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sábado, 13 de diciembre de 2014

GABRIEL BORAGINA, ASISTENCIALISMO Y "POLÍTICAS PÚBLICAS", DESDE ARGENTINA

GABRIEL BORAGINA
Como ya hemos señalado en otras oportunidades, bajo la máscara de las llamadas "políticas públicas" se esconden no pocas veces los proyectos asistenciales más variados que, sin embargo, tienen todos ellos un denominador común que se descubre a la hora de ponerlas en práctica : será necesario expoliar a los contribuyentes para poder efectuarlas. En suma, echar mano a la mal llamada "justicia social" que en definitiva consiste en algo simple: quitarles a unos lo que les pertenece para darles a otros lo que no les pertenece. Los partidarios de las "políticas públicas" se consideran a sí mismos o se hacen llamar "hombres prácticos" que desprecian a los teóricos. Estos últimos son tratados con epítetos desdeñosos por dedicarse a la investigación y a la enseñanza. Y así se ha dicho que:
"Muchas veces se tratan estos temas como si estuvieran en departamentos estancos: una cosa son los teóricos de la investigación y la enseñanza y otra bien distinta son los prácticos de la coyuntura. Unos se encierran en sus torres de marfil discutiendo sobre el sexo de los ángeles y otros son los profesionales de la coyuntura bien asentados sobre la realidad y la práctica de todos los días. Así se pinta la caricatura de estos dos campos de acción. Sin duda se trata de roles distintos pero, nuevamente, cabe recalcar que no hay políticas públicas o análisis de coyuntura que no se basen en la teoría. Esta podrá ser defectuosa o idónea pero no hay comentario práctico que no esté sustentado en un esqueleto teórico. Pretender buenas políticas públicas sin andamiaje teórico-conceptual es lo mismo que pretender que existan productos farmacéuticos sin investigación médica. El menosprecio por la investigación y la transmisión de teorías inexorablemente conduce a políticas públicas de peor calidad. Revalorizar el estudio teórico es uno de los cometidos más importantes de la sociedad moderna."[1]
Los partidarios de las "políticas públicas" piensan que "una cosa es la teoría y otra cosa bien distinta es la práctica", y seducen a muchísimos incautos repitiendo esta falacia tan conocida y divulgada en prácticamente todos los ámbitos, generando la mayor de las confusiones y de los desconciertos en la gente. Sin embargo, esos sedicentes "hombres prácticos" son tan teóricos como los teóricos que ellos desaíran y que se desempeñan en el campo de la enseñanza. Los políticos echan mano de esos autodenominados "hombres prácticos", que no pocas veces se terminan convirtiendo en asesores de aquellos políticos ya en función de poder, y acaban adoptando las "recetas" de "políticas públicas" recomendadas, que siempre se traducen en el mismo resultado : aumentos del gasto público, de impuestos, de tasas, contribuciones, alícuotas y demás instrumentos financieros para poder costear tales "magníficos proyectos" que -se repite como loro- van a finalizar "favoreciendo a los que menos tienen". Cuando la realidad indica que cada vez perjudican más a la gente de menores recursos.
"El práctico no hace más que adoptar teorías ya aceptadas. Si el práctico menosprecia al campo teórico su disciplina se estancará o entrará en franco retroceso al tiempo que teóricos con otras concepciones ocuparán los espacios vacíos para que otras teorías le corran la practicidad al práctico. En el caso de las ciencias sociales resulta patético observar cómo muchas organizaciones pretenden contribuir “al mejoramiento de la sociedad” restringiendo fondos a los estudios teóricos que, como queda dicho, hacen de apoyo insustituible para el mejoramiento de “la práctica”. Invertir las prioridades es como poner la carreta delante de los caballos puesto que una vez entendido el campo conceptual, el resto se da por añadidura. Invertir los pasos es como pretender aplicar algo antes de concebirlo."[2]
Los teóricos de las "políticas públicas" (que no se consideran teóricos cuando en realidad lo son) no constituyen excepción cuando conforman organizaciones del tipo ONG o de cualquier otro, con el fin de recaudar fondos que dicen querer ser destinados a la "ayuda" de los más necesitados. En definitiva, y sin eufemismos, a combatir la pobreza. Sin embargo, suelen fracasar, porque confunden continuamente pobreza con desigualdad, y en lugar de concentrarse en atacar a la primera centran sus dardos en la segunda. Es aquí donde se evidencian las fallas conceptuales que tienen esos teóricos de las "políticas públicas", son incapaces de distinguir las diferencias entre pobreza y desigualdad, a la par que, independientemente de esto último, terminan convirtiéndose en mendicantes de subsidios estatales, por cuanto en sus mal fundadas "teorías" creen que es "función" del estado "la lucha contra la desigualdad". Son incompetentes para comprender que si se suprimiera la desigualdad la especie humana se extinguiría por completo en muy pocas décadas. Y, como también dijimos un sinfín de veces, el rol de los incentivos y desincentivos es fundamental en este tema:
"Otro factor poderoso en el aumento de las nóminas de asistencia social es la creciente desaparición de varios fuertes desincentivos para acogerse a ese régimen. El más importante de ellos ha sido siempre el estigma que significaba para toda persona el subsidio a la desocupación, que la hacía sentir que vivía parasitariamente a expensas de la producción en lugar de contribuir a ella. Este estigma fue eliminado por valores que han penetrado en el moderno populismo socialdemócrata; además, los organismos gubernamentales y los propios asistentes sociales cada vez instan más a la gente a recibir lo antes posible beneficencia por parte del Estado. La idea "clásica" del asistente social era la de alguien que ayudaba a las personas a ayudarse a sí mismas, que las impulsaba a lograr y mantener su independencia y a valerse por sus propios medios. El propósito de los asistentes sociales era ayudar a los que vivían de la beneficencia del gobierno a salir de esa situación tan pronto como fuera posible. Pero ahora tienen el objetivo opuesto: tratar de que la mayor cantidad de gente posible reciba asistencia social, promocionar y proclamar sus "derechos"."[3]
En esto desembocan habitualmente las "políticas públicas": proliferación de subsidios, planes sociales, ayudas de todo tipo bajo el pueril pretexto de "inclusión social". El resultado es la más pavorosa exclusión social como nunca antes se hubiera visto.

[1] Alberto Benegas Lynch (h). El juicio crítico como progreso. Editorial Sudamericana. Pág. 166-167
[2] Alberto Benegas Lynch (h). El juicio crítico...ob. cit. Pág. 166 -167

[3] Murray N. Rothbard. For a New Liberty: The Libertarian Manifesto. (ISBN13: 9780020746904). Pág.   171-173

Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina

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sábado, 8 de febrero de 2014

LEANDRO ÁREA, LAS CUENTAS DEL 4-F

Desde la llegada de Chávez al poder, una de sus misiones prioritarias fue la de pulverizar las supuestas cadenas de infamia que nos impedían alcanzar nuestro destino manifiesto. Era su concepción que el cordón umbilical de hazañas y de glorias heroicas había sido amputado por tres enemigos evidentes, a saber: Cristóbal Colón, quien trastocó nuestros orígenes indígenas; Páez, quien traicionó los sueños de Bolívar; y la democracia con partidos políticos, “cúpulas podridas”, que desnaturalizó al pueblo y al ejército, convirtiéndolos en pilares apolillados de nuestra identidad y soberanía. Los tres con rostro de águila soberbia.

Era la oportunidad, con epopeya golpista triunfante, de retomar aquél hilo conductor desbrozando el camino de malas hierbas acumuladas, mitos y símbolos proclives al imperio. 

Y así se dedicó y logró imponer una Constitución, cambió el nombre del país, el escudo nacional, terminó de sepultar a los partidos políticos, ofició el réquiem de las élites, dispuso de las instituciones del Estado a su gusto, se hizo de una agenda de amigos y enemigos, dividió al país, acabó con la industria, con la imagen idealizada del Libertador, impuso colores, estética de rojo, encadenó a los medios de comunicación y demás libertades cívicas, puso a la gente, al país, a bailar su joropo y regaló alpargatas, arpa, cuatro, maracas y botó a manos llenas, trago y “rancho”, él, mandamás, a gente desorientada y lambucia de líder. Militarizó nuestras vidas.

Había nacido pues una revolución millonaria y dispendiosa que a punta de petróleo permitió repartir a diestra y siniestra su decálogo atrabiliario y de segunda mano: el Socialismo del siglo XXI. 

Escogió a Cuba como continente de su contenido, sendero luminoso, y tanto aprendió de ellos que dejó en sus manos el manejo de Venezuela. La era estaba entonces  y por fin pariendo un corazón con la ayuda de una chequera interminable y ajena. En ese líquido amniótico del mar de la felicidad se reconstituía el horizonte extraviado. 

Hizo y deshizo en existencia corta si te pones a ver las tasas actuales de esperanza de vida. Intensa y violenta  la forma en que se hizo del poder y manejó a mansalva. Intensa y enferma además, por invasiva.

Ahora, después de tanto resumen de quince años, quedan extremaunción, crisis de legitimidad y representación, expresadas en el plebeyismo impuesto por Chávez, que no es sino el establecimiento de una sociedad bloqueada, de minusválidos y pordioseros asistidos por un patrón que dice liberarlos, esclavizándolos. Porque todo asistencialismo es una forma camuflada de dominación, que castra al individuo al hipotecarle un “yo” a través de un Estado Misionero, en donde la pobreza es comprada y pagada para que siga siendo. 

Eso dejó como legado: demagogia, pobreza y servilismo. Sus herederos de ahora lo celebran, sembrando su derrota. Quedamos también, los que queremos salir de eso. A estas horas no sé dónde reside la verdad, pero siento el volumen de la farsa.

Leandro Area
leandro.area@gmail.com

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jueves, 18 de octubre de 2012

EMILIO NOUEL V, EL TRIUNFO DE CHÁVEZ Y LA AUTOMATIZACIÓN

Perdimos las elecciones con 45% de los votos. No es una nimiedad ese porcentaje. Hemos acumulado fuerza política para seguir adelante en la recuperación de nuestra libertad, encarcelada por el déspota que gobierna. Ahora sólo nos queda preservar los espacios políticos conquistados y ganar otros
Hugo Chávez ganó el 7O y sobre ese tema se pueden desarrollar muchos y profundos análisis desde distintos puntos de vista. Ya habrá tiempo para ello, en momento más sosegado.
Sin embargo, puede uno aventurar alguna aproximación a los resultados electorales, aunque no se cuente con los datos en detalle.
A mi juicio, pudiera abordarse el tema en tres aspectos, que paso a comentar a continuación
1.- El primero podríamos llamarlo pomposamente “estructural”, y toca la dimensión de lo cultural-político, el  mundo de los valores de la gente, de las creencias y también de las ideologías en su sentido más amplio.
En el 54% de la población que votó por Chávez percibo una identificación con un tipo de liderazgo y una visión anacrónica, asistencialista, sobre los asuntos del Estado, por cierto, no exclusiva de esa porción de venezolanos. En este sector, el mesianismo, el caudillismo, el populismo y el estado como botín a repartir, son “valores”. El líder fuerte, autoritario, carismático, hablachento y populachero es bien visto. En esta Venezuela, Chávez tiene fuerte arraigo y concita adhesión, él se parece a ella, es uno de ellos. Parte de la votación obtenida el 7O tiene que ver con esta dimensión “estructural”, profunda del alma y la mente del venezolano.
2.- El segundo aspecto es el las políticas sociales redistriibutivas que ha adelantado el gobierno durante estos 14 años. Aunque puedan ser criticadas en sus elementos técnicos, diseño, eficiencia o alcance, ellas han tenido sus efectos en la población de más bajos recursos, y repercutido, sin duda, en los resultados electorales.
Son miles de familias que reciben ingresos del erario público sin ninguna contrapartida para el Estado. La batería de subsidios es amplia. Aumentos frecuentes de sueldos y pensiones, controles de precios y alimentos baratos son algunos de las medidas que las han favorecido.
Las distintas “Misiones” creadas por el gobierno garantizan a vastos sectores de la población unas cantidades de dinero, que les permiten cubrir sus gastos más apremiantes y otras cosas más. En las clases bajas, muchos, por vez primera, tienen un vehículo automotor (moto), un teléfono celular, una computadora, los electrodomésticos de la casa y hasta han podido viajar por Venezuela y al exterior. Aunque con formación de muy baja calidad, deficiente, familias pobres ahora tienen hijos “doctores”que antes no tuvieron, gracias a una masificación de la educación universitaria.
Así, el temor a perder estas ventajas con una opción de gobierno distinta, obliga a quedarse de manera pragmática con el ya “conocido”, a pesar de que haya algunos asuntos o conductas que no gusten del presidente.
3.- El tercer aspecto que podemos comentar como razón para el triunfo de Chávez, es el tipo de campaña electoral realizada.
Fue una campaña que como sabemos echó mano de todos los enormes recursos del Estado venezolano. Miles y miles de millones fueron dispuestos para tal fin. Fue bien pensada, diseñada y ejecutada, incluso con algunas torpezas que pudimos observar al final.
La transmisión o reforzamiento del miedo a perder las “conquistas sociales” fue importante. Las ofertas de última hora jugaron su papel. La creación de bonos especiales o el adelanto de su pago para los empleados públicos, el adelanto de pago de pensiones, aumento o promesas de aumento de sueldo,  todo esto debió tener sus consecuencias electorales favorables para el voto para Chávez.  
Resalta, también, la operación galope que instrumentaron para llevar a miles de personas, que muchas de ella fueron víctimas del chantaje de las misiones y de diversas presiones. Sobre todo, la que se hizo a última hora del día de las elecciones.  
Para aquel 55% pesaron más aquellas razones que los problemas de luz eléctrica, falta de vivienda, atropellos a los derechos humanos, regalos a otros países, alto costo de la vida, escasez de alimentos y la matazón de una delincuencia envalentonada.
Contra todo ese “Goliath” carismático, cargado de dinero, medios de comunicación e instituciones y empresas estatales, se enfrentó el “David” Capriles. Éste hizo una campaña admirable, dentro de lo que fueron sus posibilidades.
Su bien pensado y presentado mensaje pudo erosionar algunos de los factores señalados, pero quizás no hubo el tiempo suficiente para avanzar más en la captación de  votos.
Aquellos, a mi modo de ver las  cosas, fueron las razones del triunfo de Chávez, y no supuestos fraudes electrónicos u otras artimañas inverosímiles.
Ciertamente, la desigual competencia que representó lo antes señalado, el abuso del poder y la desidia o complicidad de los llamados a poner coto al ventajismo (CNE), tienen su cuota de culpa.
Sin embargo, ante los resultados no cabe la autovictimización. No podemos estar todo el tiempo engañándonos con la idea de que somos mayoría, pero que lo que pasa es que nos roban en el CNE o en una oficina secreta en las catacumbas de  Miraflores, la CANTV o en La Habana.
Perdimos las elecciones con 45% de los votos. No es una nimiedad ese porcentaje. Hemos acumulado fuerza política para seguir adelante en la recuperación de nuestra libertad, encarcelada por el déspota que gobierna. Ahora sólo nos queda preservar los espacios políticos conquistados y ganar otros. No hagamos caso de aventureros y suicidas políticos de inconfesables propósitos. Estemos alertas sobre las maniobras perversas del G2 cubano que busca desestimular el voto opositor en diciembre y crear divisiones en su seno.
¡Manos a la obra¡ Las elecciones de diciembre son ya¡ A ganarlas¡
emilio.nouel@gmail.com

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