Mientras en la región el albachavismo insiste
en acabar con el sistema de protección de derechos humanos, revelando su
verdadera “preocupación” por el pueblo y los ciudadanos, en el país el
madurismo trata de imponerse por todos los medios.
Un vulgar ventajismo basado
en el uso indebido de los recursos del Estado y en el igualmente grosero y
aberrante sometimiento de las instituciones públicas para tal fin,
principalmente, del Consejo Nacional Electoral que avala la violación clara,
constante y generalizada de las normas que regulan los procesos electorales,
esas que defienden con valentía los estudiantes de todo el pais, con la
lamentable ausencia de los dirigentes opositores que parecen rendirse ante los
atropellos del CNE.
Maduro es nombrado Presidente Encargado de la
República por el Tribunal Supremo de Justicia para que pudiese, desde esa
posición y sin restricciones, encadenar al país y recorrerlo abusivamente con
los recursos de todos los venezolanos e inaugurar, como Jefe de Estado y
candidato, canchas de bolas criollas, tintorerías y areperas socialistas y
otras obras que desaparecen cubiertas de gamelote, como los grandes proyectos
agrícolas que una vez anunciaron con arrogancia. Nicolás recorre el país para
crear falsas expectativas entre los mas necesitados, a la vez que trata de
explicar el "paquetazo socialista" del cual es enteramente
responsable y la medida mas reciente, la creación de un sistema cambiario
complementario que no es más que una nueva devaluación que ni sus arquitectos
Giordani y Merentes, hombres humildes de Naiguatá y de Coche, como lo ha
recordado el mismo Maduro, son capaces de explicar con claridad.
El candidato oficialista va y viene a lo
largo del país, mostrando los “éxitos del régimen” que no son más que promesas
y ofertas electoreras propias de un populismo exacerbado que no puede sino ser
interpretado como una nueva forma de esclavitud en la que el tarifado, es
decir, el “nuevo hombre”, que no es más que el esclavo del siglo XXI, recibe prebendas,
como una vez el sometido a la esclavitud y a la servidumbre el pan, el agua y
el vestido, a cambio del voto en elecciones que todos sabemos no son libres,
tampoco honestas, mucho menos transparentes.
La candidatura de Maduro no arranca, como lo
esperaban los estrategas cubanos ahora en dificultades para crear una imagen
favorable y aceptable que represente la continuidad de la gestión de Chávez.
Difícil tarea. Un hombre simplón, poco creativo, sin imaginación, copia burda
del mentor, definitivamente, un hombre que no agrada a todos los seguidores del
chavismo, menos a algunos sectores de la dirigencia pesuvista con conocidas
ambiciones de poder. La mentira y la manipulación están ahora al descubierto.
Nicolás no es Chávez, como tampoco Capriles es el mismo que enfrentó con
esfuerzo y voluntad a Hugo Chávez en la campaña electoral pasada. Eso pesa y
mucho en este proceso.
La corta lucha que con tantas limitaciones
nos ha impuesto Tibisay Lucena apenas comienza. Tenemos poco tiempo, es cierto,
pero nada torcerá la voluntad y el ánimo de quienes quieren un cambio en este
país. La victoria es muy probable y eso lo saben los cubanos y sus dependientes
de Miraflores. Los votos están allí y esta vez, muy distintamente a lo que
ocurrió el 7 de octubre, serán defendidos por quienes tienen la responsabilidad
de hacerlo. Nos contaremos en cada urna electoral y se impedira todo intento de
desconocer la voluntad popular.
El 14 de abril es, sin duda alguna, otra
oportunidad para cerrar este capítulo vergonzoso de nuestra historia,
caracterizado por el derroche, la ineficiencia y la corrupción; pero, sobre
todo y eso es la más grave, por la entrega a una potencia extranjera de nuestro
destino, mientras que sus líderes se rasgan las vestiduras en la lucha contra
el imperio.
vitoco98@hotmail.com
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