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martes, 30 de abril de 2013

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, TRABAJO, DIGNIDAD, LIBERTAD

Más allá de las formas, para estar en un Estado de Legalidad y en un Estado de Derecho real y efectivo, se debe demostrar en los hechos y en las relaciones entre las instituciones y los ciudadanos, la evidencia del principio de superioridad de la ley en todos los actos de los poderes públicos, el respeto y la obediencia a la Constitución y, en especial, en cuanto a aquellos derechos y garantías que son fundamentales. 
No basta pues indicar que existen instituciones, si las mismas no cumplen su cometido, si no responden de manera cabal a los fines superiores del Estado, que en Venezuela son: "la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz", entre otros previstos en el artículo 3 de la Constitución.
Desconocer los derechos de los trabajadores en una sociedad que proclame esos y otros principios similares resulta inaceptable, y constituye un quebrantamiento del ordenamiento jurídico, además, a la legitimidad ideológica de un sistema de gobierno que se inspira en orientaciones humanistas,  valores éticos, políticos y sociales propios de una democracia.
El derecho del trabajo no es un derecho de formalismos, de meras declaraciones, "de esencias" como expresaría con acierto el autor Hernández Rueda, es, por el contrario, un derecho de realidades. Es un derecho que se materializa y se evidencia cotidianamente en la aplicación efectiva de sus disposiciones, que principia con el reconocimiento del ser humano como persona y se profundiza en la ejecución de la labor con contenidos propios de justicia social para desarrollar: "el trabajo humano".
Si en la realidad el trabajo implica un desconocimiento o amenaza del derecho a la vida, a la libertad de la persona, a su dignidad, a su integridad, estaríamos en presencia de una grave violación que comprometería la responsabilidad del empleador y del Estado, sobre quienes reposa principalmente las obligaciones de seguridad y de protección del trabajo y de la persona que lo realiza.
La obligación que consagra el artículo 87 de la Constitución en cuanto a que el Estado debe asegurar que se proporcione a los trabajadores: "una existencia digna y decorosa" y que además se: "garantice el pleno ejercicio de este derecho", no puede desarrollarse en condiciones que atenten contra los demás derechos que les corresponden en lo individual, en lo social, en lo político, en lo económico.
Abundan los convenios internacionales y normas internas aplicables tanto a los trabajadores del Estado como de la empresa privada, que prevén tales derechos, pero en particular, debe citarse la disposición establecida en la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo que al establecer sus fines, declara al  trabajador como un sujeto con derecho a su propio bienestar y desarrollo: "en condiciones de libertad y dignidad".
El derecho del trabajo se soporta en el derecho a la libertad y en la dignidad humana. El principio de libertad que, entre otros contenidos, tiene la referida al pensamiento, conciencia, creencia y opinión y cuyo fin es el: "libre desenvolvimiento de su personalidad", sin otras limitaciones que las que derivan del derecho de los demás, del orden público y social, está pautada en el artículo 20 de la Constitución.
Fundado en ese y otros contenidos, no puede interpretarse el deber de lealtad de los trabajadores frente al empleador, desconociendo sus derechos y libertades esenciales, ya que ello contraría la recta interpretación de las obligaciones laborales individuales y atentaría de manera significativa contra conciencia social y democrática. Trabajo, dignidad y libertad son elementos interdependientes y condicionantes en las relaciones jurídicas laborales. Tal y como lo expresó Hernández Rueda: "el trabajo humano entraña también el elemento libertad, intrínseco a la dignidad y a la condición humana del trabajo".
La responsabilidad social y laboral del Estado y sus representantes, de los empleadores, de los trabajadores y sus organizaciones, se mide por la vigencia de tales derechos.
El poder no puede ser la fuerza irracional de unos contra otros que impone sus determinaciones: el poder no puede concebirse o aplicarse sino como un legítimo instrumento de la justicia y el derecho para asegurar el bien común.
Jfd599@gmail.com

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miércoles, 18 de enero de 2012

ANTONIO COVA MADURO: EL SECUESTRO DE LAS PALABRAS

¿Es que Cabello cree que siempre será útil dejar que sea Chávez quien desbarre?
Tan importante es la palabra que ocupa un lugar muy destacado en el Evangelio de San Juan, cuyo comienzo asevera: "Al principio ya existía la Palabra y la Palabra era Dios... Todo existió por medio de ella y sin ella nada de cuanto existe existió. En ella había vida y la vida era la luz de los hombres" (Cap. 1, vers. 1 al 4 de la Sagrada Biblia).

Pero el fenomenal peso de la religión cristiana aparte, lo que nos hace humanos, y humanos que vivimos en sociedad es justamente que podemos comunicarnos gracias al lenguaje, en un principio puramente hablado y más tarde con el fabuloso invento que fue la escritura. 

Tardaríamos todavía un tiempo en descubrir que aunque lo mismo, escritura y oralidad no son lo mismo, en la medida en que ponen en movimiento distintas áreas de nuestra capacidad de conocer.

De todo esto -que forma parte de los temas que trato en un curso que ocasionalmente dicto sobre "Sociología de la escritura"- me he recordado con motivo del abuso de las palabras que hemos padecido en días recientes.

Las palabras son -¿quién lo negaría?- el principal instrumento del que disponemos para transmitir significados a nuestros interlocutores. Cuando esas palabras están escritas nuestros interlocutores se expanden, en el tiempo y en el espacio, más allá de cualquier límite previsible. ¡Si todavía le damos vuelta a qué fue lo que quiso comunicarnos Aristóteles!

Para que esa comunicación con palabras sea posible, no solamente debemos disponer de un lenguaje articulado, sino que al utilizarlo tengamos muy presente que debe significar lo mismo para todo el que se vea involucrado. Este domingo tuvimos la oportunidad de confirmar este asunto gracias al interesante artículo de Milagros Socorro en El Nacional, sobre los galimatías de un pelotero.

Es quizás el asunto de que "signifique lo mismo" para múltiples interlocutores -incluso muchos que no están presentes, o que, de estarlo, no pronuncian palabra- lo que resulta clave en cualquier momento, especialmente los actuales.

Veamos. El presidente Chávez, cuando hablaba con el traductor de Ahmadinejad debía tener presente -¿lo tuvo?- que ambos, el traductor y el beneficiado por esa traducción, entendían exactamente lo que él quería significar con su ironía acerca de cómo ambos enviarían un misil a Washington. Distinguir entre el lenguaje de un hablador de tonterías en un botiquín de pueblo y el de un Presidente en un acto que reviste solemnidad no es algo a lo que todo el mundo tiene acceso.

Es también evidente que hablar 9 horas y media sin detenerse un momento a considerar el aguante de quienes por fuerza deben oírte, omite a su propio riesgo que de ese alud de palabras van a quedar, "para las noticias", muy pocas y no necesariamente las que quisiera quien las emitió. Nuestras palabras, en efecto, una vez que salen de nuestra boca ya no nos pertenecen. Otros nos la adjudican.

Y ya que hablamos de "adjudicaciones", creo que sería de interés para cualquiera intentar descifrar cómo es el uso que de las palabras hace el aparente Delfín designado por Chávez y cuál es su sentido.

Prestemos atención. Recién expulsado del PSUV, el para entonces diputado Luis Tascón fue entrevistado por Tal Cual y allí reveló que una vez, cuando él estaba hablando sobre Socialismo, el ahora diputado presidente Diosdado Cabello le dijo, en términos de esmerada reconvención: "Tascón, Tascón, déjate de andar hablando sobre socialismo. Déjale eso a Chávez".

Como para probar que sigue con la misma opinión -muy poco chavista semejante fidelidad- ha tenido a bien decirle a María Corina que es "mejor andar callada", como si quisiese que todo el parloteo, el que conviene y el que no, fuese propiedad exclusiva de Chávez.

¿Y entonces, a qué, pero sobre todo a quién dirige sus palabras Cabello cuando injuria y ataca (con sobrada desgana, hay que decirlo) a los que no le bajan la cabeza a Chávez? ¿Es que Cabello cree que siempre será útil dejar que sea Chávez quien desbarre? En eso se parece tanto a Juan Vicente Gómez, agazapadito y tan a la sombra del bocón de Cipriano Castro, que hasta le capaba a los gatos que éste confiaba a su esmerada servicialidad.

Que María Corina haya dejado correr las palabras pertinentes que le salían de una paciencia que llegó a su fin, no deja de ser harto refrescante cuando oímos con estupor palabras que esconden lo que realmente pasa, y que estamos hartos de oír sin que nadie interrumpa, como siguiendo la estrategia de Cabello. Por suerte el silencio cómplice muere pronto.

antave38@yahoo.comEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA

lunes, 16 de enero de 2012

GUSTAVO YEPES: CUATRO PALABRAS (LAS DE MARIA CORINA MACHADO)

El hombre demostró que, a falta de hechos, buenas son palabras. Y mira que vomitó palabras, un total de 64.093, durante 9 horas y 28 minutos; es decir, casi 2 palabras por segundo. ¡Así es que se gobierna!  Gracias a la tecnología, fue fácil tomar el discurso del portal de la AN y ponerse a sacar cuentas. El ejercicio es interesante y arroja algunos datos significativos.
·         Usó la palabra “SI” 146 veces y la palabra “NO” en 1.005 oportunidades.  Esto nos da una idea del contenido del discurso: NO hay, NO se puede, NO, NO y NO.
·         También mencionó 380 palabras relacionadas con “BIEN” y 24 con “MAL”.  O sea, definitivamente como que vamos bien.
·         Se refirió al “PASADO” en 38 oportunidades y al “FUTURO” en 5. Por más que busqué, no encontré “PRESENTE” ni una sola vez.
NUBE DE PALABRAS RELATIVAS A CIUDADANIA
·         Contrario a lo que algunos piensan, sí habló de los grandes problemas del país y aquí se los demuestro. Mencionó la palabra “INSEGURIDAD” y “DESEMPLEO” en dos oportunidades cada una, “EDUCACIÓN” en 18, “POBREZA” en 17 y “VIVIENDA” en 40. Las mencionó nada menos que 79 veces, mientras que en total mencionó a otros países, principalmente a sus amigos China, Cuba, Irán, Ecuador y Bolivia, en 344 oportunidades. Por favor, no vayan a estar concluyendo que está más pendiente de ellos que de nosotros, malpensados.
·         Fiel a sus principios, mencionó “GUERRA” y “BATALLA”, más veces que “PAZ”. Esta vez fueron 63 contra 29; es decir, más del doble de veces.
·         Mencionó una sola vez, en términos despreciativos por cierto, la palabra “DESCENTRALIZACIÓN”. Llama la atención que la Constitución, en más o menos la mitad de palabras que la perorata del viernes, menciona la misma palabra 15 veces.
·         Palabras relacionadas con “COMUNISMO”, “SOCIALISMO”  y “REVOLUCIÓN” fueron mencionadas 72 veces, mientras que la pobre “DEMOCRACIA” sólo fue aludida en 32 ocasiones. De nuevo, en la Constitución, “DEMOCRACIA” le gana por paliza a esas tres palabritas, con un aplastante  resultado de 28 a 0. Para rematar, mencionó la palabra “CIVIL” en dos oportunidades y “MILITAR” en 41.
·         “SIMÓN” le ganó apretadamente a “FIDEL” por 18 a 15.
·         Para los que piensan que el hombre no es egocéntrico, aquí les va un datico: Se aludió a sí mismo en 586 oportunidades a través de “YO” o de su apellido, mientas que usó la palabra “NOSOTROS” en sólo 124 oportunidades. Como para que no queden dudas.
·         Hablando de todo como los locos, me enteré en Wikipedia que las focas no tienen pabellón acústico. Me imagino que debe haber alguna relación entre este dato y el hecho de que la perorata fue interrumpida por aplausos en 160 oportunidades. ¡Con razón!
·         También me enteré que las hienas se ríen cuando están frustradas. ¿Serás por eso que el portal de la AN reporta (RISAS) en 15 ocasiones? También hubo, para que quede registrado, una (ALGARABÍA) y un (ASENTIMIENTO).
Todo lo anterior puede parecer anecdótico, pero es muy significativo, porque este es un régimen que gobierna a través de las palabras. Lo importante no es lo que se hace o no se hace sino lo que se dice. Por eso la expresión “expropiar, que es robar” le dolió tanto. Esas cuatro palabras, representativas de una verdad inobjetable, serán más recordadas que cualquiera de las 64.093 que, en síntesis, no reflejaron la realidad de un país expropiado.

gyepesp@gmail.com

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