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martes, 7 de abril de 2015

ÁLVARO VARGAS LLOSA, BRASIL Y EL FANTASMA DE LA DESTITUCIÓN

En apenas tres meses de gobierno, la Presidenta Dilma Rousseff ha visto su aprobación caer a 12 por ciento, según Ibope (13 por ciento, según Datafolha), a dos millones de personas lanzarse a las calles a bramar contra ella, la imputación de una cincuentena de políticos -la mayoría de su partido-, la contracción de la economía y el vuelo de un fantasma sobre Planalto: el de su posible destitución. No son pocos sobresaltos políticos e institucionales en una región del mundo riquísima en ellos.

Si hoy tuviese lugar la segunda vuelta de las elecciones que ganó Rousseff en octubre pasado, su rival, Aécio Neves, líder del Partido de la Social Democracia Brasileña, arrasaría y el programa que tanto vituperó junto con Lula da Silva en su campaña gozaría de un prestigio social bastante significativo. Ahora, en cambio, cuando, en un giro copernicano, Dilma trata de aplicar tarde, mal y nunca lo que tanto criticó, y sin el complemento de unas reformas que den sentido a las medidas de austeridad, ocurre lo contrario: una mayoría que supera el 90 por ciento rechaza el recorte de gastos y la subida de impuestos que ha decretado su ministro de Finanzas, Joaquim Levy, un hombre cercano a Neves al que Rousseff ha llamado para evitarle a su país la pérdida del grado de inversión por parte de las calificadoras de riesgo.

Nuevas marchas han sido convocadas para los días que vienen, desde el nordeste pobre hasta el sureste más o menos acomodado, y no pasa un día sin que se hagan conjeturas sobre cuánto más puede aguantar el cuarto gobierno consecutivo del Partido de los Trabajadores. Es generalizada la opinión de que si no fuera porque el vicepresidente, Michel Temer -en quien recaería la responsabilidad de tomar las riendas si Rousseff renunciara- está cuestionado y pertenece a un partido aliado del PT, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, al que los escándalos de corrupción también han embarrado, hace rato que la calle y la política hubieran exigido al unísono que la mandataria abandone el poder. Por ahora, aunque una mayoría popular pide eso, los principales partidos, incluyendo el opositor PSDB, rechazan esa salida traumática que ya el país tuvo que padecer cuando Fernando Collor de Mello debió abandonar el cargo en 1992, apenas dos años después de asumirlo. Pero nada garantiza a estas alturas que los partidos y líderes puedan seguir resistiéndose a la avalancha social que exige la destitución o la renuncia.

Hace pocos días, tuve la oportunidad de sostener un diálogo con Aécio Neves en un evento realizado en Lima. Compartí con él una reflexión que comparto también con los lectores. A lo largo de casi dos siglos, Brasil, el líder natural de nuestra región, no tuvo un período liberal, en el sentido amplio del término. Cuando se “independizó”, la corona portuguesa fue trasplantada a Brasil por efecto de la invasión napoleónica; surgió el “imperio”. Hacia 1889, al caer ese imperio, nació una república militarista y oligárquica que duró hasta 1930, cuando fue reemplazada por el populismo de inspiración relativamente fascista de Getúlio Vargas. Entre mediados de los 40 y los 60 Brasil vivió la experiencia desarrollista típicamente latinoamericana, la del Estado proteccionista e impulsor de la obra pública. Hasta que llegó, cómo no, la dictadura militar de los 60, que gobernaría durante dos décadas. Cuando llegó la democracia a mediados de los 80, lo hizo con sobresaltos (la muerte de Tancredo Neves, abuelo de Aécio, fue uno de ellos); la Constitución de 1988, símbolo democrático, trajo una gran bocanada de aire fresco pero no resolvió la pesada herencia de esos dos siglos: mediocridad y corrupción antes que desmonte de la herencia e implantación de una democracia liberal moderna. La caída de Collor de Mello y, luego, la crisis hiperinflacionaria así lo confirmaron.

De pronto, un intelectual que había sido desarrollista, Fernando Henrique Cardoso, líder del Partido de la Social Democracia Brasileña, pareció, por una de esas carambolas complicadas que produce la historia (había sido un exitoso ministro de Finanzas de otro gobierno), ofrecerle a Brasil a mediados de los 90 el período liberal que había brillado por su ausencia en casi dos siglos. Hizo reformas, liberalizó parte de la economía, devolvió cierta confianza a las instituciones y actuó como un estadista. Cuando, en 2003, el ex sindicalista del PT Lula de Silva asume el mando y decide preservar buena parte del legado de Cardoso, el mundo celebró que por fin el gigante dormido hubiese despertado: el consenso entre izquierda y derecha llevaría a Brasil hacia el progreso. Sí, el período liberal se había confirmado.

O eso parecía. Apenas una década más tarde descubrimos que era un espejismo. El PT de Lula y Dilma, y buena parte del protoplasmático caos de partidos y partiditos que es la democracia federal brasileña, devolvieron a los ciudadanos a su realidad tradicional. El período liberal había sido un espejismo o, si llegó a existir, un ensayo de corta duración y precarias bases. La crisis de Dilma, hoy, es la crisis de muchos años de hacer las cosas bien y de mucho tiempo de ausencia de un modelo que acaso hubiera podido convertir a Brasil en un equivalente de Estados Unidos.

Neves comparte, grosso modo, esta visión de las cosas pero le añade muchos elementos aun más inquietantes. Entre ellos, un dato que dice mucho: Brasil lleva tres años con un crecimiento económico promedio de cero por ciento, algo que sólo tiene tres parangones en el último siglo: la parálisis de 1930 por efecto de la Gran Depresión, la crisis de la divisa, a comienzos de los años 80 y el Plan Collor, de comienzos de los años 90. Para él, se trata del síntoma de un problema de fondo que tiene que ver con un modelo basado en el estatismo populista y un sistema institucional perverso que impide el desarrollo de una democracia funcional. “Tenemos 28 partidos que en muchos casos son hechura”, dice, “del propio Partido de los Trabajadores, que los crea para volverlos satélites y seguir tejiendo mayorías parlamentarias y mantener políticas artificiales, y por tanto seguir gastando, distribuyendo crédito barato, otorgando rentas a distintos sectores y evitando la competencia y la modernización”. La corrupción es un síntoma también de ese sistema.

Un complemento indispensable de este sistema es la política exterior de Lula y Dilma, siempre según Neves, que aceptaron reglas de juego antimodernas en Mercosur y trabaron alianzas estrechas con el populismo autoritario de Venezuela y compañía, en desmedro de iniciativas como la Alianza del Pacífico y perjudicando el liderazgo de Brasilia en organismos hemisféricos que claman por él.

Sólo un factor le devuelve la esperanza: el sistema de justicia. Contra lo que pudiera pensarse, la oposición, empezando por el propio Neves, cree que la fiscalía y los tribunales son razonablemente fiables en esta coyuntura, y por tanto que seguirán haciendo su trabajo en todos los casos de corrupción, incluyendo el de Petrobras. Un caso, como ya es sabido urbi et orbi, que involucra a compañías constructoras que pagaron sobornos a funcionarios y políticos para obtener contratos y para que el Estado fijara reglas ad hoc.

¿Cómo se sale de una crisis así? Nadie lo sabe. En un sistema de partidos más estable y sólido, lo lógico sería que la oposición organizada e institucionalizada llenara el vacío dejado por el gobierno, o bien cogobernando o bien reemplazando por vías constitucionales a quien gobierna. Pero hoy es la calle, ajena a los partidos, la que se moviliza y los partidos se ven algo desbordados, ya sea porque el desprestigio los abarca a ellos también, porque están evitando desestabilizar la democracia o porque no creen que en estas circunstancias puedan aglutinar una base de apoyo suficiente para tomar decisiones firmes. Por tanto, la calle está dos pasos por delante de los políticos. Y esa calle, como todas las calles, sabe mucho mejor lo que no quiere que lo que quiere.

En cierta forma, Dilma y el PT, cuya ambición es perdurar, agradecen que así sea, pues mientras reine el caos y la oposición parezca desbordada tendrán más posibilidades de seguir al mando. Pero con 12 por ciento de aprobación en un clima de zozobra como el que se vive en Brasil, y con un proceso anticorrupción que no ha hecho sino empezar, es imposible asegurar que el PT culminará su mandato. Por ello, en privado, los políticos de la oposición, aunque preferirían que todo esto siguiera su curso natural, se preparan para la eventualidad de que les cayera la responsabilidad antes de tiempo. No lo dicen, no lo admiten, y no lo quieren porque es preferible que la impopularidad de un ajuste traumático la sufra quien produjo la necesidad de hacerlo. Pero saben bien que es una posibilidad creciente.

Que esto esté sucediendo en el país líder de Sudamérica es especialmente grave, ahora que los países que iban mejor viven un retroceso económico. Si estuviésemos en tiempos de vacas gordas en la Alianza del Pacífico y otros países, el vacío dejado por Brasil se podría llenar aunque fuera a medias. De hecho, eso mismo es lo que pasó entre 2010, último año en que creció bien la economía brasileña, y 2013, cuando todavía los países que habían hecho las cosas mejor gozaban de cierto dinamismo. Pero ahora el vacío que deja un Brasil no lo podemos llenar ni siquiera a medias los demás. Y eso se nota en distintos frentes, incluyendo el de los organismos hemisféricos y las iniciativas de integración regionales, donde el peso desproporcionado de los populistas autoritarios se hace sentir con frecuencia y donde no parece haber nada que sirva de orientación a los demás ni de referencia al resto del mundo. América Latina ha perdido así algo de la relevancia y prestancia que había ganado. Todos somos un poco Brasil.

Me dio gusto escuchar de Neves cosas que no es común oírle decir a un líder latinoamericano y representan una novedad en el Brasil del nuevo milenio, donde el “lulismo” en su doble versión, la de Lula y la de Dilma, ha sido tan adormecedor de las conciencias y el pensamiento crítico. Tiene ideas y equipo, y tiene partido. Fue una verdadera lástima que el destino le birlara el triunfo (se quedó apenas a 1,5 puntos de él en el balotaje) en los comicios de octubre. Pero la pregunta que uno se hace es si todavía hay tiempo o, si antes de que surja la posibilidad de un cambio y de establecer el período liberal que no hubo en dos siglos, Brasil tendrá que empeorar mucho más y hacer una catarsis mucho más profunda. Un proceso que, por lo pronto, podría devolver a la condición de pobres a un porcentaje significativo de esos 40 millones de brasileños que, dando brazadas entusiastas, alcanzaron, o eso creíamos, la orilla de la clase media. Precisamente por eso están tantos de ellos en la calle: porque, como en el cuento de Edgar Allan Poe en el que el techo se va acercando al piso, lo ven venir.

Gran país. Gran problema.

http://voces.latercera.com/autor/alvaro-vargas-llosa/ 
Alvaro Várgas Llosa
avllosa@independent.org
@ElIndependent

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jueves, 30 de octubre de 2014

JUAN PÁEZ ÁVILA, BRASIL DEMOCRÁTICO

         Como un ejemplo para los que aspiran perpetuarse en el poder por considerarse los únicos capaces o llamados por la historia para dirigir una nación, aunque la mayoría de sus habitantes vivan en la miseria y sin muchas perspectivas de cambiar por un mejor nivel de vida, en Brasil no sólo se cumple con la alternabilidad democrática, sino que también impera y se respeta el pluralismo, y la candidata ganadora, Dilma Rousseff, llama al diálogo y a la unidad de los brasileños por el progreso de su país
              
JUAN PÁEZ ÁVILA
Rumbo a convertirse en la octava potencia económica del mundo, Brasil consolida sus instituciones democráticas, una vez que la Presidente Dilma Rousseff, después de obtener aproximadamente el 51% de los votos en la segunda vuelta, y promete algunas rectificaciones fundamentales en lo económico y social
         Brasil emerge no sólo como la economía más importante de Iberoamérica, después de experimentar un crecimiento sostenido entre el 5 y el 7% durante varios períodos de gobierno de Cardozo, de Lula, con alguna disminución en  primer período de  Rousseff, que sacó de la pobreza  a unos 40 millones de brasileños, sino que también señala el camino de la democracia alternativa, del control de la inflación y de la capacidad para tener éxito en una economía globalizada.
         La alternabilidad en el poder, después que  Lula sustituyó a Enrique Cardozo en la Presidencia y dio continuidad, e incluso profundizó las políticas de su antecesor, ha convertido a Brasil en el país cuyos gobernantes atienden a una política de Estado, creada y ejecutada por  quienes son electos para los más altos cargos de la administración pública, cualesquiera sean sus concepciones ideológicas, le ha permitido cumplir   con el objetivo fundamental del fortalecimiento general de la democracia.
         El control de la inflación desde los tiempos de Enrique Cardozo le ha concedido una mejor calidad de vida a los brasileños, al obtener productos de la dieta diaria a precios razonables en un mercado abastecido por la producción nacional y por la importación de lo estrictamente necesario.
         Y al comprender que no puede escapar a los efectos de la globalización de la economía y de la vida en general de las naciones, sus gobernantes han  establecido  como política de Estado prepararse para la competencia en el mercado internacional, para lo cual han estimulado y  apoyado el surgimiento de un aparato productivo, capaz de generar diferentes rubros a precios competitivos. De allí que el triunfo  de Dilma Rousseff garantiza la continuidad del progreso de Brasil, lo que también, con algunos matices, hubiese ejecutado Aecio Neves  si la mayoría de los brasileños hubiera sufragado por él.
 El Brasil  que  progresa económicamente a un ritmo acelerado, con su ejemplo de democracia política sigue señalando el camino a los países de América Latina y del mundo subdesarrollado, como el epicentro de lo que hay que hacer para sacar a nuestras naciones del atraso y de la permanente desestabilización política, al consolidar las instituciones de las sociedades modernas y avanzadas del primer mundo.
Se pueden tener discrepancias con el gobierno de Dilma Rousseff, y ello forma parte del pensamiento libre y autónomo de los analistas y políticos latinoamericanos, pero la realidad de vive ese gran país para beneficio de sus pobladores más pobres, durante siglos, y el avance de su economía competitiva en el mundo globalizado, son indicadores de que estamos frente a una nación, cuyos gobernantes de las últimas décadas han acertado en la aplicación de sus políticas económicas y sociales.
Juan Paez Avila
jpaezavila@gmail.com
@jpaezavila

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domingo, 17 de agosto de 2014

MILOS ALCALAY, LUTO Y LUCHA EN BRASIL, BRÚJULA DIPLOMÁTICA

Persiste un luto profundo en Brasil a pesar de haber transcurrido varios días de la terrible tragedia aérea que le costó la vida al joven candidato Presidencial  Eduardo Campos y a otros seis asesores que lo acompañaban en su gira inicial para  enfrentar la polarización de la oficialista Dilma Rousseff  con el opositor Aecio Neves de la Social Democracia Brasileña. 

Eduardo Campos
Tras decretar tres días de luto oficial, no hay dirigente político, social, empresarial, sindical  del país, o ciudadano común que no lamentara con sentidas palabras su desaparición prematura, tal como se confirmó en la multitudinaria manifestación de dolor en su entierro realizado en la ciudad Recife. El impacto ha sido tan grande que el Parlamento de Brasilia suspendió sus sesiones al igual que la agenda política de sus adversarios, mientras que el Brasil entero se paralizó en reconocimiento a su figura.

Sin cumplir aun los 50 años de edad, había ocupado los más altos cargos del país: diputado de su Estado, y luego parlamentario Nacional, ocupó en dos oportunidades la Gobernación de la tierra de Abreu e Lima con 83% de votos, desde donde supo  proyectar su fórmula de una tercera vía gracias a un mensaje de futuro  sin abandonar los planteamientos del pasado progresista de su abuelo, el legendario Gobernador Arraes de Pernambuco, ni renegar  su alianza pasada con Lula, a quien acompañó durante su Presidencia como Ministro de Ciencia, ni tampoco desconocer las dotes de Estadista de Fernando Henrique Cardoso, quien un día antes del nefasto accidente me comentaba sobre el papel crucial que tendría el dirigente Nordestino en la segunda vuelta de Octubre como fiel de la balanza.
Pero a pesar del luto, la lucha sigue. Si bien resulta difícil para el PSB pronunciarse sobre la sucesión, lo cierto es que avanza el inexorable calendario electoral que marca para Octubre las elecciones, por lo que es difícil frenar la probable sucesión como candidata de  la carismática dirigente social Marina Silva, quien al ser impedida por las reglas del Tribunal Supremo Electoral de presentarse como candidata Presidencial de su movimiento REDES, decidió lanzarse en la plancha electoral de Campos como candidata a la Vice Presidencia.
Lo cierto es que el panorama electoral se transforma radicalmente en estos momentos. El desprestigio creciente de Dilma no había representado hasta este momento que el descontento fuera capitalizado por Aecio Neves, y se daba por seguro el triunfo a la reelección de la Presidenta en la segunda vuelta. Pero el terremoto espiritual y político del fallecimiento de Campos, y la aparición de una figura como Marina Silva, quien ya en las elecciones pasadas obtuvo 20 millones de votos, ha transformado la realidad del Gigante del Sur. Es difícil vaticinar en estos momentos la inclinación de los electores, ni el juego de las alianzas futuras. 
Pero ciertamente en los próximos días, el luto se convertirá en lucha, y  como el Cid Campeador, Campos dará en Octubre su última lucha.
Milos Alcalay
milosalcalay@yahoo.com
@MilosAlcalaym

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martes, 25 de marzo de 2014

ANTONIO SEMPRUN, OEA UN FIASCO PARA LOS AMERICANOS

Hay quienes creen que el precio de la paz en una sociedad,  es  menor  que el de su conciencia.

ATADO AL FORO DE SAO PAULO
Lo ocurrido ayer 03/21/2014, en la Organización de Estados Americanos, donde se le impidió a la diputada venezolana María Corina Machado, exponerle al mundo lo que está ocurriendo en Venezuela, es un capítulo más que se escribirá en la historia de un organismo gris que reúnen a ciudadanos preocupados por el bienestar de una región y ciudadanos preocupados por sus cuentas bancarias o por la tranquilidad  del país que representan.

El petróleo y dinero de los venezolanos utilizados para comprar conciencias, y colocar un bozal de arepas a quienes calientan los asientos en la sede del organismo internacional, dejaron en evidencia que la  lucha por preservar la democracia en algún país de la región depende de su pueblo no de los gobiernos.

Con su acción  la OEA hace ver  a la democracia como una especie de platillo que se saborea con una cuchara de plata, o con una cuchara de madera, dependerá del estado que esté sentado en el banquillo, y de lo que tenga su sub suelo para llenar bolsillos y arrojar generosas dadivas.

ATADA AL FORO DE SAO PAULO
Lamentable la posición de la señora Dilma Rousseff, cuando sumo su voto para impedir que el mundo conociera la violación  de derechos humanos y la implantación de una dictadura   en Venezuela, este tipo de comportamientos ratifican que no importa cuán poderoso es un país, este se arrodilla  ante las decisiones de sus gobernantes y en el caso de la señora Rousseff, pudieron más los intereses del Foro de Sao Paulo, que la democracia en un país rico dirigido por marionetas que le sirven de testaferro.

El mundo es una OEA universal, donde no es verdad que la democracia que en otros países que está en peligro de extinción sea un bastión a defender, quedo demostrado que quienes desde la distancia ven peligrar sus propios intereses y el de sus estados voltean la mirada hacia otro lado.

Cnel (GN) Antonio Semprun
coronelantoniosemprun@gmail.com
@antoniosemprun

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lunes, 28 de octubre de 2013

PASCUAL ALBANESE , ROUSSEFF CON LA IDEOLOGIA NO SE COME NI SE EDUCA, ANALISIS INTERNACIONAL, CASO BRASIL

El Tribuno - 26-Oct-13 - Opinión


Análisis internacional

Rousseff, con la ideología no se come, ni se educa

por Pascual Albanese


Por orden de la presidente brasileña Dilma Rousseff, una ex guerrillera de la década del 70 presa y torturada durante el último régimen militar, un millar de soldados del Ejército, atrincherados alrededor del Hotel Windsor en Río de Janeiro, impidieron que manifestantes encapuchados de distintas organizaciones de izquierda impidiesen el acto de apertura de los sobres de la licitación de la cuenca del petróleo submarino del Atlántico Sur, en la licitación que ganó un verdadero consorcio global, integrado por la empresa anglo-holandesa Shell con la francesa Total y las compañías chinas Cnnoc y Snopec.

Shell y Total retienen el 20% de las acciones cada una y las dos empresas chinas se distribuyen igualitariamente otro 20%. El 40% restante corresponde a la estatal brasileña Petrobras, porque así lo estipulaba el pliego de la licitación.

El consorcio fue el único oferente en un concurso que muchos economistas tacharon de “pobre” y en el que tampoco participó ninguna firma petrolera estadounidense. La española Repsol se abstuvo a último momento de intervenir, puesto que su socio chino, la estatal SNOPEC, resolvió sumarse a la asociación que resultó triunfante.

Hasta último momento reinó suspenso sobre el desenlace del concurso porque la noche anterior a la apertura de los sobres todavía quedaban en pie seis de las veinticuatro acciones judiciales presentadas para impugnarlo, las que fueron cayendo una tras otra en virtud del eficiente trabajo de un ejército de 300 abogados contratados especialmente por indicación de Rousseff.

En un discurso por la cadena nacional, Rousseff señaló que con esta licitación Brasil inaugura un nuevo camino en su historia y que la fórmula utilizada se repetirá en las futuras licitaciones del pré-sal, término referido a un conjunto de rocas ubicadas en gran parte de las costas brasileñas que anidan una incalculable riqueza petrolífera.

Según Rousseff, “Brasil preserva su soberanía pero está abierto a los inversionistas privados y respeta los contratos, en una vía que indica la internacionalización de los negocios petroleros que, hasta ahora, eran competencia del Estado”.

El gobierno defiende el camino escogido con el argumento de que el Estado brasileño percibirá durante 35 años alrededor de 370.000 millones de dólares, que serán afectados principalmente a inversiones en educación, salud pública y preservación del medio ambiente, según porcentajes que ya fueron establecidos taxativamente por el Congreso.

Relaciones difíciles

Desde el descubrimiento del petróleo en su cuenca marítima en 2006, que posicionó a Brasil como el cuarto país del mundo en materia de reservas petrolíferas, comenzó un arduo debate político. El presidente Lula, que tenía a Rousseff como jefa de gabinete, tuvo que manejarse con cautela para desmontar las prevenciones ideológicas del Partido de los Trabajadores (PT) contra la apertura al capital privado.Lula definió el descubrimiento como “la segunda independencia de Brasil”, porque abría la oportunidad histórica de terminar con la dependencia energética y transformar al país en un gran exportador de petróleo.

Simultáneamente, el tradicional nacionalismo brasileño sintió como una amenaza estratégica la atención puesta por Washington sobre el petróleo del Atlántico Sur. Cuando en julio de 2008 el gobierno de George W. Bush comunicó al canciller brasileño Celso Amorim, ahora a cargo de la cartera de Defensa, la decisión de reactivar la Cuarta Flota, dependiente del Comando Sur, la reacción inmediata fue vincular esa decisión con el interés norteamericano en los yacimientos petroleros del Atlántico Sur.

De allí que la tensión desatada en la relación bilateral entre Brasilia y Washington a partir de las revelaciones sobre el espionaje electrónico estadounidense sobre Rousseff, quien canceló una cita con Obama en la Casa Blanca, se multiplicó al conocerse que ese espionaje electrónico había tenido también como blanco las comunicaciones de Petrobras.

En este contexto, hubiera resultado entonces extremadamente conflictivo que una compañía norteamericana participara de la licitación. Ese vacío generado por la ausencia estadounidense fue ocupado rápidamente por China, que ya desplazó a Estados Unidos como principal socio comercial de Brasil. El gobierno de Beijing instruyó a sus dos compañías petroleras estatales para que intervinieran en el concurso.

Palos desde la izquierda

La reacción de la izquierda brasileña contra la apertura petrolera, sugestivamente coincidente con la que protagoniza la izquierda mexicana contra la reforma energética anunciada por el mandatario azteca Enrique Peña Nieto, se entremezcla con un factor de política doméstica: las alternativas que presentan las elecciones presidenciales de 2014, en las que el PT afronta un impensado desafío.

La novedad reside en que a la clásica oposición de centro, encarnada por el Partido Social Democrático Brasileño (PSDB), que postula al gobernador de Minas Geraes, Aecio Neves, se suma ahora una flamante alternativa de izquierda, encarnada por el Partido Socialista Brasileño (PSB), encabezado por el gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos, quien acaba de romper lanzas con la coalición gubernamental y establecer una alianza con Marina Silva, una ex Ministra de Medio Ambiente del gobierno de Lula, que renunció al PT y acaba de afiliarse al PSB.

Silva, abanderada del ecologismo y tenaz enemiga de los estragos ambientales de la explotación petrolífera, tiene una fuerte imagen positiva en la opinión pública y es la dirigente política mejor ponderada por las decenas de miles de manifestantes que periódicamente inundan las calles de San Pablo, Rio de Jaineiro y las demás grandes ciudades brasileñas.

El fantasma que aterroriza al PT es que una fórmula Campos-Silva le quite votos por izquierda, impida que Rousseff logre su reelección en la primera vuelta electoral y genere un escenario de ballotage, ya sea con Neves o con Campos, con final incierto. Este temor a la pérdida de votos ”por izquierda” condiciona la actitud política de un ala del oficialismo, pero no al gobierno.

Ocurre que la realidad económica y social tampoco concede tregua a la especulación política. Rousseff y Lula saben que el “modelo brasileño” está agotado, que el país perdió competitividad internacional, que para recuperarla necesita impulsar un gigantesco salto en infraestructura y educación y que los recursos propios son notoriamente insuficientes. La apertura al capital extranjero ya no puede demorarse.

Mientras los efectivos militares frenaban en Río a los manifestantes izquierdistas, un informe del Fondo Monetario Internacional subrayaba que para que Brasil alcance en 2014 una modesta tasa de crecimiento del 3,5% anual (este año lo hará un 2,25% y en 2012 lo hizo apenas un 0,9%) tendrá que incrementar fuertemente sus niveles de inversión.

Rousseff, como su colega uruguayo José Mujica (otro ex guerrillero izquierdista hoy volcado al pragmatismo económico), aprendió que con la ideología no se come, no se cura ni se educa y que a veces el Ejército también tiene que reprimir.


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sábado, 28 de septiembre de 2013

CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL, NO A LA PROPUESTA DE DILMA ROUSSEFF DE REGULAR INTERNET

No es de extrañar, la izquierda pensando siempre en regular y coartar las libertades de las personas, los gobiernos de China, Rusia y ahora el de Brasil entre otros levantan la bandera para regular Internet.

En el reciente discurso que hizo la presidente de Brasil Dilma Rousseff el 25-09-13 en la ONU dijo  que “El mundo necesita “mecanismos multilaterales” para regular el internet, y que la ONU debería estar a la cabeza de ese proyecto”. Instó a la ONU a "reglamentar como corresponde la conducta de los Estados en cuanto a la utilización de estas tecnologías", la mandataria anunció que su país buscará "establecer un marco civil multilateral para la gobernanza y utilización de Internet y protección eficaz de los datos que viajan a través de Internet".
http://noticias.latam.msn.com/xl/latinoamerica/articulo_afp.aspx?cp-documentid=260217801

Estamos de acuerdo en que cada país escoja lo que quiere tener, pero que no vengan a decirnos a otros lo que se debe de hacer, allá los brasileños si le permiten introducir las regulaciones que pretende llevar a cabo su presidente.

Andrés Oppenheimer en su último artículo titulado  “El plan de regular el Internet” y  publicado en el Nuevo Herald nos dice que “El problema de esa propuesta es que Brasil, junto con Rusia, Sudáfrica e India, han estado haciendo propuestas de regular internet desde 2005, y en general esas propuestas son aterradoras, dicen los defensores de la libertad de expresión. Muchas de estas propuestas conducen a la censura, señalan”. 

Y agrega el mismo autor que “En diciembre pasado, en una importante Conferencia Mundial de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU, celebrada en Dubai, los países que piden regulación de internet —encabezados por China y Rusia— propusieron una resolución destinada a regular “la masa de información electrónica no solicitada”, o los e-mails “spam”.
http://www.elnuevoherald.com/2013/09/25/1575849/oppenheimer-el-plan-de-regular.html#storylink=cpy

Desde estas líneas nos oponemos vehementemente a lo dicho por la presidente de Brasil y desde este escrito proponemos que se haga una campaña aprovechando todas las redes sociales existentes contra cualquier tipo de regularización que se quiera hacer con Internet, si hay algo de esta nueva herramienta de comunicación que tenemos los seres humanos es la libertad con que se maneja. Regularla sería perder un derecho y libertades con las que ya contamos.

Carlos Vilchez Navamuel

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