Gobernar
no es un asunto fácil. En democracia constituye un complicado problema. Pero no
por las tramas que enrarecen los caminos propios de los sinuosos procesos que
comprometen una administración pública estructurada según criterios y
principios de ordenamiento jurídico y valores políticos y sociales sobre los
cuales se depara la funcionalidad del sistema político que debe orientar las decisiones
de un gobernante. Ni tampoco por los controles que deben operarse para evitar
dolosas decisiones. Particularmente, por las múltiples variables que determinan
el cauce de las políticas públicas asumidas, de los lineamientos generales de
los planes nacionales o regionales a ser emprendidos, y de los rangos de
complejidad que signan la gerencia pública en todos sus niveles y grados de
exigencia. Es una cuestión que debe entenderse desde el contexto de la
civilidad y la ciudadanía.
Cuando
gobernar se asume con la óptica del militarismo, las realidades se perturban al
extremo que incita el autoritarismo toda vez que quienes fungen de gobernantes,
suponen que por la vía de la inmediatez abordada, desde la perspectiva del
fusil con bayoneta calada, la tarea puede resultarle más expedita. Pues todo lo
contrario. Y lo peor, es que no lo reconocen por cuanto estos personajes,
envueltos en chapas, estrellas y soles de cualquier color, por su investidura
militarista, no comprenden que los Estados-naciones están lejos de ser
cuarteles.
Más
aún, la condición militar obnubila la posibilidad de equilibrio que la noción
de gobernabilidad exige al momento de considerar la ecuanimidad de situaciones
donde tienen cabida todas las opciones. No aceptan que la tolerancia se vincule
con el pluralismo a partir del cual deben fundamentarse las decisiones de todo
tenor y alcance.
La
situación actual de Venezuela es un símil exacto de la mezquindad y mediocridad
que preceden y presiden la caracterización de totalitarismo a la usanza de lo
que se vivió en el siglo XIX. La condición militarista que muestra el gobierno
venezolano, hace que los problemas se acentúen a pesar de la retahíla de
ofertas que vociferan desde sus dominios mediáticos. El primer mal ejemplo lo
dicta el propio presidente quien engreído por la fuerza de sus órdenes y el
poder de sus escándalos envueltos en improperios, amenazas y ocurrencias
orilleras, se torna atrevido, insolente
y desconsiderado. Desconoce los preceptos constitucionales. O al menos, los que
normalizan sus ejecutorias y movilizaciones. Ahora gobierna desde Cuba. Sus
decisiones trasponen acuerdos internacionales sin importarle posibles o futuras
consecuencias. Sus ejecutorias contradicen anteriores consideraciones. Incluso,
acuerdos internacionales. Maneja los recursos a su entero proceder rehusándose
a consultar instancias que, por ley, tienen natural injerencia en la
administración del erario nacional. Dispone arbitrariamente lo que le venga en
gana. Desde ordenar el apresamiento a quien se resiste a su populacherismo,
hasta dictaminar las expropiaciones que a su juicio deben servir a su causa
socialista.
Este
gobierno entró en un círculo vicioso dentro del cual se potencia la crisis de
dominación que viene afectando el gentilicio democrático nacional. La insidia
interna, sumada a la lucha por el poder partidista amparada en la impunidad y
la corrupción encubierta y alcahueteada por el oficialismo. Todo lo busca
resolver con empellones, empujones,
declaraciones furtivas y pistoletazos. O sea, a punta de periodicazo.
VENTANA DE PAPEL
“POR LA BOCA CAÍSTE”
A
escasos días de ocupar las primeras páginas de diarios de circulación nacional,
en virtud del liderazgo frente al equipo de béisbol los Marlins de Miami por lo
cual había llenado recientemente las graderíos del estadio Joker Marchant en la
localidad de Lakeland (Florida), su manager, el venezolano Oswaldo Guillén
(Ozzie), calló en desgracia por culpa de sus declaraciones a la revista Time.
El diario El Universal, había reseñado “Ozzie Guillén tiene el poder”. Sin
embargo unos días después, entrevistado para tan importante publicación
estadounidense, expresó que amaba a Fidel Castro lo cual le deparó el rechazo
de su vida. Cientos de aficionados y fanáticos de los Marlins, se congregaron
en las afueras del estadio para elevar su protesta contra Guillén. Sobre todo,
cubanos residenciados en Miami.
Ahora
Ozzie pareció entender aquel proverbio chino que pregona: se es esclavo de lo
que se dice y dueño de lo que se calla. No había reconocido que hay que pensar
mil veces antes de decir las cosas y analizar las situaciones. Aunque tampoco
hay que ir por la vida soltando lo que pueda ocurrírsele a uno. Especialmente,
si no sabe del tema. Ese fue el problema que padeció Ozzie Guillén al decir lo
que quizás no quiso proferir. Pero lo que si expresó con alguna vehemencia,
luego de pedir perdón de rodillas a los cubanos y latinos, fue que “Hugo Chávez
está haciendo en Venezuela el mismo daño que hace Fidel Castro en Cuba”.
Aunque
después de meterse en tan serio embrollo, alguien le habrá dicho: “piaste
tarde, pajarito”. “Por la boca caíste”.
INFAME CELEBRACIÓN
FLORES MUSTIAS |
Abril,
dejó de ser el mes que la etimología relaciona con el verbo aperire ('abrir'),
por la supuesta forma aperilis, asociándolo a que en este mes la naturaleza
abre las flores. Ahora las realidades se han tornado indeseables no sólo por
los desacomodos del clima. Asimismo, por los exabruptos gubernamentales toda
vez que la gestión pública la ha convertido en espacio para un exacerbado
proselitismo que además de consumir los recursos del Estado, causa desasosiego
en la población que se plantea la democracia como sistema político de vida.
La
exagerada celebración de la extraña restitución al poder del presidente Hugo
Chávez, luego de la reacción cívico-militar que momentáneamente dio al traste
con el autoritarismo que había pretendido y que hasta ahora continua ejerciendo
incluso con mayor saña, ha sido el motivo para que el propio gobierno central
celebre, con bombos y platillos, la deshonra constitucional que representó
aquel 13 de abril de 2002. Diez años han pasado desde entonces. Diez años
colmados de arbitrariedades, actos vandálicos impulsados por la violencia
política promovida desde Miraflores, agravios contra la propiedad individual,
contra los derechos fundamentales del venezolano, acusaciones infundadas y
decisiones desajustadas de la ley, cabalgante corrupción, hinchada criminalidad
sin castigo, desorbitada inflación, medidas y resoluciones impúdicas que
contravienen los esfuerzos por desarrollar económica y socialmente la nación.
Entonces,
¿por qué tanto derroche en propaganda para exaltar la muerte de venezolanos que
cayeron protestando los caprichos de un régimen cuyas controversias siguen causando
tantos desastres de todo tenor? Resulta absurdo permitir tan infame
celebración.
CUNDE LA INCERTIDUMBRE
Las
noticias, aunque muchas basadas en meras especulaciones debido al grado de
desinformación con el cual actúa el gobierno nacional aconsejado por asesores
cubanos infiltrados en la estructura administrativa pública, son preocupantes.
Desde lo que significa la salud presidencial, hasta los rumores sobre el crudo
enfrentamiento por el poder que está viviéndose en los cuadros superiores del
PSUV, configuran todo un abanico de sombrías conjeturas que en los últimos días
están tejiéndose en la piel política del país. Hay quienes advierten que
momentos críticos asechan la nación. El alto mando militar se debate entre
hipótesis y determinaciones que no terminan de ponerlos de acuerdo lo cual deja
ver, con cierta transparencia, la sarta de problemas que le espera a la
sociedad venezolana. Más aún, cuando la incapacidad gerencial ha sido lo
característico de estos últimos años de “revolución bonita”.
Se
dice que la controversia es de tal tamaño dentro de las filas gubernamentales,
que lejos de resolverse la situación en ascuas, todo podría devenir en una
hecatombe política y administrativa de marca mayor. Aunque nada de lo que ha
corrido es deseable, lo que debe buscarse es la conciliación de manera que
cualquier indicio de asedio pueda derrumbarse a partir de la confianza que,
decisiones ajustadas a derecho, imperen por encima de cualquier temor o rumor
de baja calaña. No hay duda de que la situación es compleja en el ambiente
militar. Igualmente, en el terreno político que toca al gobierno y a la
conducción del país en todas sus esferas. En medio de esta hora turbia, parece
que nadie se atreve a tomar decisiones.
El
país desea el retorno de un presidente sanado. Pero que al mismo tiempo,
entienda él que debe gobernarse con sentido de respeto al oponente que
igualmente es tan venezolano como el que más. Las horas que vienen reflejar
escepticismo dada las condiciones reinantes. En todo caso, es indudable que cunde
la incertidumbre.
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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