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martes, 12 de marzo de 2013

OLGA RAMOS. COMO LA MUERTE ANDA EN SECRETO…! (*)

En estos días he leído innumerables tuits y varios artículos, muchos para mi gusto, rondando y regodeándose en el tema de la muerte por razones, más que obvias, patrias.
De hecho, la muerte se convirtió en un tema recurrente para los venezolanos desde hace algunas semanas.
La muerte, la no revelada, la presumida o la temida, nos seguía por todas partes a pesar de que, como en mi caso, le sacáramos intencionalmente el cuerpo, y lo hacía sin contemplaciones independientemente, de otras muertes que nos rozaban y revolvían la vida.
Pero no creo que esa variante del tema se convirtiera en la recurrente porque no existieran otras, más personales e intensas que nos afectaran a diario gracias a la delincuencia, al estrés o a la mala vida que nos estábamos dando, sino porque un evento, la ausencia, la convirtió en el centro de mesa en todo momento. 
Es por eso que, aunque aumentaran las estadísticas de asaltos y muertes producto de la inseguridad, o aunque descubrieras en una funeraria que en 4 de las 6 capillas estaban siendo veladas personas que conocías directa o indirectamente, la pregunta de rigor ante casi cualquier encuentro, la que seguía al “Hola, ¿cómo estás?”, era : “dime, ¿tú crees que está vivo o muerto?“
Cuando la muerte se convierte en una afrenta de esa naturaleza, se entiende que las cosas están realmente mal.
Mi relación con la muerte siempre ha sido muy sui géneris. Quiénes me conocen, desde siempre, saben que acostumbro a molestarme profundamente con todo el que quiero y que se atreve a morirse antes que yo, especialmente cuando lo hacer sin previo aviso; y también saben que acostumbro a hacer comentarios y chistes muy negros en torno a ella, específicamente, a las muertes más cercanas. Ojo, pero no se trata de los típicos chistecitos de funeraria, o de cualquier payasada que sirva para romper el hielo o aliviar el pesado aire del duelo, no, de esos no, porque para mi la muerte siempre ha sido un asunto muy serio, al que hay que tratarlo con el humor que se merece. De paso, también saben que muy poco soporto las cursilerías y los llantos fingidos y destemplados, pero respeto profundamente las lágrimas o el silencio producto del dolor desgarrado, porque puedo percibir su asfixia y eso me parte el alma.
Como es del conocimiento de todos los que he tenido cerca en los últimos meses, desde que mataron a mi amigo Carlos, la presencia de la muerte me tiene saturada, quizá por eso, por mi visión del humor negro que se merece la muerte y posteriormente, por toda la parafernalia tejida en torno a la “ausencia“, había decido no meter en mi agenda teatral a Matarile.
Debo confesar que viéndolo en retrospectiva, la razón del medio me quedó como petulante porque pude, sencillamente, confiar en la inteligencia reconocida  y respetada de Rebeca, en lugar de temer encontrarme con una pieza que no cumpliera mis expectativas sobre el tipo de humor deseado. Que feo me quedó eso… sorry Rebeca… Sin embargo, poniendo al margen mi petulancia y mi preferencia por el humor negro profundo, las otras dos razones, las que hacían que mi relación con la muerte estuviera un poco mellada en estos días, constituían una justificación más que válida para mantener mi decisión.
No obstante, la muerte, la que acabó con la ausencia, o mejor dicho, la que sacó de la ausencia al ausente, me jugó una interesante pasada y me modificó sin remedio la agenda de teatro, por lo que decidí, como era lógico, confiar en Rebeca, respirar a fondo mi saturación y lanzarme a ver Matarile.
Comienzo diciendo que tienen que ir a verla y que no se las voy a contar, porque ya saben que hacer eso no tiene chiste.
Continúo diciéndoles que obviamente cada cosa en su momento, pero menos mal que decidí confiar en la inteligencia y el trabajo que respeto y admiro de Rebeca Alemán (@rebecaaleman), Iraida Tapias (@iraidatapias) y toda la Gente de Agua (Water People Theater Company - @waterpeopletc) que es gente seria y que están en mi lista de #GQHLCB (Gente que hace las cosas bien), porque me reí y la disfruté a rabiar, casi tanto o más que ellos, que ya es decir. (Y aquí entre nos, ¿verdad que cuando uno va al teatro y percibe el disfrute de los actores interpretando, la experiencia es más intensa?)
Pero comencé a escribir estas líneas realmente, para decirles, que viendo Matarile pensaba en cosas que, quizá por triviales, escapan a nuestra consciencia cotidiana, como por ejemplo, lo común que es descuidar la salud hasta que la enfermedad nos alcanza y entonces, nos debatimos entre el miedo a la muerte, la nostalgia por todo lo que nos perderemos y el miedo a sufrir los rigores de la enfermedad. En algunos casos, el miedo se convierte en pavor y éste lleva a la negación, por lo que peleamos con lo que tenemos y retamos a la enfermedad o mejor dicho, por no asumirla y ponernos en tratamiento, terminamos retando a la muerte, como si tuviéramos un poder divino para vencerla. En este caso, creo que la “salud” escapa a nuestra consciencia cotidiana, porque pensamos en ella como ausencia de sintomatología, pero no como sinónimo de llevar una vida armónica y emocional y físicamente saludable.
Otra cosa en la que pensaba es en cómo escapa cotidianamente y para mucha gente, la propia consciencia de vivir la vida. Hay muchos momentos en los que las personas actúan como los estudiantes cuando tienen que entregar una tarea y sin pensar realmente en lo que tienen que aprender con ella, la hacen preocupados porque tienen que “entregar algo” que cumpla con unas pautas -o una receta, dependiendo del profesor- y que les permitirá obtener una “calificación” o una nota. Respiramos porque si no, nos morimos; comemos por ansiedad o para que no nos de una fatiga; damos los buenos días y preguntamos al otro ¿cómo estás? sin importarnos ni el buen deseo, ni la respuesta, por cortesía; escribimos el informe, para entregarlo; preguntamos al cliente ¿qué desea? por rutina; y hasta esquivamos la mirada para que no se nos vean las costuras…
Ver unos ojos brillando por la emoción y el disfrute por lo que se está haciendo, es poco común, o sucede por destellos. En su lugar, se percibe un vacío que torpemente se trata de llenar con la ejecución de rutinas que incluyen el beso y el abrazo que no se notan acolchados y sentidos. En la comunicación verbal, predominan frases pesimistas o disculpas por no tener ánimo en cada momento, cuando no las quejas o descargas por lo que estamos “sufriendo“. Es como si vivir, en este país, nos pesara demasiado, aunque creo que en el fondo, se nos olvidó lo que significa vivir y lo que nos pesa demasiado es tratar de sobrevivir.
Claro, después de esto más de uno pensará, pero Olga ¿no es obvio? ¿no está suficientemente jodida la vaina? ¿de qué cuernos hablas?
Y es que mientras veía Matarile, estaba pensando en nuestra reiterada manía de jugar a vernos en el espejo sin reconocernos que, en este caso, se traduce en no darnos cuenta de que nos estamos convirtiendo en un país de “muertos-vivientes“, de gente que perdió la noción y la consciencia de vida en su cotidianidad y que regalándole el poder al otro, deambula por los predios de su casa sin permitirse tocar la puerta, coger las riendas de su vida y entrar. Es decir, se puede vivir muriendo con cada acción cotidiana y ni enterarte.
Cuando se trata de la vida a nivel personal, el poner el poder en otro, quién quiera o lo que quiera que sea, nos aparta tanto de la responsabilidad sobre lo que nos sucede, como de la esperanza, como escribía en twitter en estos días, contrastándolo con la máxima que reza que hay que vivir cada día como si fuera el último, pero no porque sientes que se te acaba la vida, sino porque lo exprimes para disfrutar al máximo cada segundo que puedas respirar.
Pero cuando se trata de la vida en el contexto de la convivencia o la vida en comunidad, ya sea muy local o nacional, el colocar el poder en el otro no es más que una modalidad viciada del significado que se le da al “liderazgo”, que permite atribuirle a quiénes por legitimidad de alguna naturaleza, tienen el mandato o el reconocimiento para la conducción de alguna instancia de gobierno o de alguna agrupación política o social, y en lugar de ello, se pone la suerte del colectivo en sus manos cediendo por parte de sus miembros, el control que emana, tanto del poder de decisión, como del ejercicio de la responsabilidad ciudadana.
Lo interesante de este fenómeno, en nuestro caso, -aunque suene feo decir “lo interesante” en este contexto- es que el fenómeno es bastante generalizado y se expresa tanto en aquellos que entregan su poder poniendo en el otro la esperanza de tener una buena vida, como en aquellos que lo hacen achacándole al otro la responsabilidad por no tenerla. (Dos caras de la misma moneda, o nuestro reflejo visto en el espejo)
Escribiendo ésto, me acordaba de Martín-Baró, me preguntaba si este vivir muriendo, como personas o como país, cual muertos-vivientes, sin esperanza, es lo que él llamaba “desesperanza aprendida” y si de eso se trata, ¿cómo podemos hacer para superarla? ¿qué tanta capacidad tenemos en lo individual y en lo colectivo para retomar el poder y la conducción de nuestras vidas y del país?
Creo que las respuestas a esas preguntas son parte de nuestra tarea pendiente.
Por ahora me despido agradeciendo a Rebeca la sugerencia y al elenco de Matarile (Rebeca Alemán, Ámbar Díaz, Rolando Padilla y Dereck Blanco) por su excelente trabajo, por haber disfrutado tanto su interpretación -la mejor ilustración de lo que significa vivir con el fuego de la vida en el brillo de la mirada- y por haberme contagiado con su disfrute, pero especialmente por la energía que hizo que emergieran, de otra manera, algunas ideas sobre la vida y la muerte.
Y termino, como Matarile, afirmando ¡La muerte debe ser la hostia porque el que muere no vive más!
 (*) Para quién no la conozca, es el primer verso de la canción “Testamento” de Silvio Rodríguez. La primera canción relacionada con la muerte que canté a consciencia en mi vida
Olga Ramos
oiramoss@gmail.com

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miércoles, 27 de febrero de 2013

FERNANDO OCHOA ANTICH, ¿HASTA CUÁNDO?

         Hugo Chávez debe responder esa pregunta. No es posible que la ambición de una persona y de una camarilla pueda someter a un país al grado de incertidumbre que vive actualmente Venezuela. Parece ser que el presidente de  la República llegó a Venezuela, desde Cuba, el lunes 18 de febrero en la noche. 
               El viernes 22, día en que envío mi artículo a eluniversal.com, todavía nadie lo ha visto ni él ha tenido la fortaleza  para dirigirse a los venezolanos. 
              Pareciera ser que la decisión de viajar la tomaron los Castro, Maduro y Cabello, ante la posición de los valientes estudiantes que se encadenaron en las rejas de la embajada cubana para exigir se aclarara la situación constitucional que enfrenta Venezuela y el impacto que dicha protesta empezó a tener en la opinión pública.
         La verdad, la única verdad es que la situación política es totalmente insostenible. Hugo Chávez tiene que aparecer o el Tribunal Supremo de Justicia debe nombrar una Junta Médica, de reconocida capacidad y prestigio, para que, de una vez por todas, aclare de manera definitiva si Hugo Chávez está en condiciones de ejercer la presidencia de la República. Si esto no ocurre, los venezolanos tenemos que concluir que Hugo Chávez no se encuentra en condiciones para ejercer el poder y por lo tanto, el gobierno de Nicolás Maduro es ilegítimo e ilegal. Usurpa las funciones que ejerce.  El único que tiene legitimidad es Hugo Chávez. Si él no puede desempeñar el cargo se debe aplicar el artículo 233 de la Constitución Nacional ante la certeza de su ausencia absoluta. 
         La maniobra del chavismo está a la vista. Se engaña a los venezolanos con un solo objetivo: ganar tiempo. A la camarilla formada por Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Rafael Ramírez no les importa ni el   sufrimiento de Hugo Chávez, ni el dolor de su familia, ni la grave crisis económica y social que ya tuvo su primera consecuencia: la devaluación del bolívar en un 46 % de su valor con respecto al dólar. Lo importante es lograr que Nicolás Maduro, supuesto candidato del PSUV, logre fortalecer su popularidad a través de la propaganda oficial. Eso es lo que hemos visto durante estos dos meses. No sólo ha ocupado todos los espacios en los medios de comunicación sino que, además, se ha dedicado a amenazar e insultar,  de manera inaceptable, a la oposición democrática.  
         Parecieran olvidar que los votos de la oposición representan cerca del 50 % de los venezolanos. Se hacen la ilusión de que el triunfo en las elecciones presidenciales y de gobernadores significa que los venezolanos respaldan masivamente la supuesta Revolución Bolivariana. Olvidan que ese triunfo se logró en medio de un indiscutible abuso de poder, que empieza con el uso masivo y gratuito  de los medios de comunicación para defender la acción de gobierno y promocionar a los candidatos oficialistas, para terminar con todas las arbitrariedades, habidas y por haber, en el campo electoral. Además, no recuerdan que sus partidarios permanentemente los responsabilizaban a ellos de todos los errores que cometía Hugo Chávez desde  la presidencia. Esa percepción no da votos.
         Para colmo, el mal manejo que el régimen chavista ha venido haciendo de la economía, durante estos catorce años, obligó a aplicar “un nuevo paquetazo”, para poder equilibrar unos números que realmente aterrorizan. Es tan grave la situación que, por primera vez, no se acompañó el ajuste económico con medidas compensatorias para evitar el impacto en los sectores más pobres de la sociedad. Rechazar, como lo hizo la bancada chavista, un incremento del sueldo mínimo similar al monto de la devaluación es un absurdo, pero me hace ver con claridad la estrategia de Nicolás Maduro y la camarilla que ha empezado a rodearlo: retardar las elecciones presidenciales, el tiempo que sea necesario, para lograr fortalecer su imagen popular y tratar de recuperar la economía.
         Al contrario, la estrategia de la oposición debe buscar presionar, con gran fuerza, la inmediata convocatoria de las elecciones presidenciales. Definitivamente, Hugo Chávez ya no puede ejercer sus funciones. La táctica es una sola: movilización popular. Es una realidad indiscutible, que los sectores de oposición no están muy dispuestos a salir a la calle. En ellos influyen los dolorosos recuerdos del 11 de Abril y el fracaso de la huelga petrolera. Eso es verdad, pero también es cierto que el ambiente político ha empezado a cambiar. Las protestas populares se repiten constantemente. Lo que hay que lograr es coordinarlas y darle orientación política. Al mismo tiempo, se requiere recordarle permanentemente a la Fuerza Armada su obligación de respetar y hacer respetar la Constitución Nacional.
fochoaantich@gmail.com.
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lunes, 21 de enero de 2013

AMÉRICO MARTÍN, ANOMIA

El misterio acerca del destino del caudillo no puede prolongarse más sin que revienten las costuras. 
No se sabe cómo concluirá el sudoroso juego de sombras chinescas entre Maduro y Diosdado. Hay un rumor de gatos pardos desplazándose embozados en la oscuridad. Algunos temen una noche de puñales. En un momento tan inconveniente el desamparo atormenta sus noches
Venezuela es el país latinoamericano donde se registran más protestas, según el Observatorio de conflictividad social del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)
No deja de ser sorprendente la curiosa situación institucional que está viviendo nuestro país. Hay un presidente que no puede serlo y otro que no se atreve a serlo.
Con el fin de que sus actos presidenciales no sean írritos, el que está en Miraflores sin título, hace nombramientos para los que no está constitucionalmente facultado. Se vale de un procedimiento extraño: trae órdenes y actos de gobierno atribuidos al presidente enfermo, que le dan piso a un gobierno que no lo es. Nadie ha verificado si figura en ellos la firma del presidente reelecto o si se trata de manipulaciones de la persona que gobierna en su nombre, refugiándose, eso sí, en el pretexto minado de que sólo cumple órdenes.
Ese galimatías institucional está montado sobre bases errátiles. El PSUV está unido con lazos emocionales alrededor de su líder enfermo como ninguna otra organización en la historia del personalismo venezolano. Guzmán Blanco fue un "caudillo", el taita Crespo también, y no obstante el Partido Liberal Amarillo no murió con ellos.
Stalin, dueño de vidas y padrecito de todas las Rusias, se desvaneció en la bruma pero el país decoló hacia Jruschov sin que desapareciera el partido de Lenin. Después de Mao vino Den Xiaoping y aunque el partido comunista no es ni la sombra del organizado por los líderes de la Gran Marcha, allí está. ¿Y qué decir del hermético dictador Franco? Entubado tres meses, fallece para que el secretario del Movimiento Nacional, Adolfo Suárez, tuviera un desempeño extraordinario. Cuando en 1935 el general Gómez se retiró del escenario de la vida, López Contreras, elegido del dictador, inició la reforma del sistema que durante 26 años sembró el terror en Venezuela.
La incógnita es si el PSUV podrá sobrevivir a la falta absoluta de su líder y demiurgo.
En los últimos cinco años, Venezuela ha sido el país de los conflictos, en comparación con el resto de las Américas. Esa opinión no es mía ¡líbreme Dios! En el epígrafe he denunciado a su autor, el reputado CLACSO de cuya seriedad sólo los necios podrían dudar.
¿Cómo es que pese a tan estremecida situación social, el presidente Chávez sigue manteniendo altos niveles depopularidad? La respuesta que se me viene es la naturaleza especial de su liderazgo. Valiéndose de artes que sus sumisos consideran mágicas, de un uso sin tasa de los colosales ingresos fiscales y de divisas por el sostenido mercado al alza del petróleo, y del control absoluto del Poder Público, Chávez ha cortado la deriva política de las tormentas sociales. Puede lograrlo con un discurso santificado en el que su buena fe contrasta con la ineficacia de sus ministros. Estos han cargado con el peso muerto de su gobierno para que el líder quede libre de pecados. Y ahora resulta que Chávez se ausenta quien sabe si definitivamente y son los vituperados ministros los que deben asumir la carga del poder.
Chávez era el árbitro, la palabra última, el cemento de la unidad, el salvador de la causa en la barahúnda de los abanderados a las gobernaciones. La olla estaba a punto de reventar, pasiones desatadas, grupos internos en luchas desgarradoras. ¿Qué podían hacer, bendito Señor? Nadie les hace caso, no hay consensos regionales y ni soñar con unas demenciales primarias.
El dedo de la Providencia impidió el desastre. Los agitados militantes se vieron forzados muy a su pesar a renunciar a su humano derecho de elegir y ser elegido. El caudillo resolvió por todos. Y encima tuvieron que darle las gracias.
Pregunto con bíblica mansedumbre: en un panorama de conflictos recrecidos y sin la intervención del demiurgo ¿quién evitará que se proyecten a la política las quejas de un sindicato, una universidad o un puñado de pobladores alzados contra la inseguridad, el desabastecimiento y el crimen callejero? Sin ánimo de fastidiarles la paciencia permítanme insistir: ¿Quién? Créanme, los comprendo. No cometen pecado si corren la arruga. Nada pueden hacer por sí solos. Unan sus debilidades mientras el cuerpo aguante. Vislumbran en el horizonte la posible pérdida del poder si se les deshace el frágil entendimiento o sus protocolos ocultos. Y señores, por la vida: ¡Miraflores bien vale una misa! Han logrado un entendimiento de última hora cuyas interioridades se desconocen aunque se intuyan. Raúl Castro fue el facilitador, la Isla el escenario donde el gobierno venezolano va a resolver su drama. Eso nos dice que están dispuestos a asumir las conductas más humillantes, más indecorosas, con tal de que alguien los ayude a entenderse. Así deban desfilar contritos rumbo a La Habana.
El misterio acerca del destino del caudillo no puede prolongarse más sin que revienten las costuras. No se sabe cómo concluirá el sudoroso juego de sombras chinescas entre Maduro y Diosdado. Hay un rumor de gatos pardos desplazándose embozados en la oscuridad. Algunos temen una noche de puñales. Y para peor, el sabio líder ya no está aquí. En un momento tan inconveniente el desamparo atormenta sus noches.
Ulpiano decía que la justicia consiste en darle a cada quien lo que le corresponde. ¿Pero cómo queda la justicia si dos rivales entreveran lo que les corresponde? Lo único que les queda, señores, es el atrabiliario acuerdo cubano. Un pacto de palitos mantequilleros y una infinita sed de fantasías.
amermar@gmail.com

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domingo, 14 de octubre de 2012

RAFAEL MUCI-MENDOZA, MORALEJA DEL CAMINO…

Se les ha mostrado un camino y estoy seguro de que Chávez no cumplirá lo prometido
Nadie dijo o se creyó que sería fácil… Una buena proporción del país se encuentra hoy triste por la pérdida, por la pérdida de la certeza de un cambio. 
Quizá para el momento era mucho pedir. Pero en la vida no hay certezas, sólo incertidumbres.  Sobreviene entonces el duelo y más importante aún que la negación, es su elaboración, y ello tomará el tiempo de Dios. Luego, ascenderemos un peldaño más en el camino hacia la madurez, no seremos pues los mismos y es así como una amarga experiencia se transforma en inigualable oportunidad de aprendizaje.
Durante el camino emprendido por Henrique tal vez sentimos ajeno alivio, al fin alguien hacía lo que nosotros debimos hacer mucho tiempo atrás, siempre en la búsqueda de que otro resolviera nuestros problemas, sin comprometernos por temor o por comodidad: el viejo dicho, ¨El que venga atrás que arree¨. El oponente era formidable, había embarbascado al pueblo raso, ese que siempre tuvo muy poco y ahora menos, sólo limosnas devaluadas. Ahora se les ha mostrado un camino y estoy seguro de que Chávez como tantas veces, no cumplirá lo prometido. Está en su naturaleza la argucia, el engaño, pero debe recordar que tampoco su pueblo es igual después de la contienda, también ha aprendido y exigirá una eficiencia que le será negada porque es una virtud ausente en revolución.
La moraleja de ese camino iniciado es no mirar distancias, pues cuando la distancia deja de ser una meta, el caminar se vuelve un aprendizaje y hemos aprendido muchas verdades dolorosas…Soportar, comprender y levantarnos cuando al tropezar caigamos en el camino, pues el músculo se templa y la voluntad se agiganta al sortear los obstáculos; pero por sobre todo, la vida está allí con las mieles del triunfo y el amargor de la derrota y es obligación seguir en el camino, seguir viviéndola y continuar persiguiendo el objetivo.
rafael@muci.com; rafaelmuci@gmail.com

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miércoles, 9 de mayo de 2012

ALFONSO MOLINA, EL SECRETO COMO FORMA DE GOBIERNO,

En los últimos doce meses Venezuela ha vivido en la incertidumbre. La enfermedad del Presidente era un secreto hasta que lo inevitable se reveló en junio pasado. Pero el lugar donde tiene el cáncer sigue siendo un secreto y el tipo de operaciones que le han practicado y los tratamientos que le han aplicado son secretos a medias. 

Hoy nadie sabe cuál es su estado de salud real. Es secreto. Como secreta fue hasta hace pocos días la nueva Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (esa larguísima LOTTT), aunque los miembros de la comisión de expertos venezolanos que la “elaboró” declararan públicamente sus bondades. Ni ellos mismos la conocían. 

Es un ley que esconde sus verdaderos alcances con una retórica obrerista. Los cumple casi en secreto. Tampoco  nadie sabía que el Presidente iba anunciar la creación del Consejo de Estado. También era un secreto. Diosdado, Jaua y Maduro se quedaron de piedra cuando la anunció. 

Estamos ante el secreto como método de gobierno. Es decir, la incertidumbre, la sospecha, las medias verdades, las mentiras absolutas, “lo más seguro es que quién sabe”. 

Pero lo más interesante es que los secretos se piensan, crean y difunden desde La Habana. El Consejo de Estado venezolano es muy parecido al Consejo de Estado cubano, aunque allá sí tiene funciones de gobierno. La LOTTT se expresa a través de la retórica del Código del Trabajo cubano, en una clara transición hacia el socialismo, sin la participación del sector privado. 

En ambos instrumentos jurídicos la palabra empresa no existe sino “entidad de trabajo”. Y desde Cuba se maneja el secreto de la enfermedad de Chávez. Desde allá se oculta la verdad. Los venezolanos no tenemos derechos a saber lo que pasa sino solo escuchar rumores y mentiras acomodaticias. ¿Qué otros secretos tenemos? Muchos, pero aún no los sabemos. Son secretos.

@almolina

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miércoles, 18 de abril de 2012

ANTONIO JOSÉ MONAGAS / PIDO LA PALABRA / "A PUNTA DE PERIODICAZO"

Gobernar no es un asunto fácil. En democracia constituye un complicado problema. Pero no por las tramas que enrarecen los caminos propios de los sinuosos procesos que comprometen una administración pública estructurada según criterios y principios de ordenamiento jurídico y valores políticos y sociales sobre los cuales se depara la funcionalidad del sistema político que debe orientar las decisiones de un gobernante. Ni tampoco por los controles que deben operarse para evitar dolosas decisiones. Particularmente, por las múltiples variables que determinan el cauce de las políticas públicas asumidas, de los lineamientos generales de los planes nacionales o regionales a ser emprendidos, y de los rangos de complejidad que signan la gerencia pública en todos sus niveles y grados de exigencia. Es una cuestión que debe entenderse desde el contexto de la civilidad y la ciudadanía.
Cuando gobernar se asume con la óptica del militarismo, las realidades se perturban al extremo que incita el autoritarismo toda vez que quienes fungen de gobernantes, suponen que por la vía de la inmediatez abordada, desde la perspectiva del fusil con bayoneta calada, la tarea puede resultarle más expedita. Pues todo lo contrario. Y lo peor, es que no lo reconocen por cuanto estos personajes, envueltos en chapas, estrellas y soles de cualquier color, por su investidura militarista, no comprenden que los Estados-naciones están lejos de ser cuarteles.
Más aún, la condición militar obnubila la posibilidad de equilibrio que la noción de gobernabilidad exige al momento de considerar la ecuanimidad de situaciones donde tienen cabida todas las opciones. No aceptan que la tolerancia se vincule con el pluralismo a partir del cual deben fundamentarse las decisiones de todo tenor y alcance.
La situación actual de Venezuela es un símil exacto de la mezquindad y mediocridad que preceden y presiden la caracterización de totalitarismo a la usanza de lo que se vivió en el siglo XIX. La condición militarista que muestra el gobierno venezolano, hace que los problemas se acentúen a pesar de la retahíla de ofertas que vociferan desde sus dominios mediáticos. El primer mal ejemplo lo dicta el propio presidente quien engreído por la fuerza de sus órdenes y el poder de sus escándalos envueltos en improperios, amenazas y ocurrencias orilleras,  se torna atrevido, insolente y desconsiderado. Desconoce los preceptos constitucionales. O al menos, los que normalizan sus ejecutorias y movilizaciones. Ahora gobierna desde Cuba. Sus decisiones trasponen acuerdos internacionales sin importarle posibles o futuras consecuencias. Sus ejecutorias contradicen anteriores consideraciones. Incluso, acuerdos internacionales. Maneja los recursos a su entero proceder rehusándose a consultar instancias que, por ley, tienen natural injerencia en la administración del erario nacional. Dispone arbitrariamente lo que le venga en gana. Desde ordenar el apresamiento a quien se resiste a su populacherismo, hasta dictaminar las expropiaciones que a su juicio deben servir a su causa socialista.
Este gobierno entró en un círculo vicioso dentro del cual se potencia la crisis de dominación que viene afectando el gentilicio democrático nacional. La insidia interna, sumada a la lucha por el poder partidista amparada en la impunidad y la corrupción encubierta y alcahueteada por el oficialismo. Todo lo busca resolver con empellones, empujones,  declaraciones furtivas y pistoletazos. O sea, a punta de periodicazo.
VENTANA DE PAPEL
 “POR LA BOCA CAÍSTE”
A escasos días de ocupar las primeras páginas de diarios de circulación nacional, en virtud del liderazgo frente al equipo de béisbol los Marlins de Miami por lo cual había llenado recientemente las graderíos del estadio Joker Marchant en la localidad de Lakeland (Florida), su manager, el venezolano Oswaldo Guillén (Ozzie), calló en desgracia por culpa de sus declaraciones a la revista Time. El diario El Universal, había reseñado “Ozzie Guillén tiene el poder”. Sin embargo unos días después, entrevistado para tan importante publicación estadounidense, expresó que amaba a Fidel Castro lo cual le deparó el rechazo de su vida. Cientos de aficionados y fanáticos de los Marlins, se congregaron en las afueras del estadio para elevar su protesta contra Guillén. Sobre todo, cubanos residenciados en Miami.
Ahora Ozzie pareció entender aquel proverbio chino que pregona: se es esclavo de lo que se dice y dueño de lo que se calla. No había reconocido que hay que pensar mil veces antes de decir las cosas y analizar las situaciones. Aunque tampoco hay que ir por la vida soltando lo que pueda ocurrírsele a uno. Especialmente, si no sabe del tema. Ese fue el problema que padeció Ozzie Guillén al decir lo que quizás no quiso proferir. Pero lo que si expresó con alguna vehemencia, luego de pedir perdón de rodillas a los cubanos y latinos, fue que “Hugo Chávez está haciendo en Venezuela el mismo daño que hace Fidel Castro en Cuba”.
Aunque después de meterse en tan serio embrollo, alguien le habrá dicho: “piaste tarde, pajarito”. “Por la boca caíste”.

INFAME CELEBRACIÓN
FLORES MUSTIAS
Abril, dejó de ser el mes que la etimología relaciona con el verbo aperire ('abrir'), por la supuesta forma aperilis, asociándolo a que en este mes la naturaleza abre las flores. Ahora las realidades se han tornado indeseables no sólo por los desacomodos del clima. Asimismo, por los exabruptos gubernamentales toda vez que la gestión pública la ha convertido en espacio para un exacerbado proselitismo que además de consumir los recursos del Estado, causa desasosiego en la población que se plantea la democracia como sistema político de vida.
La exagerada celebración de la extraña restitución al poder del presidente Hugo Chávez, luego de la reacción cívico-militar que momentáneamente dio al traste con el autoritarismo que había pretendido y que hasta ahora continua ejerciendo incluso con mayor saña, ha sido el motivo para que el propio gobierno central celebre, con bombos y platillos, la deshonra constitucional que representó aquel 13 de abril de 2002. Diez años han pasado desde entonces. Diez años colmados de arbitrariedades, actos vandálicos impulsados por la violencia política promovida desde Miraflores, agravios contra la propiedad individual, contra los derechos fundamentales del venezolano, acusaciones infundadas y decisiones desajustadas de la ley, cabalgante corrupción, hinchada criminalidad sin castigo, desorbitada inflación, medidas y resoluciones impúdicas que contravienen los esfuerzos por desarrollar económica y socialmente la nación.
Entonces, ¿por qué tanto derroche en propaganda para exaltar la muerte de venezolanos que cayeron protestando los caprichos de un régimen cuyas controversias siguen causando tantos desastres de todo tenor? Resulta absurdo permitir tan infame celebración.
CUNDE LA INCERTIDUMBRE
Las noticias, aunque muchas basadas en meras especulaciones debido al grado de desinformación con el cual actúa el gobierno nacional aconsejado por asesores cubanos infiltrados en la estructura administrativa pública, son preocupantes. Desde lo que significa la salud presidencial, hasta los rumores sobre el crudo enfrentamiento por el poder que está viviéndose en los cuadros superiores del PSUV, configuran todo un abanico de sombrías conjeturas que en los últimos días están tejiéndose en la piel política del país. Hay quienes advierten que momentos críticos asechan la nación. El alto mando militar se debate entre hipótesis y determinaciones que no terminan de ponerlos de acuerdo lo cual deja ver, con cierta transparencia, la sarta de problemas que le espera a la sociedad venezolana. Más aún, cuando la incapacidad gerencial ha sido lo característico de estos últimos años de “revolución bonita”.
Se dice que la controversia es de tal tamaño dentro de las filas gubernamentales, que lejos de resolverse la situación en ascuas, todo podría devenir en una hecatombe política y administrativa de marca mayor. Aunque nada de lo que ha corrido es deseable, lo que debe buscarse es la conciliación de manera que cualquier indicio de asedio pueda derrumbarse a partir de la confianza que, decisiones ajustadas a derecho, imperen por encima de cualquier temor o rumor de baja calaña. No hay duda de que la situación es compleja en el ambiente militar. Igualmente, en el terreno político que toca al gobierno y a la conducción del país en todas sus esferas. En medio de esta hora turbia, parece que nadie se atreve a tomar decisiones.
El país desea el retorno de un presidente sanado. Pero que al mismo tiempo, entienda él que debe gobernarse con sentido de respeto al oponente que igualmente es tan venezolano como el que más. Las horas que vienen reflejar escepticismo dada las condiciones reinantes. En todo caso, es indudable que cunde la incertidumbre.
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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martes, 28 de febrero de 2012

THAYS PEÑALVER: VIENEN TIEMPOS DIFÍCILES

El país debería saber a que atenerse, porque no es un tema de llegar o no a las elecciones, o de ganarlas o no. La Constitución es muy tajante al respecto porque pase lo que pase, durante los próximos 5 años (contando este) en caso de falta del Presidente, hay que llamar a unas elecciones en 30 días. No hay tal cosa como continuidad, no hay tal cosa como Vicepresidente, ni Presidente de la Asamblea terminando el mandato. Pase lo que pase, hasta el 2017 si el Presidente faltara, hay que llamar a elecciones (Constitución Art 233)

Cuando Ronald Reagan sufrió el atentado, uno de los primeros en informarlo fue un famoso periodista llamado Reynolds de la cadena ABC: “El presidente no ha recibido un disparo” informó. Décadas de experiencia en este tipo de noticieros, hizo que buena parte de los Estados Unidos respirara de alivio por segundos, hasta que uno de los asistentes, le devolvió el papel señalando donde estaba escrita la noticia, el periodista se volcó sobre el importante papel, para impresionarse ante lo escrito: “El presidente ha recibido un disparo”. Sin poder creer que había cometido aquel error exclamó ¿El Presidente recibió un disparo? Y así procedió a informarle al pueblo estadounidense sobre la verdadera condición de Reagan. Eso fue en esencia lo que pasaba a muchos, pocos creían que eso estaba pasando.

Puertas adentro de la Casa Blanca la situación era una locura. Unos querían negarlo todo, otros informar claramente y el caos se hizo presente. Desde ¿Qué hacer con los soviéticos si se enteran? o ¿Dónde esta el maletín con las bombas atómicas? Hasta los líderes del Senado con sus preocupaciones “si el presidente pasa mucho tiempo en el hospital, sus reformas no serán aprobadas”. Otros preparaban la sucesión, mientras terceros se negaban tajantemente y uno que otro decía: “Aquí mando yo”. De allí vino el razonamiento informativo porque nadie estaba preparado: “El presidente no ha sido operado” informaron mientras sabían que Reagan estaba en la sala de operaciones. “El Presidente no ha dejado en paz a las enfermeras” cuando en realidad estaba inconsciente porque había perdido la mitad de la sangre. “El Presidente dijo que ojalá que todos sean republicanos” (sobre los médicos que lo atendían) en el momento en el que se debatía entre la vida y la muerte.

En plena guerra fría, con varias leyes paralizadas en el Congreso, proyectos a punto de perder sus soportes y un Partido Republicano con sus alianzas fragmentadas, la situación política de Estados Unidos se tornaba muy delicada como para decirle al planeta que el Presidente estaba mal herido, que había perdido la mitad de su sangre, que tenía una bala explosiva alojada cerca de su corazón y que, en medio de ese drama le requería a los doctores que atendían al resto de los heridos que usaran chaleco antibalas (New York Times 3/4/1981) ya que dichas balas podían explotar en cualquier momento. Así que se  hizo el montaje oportuno, con un muy debilitado Presidente, acallando los inmensos rumores que ya eran incontrolados y que hasta el día de hoy, pocos supieron en realidad lo que verdaderamente sucedió.

En nuestras latitudes, está ocurriendo lo mismo. Muchos no se creen lo que está pasando y no nos informan porque la sorpresa es máxima. Sacar a un Presidente recién operado a jugar baseball no fue una señal de fortaleza, sino de debilidad. Ponerlo a trotar en plena quimioterapia además de una falta total de sentido común, demostró la fragilidad del momento que vivimos. Pero enviaron ese mensaje porque hay demasiado en juego, por eso lo delicado no es que no lo sepamos, sino precisamente que no lo sabemos. No nos lo dicen o lo dicen edulcorado porque puertas adentro no les conviene y porque sería una hecatombe no para Venezuela, ni para la oposición, sino para los suyos, más aún en tiempo electoral.

No hay mayor idiotez que esa de pensar que lo hace para proyectarse como victima y ganar adeptos. Nadie juega con el cáncer, no se trata del polio de Roosevelt o de una bala como la de Reagan, o una enfermedad que desfigura el rostro donde la adversidad se supera, se trata de una enfermedad mortal, del primer enemigo de la humanidad, no hay hogar en Venezuela que no sepa de sus estragos. Ambos bandos, como usualmente sucede están en su etapa de negación, pero de cara a la elección, cada gripe, cada aló presidente suspendido, cada imagen de fragilidad, cada rumor va a actuar en su contra en materia de apoyo electoral.

La situación es extraordinariamente delicada. Luego de dos operaciones para extraer un tumor del tamaño de una pelota de baseball, descubierto tardíamente porque estalló en una infección  y un tratamiento de quimio como para tumbar a un elefante, que terminó con los primeros exámenes que verificaron “científicamente” que no había una sola célula maligna. Apenas en su primer chequeo post tratamiento (4 meses) nos informan que el tumor siguió creciendo indetenible y agresivamente (Chávez dixit), poco hay que añadir, especular o inventar al respecto.

El país debería saber a que atenerse, porque no es un tema de llegar o no a las elecciones, o de ganarlas o no. La Constitución es muy tajante al respecto porque pase lo que pase, durante los próximos 5 años (contando este) en caso de falta del Presidente, hay que llamar a unas elecciones en 30 días. No hay tal cosa como continuidad, no hay tal cosa como Vicepresidente, ni Presidente de la Asamblea terminando el mandato. Pase lo que pase, hasta el 2017 si el Presidente faltara, hay que llamar a elecciones (Constitución Art 233). Por eso las amenazas de alguno de los suyos con incendiarlo todo antes de irse, como Nerón a Roma, porque de la etapa de negación, se va a saltar a la de la ira. Pidámosle a Dios que mejore la salud del Presidente pero sobretodo que lo derrotemos por la vía de los votos. Porque de lo contrario, vienen tiempos muy difíciles y turbulentos para la República.

tpenalver@me.com

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domingo, 19 de febrero de 2012

CARLOS BLANCO : TIEMPO DE PALABRA. EL PRESIDENTE ESTÁ TRISTE. ¿QUÉ TENDRÁ EL PRESIDENTE?

"Es duro, después de 13 años, que ciudadanos se muevan en millones a decirle que no"
¿QUÉ TENDRÁ EL PRESIDENTE?
El Presidente está triste. ¿Qué tendrá el Presidente?
Los suspiros se encierran y en su boca se apresan; que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
El Presidente está pálido en su silla de oro;
Mucho chilla su verbo sonoro; y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
Así diría Rubén Darío con la puntada que le habría atravesado su estro artístico al oír la reacción del Delirante en Jefe en el momento de conocer los resultados de las primarias. Es que es muy duro, después de 13 años, que los ciudadanos se mueven en millones a decirle que no, en voz alta, clara e inteligible. Se ve que Chávez no acierta a conseguir el lenguaje, el tono, las ideas y las emociones para desafiar la decisión de las fuerzas democráticas. Está fuera de sí. La furia se incrementa cuando observa que la jugarreta del TSJ para obtener las listas y producir miedo, fue aplastada sin misericordia y con buen humor, mientras el fuego purificador dejaba su testimonio de humo socarrón en todas las capitales de estado y en Caracas.
LA VICTORIA DE CAPRILES. Henrique Capriles (HC) ha triunfado en toda la línea. Es un triunfo descomunal en el que no cabe ni un pero en cuanto a su contundencia y magnitud. Ninguna mezquindad ni politiquería debe acompañar la evaluación de esa victoria, sobre todo para quienes -como el que escribe- promovieron y apoyaron a otro candidato. Tres millones de los cuales 1.9 millones votaron por Capriles, son cifras definitivas que los que ganaron y perdieron -perdimos- tienen que tomar con humildad. Los vencedores para no atragantarse y los perdedores para alejar cualquier mortificación.
Para este narrador es un momento de evaluar lo que pensó, dijo y escribió, mediante una comparación con lo que ha ocurrido. Es responsabilidad de los que tienen tribuna pública rendir cuentas de apreciaciones, aciertos y errores, para no pasar en puntillas sobre sus propias palabras.
En esta esquina se planteó que las primarias deberían escoger el camino del enfrentamiento directo y sin ambigüedad a Chávez y su régimen. Se dijo que esa visión era la conveniente en un candidato porque así se garantizaría la victoria el 7O. El país democrático escogió la otra opción. En todo voto hay ingredientes múltiples, desde los más racionales hasta los más insólitos y emocionales (alguien cercano cuenta que votó por HC porque su mirada le parece sincera); pero en el campo de la política y las razones, en lo que estas hayan contado, sin duda el voto abrumador fue por la opción que consideraba inconveniente el combate cuerpo a cuerpo con Chávez y su régimen.
Las motivaciones por las cuales esa visión se impuso pueden ser variadas. Otros candidatos se vieron pugnaces para el gusto de muchos, aunque pudiera ser que el motivo principal sea la presunción de que un discurso apacible es capaz de atraer los votos del chavismo "light", tan necesario el 7O.
Sin duda que HC lanzado como candidato por Julio Borges, líder de Primero Justicia, en septiembre de 2010, hizo una campaña sostenida, con una excelente dirección y sin desviarse un milímetro de la estrategia, junto a una importante dotación de recursos de la cual otros carecieron; sea dicho esto en la debida forma: cuando un candidato tiene aura de triunfo los recursos le llegan sin solicitarlos, muchos más de los previsibles.
Entre los elementos que favorecieron a HC a lo que, visto retrospectivamente, era una victoria más que probable, se suma la manera en que fue promovido Pablo Pérez. Este es un dirigente popular que fue lanzado a la competencia electoral de una forma que le restaba independencia porque pareció depender de una negociación con el jefe de su partido, Manuel Rosales. Tal vez el problema más importante fue el estilo con que fue apoyado por AD, en menor grado por Copei, y el MAS que le dio -de manera injusta quizá- la representación de "el pasado", aborrecimiento que el Gobierno ha promovido y ha alcanzado niveles de prejuicio social, compartido por chavistas y sectores de la oposición, entre los que destaca el partido del vencedor.
Dentro de las víctimas indirectas del miedo al "pasado" que podía regresar estuvieron las otras candidaturas. Este narrador puede atestiguar con conocimiento de causa (y sus consecuencias) cómo un número importante de eventuales votantes por María Corina, ante el temor de que el candidato apoyado por AD y Copei triunfara, optó por HC. Dada su posición en el juego electoral reciente, quien esto escribe no sugiere que el resultado habría sido diferente, sólo intenta explicar la suerte de otras propuestas.
LAS ENCUESTAS. También aquí se fue muy crítico con las encuestas. Se sostuvo que varias estaban al servicio de los intereses electorales de dos de los candidatos y se sugirió que sus resultados estaban aderezados con ese fin. Debe decirse que en cuanto a los resultados globales esas mismas encuestas tuvieron más aciertos que errores; no acertaron, como nadie acertó, en calcular el número de votantes. Extravío que no puede enrostrársele sin que le toque lo suyo a los analistas, como el de estas líneas.
Lo que sí se puede sostener es el papel de abierta inducción que jugaron y juegan en la opinión pública. Sus resultados, convertidos en propaganda, crearon dinámicas que agregaron masa a la mazamorra de quienes tienen apilado su montón. Algunas funcionaron como partidos en campaña.
MARÍA CORINA MACHADO. Me habría gustado compartir la alegría por la tremenda victoria de los 3 millones y la inmensa de HC, con muchas más centenas de miles de votos para María C., quien le agregó calidad, densidad, valor e ideas a la campaña electoral. Mujer de inmenso coraje personal y moral alcanzó a convertirse en dirigente muy valorada aun por quienes no votaron en su favor. La expresión "ella es la mejor pero voto por fulano o mengano", fue común. Ha acumulado un formidable capital político que desde el mismo 12F fue puesto al servicio de la unidad y de la victoria de HC. La acompañé a visitar el comando de HC el 12F y la multitud que allí estaba le dio un cálido tributo de afecto y reconocimiento, aunque no la hubiese seguido con su voto. María venía y llegó para ser actor principalísimo del porvenir.
INCERTIDUMBRES. La MUD y la Comisión de Primarias cumplieron su papel y fue un buen remate disolver en humo el reciente intento atemorizador del régimen. Ramón G. Aveledo y Teresa Albanez simbolizan una excelente y meritoria labor.
Viene ahora la tarea de consolidar y ampliar la unidad, además de prepararse para una guerra que Chávez ha declarado ya con desesperación. Hay signos promisores de amplitud en el candidato y en su entorno cercano, la democracia requiere que permanezca esta actitud. HC tiene la palabra.
www.tiempodepalabra.com
Twitter @carlosblancog

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