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domingo, 17 de noviembre de 2013

ARGELIA RÍOS, EL CAOS, UN NUEVO FACTOR DE INESTABILIDAD.

Chávez solía hacerlo. Apenas sentía la menor amenaza, el comandante tronaba para advertir que el diluvio arrasaría con todo cuanto se encontrara a su paso. Colocada frente a un exigente cuadro electoral y social, “la sucesión” repite la historia para intentar convencernos de que también ella está dispuesta a desbordar todo su torrente destructivo con tal de retener el poder. 

Es una ecuación elemental donde los asuntos se jerarquizan conforme a los exclusivos requerimientos de la política. En nuestro caso, de los inmediatos intereses comiciales del oficialismo y de las urgencias que Maduro seguirá encarando para eludir el riesgo de una interrupción anticipada de su mandato.

La economía no es la prioridad de esta historia: sólo los gobiernos normales temen a las consecuencias de los desequilibrios. En procesos como el que padecemos, la profundización de las calamidades financieras son “daños colaterales” que el Estado suele administrar con sus instrumentos represivos. Los escrúpulos no juegan: la nomenclatura venezolana actúa conforme al protocolo de sus semejantes y ha hecho lo que necesitaba para renovar la lucha de clases y cohesionar sus fuerzas.

Al pueblo bolivariano se le acaba de dar una razón para renovar sus expectativas. La “batalla contra la especulación” es el incentivo con el cual Maduro ha intensificado la polarización, en un forzado intento por perfilarse como lo que Chávez fue: un pater familias ficticio que hace “justicia” en favor de los necesitados, para comprar tiempo y postergar así el momento del inevitable agotamiento de la paciencia. Lo que hace el régimen es tramitarse una sobrevivencia de mínimo aliento, una semana tras otra, rozando los límites de lo tolerable y abusando de dos factores clave: de su confianza en la FANB y de la mansedumbre con que hasta ahora los venezolanos están llevando la cruz del caos, el tercer vértice que, junto a la carestía y la inflación, conforman el triángulo letal de nuestra tragedia.

Estamos frente al viejo truco de la manipulación de las percepciones, con la que el oficialismo se esfuerza en neutralizar las dramáticas diferencias entre el socialismo dispendioso de Chávez, y este otro de Maduro, cada vez más parecido al de la Cuba misérrima de los Castro. De eso también se trata todo este agite: de reanimar a las desmovilizadas masas bolivarianas, cuyos apoyos pasivos le serán inútiles a “la sucesión”, si la anarquía despedazara los diques que hoy la contienen. 

En ese caso, Maduro necesitará al pueblo revolucionario en la calle, haciendo de escudo humano: una empresa que exigirá nuevas iniciativas robinhoodianas, cada una de las cuales sumarán al caos invivible que las autoridades están subestimando. 

Vamos hacia ese cuadro aciago.

argelia.rios@gmail.com

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martes, 25 de junio de 2013

LUIS GARCÍA MORA, MIENTRAS LA BOMBA SOCIAL HACE TIC-TAC, MADURO AFLOJA PARA QUEDARSE, AL LÍMITE:

El juego es muy difícil. Y Maduro maniobra pero lo desborda el tsunami que Chávez le legó. Trata de controlar la crisis económica y la crisis política y al instante lo cornea la ola de corrupción y la desinstitucionalización del país. que avanza hacia el conflicto. Y vuelve a maniobrar. 

Desbordado, se reúne con los empresarios, le tira una alfombra roja a los curas, al Papa y hasta a USA, al tiempo que verbalmente extrema el hostigamiento.

Pero él lo sabe: estamos en el peor de los mundos. Los venezolanos enfrentamos esta crisis limpios. Está estirando hasta el límite el modelito de Giordani y, al final, lo sabe: el sistema tendrá que abrirse para poder sobrevivir. 

Ante él (un presidente ilegítimo al menos para más de la mitad del país) se encuentra un Estado parado, por falta de recursos. Con un problema fiscal y al que sólo quedan 15 días de importaciones. Los inventarios se acabaron y existen compromisos de Cadivi por ocho mil millones de dólares.

Merentes y Ramírez le anuncian una gira por los mercados financieros internacionales, para pedir más real y profundizar el hueco. El costo de la deuda venezolana es de los más altos del mundo. Petrobrás se financia con un tercio de lo que se financia PDVSA. Se acelera la búsqueda de financiamiento para atender actividades medulares. Es decir: para sobrevivir. Al tiempo que se sobrevive a una inflación del 100% anualizada: 2 puntos en marzo, 3 en abril y 6,6 en junio. Si anualizas: 100%, con un crecimiento paupérrimo.

Y todo es obra de uno que ni los peores enemigos de Batman: Jorge Giordani. Un genio que construyó una máquina excavadora para llegar al fondo de la Tierra. El arquitecto financiero del Socialismo del Siglo XXI que acabó con la capacidad de ahorro. Jamás se olvidará cómo Giordani, volándose el mercado de capitales, les cortó la cabeza a más de 300 mil personas que, en un mercado de valores incipiente como el venezolano, se fueron al ahorro e invirtieron en títulos del Gobierno en dólares, como capital semilla de unos futuros fondos de pensiones que hubieran podido financiarnos, como en otros países en crecimiento. Y, no. Este villano no está en el asilo de Arkham: Maduro lo mantiene en el clóset. Mientras tanto, contempla (imagina uno) las imágenes de las noches de protestas violentas en Sao Paulo, Río y Brasilia, y le ruega a Carlos Marx que no se desate aquí un conflicto parecido.

En esta calma chicha escalofriante. Un país polarizado inmanejable, con un Consejo de Estado de más de tres miembros –y por lo tanto, también inmanejable– para tomar decisiones de políticas públicas ante una situación de shock en la que, a cada momento que transcurre, se hace más evidente la relación entre la corrupción salida de madre, la profunda crisis de la economía y el desastre de las instituciones públicas. Al tiempo que PDVSA hace esfuerzos por estabilizar la producción petrolera, Maduro intenta un cambio en la política económica hacia la moderación (Barclays). Cuando se considera la posibilidad de consolidar todos los recursos que nos quedan en divisas –y que están regados por el Fonden, el fondo chino y otros silos paralelos–, hay una total falta de transparencia.

Y tienen que evitar el ahondamiento de la recesión, lo cual es demasiado tarde para algunos. Por otro lado, el entramado de corrupción sofoca a Maduro. Al país. Le corta cualquier posibilidad. Maduro trata de extirpar el tumor canceroso de las industrias de Guayana, de Ferrominera, del INTI, de INDEPABIS. Y se enfrenta a la lista de “intocables” de unas mafias “revolucionarias” de civiles y militares que corroe las entrañas institucionales, ante las que no hay Fiscalía que valga. Y de repente, para aumentar el ruido, la recién estrenada presidenta del Tribunal Supremo de Justicia nombra al ingeniero hermano de Chávez, sacado aparatosamente de Corpoelec, en la Dirección ejecutiva de la Magistratura, como máxima autoridad gerencial del Poder Judicial. No tiene vida. No hay freno. Límites.

El afán de desmantelamiento es total. Y si le preguntan a Kerry, el gringo del Departamento de Estado, dirá muy norteamericanamente: “Vamos a dejar que esta vaina evolucione”. Como la Iglesia. Y el sector político. Y algún empresariado de manga corta. Piensan todos al alimón contener como puedan el desbordamiento, abrir los canales del diálogo, desactivar la bomba de la ingobernabilidad.

Mientras, la bomba social hace tic-tac. El consenso sobre el país que queremos en lo político, en lo económico, se ha roto. Las posiciones mayoritarias se han volteado. La Juez Afiuni (al fin) recobra su libertad. Y Maduro afloja para quedarse. ***

@LuisGarciaMora

http://prodavinci.com/2013/06/16/actualidad/al-limite-mientras-la-bomba-social-hace-tic-tac-maduro-afloja-para-quedarse-por-luis-garcia-mora/

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