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viernes, 27 de agosto de 2010

EL LIBERALISMO LIBERTARIO: LA ÚNICA RESPUESTA IDEOLÓGICA A LA REVOLUCIÓN, GUILLERMO RODRÍGUEZ G., 3ERPOLO

"Si has estado votando por políticos que han prometido darte cosas a costa de otros, no tienes derecho a quejarte cuando tomen tu dinero y lo den a otros, incluidos ellos mismos." Thomas Sowell

Cuando el ciudadano Presidente de la República, en su carácter de supremo caudillo indiscutible de la izquierda venezolana, se dedicaba a explicar en larguísimos programas de la televisión Estatal, su absoluto rechazo a toda forma de capitalismo, y a lo que él denomina neo-liberalismo, sin concesión alguna para las absurdas, inconsistentes y nefastas “terceras vías” (tan queridas para la paleo-izquierda decadente que no acepta su supremo comando). Al tiempo que desarrolla políticas y practicas que son “clones” radicales de la lo que él llama “la cuarta república” conduce a notar tres cosas de cierta importancia, por muchos de los ciudadanos que se oponen a su gobierno:

1- Que la revolución es una versión radical de lo que ya existía. Es decir, que no hay cambio de régimen, seguimos en el régimen estatista del socialismo dirigista de antes, pero con unos lideres nuevos, y un poco más radicales. Es decir que lo que ha cambiado no es el régimen de gobierno, sino el gobierno. Que es tanto como notar que tan izquierdistas son los de antes como los de ahora, y que ambos mienten cuando dicen que “él otro” no es realmente de izquierda. Otra cosa es que hay una renovación ideológica en que el neo-izquierdismo radical, desplazó al paleo-izquierdismo socialdemócrata. Y que tal proceso es global. Pero eso no conduce sino a más de lo mismo, y mucho más, pero siempre, de lo mismo.

2- Que si no hay diferencia ideológica de fondo, no hay ventaja alguna en cambiar al gobierno y partido de izquierda actual, por los de antes. Por las mismas razones que no hubo ventaja alguna en cambiara aquellos por este. Ni la habría en una hipotética “tercera” alternativa, igualmente izquierdista, con las mismas ideas, políticas y prácticas de estos dos.

3- Que la solución debe andar entonces por los lados de lo que el ciudadano Presidente tanto ataca, ya que eso si debe ser lo contrario, no sólo de él y su revolución, sino de lo que él denomina, la cuarta república, y de casi todo el “liderazgo” político venezolano. No sólo el de partidos, nuevos y viejos, sino muy especialmente el que se autodenomina “sociedad civil”.

Y aunque lo que hemos conocido en Latinoamérica, como neoliberalismo, ni es nuevo, ni es liberal, y no pasa de ser la continuación del socialismo, por otros medios. Chávez ciertamente no se refiere sólo a eso. Astutamente se dedica a identificar la doctrina política y económica contraria, con el término que encuentra más desprestigiado y confuso. Pero se refiere realmente al verdadero liberalismo, y no sólo a la mala imitación de caricatura socialista denominada neoliberal. Así que para quien entiende que ser contrario al chavismo, es absurdo si se comparten las bases fundamentales de su doctrina. Expliquemos lo que es la única “ideología” realmente contraria

EL PENSAMIENTO LIBERAL VENEZOLANO

Las palabras son, hoy mucho más que ayer, “armas arrojadizas”. Vivimos los tiempos de la deconstrucción intencional del lenguaje y negación ideológica de la verdad y la realidad mismas. Por eso es importante entender que lo que se ha entendido en Latinoamérica como Neoliberalismo, es la negación del liberalismo. Ya que si hay quien defiende esa forma de socialismo estatista seudo liberal, tercerista e inevitablemente fracasada. Y de liberales, tales personajes, nada tienen.

Hay tres corrientes en el pensamiento liberal Venezolano. La de los partidarios del Estado limitado, entre los que hay tanto liberales libertarios, como lo que en otras partes se podría denominar liberal conservadores. La minarquista, que cree en la conveniencia, necesidad temporal, o lo que sea, de un Estado mínimo indispensable circunstancialmente, por ejemplo en materia de defensa exterior, y coincide con el marco teórico del anarco capitalismo. Y esta última, el anarco-capitalismo, o anarquismo de mercado, que cree en lo que, para ahorrar tiempo, podríamos describir como la privatización y prestación competitiva de la totalidad de los servicios estatales. En lo personal, soy partidario del Estado Limitado, por convicción filosófica realista, así que no coincido con tal marco teórico, porque discrepo de las premisas comunes de todo anarquismo, y de las del anarco capitalismo en particular. Y aunque el único movimiento político liberal libertario de Venezuela, como es Resistencia Civil propone en su declaración de principios y en sus objetivos políticos, la idea del Estado Limitado. Entendemos que -minoritarios en el pensamiento liberal venezolano- tanto el anarco capitalismo, como el minarquismo, son formas de pensamiento político fundamentalmente liberales. No lo son en cambio las formas de pensamiento político que se derivan, de “posiciones blandas”, conceptual y acomodaticiamente blandas, del tipo de las infelices soluciones públicas que se inventó un liberal como J.S. Mill, para sus problemas matrimoniales privados.

LIBERALISMO POLÍTICO

La idea política liberal del Estado Limitado algo, obviamente diferente del anarco-capitalismo, pero algo que el termino minarquista no describe en forma alguna. El desarrollo realista objetivo de la tradición política del Estado Limitado, que tuvo su mejor expresión histórica en la primera revolución americana, y que quedó plasmado desde la declaración de independencia hasta la constitución de los EE.UU. Conduce al tipo de propuesta constitucional de Hayek. Propuesta que ni un anarco capitalista ni un “minarquista” compartirían en el fondo. Por lo demás, es apoyándonos en tal forma de pensamiento político liberal, que tenemos actualmente reales posibilidades de avanzar desde la divulgación a la política de cuadros, y desde eso a la política de masas. En tal sentido, veo con alegría como se adhieren a la declaración de principios y objetivos políticos de Resistencia Civil los anarquistas de mercado, y especialmente los minarquistas “partidarios de un Estado mínimo circunstancial" porque adoptan y defienden tales objetivos en función de un progreso que ellos ven como gradualista. No hay anarquista de mercado, o minarquista, que no prefiera en todo un Estado Limitado en los términos resistentes, ante el desastre actual. Si es consecuente con el sustento moral de sus ideas.

Que los liberales que no tenemos absolutamente nada de anarquistas, y los que se inclinan por lo que un “Lenin” de nuestras filas habría calificado de “enfermedad infantil” actuemos juntos en todo el esfuerzo divulgativo, propagandístico, agitador y político -que conduciría hacia un nuevo experimento, de la trascendencia del que iniciaron aquellas pequeñas y pobres 13 colonias de Norteamérica para finales del siglo XVIII- depende hoy de traducir un ideario político que puede ser tan común como realista, objetivo y racional, a través de sus fundamentos éticos, en propaganda profundamente emocional.

¡En gritos de justicia inapelables en el corazón!

Los serviles, y los semi-serviles, han logrado disfrazar su injusticia objetiva, de aparente justicia irracional. Pero los liberales hemos sido incapaces –por ahora- de traducir la justicia objetiva, en justicia emocional. No es su éxito lo que nos debe preocupar, es nuestro fracaso lo que nos debe ocupar. Hay anarco capitalistas y minarquistas que se embarcarán en el esfuerzo político de lograr una nueva revolución liberal, y hay otros que lo torpedearan. Tanto como hay partidarios del Estado limitado que serán consecuentes con sus ideas, y los que hay que no lo serán. Amanecerá y veremos.

LOS PROBLEMAS DE VENEZUELA

Por lo pronto Venezuela tiene dos problemas tremendos, que son los que ha ocupado por más de una década lo mejor del pensamiento político liberal Venezolano:

1- Tenemos, una economía que ya acumula 27 años de decrecimiento sostenido del PIB, en escenarios de inflación y devaluación recurrente, por lo que el empobrecimiento de población es tremendo. Y empezó la cosa en el momento en que el estatismo económico llegó a su máxima expresión; al estatizarse la totalidad de la industria de los hidrocarburos. Sólo que hay antecedentes, previo al decrecimiento, vimos una sistemática desaceleración de la economía, y antes de eso un crecimiento fenomenal. El crecimiento económico en Venezuela es inversamente proporcional al estatismo Económico, y la pobreza directamente proporcional al mismo. Y es un problema, más de leyes, instituciones, y sustrato cultural mayoritario, que de política económica.

1- Tenemos un anacronismo curiosísimo. Nuestro Estado percibe una renta de su patrimonio propio en tal magnitud e importancia, que ha sido funcionalmente independiente de la Sociedad. La sociedad se empobrece mucho, y mucho más rápidamente, que el Estado en la Venezuela del decrecemiento sostenido sostenido del PIB por casi tres décadas.

Quienes afirmamos que el Estado tiene funciones naturales (las que se deducen de su naturaleza represiva) sostenemos que ha de dedicarse única y exclusivamente a tales funciones, no porque sean las mínimas en nada. Son las máximas que podría cumplir de forma natural. En tal sentido somos partidarios del Estado natural máximo, y denominamos desborde antinatural y pernicioso cualquier acción Estatal fuera de sus funciones naturales. Que no se ocupe al máximo (no al mínimo, sino al máximo) de sus funciones naturales, nos parecerá una insuficiencia. En la mayoría de los casos, la insuficiencia será menos perniciosa que el exceso. Pero de una insuficiencia completa, pueden renacer las más primitivas y peores formas de aparato estatal expoliador, como nos explica la Escuela de Virginia.

En tal sentido entendemos que debemos un marco jurídico e institucional opuesto al Estatismo, y transferir el patrimonio mercantil del Estado a la población. Quienes crean en la presunta utilidad de limitar la acción Estatal en sus funciones naturales, o eliminar por completo el monopolio Estatal, en tales funciones, para trazase objetivos políticos de corto y mediano plazo, encontrarán las dos soluciones necesarias, justas y virtuosas. Ni las verán como finales. Pero de nada sirve soñar con un final, si no se avanza en algo que permita acercarse a tal sueño.

UN ASUNTO DE JUSTICIA

Para lograr eso, el Estado debe ser limitado tanto en sus funciones, como en el uso legitimo de su poder. Hablar de Estado limitado, y de gobiernos limitados, describe al mismo tiempo lo que es una tradición del pensamiento liberal, en materia del que debe hacer, y que no debe hacer, el poder público, pero también de cómo debe hacerlo, y como no debe hacerlo.

Hemos sostenido en infinidad de oportunidades que hay casos concretos en que el tamaño del Estado, en sus funciones propias, es demasiado pequeño, como contraparte de su desborde en funciones impropias.

Es decir. No hay recursos suficientes para policías, tribunales y cárceles. Y como consecuencia, la delincuencia campea, llegando literalmente a gobernar, total o parcialmente, zonas urbanas o rurales de las que el Estado se ha retirado por completo, o casi por completo; el retraso y la corrupción judicial son el martirio del inocente y la felicidad del culpable; las cárceles son antros de hacinamiento y corrupción, en donde los perores criminales gobiernan sus feudos internos, mientras los delincuentes menores, y los inocentes, son sometidos al martirio inhumano (de no tener capacidad para comprar, o asegurar por sí mismos, su autodefensa). Pero mientras tanto, sobra Estado y gobierno para financiar lo que por bueno o noble que luzca, ni es asunto de vida o muerte, ni afecta los derechos fundamentales de seres humanos, como el pagar esquelas en la prensa nacional con recursos públicos. Justicia, no primero, sino única y exclusivamente, es lo que busca el pensamiento liberal venezolano. Y como es la única verdadera respuesta ideológica a la revolución, que se organiza, sin prisa y sin pausa, para luchar por transferir los activos mercantiles del Estado a la Población, detener definitivamente la inflación y la devaluación, y construir una republica liberal, capitalista y popular en la que progrese cada ciudadano decente y trabajador. Y eso, es sólo el principio.

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domingo, 30 de marzo de 2008

*GUILLERMORODRÍGUEZ ESCRIBE PARA TERCER POLO: “ECONOMÍA Y POLÍTICA: CAUSAS DE LA RECESIÓN Y MERCENARIOS QUE LAS DISFRAZAN”


*GUILLERMORODRÍGUEZ ESCRIBE PARA TERCER POLO: “ECONOMÍA Y POLÍTICA: CAUSAS DE LA RECESIÓN Y MERCENARIOS QUE LAS DISFRAZAN”



Si podemos evitar que el gobierno malgaste la labor de la gente
bajo la pretensión de ayudarla, el pueblo será feliz.
Thomas Jefferson




Es verdad que el mundo… o al menos una buena parte de él, está entrando en un período de recesión económica que pudiera ser muy severa –aunque eso aún está por verse– entre otras cosas porque coincide el momento con una evidente declinación del dólar de los EE.UU. como principal divisa internacional, nada nuevo en realidad pues ya se ha visto mucho tiempo atrás con la declinación de la libra esterlina de aquél mismo papel. El punto es que una recesión no es más que un ajuste inevitable de un periodo de crecimiento que se basó en gran parte en la inyección artificial de circulante sin respaldo por parte de los gobiernos. Los gobiernos hacen eso para aumentar su capacidad de gasto y el consecuente incremento de los precios que sigue al que se ponga en circulación mucho más dinero sin que previamente se incrementara la producción de bienes y servicios es algo que el común de las personas parecerían comprender… aunque en realidad no sea así. Pero el problema de fondo es que la inflación es un fenómeno mucho más complejo, insidioso y pernicioso que el simple y visible aumento de precios, porque el exceso de circulante permitirá casi siempre financiar por la vía del abaratamiento del capital nuevas inversiones que responderán a las oportunidades de demanda nueva creadas… pero, y es el gran pero, taleS oportunidades dependen de que se siga inyectando más y más circulante inorgánico, que seguirá impactando los precios y desviando las inversiones de capital hacia inversiones erróneas y especulaciones financieras no menos erróneas… eventualmente algo disparará las alarmas y la reducción de la demanda junto con la restricción del circulante –o de no restringirse con la desaparición del valor de la moneda en hiperinflaciones– no sólo detendrá la escalada de precios, sino que dejará a todas las inversiones y especulaciones sin demanda como perdidas netas de capital… con los consecuentes problemas humanos que la destrucción neta de capital produce en una sociedad.



Mientras más rápido y libremente se reorienten los recursos materiales y humanos más pronto y con menos sacrificios se saldrá de una recesión, y mientras más pronto se detenga la emisión inorgánica menos profunda será ésta… el mayor problema es que la enorme serie de regulaciones estatistas que entraban las economías del mundo que denominamos desarrollado impiden lo primero tanto como en el llamado sub-desarrollado. Y la tendencia de los gobiernos a estirar la arruga subsidiando mediante nuevas emisiones inorgánicas más y más a los capitales involucrados en malas inversiones y peores especulaciones impide lo segundo igualmente. Irónicamente es la intervención gubernamental irresponsable que impide al mercado libre operar la que causa y agarba las recesiones que muchos grandes beneficiarios financieros personales de ese estatismo denominas “fallas del mercado”.



Aunque la emisión inorgánica termine por producir serios problemas de solvencia en el sistemas financiero y por llevar a la quiebra las inversiones que a su amparo se realizaran, no deja de ser curioso como se la ha intentado revestir de un manto “científico” de seudo-legitimidad desde el primero tercio del siglo pasado, cuando tan sofisma interesado –y mil veces repetido bajo otros nuevos mantos– se inició con la irrupción del Keynesianismo que logró dotar de una justificación aparentemente científica tradicionales políticas fiscales, irracionales y empobrecedoras al mediano y largo plazo; pero capaces de producir resultados de aparente prosperidad en el corto plazo. Así se legitimó un tipo de política de gasto público inevitablemente deficitario, para la promoción artificiosa de actividades escasamente eficientes, con cargo a la hacienda pública, Política fiscal desesperada, que disfrazada de política monetaria novedosa, medida en términos de capital político resultó de bajo costo y alto impacto. El retraso de unas economías irremediablemente asfixiadas en el agravamiento recurrente de los estancamientos –que se intentaba combatir– en los casos relativamente leves; y la destrucción del tejido económico, la descapitalización extrema y el empobrecimiento generalizado de las espantosas hiperinflaciones, es lo que ha dejado la aplicación de la Teoría General, en la formulación de políticas públicas. Sin dejar de lado que dichas políticas en realidad se pueden documentar, con detalle, –junto con sus funestas consecuencias– al menos desde el imperio romano. Pero la diferencia notable será que antes del Keynesianismo, se habían considerado siempre vicios del gobernante. Ya en 1609, Juan de Mariana calificaba de tirano al gobernante que aplicara tales políticas, como explica Jesús Huerta de Soto:

“...obra esencial de Mariana es la publicada en el 1609 con el título De monetae mutatione, posteriormente traducida al castellano con el título de Tratado sobre el discurso de la moneda de vellón que al presente se labra en Castilla y de algunos desórdenes y abusos. En este notable trabajo Mariana considera tirano a todo gobernante que devalúe el contenido de metal de la moneda, imponiendo a los ciudadanos sin su consentimiento el odioso impuesto inflacionario o la creación de privilegios y monopolios fiscales. Mariana también critica el establecimiento de precios máximos para “luchar contra la inflación” y propone la reducción del gasto público como principal medida de política económica para equilibrar el presupuesto.”

Y es sólo a partir de Keynes que se las dota de una teoría económica que más que justificarlas, las legitima, al punto de recomendarlas. El keynesianismo adoptó las premisas deterministas del marxismo sobre las crisis cíclicas del capitalismo. Mismas que en realidad originaban las manipulaciones monetarias y agravaba la deficiente –en el sentido de inadecuada, aunque no necesariamente de poco fuerte– institucionalidad. Y recetó la causa de la enfermedad como tratamiento. Y en cierto sentido lo hizo así porque consideró la enfermedad incurable. El problema no está tanto en las deficiencias científicas del Keynesianismo, como en los incentivos políticos para adoptarlo y defenderlo que naturalmente tenían gobernantes y académicos. No se le escaparon a Lenin –ya para 1920– los beneficios que de las ideas de Keynes obtendría el movimiento comunista internacional en general; y la Unión Soviética en particular:

“Keynes declara que los ingleses, para proteger su vida, para salvar la economía inglesa, deben conseguir ¡que entre Alemania y Rusia se reanuden las relaciones comerciales libres! Pero ¿cómo conseguirlo? ¡Anulando todas las deudas, como lo propone él! Esta es una idea que no pertenece sólo al científico economista Keynes. Millones de personas llegan y llegarán a esta idea. Y millones de personas oyen declarar a los economistas burgueses que no hay más salida que la anulación de las deudas... Pienso que se debería enviar en nombre del Congreso de la Internacional Comunista un mensaje de agradecimiento a estos economistas que hacen agitación en favor del bolchevismo. Si, de una parte, la situación económica de las masas se ha hecho insoportable; si, de otra parte, en el seno de la ínfima minoría de los países vencedores omnipotentes se ha iniciado y se acelera la descomposición ilustrada por Keynes, realmente presenciamos la maduración de las dos condiciones de la revolución mundial.”

Ni a Keynes que sus teorías fueran poco compatibles con la democracia, al menos en la forma que aún la interpretaban –en su generalidad– los anglosajones en su tiempo, cuando en la introducción a la edición traducida al alemán de 1936 de su Teoría General, declaró que sus propuestas de política económica encajan mucho más en un Estado totalitario, como el nacionalsocialista alemán, que en uno como la Inglaterra de entonces; sobre la que, por lo demás expresó en la BBC en junio de 1936, al aclamar un libro apologista de la revolución soviética, en un momento en que ya se conocía la realidad sobre esta, desde las hambrunas y los genocidios a las torturas, y el terror político masivo –escrito con base a datos, tergiversados en unos casos, y completamente falsos en otros– de los propagandistas mercenarios, Sydney y Beatrice Webb:

“Los soviéticos están ocupados en el vasto empeño administrativo de hacer que funcionen de forma tranquila y exitosa, sobre un territorio tan extenso que ocupa una sexta parte de la superficie de la Tierra, toda una nueva serie de instituciones sociales y económicas. Los procedimientos siguen variando rápidamente para ajustarse a las nuevas experiencias. Estamos asistiendo al mayor grado de experimentalismo y empirismo jamás intentado por unos administradores desinteresados. En este sentido los Webbs con su libro nos han permitido contemplar la dirección en la que parecen moverse las cosas y hasta dónde han llegado de momento... ...El libro me deja con un fuerte deseo y anhelo de que nosotros en este país, sepamos descubrir cómo combinar una disposición ilimitada para experimentar cambios en nuestros modos y en nuestras instituciones políticas y económicas.” .



En realidad quienes ganan con el estatismo son unos pocos privilegiados y quienes pierden son las masas empobrecidas… y en presentar las causas del mal disfrazadas de soluciones han coincidido siempre los simpatizantes de cualquier socialismo –desde el autoproclamado amoral Lord Keynes al ex ministro y enriquecido empresario Petkoff Malec– pues el socialismo no es más que el estatismo llevado a sus últimas y más desastrosas consecuencias, y tales personajes o son beneficiarios inmediatos y evidentes del estatismo presente que desde ya a las masas ha empobrecido mucho…. O aspiran serlo con mucho más socialismo en formas aún más destructivas para las mayorías… o las dos cosas. http://grodriguezg.tripod.com

miércoles, 26 de marzo de 2008

*GUILLERMO RODRÍGUEZ ESCRIBIÓ: "INTERESES, POLÍTICA Y GUERRA: EL JUEGO DE LA RULETA RUSA"


*GUILLERMO RODRÍGUEZ ESCRIBIÓ: "INTERESES, POLÍTICA Y GUERRA: EL JUEGO DE LA RULETA RUSA"

Las guerras no son causadas porque se construyan armas. Son causadas cuando un agresor cree que puede alcanzar sus objetivos a un precio aceptable.
Margaret Thatcher

Los liberales son amantes de la paz, lo somos tanto que jamás ha ocurrido guerra alguna entre dos gobiernos que a los principios liberales dieran el mínimo respeto, y por ello nos preocupa mucho el que los gobiernos antiliberales que nos han tocado en suerte coqueteen con soluciones militares a problemas políticos. Eso es jugar a la ruleta rusa, pero el problema es que es que es un tipo de ruleta rusa en que los gobiernos tienen el dedo en el gatillo y sus pueblos el cañón del arma en la cabeza. El infausto recuerdo de lo que significó para la Argentina las obscuras motivaciones internas y el enorme error de cálculo internacional de los gobernantes que lanzaron sus tropas a las islas Malvinas es lo que me mueve a citar precisamente a Thatcher... y no a Videla, mal que le pese a quién al segundo prefiera.
Lo que está ocurriendo en estos días entre los gobiernos de Colombia, Ecuador y Venezuela podría, para bien de los pueblos de los tres países, terminar en el campo de la diplomacia y desvanecerse como los fuegos de artificios… no sin costo –que a fin de cuentas son mil-millonariamente costosos para el comercio internacional los tales impasses – pero mucho más costosa en una guerra, por corta y limitada que fuera. Pero también podría, esperemos que no sea el caso, llegar a salirse de control y tomar un camino muy diferente de resultados impredecibles.
El asunto se puede resumir, a la fecha, en que Colombia es un país que sufre una guerra civil desde hace algo más de medio siglo, en el que las complejidades y acumulaciones de odios y rencores de tan largo y enrevesado conflicto son enormes, pero a la fecha el asunto es que el grupo alzado en armas más numeroso son las llamadas FARC, que dicho grupo que es el que nos ocupa, se financia de la protección militar al negocio del narcotráfico, los secuestros y otras actividades mafiosas, con lo que sus tropas reciben sueldo regular y su capacidad financiera para adquirir armas y pertrechos, así como para lo demás que requiera, es tan grande como la de un Estado.
Y la razón de ello es que la desde hace mucho perdida "guerra a las drogas" en que se empeñan inútilmente los gobiernos de las naciones en que se concentra el mayor consumo –EE.UU. a la cabeza– lo único que han logrado con dicha política es incrementar enormemente las ganancias de mafias y oficiales gubernamentales corruptos en toda la cadena internacional del ilegalizado trafico, nada diferente de lo que pasó cuando hacia las primeras décadas del siglo XX decidieran ilegalizar el licor en los EE.UU. haciendo inmensamente ricas a mafias y corruptos de entonces, hasta que reconocieran que las consecuencias negativas para individuos, familias y sociedad que traía el consumo en nada se habían reducido, debiéndoles sumarse entonces las aún peores de la prohibición. La solución de entonces fue legalizar nuevamente aquella droga adictiva que es el licor, y la solución de hoy no sería otra. La legalización sería un golpe tan devastador en las finanzas de los grupos alzados en armas en Colombia, que todos los “planes Colombia” juntos no llegaría a acercársele… pero esos planes, así como la perdida guerra, son negocio para muchos que de tales crecidos presupuestos gubernamentales medran, tanto o más que para los mafiosos y corruptos.
Venezuela y Ecuador no están en guerra, ni civil ni internacional, pero sufren los efectos de la larga guerra colombiana en sus fronteras. Entre tales efectos está el que los irregulares crucen las fronteras, y que el ejercito de Colombia también lo haga para atacarlos. Agreguemos a eso que los actuales presidentes de Ecuador y Venezuela son aliados políticos e ideológicos estrechos; y su vez enemigos políticos del de Colombia. Así como que ambos mandatarios se han manifestado, cada cual a su estilo, aliados políticos –y en cierto grado ideológicos– de las FARC. De tal alianza hasta ahora caudillo supremo del socialismo venezolano ha obtenido ciertos éxitos políticos internacionales, como fueron la liberación unilateral de rehenes, y algunos chascos mediáticos internacionales, como el caso del niño que se encontraba en un orfanato del gobierno colombiano.
Lo que ocurrió ahora, que es lo que pareciera ponernos al borde de una guerra absurda entre naciones sudamericanas, fue que las fuerzas militares de Colombia bombardearon y destruyeron un campamento de las FARC en territorio del Ecuador, y que en dicha acción murió el comandante que se había ocupado de las negociaciones que como facilitador iniciara el presidente de Venezuela y detuviera el de Colombia tras una inconsulta llamada del primero a un alto oficial del ejercito Colombiano.
La reacción del gobierno del Ecuador en contra de la incursión es lógica y compresible, las acusaciones del de Colombia en torno a la presunta oficiosa protección a la FARC en Ecuador no lo son menos. Lo que no se entiende tan facilmente es la destemplada reacción del presidente Venezolano en éste caso, más agresiva que la del gobierno ecuatoriano. ¿Por qué reaccionó así Hugo Chávez? De especular, podría especular mil respuestas, pues desmedida y sorprendente es la reacción de quien rompe relaciones diplomáticas y ordena públicamente movilizaciones de tropas cuando la soberanía de Venezuela, en este caso, en nada a sido afectada… la más probable respuesta es que apuesta el presidente de Venezuela, a lo mismo que el de Ecuador, y fuera de su guerra civil el de Colombia, que entre los tres países no habrá guerra alguna, y que la escalada en su enfrentamiento verbal con Bogota, a más de auto justificarse en su evidente simpatía por las FARC, le reportará buenos dividendos políticos internos a bajo costo… no más que las perdidas temporales por la interrupción inmediata y potencial disminución posterior del comercio binacional, cosa que a un socialista como él, al final poco le importa.
Pudiera o no equivocarse en sus cálculos internos… eso no es tan importante. Lo importante es que no han sido pocas las guerras de verdad que han comenzado a la largo de la historia cuando los juegos de la ruleta rusa internacional, del tipo que cada vez más se aficiona a jugar el presidente de Venezuela –y al que no parece mucho menos aficionado el de Colombia– y no se aún si el de Ecuador.
El problema es que el gobierno de Caracas está empeñado en mantener un enfrentamiento con el de Washington del que cercano aliado se ha hecho el de Bogotá. Es en ese contexto de enfrentamiento con Washington que deben evaluarse las reacciones del gobierno venezolano, y es en ese contexto que son más peligrosas de lo que parecen para Venezuela. Fidel Castro en su momento jugó a eso, con la segunda potencia militar del mundo cubriéndole las espaldas… Hugo Chávez está jugando el mismo juego con las espaldas descubiertas… eso no es valor sino temeridad. Además, si el juego del primero se está saldando a un enorme costo en destrucción material y moral para el empobrecido pueblo cubano… el del segundo no sabemos lo que nos pueda costar a los venezolanos de llegar a salirse de control… cosa que ocurre con enorme facilidad cuando a los políticos les da por jugar a esta ruleta rusa de coquetear con la obscura y traicionera deidad de la guerra.
Tres grandes mentiras a los pueblos hay en todo esto, y las estafas de los gobernantes no merecen saldarse con la sangre de otros- que hay que ver con cuidado:

• La primera es descomunal mentira de la perdida Guerra a las Drogas, que se cruza con los gigantescos presupuestos de cosas como El Plan Colombia, resultando un gran negocio para mafiosos, guerrilleros, corruptos y burócratas que ven acrecentarse su poder y presupuesto a costa de la sangre y el sufrimiento de las victimas.
• La segunda es la estafa de unos tratados de libre comercio promovidos por el gobierno de los EE.UU. que de libre tienen sólo el nombre, pues no son más que tratados de comercio administrado y regulado mediante cuotas, permisos y privilegios por las respectivas burocracias… negocio politiquero en que los intereses particulares se sirve y se dan el vuelto bien protegidos de la competencia abierta y a costa del consumidor y el contribuyente de aquí y de allá. Eso, una estafa casi tan grade como la anterior no merece defensa alguna. Y eso, se entrecruza con el asunto que tratamos por la curiosa razón de que los políticos de aquí y de allá no da “puntada sin dedal” aunque no note a simple vista cual es el dedal que les cubre el dedo.
• La tercera es la respuesta de Caracas a lo anterior, la gigantesca estafa de un ALBA –que de eso y no de otra cosa habla el gobierno venezolano cuando menciona la integración sudamericana, a la cual considera atacada cuando se bombardea un campamento de la FARC por el gobierno contra la que aquella está en guerra– que no representa ni más libertad, ni más comercio, sino más poder para políticos y burócratas, y más privilegios para sus amigotes respectivos… lo que es más, y mucho más, de la misma receta que ha sido la causa de la secular pobreza de nuestros pueblos. Todo eso no merece ni una gota de sangre porque no es más que otra estafa.

Pero, el que un pueblo no deseé una guerra nunca ha sido suficiente para evitar que los errores de su gobierno le obliguen a sufrirla… y eso deberían recordarlo hoy los pueblos y los gobiernos de Ecuador, Colombia y Venezuela, si bien a los Venezolanos nos atañe primero y principalmente el nuestro.

jueves, 7 de febrero de 2008

*EL CONCEPTO DE HOY: ESCRIBE GUILLERMO RODRIGUEZ GONZÁLEZ


La riqueza que mal administran los corruptos estatismos socialistas, hay que transferirla directamente al pueblo, a todos y cada uno, sobre cuyo empobrecimiento, dependencia y adoctrinamiento reinan las oligarquías socialistas de ayer y hoy.
Guillermo Rodríguez González

*GUILLERMO RODRÍGUEZ ECRIBE: “LA REALIDAD: UN PROBLEMA DE FONDO”



*GUILLERMO RODRÍGUEZ ECRIBE: “LA REALIDAD: UN PROBLEMA DE FONDO”



La necedad es la madre de todos los males.
Marco Tulio Cicerón


Recientemente un joven activista liberal me comentó que le indignaba la infinidad de necedades que veía a diario en las declaraciones de prensa de políticos socialistas venezolanos, tanto en los que gobiernan como en los que aspiran a sustituirlos tales funciones... para hacer más o menos lo mismo. Que los socialistas digan necedades es tan natural, predecible y en última instancia inevitable, como que las piensen y las crean. Es su forma de pensar, errada y destructiva, pero tiene sus atractivos y beneficios, por lo que no la dejarán fácilmente... muchos no lo dejarían ni aún cuando llegaran a convencerse de lo errada que es. Indignarse de eso me pareció algo similar de indignarse porque haga frío en invierno y calor en verano; y al comentárselo al compañero, aquél me explicó que no eran las necedades en sí mismas, menos considerando de quienes venían, sino el hecho asombroso –y de muy destructivas consecuencias continuadas– que la población se las tome en serio la razón de su indignación. Bien, ese ya es otro asunto, asunto que se relaciona con la generalizada, mayoritaria –es decir democrática– imposición del error en lugar de la verdad. Al final lo que es popular es la negación de la realidad, si la realidad no fuera impopular, no sería popular el socialismo en ninguna a de sus vertientes.

La realidad puede ser una sola, la correcta percepción que de ella tengamos, en la medida que sea correcta, puede ser, a su vez, una sola; pero las percepciones erróneas de la realidad serían, teóricamente, infinitas, y por ello podrían contradecirse entre sí. Los principios de identidad y de no contradicción de que hablamos son absolutos en la medida que todo intento de hacerlos relativos, por aparentemente razonable que luzca bajo la apropiada óptica, se torna absurdo con sólo considerarlo a fondo. Ni aún una especulación literaria de “ciencia ficción” más alucinada que se inspire en las aparentes paradojas de la física quántica quiebra realmente los principios de la identidad y no contradicción en referencia a la “realidad” que simplemente imagina, pues lo que postularíamos así sería que en infinitos universos quánticos paralelos, existen infinitas circunstancias quánticas paralelas, pero no diferentes realidades independientes, sino circunstancias diferentes que forman parte de la única realidad más amplia y potencialmente infinita. Y no es física sino imaginación literaria de tipo mítico que niega en realidad la ciencia en que se inspira.

La discusión filosófica sobre la realidad llena bibliotecas, pero la podemos resumir para nuestros efectos en tres grandes premisas posibles:


La realidad existe y puede ser conocida
La realidad existe pero no puede ser conocida
La realidad no existe como tal


La primera premisa es verdadera y también es la menos popular, las segundas resumen las dos vías para negar la verdad en torno a la realidad. Pero no es la realidad que discuten los filósofos la que nos interesa aquí, es la parte de la realidad que se corresponde con los sujetos, es decir, su circunstancia particular. ¿Por qué entonces insistir en que la realidad es una sola? ¿Pudiéramos ir con la corriente relativista de moda y llamar realidad a la circunstancia? La razón de esto es que así como la realidad es que 2 + 2 = 4, y por ello es falso cualquier otro resultado, la relatividad de la verdad implicaría que cualquier resultado es relativamente cierto y relativamente falso y con ello cualquier resultado sería igualmente valido. La mayoría de los relativistas admiten la realidad matemática en la medida que la matemática es una abstracción, pero aducen que al darle identidad real a lo que se está sumando tal realidad matemática se hace relativa. Lo que tenemos que preguntarnos es si aplicando el criterio de que todas las verdades son igualmente validas y buenas a los cálculos estructurales requeridos para construir un puente (y en ello los números efectivamente representan partes mensurables de la realidad objetiva) la siguiente pregunta sería: ¿los muertos resultantes estarían relativa o absolutamente fallecidos?

¿Por qué las personas parecen empeñarse en rechazar la realidad? ¿Por qué el relativismo es, en general, popular?

Personalmente creo que es porque la realidad es compleja y nuestra capacidad, no digamos de comprenderla sino simplemente de percibirla es muy limitada. Lo que observamos depende siempre de nuestra perspectiva, cuando miramos una torre en campo abierto lo más que podemos ver es la mitad de la misma, y si la planta de la mitad visible es media circunferencia, tendemos a concluir que la mitad que no vemos completará la planta circular. No es del todo caprichoso, ya que la simetría es común en la naturaleza, pero si la planta de la mitad que no podemos ver fuera cuadrada, quien la estuviera observando desde el punto exactamente opuesto al nuestro, supondría que está ante una torre cuadrada, mientras que quien se encontrase perpendicular a ambos, vería que parte de la planta es circular y parte es cuadrada, así supondría que la parte que no observa es igual con lo cual sería el único cuya suposición resultaría acertada. Suponer la simetría es algo predecible porque lo que observamos lo relacionamos con nuestra previa experiencia, pero dicho proceso, que nos permite identificar como torre en un punto lo que conocimos como torre en otro, también nos conduce a no ver parte de la realidad cuando resulta muy compleja o demasiado extraña a nuestra experiencia previa. Cuando observamos con atención podemos quedar fácilmente perplejos ante los errores a que llegamos con la observación superficial. Así que la observación tiene dos límites importantes, la perspectiva y la experiencia. Un observador atento podría comprender que no es la planta de la torre simétrica sin cambiar su punto de vista de varias formas, como por ejemplo observar atentamente la sombra que la torre proyecte.

Pero es más fácil decir que la planta de la torre es “relativa”, no es cierto, pero es más fácil. La mentira casi siempre es más fácil, siempre que no se consideren las consecuencias que se pueden predecir... y las que no. Y la necedad es negar que todas llegarán como lo que son: consecuencias.

viernes, 1 de febrero de 2008

*GUILLERMO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ ESCRIBIÓ: “CONDICIÓN DE LIBERTAD: SOBERANÍA INDIVIDUAL COMO LÍMITE DE LA DEMOCRACIA “

*GUILLERMO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ ESCRIBIÓ: “CONDICIÓN DE LIBERTAD: SOBERANÍA INDIVIDUAL COMO LÍMITE DE LA DEMOCRACIA “


Sobre los liberales y la campaña electoral venezolana es poco lo se puede decir. Ninguno, es el único candidato liberal a la presidencia, y por ninguno propondrán votar los liberales de verdad y que tengan una adecuada percepción de la realidad. Unos pocos, por deshonesto oportunismo los más de entre ellos, y por una errónea percepción los menos, apoyan algún candidato socialista en contra de otro. La realidad es que en las circunstancias presentes carece de sentido para los liberales de verdad llamar a votar por un candidato socialista opositor que compite desesperadamente en populismo con el no menos socialista gobernante, argumentando que fuera “el menos malo” y disfrazar eso hablado de su popularidad, su carácter de político “regional”, de demócrata, o cualquier otra cosa por dos poderosas razones:


La realidad es que no es alguno “el menos malo” en el sentido de que no hay alguno que sea “el menos socialista”. Sólo ninguno es “el menos malo” en ese sentido. En la elección presidencial de Venezuela en el 2006, cualquier candidato opositor de entre los inscritos es igual de malo que el que pretende sustituir porque es igual de socialista. Eso lo decimos los liberales que no imitamos al avestruz, de una u otra forma.

En las condiciones institucionales y políticas que prevalecen en el país actualmente, una candidatura de ese tipo no tiene la capacidad de llegar al poder y sostenerse en él cambiándolas, porque la contraparte tiene el poder y la voluntad política de impedirlo por todos los medios a su alcance. Eso lo dicen hasta los socialistas opositores más serios, organizados, disciplinados y con mayor experiencia política acumulada en Venezuela. Que aunque no nos gusten, son los adecos.

Sería excesivo para un simple artículo el intentar una lista de los errores del socialismo opositor que han ocasionado estas condiciones, pero si es necesario recordar que el enorme poder de que goza el socialismo en el poder y que le conduce a asumir seriamente el proyecto de mantenerse en el mismo indefinidamente, es más resultado de los errores del socialismo opositor que de los aciertos del socialismo en el poder. Rosales es el más reciente de esos errores, por las mismas razones que lo fue el candidato de la “Unidad” Francisco Arias Cárdenas. Y sin importar que se llegue a su mejor y prácticamente imposible escenario, como al peor y prácticamente inevitable, o cualquier variante intermedia más o menos probable, así lo descubrirán sus nuevos partidarios circunstanciales, cuando sea tarde.

Se podría entender la conveniencia táctica del famoso “mal menor”, aunque no fuera más que por la alternancia en el poder – de hecho sería, acaso la única – si las condiciones objetivas no lo anularan. Pero lo anulan. Por lo que es difícil de entender es la confusión de lo fundamental con lo accesorio en de las filas liberales cuando enfrentamos una escalada de socialismo radical que completará, hasta la depauperación, el empobrecimiento material y moral que tan adelantado le dejaron aquellos socialistas “moderados” que lo precedieron. Las batallas perdidas que se libran son las propias cuando son inevitables, no las ajenas. Y la batalla entre socialistas siempre nos es ajena a los liberales. En lugar de plegarse por temor al futuro a un falso mal menor, el liberalismo en Venezuela tiene que construir su propio camino hoy. O no tendrá futuro.

La democracia no es más que un método razonablemente incruento de tomar decisiones y los liberales lo hemos encontrado siempre conveniente en aquellas situaciones en que otro, teóricamente mejor, es prácticamente inaplicable. Pero así como todas las personas deben tener el derecho de votar e intentar ser electos, sin más limites que la minoridad y la residencia, no todas las cosas se pueden someter de forma legitima a la voluntad de la mayoría, con lo que no todos los conflictos tiene una solución legitima por la vía democrática. El conflicto entre cinco violadores y una victima no se puede solucionar por medio del voto, porque los derechos inviolables de la victima minoritaria están por encima de la voluntad mayoritaria de los violadores. El crimen de la mayoría contra la minoría sigue siendo un crimen. Por lo mismo no se puede admitir como legitima ninguna decisión mayoritaria que viole los derechos individuales a la vida, libertad y propiedad de quienes no han violado la Ley común. La realidad puede obligarnos a someternos a la tiranía, porque la tiranía es una cuestión de grados, y algún grado de tiranía será tolerable para muchos, aunque la vean como lo que es, sólo en la medida que los peligros inherentes al esfuerzo de su supresión les parezcan mayores amenazas que los que de ese grado tiranía en particular. También será defendible y conveniente para los serviles que se empeñen en no verla como lo que es, con independencia que la venda de sus los ojos sea en los menos el privilegio o en los más la ignorancia. Y será intolerable para otros que estimen los riesgos inherentes a su supresión son menores que las amenazas de la tiranía sobre ellos. Cualquier tiranía se sostiene fácilmente cuando los primeros son muchos más que los últimos. Y es por ello que todo proyecto totalitario requiere un control absoluto de la educación y la cultura. El liberalismo puede aceptar el hecho de la tiranía de la mayoría como parte de la realidad en una democracia ilimitada en que la voluntad de la mayoría no se detiene ante los derechos individuales. Puede y debe luchar por suprimir completamente tal tiranía por medios incruentos en la medida que ello sea posible, y debe, ante todo, cambiar la opinión general que permite la aceptación tácita sobre la que se sostiene. Pero lo que no puede hacer frente a la tiranía – si pretende realmente suprimirla – es “legitimarla” conceptualmente en el proceso de combatirla.

Cualquier forma de socialismo democrático es una forma de tiranía, pues es la violación de derechos naturales inalienables aún cuando se establezca por voluntad de la mayoría. El que a las victimas se les permitiera emigrar no la legitima en forma alguna. La función política del liberalismo es actuar en y sobre la realidad para transformarla en la medida de lo posible. Pero eso no pasa por empeñarse en no ver circunstancias perfectamente reales. Y menos por proponer el someter el conflicto entre cinco violadores y una victima a referéndum, con la excusa de que la victima disconforme pudiera emigrar después.

La política es una ciencia compleja que requiere de mensajes simples, claros, coherentes y atractivos; no de propuestas que a fuerza de intentar ser simples contradigan los principios sobre los que pretenden fundarse. La realidad de la política es la realidad del poder, quienes entienden eso pueden avanzar en ella, los liberales que no entienden el significado de eso, aunque lo repitan palabra por palabra convencidos de lo contrario, no pueden; pero pueden retrasar y dificultar, como de hecho hacen, el avance político del liberalismo. El socialismo se construyó quitándolo al individuo la soberanía sobre sí mismo y consecuentemente transfiriendo el control de la riqueza de la sociedad al Estado. El liberalismo no se impondrá sin tomar el camino contrario, y así como el camino contrario pasa por recuperar la soberanía del individuo sobre si mismo, primero en la opinión, para luego establecerla en las instituciones, tal transformación requiere para sostenerse la transferencia gratuita y universal de la propiedad y con ella del completo control real de todos los activos mercantiles del Estado a los ciudadanos. Y eso es sólo el principio.


*GUILLERMO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ ESCRIBIÓ: “CONDICIÓN DE LIBERTAD: SOBERANÍA INDIVIDUAL COMO LÍMITE DE LA DEMOCRACIA “


Sobre los liberales y la campaña electoral venezolana es poco lo se puede decir. Ninguno, es el único candidato liberal a la presidencia, y por ninguno propondrán votar los liberales de verdad y que tengan una adecuada percepción de la realidad. Unos pocos, por deshonesto oportunismo los más de entre ellos, y por una errónea percepción los menos, apoyan algún candidato socialista en contra de otro. La realidad es que en las circunstancias presentes carece de sentido para los liberales de verdad llamar a votar por un candidato socialista opositor que compite desesperadamente en populismo con el no menos socialista gobernante, argumentando que fuera “el menos malo” y disfrazar eso hablado de su popularidad, su carácter de político “regional”, de demócrata, o cualquier otra cosa por dos poderosas razones:


La realidad es que no es alguno “el menos malo” en el sentido de que no hay alguno que sea “el menos socialista”. Sólo ninguno es “el menos malo” en ese sentido. En la elección presidencial de Venezuela en el 2006, cualquier candidato opositor de entre los inscritos es igual de malo que el que pretende sustituir porque es igual de socialista. Eso lo decimos los liberales que no imitamos al avestruz, de una u otra forma.

En las condiciones institucionales y políticas que prevalecen en el país actualmente, una candidatura de ese tipo no tiene la capacidad de llegar al poder y sostenerse en él cambiándolas, porque la contraparte tiene el poder y la voluntad política de impedirlo por todos los medios a su alcance. Eso lo dicen hasta los socialistas opositores más serios, organizados, disciplinados y con mayor experiencia política acumulada en Venezuela. Que aunque no nos gusten, son los adecos.

Sería excesivo para un simple artículo el intentar una lista de los errores del socialismo opositor que han ocasionado estas condiciones, pero si es necesario recordar que el enorme poder de que goza el socialismo en el poder y que le conduce a asumir seriamente el proyecto de mantenerse en el mismo indefinidamente, es más resultado de los errores del socialismo opositor que de los aciertos del socialismo en el poder. Rosales es el más reciente de esos errores, por las mismas razones que lo fue el candidato de la “Unidad” Francisco Arias Cárdenas. Y sin importar que se llegue a su mejor y prácticamente imposible escenario, como al peor y prácticamente inevitable, o cualquier variante intermedia más o menos probable, así lo descubrirán sus nuevos partidarios circunstanciales, cuando sea tarde.

Se podría entender la conveniencia táctica del famoso “mal menor”, aunque no fuera más que por la alternancia en el poder – de hecho sería, acaso la única – si las condiciones objetivas no lo anularan. Pero lo anulan. Por lo que es difícil de entender es la confusión de lo fundamental con lo accesorio en de las filas liberales cuando enfrentamos una escalada de socialismo radical que completará, hasta la depauperación, el empobrecimiento material y moral que tan adelantado le dejaron aquellos socialistas “moderados” que lo precedieron. Las batallas perdidas que se libran son las propias cuando son inevitables, no las ajenas. Y la batalla entre socialistas siempre nos es ajena a los liberales. En lugar de plegarse por temor al futuro a un falso mal menor, el liberalismo en Venezuela tiene que construir su propio camino hoy. O no tendrá futuro.

La democracia no es más que un método razonablemente incruento de tomar decisiones y los liberales lo hemos encontrado siempre conveniente en aquellas situaciones en que otro, teóricamente mejor, es prácticamente inaplicable. Pero así como todas las personas deben tener el derecho de votar e intentar ser electos, sin más limites que la minoridad y la residencia, no todas las cosas se pueden someter de forma legitima a la voluntad de la mayoría, con lo que no todos los conflictos tiene una solución legitima por la vía democrática. El conflicto entre cinco violadores y una victima no se puede solucionar por medio del voto, porque los derechos inviolables de la victima minoritaria están por encima de la voluntad mayoritaria de los violadores. El crimen de la mayoría contra la minoría sigue siendo un crimen. Por lo mismo no se puede admitir como legitima ninguna decisión mayoritaria que viole los derechos individuales a la vida, libertad y propiedad de quienes no han violado la Ley común. La realidad puede obligarnos a someternos a la tiranía, porque la tiranía es una cuestión de grados, y algún grado de tiranía será tolerable para muchos, aunque la vean como lo que es, sólo en la medida que los peligros inherentes al esfuerzo de su supresión les parezcan mayores amenazas que los que de ese grado tiranía en particular. También será defendible y conveniente para los serviles que se empeñen en no verla como lo que es, con independencia que la venda de sus los ojos sea en los menos el privilegio o en los más la ignorancia. Y será intolerable para otros que estimen los riesgos inherentes a su supresión son menores que las amenazas de la tiranía sobre ellos. Cualquier tiranía se sostiene fácilmente cuando los primeros son muchos más que los últimos. Y es por ello que todo proyecto totalitario requiere un control absoluto de la educación y la cultura. El liberalismo puede aceptar el hecho de la tiranía de la mayoría como parte de la realidad en una democracia ilimitada en que la voluntad de la mayoría no se detiene ante los derechos individuales. Puede y debe luchar por suprimir completamente tal tiranía por medios incruentos en la medida que ello sea posible, y debe, ante todo, cambiar la opinión general que permite la aceptación tácita sobre la que se sostiene. Pero lo que no puede hacer frente a la tiranía – si pretende realmente suprimirla – es “legitimarla” conceptualmente en el proceso de combatirla.

Cualquier forma de socialismo democrático es una forma de tiranía, pues es la violación de derechos naturales inalienables aún cuando se establezca por voluntad de la mayoría. El que a las victimas se les permitiera emigrar no la legitima en forma alguna. La función política del liberalismo es actuar en y sobre la realidad para transformarla en la medida de lo posible. Pero eso no pasa por empeñarse en no ver circunstancias perfectamente reales. Y menos por proponer el someter el conflicto entre cinco violadores y una victima a referéndum, con la excusa de que la victima disconforme pudiera emigrar después.

La política es una ciencia compleja que requiere de mensajes simples, claros, coherentes y atractivos; no de propuestas que a fuerza de intentar ser simples contradigan los principios sobre los que pretenden fundarse. La realidad de la política es la realidad del poder, quienes entienden eso pueden avanzar en ella, los liberales que no entienden el significado de eso, aunque lo repitan palabra por palabra convencidos de lo contrario, no pueden; pero pueden retrasar y dificultar, como de hecho hacen, el avance político del liberalismo. El socialismo se construyó quitándolo al individuo la soberanía sobre sí mismo y consecuentemente transfiriendo el control de la riqueza de la sociedad al Estado. El liberalismo no se impondrá sin tomar el camino contrario, y así como el camino contrario pasa por recuperar la soberanía del individuo sobre si mismo, primero en la opinión, para luego establecerla en las instituciones, tal transformación requiere para sostenerse la transferencia gratuita y universal de la propiedad y con ella del completo control real de todos los activos mercantiles del Estado a los ciudadanos. Y eso es sólo el principio.