BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
Mostrando entradas con la etiqueta IDENTIDAD. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta IDENTIDAD. Mostrar todas las entradas

lunes, 3 de agosto de 2015

GABRIEL S. BORAGINA, GLOBALIZACIÓN, CAPITALISMO E IDENTIDAD

Prevalece entre la opinión pública la idea de que el mundo económico se encuentra "globalizado" y no son pocos los personajes conocidos que han contribuido (y continúan haciéndolo) en pos de afianzar dicha creencia. Curiosamente, existen magnates de las finanzas que suelen ser tildados de "capitalistas" cuando poco o nada tienen de tales, como sucede con el caso de George Soros, que es uno de esos personajes:

"Soros publicó un artículo titulado “The Capitalist Threat”. En ese trabajo el autor sostiene que en el sistema prevalente hay “demasiada competencia” y una injustificada “creencia en la magia del mercado”. Asimismo, afirma que vivimos en “una verdadera economía global de mercado”. Sin embargo, debemos subrayar que la participación del estado en la renta nacional antes de la primera guerra mundial era entre el 3 y el 8% en países civilizados, mientras que hoy en día nos debatimos entre el 40% y el 50% lo cual implica que la gente debe trabajar más para el gobierno. Las tan cacareadas “reformas del estado” resultan anécdotas si se comparan con los referidos guarismos. Por otra parte, es interesante recordar que antes de 1914 no había tal cosa como pasaportes mientras que hoy renacen los nacionalismos atávicos y xenófobos que la emprenden contra los movimientos migratorios, y por ende nada tienen que ver con la llamada “globalización”. Más aún, las abultadas restricciones extra-zonales de los tratados de integración regional revelan que aún no se han entendido los postulados básicos del librecambio.”[1]
De donde deviene que en lugar de “una verdadera economía global de mercado” lo que en los hechos existe es una “una verdadera economía global del estado" o -mejor dicho quizás- "de los estados”, algo bastante diferente a lo que Soros y muchos como él "entienden" por el término "globalización". Ocurre que ha existido, de un tiempo a esta parte, una verdadera tergiversación de los términos, y la labor de pseudointelectuales no ha sido del todo ajena a esta tarea. Por otro lado, es común confundir el vertiginoso avance tecnológico habido en las últimas décadas con una correlativa "apertura" por parte de los gobiernos de sus economías. Pero, como bien destaca el Dr. Alberto Benegas Lynch (h), los colosales logros en las comunicaciones y la cibernética en general, se han conseguido a pesar de las restricciones con las que los gobiernos encorsetan la iniciativa privada y asfixian los emprendimientos libres y particulares, y no "gracias a" ninguna "acción positiva" de los "estados". Por supuesto que, si consideramos el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales del siglo XX la situación era bastante peor a la de hoy. Pero, con todo, el agudo estatismo que caracterizó la época de las contiendas bélicas dejó una suerte de estatismo residual que acontecimientos tan importantes como la disolución de la URSS y la caída del Muro de Berlín no han conseguido del todo disipar.
"Se dice que hay un problema de “identidad nacional” con la globalización pero este es el resultado de un complejo de inferioridad. Cuando tomamos contacto con personas provenientes de otras culturas, cuando leemos libros que se escriben y se publican en otros lares o cuando escuchamos música compuesta en otras latitudes, enriquecemos nuestra identidad. La empobrecemos en la medida en que se estimule la autarquía y una especie de cultura alambrada. La cultura no es de aquí o de allá, simplemente es. La cultura engrosa el patrimonio de la humanidad. La pérdida de identidad ocurre más bien con la masificación, cuando se dice y se piensa lo que dicen y piensan otros sin tamizar, sin pensar y sin digerir, lo cual inevitablemente termina en vacíos y crisis existenciales de diverso tenor."[2]
Deriva evidente que las críticas a la globalización no son más que otra forma de emprenderla contra el gran enemigo de los estatistas, esto es el librecambio, librecambio que incluye la autónoma movilidad de las personas a través de las fronteras y la de los bienes y servicios que estas desean libremente intercambiar. Nuevamente: hay una manifestación de xenofobia y nacionalismo detrás de tales quejas que conllevan un resentimiento -ya sea oculto o explícito- hacia lo foráneo. Lo que se contradice con el discurso "políticamente correcto" que continuamente perora sobre lo "incorrecto" de "discriminar" al punto del ridículo de llegar a crear una repartición estatal a tal efecto. Sin embargo, las incesantes apelaciones de los demagogos de turno sobre la necesidad de privilegiar lo "nacional y popular" se dan de bruces con sus perpetuas recusaciones hacia los que "discriminan" en cualquier sentido, ya que la arenga nacionalista y populista es claramente discriminatoria contra todo lo extranjero. En una época como la actual, donde reflotan los nacionalismos recurrentes y las muestras de xenofobia, aparece cuanto menos paradójico hablar de "globalización".
Hay -por otra parte- un aspecto que no es menor, y que es el que afecta a la educación, en particular a la universitaria:
"Ha impreso en los universitarios la conciencia de siempre depender del gobierno. Los universitarios han aprendido a odiar el capitalismo, no quieren saber nada de economías de mercado, libre competencia o globalización. Los universitarios de la UNAM saben quién es Carlos Marx, Lenin, Che Guevara; pero nunca han oído, ni leído una línea de Ludwig von Mises, Hayek, Friedman, Rothbard, Hoppe o Jesús Huerta de Soto. Profesores y alumnos de la UNAM se han proyectado como los grandes luchadores contra el neoliberalismo."[3]
Si bien el autor citado arriba hace expresa referencia al caso de la UNAM (México), hay que decir que la situación no es demasiado diferente en el resto de las universidades estatales del mundo, en particular en Latinoamérica. Fenómeno típico -por otra parte- de la educación estatal. Se observa difícil concluir -ante semejante panorama- que en el mundo de nuestros días campea a sus anchas "el capitalismo".
[1] Alberto Benegas Lynch (h) Entre albas y crepúsculos: peregrinaje en busca de conocimiento. Edición de Fundación Alberdi. Mendoza. Argentina. Marzo de 2001. Pág. 418
[2] Alberto Benegas Lynch (h) "Economía y globalización". Conferencia pronunciada para los socios del Círculo de Armas, Buenos Aires, agosto 16 de 2000. pág. 4
[3] Santos Mercado Reyes. El fin de la educación pública. México. Pág. 116
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, SIN COMUNISMO UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE, ESTO NO PUEDE CONTINUAR, TERCERA VIA, DESCENTRALIZAR, DESPOLARIZAR, RECONCILIAR, DEMOCRACIA PARLAMENTARIA, LIBERTARIO ACTUALIDAD NACIONAL, VENEZUELA, NOTICIAS, ENCUESTAS, ACTUALIDAD INTERNACIONAL,

martes, 25 de noviembre de 2014

ÁNGEL LOMBARDI, REALIDAD Y UTOPÍA DE LA FRATERNIDAD EN AMÉRICA LATINA Y LA EDUCACIÓN COMO FACTOR DE IDENTIDAD, INTEGRACIÓN Y UNIDAD

ÁNGEL LOMBARDI
I
América, una idea difusa y confusa
  
América, para los europeos, de 1492 en adelante, es una idea difusa y confusa, proyección de todas las leyendas y mitos de la antigüedad, como la Atlántida y la Última Thule, hasta imaginarla como el paraíso terrenal, tal como lo expresa en algún momento la afiebrada mente medieval de Colón.

Los navegantes, exploradores y cronistas más lúcidos, poco a poco fueron reconociendo la realidad americana como un mundo nuevo. Definitivamente no eran las tierras de Oriente, Catay y Cipango, poyección fantástica de la mitología creada por Marco Polo. No había transcurrido medio siglo del llamado descubrimiento cuando era evidente que se trataba de un Orbe Novo, es decir, un nuevo continente, intuído y experimentado por mentes renacentistas, entre otros, como Américo Vespucci y Pedro Martyr de Anghieria, que aunque nunca estuvo en América, tenía el privilegio, como secretario de la Corte, de recibir y procesar casi toda la correspondencia que venía del nuevo continente. El nombre temprano de América fue producto de una percepción equivocada de un cartógrafo que erróneamente identificó en los nuevos mapas las tierras de Colón como las tierras de Américo, equívoco definitivo y que de alguna manera ayuda a crear una idenidad fundada en la precariedad y la confusión.

La idea más persistente, en el siglo germinal del “nuevo” continente, es la utopía, coincidiendo con el libro de Tomás Moro de la misma época y con ese título. Ésta, encarna o debería encarnar en las tierras recién descubiertas. Idea que fue asumida por autores influyentes en los siglos siguientes, entre otros, Rousseau y Hegel. Así fue como, de manera intelectual y eurocéntrica, terminamos definidos y asumidos como el continente del futuro, la tierra de la utopía y nuestras élites se lo creyeron y así lo proyectamos en nuestros sistemas constitucionales, educativos, mentalidad y cultura hasta nuestros días. La literatura terminó sustituyendo a la historia, y el mito-histórico fue nuestra particular mitología de tierra-paraíso. Los del norte se lo han creído y creen haberlo construido, y los del sur seguimos pensando que nos toca construirlo.

Conceptualmente vivimos en estas tierras del sur, de ambigüedades identitarias y confusiones antropológicas-culturales. Nos dejamos arrebatar la condición de americanos y asumimos los nombres que el colonialismo francés impuso, en su empeño por regresar a sus colonias americanas, y de paso, justificar la invasión a México. Así se impone la idea, concepto y nombre de América Latina, una falsa identidad antropológica, que de entrada excluía a aborígenes y africanos. Una identidad por oposición al norte, blanco, anglosajón y protestante (wasp).  La referencia más antigua sobre el uso del concepto América Latina lo encontramos en Eugenio María de Hostos, en 1854, en una gacetilla que publicaba en Nueva York en su lucha a favor de la independencia de Puerto Rico, su patria. “América Latina” y “Latinoamericano”, progresivamente fue asumida por la mayoría gracias a su éxito mediático hasta desplazar otras denominaciones o nombres como Ibero-América, Luso-América, Hispano-América, Indo-América, inclusive fue dominante con respecto al Pan-americanismo que los norteamericanos trataron de imponer como un complemento y continuidad de la doctrina Monroe y que sirvió de basamento ideológico a la creación de la OEA. Desde el punto de vista político, literario y cultural, sin lugar a dudas, hoy es nuestra palabra identitaria por excelencia, la condicion de latinoamericano, como expresión de una identidad agredida y humillada por el norte anglosajón y reivindicada siempre como un proyecto que identifica nuestra tierra con el futuro y la utopía. Esto lo asumió de manera militante toda la élite intelecutal del siglo XIX y buena parte del siglo XX y quizá uno de los más emblemáticos es el uruguayo José Enrique Rodó, con su famoso libro Ariel (1900) en donde el norte agresivo e imperialista representaba la materia, con toda su connotación negativa, y estas tierras del sur, el espíritu. Siempre sucede así, cuando la realidad nos es adversa terminamos huyendo de nosotros mismo creando nuestra propia mitología.

II
América, una y múltiple

La visión unitaria del subcontinente, de México a la Patagonia, terminó opacando las profundas e importantes diferencias locales, regionales y nacionales de nuestros diversos países. No terminamos de entendernos en nuestras características antropológicas, culturales, sociales, económicas y políticas, y por consiguiente, no terminamos de asumirnos en la realidad-real. El mito historiográfico nacional con su ideología nacionalista y la mitología literaria tienden a prevalecer sobre los procesos reales que nuestros pueblos han vivido y padecido.

El subcontinente latinamericano (incluído el multi-diverso Caribe) pese a sus diferencias, tiene una poderosa identidad compartida, de tipo cultural y espiritual, de lengua, religión e instituciones, y al mismo tiempo, un fecundo mestizaje en todos los órdenes antropológicos culturales, incluído nuestro poderoso sincretismo. La historia colonial, sin lugar a dudas, homogeneizó el continente en términos políticos, jurídicos, religiosos e institucionales y eso permitió que nuestros procesos emancipadores fueran coetáneos e imbricados e interconectados entre ellos, tanto, que se llegó a plantear, y realizar de manera parcial, procesos unitarios importantes, como por ejemplo la Unidad Centroamericana con México. La Gran Colombia, proyecto iluminado de Simón Bolívar, que el historiador Castro Leiva, llamó la “ilusión ilustrada”, y más al sur, la Unidad del vasto continente brasileño y las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Como consecuencia de la independencia, el continente al sur, se asumía grande y unido, pero la realidad fue otra, el surgimiento de élites y oligarquías locales que impusieron la idea de patria grande como discurso y patria pequeña como realidad y que terminó definiendo los proyectos de estados nacionales que todavía hoy subsisten.  Si las guerras emancipadoras imponían una visión estratégica unitaria continental, la realidad de los intereses concretos impuso las realidades integradoras de los estados nacionales, creándose al efecto dos dinámicas, al norte, los Estados Unidos, un proyecto federal en permanente crecimiento territorial y de poder, y al sur, los Estados DesUnidos, con fronteras precarias y algunas de ellas, todavía hoy, en discusión, y con lazos neo-coloniales en el proceso economía-mundo que liderizaban europeos y norteamericanos.

Con la doctrina Monroe (1823), oficialmente cancelada por el gobierno de Obama en el 2014, se pretendió “unir” el continente bajo la guía y dominio norteamericano, que no era otra cosa que el designio colonial e imperial de la potencia emergente y que en el siglo XX se continuó con la doctrina del panamericanismo, y unas décadas después de la creación de la OEA, el proyecto integracionista de la ALALC bajo el tutelaje norteamericano y que en la práctica continuó con los diversos tratados de libre comercio que se han venido propiciando y firmando.

En una perspectiva dialéctica inevitable frente al expansionismo norteamericano surge una fuerte corriente latinoamericanista que se potencia con el triunfo de la Revolución Cubana (1959) y que nos coloca de manera absoluta en la historia universal, primero como países tercermundistas en alianza estratégica con países de Asia y África (el tricontinental), y después claramente ya, formando parte de los escenarios de la guerra fría con fuertes acentos nacionalistas, aunque sin renunciar nunca al discurso integracionista.

Empezando el siglo XXI, el latinoamericanismo está en plena vigencia, y en él confluyen todos los agravios históricos sufridos por estos pueblos y todas las esperanzas que en términos reales sirven de base ideológica a diversos intereses integracionistas como el Mercosur, Unasur, Pacto Andino y los Acuerdos de los Países del Pacífico, todo lo cual ha llevado a diversas experiencias de integración, en su mayoría fallidas, o insuficientemente desarrolladas, ya que los factores políticos endógenos tienden a prevalecer y nuestras economías no terminan de desarrollarse como para sustentar un proyecto continental y global de integración efectiva y comercio internacional exitoso.

En estos procesos de integración, mención aparte merecen los esfuerzos de la Iglesia en potenciar y articular una visión compartida de América Latina y cuyo instrumento más efectivo, sin lugar a dudas, fue la creación del CELAM (Consejo Epicospal Latinoamericano) y los importantes documentos que desde allí se han producido. Producto de este esfuerzo de evangelización y lucidez son muy pertinentes algunos textos como los contenidos en el llamado “Documento de Aparecida” que insisten en la multiversidad antropológicia y cultural como riqueza y esperanza. “Los indígenas constituyen la población más antigüa del continente. Están en la raíz primera de la identidad latinoamericana y caribeña. Los afroamericanos constituyen otra raíz que fue arrancada de África y traída como gente esclavizada. La tercera raíz, es la población pobre que emigró de Europa desde el siglo XVI, en búsqueda de mejores condiciones de vida y el gran flujo de inmigrantes de todo el mundo desde mediados del siglo XIX. De todos estos grupos y de sus correspondientes culturas se formó el mestizaje que es la base social y cultural de nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños, como lo reconoció ya la 3era conferencia general del episcopado latinoamericano celebrada en Puebla, México.”... “La veriedad y riqueza de las culturas latinoamericanas, desde las más originarias, hasta aquellas que con el paso de la historia y el mestizaje de nuestros pueblos se han sedimentado en la naciones, están llamadas a converger en una síntesis capaz de orientarnos hacia un destino histórico común”.

El tema de la identidad en América Latina ha sido permanente y recurrente, desde el siglo XVII hasta nuestros días, y que puede ser sintetizado, tal como lo plantea Leopoldo Zea en su libro “Simón Bolívar, integración en la libertad” en los siguientes términos “El problema de la identidad, ¿Quienes somos los hombres de esta América?; El problema de la dependencia ¿Por qué somos así?; El problema de la libertad, ¿Podemos ser de otra manera?; y el problema de la integración, ¿Integrados en la dependencia, podemos integrarnos en la libertad?. Estos interrogantes se venían planteando desde el siglo XVIII, las respuestas fueron diversas pero coincidentes en los puntos esenciales y quizá uno de los más lúcidos fue el propio Bolívar en su carta de Jamaica (1815) “Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo, viejo en los usos de la sociedad civil... no somos indios ni europeos sino una especia media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: En suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y nuestos derechos los de Europa, tenemos que disputar, éstos, a los del país, y que, mantenerlos en él contra la invasión de los invasores; así nos hayamos en el caso más extraordinario y complicado”. Esta era, y en parte sigue siendo, la visión de las élites latinoamericanas, en el sentido de asumirse españoles-americanos e intelectualmente europeos-americanos, contradicción que se mantiene hasta nuestros días, que seguimos asumiendo nuestra realidades desde la perspectiva de las ideas eurocéntricas, lo que llevó al maestro Simón Rodriguez a ironizar sobre la situación de “traer ideas coloniales a las colonias”. De allí el empeño de algunos autores, especialmente en el siglo XX, de tratar de re-pensar la realidad del Continente a partir de la propia realidad, lo que ha permitido desarrollar un pensamiento teórico sumamente importante como la llamada Filosofía Latinoamericana y la propia Teología de la Liberación.

La gran contradicción que se vive es que lo diverso no termina de ser integrado en una cosmovisión compartida que permita acceder a una fase evolutiva más avanzada y que posibilite hablar con propiedad, ya no solamente de los proyectos libertarios e igualitarios, que inspirados en la Revolución Inglesa, norteamericana y francesa, sirvieron de basamento a nuestros procesos emancipadores así como el propio pensamiento católico que apuntaló muchas de las actitudes y políticas que Lewis Hanke llamó la lucha por la justicia en América, así como nuestro incipiente constitucionalismo como es el caso de Venezuela de la Declaración de Independencia, cuyo autor principal fue Juan Germán Roscio con una fuerte influencia católica y neo-tomista en su formación y pensamiento.

III
Integración, Educación y Fraternidad

La fraternidad como necesidad, más allá del valor principista y utópico del concepto de fraternidad, la palabra olvidada de la modernidad se convierte en un imperativo categórico moral, político y económico, por la sencilla razón de las múltiples amenazas que la humanidad padece. La agonía ambiental de la tierra, el peligro latente y real del holocausto nuclear, la galopante demografía y el agotamiento de modelos socio-políticos y económicos productores de pobreza e injusticias. En consecuencia, todos los modelos de desarrollo que la evolución y la tecno-ciencia posibilitan tienen que asumirse desde la fraternidad que de alguna manera viene a ser la síntesis dialéctica de los otros dos principios de la civilización actual: la libertad y la igualdad, que conjuntamente con la fraternidad, terminan expresando y sintetizando un proceso civilizatorio todavía por construir y cuyo logro más importante quizá sea, en 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que suscribieron todos los gobiernos del mundo y que de alguna manera es la doctrina que permite identificar y definir el sistema político más adecuado a los intereses de la humanidad, dentro de un concepto evolutivo de la idea de progreso y democracia.

Estas amenazas o desafíos nos llevan a la necesidad de definir una nueva Paideia, que puede sintetizarse en la cooperación solidaria, porque cooperamos o perecemos. Es obligante trabajar por un mundo solidario y fraterno, ponerle fin a la historia cainítica, suena utópico y quizá lo sea en el corto y mediano plazo, pero sin lugar a dudas, es la utopía necesaria en este siglo XXI, que por los acontecimientos de los últimos años pareciera empeñado en repetir las tragedias que marcaron a fuego nuestro siglo XX, un siglo sin dios, según el decir de Martin Buber

En pleno desarrollo una crisis mundial de un orden que no termina de definirse ni en función de los intereses geopolíticos de las grandes potencias, ni tampoco en función de los intereses compartidos de la humanidad.

Los seres humanos existimos en y con los “otros”, en la alteridad del reconocimiento, reconocer y ser reconocidos. Esta exigencia de primer orden pudiera ser canalizada a través de un proyecto educativo inclusivo, “educación de todo para todos” y que permitiría desarrollar e integrar la humanidad en una conciencia cósmica de habitantes de la tierra, y por consiguiente, cuidadores de ella, así como cuidadores de nuestros hermanos, para poder responder afirmativamente a la pregunta que Dios le hace a Caín “¿Dónde está tu hermano? Y que pudiéramos responder de manera afirmativa: con nosotros y en acompañamiento solidario.

El problema de la integración y de la educación es su caracter histórico, por aquello que decía Hegel que lo real siempre es racional y lo racional siempre es real, es decir, que los seres humanos estamos limitados en tiempo y espacio, o como diría Ortega y Gasset, yo y mi circunstancia, o mejor sería decir, yo, mis circunstancias y mi consciencia.  Toda realidad responde a unos límites históricos en función de un presente que en realidad es, un entrecruzamiento de tiempos, en donde pueden identificarse estructuras, sistemas e instituciones. El límite siempre es la realidad y en ese sentido la realidad dominante, en términos políticos, es el estado-nación y la sociedad nacional, y en consecuencia, tanto la integración como la educación encuentran sus posibilidades y límites en la estructura de un mundo formado geo-políticamente por naciones con intereses propios y diversos. Es axiomático y universal el principio que los paises no tienen amigos sino intereses, y éstos tienden a prevalecer en las relaciones internacionales que por definición son desiguales, porque siempre una de las partes, la más desarrollada tiende a favorecerse en al relación. Otro tipo de integración, ya no comercial sino ideológica, que termina creando unidades trasnacionales artificiales, cuyo ejemplo más importante, sin lugar a dudas, es la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). No importa la motivación de las relaciones internacionales, lo cierto es que el factor nacional sigue siendo el dominante, con su sentido sectario, desintegrador y poco solidario, como una especie de autarquía espiritual, a pesar de que sabemos que que ninguna nación es viable por sí misma.

Una situación parecida se vive en el plano educativo, la educación nacional con su visión local y nacionalista tiende a prevalecer sobre cualquier otra perspectiva, de allí que la educación se agota en el plano nacional, entre una formación profesional o utilitaria y una formación de visión profundamente nacionalista, inclusive en el campo de los valores, muchos de ellos terminan siendo expresión de intereses y particularidades locales y nacionales, conspirando todo ello frente a una visión de un mundo integrado e interdependiente y una humanidad única acompañándose en la solidaridad. En nuestras escuelas se siembra el germen del patriotismo que cada día termina siendo no solamente anacrónico sino inconveniente para las necesidad y fines de la nueva humanidad.

Dice Kant, que la conciencia nunca puede exceder la experiencia, y si esto es así, la experiencia de la mayoría de los habitantes del planeta no excede más allá de las fronteras locales y nacionales, clanicas o tribales. Lo extranjero y el extranjero sigue teniendo una fuerte carga negativa de exclusión y de diferencias, a pesar del cosmopolitismo de la época y la globalización en curso. Estos son algunos de los límites históricos que nos impone la realidad y que tenemos que tomar en cuenta para tratar de trascenderlos en  una nueva paideia y un nuevo proyecto educativo que nos permita acceder a una consciencia y unas posibilidades que no se agoten en el presente-pasado sino en un presente-futuro. Tenemos que asumirnos con total vocación y convicción como “contemporáneos del futuro” y de esa manera, las diversas ideas y planteamientos y discusiones que se vienen dando en torno al tema de la fraternidad cobran vigencia y pertinencia.

En el diálogo en desarrollo en torno al tema de la fraternidad hay que replantearse totalmente los contenidos de los diversos programas del currículo de nuestros sistemsa educativos y es fundamental al respecto, formar al nuevo educador (educar a los educadores no solamente es un aggiornamento con respecto a los nuevos paradigmas y tecnologías sino la necesidad de re-situarlos en un horizonte de valores que respondan a los desafíos del siglo XXI). Al respecto son útiles los planteamientos que se vienen haciendo en las últimas décadas, una Ética Universal del teólogo Hans Kung o el filósofo Edgar Morín con su Ética de la solidaridad, Ética de la comprensión y una Ética del género humano. Siendo la diversidad antropológica y cultural una riqueza, termina siendo limitante para una visión universal y ecuménica del género humano. Hay que asumir la experiencia-consciencia del navegante del espacio, cuando visualiza desde éste, la morada-tierra y no la particular nación a la cual pertence, no puede sentirse menos que terrícola, habitante de la tierra, lo cual nos obliga a preservarla y a sobrevivir sobre ella en paz y acompañamiento fraterno.

Nota: “El principio olvidado: La fraternidad” En la política y el derecho. Antonio M. Baggio (comp.)
“La fraternidad en perspectiva política” Exigencias,  recursos, definiciones del -principio olvidado-. Antonio M. Baggio (comp.)
“Estudios recientes sobre fraternidad” De la enunciación como principio a la consolidación como perspectiva. Osvaldo Berreneche (comp.)
“Fraternidad y conflicto” Enfoques, debates y perspectivas. Pablo Ramírez Rivas (comp.)
“La brasa bajo la ceniza”. La fraternidad en el pensamiento de la integración latinoamericana. Un recorrido. Domingo Ighina.
“Fraternidad e instituciones políticas”. Propuestas para una mjor calidad democrática. Lucas Cerviño (comp.)
“Fraternidad y educación”. Un principio para la formación ciudadana y la convivencia democrática. Rodrigo Mardones (ed.)

Colección codirigida con la RUEF (Red Universitaria para el Estudio de la Fraternidad): espacio académico integrado por docentes, investigadores, graduados y alumnos avanzados de múltiples disciplinas, que pertenecen a diversas universidades de América Latina. (www.ruef.net.br)

Ángel Lombardi
alr.lombardi@gmail.com
@angellombardi

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

jueves, 13 de noviembre de 2014

RUBÉN RIVERO CAPRILES, UNA IDENTIDAD PARA LA DERECHA

RUBÉN RIVERO CAPRILES
La izquierda exhausta se nutre de pírricas victorias electorales inferiores a 52% para imponer hegemonías. Tocará a la derecha vencer nuestra crisis de identidad y elaborar pedagogía económica para entusiasmar a pueblos hartos de promesas. No rindamos pleitesía ni a la burguesía ni a la boliburguesía. La despolarización les bajará los humos a saludables niveles de irrelevancia. Muchos deseamos desentendernos de la izquierda y recurrimos a la despolarización. Nuestro legado sentimental nos inhibe a identificarnos con la derecha. Los gobiernos de izquierda compran nuestras conciencias con baratijas y luego nos exigen lealtad absoluta. Sólo buscan que seamos miserables toda la vida, que nos acostumbremos a que nos regalen cuatro lochas. Nos hacemos la vista gorda con el caviar y champaña que degustan nuestros hipócritas dictadores, quienes nos prohíben hacer billete porque obviamente nos volveremos de derecha al aprender a distinguir lo bueno de lo malo. La libertad convierte a los burros en percherones. Venezuela sigue con un enorme potencial. No sospechamos las alturas a las que podríamos llegar.
El capitalismo global ha logrado éxito notable, a diferencia de la izquierda comunista que ha sido responsable de miseria indescriptible. El capitalismo global ha creado un ambiente de riqueza y prosperidad sin precedentes, un período de paz duradera medida según muertes per cápita. El comunismo ha sido un fracaso absoluto como todos los gobiernos disfuncionales de izquierda. El capitalismo genera inmensa creatividad, destacan sus innovaciones en tecnología médica y comunicaciones. Los países comunistas siguen pero nunca lideran, carecen de valentía para concretar una visión. No sigamos viviendo aferrados al pasado. La Venezuela actual es castrocomunista y si eso no nos gusta tendremos que buscar la forma de ganar elecciones. La derrota de Aécio en Brasil demostró recientemente que a mucha gente todavía sí le gusta lo que pasa.
Surgen tiempos interesantes para la derecha. Lo mejorcito que quedaba del PSUV, la Marea Socialista y Aporrea, fueron expulsados de la izquierda revolucionaria. Les tocará replantear sus objetivos junto a la derecha de siempre para trascender nuestra tradicional crisis de identidad como meros reaccionarios anti izquierda. Esta oposición de izquierda al caviar y champaña no sirve. Nunca nos convencieron. Habíamos votado por el chavismo como castigo contra una cuerda de engreídos que sólo piensan en ellos mismos, por lo tanto son catalogados como escuálidos. Pensábamos que era preferible votar por el castrocomunismo, que es la izquierda de verdad a la cual son jaladas todas las izquierdas light. Los candidatos que realmente sean de derecha que se postulen fuera del GPP o de la MUD. Ambos polos forman parte indivisible de este régimen de izquierda totalitaria. El madurismo en el poder pone las reglas. El mismo régimen se ha encargado de endosarnos a su militancia a beneficio de una derecha más grande. Nuestro desafío es vencerlos mediante las herramientas y discurso proporcionados por ellos. Una identidad para la derecha constituye una búsqueda compartida. Los disidentes del chavismo conformamos la derecha junto a los votantes tradicionales para la oposición.
La izquierda ha comprado las conciencias del pueblo oficialista y opositor mediante regaladera de baratijas, y por ello prohíben considerar a la derecha entre nuestras opciones políticas. Aquí es necesario desmantelar por completo los controles de cambio y precios y flexibilizar las leyes laborales. Las regulaciones en curso propician desempleo, hiperinflación y escasez. A los enchufados de los polos no les conviene levantar los controles pues así permiten a sus mediocres adjudicatarios seguir usurpando el coroto. Los radicales autómatas en ambos bandos hacen berrinches por alcahuetear al castrocomunismo y a la pseudo oposición colaboracionista, respectivamente. Incapaces de debatir entre ellos, nos usan de colchón de tolerancia para vomitar sus dogmas obsoletos sin considerar los motivos por los cuales se propone cada tema. Acusamos a los ineptos directivos del PSUV y de la MUD por auspiciar a su militancia a que insulten a quien les provoque considerar como enemigo. Por eso necesitamos un nuevo régimen de derecha que garantice que los privados manejemos exclusivamente la economía. Se reducirá el estado y así los politiqueros con sus lacayos quedarán desempleados y aprenderán a hacer otra cosa.
Maduro exige a los militares reprimir y encarcelar buhoneros a quienes esta sociedad fracasada no ha proporcionado créditos bancarios o terrenos para registrar debidamente un local comercial. Marea Socialista a través del ex ministro de Industrias Básicas y Minería Víctor Alvarez (quien por cierto me consta que no hizo nada allí, es el ministerio que más he pateado durante años) finalmente reconoce el fracaso del control de cambio. A nadie se le ocurre liberar ni el cambio ni los precios con el bendito paquetazo del FMI que nunca llega. Cada vez nos convencemos más que el séquito que trajo Fidel Castro para la asunción al trono de Carlos Andrés organizó el caracazo y saboteó la reforma económica que nos pudo llevar al primer mundo desde 1989. Utilizamos el arte y la política para lograr suficiente proyección nacional e internacional que nos permita conocer los intereses, no siempre antagónicos, de mineros venezolanos e inversionistas extranjeros. Una reforma a la actual ley de minas que permita participación privada a beneficio de pequeños productores no es viable con el actual régimen.
Interesante el pacto entre Henri Falcón y Liborio Guarulla. No soportan que una porción significativa de la militancia del Movimiento Progresista (MPV) haya fundado Alternativa 1. Nuestro nuevo movimiento ya le ronca la cueva a Avanzada Progresista (AP) en Lara. Alternativa 1 es una fabulosa mezcla de la nueva izquierda en simbiosis con la nueva derecha. Así no tenemos necesidad de casarnos ni con el progresismo, ni con el socialismo, ni con el capitalismo sino que sintetizaremos lo mejor de cada parte en conflicto. Hasta ahora nos han pedido drenar la arrechera, cacerolear, guarimbear, y repetir al unísono que estamos constantemente indignados y amargados. El resentimiento de muchos opositores hacia cualquiera que haya sido o siga siendo oficialista es repugnante. Un venezolano completo necesita un mestizaje entre lo maburro y lo majunche. Nuestras vivencias contradictorias son un acervo que nadie nos puede quitar. Nuestra identidad es una propuesta por tercera vía de derecha, que derrumbará la actual polarización entre izquierda oficialista e izquierda opositora.
Estamos en plena globalización y eso de sentir la patria como si uno fuese chavista es obsoleto. Cualquier oficialista desestima nuestros argumentos de siempre porque alegan que carecemos de pruebas. El cuento del huevo y la gallina pues cada prueba que consignamos es inadmisible. Necesitamos modificar estructuralmente nuestro discurso para poder llegar convincentemente a quien no nos desea escuchar. Insistimos en promover el surgimiento de una nueva derecha, la corriente predominante en nuestro estado Miranda. En otras regiones del país también se insiste en el surgimiento de una nueva izquierda. Una fabulosa síntesis resultará de estos debates más profundos que lo habitual. Los militares tienen que aprender a subordinarse al poder civil. Hay quienes prefieren darle un golpe a Maduro antes de arriesgarse a tener que obedecer a un nuevo régimen fuertemente institucional que haga valer la separación de poderes. Mudemos nuestra capital hacia el sur, cerca del Orinoco y de las zonas mineras. Caracas quedaría como centro financiero y podría desarrollarse con apoyo de sus gobiernos locales. El nuevo poder nacional deberá aborrecer el centralismo.
Los especuladores somos libres de predecir lo que dicte nuestra intuición. El piso de $69 por barril no parece muy fuerte, está muy cerca de los niveles actuales. No necesariamente saldrán del mercado los nuevos productores de esquisos, ahora que ya muchas inversiones se hicieron y están aprendiendo a generar economías de escala en la nueva industria. Ya la OPEP no da el primer paso. La fortuna perdida se fue. Si no se fortaleció la actividad petrolera, no tiene sentido hacerlo ahora. La nueva competencia del fracking y el shale oil es gigantesca. Existen miles de nuevas empresas petroleras privadas en el mundo y casi todas compiten exitosamente. Ni PDVSA ni ARAMCO serán lo que fueron. Los Emiratos Árabes sabían que esto iba a ocurrir y por eso prefirieron oportunamente  invertir en turismo financiero. Tampoco extrañaría que a mediano plazo una enorme cantidad de países atraiga transferencia tecnológica para ellos a su vez obtener petróleo desde las piedras, a medida que el fracking se consolide y derrumbe sus actuales desafíos ambientales y de costos. El petróleo del siglo XXI, será casi como la agricultura, un recurso natural renovable. En algún momento Venezuela también podría retomar la fractura hidráulica o fracking, pero con la tozudez de esta PDVSA como siempre seguiremos perdiendo oportunidades y mercados. Venezuela fue uno de los países pioneros en la aplicación del fracking. Desde mediados de los años 90 la fractura hidráulica era aplicada comúnmente tanto en el Lago de Maracaibo como en tierra firme. Schlumberger, BJ Services (hoy Baker-Hughes) y Halliburton tenían bases con tecnología de punta en Maturín, Estado Monagas. Estábamos a la vanguardia y ahora nos toca diseñar cómo escaparemos de la retaguardia. Durante un futuro régimen más propicio a la creatividad privada tocará reconstruirnos desde muy abajo con el mejor ánimo posible.
Ruben Rivero Capriles
rivero@riverocooper.com
rroopstr@gmail.com
@rroopstr
@alt1miranda

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

lunes, 10 de febrero de 2014

DANIEL CHALBAUD LANGE, NACIONALISMO E IDENTIDAD

Asimilando el Nacionalismo a la Identidad Nacional, comparto la opinión de su poder. Si imaginamos la Arquitectura de la Seguridad Nacional dibujada en un techo que podemos llamar Seguridad Nacional Integral sustentado por dos pilares fundamentales: Desarrollo Integral y Defensa Integral, debemos aceptar que la base de sustentación tanto de los pilares como del techo está constituida por la Identidad Nacional. Es la Identidad .Nacional la que garantiza la fortaleza del desarrollo y de la defensa nacional y, por supuesto, de la Seguridad Nacional Integral en los aspectos económicos, políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales y militares de una nación.



Aceptando que la Identidad Nacional es un SENTIMIENTO que nace, crece y se contagia -desde el vientre de la madre- con el conocimiento y el amor  profundo a la patria, y que internalizándose en nuestra alma, nos impulsa a defenderla en cualquier lugar del mundo en que nos encontremos, podemos derivar que la misma  tiene un sentido de pertenencia, es extraterritorial, se percibe a través de los sentidos, se afianza o se pierde con el buen o el mal ejemplo y se materializa en lágrimas de dolor o de alegría.


La historia nos ha demostrado que muchos imperios, países o unión de países han fracasado porque, a pesar de tener un gran poderío bélico y de contar con ingentes recursos materiales para su desarrollo, han desaparecido por la carencia de una verdadera identidad nacional (nacionalismo). Ello nos lleva a reflexionar, con la ayuda de algunas preguntas, para comprender la importancia del poder de la Identidad  Nacional en la sobrevivencia de los pueblos.



--¿Fue únicamente la inteligencia y el apoyo financiero que recibió Japón lo que permitió levantar a ese pueblo después de la segunda Guerra Mundial?

--¿Es sólo la inteligencia que se le atribuye al pueblo de Israel, el único factor que les ha permitido sobrevivir como estado soberano?

--¿Fue únicamente el apoyo monetario lo que permitió al pueblo alemán resurgir de las cenizas de la guerra y de la impuesta separación en dos países?

--Acaso, hoy día, ¿Ha sido la incapacidad bélica de turcos, iraníes o iraqueses, lo que no ha impedido que más de treinta millones de Kurdos estén luchando por conquistar un espacio geográfico que los consolide como estado soberano?

--Y, en nuestro continente, ¿Ha sido únicamente el apoyo de, ayer Rusia y hoy Venezuela, lo que ha permitido al pueblo cubano soportar sesenta años de presiones económicas y políticas?

Soy un convencido que las respuestas a esas interrogantes son un rotundo "NO", porque existe en las sociedades, en los pueblos, una fortaleza que es superior al dinero, a las armas y a la inteligencia, que logra imponerse a las dificultades y tiene nombre y apellido: IDENTIDAD NACIONAL.

Daniel Chalbaud Lange.
vonlange1939@gmail.com

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

jueves, 31 de mayo de 2012

MACKY ARENAS, ¡ES LA MORAL, ESTÚPIDO!

Alejarse de las raíces espirituales es siempre fatal para los pueblos. Es lo primero que los totalitarismos intentan, pues lo tienen muy claro. La degradación termina en sometimiento.

Recuerdo aquella frase "es la economía, estúpido!" con que se pretendió que un presidente norteamericano comprendiera dónde estaba el problema en ese momento. Hoy, presenciando algunos acontecimientos y escuchando explicaciones que van y vienen, no se nos ocurre otra cosa que acentuar: "es la moral, estúpido!".

Con frecuencia nos preguntamos por qué muchas veces nos sentimos actores de una opereta cuyo guión bien podría ser la letra del tango "Cambalache". Y es que atravesamos una tremenda crisis. Nos cuesta concluir que, detrás de esa desfachatez con que se quiebra un país en nombre de los pobres, detrás de los inescrupulosos que lucran por el favor de un gobierno corrupto, detrás de los gobiernos que sientan sus representantes en foros internacionales para pontificar sobre derechos humanos y voltean para otro lado cuando en un país se les viola impunemente, existe un vacío que difícilmente se puede llenar con respuestas políticas o económicas. El problema es más que estructural, es moral.

Sin lugar a dudas tiene su raíz en la Educación porque la única manera de cambiar las actitudes, las prioridades, los objetivos es formar en valores y principios. Cuando Venezuela nacía a la independencia nuestros libertadores resolvieron declarar una república católica y privilegiar la enseñanza cristiana porque producía ciudadanía. Aquello no fue una ocurrencia demagoga del momento, sino que respondía a una convicción basada en la tradición.

Alejarse de las raíces espirituales es siempre fatal para los pueblos. Es lo primero que los totalitarismos intentan, pues lo tienen muy claro. La degradación termina en sometimiento. Hoy, no todos los totalitarismos llegan y se consolidan por la calle del medio, avanzando a pecho descubierto; muchos reptan en medio de la confusión y los vicios que consumen a las sociedades y logran imponerse casi sin hacer ruido.

Miremos hacia Europa, un continente que sufre hoy las consecuencias, todavía sin aquilatar en toda su dramática dimensión, del alejamiento -y aún el desconocimiento- de lo que desde siempre fue su fundamento, la Fe. Lo viene advirtiendo el Papa Benedicto XVI, cuando llama la atención sobre la situación de secularismo que caracteriza hoy a las antiguas sociedades de tradición cristiana, de forma que el patrimonio espiritual y moral que constituye las raíces de Occidente "no se compromete en su profundo valor...Dios se ha convertido para muchos en el gran Desconocido y Jesús es simplemente un personaje del pasado".

Nosotros también podemos pasar "de tierra fecunda a desierto inhóspito", sin darnos cuenta. Si Dios queda excluido del corazón de las personas y marginado de la conciencia pública, la moral será una pieza oratoria. Mientras estemos a tiempo, recuperemos nuestra identidad.-

mackyar@gmail.com

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA