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lunes, 19 de enero de 2015

JUAN CARLOS ZAPATA, EL VERDADERO PLAN DE LA IGLESIA

JUAN CARLOS ZAPATA
Desenmascara el modelo económico y la debilidad del gobierno de Maduro. Le dice a los partidos que es la hora de la unidad y la propuesta alternativa. Señala al intocable Diosdado Cabello con la finalidad de debilitarlo. Esta nueva Iglesia tiene más poder que antes. Y quiere el diálogo. El último escollo es Cabello.

No es la Iglesia post abril de 2002. No es la Iglesia del cardenal Velasco. No es la  Iglesia de monseñor Porras. Esta es una Iglesia con otra visión, más poder, y consciente de su papel. Esta es la Iglesia del Papa Francisco. Y el Papa Francisco es quien acaba de componer las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Y no es casual que haya emprendido justo ahora un viaje por Sri Lanka, donde se acaba de dar un inusitado cambio de poder. Esta, además, es la Iglesia de monseñor Parolin, el mismo  operador del diálogo entre los gobiernos de Obama y Castro y del diálogo del año pasado en Caracas. ¿Hacia dónde va la Iglesia?

1-Sin olvidarnos que ya fue un factor fundamental en la Mesa de Diálogo que se instaló el año pasado en el Palacio de Miraflores, obviemos los detalles, ya que hay un nuevo proceso en marcha.

2-No hay que olvidar que en los últimos meses de vida, Hugo Chávez intentó la reconciliación con la Iglesia Católica y su jerarquía. Desde ese momento, la Iglesia entró en un nuevo juego de poder, y a ganar espacio dentro del propio chavismo.  Luego apareció el Papa Francisco. Y con él un nuevo estilo en el Vaticano.

3-La Iglesia venezolana no está ejecutando ningún paso sin consulta previa. Además, no va a cometer los errores de 2002. Ni  va a correr el riesgo de verse acorralada por los discursos de ningún vocero del gobierno ni del PSUV. Por ello, poco peso tienen los ataques emitidos por Diosdado Cabello, y las referencias que de vez en vez hace Maduro.

4-Esta es una Iglesia que tiene en su haber el diálogo entre Estados Unidos y Cuba. El peso es enorme para el liderazgo chavista. Por más que a Diosdado Cabello no le convenza el pacto Obama-Castro.

5-La primera señal del papel que está dispuesto a jugar la dio la Iglesia en la Mesa de Diálogo de 2014. Luego se han revelado posiciones particulares como las del padre Luis Ugalde. Reconciliación, transición, unidad, aún con factores dentro del chavismo.

6-Sin embargo, para marcar la ruta, requería de componer situaciones dentro del campo opositor. Y de allí la mediación entre AD y Voluntad Popular. Desde ese momento, los acuerdos tácitos en los partidos que hacen vida en la MUD avanzaron con mayor rapidez.

7-Después viene la contundencia de los documentos de la Conferencia Episcopal. No solo crítica hacia el modelo y la crisis económica. El juicio se extiende hacia el militarismo. Sabe la Iglesia de la pésima coyuntura por la que pasa el estamento militar. Y continúa la crítica hacia el grado de descomposición en el gobierno. Por la corrupción. La impunidad. La Iglesia habla de una crisis global. Que comprende lo ético, lo político, lo moral, lo económico. La responsabilidad se atribuye de manera directa al sistema político dominante que ha impuesto la división. O sea, al socialismo marxista. Aquí no hay medias tintas.

8-Pero la Iglesia no solo enjuicia al gobierno, al modelo chavista y al fracaso que ha conllevado. Conocedora de la realidad política, seguidora del pulso nacional, analista de las encuestas, la Iglesia reclama a los partidos. Sí, a los partidos enfermos de personalismos que no han sabido presentar un programa alternativo. Partidos más enfermos de afecto que de ideología, lo cual no tiene otra traducción que esta: partidos desunidos, dirigentes egoístas, personalistas, sin voluntad de cambio, sin desprendimiento y sin visión de grandeza ni de historia ni de país.

9-Dicho esto, la Iglesia propone el diálogo. Y después de proponerlo, salta Diosdado Cabello y señala a la jerarquía de participar en la guarimba, a la que llama, además, a pedir perdón.

10-La Iglesia, que no subestima el poder del presidente de la Asamblea Nacional –ya había criticado que la tal renovación de poderes no fue tal y como se sabe, en la operación quien más participación tuvo fue Cabello-, entonces va por él. De manera que aborde un nuevo flanco de crítica, ahora más directa y personal. El dedo apunta hacia Cabello y hacia su programa de televisión al que comparó con el de La Hojilla, para rabia de Cabello. Lo que quiere decir la Iglesia es que la actitud de Cabello no contribuye al diálogo.

11-¿Qué busca la Iglesia en ese nuevo paso? Debilitar a quien se le considera el hombre fuerte del régimen, temido por propios y adversarios, aunque en las encuestas aparezca con altos niveles de rechazo. La Iglesia sabe de la debilidad de Maduro y el gobierno, también de la debilidad del PSUV y la casta militar; pero falta este elemento, perturbador, para alcanzar el objetivo que no es otro que el diálogo, y que el mismo conduzca a la solución de la crisis, ya que, dada su complejidad, señala la Iglesia, requiere del concurso de todos. “La fuerza es la unión”, ha dicho. Y, al parecer, el último escollo es Diosdado Cabello, a pesar de su nombre.

Juan Carlos Zapata
confidencial@guasdualito.com
@museoelectoral

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lunes, 8 de diciembre de 2014

LUIS MANUEL AGUANA, EL VERDADERO RETO

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Vuelta a las explicaciones básicas. Me sigue llamando la atención que nos pregunten todavía: ¿Constituyente? ¿Con ese CNE? Eso significa que hay que volver al principio. Nuestro planteamiento en el Proyecto País Venezuela NO INCLUYE a los Poderes Constituidos. Es el llamado al pueblo venezolano a que pura y simplemente expresen su voluntad de ejercer su derecho a tener el gobierno que deseen, dentro de la mejor estructura institucional posible, rescatando para sí la soberanía que solo le pertenece a los venezolanos y que ha sido secuestrada por un régimen castrador de libertades. Parece sencillo pero la experiencia de estos meses nos ha demostrado que no lo es.

En efecto, y aunque no haya sido escrito en nuestra Carta Magna, el Pueblo como depositario de la Soberanía tiene el derecho a ejercerla. De eso se trató la famosa sentencia del la antigua Corte Suprema de Justicia que le dio paso al gobierno de Hugo Chávez para convocar a un proceso constituyente en 1999. Y luego esa sentencia se tradujo en el Articulo 347 de la Constitución vigente.

Si las encuestas indican que los venezolanos que desean un proceso Constituyente superan ya el 70%, entonces ¿por qué no se ha traducido eso en miles de firmas para el llamado constituyente de los amigos de Voluntad Popular (VP)? Porque la gente no es idiota y pregunta. Y el tema no es trivial. Aunque exista el dispositivo constitucional que nos permita ciertamente cambiar las estructuras institucionales del país y hacer “borrón y cuenta nueva” con un proceso así, ¿por qué no avanzamos más rápido en esa dirección? Hay entonces que ponerle una lupa a eso.

Ya habíamos explicado las razones para no apoyar la recolección de firmas para un proceso constituyente de acuerdo al planteamiento de VP (ver Réquiem para unas bases comiciales en:

http://ticsddhh.blogspot.com/2014/09/requiem-para-unas-bases-comiciales.html). 

Sin embargo más allá de esa situación, el tema importante allí era que no se estaba tocando el fondo del problema. Si activamos este proceso no es para “pedirle el favor” al CNE para que chequee unas firmas o conduzca el proceso, sino para ordenarle al Poder Constituido Electoral que actúe de acuerdo a lo que indique el Depositario de la Soberanía, o simplemente descartarlo como órgano actuante en este proceso porque no creemos en absolutamente ninguno de los Poderes Constituidos, entre otras razones porque se encuentran contaminados por un gobierno extranjero. Es un problema de principios.

Somos NOSOTROS quienes debemos tener la certeza que tenemos las suficientes voluntades para activar el proceso Constituyente, de acuerdo a lo que dicta la Constitución, con el fin de demostrarles a todos los venezolanos y al mundo entero, que más de 3 millones de venezolanos deseamos contarnos de una manera transparente. ¿Qué plantea el Movimiento Constituyente que impulsa el Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente? Organizar a la Sociedad Civil para eso en toda Venezuela.

En este sentido, hay dos importantes tareas que cumplir. La primera: si el Depositario de la Soberanía, ergo nosotros, nos vamos a empoderar de nuestra propia situación como Ciudadanos, entonces debemos explicarle al país y al mundo PARA QUE deseamos un proceso como este. Ese PARA QUE está contenido en el Proyecto que le estamos planteando al país desde hace más de 10 años y que se ha sintetizado en un Libro Resumen que ya estamos haciendo circular por Venezuela (ver Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente Libro Resumen, en http://goo.gl/s12exA); y la segunda: movilizarnos con el instrumento de recolección de firmas que hemos elaborado y el procedimiento para su empleo por todo el país, estableciendo en cada Estado la organización que seguiremos para acopiarlas. Y también en cada Estado, explicar los alcances de esto porque cada uno tiene sus propias particularidades.

Pero aquí no estamos pensando en un ejército de personas paradas en las plazas públicas deteniendo a la gente que pasa por allí para que firme. NO. Preferimos pensar en personas que entiendan muy bien EL PORQUE Y EL PARA QUE el país debe ir a un proceso constituyente, y el cambio hacia una forma federal del organización del Estado que planteamos para Venezuela y las razones que nos llevan a creer que esa es la solución.

Convencer en grupos cerrados a personas que se conviertan en facilitadores en toda Venezuela y que estos a su vez convenzan a otros y que las firmas se realicen en lugares de reunión y discusión ubicados en comunidades, y al final que  las personas se comprometan a defender esas firmas, no solo porque saben las razones por las cuales están firmando y para qué, sino porque es de todos nosotros el compromiso personal de salvar a Venezuela. Eso puede llevarse a cabo perfectamente en Asambleas de Ciudadanos, en las casas, en las comunidades, en pequeños grupos regados por todo el país.

Cada región decidirá cuál será su mejor momento para comenzar y nuestra labor es entregarles toda la información que requieran y contestar a todas sus inquietudes. Por eso estamos moviéndonos por toda Venezuela con grupos organizados de la Sociedad Civil en los Estados con la intención de hacer viral el planteamiento del Proyecto País. Aquí vamos lentos y con pie de plomo porque estamos muy apurados.

El plan, si es que se puede llamar de alguna manera, es llegarles a muchas personas y lograr que entiendan lo que deseamos hacer. Que internalicen la naturaleza de la profundidad del cambio que proponemos y que salgan a su vez a exponerla en sus propios niveles y con sus propias palabras. Si no logramos eso, no lograremos voluntades y en consecuencia tampoco esas firmas para un proceso constituyente como el que proponemos en el Proyecto. Si lo logramos, con solo informar organizadamente en todo el país el momento preciso, recogeremos esas firmas en muy corto tiempo.

Entonces se equivocan quienes piensan que el esfuerzo está en recoger unas firmas. El esfuerzo real está en convencer a la gente de la necesidad de cambiar de raíz un sistema  político disfuncional y que entiendan lo trascendental del planteamiento que hacemos desde el Proyecto País Venezuela, en especial en las regiones, explicándoles que pueden vivir mejor y cuál es la ruta para llegar a eso. El reto es convertir habitantes en ciudadanos, que se empoderen de una esperanza que puede convertirse en realidad, ejerciendo el poder que tiene un ciudadano consciente de sus derechos. Ese realmente es el verdadero reto.

Luis Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana

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miércoles, 25 de diciembre de 2013

PEDRO PAÚL BELLO, EL DIÁLOGO FRANCO Y VERDADERO.

Johannes Tauler  (en castellano Juan Taulero), nacido en Estrasburgo hacia el 1300, fue un notable y profundo teólogo dominico discípulo de Eckhart. Nadie, dijo, “se impregna mejor del sentido de la verdadera distinción como quien ha entrado en la unidad”…“igualmente nadie conoce verdaderamente la unidad si ignora la distinción.”
Jacques Maritain recoge esas expresiones en una de sus obras más importantes  y la complementa explicando que “todo esfuerzo de síntesis metafísica, particularmente si tiene como objeto las complejas riquezas del conocimiento y del espíritu, debe pues distinguir para unir.”
Ambas expresiones, la de Tauler y la de Maritain, que desde luego se presentan en un terreno radicalmente distinto de lo que en este escrito estoy tratando, que no es el de la metafísica, no por ello deja de ser pertinente si uno se detiene en la propia expresión de Tauler y de Maritain y no en la profundidad misma de lo que expresaron.
En efecto, lo expresado por Tauler puede simplificarse en estos términos: quien entre en la unidad se impregna del sentido de la verdadera distinción y nadie conoce en verdad la unidad si ignora la distinción. Y, por su parte, añade Maritain: Hay que distinguir para unir.
Descendamos ahora de los altos vuelos de la razón y parémonos en el suelo de nuestra Nación. Vamos a otear en nuestra historia republicana, comenzando por la Cuarta República que no fue, como equivocadamente siempre se dice, la de Rómulo Betancourt en 1959 sino la de José Antonio Páez en 1830, y viajemos con la mente y el recuerdo histórico esos 183 años que nos separan de esa verdadera Cuarta República, para constatar historia en mano, si el presente que vivimos los venezolanos en estos ya demasiado largos años de “socialismo del siglo XX”, no es el peor uno de los peores momentos de esta Patria calificada como “bendita tierra de gracia.”
Los gobiernos de la IV República: dos de Páez; dos de Soublette; y el lamentable del Doctor Vargas, que atropellado por el cínico Carujo hubo, después de haber regresado al mando por gestión de Páez, retirarse definitivamente de toda opción política. En 1846 terminó esa primera etapa republicana, llamada de la Oligarquía Conservadora. La segunda etapa, entre 1847 y 1858, llamada de la Oligarquía Liberal fue catastrófica: Con la Presidencia asumida por José Tadeo Monagas, se inició en Venezuela la fatal práctica del abuso de los mandatarios. Entre otras cosas, recordemos que Monagas asaltó al Congreso e inició el estilo violento y perverso propio de otros posteriores gobiernos. Es suya esa frase “la Constitución sirve para todo”. Frente a esos atropellos, Páez se alzó en Apure, pero fue derrotado y apresado vejatoriamente, haciéndolo recorrer las calles de Valencia. Sentenciado a muerte, al final Monagas lo dejó salir de Venezuela. Monagas designo Presidente a su hermano José Gregorio, pero después hubo muchos conflictos qye terminaron con el poder de los Monagas cuando se alzó el Gral. Julián Castro (uno de los actores del golpe contra Vargas) en 1858.
La Guerra Federal surgió, entonces, como resultado de específicos intereses políticos y económicos que enfrentaron a conservadores y federalistas y de la frustración de un gran sector de población desprovista de toda suerte de riquezas y privilegios, con el agravante de que, al desamparo que quedó de la lucha por la independencia, se sumaron más de dos décadas vividas sin esperanzas. Este, sin dudas, ha sido de nuestros más difíciles tiempos. Pero como lo escribiera Domingo Alberto Rangel, “la Federación ya estaba falsificada desde Coche. Y el peón hecho general por la gloria de un combate no deseó ser el brazo ejecutor, en el gobierno, de la voluntad de justicia de las masas. Prefirió despojar a los oligarcas, sustituyéndolos en el vértice de la absurda estructura social de la época.”  Luego una serie de cambios de gobernantes, fue conduciendo la una nueva generación para asumir el poder. Cuando el federalismo triunfó, quienes habían alentado esperanzas de cambios favorables vieron hechos como los que ejemplificó el gral Falcón, victorioso de la guerra, quien entre sus amigos y allegados repartió pródigamente beneficios materiales obtenidos en los combates. Los historiadores han recogido la indignada expresión del federalista general José Loreto Arismendi, descendiente del héroe margariteño Juan Bautista Arismendi: “Luchamos cinco años para sustituir ladrones por ladrones, tiranos por tiranos.”
Una nueva generación estaba por llegar al poder: Tres líderes jóvenes destacaron  y ejercieron la Presidencia: Falcón, Guzmán y Crespo. Los tres ejercieron la Presidencia. Falcón, a quien no le gustaba permanecer en la Capital; su presidencia no duró mucho y su mano derecha fue Guzmán Blanco. Cuando al fin decidió dejar el poder, lo asumió éste. Todos conocemos la historia del gobierno de Guzmán: tiranía despótica, atropelladora del clero, con un ego inmenso que le hizo autoconstruirse estatuas, sin duda logró cierta modernización del país, especialmente en Caracas. Lo sucedieron gobiernos militares y civiles con mandatos de 2 años como el de Joaquín Crespo quien ya había ejercido el cargo en los paréntesis de Guzmán, el de Linares Alcántara, quien trató de prorrogar el mandato de dos años impuesto por Guzmán; el de Rojas Paúl, quien restableció las libertades y la armonía en el país. Más tarde vino la dictadura de Crespo y su muerte en combate y el gris gobierno de Ignacio Andrade, que fue derrocado por Cipriano Castro en 1899. Castro tuvo un gobierno catastrófico, hecho propiciado por su conducta tiránica y personal, pero contó con el apoyo de Juan Vicente Gómez, quien le financió y le acompañó en su expedición.
Lo demás es historia muy conocida, desde Gómez hasta nuestros días. Pero hay algo muy importante que destacar: ninguno de los gobiernos, desde el de Páez en 1830 hasta el de Caldera en 1998, jamás permitieron que el extranjero tomará posesión de nuestro país. Hemos tenido 168 años en lo que han habido muchas turbulencias, pero jamás, como en su tiempo lo expresara Cipriano Castro “la planta insolente del extranjero ha osado hollar el sagrado suelo de la patria”.
Después del breve y apretado recuento de nuestra historia, volvamos a considerar lo escrito por Tauler y Maritain que fue señalado al inicio de este escrito. Desde luego, es imposible en esta corta reflexión presentar detalles, ni siquiera los voluminosos, que puedan explicar nuestra conmocionada historia. Pero si a ver vamos, y se nos ocurre divagar sobre las posibles, probables o creíbles razones de ese nuestro acontecer histórico, no parece que sería un error el pensar que uno de los factores, entre los principales de todos, que puedan dar razón parcial de ello, es que “quien entre en la unidad se impregna del sentido de la verdadera distinción y nadie conoce en verdad la unidad si ignora la distinción. Y, por su parte, añade Maritain: Hay que distinguir para unir.”
Sí!  La falta de unidad es un elemento importantísimo a la hora de indagar sobre los múltiples porqués de nuestro proceso histórico-político.  El asunto es que nunca hemos aprendido, y menos practicado en nuestra historia republicana el que “hay que distinguir para unir” y que “nadie conoce en verdad la unidad si ignora la distinción”.
Nos hemos enfrentado los unos contra los otros, casi sin pensar que “el otro” es un yo semejante al mío.  Reconocer y vivir esa semejanza, esa identidad que al mismo tiempo que separa está llamando a la unión es lo que es clamado por el solo hecho de ser personas humanas, sujetos de eminente dignidad a los ojos del Creador.
Hay que distinguir para unir, pero no hay verdad de unidad si se ignora la distinción.
Bajo esa premisa y penetrando en ella, me permito recoger lo que hace poco expresara María Carolina Machado. Dijo ella:
 “Hoy tenemos tres opciones: huir, sucumbir o insurgir. Huir, que sería negar la realidad, lo propicia el régimen al imponer el Plan (de destrucción) de la Patria; el cual excluye -en su esencia- cualquier posibilidad de diálogo. Tengamos presente que el silencio sólo abre la puerta de la servidumbre. Sucumbir sería traicionar nuestro legado histórico: libertario, demócrata y republicano. Insurgir es la única opción. Significa la decisión individual de persistir hasta reinstaurar la democracia. Requiere un liderazgo amplio, firme y dispuesto a arriesgar y a arriesgarse; entendiendo el riesgo como un acto de responsabilidad.” A lo largo de nuestra historia, lo más grande que hemos hecho como pueblo, ha sido impulsado por nuestras creencias, por la fuerza de nuestras aspiraciones. La más poderosa de ellas, el ejercicio de nuestra soberanía y la libertad. Hay que distinguir para unir, pero no hay unidad si se ignora la distinción. ¿Será posible un diálogo al interno de la oposición que pueda unir distinguiendo?  ¿O con el gobierno? Agotémoslos.
Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com

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sábado, 21 de diciembre de 2013

BRIAN FINCHELTUB, SEÑALES DE UN DIALOGO VERDADERO

En tiempos donde lo diferente puede ser un factor de aislamiento o discriminación, la verdadera naturaleza de la tolerancia se expresa en la aceptación. 

Para tolerarnos tenemos que reconocernos y un paso hacia el reconocimiento es el dialogo. Escuchar desde nuestras posiciones lo que la otra parte tiene que decir, con visiones que pueden ser divergentes, pero que no buscan destruirse, sino que muchas veces se complementan. Convivir en la diferencia, de eso se trata el dialogo. Un espacio que se abre por encima de quienes tratan de anular la existencia del otro, avanzando hacia esquemas incluyentes.
En Venezuela no siempre vivimos encontrados, los venezolanos aprendimos a respetarnos, aprendimos a convivir con quienes pensaban distinto, profesaban religiones diferentes o provenían de países con culturas, tradiciones e historia contrastantes con la nuestra. El país había naturalizado lo diferente.
Pero no tardarían en aparecer etiquetas en el lenguaje político para referirse al contrario, como “la derecha”, “los puntofijistas”, los “cuatrorepublicanos”, “los escuálidos”. En una clara intención por separar entre el “ellos” y  el “nosotros”, una dicotomía donde cada lado se pintaba como dueño de la verdad y los contrarios eran los malos.
Los líderes políticos tienen una gran responsabilidad en el modelaje de las conductas de sus seguidores y en términos comunicaciones Chávez representó un experto colocando etiquetas, hasta el punto que sus propios opositores se reconocían como “escuálidos” o más recientemente “majunches”.
La oposición tampoco escapó al lenguaje de odio, durante mucho tiempo las fuerzas contrarias al chavismo confrontaron con el presidente Chávez en su terreno, etiquetando a los seguidores del oficialismo con un sin número de descalificativos que acrecentaron aun más la división entre venezolanos.
El diálogo, el consenso y la negociación desaparecieron durante mucho tiempo del vocabulario de los líderes políticos. Cada bando se estaba jugando todo por el todo, nadie daría su brazo a torcer y dialogar podía ser visto en el gobierno con un signo de “debilidad”, mientras que en la oposición como sinónimo de “colaboracionismo”.
Esta semana finalmente se dio una nueva oportunidad para que opositores y oficialistas se encontraran de nuevo a fin de llegar a acuerdos mínimos en beneficio de la gobernabilidad de país, el respeto y la tolerancia. La oportunidad vino de manos de los alcaldes de la Unidad recién electos y Nicolás Maduro, como jefe de Estado.
Aunque la reunión se desarrolló en un ambiente de cordialidad, para que el dialogo tenga resultados se necesitan señales claras. Como  devolver las competencias arrebatadas a los alcaldes electos, desmontar alcaldías paralelas en espacios gobernados por la oposición, dejar de imponer un programa ideológico único y liberar los presos políticos.
Son acciones que hablarían de la disposición del gobierno a establecer un diálogo sincero. La oposición también debe ceder, bajar el nivel de confrontación y empezar a trabajar en mancomunidad por el país que queremos. La tolerancia representa un factor primordial en la convivencia, donde las diferencias son un elemento de equilibrio entre cualquier sociedad, entre la razón y el fanatismo. La diferencia es garantía de tolerancia, pues de esta forma se evita la homogeneidad que en la mayoría de los casos pasa a ser avasallante, trayéndose consigo a las minorías.
En Venezuela no podemos seguir enfrentados. Esta semana se demostró que es posible alcanzar espacios de encuentro, muchos han dejado atrás la línea partidista para sentarse a discutir temas que nos incluyen a todos los venezolanos. La deliberación, el disenso, la discusión es importante para lograr acuerdos, ojala avancemos a una etapa donde volvamos a mirarnos a la cara y vernos como venezolanos sin etiquetas, ni apellidos ideológicos.
 Brian@juventudsucre.com
@Brianfincheltub

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martes, 19 de noviembre de 2013

JOSÉ LUÍS MÉNDEZ LA FUENTE, EL VERDADERO VENEZOLANO

La tesis de que el venezolano  de hoy  no es el mismo de ayer, y que el verdadero venezolano está desaparecido, debido a  un supuesto cambio en su  comportamiento social, en su escala de valores y en su actitud ante la vida, ha cogido fuerza   como consecuencia  de un posible efecto ideológico  achacado al chavismo. 
Tal  interpretación de la realidad de nuestro país ha encontrado eco  en sectores  de nuestra población preocupados por el estado de cosas que caracterizan a la Venezuela actual.
Quienes así piensan creen, en general, que al haberse mutado el alma del  venezolano aquel, que conocimos  en la mal llamada cuarta república, en la del venezolano del presente, el país también se transformó en  otro distinto, peor en todo caso al anterior. 
Pero también hay quienes están convencidos de lo contrario y de que el venezolano verdadero no  era el de antes, sino el de ahora mismo, y que estos tres lustros de chavismo sirvieron para quitarle el barniz que cubría su auténtico yo; eso que en términos marxistas se conoce como conciencia de clase y que se adquiere al desaparecer el velo ideológico que te impide  apreciar la realidad, esa misma que  te rodea y te afecta. 
Ese venezolano que estaba así escondido o más bien agazapado, guardando su resentimiento y rabia social para más tarde, fue el que esperaba un mesías, un elegido, y por eso cuando apareció Chávez se destapó y mostró como realmente era.
Los acontecimientos de este noviembre negro, como ya lo califican algunos, que muestran  colas infinitas de gente, llevándose  todo tipo de artefactos eléctricos,  o de tiendas de campaña  o personas durmiendo en la calle, en las afueras de los grandes almacenes, a la espera de las rebajas y gangas decretadas por el gobierno  en varios rubros comerciales, no marcan, si los analizamos bien,  notables diferencias con el pasado, en lo esencial.
En la Venezuela de antes, la de los hombres y mujeres que votaban por los adecos y por los copeyanos, esa misma de los contrastes entre el rancho y la quinta con parabólica, o mejor  aún, la del rancho con parabólica, también gustaban los televisores grandes y los aparatos de sonido con las cornetas gigantes. 
Puede cambiar la tecnología, pero no por ello se reprimen las necesidades, ni  las condiciones materiales que contribuyen a hacer, que el ser humano sea un poco más feliz. 
Pienso que en esas colas kilométricas, en esas imágenes  que le han dado la vuelta al mundo, donde aparecen personas cargando uno o más  artefactos  eléctricos, aflora el verdadero venezolano,   el de ayer y el de hoy. 
El que quiere tener los bienes materiales que  la vida moderna, consecuencia del desarrollo de la humanidad y del progreso  alcanzado por el hombre, le pone a su disposición para su disfrute y el de su familia, para su confort personal y el de los suyos. Podemos sustituir los tubos y los bulbos por el plasma, pero al final veremos al mismo venezolano tratando de comprar un poco de felicidad.
Después de todo este tiempo, transcurridos quince años de chavismo y socialismo, el nuevo hombre revolucionario parece que aún no está incubado y que el venezolano del siglo veintiuno aún necesita un televisor para sentirse igual o tan libre como el venezolano de hace treinta  o cuarenta años atrás, hasta el punto de que tener un aparato de TV con tecnología de punta, se ha convertido en un derecho individual dentro del actual gobierno socialista que preside el señor Maduro. Aunque el verdadero venezolano, el venezolano de siempre, lo encontramos en la calle todos los días, trabajando y  luchando por sobrevivir.
      xlmlf1@gmail.com

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lunes, 4 de noviembre de 2013

MILAGROS SOCORRO, EL VERDADERO ERROR SUPREMO


Sorna, indignación y una especie de generalizado sentimiento de superioridad ha despertado el anuncio de Maduro en relación con el Viceministerio de la Suprema Felicidad del Pueblo Venezolano, o algo así.

Y es natural que así sea. Ya desde el nombre del nuevo mamotreto burocrático, con esa retórica estúpida y evidentemente inspirada en el anciano mundo soviético, mueve a la risa. Indigna, porque se sabe que el nuevo tinglado será cocina para grandes guisos; sumidero por donde se irán inmensas sumas que el devaluado país necesita para tantas obras y reparaciones; mampara propagandística para un régimen sustentado en la mentira y la opacidad. 

Y despierta una suerte de satisfacción íntima, porque todo el mundo se siente menos idiota que Maduro y definitivamente menos cursi (lo que implica una mejor formación y ese pudor que viene con la educación); todo el mundo se cree capaz de albergar mejores ideas, de establecer un sistema de prioridades mucho más realista y, definitivamente, poseedor de una seriedad y una conexión de realidad que le impedirían concebir esa idea de jeva, que es un despacho tal.

Todo esto se sustenta en el hecho de que, para muchos observadores, la felicidad es algo que no puede decretarse, entre otras cosas, porque no significa lo mismo para todos; porque está sujeta a incontables imponderables; porque, paradójicamente, cuanto más quiere apresarse más elusiva se vuelve; porque depende de un delicado equilibrio que varía con las épocas (lo que ayer te hacía feliz, hoy te deja indiferente y mañana podría incluso irritarte); y porque reviste una condición imprescindible: solo se da en libertad.


Lo sorprendente es que esas personas, que están tan correctamente persuadidas de que la felicidad solo puede existir en ausencia de controles, aceptan con la mayor sumisión la tesis según la cual la felicidad de los pueblos tiene, como condición primordial, la vigilancia de la economía. Los mismos que se ríen ante la mención de que la felicidad puede ser planificada por un gobierno, admiten mansamente que la producción, el mercado y los precios pueden ser diseñados por un gobierno. Esos que califican a Maduro de demagogo y populista, tienen décadas diciendo que el gobierno es responsable de las necesidades de la sociedad y, por tanto, de él deben derivar empleo, producción de bienes y servicios y, en suma, un marco de regulaciones que constriña toda actividad económica.

Es más fácil hacer feliz a una comunidad (dispersando una sustancia de efecto tal en el acueducto, por ejemplo), que traer prosperidad y oportunidades mediante controles a la economía, que, finalmente, se rige por las condiciones que antes expusimos sobre la felicidad. Y, sin embargo, todos los partidos políticos, todos los discursos de todos los candidatos, en el pasado y en el presente, se cimientan en la promesa absurda de mejorar la economía… poniéndole algún tipo de torniquete.

Venezuela nunca ha tenido una economía libre. Jamás ha habido un verdadero capitalismo en Venezuela. La verdad es que todas las generaciones han procurado regímenes de controles económicos en diversos grados. Y siempre, pero siempre, han resultado negativos. Los logros económicos que el país tuvo en el pasado se debieron al enorme impulso que supone el petróleo, no hay duda; pero, a lo que voy, a que la economía supo colarse por los intersticios de las diversas formas de estrangulación de las libertades. Es decir, a pesar de la planificación.

Ahora, cuando los controles han llegado a dimensiones solo comparables con el desastre que han acarreado, los venezolanos deberíamos tener suficiente constatación de que los controles no traen más que pobreza, desabastecimiento, devaluación, desempleo, corrupción, desigualdad y falta de oportunidades.

Deberíamos, pues, reírnos a carcajadas, indignarnos y mirar por encima del hombro a quien sugiriera que la producción y la economía se estimulan poniéndoles alcabalas. Una concepción tan disparatada como la ocurrencia de hacer feliz a un colectivo desde una oficina con un nombre sacado del costurero de Kim Il-sun.

Pero lo cierto es que los mismos que se burlan de Maduro, por su dislate de imponer la felicidad a palos, aceptan sin mayor examen la propuesta de Henrique Capriles Radonski, por ejemplo, que suspende los alicates políticos, pero prolonga los económicos. Y donde diga “Hugo Chávez”, él rebautizará “Simón Bolívar”. Como si fuera concebible algo auspicioso a partir de una misión social.

Si me quedara algún ánimo libre de angustia, me reiría de todo eso.

socorromilagros@gmail.com

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lunes, 22 de julio de 2013

PER KUROWSKI, SANGRE NO SE DERRAMA POR NADA ESPECIAL


En un reciente programa de televisión, un animador, que actuaba más bien como un agitador, extranjero, desde la comodidad de su estudio, sin entender nuestra realidad, presionaba a un opositor, como buscando sangre para animar un reality show, preguntándole repetidamente  "¿Es o no es dictador"?

El muerto, aun cuando democráticamente elegido, por lo menos según su concejo electoral, a cuenta de cómo usaba la chequera petrolera, la cual es el instrumento de poder dictatorial por excelencia en Venezuela, ése sí actuaba como un dictador. El actual, el ocupador, el ilegítimo, a quien todo el qué decir y el qué hacer se le dicta, y sólo se le permite elegir qué tejido tricolor ponerse cuando viaja al exterior, como para echárselas de místico, ése podrá ser un títere de dictador, pero no un dictador.

Ahora bien, eso de que le hayamos entregado nuestras resultas petroleras al Estado, para que quienes no les ha costado ningún esfuerzo extraerlas las administren, un absoluto sinsentido, eso sí nos garantiza vivir en una dictadura económica.

La pregunta que nos debemos es: las elecciones, hasta suponiéndolas perfectamente pulcras... ¿son más importantes como el instrumento de todos nosotros para elegir a quienes nos habrán de gobernar, o son más importantes como el instrumento, de unos pocos, para acceder a los poderes que van con el gobernarnos?  Y lo pregunto, por cuanto me parece que de una manera u otra, y por cierto no solo en Venezuela, puede haber algo en el proceso democrático que no conduce a que los mejores nos gobiernen. ¿Será que los mejores no están tan dispuestos a negociar sus gobiernos?

Adicionalmente, en condiciones normales, cuando el Estado opera en base a las contribuciones fiscales de sus electores, los elegidos, el día después de las elecciones, siguen debiéndose por lo menos en algo a los ciudadanos; mientras que, en Venezuela, el día después de las elecciones, cuando los elegidos toman posesión de la chequera petrolera, somos los ciudadanos quienes terminamos debiéndonos más a quienes nos gobiernan.

Y esta realidad nuestra significa que los cambios de quienes nos gobiernan, no pasan de ser simplemente unos cambios de protagonistas, de la misma película, con guiones parecidos. Y eso ciertamente le resta fuerza al ímpetu nacional de solicitar cambios por vía de una protesta social. En otras palabras para que una sociedad reclame cambios por vías que puedan ser peligrosas,  probablemente necesita sentir que del otro lado del río espera, o un botín, o algo inmensamente mejor que merece arriesgarse.

Por ejemplo si a mí me dijeran que al otro lado del río se encuentra la repartición de las resultas petroleras a los ciudadanos, con lo cual los venezolanos se librarían de la dependencia del Estado, ahí de repente podría justificarse una guerra, ya que ahí sí estaríamos hablando de una verdadera Guerra de Independencia.

De nuevo me enviarán mensajes del tipo "Sólo se gastarían sus resultas petroleras en aguardiente". De nuevo les aseguraré que no. La mayoría sabrá mejor qué hacer con su cuota parte de las resultas, de lo que el Gobierno sabe hacer con todas estas. Y además, aun cuando así fuese, quizás es mejor un país de borrachos libres, que uno con domesticados y subyugados abstemios.

PS. Si te dan un regalo y lo extraes de su envoltura ¿has producido un regalo? Pues no. De la misma manera, cuando extraemos un barril de petróleo, no hemos producido un barril de petróleo.

perkurowski@gmail.com

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lunes, 13 de agosto de 2012

EL VERDADERO ROSTRO DE SIMON BOLIVAR, SANTA MARTA COLOMBIA

la cara de Bolívar que fue hecha por una mascarilla de yeso que le hizo el Dr Reverend después de haber muerto. Es una estatua horizontal que está en la Quinta Sn Pedro Alejandrino en Sta Marta. También tomó el molde de las manos que son impresionantes. En la cara, lo más llamativo es su nariz aguileña, más perfilada aún por la muerte y muy diferente a la que quisiera Chávez. Muchos de Uds me acompañaron en el crucero de dic 2010 y se acordarán. 



También el retrato que le hizo el pintor limeño José Gil de Castro, del cual Bolívar dijo que era el que más se parecía a él.


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