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lunes, 18 de noviembre de 2013

MANUEL BARRETO HERNAIZ, UNA PATRIA EN BANCARROTA

“Capaz alguien del gobierno pensó: “si fomentamos el saqueo contra los comercios y no como protesta al gobierno, bajamos la presión popular y, además, regalamos productos antes de las elecciones. Listo. Maduro llama a cadena”Simón Boccanegra


Estamos viviendo la peor crisis de nuestra historia nacional, los temores sociales se encienden, puesto que la supervivencia del “proceso” exige mecanismos que, por la amenaza o el uso de la fuerza, consigan extender el temor entre quienes se quiere mantener bajo control; la extensión del temor busca paralizar las intenciones de cambiar la realidad que vivimos.

Los saqueos “direccionados” de hace unos días son un importante indicador de que el país se encamina a una implosión, puesto que el irreparable daño de catorce  años de siembra de miseria, demagogia y resentimiento ya está hecho. Las herramientas para el control absoluto de ciudadanía vienen siendo probadas una y otra vez. Y este “ensayo” es una prueba más. De allí nuestro empeño en recalcar que formar ciudadanos consiste en formar individuos que nieguen cualquier condición de súbdito  y rechacen  cualquier tipo de relación social  enajenante.

El problema de nuestro país, absurdamente polarizado, pauperizado y destrozado, no es económico, como suele pensarse y se ventila por doquier. Es profunda y dolorosamente moral. Basta recordar el penoso espectáculo de degradación colectiva del saqueo al transporte de carne, con la terrible muerte de su conductor, que prácticamente murió asfixiado en tanto se asaltaba su carga. En los videos se puede apreciar a un grupo de motorizados circulando como buitres alrededor de su presa, hasta que se escucha el grito...  “¡Vamos a saquear aquí!”, sin la menor intención de socorrer al mal herido conductor... 

La descomposición de nuestra Nación a través de la violencia- por éste y tantos ejemplos-  nos está indicando que la moral no solo se ha perdido sino que se despide de nosotros por mucho tiempo. 

Recordemos que una sociedad es inmoral cuando aprecia mal los valores éticos y se desmoraliza cuando, por experiencias frustrantes, no encuentran modelos, razones, motivaciones ni estímulos para obrar correctamente.  Y el causante y responsable de tal debacle no es otro que el régimen  y  su Nomenklatura, quienes por cierto, han sido muy diligentes en eso de saquear. En su ilimitada perversidad, el régimen ha logrado “encantar” a una confundida ciudadanía que se hace partícipe de estos desmanes por sinvergüenzura, inmoralidad o ignorancia.

Pretende el gobierno escabullirse de su única irresponsabilidad al llevar al país a este marasmo  de incontenible inflación, evidente pobreza, escasez y desabastecimiento.  

Expresiones como: ... “¡Que no quede nada en los anaqueles!”. “¿Quién saquea a quién? ¿El que pone precio de un producto en 1200 más, que compraron a dólar preferencial? ¿Quién roba a quién?...  “Hay que ir “a la calle a defender” y respaldar las políticas económicas del Ejecutivo Nacional... institucionalizaron los saqueos como mecanismo de campaña electoral del gobierno.  

Ahora bien; ¿si es el mismo gobierno quien suministra las divisas a esos empresarios, por qué dejar que se presente la usura? ¿Acaso carece el Estado de organismos de control y fiscalización?  

Esta es otra charada del régimen en vista a que se le vienen unas elecciones que saben bien los resultados; de allí esas actitudes “RobinHoodsianas”, tratando de  calmar al “soberano” a punta de electrodomésticos, tal cual Makled en sus buenos tiempos; y presentándose, una vez más, como el sacrosanto benefactor de los pobres e implacable verdugo ante los ricos, sembrando más resentimiento y odio, fracturando con estas nocivas y demagógicas prácticas la vergüenza de una Patria en bancarrota. La honestidad y la transparencia en la administración pública y la decencia en los actos de gobierno no son la esencia de este proceso. Por eso este socialismo siglo XXI  no solo es ineficiente como organización económica, sino que es fundamentalmente inmoral porque su funcionamiento así lo condiciona.

barretom2@yahoo.com

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lunes, 19 de agosto de 2013

MANUEL BARRETO HERNAIZ, A CAMBIAR NUESTRA ACTITUD

“La obediencia que sólo nace del miedo de la fuerza debe transformarse en otra que surja del corazón del hombre…” . Erich Fromm
Las encuestas de expectativas de los ciudadanos y los indicadores de la evolución futura del país en general, puestos en panorámica, confirman fatiga y desá-nimo. La inflación, que es la dinámica de los precios y el nivel que ha alcanzado el costo de vida, refleja un cuadro de dificultades crecientes y expectativas declinantes, en amplias porciones de la población... Aquí es donde lo psicosocial hace su entrada pues al no haber estabilidad, no puede haber seguridad, luego la inseguridad se transforma en desconfianza... Desconfianza ante lo nuevo que llega viejo. 

Y por otro lado, una aquiescencia que va de la pasividad al conformismo ante la realidad que nos rodea, en la cual se vislumbra una total negación de cualquier capacidad de transformación de tal situación por parte de la ciudadanía... 

Es más que un retrato, una bofetada ante la negación de la condición del hombre como ser social y político, dotado de conciencia. 

Es la actitud permisiva y hasta despreocupada de cuantos no creen en la existencia de causas gregarias, para quienes el significado de valores como justicia, verdad, igualdad o libertad no significa sino frases vacías o retazos de discursos desgastados o en desuso. 

Es la radiografía del individuo que acepta sin discusiones la actitud de derrota ante la vida misma, que se plantea estoicamente “así son las cosas, qué le vamos a hacer”. 

El proceso al cual se nos va llevando como nación de borregos  se centra, primordialmente, en modificar las conductas de los sujetos eliminando o aminorando a su mínima expresión el juicio y la capacidad crítica en los ciudadanos, tanto en lo individual como en lo colectivo. No nos cansaremos de repetirlo, unos en pos de unos dólares, los otros... tras la Harina Pan. Resuelto el cupo, cuadrado el Sicad... luego veremos. Con 10 paquetes... ya estamos hechos. 

Y todo esto es una fase más de la puesta en marcha de un imaginario acerca de la irreversibilidad e invencibilidad del régimen -en ello le va la vida a Cuba- lo que nos hace ver que cualquier opción de cambio está totalmente cerrada. La maquinaria informativa del régimen ha presentado al socialismo como el sistema social victorioso, controlado y manejado por el “soberano”... y no por una Nomenklatura que nos llevó a tal marasmo. 

La riqueza de un país no solo se mide en tanto logre acomodar tantos miles de barriles de petróleo, y menos aún por la repartidera de plata como si fuese de quienes gestionan la cosa pública, como tampoco por unas irónicas expresiones socialistoides desfasadas y demagógicas, nada más lejos de la realidad; la verdadera riqueza de un país se mide en el fortalecimiento de una institucionalidad y una educación cívica que implante en todos sus ciudadanos el ejercicio de los valores que realmente le hacen soberano, a saber: las libertades, los credos, los derechos y las capacidades de autonomía del individuo y su comunidad. 

Esa apatía en lo pertinente a la toma de posiciones respecto más que a la política, a los asuntos públicos, en la que vivimos atrapados millones de ciudadanos, es probablemente reflejo de una actitud cotidiana de desinterés, o de temor ante las embestidas intolerantes del régimen y del escepticismo relativo a cualquier tipo de proceso electoral. 

En “La desobediencia como problema psicológico y moral”, escribió Erich Fromm: “La historia humana comenzó con un acto de desobediencia, y no es improbable que termine por un acto de obediencia”. 

En muchas ocasiones, la acción de los ciudadanos no será posible si no a partir de un acto de desobediencia. Se sabe que en la política, el desánimo silencioso no suma. Como tampoco suma el solo denunciar  los males de la inseguridad y la inflación, la violencia incontrolables y la corrupción. 

La gente espera algo más. Si queremos romper los paradigmas vigentes en nuestro país, tenemos que empezar por cambiar nuestra actitud de una vez por todas y dejar de lado la presunción de imposibilidad ante las realidades que tenemos ante nosotros. En muchas ocasiones, para abrir espacios a la participación hay que empezar por negarse a aceptar lo que moralmente resulta inaceptable. 


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viernes, 26 de abril de 2013

MANUEL BARRETO HERNAIZ, LA TENACIDAD DE UNA SOCIEDAD

"Los pueblos son grandes, no por el tamaño de su territorio, ni por el número de sus habitantes. Ellos son grandes, cuando sus hombres tienen conciencia cívica y fuerza moral suficiente, que los haga dignos de civilización y cultura." VICTOR HUGO.
La perversa destreza política-electoral del régimen consiste en desmoralizar y entristecer a la ciudadanía, considerando que los pueblos deprimidos no triunfan. 
El disparate pseudo- ideológico de este ponsigué llamado “Socialismo Siglo XXI”,el contrasentido socio-político de esta “Revolución Bonita” (hasta simbolizada con un corazón) ha sido la absurda intención, el dañino pensamiento, de construir una sociedad ideal desde el odio, el resentimiento y la venganza, disfrazando complejos y envidias con supuestos ideales de justicia; llegando al colmo del paroxismo de rescatar a la Humanidad... y lo que hemos presenciado es la barbarie de unos desalmados que han tomado nuestro país por asalto. 
Además, la incertidumbre provocada por la pertinente sospecha de fraude ha exacerbado las perspectivas a corto y mediano plazo. La violencia se esparce y contamina el frágil o casi nulo juego democrático y las relaciones sociales que vienen concatenadas con esa entelequia llamada que hoy nos pretende gobernar... sin embargo, al estudiarse la evolución de la Humanidad, nos percatamos como las grandes conquistas se deben al compromiso, al espíritu libertario, y a la tenacidad de la presión social. 
Acá la única conspiración ha sido el arrebatón pendenciero de los resultados de una elección ganada en buena lid por Capriles, por quien votó un poco más de la mitad de una Nación, hastiada de esas absurdas cosechas de odios, miedos, la envidia, nutridas por un deseo de venganza, de dominación, de secuestro; confabulaciones que han conseguido, parcialmente el éxito, que han logrado imponerse para preservar el poder, adueñándose del Estado. 
Pero ya la ciudadanía, esa mayoría de venezolanos que no acepta más mentiras, ni se deja llevar por cantos de sirena mal entonados por un aprendiz de dictador, que pretende resolver los problemas a punta de insultos, atropellos y desatada violencia, se cansó de tanta palabrería inútil, de tanta corrupción y despilfarro, no soporta más inseguridad e ineficiencia para cumplir con los más elementales servicios públicos; ha comprobado como los hospitales, en lugar de mitigar el dolor, lo causan. 
Ha comprobado que su Guardia Nacional, en lugar de protegerle, la agrede vilmente…Y a pesar de todo esa ciudadanía ha demostrado tenacidad y compromiso. Y ese coraje, ese pundonor, la legítima como fuerza moral.
barretom2@yahoo.com

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jueves, 7 de marzo de 2013

MANUEL BARRETO HERNAIZ, EXHIBIR LA MENTIRA

 “La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral, siempre significarán el seguro camino del fin”. Vaclav Havel.
Nicolás Maquiavelo, en “El Príncipe” dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra a alguien que se deja engañar.”
Han transcurrido dos siglos de aquellos principios que consideraba Emmanuel Kant, deberían regir tanto la política, como el manejo del Estado. 
Con la clara visión de que la política fue creada para otorgar argumentos sustentables al antagonismo violento, con principios bien definidos -aún en vigencia, aunque dejados de lado por estos lares- tales como “Sin moral no hay Derecho, sin Derecho no hay Estado”, enunciaba que ni a los individuos ni al Estado les está permitido mentir, si es que pretenden regular sus relaciones alguna vez. Pero no se trata de que la mentira deba ser prohibida por ser un pecado sino porque, en primera línea, desfigura la realidad, lo que dificulta la comunicación humana, base de toda la política.
Y la declaración política -sostenía el pensador alemán- debe estar fundamentada si no sobre la verdad, que es un término cuasi-religioso, por lo menos sobre la veracidad, que es un término filosófico y político a la vez. Esto nos indica que si para un ciudadano la mentira es una falta, para un político debe ser un delito, sin embargo, nunca se ha mentido tanto como ahora. Ni se ha mentido de forma tan constante, descarada y sistemática. Hace pocos días Ramón Guillermo Aveledo declaraba: “Resulta evidente que no se dice la verdad (sobre la situación del Presidente) y que los voceros gubernamentales caen en contradicciones.... Tratan de suplir sus obvias limitaciones, convirtiendo la salud del Presidente en tema central y escudándose en su nombre para no asumir responsabilidad por sus actos. Todo con muy poco respeto por el pueblo, en especial con quienes son seguidores del liderazgo del actual Presidente”.
También refiriéndose al tema anotaba Manuel Malaver:”... Hay materias preferidas por los castrochavistas para ejercer su gran pericia en la manipulación y la confusión, como la económica o la política: pero es con el cáncer de Chávez donde han exhibido todo el poder de la mentira como forma de gobierno...”
En tanto que recientemente en el conocido espacio informativo “Aporrea” podíamos leer, de Nelson Jesús Lanz Fuentes: “No hay nada más peligroso para los mentirosos de un gobierno que la verdad. No hay nada más sano para un pueblo que esta sea dicha por los que los gobiernan. Con y para la verdad vivimos los seres humanos. Con la mentira viven los interesados en ocultarla para hacerle daño a un colectivo o a una persona para saciar sus apetitos personales... En mi anterior artículo, yo simplemente solicité que se nos diga la verdad sobre la enfermedad del presidente Chávez, eso bastó para que los revolucionarios de “orilla” quieran crucificarme. Yo jamás pensé que hubiera tantos disociados en las filas chavistas como los hay en la oposición....”
El hecho está a la vista del país (o mejor dicho, oculto a buena parte de él). Basta leer la prensa diaria, oír los noticieros de la radio o de la televisión, sopesar el cotarro político de todo color y de todo pelaje. No hay que demostrarlo. Pero lo más preocupante no es el hecho de vivir engañados. Lo peor de todo es que se nos engaña en asuntos muy graves, pues no es cuestión de darle forma a ese complicado entramado jurídico que ya resulta hasta extenuante. Ahora realmente estamos ante un serio problema político: ¿Está o no está el Presidente en capacidad de gobernar el país?... Esto es cuanto exigen esos aguerridos estudiantes en sus manifestaciones, y la respuesta es la engorilada peinilla. Una vez más el régimen miente cuando se afirma que todas las ideas son respetables. Aquí lo que tenemos es una descontrolada Nomenklatura enferma de poder, que está dispuesta a hacer lo que sea, por mantenerse atornillada en él, cueste lo que cueste, que trasgrede, corrompe y miente sin recato. Ya resulta un atentado contra la ciudadanía el hecho de confundir la verdad con la mentira, al punto tal de exhibir la mentira como verdad. Pero lamentablemente nos hemos acostumbrado con facilidad a la mentira, o a hacernos la vista gorda ante la triste realidad que nos abofetea cotidianamente.
barretom2@yahoo.com

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domingo, 30 de enero de 2011

DEMAGOGIA SIGLO XXI. MANUEL BARRETO HERNAIZ

"En las democracias, las revoluciones son casi siempre obra de los demagogos."  Aristóteles

Nos indica el Petit Larousse que demagogia (del griego, dmaggos, líder popular y dmos, pueblo) es una estrategia política que consiste en apelar a emociones (sentimientos, amores, odios, miedos, deseos) para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda.

TUCIDIDES
El asunto es tan viejo como la Humanidad, pues ya Tucídides, en su Historia de la Guerra del Peloponeso, nos ilustraba acerca de los demagogos, quienes se destacaban por dirigir su oratoria no tanto a persuadir, apelando a la razón de sus oyentes, sino a enervar los sentimientos del pueblo, que era mayoría, para empujar sus disparatados proyectos. Al pretender dominar, no van nunca a lo esencial; subrayan los pormenores que les interesan para impresionar la sensibilidad de las gentes, no para resolver el asunto de que se trate. Maestros en las artimañas demagógicas, la Historia Universal nos muestra sus características: Incontinencia verbal, uso certero de la retórica y de falsas promesas apuntaladas en las angustias, carencias y vicisitudes de los pueblos; asumen posturas mesiánicas ante los problemas socio-políticos y culturales, personifican valores morales, rinden culto mitológico a las glorias pasadas, se consideran predestinados para cumplir con los deseos, con los anhelos y necesidades de la sociedad a punta de prédicas interminables, arengas en su mayoría violentas y conducentes al fraccionamiento del estamento social; con deslumbrantes ideas de cambio revolucionario pretenden crear un mundo nuevo y mejor, rindiéndole tan sólo cuentas a la historia.

El demagogo, como hábil manipulador no juega limpio, hace trampa, pero los hombres se dejan engañar de buen grado por quienes satisfacen sus apetencias elementales. Se dirigen a la multitud de personas menesterosas con el amargo desenfado propio del que ansía revancha. De tal suerte, se ganan el favor de esas pobres gentes aunque estén seguras de que nunca conseguirá sacarlas de la pobreza y el atraso.

ALFONSO LOPEZ QUINTAS
Sostiene, al respecto, el profesor de la Universidad Complutense, Alfonso López Quintás:... "Los revolucionarios que exterminan el pasado conquistan el favor del pueblo mediante toda suerte de promesas utópicas, pero lo dejan aislado e inerme en un presente desmantelado, carente de posibilidades. Al no tener otro apoyo que las promesas recibidas, el pueblo queda prisionero de sus supuestos "liberadores". Esa invalidez lo torna sumiso y gregario..."

Y en virtud a que estamos en plena "Sociedad del Entertainment", nuestro demagogo mayor -gran comunicador, imposible negarlo- usa la palabra y la imagen de forma unilateral y superficial, como simples medios para conseguir sus fines. El uso banal del lenguaje -que es vehículo de la creatividad- le permite hacer tabla rasa de convicciones profundas, tradiciones valiosas, criterios y normas seculares de conducta, es decir, de todo aquello que significa para el pueblo un apoyo espiritual. Y le permite hacerlo sin que el pueblo se percate de ello. Y así vamos transitando este convulsionado siglo XXI.

Pero la pobreza, la miseria y el desempleo, herramientas políticas del demagogo, pueden llegar a revertirse contra quien mintió o se equivocó. Su fortaleza de otrora, su gran capital electoral, puede trocarse en su gran debilidad. Habrá un momento en que ese ciudadano que ha sido manipulado sempiternamente comprenderá que la aceptación pasiva y sumisa de su pobreza, se ha convertido en un status, en un pozo de angustias del que no podrá salir por los ensoñadores cauces de la demagogia ni por las proclamas comunistas. Cuanta razón encierra Umberto Eco en su expresión: "Sabiduría no es destruir ídolos, sino no crearlos nunca".

Ahora bien, si la demagogia encuentra con facilidad un campo propicio para germinar, crecer, desarrollarse y lamentablemente reproducirse, ¿qué podemos hacer? Se hace obligatorio repetirlo una vez más.

La respuesta es fácil; el logro, sin duda, muy difícil, pero no imposible: educar al pueblo para que comprenda que nada en la lucha por la vida se consigue por azar, porque "me toca por derecho" o "porque alguien me lo quitó"; que todo se construye con esfuerzo, dedicación y trabajo, que el facilismo, el paternalismo y la fractura social a cambio de votos han sido, son y serán una oferta lastimosa; que un pueblo se engaña cuando acepta como dádiva la redención sin hacer nada, que tan sólo mediante la promesa cumplible de la creación eficiente de nuevas fuentes de trabajo, de una verdadera distribución de la riqueza -conscientes de que llegó el momento de acabar con el mito de la presunta riqueza venezolana- y del esfuerzo y compromiso de todos por colocar a nuestro país en el sitial que se merece, podremos salir de este lamentable ciclo.

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lunes, 22 de noviembre de 2010

EL REY ESTÁ DESNUDO, MANUEL BARRETO HERNAIZ

En 1837 el escritor Hans Christian Andersen publicó un cuento que le haría famoso, y llevaba por título "El traje nuevo del emperador". Sostienen los entendidos que el danés se basó en una historia española moralizante, escrita entre 1330 y 1335 por el Infante Don Juan Manuel en "EL Conde Lucanor". La fábula en cuestión nos narra que un par de malandros charlatanes llegaron al reino diciendo al rey que tenían una tela invisible que sólo los inteligentes podían ver. Tocado el orgullo intelectual del monarca y sumando a ello su debilidad por los trajes no se habló más: los supuestos sastres confeccionarían la prenda. El rey convocó a sus súbditos para que vieran en un desfile el traje no sin antes advertir que sólo los inteligentes podían ver la tela. De entre la multitud asistente un niño gritó con inocencia reveladora: "¡El rey está desnudo!"... y la parodia se desmoronó.

De este cuento se deducen varias moralejas: una de ellas la inocencia de los niños tal como se suele decir, siempre dicen la verdad, y la otra, que no por el hecho de que una mentira sea aceptada por muchos; tenga que ser cierta.

Tal como la fábula, en nuestro país esta ocurriendo lo mismo. Un niño, ya crecidito, desengañado, cansado de tantas mentiras, asqueado de tantas demagógicas promesas, ya transformado en crítico y razonable ciudadano, ha descubierto que el "rey se pasea desnudo" y ha sido engañado por los sastres, que le hicieron creer en sus grandes bondades, que sólo serían vistas por los "inteligentes", es decir, por los sempiternos vividores- de acá y más allá- contratados para exaltar el ego del rey.

En nuestro país está pasando algo semejante con el régimen. Simula gobernar, tener ideas, proyectos, políticas, estrategias, pero el asunto no pasa más allá de un ritornello de vacías promesas y de costosas campañas propagandísticas que ya no convencen ni a los más ingenuos.

El rey quedó al desnudo al no cumplir con las más básicas responsabilidades para con su pueblo. Quedó al desnudo al no dispensar una adecuada salud a los venezolanos, pues optó por el modelo cubano de Barrio Adentro y abandonó la estructura tradicional generando el deterioro de los hospitales; quedó al desnudo al fracasar su modelo educativo, pues de manera demagógica transformó las misiones en un aparato ideológico condicionado por la dádiva, sin desarrollar las políticas necesarias para que en los próximos años contemos con una población adulta bien preparada, junto a millones de niños, niñas y jóvenes en planteles de óptimas condiciones, recibiendo una educación de calidad.

El rey quedó al desnudo por dejar a un lado las dos responsabilidades fundamentales del Estado: brindar seguridad a los ciudadanos y castigar a aquellos que llevan a cabo actos criminales. Quedó al desnudo al utilizar como mecanismo recurrente la eliminación de los enemigos políticos por la vía de enjuiciamientos de todo tipo y en número ilimitado, la persecución, detención o amenaza "jurídica" contra líderes de la oposición y contra los estudiantes.

Quedó al desnudo pues se empeñó en violar los derechos inalienables de los ciudadanos.

Quedó al desnudo al derrochar más de 900 mil millones de dólares y llevar al país a una incontrolada inflación, y lo que no se podía eludir: la devaluación dentro de una economía de puertos que hará más pobres a los pobres...al punto de verse obligado a fraccionar los aguinaldos de los empleados públicos.

Quedó al desnudo pues olvidó que la educación es la base de todo, y que el cumplimiento de la ley es lo primero que debe respetarse, sin concesiones.

El rey quedó desnudo y sin embargo pretende gozar de popularidad y lo que es más sorprendente, afirma que sin él, la patria se pierde, sin embargo, más que verse las costuras - o los abultados chalecos antibalas - del traje del "rey", acá ha quedado al desnudo la cruda verdad, pues los niveles de insatisfacción cruzaron la barrera de lo insoportable.

Ahora, luego del grito del avispado muchachito, ni el rey ni sus secuaces, con sus demagógicas maromas, convencerán a los ciudadanos de las bondades de un régimen que ha quedado tan desnudo como la esperanza de aquellos ciudadanos enfermos de resignación, pobreza y frustración con quienes logró durante un buen tiempo articularse.

barretom2@yahoo.com
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lunes, 14 de diciembre de 2009

MAQUIAVELO EN LA SALA SITUACIONAL DEL RÉGIMEN, MANUEL BARRETO HERNAIZ, DIARIO EL CARABOBEÑO

Recientemente apareció en los medios que el PSUV se aprestaba a preparar un "Código del Comportamiento del Militante Revolucionario", que de acuerdo con los responsables de su redacción: "...No es para establecer sanciones sino modelos de comportamiento revolucionario". Se evidencia, a todas luces, que cualquier maniobra de distracción en estos quehaceres políticos, vale la pena intentarse. Una de las características que mejor definen el "comienzo del principio del fin de la salida de la crisis" que estamos viviendo en los últimos años, es precisamente el giro radical que se empieza a imprimir al tratamiento de las cuestiones morales en los asuntos de la política; ubicándola más allá de cualquier espacio ideológico.
Maquiavelo no es recordado ni por su amor ni por su respeto a sus semejantes. De él se destaca aquella frialdad en sus argumentos: procurar el bien moral o material del pueblo quedaba relegado frente al objetivo de afianzar el poder del déspota. La interpretación del florentino Maquiavelo es la que expone que existen dos morales, la del ciudadano normal y la del gobernante, siendo la de este último una dirigida a la consecución y mantenimiento del poder por medios prohibidos al ciudadano.
Si la moral se retira, el poder de la autoridad se desboca convirtiéndose en tiranía. La moral actúa de esta manera igual que la separación de poderes, limitando el poder gubernamental que por naturaleza tiende a crecer.

Pero... ¿En verdad cree usted, apreciado lector, que acá contamos con tal división de poderes?

Ya muchos opinadores lo han expresado: El régimen es un fiel reproductor de viejas costumbres y obscenos privilegios. Así lo constatamos a través de las prerrogativas de que gozan y hacen gala los altos funcionarios chavistas, en términos de elevados sueldos, gastos de representación, viáticos, acceso a divisas, entre otras, sin que a cambio se muestren los resultados tangibles propios de una eficiente gestión pública en beneficio del pueblo.
Este régimen añora los tiempos medievales, los tiempos de los órdenes jerárquicos de la vida, el privilegio siempre por encima del derecho que hacía sencillamente impensable la disidencia y la pluralidad de los pensamientos.

Es más, en su costosa sala situacional se han percatado -desde hace un buen tiempo- que las tecnologías actuales de la comunicación tienen una potencialidad instrumental tan fuerte o más como la que tuvieron en tiempos medievales las narraciones de milagros, la devoción y el culto a los santos, y a los catecismo doctrinales. Esto quiere decir que la forma actual de dominación necesita de legitimación más o menos racional, requiere la justificación del orden que impone y no le basta la mera imposición, de allí las extensas "justificaciones" en continuas cadenas comunicacionales mediante la reconocida destreza en la utilización de los lenguajes específicos y la innegable capacidad de metaforización; desplegando gala al aparecer como adalides de una moral pública intachable.

Pretende el régimen reforzar su sistema de dominación "democrática", pues en el caso improbable de ser juzgados y condenados se coloca como ejemplo de la bondad del sistema que es capaz de detectar y expulsar a los miembros podridos, y mantenerse en las "normas morales estrictas de la democracia". En el caso contrario, cuando no se persigue al corrupto o cuando éste logra con diversos artificios salir absuelto o evadir la acción de la justicia, la consecuencia que se saca es la de que hay que "robustecer el poder de las instituciones democráticas" para que no vuelvan a darse tales casos. La estructura de la dominación se reafirma, y el principio de la doble moral se hace más aceptable por mayor número de personas involucradas en tales asuntos. Sin duda que en esta Sala Situacional Maquiavelo cuenta con un lugar preferencial, pues allí buscan la sustentabilidad de sus actos mediante aquellas máximas que sostienen que la grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido. Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un realismo práctico, no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. Política y moral son dos ámbitos distintos e incluso contradictorios.
Manuel Barreto Hernaiz.
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domingo, 4 de octubre de 2009

ACERCA DE LA RESISTENCIA CIVIL ESTUDIANTIL, MANUEL BARRETO HERNAIZ, DIARIO EL CARABOBEÑO¸ 03/10/09

"... Es la hora de pasar a la resistencia, sin concesiones a consideraciones cuantitativas como las de quienes consideran que resistir no es el mejor modo de crecer...". Antonio Sánchez García

Se puede definir la resistencia civil como esa forma particular de resistencia a la opresión que utiliza los métodos de acción no violenta sin recurrir al concepto de no violencia.

De acuerdo a la Ciencia Política, la resistencia civil tiene dos acepciones: una en el sentido de aguantar, con cierta conciencia de lo que se está haciendo, a una medida que no se comparte.


Esta sería la resistencia en el sentido más pasivo. Hay otra, que consiste en resistir a algo como un mecanismo de oposición para lograr desarticular o echar atrás una medida, de quienes en ese momento detentan un poder, de orden económico, político o cultural. La resistencia civil se entiende, entonces, como el mecanismo de llamar a la organización de los ciudadanos para que, mediante una actividad pacífica y organizada, se pueda demostrar inconformidad y rechazo.

La historia nos ha dejado la importancia de figuras como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Vaclav Havel o Lech Walesa, por citar unos cuantos, quienes nos demostraron que la rebelión armada no es el único medio apropiado para enfrentarse a la opresión y cambiar el orden político.
Pero hoy venimos a hablar de la resistencia civil de esa mayoría de venezolanos que no acepta más mentiras, ni se deja llevar por cantos de sirena de una Asamblea Nacional monocolor, que pretende resolver los problemas dictando leyes sin ponderar las consecuencias sociales; que se cansó de tanta palabrería inútil, de tanta corrupción y despilfarro, que no soporta más inseguridad e ineficiencia para cumplir con los más elementales servicios públicos; que ha comprobado que los hospitales, en lugar de mitigar el dolor, lo causan. Hablamos de esa resistencia civil valerosa y amplia, noble y comprometida.

Y así, desde un principio, cuando se planteó esta innecesaria "contienda", auspiciada por quienes debían llamar a la concordia, pues para eso se es gobierno. Sin embargo, olvidamos, o no nos percatamos, que el régimen está conformado, en su gran mayoría, por seres surgidos de los cuarteles, y por ende, poco dados al ejercicio de la democracia... y más aún cuando hay tantos beneficios exclusivos para esa casta, de por medio.

El régimen, haciendo uso de la represión estatal y criminalizando a cuantos le adversan, tan sólo les conminan, les conllevan, a esos cada vez más numerosos ciudadanos, a que comprendan que para alcanzar sus derechos, se hace indispensable mayor compromiso y organizarse políticamente; tal como lo expresan, en su Manifiesto Estudiantil, esos miles de jóvenes que hoy demuestran una noble y recia madurez: "Reivindicamos formalmente a la expresión pacífica de nuestras ideas, a nuestro derecho a la libertad de conciencia, a nuestro derecho a la manifestación pacífica de nuestras opiniones, y al diálogo, como nuestras herramientas de lucha democrática...".

Hemos visto recientemente el coraje de los estudiantes, en quienes ha venido forjándose una decidida conciencia, más allá de identidad grupal, como un proceso político - pedagógico acelerado, estableciendo como requisito para emprender cualquier tarea y alcanzar los objetivos deseados, el dejar a un lado el miedo y la apatía, demostrando tener la capacidad de escuchar sin alterarse y sin perder la confianza en sí mismos, al punto de lograr la libertad de uno de los suyos, y de todos cuantos anhelamos que no nos confisquen el porvenir.

Nuestro sincero reconocimiento a esos jóvenes apasionados antes que exhaustos, combativos antes que aquiescentes. Porque ha sido la juventud esa fuerza necesaria que, en los momentos apremiantes de la sociedad, logra cambiar positivamente el estado de las cosas. Y ese coraje, ese pundonor, los legitima como fuerza moral. Una nueva generación está naciendo, y con ella un nuevo país.


Manuel Barreto
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domingo, 6 de septiembre de 2009

*PRISIONERO DE SUS DEMONIOS, MANUEL BARRETO HERNAIZ, 05/09/09

"En tiempos de corrupción es cuando más leyes se dan". Condillac

Ya en otra ocasión habíamos mencionado que la búsqueda de culpables para exorcizar los males del país resulta óptima cuando se entiende que la responsabilidad recae sobre quien tiene en sus manos la conducción del país; quien ha logrado vender fácilmente su caldo de cultivo, direccionando las culpas que surgen de la desilusión, de esperanzas truncadas y sueños frustrados, y montándose en la interminable letanía: "Mister Danger", Uribe, los "cuarenta años", los golpistas, el neoliberalismo, la CIA, el capitalismo salvaje, los medios de comunicación y todo aquel que ose contrariar al régimen; bien informado que el miedo y el fervor son factores indispensables, de acuerdo a lo emanado de sus acuciosos y bien remunerados asesores, quienes ya saben que el Estado ha sido convertido en el instrumento más poderoso para enajenar y sobornar a la población, sin perder de vista que el pueblo debe ser objeto de sempiterna seducción, de eterna propaganda, de interminables cadenas. El régimen juega con la psicología de los ciudadanos, con sus decepciones, frustraciones y emociones, con la expresa finalidad de encauzar cualquier signo de descontento, y desviar la atención, pretendiendo silenciar la realidad del impacto socio-económico en el cual estamos inmersos.

Son pocos los ciudadanos que han considerado que todo este repertorio de nuevas leyes logrará - ad fortiori - un país igualitario, pluralista y democrático; pues - tal como lo sostienen mis amigos doctos en estos menesteres - las leyes son normas racionales, no arbitrarias ni caprichosas; orientadas al bienestar de la comunidad, no al provecho exclusivo de una persona o de un grupo determinado de personas, cuyo objetivo fundamental es regular el espacio público de la sociedad, y para que estas leyes surtan el efecto para el que son elaboradas, necesitan que los sujetos sobre los cuales dichas leyes han de ejercer su efecto tengan la capacidad y la libertad suficientes para entenderlas, discernirlas y obedecerlas o desobedecerlas. Sólo un pueblo debidamente educado y libre (económica, moral e intelectualmente) puede, primero, por su propia cuenta evaluar lo que vive y, segundo, decidir qué, cuándo y cómo cambiar lo que hay que cambiar, aprendiendo, cada día, a ser ciudadano. Y ese proceso, denominado "concientización" por el pedagogo Paulo Freire, es el que conduce al ciudadano a un lento despertar hacia la conciencia de lo que le está pasando y de lo que ocurre a su alrededor, y hasta los más humildes e indiferentes se dan cuenta de las maniobras de distracción ante la inocultable incapacidad del régimen para dar respuestas -luego de una década de promesas- a los problemas prioritarios tales como inseguridad, carestía en los alimentos, desatención en la salud, desmoronamiento de las infraestructuras del país e incontrolada corrupción; y así las cosas, el gran perdedor sigue siendo el pueblo, que no encuentra respuestas a sus necesidades. Se atropella e insulta diariamente, desde todos los órganos del poder, la dignidad y la inteligencia del desorientado pueblo, evidenciándose, como contrapartida gubernamental, un lamentable fanatismo, desprecio por la vida de los demás, la banalización del dolor, la absoluta indiferencia por los derechos humanos, la falta de humanidad y la sempiterna negación de la moral. Sin escrúpulos, poco le importa la expresión de la voluntad democrática del pueblo, ni el clamor de la gente que demanda el cese de la pugnacidad y atención prioritaria a sus problemas. Por el contrario, desafiante y pendenciero, intenta exacerbar los ánimos para abortar el conflicto, hacer inocuos -desde ahora- los venideros procesos electorales para sembrar el escepticismo y promover la abstención.

Ésa es la respuesta que da el régimen a las recientes acciones de protestas, marchas y testimonios de absoluto y contundente rechazo de la ciudadanía, sin colores ni distingos. El régimen hace intentos desesperados por impedir el sentido reclamo que clama a viva voz esas realidades que él mismo ha creado; ha convertido la violencia política en un sistema en el que las actividades políticas multiplican la violencia en las calles, en los mercados, en las oficinas gubernamentales, en las universidades; en fin, en todos los ámbitos de la vida cotidiana, pero es la forma en que pretenden atemorizar a toda la sociedad, incluyendo a aquellos enfermos de resignación, pobreza y frustración con quienes logró durante un buen tiempo articularse. El régimen se encuentra ahora prisionero de los propios demonios que ha ido desatando.

Manuel Barreto
barretom2@yahoo.com
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