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miércoles, 3 de abril de 2013

CARLOS E. AGUILERA A., LA ENFERMEDAD INFANTIL DEL SECTARISMO DE MADURO

La enfermedad infantil del sectarismo izquierdista descrita por Lenin, sumada a la audacia ignorantona, tal cual la ilustrada vanidad resentida que pretende reservarse ciertos campos para el exclusivo ejercicio de "su" magister dixit, casi siempre adolece de mala memoria o de cuidados olvidos, según algunos historiadores y analistas políticos.
Ocurre que de la idea original del genio de un iluminado o de una constelación de talentos, a la concreción de la misma, generalmente transcurren períodos de distinta duración, según la coyuntura que se viva, durante los cuales el ideal que se aspira alumbre el porvenir, es como una antorcha que las sucesivas generaciones cuidan no extinga su fuego.
Los grandes proyectos creados por la generosa ambición humana por un mundo mejor, siempre ocurren como procesos, de tal manera por ejemplo, que a partir de la nación de repúblicas planteadas y libertadas por el Libertador, siempre – se tuvo la certeza – antes y después de su proclama, que esa voluntad era parte de los grandes sueños de los pueblos al sur del río Grande.
En nuestro caso y en los actuales momentos, tiene méritos el esfuerzo cumplido por  el expresidente fallecido,  fomentando la integración de nuestros pueblos, lo cual no necesita de cipayos que lo alaben, pero tampoco lo convierte en el gran demócrata como en el que ahora pretenden mostrarlo. Su figura ocupó el escenario de Latinoamérica y de gran parte del mundo, y ese es un mérito que es de su exclusivo patrimonio, por  lo que el aspirante a la Presidencia de la República, Nicolás Maduro parece no saber y mucho menos, lo que siempre se ha afirmado: los caudillos, como lo fue el difunto, no dejan herederos.
Este régimen autocrático por naturaleza, revestido de democracia, si bien es cierto que le ha cambiado la vida a algunas personas, también ha empeorado la de otros y esto es fácil de entender, por cuanto ningún caudillo ha logrado solucionar todos los problemas de un pueblo, y menos aún cuando imprime una política de exclusión y de diferencias entre los sectores sociales.
La muerte del expresidente es el final de un capítulo, y el comienzo de otro, en la accidentada historia de nuestra nación. Desaparece un personaje para quien el destino del país, la vida de todos, dependía de su voluntad. Moldeó la política y la institucionalidad para imponer un modelo autoritario de poder, para controlar la riqueza social sin rendir cuenta a nadie, para acallar cualquier intento de desacuerdo o protesta colectiva, y para adecuar la historia de tal manera que Bolívar asomara como el simbólico espíritu mayor y él como su representante en la tierra.
La constitución "bolivariana", que el puño de Nicolás Maduro  agita como si se tratara de una Biblia, son manifestaciones formales de un altar religioso, en cuya cima sonríe, como si estuviera alumbrando a la multitud, ese complaciente padre, dispuesto a apiadarse de los incrédulos que osaron contradecirlo, y bendecir a su grey.
Quienes estuvieron cerca del poder y lo disfrutaron, aparte de heredar los materiales réditos, que deben ser voluminosos, reciben como legado una lógica muy peculiar de interpretar y manejar el poder: concebir la democracia como una palabra, como dato reiterado en su monserga con la que anuncian un mundo de felicidad; hablar sin descanso de que su meta nunca dejará de estar al servicio a los más pobres y, sobre todo, culpar de los males y de las desgracias al "imperio y a sus lacayos”.
Cumplir esta parte del encargo no será difícil para Maduro y sus lugartenientes civiles y militares, como ya lo demostraron cuando acusan del origen del cáncer de su líder al imperialismo; expulsan a los agregados militares de los Estados Unidos, y el ministro de la defensa quien, a nombre de las fuerzas armadas venezolanas, manifiesta adherirse a su candidatura.
Lo complicado para el aspirante del oficialismo a la silla de Miraflores, será mantener la política de dádivas con la que el expresidente fallecido  afincó su legitimidad interna y externa, la cohesión entre grupos que se disputan como en “saco de alacranes”, definido así en cierta ocasión por un fallecido y alto militar,  las jugosas cuotas en los negocios del Estado, y la avalancha de la mitad de un país que no va a aceptar que su futuro le sea hipotecado de por vida. 
 “La tumba del Padre está vacía”, escribe el psicoanalista francés Charles Melman, para indicar que más allá de la ausencia de cuerpo o de lugar en las tumbas de Moisés, Abraham o Jesucristo, la función del Padre (que no es lo mismo que el papá o el progenitor) es una función simbólica que opera desde la ley, desde el lenguaje, desde el pacto simbólico que los hombres establecen y respetan para construir naciones. La función del Padre no es la voluntad de una persona, por meritorias que hayan sido sus realizaciones en el mundo. La función del Padre opera por la invocación de las leyes, los reglamentos o la Constitución, que solía exhibir el difunto a la cual denominó prosaicamente “La bicha”.
Por todo ello, no existe la certeza de que Maduro-Cabello-Jaua tengan los mismos recursos intelectuales, políticos y materiales para sostener al régimen, menos aún a la vuelta en apenas breves  días, de un proceso electoral en el que no podrán aprovechar la estela dejada por el expresidente  fallecido, y este detalle preocupa a Maduro porque no podrá afirmar a sus conmilitones, que hay plena garantía del alcanzar el solio presidencial.
El Estado bolivariano que dejó el difunto  generó una polarización insostenible, que solo él era capaz de sostener y ninguno  de sus acólitos  tiene el capital social del caudillo y, aunque su memoria basta y sobra para fundar un peronismo tropical, la coalición chavista no es invencible, pues hasta puede extinguirse.
Señor Maduro, el mito chavista puede lograr la coalición de una izquierda que aspira a sobrevivir, pero es incapaz de refundar un Estado según el auténtico espíritu bolivariano. Bolívar era el símbolo de la unión sobre las facciones (“la unidad es nuestra divisa”), el guerrero de toda la nación. El comandante no solo dividió al país, sino también aprendió a someter a una oposición, manteniendo el favor de las masas merced al populismo.
Y usted que se proclamo su hijo, es el fiel heredero del negro nubarrón que amenaza el futuro de nuestro país.
careduagui@yahoo.com  // Twitter: @_toquedediana
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sábado, 30 de marzo de 2013

ANTONIO MARIA DELGADO, POPULARIDAD DE MADURO SE DESPLOMA AL DISIPARSE EFECTO DEL EXPRESIDENTE FALLECIDO

La campaña electoral del gobierno explota al máximo el fervor generado por el fallecimiento del padre de la Revolución Bolivariana y emplea todos los recursos del Estado para mantener su imagen con vida, pero los venezolanos parecen haber llegando a una conclusión que podría echar por tierra los planes del oficialismo: por mucho que se esfuerce en imitarlo, el presidente encargado Nicolás Maduro no es el expresidente fallecido
Y es un error de cálculo que comienza a verse reflejado en las encuestas internas del oficialismo, que muestran que la brecha entre Maduro y el candidato opositor Henrique Capriles se ha reducido aceleradamente en las últimas semanas, lo que está generando alarma dentro del oficialismo.
“Hay mucha preocupación dentro del gobierno. Es una situación muy distinta a la que se percibía hace tan solo unas semanas, cuando más bien había mucha tranquilidad y confianza”, dijo a El Nuevo Herald una fuente familiarizada con la situación.
“Esa no es la situación actual porque están detectando mucha apatía dentro de sus propias filas PSUV”, añadió.
Esa apatía, que ha estado aumentando con el transcurso de las últimas semanas, ha recortado la brecha entre los dos candidatos a siete puntos porcentuales, cuando faltan poco más de dos semanas para las elecciones presidenciales del 14 de abril, dijo la fuente citando una encuesta interna del castro comunismo.
“La intención de voto a favor de Maduro viene cayendo por lo menos nueve puntos en las últimas tres semanas”, dijo. (42.62% Maduro  vs  49.72 CAPRILES)
Otro sondeo de opinión interno, realizado a través de consultas telefónicas, muestra cuadros negativos sobre Maduro –en los que las expresiones desfavorables son mayores a las favorables- en diversos temas consultados.
Según la fuente, estos incluyen el manejo económico y el manejo de la muerte del expesidente.
“Muchos de los consultados lo ven mentiroso, y en particular creen que mintió sobre la enfermedad del expresidente”, dijo la fuente.
Pero la percepción de falsedad también ronda en torno al propio Maduro.
“Está siendo percibido como un personaje que no es auténtico. Es visto como alguien que está leyendo un guión, a quien le dicen que diga esto, y que diga aquello, y él solo lo está repitiendo”, comentó la fuente.
Eso no quiere decir que la oposición tiene todas las de ganar. El gobierno bolivariano aún cuenta con todos los recursos del Estado y mecanismos para intimidar a la población, bajo amenaza de perder su acceso a los programas sociales, si no vota a su favor ( Y un CNE Tramposo).
También persisten las dudas en torno a la confiabilidad del sistema electoral venezolano, denunciado reiteradamente como un apéndice de la Revolución Bolivariana que no garantiza la realización de comicios libres y justos en el país sudamericano.
Eso dicho, el escenario general de la oposición parece haber mejorado en las últimas semanas, luego que el retiro del tsunami emocional creado por el fallecimiento del expresidente comenzara a develar a un Nicolás Maduro que luce sin carisma, habilidad de liderazgo y políticamente inmaduro.
adelgado@elnuevoherald.com,

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martes, 26 de marzo de 2013

PABLO AURE, ¡HASTA CUÁNDO! // CAPRILES SE CRECE

Muchas veces escribo con tristeza por los acontecimientos que día a día se nos presentan en Venezuela, destruida y dividida por el odio insuflado por el alto gobierno. Debo decirlo con franqueza: no en pocas ocasiones he sentido impotencia ante el abuso infame y grosero de este régimen, que concentra todos los poderes del Estado en el Ejecutivo.
Quiero transmitirles algo que percibo: que esa impotencia, ese desaliento y esa asfixia, han empezado a desaparecer. Porque cada momento que pasa me convenzo más de que los tramposos que gobiernan son en verdad inmensamente cobardes y dispersos a la hora en que son confrontados con argumentos sólidos y coherentes. Y cuando se sienten en minoría son más cobardes todavía.
Ellos están conscientes de que Nicolás Maduro no tiene nada en la bola; que es pésimo candidato; que no tiene discurso, y que a flor de piel le brotan las mentiras con las que busca tapar su incapacidad. No convence, y trata de hacerle ver a la gente que él es una especie de reencarnación del caudillo desaparecido. Pero nadie se lo cree. Empiezo a pensar que esa estratagema le está fallando. Venezuela no es la Argentina, cuya población parece más dada a la mitificación y deificación de prominentes figuras de la política.
“MÉDICOS” EN CADENA
El viernes vimos en cadena nacional una graduación de “médicos”. El presidente de la república (encargado) presidió el acto, y nos habló de medicina, y de las especialidades que según su criterio hacían falta en el país. Sentí pena ajena. Les aseguro que me dio lástima por quienes recibían el diploma de “médicos integrales comunitarios” y por la pobre gente que serán sus pacientes.
Dicen que se graduaron 6000 nuevos “médicos”. Nadie sabe dónde hicieron las prácticas, ni quiénes fueron los profesores; ni cuántas horas y materias vieron; si realizaron maniobras con pacientes durante la carrera. Lo más seguro es que esos graduados tengan que dedicarse a otro oficio. Jamás podrán alcanzar la calidad de los médicos cirujanos que egresan de las universidades autónomas venezolanas, como la Universidad de Carabobo, la Universidad Central de Venezuela, la Universidad del Zulia, la Universidad de los Andes, la Universidad de Oriente, o de la Universidad (experimental) Centro Occidental Lisandro Alvarado, por ejemplo.
De ellas, me consta, salen verdaderos profesionales en la medicina, preparados para atender a cualquier paciente y trabajar en cualquier hospital, porque son formados durante seis o siete años por los mejores profesores y especialistas del país, con prácticas intensas en los hospitales.
LA MENTIRA COMO PRÉDICA
Así como gradúan sin preparación adecuada a esos miles de médicos, con la “colaboración” de técnicos cubanos, así nos meten cualquier tipo de cuento. El pueblo sabe que es mentira casi todo lo que promete Maduro. A Chávez no era que le creían tampoco, pero de alguna manera les causaba gracia su excepcional histrionismo. Con Nicolás la cuestión es diferente: no es ni simpático, y nada le sale bien, sobre todo cuando imita al finado. En el chavismo cunde la decepción.
Muchos que antes estaban del lado rojo rojito me han comentado que no votarían jamás por una mala copia del “comandante -presidente”, y que mucho menos lo harán por quien ha usufructuado -junto a su pareja, durante catorce años- todos los beneficios del poder con lujos que ya los “oligarcas” se hubieran querido dar. Me dicen que prefieren no votar, porque si van a votar lo hacen por Henrique Capriles, que al menos tiene -dicen- una trayectoria y preparación para gobernar.
POR MADURO: NI QUE LES PAGUEN
Les decía al comienzo del escrito que muchas veces he sentido desesperación ante el grosero manejo de los recursos del pueblo en favor de la campaña de un mediocre. Hoy, la situación es distinta. Hoy estoy optimista. No porque crea que los bandidos que están en los comandos militares nos apoyen, o que el Tribunal Supremo de Justicia, o el Consejo Nacional Electoral, o la Fiscal General, se estén dando cuenta de que Nicolás Maduro sería una tragedia mayúscula para el país. Nada de eso. Estoy optimista porque he hablado con mucha gente de los barrios y sectores populares, de los que le tenían una fe ciega al difunto, y me han dicho: “yo estaba era con Chávez, no con esta cuerda de incapaces y corruptos, que por la desesperación de seguir robando fueron los culpables de que Chávez muriera. Él no debió ser candidato, pero Maduro, su esposa Cilia, y los malandros que hoy están comandando el ejército lo convencieron. Por eso, por Maduro no voto, ni que me paguen”
Pues bien, amigo, eso lo dicen en esos sectores que pensábamos estaban con el oficialismo. Es una verdad del tamaño de una catedral: en materia electoral los votos no son heredables.
Nuestra tarea es que votemos todos los que fuimos el 7 de octubre, y tratar de convencer al menos a uno de los que se abstuvieron, o que a estas alturas los sentimos como Ni-Ni. Si logramos eso, no tengan dudas que ganamos.
SIN CHUPARNOS EL DEDO
No vayan a creer que lo que aquí escribo lo hago pensando que nos enfrentamos a un régimen democrático, en el que los cambios se producirán dentro de un clima de amor y de paz. Bien lejos de suponer eso. Mucho menos piensen que los que hoy están regentando el poder se quedarán tranquilos cuando pierdan, o al imaginarse que pueden perder. Si olfatean una derrota tengan la plena seguridad que recurrirán a cualquier marramucia para suspender las elecciones. Y si a pesar de eso continúan con el proceso, estén seguros de que la desconocerán, porque no es contra Nicolás a quien nos enfrentamos, sino contra el comunismo cubano y a uno de sus tentáculos más poderosos y malignos: la narcoguerrilla colombiana.
El 14 de abril solo es el comienzo del desmoronamiento del bandidaje enquistado en Miraflores y en todos los poderes del Estado. El 14-A es la antesala a los verdaderos cañones del pueblo. Ese día sufragaremos desde muy temprano pero la caída del régimen que representa la mentira y la traición, ocurrirá poco tiempo después. Escríbanlo.
Señores debemos votar para debilitarlo aún más de lo que está, pero sobre todas las cosas, imploremos la unidad para vencer. A votar y a luchar, con la firme convicción que cada día estamos más cerca de un nuevo amanecer.
pabloaure@gmail.com
@pabloaure

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VÍCTOR RODRÍGUEZ CEDEÑO, UNA NUEVA OPORTUNIDAD

Mientras en la región el albachavismo insiste en acabar con el sistema de protección de derechos humanos, revelando su verdadera “preocupación” por el pueblo y los ciudadanos, en el país el madurismo trata de imponerse por todos los medios. 
Un vulgar ventajismo basado en el uso indebido de los recursos del Estado y en el igualmente grosero y aberrante sometimiento de las instituciones públicas para tal fin, principalmente, del Consejo Nacional Electoral que avala la violación clara, constante y generalizada de las normas que regulan los procesos electorales, esas que defienden con valentía los estudiantes de todo el pais, con la lamentable ausencia de los dirigentes opositores que parecen rendirse ante los atropellos del CNE.
Maduro es nombrado Presidente Encargado de la República por el Tribunal Supremo de Justicia para que pudiese, desde esa posición y sin restricciones, encadenar al país y recorrerlo abusivamente con los recursos de todos los venezolanos e inaugurar, como Jefe de Estado y candidato, canchas de bolas criollas, tintorerías y areperas socialistas y otras obras que desaparecen cubiertas de gamelote, como los grandes proyectos agrícolas que una vez anunciaron con arrogancia. Nicolás recorre el país para crear falsas expectativas entre los mas necesitados, a la vez que trata de explicar el "paquetazo socialista" del cual es enteramente responsable y la medida mas reciente, la creación de un sistema cambiario complementario que no es más que una nueva devaluación que ni sus arquitectos Giordani y Merentes, hombres humildes de Naiguatá y de Coche, como lo ha recordado el mismo Maduro, son capaces de explicar con claridad.
El candidato oficialista va y viene a lo largo del país, mostrando los “éxitos del régimen” que no son más que promesas y ofertas electoreras propias de un populismo exacerbado que no puede sino ser interpretado como una nueva forma de esclavitud en la que el tarifado, es decir, el “nuevo hombre”, que no es más que el esclavo del siglo XXI, recibe prebendas, como una vez el sometido a la esclavitud y a la servidumbre el pan, el agua y el vestido, a cambio del voto en elecciones que todos sabemos no son libres, tampoco honestas, mucho menos transparentes.
La candidatura de Maduro no arranca, como lo esperaban los estrategas cubanos ahora en dificultades para crear una imagen favorable y aceptable que represente la continuidad de la gestión de Chávez. Difícil tarea. Un hombre simplón, poco creativo, sin imaginación, copia burda del mentor, definitivamente, un hombre que no agrada a todos los seguidores del chavismo, menos a algunos sectores de la dirigencia pesuvista con conocidas ambiciones de poder. La mentira y la manipulación están ahora al descubierto. Nicolás no es Chávez, como tampoco Capriles es el mismo que enfrentó con esfuerzo y voluntad a Hugo Chávez en la campaña electoral pasada. Eso pesa y mucho en este proceso.
La corta lucha que con tantas limitaciones nos ha impuesto Tibisay Lucena apenas comienza. Tenemos poco tiempo, es cierto, pero nada torcerá la voluntad y el ánimo de quienes quieren un cambio en este país. La victoria es muy probable y eso lo saben los cubanos y sus dependientes de Miraflores. Los votos están allí y esta vez, muy distintamente a lo que ocurrió el 7 de octubre, serán defendidos por quienes tienen la responsabilidad de hacerlo. Nos contaremos en cada urna electoral y se impedira todo intento de desconocer la voluntad popular.
El 14 de abril es, sin duda alguna, otra oportunidad para cerrar este capítulo vergonzoso de nuestra historia, caracterizado por el derroche, la ineficiencia y la corrupción; pero, sobre todo y eso es la más grave, por la entrega a una potencia extranjera de nuestro destino, mientras que sus líderes se rasgan las vestiduras en la lucha contra el imperio.
vitoco98@hotmail.com

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