.

Por lo tanto, no es posible desvincular subdesarrollo del carácter prioritario o no que se tenga de la importancia de que exista y funcione un sistema de educación de mucha calidad.

Y el planteamiento general viene al caso, luego de que siete millones de niños venezolanos iniciaran teóricamente esta semana el año escolar 2015-2016. Lo hicieron en el peor de los ambientes: 40% de las instalaciones educativas públicas en malas condiciones físicas para impartir enseñanza; educadores sin garantía de que las recientes decisiones salariales les serán reconocidas y cumplidas; colegios privados acosados por entes públicos empeñados en impedir –o reconocer- acuerdos de modificaciones en matrículas y mensualidades; niños impedidos de asistir a clases por la imposibilidad familiar de sufragar vestimentas, calzado, libros y útiles, debido a la expansión incontenible de la inflación.

Sin duda alguna, es una lista de complejidades que imposibilita el cumplimiento de un período escolar de 180 días de clases. Pero, además, que abre el espacio para que se incluyan otros dos aspectos que no pueden ni deben excluirse de este crudo análisis: la imposibilidad de que miles de estos muchachos puedan iniciar y concluir su año de estudios, en vista de que en sus hogares no hay los alimentos suficientes y variados cuya ingesta facilite el aprendizaje. Y que las autoridades responsables de dicho proceso, están pendientes es del cumplimiento del Programa Escolar, cuya novedad es la incorporación de nuevas efemérides asociadas a fines políticos partidistas, como de la distribución de textos escolares gratuitos con una alta incorporación de objetivos adoctrinadores de la muchachada infantil.

Con el inicio escolar en estas condiciones, es inevitable que el factor económico, especialmente el elemento salarial, se haga sentir en cualquier consideración relacionada con el proceso formativo de seis intensos  meses de actividades. Tiene que ser así.

Los salarios en Venezuela parten del mínimo mensual establecido de que es de Bs.8.000. Eso equivale a $ 11 al cambio de Bs. 700, único al que acceden los ciudadanos ajenos a la conducción del Estado, y que opera como referencia en la fijación de precios dolarizados. Sin embargo, los salarios fluctúan de acuerdo a la preparación o habilidad del trabajador, y oscilan entre Bs. 8.000 y Bs. 50.000, considerado, por cierto, “un buen salario”.

Pero ¿qué tan “bueno” es un salario mensual en el seno de cualquier familia, cuando una dotación de sólo un niño de vestimenta escolar, integrada por camisa, pantalón, zapatos, medias y ropa interior cuesta no menos de Bs. 25.000?. ¿Qué hacer cuando a ese solo niño se le debe complementar  dicha  dotación con otras dos para el mismo año escolar, en razón de uso y daños propios de la actividad escolar?. Se trata de Bs. 75.000 mínimo por niño, sin incluir la compra de los inevitables útiles escolares. La cuenta familiar arroja que en un hogar promedio venezolano conformado por  2 niños, en este año escolar se debe asumir un gasto de Bs.300.000.

Cuando a dicha cantidad se añaden los gastos adicionales relacionados con transporte y lonchera diaria de alimentación para el año escolar y en atención individual por niño, habría que añadir otros Bs.110.000, hasta concluir en el promedio complementario de Bs. 220.000 por los dos niños.

La suma de estas partidas de cálculo arroja un egreso familiar de Bs. 520.000 durante el lapso de 9 meses del llamado año escolar, y una erogación mensual promedio de Bs.57.777. Es decir, un monto que excede el total de lo que se considera “un buen salario”. Y que se aplica en su evaluación, a la consideración de que es un egreso familiar para que los niños asistan a clases, cumplan con sus necesidades de dotación sin excesos, y con la presunción de que no se enfermarán ni podrán ir a un control médico de rutina.

Con la escala de sueldos anteriormente señalada, ¿cuántas familias podrán cumplir con este gasto anual y mensual promedio?. ¿ Cuántos niños o adolescentes se pudieran ver obligados a terminar siendo desertores escolares para  ahorrar gastos, o para dedicarse a trabajar y contribuir con el ingreso familiar?. ¿Cuál es realmente el resultado educativo al que aspira Venezuela, cuando el panorama que se vislumbra solamente para este año escolar ofrece este cuadro de dificultades?.

Es innegable que éste es otro de los graves problemas, entre tantos otros, al que se enfrentan Venezuela y los venezolanos. Países vecinos en donde también se registra una severa caída de sus ingresos, debido a que sus exportaciones de commodities no están aportando los recursos necesarios para sufragar sus egresos, están atacando severamente los gastos innecesarios. Se están ocupando de impedir que el derroche y el posible  descontrol administrativo no castigue a sus empresas, sus habitantes, incluyendo niños, jóvenes y ancianos.

En Venezuela, el empecinamiento público, en cambio, gira alrededor del mantenimiento de  controles a la economía, de una obsesiva persecución a los que producen, y de flexibilizar procedimientos arancelarios para que las importaciones promovidas por amigos y allegados al Gobierno, no se detengan ni se contengan. Y, todo ello, mientras que el precio del petróleo, única fuente de ingresos del país, se mantiene a menos de 50 dólares promedio el barril.

Los informes que han estado levantando las calificadoras internacionales de riesgo sobre Venezuela, poco a poco han comenzado a dejar saber que, ante la ausencia de decisiones para evitarlo y la manera como el Ejecutivo insiste en hacerle frente a las obligaciones de la deuda, a expensas, inclusive, del funcionamiento del sector productivo, sí es posible caer en el terreno del impago en el 2016. Es decir, que la nación, además de la recesión y la hiperinflación, saboreará la amargura de caer en default. Pero eso pareciera no provocar ruidos en el alto Gobierno, mucho menos entre las individualidades administrativas encargadas de impedir que eso suceda.

Y si eso, con la gravedad de lo que representa para el necesario rescate del estado de problemas de la economía, tampoco cuenta, ¿por qué esperar que cambie la seria, dura y comprometedora situación de dificultades que se registra con el sistema educativo del país?. No cuenta, por lo visto, caer eventualmente en default. Mucho menos, posiblemente, que las familias tengan que enviar a sus muchachos a clases desnudos y sin libros, además de peor alimentados.

Egildo Lujan Navas
egildolujan@gmail.com
@egildolujan

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martes, 24 de febrero de 2015

MARÍA ANTONIETA ANGARITA SERGENT, EDUCACIÓN, ARMA LETAL CONTRA LA IGNORANCIA Y LA TIRANÍA


En recientes declaraciones el vicepresidente del área de Planificación y Conocimiento Ricardo Menéndez, afirmó que para este año hay 262 mil aspirantes en el sistema de ingreso a la Educación Superior y ya 94.382 han definido una opción de carrera. Para la distribución de cupo se considera el 50% de índice académico, 30% de condiciones socioeconómicas, 15% condiciones territoriales y 5% participación en actividades extracurriculares. El ingreso a universidades para el año 2008 fue de 2109,331 estudiantes de acuerdo a las últimas publicaciones del MPPES. Según cifras de la UNESCO, Venezuela se encuentra entre los 5 países con mayor matrícula universitaria en el  año 2009. Estas estadísticas incluyen la Misión Sucre y Aldeas universitarias.

La medición de matrícula registra el ingreso al sistema de educación superior, sin embargo, de acuerdo a las investigaciones de la profesora Blanca Lugo, para el primer año de carrera universitaria más de la mitad de los estudiantes abandona la especialidad escogida. Para el año 2007, la tasa global de deserción era de 49,1%. Las razones se resumen en falta de motivación y desinterés en el campo laboral, bajo rendimiento académico, deficiente preparación previa, escasos hábitos de estudio, difíciles condiciones socioeconómicas referidas a necesidad de trabajar para apoyar a la familia, inseguridad y violencia.
Es cuestionable mostrar una cara de éxito inclusivo ante el mundo, medido solamente por el porcentaje de matrícula. Contrasta crudamente la terrible problemática socio educativa venezolana que desemboca en abandono de la carrera, tomando en cuenta que Vla registra para este año un aproximado de 32,1% de pobreza extrema  de acuerdo a la CEPAL, variable esta de incidencia importante como causa de deserción. Evaluar las debilidades de las políticas educativas implementadas en revolución, pasa entre muchos factores también, por analizar las razones de la estampida de 25000 estudiantes venezolanos  hacia el extranjero a los cuales por cierto, se les está negando el acceso a divisas.  
Rendir homenaje a la juventud venezolana en su día, 12 de febrero, amerita reconocer y admirar a la población estudiantil que con inmensos esfuerzos logran saltar la brecha de las dificultades y se mantiene en el sistema. Se suman a las trabas económicas, motivacionales y académicas, el permanente irrespeto a la libertad de expresión, al derecho a protestar y a las libertades políticas. Son más de 2000 jóvenes venezolanos que están siendo procesados injustamente por ejercer su derecho a la protesta y 40 fallecidos en el año 2014. La nefasta resolución aprobada recientemente que permite el uso de armas letales para controlar desórdenes públicos profundizará el grave problema de irrespeto a la dignidad de tantos jóvenes venezolanos.
Corregir las profundas desviaciones del sistema educativo se presenta como un reto sobrecogedor que pasa por rescatar las fortalezas alcanzadas en el período democrático. Se convierte en política obligada y urgente, especialmente cuando se escucha públicamente gravísimas expresiones como “liceos y liceas” en boca de los que en principio deberían tener la mejor formación al servicio del país.
"El poder soberano de la educación es la única arma letal capaz de controlar y quebrar la ignorancia y la tiranía. La instrucción es la felicidad de la vida, y el ignorante, que siempre está próximo a revolcarse en el lodo de la propia corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre”. Simón Bolívar.
María Antonieta Angarita Sergent
antonieta05@gmail.com
@antoangarita

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domingo, 15 de febrero de 2015

ISAAC VILLAMIZAR, EDUCACIÓN Y CONCIENCIA DEMOCRATICA

Mediante la democracia, como sistema político social, la soberanía popular participa directamente o a través de sus representantes electos en la dirección del gobierno del Estado. Desde la antigua Grecia, pasando por Montesquieu y Rousseau, se afirma que cuando la democracia se corrompe aparece la tiranía, el despotismo, el autoritarismo y le demagogia. Entonces, ¿cómo construir y consolidar una verdadera conciencia social para defender ese sistema democrático que le permite  al pueblo ser artífice de su propio destino como parte sustancial de un Estado?
Yo creo que una estrecha vinculación entre educación y democracia posibilita concienciar, desde los niveles iniciales de la educación y en la formación universitaria, sobre los valores implícitos en ese sistema de gobierno. Me parece también que existen dos artículos en la Carta Magna de los cuales se desprende este matrimonio estrecho entre educación y democracia. El primero lo encontramos en el Artículo 3 constitucional. Cuando en esta norma se enuncian los fines esenciales del Estado, aparece entre ellos el ejercicio democrático de la voluntad popular y los principios consagrados en la Constitución. Recordemos que también el gobierno de Venezuela, en el texto fundamental, se define como democrático y participativo. Pero el Estado, conforme al citado Artículo 3, puede lograr esos fines a través de la educación y el trabajo.
Por otra parte, el artículo 102 de la Constitución contempla que la educación es democrática y que ella tiene como finalidad el pleno ejercicio de la personalidad del ser humano en una sociedad democrática. Estos postulados son desarrollados de manera incompleta en la Ley Orgánica de Educación, porque este instrumento jurídico insiste en señalar como principio de la educación sólo a la democracia participativa y protagónica y como su fin el desarrollo de una nueva cultura política fundamentada en la participación protagónica y el fortalecimiento del Poder Popular. Olvida el legislador que la democracia representativa no ha desaparecido como régimen político y sistema de gobierno en Venezuela y que convive con la democracia participativa y protagónica. Aún elegimos a nuestros representantes para que asuman sus atribuciones en los órganos del Poder Público y ellos deben rendir cuentas periódicas de su gestión a nosotros, sus mandantes y electores.
De  tal manera que los educadores tenemos una inmensa responsabilidad y una oportunidad inigualable para formar en nuestros pupilos y discípulos los valores intrínsecos de la democracia. Debe ser una labor incansable en el aula la promoción de la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto, la tolerancia, la equidad, la justicia, el pluralismo, la participación, la valentía, la resistencia, la honestidad, la comunicación, la iniciativa y la responsabilidad, como valores propios de la democracia. Esto no sólo debe ocurrir en la escuela. Debe ser una premisa en las relaciones que ocurren en la familia, en el trabajo, en la comunidad, en la sociedad en general, en la patria. Sólo así, considero, podríamos obtener de nuevo para las generaciones futuras una auténtica conciencia social democrática, con sus fortalezas y beneficios. Esto es lo que yo propugno asiduamente en mis clases de postgrado, en mis programas radiales, en mi columna de prensa, en los medios digitales y en las redes sociales, con lo cual también reafirmo otro componente básico de la democracia: la libertad para expresar y divulgar las ideas, opiniones, pensamientos e informaciones. Por ello me considero ciento por ciento demócrata, y nada ni nadie me hará cambiar mi posición.
Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado

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martes, 25 de noviembre de 2014

ÁNGEL LOMBARDI, REALIDAD Y UTOPÍA DE LA FRATERNIDAD EN AMÉRICA LATINA Y LA EDUCACIÓN COMO FACTOR DE IDENTIDAD, INTEGRACIÓN Y UNIDAD

ÁNGEL LOMBARDI
I
América, una idea difusa y confusa
  
América, para los europeos, de 1492 en adelante, es una idea difusa y confusa, proyección de todas las leyendas y mitos de la antigüedad, como la Atlántida y la Última Thule, hasta imaginarla como el paraíso terrenal, tal como lo expresa en algún momento la afiebrada mente medieval de Colón.

Los navegantes, exploradores y cronistas más lúcidos, poco a poco fueron reconociendo la realidad americana como un mundo nuevo. Definitivamente no eran las tierras de Oriente, Catay y Cipango, poyección fantástica de la mitología creada por Marco Polo. No había transcurrido medio siglo del llamado descubrimiento cuando era evidente que se trataba de un Orbe Novo, es decir, un nuevo continente, intuído y experimentado por mentes renacentistas, entre otros, como Américo Vespucci y Pedro Martyr de Anghieria, que aunque nunca estuvo en América, tenía el privilegio, como secretario de la Corte, de recibir y procesar casi toda la correspondencia que venía del nuevo continente. El nombre temprano de América fue producto de una percepción equivocada de un cartógrafo que erróneamente identificó en los nuevos mapas las tierras de Colón como las tierras de Américo, equívoco definitivo y que de alguna manera ayuda a crear una idenidad fundada en la precariedad y la confusión.

La idea más persistente, en el siglo germinal del “nuevo” continente, es la utopía, coincidiendo con el libro de Tomás Moro de la misma época y con ese título. Ésta, encarna o debería encarnar en las tierras recién descubiertas. Idea que fue asumida por autores influyentes en los siglos siguientes, entre otros, Rousseau y Hegel. Así fue como, de manera intelectual y eurocéntrica, terminamos definidos y asumidos como el continente del futuro, la tierra de la utopía y nuestras élites se lo creyeron y así lo proyectamos en nuestros sistemas constitucionales, educativos, mentalidad y cultura hasta nuestros días. La literatura terminó sustituyendo a la historia, y el mito-histórico fue nuestra particular mitología de tierra-paraíso. Los del norte se lo han creído y creen haberlo construido, y los del sur seguimos pensando que nos toca construirlo.

Conceptualmente vivimos en estas tierras del sur, de ambigüedades identitarias y confusiones antropológicas-culturales. Nos dejamos arrebatar la condición de americanos y asumimos los nombres que el colonialismo francés impuso, en su empeño por regresar a sus colonias americanas, y de paso, justificar la invasión a México. Así se impone la idea, concepto y nombre de América Latina, una falsa identidad antropológica, que de entrada excluía a aborígenes y africanos. Una identidad por oposición al norte, blanco, anglosajón y protestante (wasp).  La referencia más antigua sobre el uso del concepto América Latina lo encontramos en Eugenio María de Hostos, en 1854, en una gacetilla que publicaba en Nueva York en su lucha a favor de la independencia de Puerto Rico, su patria. “América Latina” y “Latinoamericano”, progresivamente fue asumida por la mayoría gracias a su éxito mediático hasta desplazar otras denominaciones o nombres como Ibero-América, Luso-América, Hispano-América, Indo-América, inclusive fue dominante con respecto al Pan-americanismo que los norteamericanos trataron de imponer como un complemento y continuidad de la doctrina Monroe y que sirvió de basamento ideológico a la creación de la OEA. Desde el punto de vista político, literario y cultural, sin lugar a dudas, hoy es nuestra palabra identitaria por excelencia, la condicion de latinoamericano, como expresión de una identidad agredida y humillada por el norte anglosajón y reivindicada siempre como un proyecto que identifica nuestra tierra con el futuro y la utopía. Esto lo asumió de manera militante toda la élite intelecutal del siglo XIX y buena parte del siglo XX y quizá uno de los más emblemáticos es el uruguayo José Enrique Rodó, con su famoso libro Ariel (1900) en donde el norte agresivo e imperialista representaba la materia, con toda su connotación negativa, y estas tierras del sur, el espíritu. Siempre sucede así, cuando la realidad nos es adversa terminamos huyendo de nosotros mismo creando nuestra propia mitología.

II
América, una y múltiple

La visión unitaria del subcontinente, de México a la Patagonia, terminó opacando las profundas e importantes diferencias locales, regionales y nacionales de nuestros diversos países. No terminamos de entendernos en nuestras características antropológicas, culturales, sociales, económicas y políticas, y por consiguiente, no terminamos de asumirnos en la realidad-real. El mito historiográfico nacional con su ideología nacionalista y la mitología literaria tienden a prevalecer sobre los procesos reales que nuestros pueblos han vivido y padecido.

El subcontinente latinamericano (incluído el multi-diverso Caribe) pese a sus diferencias, tiene una poderosa identidad compartida, de tipo cultural y espiritual, de lengua, religión e instituciones, y al mismo tiempo, un fecundo mestizaje en todos los órdenes antropológicos culturales, incluído nuestro poderoso sincretismo. La historia colonial, sin lugar a dudas, homogeneizó el continente en términos políticos, jurídicos, religiosos e institucionales y eso permitió que nuestros procesos emancipadores fueran coetáneos e imbricados e interconectados entre ellos, tanto, que se llegó a plantear, y realizar de manera parcial, procesos unitarios importantes, como por ejemplo la Unidad Centroamericana con México. La Gran Colombia, proyecto iluminado de Simón Bolívar, que el historiador Castro Leiva, llamó la “ilusión ilustrada”, y más al sur, la Unidad del vasto continente brasileño y las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Como consecuencia de la independencia, el continente al sur, se asumía grande y unido, pero la realidad fue otra, el surgimiento de élites y oligarquías locales que impusieron la idea de patria grande como discurso y patria pequeña como realidad y que terminó definiendo los proyectos de estados nacionales que todavía hoy subsisten.  Si las guerras emancipadoras imponían una visión estratégica unitaria continental, la realidad de los intereses concretos impuso las realidades integradoras de los estados nacionales, creándose al efecto dos dinámicas, al norte, los Estados Unidos, un proyecto federal en permanente crecimiento territorial y de poder, y al sur, los Estados DesUnidos, con fronteras precarias y algunas de ellas, todavía hoy, en discusión, y con lazos neo-coloniales en el proceso economía-mundo que liderizaban europeos y norteamericanos.

Con la doctrina Monroe (1823), oficialmente cancelada por el gobierno de Obama en el 2014, se pretendió “unir” el continente bajo la guía y dominio norteamericano, que no era otra cosa que el designio colonial e imperial de la potencia emergente y que en el siglo XX se continuó con la doctrina del panamericanismo, y unas décadas después de la creación de la OEA, el proyecto integracionista de la ALALC bajo el tutelaje norteamericano y que en la práctica continuó con los diversos tratados de libre comercio que se han venido propiciando y firmando.

En una perspectiva dialéctica inevitable frente al expansionismo norteamericano surge una fuerte corriente latinoamericanista que se potencia con el triunfo de la Revolución Cubana (1959) y que nos coloca de manera absoluta en la historia universal, primero como países tercermundistas en alianza estratégica con países de Asia y África (el tricontinental), y después claramente ya, formando parte de los escenarios de la guerra fría con fuertes acentos nacionalistas, aunque sin renunciar nunca al discurso integracionista.

Empezando el siglo XXI, el latinoamericanismo está en plena vigencia, y en él confluyen todos los agravios históricos sufridos por estos pueblos y todas las esperanzas que en términos reales sirven de base ideológica a diversos intereses integracionistas como el Mercosur, Unasur, Pacto Andino y los Acuerdos de los Países del Pacífico, todo lo cual ha llevado a diversas experiencias de integración, en su mayoría fallidas, o insuficientemente desarrolladas, ya que los factores políticos endógenos tienden a prevalecer y nuestras economías no terminan de desarrollarse como para sustentar un proyecto continental y global de integración efectiva y comercio internacional exitoso.

En estos procesos de integración, mención aparte merecen los esfuerzos de la Iglesia en potenciar y articular una visión compartida de América Latina y cuyo instrumento más efectivo, sin lugar a dudas, fue la creación del CELAM (Consejo Epicospal Latinoamericano) y los importantes documentos que desde allí se han producido. Producto de este esfuerzo de evangelización y lucidez son muy pertinentes algunos textos como los contenidos en el llamado “Documento de Aparecida” que insisten en la multiversidad antropológicia y cultural como riqueza y esperanza. “Los indígenas constituyen la población más antigüa del continente. Están en la raíz primera de la identidad latinoamericana y caribeña. Los afroamericanos constituyen otra raíz que fue arrancada de África y traída como gente esclavizada. La tercera raíz, es la población pobre que emigró de Europa desde el siglo XVI, en búsqueda de mejores condiciones de vida y el gran flujo de inmigrantes de todo el mundo desde mediados del siglo XIX. De todos estos grupos y de sus correspondientes culturas se formó el mestizaje que es la base social y cultural de nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños, como lo reconoció ya la 3era conferencia general del episcopado latinoamericano celebrada en Puebla, México.”... “La veriedad y riqueza de las culturas latinoamericanas, desde las más originarias, hasta aquellas que con el paso de la historia y el mestizaje de nuestros pueblos se han sedimentado en la naciones, están llamadas a converger en una síntesis capaz de orientarnos hacia un destino histórico común”.

El tema de la identidad en América Latina ha sido permanente y recurrente, desde el siglo XVII hasta nuestros días, y que puede ser sintetizado, tal como lo plantea Leopoldo Zea en su libro “Simón Bolívar, integración en la libertad” en los siguientes términos “El problema de la identidad, ¿Quienes somos los hombres de esta América?; El problema de la dependencia ¿Por qué somos así?; El problema de la libertad, ¿Podemos ser de otra manera?; y el problema de la integración, ¿Integrados en la dependencia, podemos integrarnos en la libertad?. Estos interrogantes se venían planteando desde el siglo XVIII, las respuestas fueron diversas pero coincidentes en los puntos esenciales y quizá uno de los más lúcidos fue el propio Bolívar en su carta de Jamaica (1815) “Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo, viejo en los usos de la sociedad civil... no somos indios ni europeos sino una especia media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: En suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y nuestos derechos los de Europa, tenemos que disputar, éstos, a los del país, y que, mantenerlos en él contra la invasión de los invasores; así nos hayamos en el caso más extraordinario y complicado”. Esta era, y en parte sigue siendo, la visión de las élites latinoamericanas, en el sentido de asumirse españoles-americanos e intelectualmente europeos-americanos, contradicción que se mantiene hasta nuestros días, que seguimos asumiendo nuestra realidades desde la perspectiva de las ideas eurocéntricas, lo que llevó al maestro Simón Rodriguez a ironizar sobre la situación de “traer ideas coloniales a las colonias”. De allí el empeño de algunos autores, especialmente en el siglo XX, de tratar de re-pensar la realidad del Continente a partir de la propia realidad, lo que ha permitido desarrollar un pensamiento teórico sumamente importante como la llamada Filosofía Latinoamericana y la propia Teología de la Liberación.

La gran contradicción que se vive es que lo diverso no termina de ser integrado en una cosmovisión compartida que permita acceder a una fase evolutiva más avanzada y que posibilite hablar con propiedad, ya no solamente de los proyectos libertarios e igualitarios, que inspirados en la Revolución Inglesa, norteamericana y francesa, sirvieron de basamento a nuestros procesos emancipadores así como el propio pensamiento católico que apuntaló muchas de las actitudes y políticas que Lewis Hanke llamó la lucha por la justicia en América, así como nuestro incipiente constitucionalismo como es el caso de Venezuela de la Declaración de Independencia, cuyo autor principal fue Juan Germán Roscio con una fuerte influencia católica y neo-tomista en su formación y pensamiento.

III
Integración, Educación y Fraternidad

La fraternidad como necesidad, más allá del valor principista y utópico del concepto de fraternidad, la palabra olvidada de la modernidad se convierte en un imperativo categórico moral, político y económico, por la sencilla razón de las múltiples amenazas que la humanidad padece. La agonía ambiental de la tierra, el peligro latente y real del holocausto nuclear, la galopante demografía y el agotamiento de modelos socio-políticos y económicos productores de pobreza e injusticias. En consecuencia, todos los modelos de desarrollo que la evolución y la tecno-ciencia posibilitan tienen que asumirse desde la fraternidad que de alguna manera viene a ser la síntesis dialéctica de los otros dos principios de la civilización actual: la libertad y la igualdad, que conjuntamente con la fraternidad, terminan expresando y sintetizando un proceso civilizatorio todavía por construir y cuyo logro más importante quizá sea, en 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que suscribieron todos los gobiernos del mundo y que de alguna manera es la doctrina que permite identificar y definir el sistema político más adecuado a los intereses de la humanidad, dentro de un concepto evolutivo de la idea de progreso y democracia.

Estas amenazas o desafíos nos llevan a la necesidad de definir una nueva Paideia, que puede sintetizarse en la cooperación solidaria, porque cooperamos o perecemos. Es obligante trabajar por un mundo solidario y fraterno, ponerle fin a la historia cainítica, suena utópico y quizá lo sea en el corto y mediano plazo, pero sin lugar a dudas, es la utopía necesaria en este siglo XXI, que por los acontecimientos de los últimos años pareciera empeñado en repetir las tragedias que marcaron a fuego nuestro siglo XX, un siglo sin dios, según el decir de Martin Buber

En pleno desarrollo una crisis mundial de un orden que no termina de definirse ni en función de los intereses geopolíticos de las grandes potencias, ni tampoco en función de los intereses compartidos de la humanidad.

Los seres humanos existimos en y con los “otros”, en la alteridad del reconocimiento, reconocer y ser reconocidos. Esta exigencia de primer orden pudiera ser canalizada a través de un proyecto educativo inclusivo, “educación de todo para todos” y que permitiría desarrollar e integrar la humanidad en una conciencia cósmica de habitantes de la tierra, y por consiguiente, cuidadores de ella, así como cuidadores de nuestros hermanos, para poder responder afirmativamente a la pregunta que Dios le hace a Caín “¿Dónde está tu hermano? Y que pudiéramos responder de manera afirmativa: con nosotros y en acompañamiento solidario.

El problema de la integración y de la educación es su caracter histórico, por aquello que decía Hegel que lo real siempre es racional y lo racional siempre es real, es decir, que los seres humanos estamos limitados en tiempo y espacio, o como diría Ortega y Gasset, yo y mi circunstancia, o mejor sería decir, yo, mis circunstancias y mi consciencia.  Toda realidad responde a unos límites históricos en función de un presente que en realidad es, un entrecruzamiento de tiempos, en donde pueden identificarse estructuras, sistemas e instituciones. El límite siempre es la realidad y en ese sentido la realidad dominante, en términos políticos, es el estado-nación y la sociedad nacional, y en consecuencia, tanto la integración como la educación encuentran sus posibilidades y límites en la estructura de un mundo formado geo-políticamente por naciones con intereses propios y diversos. Es axiomático y universal el principio que los paises no tienen amigos sino intereses, y éstos tienden a prevalecer en las relaciones internacionales que por definición son desiguales, porque siempre una de las partes, la más desarrollada tiende a favorecerse en al relación. Otro tipo de integración, ya no comercial sino ideológica, que termina creando unidades trasnacionales artificiales, cuyo ejemplo más importante, sin lugar a dudas, es la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). No importa la motivación de las relaciones internacionales, lo cierto es que el factor nacional sigue siendo el dominante, con su sentido sectario, desintegrador y poco solidario, como una especie de autarquía espiritual, a pesar de que sabemos que que ninguna nación es viable por sí misma.

Una situación parecida se vive en el plano educativo, la educación nacional con su visión local y nacionalista tiende a prevalecer sobre cualquier otra perspectiva, de allí que la educación se agota en el plano nacional, entre una formación profesional o utilitaria y una formación de visión profundamente nacionalista, inclusive en el campo de los valores, muchos de ellos terminan siendo expresión de intereses y particularidades locales y nacionales, conspirando todo ello frente a una visión de un mundo integrado e interdependiente y una humanidad única acompañándose en la solidaridad. En nuestras escuelas se siembra el germen del patriotismo que cada día termina siendo no solamente anacrónico sino inconveniente para las necesidad y fines de la nueva humanidad.

Dice Kant, que la conciencia nunca puede exceder la experiencia, y si esto es así, la experiencia de la mayoría de los habitantes del planeta no excede más allá de las fronteras locales y nacionales, clanicas o tribales. Lo extranjero y el extranjero sigue teniendo una fuerte carga negativa de exclusión y de diferencias, a pesar del cosmopolitismo de la época y la globalización en curso. Estos son algunos de los límites históricos que nos impone la realidad y que tenemos que tomar en cuenta para tratar de trascenderlos en  una nueva paideia y un nuevo proyecto educativo que nos permita acceder a una consciencia y unas posibilidades que no se agoten en el presente-pasado sino en un presente-futuro. Tenemos que asumirnos con total vocación y convicción como “contemporáneos del futuro” y de esa manera, las diversas ideas y planteamientos y discusiones que se vienen dando en torno al tema de la fraternidad cobran vigencia y pertinencia.

En el diálogo en desarrollo en torno al tema de la fraternidad hay que replantearse totalmente los contenidos de los diversos programas del currículo de nuestros sistemsa educativos y es fundamental al respecto, formar al nuevo educador (educar a los educadores no solamente es un aggiornamento con respecto a los nuevos paradigmas y tecnologías sino la necesidad de re-situarlos en un horizonte de valores que respondan a los desafíos del siglo XXI). Al respecto son útiles los planteamientos que se vienen haciendo en las últimas décadas, una Ética Universal del teólogo Hans Kung o el filósofo Edgar Morín con su Ética de la solidaridad, Ética de la comprensión y una Ética del género humano. Siendo la diversidad antropológica y cultural una riqueza, termina siendo limitante para una visión universal y ecuménica del género humano. Hay que asumir la experiencia-consciencia del navegante del espacio, cuando visualiza desde éste, la morada-tierra y no la particular nación a la cual pertence, no puede sentirse menos que terrícola, habitante de la tierra, lo cual nos obliga a preservarla y a sobrevivir sobre ella en paz y acompañamiento fraterno.

Nota: “El principio olvidado: La fraternidad” En la política y el derecho. Antonio M. Baggio (comp.)
“La fraternidad en perspectiva política” Exigencias,  recursos, definiciones del -principio olvidado-. Antonio M. Baggio (comp.)
“Estudios recientes sobre fraternidad” De la enunciación como principio a la consolidación como perspectiva. Osvaldo Berreneche (comp.)
“Fraternidad y conflicto” Enfoques, debates y perspectivas. Pablo Ramírez Rivas (comp.)
“La brasa bajo la ceniza”. La fraternidad en el pensamiento de la integración latinoamericana. Un recorrido. Domingo Ighina.
“Fraternidad e instituciones políticas”. Propuestas para una mjor calidad democrática. Lucas Cerviño (comp.)
“Fraternidad y educación”. Un principio para la formación ciudadana y la convivencia democrática. Rodrigo Mardones (ed.)

Colección codirigida con la RUEF (Red Universitaria para el Estudio de la Fraternidad): espacio académico integrado por docentes, investigadores, graduados y alumnos avanzados de múltiples disciplinas, que pertenecen a diversas universidades de América Latina. (www.ruef.net.br)

Ángel Lombardi
alr.lombardi@gmail.com
@angellombardi

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jueves, 23 de octubre de 2014

YONNY GALINDO, UNA EDUCACIÓN PROGRESISTA, TRIBUNA DE LA DISIDENCIA

         Una educación para ser progresista debe tener al educando como centro de su actividad pedagógica y debe concebir al estudiante libre, autónomo y facultado para ser formado como ser humano en relación, y al mismo tiempo instruirlo en  competencias técnicas, científicas y humanísticas.

         En una educación progresista importa mucho la familia, en ese sentido ella es aliada permanente del proceso educativo, y para que pueda cumplir ese cometido debe el Estado haberle garantizado sus necesidades básicas de calidad de vida. En caso contrario y de estar en deuda con esa familia, desde la escuela debe incorporar políticas públicas de asistencia directa a la familia necesitada.

         De igual modo el estudiante tiene que recibir directamente los beneficios sociales y económicos que le permitan mantenerse en el sistema educativo: seguridad, salud, higiene, vestuario, alimentación y útiles escolares son de los beneficios que tiene que recibir un estudiante inmediatamente al formar parte de la matrícula escolar.
         El progreso tiene que traducirse en calidad de vida para cada ser que vaya a  la escuela, al igual que cada una de las familias de esos muchachos deben recibir atención y servicios de calidad. Así tiene que funcionar un sistema educativo en un Estado progresista, cumpliendo con aquello de que la patria es el hombre y no una entidad abstracta, concebida y manejada por un Estado a la que los habitantes tienen que padecerla y actuar en permanente sacrificio para sostenerla. No, ese concepto de Estado espartano, de prepararme para la defensa de la patria, no es sostenible en una educación progresista. 
En mi buena preparación ciudadana, como persona, alcanzando competencias en lo artesanal, en lo técnico-instrumental, en lo humanístico y en lo científico va implícita la defensa de la patria. En mi formación para emprender libremente iniciativas propias va implícita la defensa de la soberanía de la patria, porque insisto, la patria es el hombre y no un grupo hegemónico de poder.
         El sentido de patria en una educación progresista es la que encarnan cada uno de los seres que pueblan el territorio. De tal manera que la patria no podrá estar bien si hay un solo ser que la pueble que viva en condiciones de precariedad. Esos seres que un Estado progresista prepara y forma han sido elevados a la categoría de personas, de ciudadanos, autónomos, libres e independientes. La soberanía de la patria reside en ellos, porque la educación progresista los ha emancipado para ejercer su ciudadanía, con capacidad para actuar en todos los escenarios de vida que corresponda actuar.
         Una educación progresista está sustentada en una pedagogía de la participación, del involucramiento, donde al ser se le forme para estar en constante relación con sus semejantes, con sentido de equidad y de igualdad. De esa forma es que puedes preparar sujetos autónomos, participativos y protagónicos de su propio saber.
         Ahora bien, en una educación progresista son los mejores los que deben estar en una gerencia educativa y en la acción pedagógica de la escuela. Son los mejores los que deben estar en las etapas iniciales del sistema educativo, porque es desde esos primeros años que empieza la formación del ser. Lo bueno que se haga en esa etapa de la vida abona para las subsiguientes.
         Por supuesto que la infraestructura, los espacios, la arquitectura, todo ello concebido para el uso y el goce de la estancia escolar. Hacer de la escuela un espacio para que el saber se goce construyéndolo y se enriquezca compartiéndolo. Una educación progresista se concibe para formarnos en el conocimiento de mí mismo y en mi relación con el otro, porque el progreso económico para que sea sustentable debe pasar primero por el progreso del ser en cuanto ser.

Yonny Galindo
yonnydg@gmail.com
@yonnydg

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sábado, 17 de mayo de 2014

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, LIBERTAD Y EDUCACIÓN

Hace varios años, el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa publicó el libro titulado: "Andrés Bello, educador", en el cual reflexionaba sobre la magna obra civilizadora del gran caraqueño y en el cual exaltaba la noble condición de su humanismo, mediante el cual contribuyó a fundar a las nacientes repúblicas latinoamericanas sembrando en ellas ilustración, republicanismo, instituciones y ciudadanía, como objetivos de la educación, sin la cual no se forma cabalmente la nación.

EDUCAR PARA LA PAZ Y LA LIBERTAD
Uno de los capítulos del libro es el referido al tema: "Libertad y Educación", en el cual el autor  destacó la dramática tarea que tuvo que emprender el sabio Bello a quien le correspondió vivir: "la angustia de un mundo que nacía entre las enfurecidas y destructoras fuerzas de la guerra, de naciones que hacían su tránsito del servilismo a la libertad" y que en medio de ello: "buscaban ansiosas salir del estado de barbarie en que las había sumido la tiranía, sin encontrar sendero abierto porque todos desembocaban en el odio y la matanza", según Prieto.

Se empezaban desde entonces a enfrentar en nuestra historia dos fuerzas opuestas: por una parte, la civilización y la República, la cultura y el derecho, que fueron indispensable fundamento de la revolución política y de la lucha por la independencia, y por la otra,  la realidad representada por un pueblo ignorante y jefes ambiciosos, ajenos al ejercicio racional del gobierno y de la política, quienes habían encontrado en el empleo arbitrario e indebido de las armas: "la manera de dar satisfacción a sus apetitos de mando y a sus aspiraciones  de riqueza", tal y como señalaba Prieto.  En medio de ese drama, resaltó la presencia de hombres como Bello que fundaron la educación republicana para asegurar la independencia y superar los errores y vicios que amenazaban con sus actos destruir los logros alcanzados. Resultaba esencial formar a nuestras naciones americanas para la libertad y que la educación en ellas fuese el instrumento para modificar los viejos hábitos coloniales y las nuevas formas del autoritarismo y la arbitrariedad.

No puede concebirse entonces la educación sin libertad, ni la libertad sin la educación para crear y desarrollar al individuo y a una nación, y como bien lo señalaba Montesquieu: "en ninguno pesa más la obligación de proteger este ramo importante de la prosperidad social que en los gobiernos republicanos", por el valor en que se fundan y por los derechos que sustentan.

Igualmente, a juicio de Prieto, en el pensamiento de Andrés Bello no sólo está presente la misión de instruir, de difundir conocimientos, sino que los mismos correspondan a las realidades nacionales, que se extienda la educación, en palabras del propio Bello: "a las clases menos acomodadas", "porque no es sólo en bienestar de una pequeña porción de la sociedad el que se debe promover".

Era y es necesario impartir en nuestra América una educación civilizadora, democrática y libre, y según el concepto de Bello con respeto a la Universidad, ésta debía ser no solo centro de formación profesional, sino también conservador y transmisor de la cultura, de la investigación, del humanismo y de la ciencia, y además: "creadora de modelos presentados al pueblo", como observó Prieto, lo que evidencia el carácter esencial e influyente que por naturaleza a la Universidad le corresponde en la obra de construir un país.

Andrés Bello defendió el valor prioritario de la educación y la importancia de su institucionalidad. En la célebre exposición que hizo sobre el presupuesto universitario ante el Congreso de Chile el 03-09-1845, confrontó a los legisladores ante la indispensable reflexión sobre si la Universidad era o no necesaria, preguntando categóricamente: "¿Y cuál es el objeto que merezca una más seria atención a la legislatura que la instrucción del pueblo en un Gobierno Popular? Yo no conozco ninguno". Con tal alegato, Bello estaba sosteniendo con ejemplar firmeza el derecho a la educación, a la existencia digna de la Universidad y la verdadera obligación de un gobierno democrático ante las mismas.

Pero si alguna reflexión del ilustre Bello testimonia la finalidad que la libertad y la educación deben tener en el hombre y en la sociedad,  encontramos aquella que ofreció a la juventud al indicar como mensaje sustantivo: "aprended a juzgar por vosotros mismos: aspirad a la independencia del pensamiento", para ser individuos, para ser ciudadanos, para ser hombres libres, por  encima de la voluntad de cualquier otro, por encima de la voluntad de los gobiernos jamás superior a la autoridad de la nación, al mandato de la Ley y a la soberanía del pueblo.

Jose Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfd599

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lunes, 5 de mayo de 2014

ZENAIR BRITO CABALLERO, EL DESARROLLO DE LOS VENEZOLANOS ESTÁ EN LA EDUCACIÓN

Es poco probable que a alguien se le ocurra discrepar, que hoy en día el mejor recurso que tienen las naciones para crecer y desarrollarse es la educación. La globalización, que ya se ha venido dando en otros momentos de la historia de la humanidad, tiene la extraordinaria peculiaridad, que hoy pone al alcance de cualquier ser humano  el conocimiento de la ciencia y la tecnología, porque vivimos en esta nueva era jamás sospechada en épocas pasadas.


Desarrollar habilidades, competencias y talentos está al alcance de todos. Podemos hacer que nuestros niños y jóvenes aprovechen para su propio beneficio y la de su comunidad todas estas posibilidades. Solamente un mal gobierno como el que hemos tenido en estos últimos 15 años o la indiferencia del resto de la sociedad pueden frustrar tan promisorio futuro.

Es decir, solamente los venezolanos podemos impedir que nuestros hijos y nietos tengan una vida digna, llena de oportunidades y plena de realizaciones. Sin embargo, el desarrollo de conocimientos, habilidades y competencias no es el único ni tan siquiera, probablemente, el principal desafío que tiene el sistema educativo venezolano
.
Collin Powell, en su “Leadership Primer”, ya advertía a todos, sobre todo a empresarios y emprendedores, de lo insuficiente que resulta la “capacitación” y de lo fundamental que es la “formación”. Decía: “Puedes entrenar a un novato entusiasta e inteligente en los fundamentos de tu negocio, pero es mucho más difícil entrenar a alguien para que tenga integridad, buen juicio, energía, balance y el entusiasmo para hacer lo que debe hacerse.

¿Cuán a menudo nuestros procesos de reclutamiento buscan estos atributos? Más a menudo, los ignoramos a favor del currículum vitae largo y los títulos anteriores, cuando lo verdaderamente importante es saber cuán bien encajan sus valores con los de la organización.

La educación es un proceso permanente e inacabable. “El proceso de vinculación y conciencia cultural, moral y conductual. Así, a través de la educación, las nuevas generaciones asimilan y aprenden los conocimientos, normas de conducta, modos de ser y formas de ver el mundo de generaciones anteriores, creando además otros nuevos”.

Se le atribuye a Napoleón –por eso se la conoce como “la cadena de oro de Napoleón”– la siguiente frase: “Buenos maestros hacen buenos ciudadanos, buenos ciudadanos eligen buenos gobernantes, buenos gobernantes designan buenos maestros, buenos maestros hacen buenos ciudadanos…”, y sigue la cadena. Esta es la clave, definir qué es ser “bueno” para definir el tipo de sociedad en la que queremos vivir.

Cuáles son los valores y los principios que condicionan nuestra conducta individual y caracterizan a nuestra sociedad venezolana. ¿Se premia o desprecia el conocimiento? ¿Se aprecia o desprecia al que se esfuerza, al honesto, al dedicado, al que respeta las leyes y las reglas de la sana convivencia o, por el contrario, se los margina y se potencia al apresurado, al inepto, al mediocre o al inescrupuloso?

Cuesta creer, que lo que aspira el ideologizar a niños, adolescentes y jóvenes con la doctrina comunista, pueda dedicarles un tiempo a las cosas verdaderamente importantes y se ocupe del, probablemente, más importante de los asuntos de Estado: la educación que debería ser su bandera primordial.

Que este gobierno que se dice socialista-comunista y revolucionario, en su calidad de corresponsable de la educación de sus  hijos y de nuestros hijos y nietos que van a escuelas, colegios y universidades, tome conciencia, que tiene el poder para enmendar y reencauzar el proceso en la educación venezolana tan deteriorado en calidad y excelencia, para cumplir con nuestra obligación con la generaciones futuras.

Es deseable y conveniente que no persista en el error  del socialismo-comunismo de utilizar el sistema educativo con propósitos políticos electoralistas como lo hicieron con las llamadas misiones educativas: Robinson, Ribas, Sucre y el parapeto de UBV
.
Ante la crisis, el remedio es único; no hay otro: es la educación. Pero cuando la enfermedad está en el remedio, tenemos la peor de las crisis. La educación en Venezuela está contaminada con el fulano socialismo-comunismo a la cubana con elementos removibles. Es lo que hay que hacer: eliminar los elementos contaminantes y recomenzar la gran tarea.

Esta tarea recae fundamentalmente en los padres, maestros, profesores, pero, sin duda alguna, también en toda los sociedad venezolana, para evitar que se siga con la tendencia de manipular la educación en beneficio de muy pocos, extremadamente pocos, y en detrimento de extremadamente muchos.

Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito

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lunes, 28 de abril de 2014

FELIPE GUERRERO, EDUCACIÓN DE BONSAI

El bonsái es una técnica de cultivar árboles y  plantas reduciendo su tamaño, impidiendo el desarrollo de sus raíces naturales mediante la poda y el alambrado a fin de modelar su forma y crear un producto de acuerdo al criterio del sembrador que apenas sirve para recordar la imagen natural de la planta.
Esta técnica es un acto de tortura para la grandeza del árbol. Es un modo egoísta de apropiarse del esplendor de la naturaleza. Quien cultiva el bonsái tiene el poder y su intención es la de minimizar el árbol y en consecuencia reducir su natural grandeza.
Tradicionalmente el árbol ha sido símbolo de la vida, pues la planta no pierde en invierno su verde follaje cuando casi toda la naturaleza parece muerta.
En todas las culturas,  encontramos que el árbol tiene cierto significado antropológico, místico y poético; por eso la técnica del bonsái representa empequeñecer y disminuir la grandeza del árbol.
Recientemente Mohammad Yunus, conocido como «El Banquero de los Pobres» y Premio Nobel de la Paz dijo: «Si tomamos la semilla del árbol más alto del bosque y la ponemos en un macetero, va a crecer un árbol de medio metro, que llamamos bonsái. ¿Hay algo malo con la semilla o con el árbol? No, es el mismo árbol y la misma semilla. El problema es que la pusimos en un macetero. 
Con los más pobres pasa lo mismo. Son personas igual que los demás, con los mismos talentos y habilidades, pero están en un macetero. En este caso el macetero es el gobierno, que no les da oportunidades. Y por eso se desarrollan como Personas Bonsái. 
Si los pobres tuvieran las mismas oportunidades que los que poseen el poder, estarían entre los árboles más altos del bosque. Si nos dedicamos a alimentar, por ejemplo, a dos millones de pobres,  pero les quitamos todo lo demás, su iniciativa, su creatividad, sus ganas de luchar y salir adelante, ésa no es una sociedad humana. 
Los sistemas tienen que diseñarse para ayudar a la gente, es cierto, pero para motivarlas a salir de esa condición. Hoy el sistema de bienestar ha acostumbrado a los pobres sólo a sobrevivir, a ser dependientes, pero no los impulsa a salir. Al contrario, los mantiene permanentemente pobres. Lo importante es liberar la energía y la creatividad que está en cada ser humano»
En Venezuela se pretende diseñar a los niños de hoy que serán los venezolanos del mañana bajo la técnica del bonsái,  para  delinearlos como unas personas sumisas y obedientes, fruto de un proceso en donde modelados y adiestrados les resulte natural  su condición de esclavos, justificando la engañosa cualidad de seres carentes de dignidad,  ya que desde los medios de comunicación controlados por el gobierno y desde las escuelas manipuladas por los hilos de Miraflores se les ha inculcado con diversas técnicas que es indeseable la crítica y se les va podando su visión de libertad mediante un nocivo alambrado de su mente y de sus emociones.
Buena hora para preguntarle a la sociedad venezolana: ¿Queremos que nuestros niños y jóvenes sean unos Bonsái estériles?. ¿O queremos que nuestros niños sean árboles plenos que se desarrollen en libertad para que se expandan y den buenos frutos?.
Los libros de texto único de la llamada Colección Bicentenaria usados obligatoriamente en las escuelas del país muestran una sesgada interpretación de la historia venezolana en un intento por cortarle las raíces a los niños mediante un alto contenido de propaganda política que contienen, escritos con el vulgar propósito de eliminar el pensamiento crítico de los jóvenes para crear las bases de un vulgar adoctrinamiento orientado a rendirle culto a una persona a la cual se le quiere endiosar y cuyo mérito es el de haber entregado la soberanía del país.
Los textos incorporan conceptos sobre estructuras sociales que son anticonstitucionales en una vulgar pretensión de desarticular la arquitectura democrática del Estado. Es la hora de luchar por una educación libre, pluralista y democrática que forme personas robustas y no endebles bonsái.
Felipe Guerrero
felipeguerrero11@gmail.com

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sábado, 30 de noviembre de 2013

ELINOR MONTES, ¿EDUCACIÓN O ADOCTRINAMIENTO COMUNISTA?

No permita el adoctrinamiento comunista de su hijo en la Escuela, vacúnelo con sus valores y principios democráticos.

¿Sabe usted que en el nuevo curriculum bolivariano: “La Educación Bolivariana” se encuentra fundamentada, entre otros, “en las ideas del General del pueblo Ezequiel Zamora y del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías” y que entre sus fines “se plantea…la formación integral…” para “la participación protagónica en los procesos de transformación impulsados por el Comandante Supremo” a fin de “transformar la cultura… en una lógica y racionalidad socialista”, es decir, totalitaria comunista?
Como es su costumbre el régimen simula que consulta el curriculum bolivariano en mesas de trabajo, usa a docentes y representantes para “legitimarlo”, desechan las propuestas que no le gustan: que se respete el deber y el derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus valores y principios, que la educación sea verdaderamente libre, que se excluya el pensamiento único del difunto. Los docentes del régimen que dirigen la “consulta” opinan que si el gobierno es socialista la sociedad, toda, también tiene que serlo y que el pensamiento (único) del difunto va ¿Qué tal? Además defienden que el corazón de la patria, eslogan de la campaña electoral del PUSV, esté en la portada y contraportada de los textos, así como que tergiversen la historia y deformen los planteamientos históricos para que el estudiante desde su pubertad asuma actitudes discriminatorias. Por ello dice Constanza Espinel: “es muy importante que los padres demos a nuestros hijos valores, que sean criterios para juzgar desde el punto de vista moral sus actuaciones y las actuaciones de los demás, no podemos permitir que a nuestros hijos les deformen el concepto del mal convirtiéndolo en bien. No podemos permitir que los conviertan en personas inmorales, en personas indignas, que asuman como indignos a los otros y en consecuencia tranquilamente los puedan dañar, esos otros más inmediatos son su familia, su comunidad, su país. Este no es asunto trivial, ni sin importancia es un asunto demasiado grave”.
Como siempre el régimen juega sucio, este curriculum, inaceptable por inmoral, será publicado en la Gaceta Oficial para su cumplimiento obligatorio en enero de 2014, la educación media ahora no será humanidades y ciencias sino “media general y media técnica”, “con 6 Áreas de Formación Técnica y 47 Menciones en correspondencia a las necesidades e intereses de la Nación”, es decir, del colectivo rojo, para dar al estudiante una “formación integral que permita su incorporación al modelo económico productivo socialista”, o sea que no habrá libertad de educación, ni laboral.
El llamado es para los padres, docentes, dirigencia democrática y sociedad. No pueden ser cómplices de este crimen por acción o por omisión, ni permitir que los púberes sigan siendo transformados en loros rojos incapaces de pensar, de juzgar, de creer y de crear. Estamos seguros de que participará, porque cuando se ama a un hijo no se puede ser indiferente ante algo que lo pueda dañar.

La característica fundamental de un líder es la protección de aquellos a quienes pretende liderar.
Puede informarse en fenasopadres@gmail.com.
@elinormontes

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lunes, 1 de julio de 2013

CARLOS ALBERTO MONTANER, CHILE:LA EDUCACIÓN Y EL CINISMO. CASO CHILE

Los estudiantes universitarios chilenos suelen protestar contra el gobierno de su país. Lo hicieron contra la señora Bachelet, que es de izquierda, y lo hacen contra el señor Piñera, que es de derecha. A veces las protestas son pacíficas y, a veces, como las más recientes, devienen en considerables actos vandálicos cometidos por minorías violentas infiltradas en el movimiento estudiantil.

Los jóvenes chilenos demandan buenas universidades y enseñanza de calidad, pero no quieren pagar por esos servicios. Exigen que otros se los paguen. (Eso siempre es estupendo). Tienen 18 años o más. Son mayores de edad. Pueden votar, elegir y ser electos, ir al ejército, casarse sin autorización de nadie, crear empresas, invertir, engendrar hijos a los que están obligados a cuidar, ir a la cárcel si cometen delitos, consumir alcohol o tabaco, pero suponen que la responsabilidad de pagar por su educación es cosa de otros. Son, o deben ser, adultos responsables en todo, menos en eso.

Realmente, es una conducta incoherente o, por lo menos, extraña. ¿Por qué el conjunto de la sociedad debe pagar los estudios universitarios de una minoría de adultos privilegiados que, a partir de la graduación, ganará una cantidad de dinero considerablemente mayor que la media de quienes no han pasado por esos recintos académicos? ¿No es una hiriente inmoralidad que los trabajadores de a pie paguen con sus impuestos los estudios de quienes luego serán sus jefes y empleadores?

Pero hay otra incongruencia todavía peor: los estudiantes universitarios chilenos pretenden que la educación no pueda ser objeto de lucro. Si Platón y Aristóteles hubieran ejercido su magisterio en el Chile de estos tiempos, y no en la Atenas de los siglos V y IV antes de Cristo, los hubiesen acusado de codiciosos explotadores por haber creado la Academia y el Liceo con el propósito de ganar dinero formando a sus alumnos.

Los estudiantes chilenos no advierten que están planteando un contrasentido. No hay nada moralmente censurable en el lucro. Lucro es sinónimo de logro, de misión cumplida. Si ellos quieren una educación de calidad, creativa, original, oficiada por profesores competentes, la mayor parte de las veces tendrán que atraer a los mejores con buena remuneración, con reconocimientos públicos y con posibilidades de enriquecimiento.

Hay algunos seres excepcionales, dotados de una intensa vocación, generalmente religiosos, dispuestos a enseñar por un plato de comida, una cama de tabla y dos palmos de techo, pero son pocos. A Einstein lo reclutaron en Princeton enviándole un cheque en blanco que él rellenó a su capricho.

¿Dónde está la falta en que unas personas decidan crear una empresa para vender enseñanza si hay otras criaturas dispuestas a pagar el precio que les piden para adquirir esos conocimientos? Una de las mejores universidades de Centroamérica es la Francisco Marroquín de Guatemala, una institución que es y se maneja como una empresa privada. ¿Por qué es inmoral vender educación y no vender agua, comida, medicinas o zapatos, bienes, sin duda, más importantes para la supervivencia que los conocimientos universitarios?

El argumento de que las universidades privadas con fines de lucro a veces no tienen suficiente calidad y deben clausurarse carece de sentido. Tampoco cerramos los restaurantes malos con fines de lucro, y mucho menos los comedores populares, que suelen servir unos platos espantosos a los indigentes. ¿Por qué no permitir que los consumidores de esos servicios educativos decidan libremente con su dinero cuáles universidades triunfan y cuáles fracasan?

En América Latina muchas universidades públicas son rematadamente malas y no por eso pedimos que las cierren. Como no se cansa de denunciar Andrés Oppenheimer, entre las 500 mejores universidades del planeta, apenas comparecen tres o cuatro latinoamericanas y están a la cola del grupo.

 Hay algo terriblemente autoritario e hipócrita en el comportamiento y las demandas de esos estudiantes chilenos. Lo terrible es que ellos, que esperan que otros les paguen sus estudios, y que condenan a quienes están dispuestos a arriesgar su capital y su trabajo para crear instituciones educacionales lucrativas, cuando terminan sus carreras suelen o intentan convertirse en profesionales económicamente exitosos. Para ellos el lucro sólo es malo cuando lo persigue el otro. Eso se llama cinismo.

Carlos Alberto Montaner

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