BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
Mostrando entradas con la etiqueta REINO DE LA AMORALIDAD POLITICA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta REINO DE LA AMORALIDAD POLITICA. Mostrar todas las entradas

sábado, 28 de julio de 2012

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, MENSAJE A LOS DEMÓCRATAS

Todos sabemos de la inmoralidad del régimen actual. Del uso y abuso del poder político y económico concentrado en manos del Presidente mediante el cual se esconde la enorme cobardía del régimen en prácticamente todas sus actuaciones. 
No es un secreto el ventajismo descarado con las cadenas, apenas un detalle del problema. De las especulaciones alrededor de las misiones y la disposición opositora de supuestamente acabarlas, de la decisión de mantener pobres a los pobres y de empobrecer al resto del país para que todos dependamos del estado-gobierno para comernos un pedazo de pan o tomarnos un vaso de leche. Tampoco es un secreto el retroceso espantoso en todas las áreas de la vida nacional. 
Nada funciona bien en Venezuela. El país está en quiebra, convertido en un pobre país pobre, a pesar de los recursos fiscales que manejan como les da la gana. Somos los “venaditos” de Latinoamérica, el hazmerreír de grandes y pequeños en el mundo entero. Esto unido a la enfermedad del comandante-presidente, a sus evidentes limitaciones físicas y mentales los obliga a apelar a todo tipo de armas para sembrar el miedo en la población, temor en el ciudadano común por las represalias a que se expone y avanzar en un fraude de ejecución progresiva a la vista de todos. Se trata de represión abierta y encubierta, de violencia física e institucional, que puede ser peor, mediante el chantaje y la amenaza. Malas señales.
Hugo Chávez perdió la mayoría. La nación lo rechaza en términos impresionantes. La credibilidad está en el suelo, incluso dentro de su propio mundo. El deslizamiento hacia la oposición no se detiene, aunque no todos estén aún dando apoyo a Capriles Radonsky. Quienes lo abandonan no se devuelven, a pesar de las presiones. 
La alternativa democrática crece como la espuma. Se apoderó de la calle y del sentimiento real del ciudadano común, hastiado y fatigado de esta cosa que tenemos como gobierno. Del mundo que apoya a Capriles nadie se retira para plegarse al oficialismo. Sucede todo lo contrario. Chávez está espantosamente solo, aunque no es un huérfano, ni menospreciable el poder que aún dispone. Ya no confía en nadie porque sabe que nadie puede confiar en él. Está demasiado alterado. Tiene perdidas las elecciones. De allí el esfuerzo sobre humano para proyectar invencibilidad o miedo. Está mal.
El juego está descubierto. La alternativa democrática se prepara para la batalla final en todos los terrenos. Conocidos los trucos y el juego perverso del régimen, 
Chávez cree contar incondicionalmente con dos factores que ha tratado de magnificar en los últimos días. Vale la pena resaltarlos. Uno es el Consejo Nacional Electoral, CNE, a su servicio, pero demasiado visto y bajo un control mayor del que las rectoras chavistas puedan imaginarse. Lo reflejan el anodino documento firmado la semana pasada y la firme posición de Capriles cuestionando la imparcialidad del organismo. Su equipo de campaña sabe todo lo que se prepara desde allí. Se prepara adecuadamente. Será dura la lucha y habrá momentos de gran tensión, pero la voluntad general de la nación terminará imponiéndose.
El otro factor es la fuerza armada nacional. En cualquier nación civilizada Chávez sería reo por varias violaciones constitucionales y legales. Entre las más importantes está el menosprecio a la FANB, a todos los legalmente uniformados, a sus componentes institucionales y a una oficialidad que se siente ofendida con esos calificativos de revolucionarios, socialistas y chavistas, vomitados sobre el texto de una Constitución que juraron sostener y defender. Lo harán en su momento. Será la hora del desconcierto y la locura para algunos altos mandos convertidos en vergüenza de la patria. Es la hora de luchar sin desmayo. 
“Vacilar es perdernos”.
oalvarezpaz@gmail.com 

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

sábado, 14 de abril de 2012

CARLOS ALBERTO MONTANER/ LATINOAMERICA EL REINO DE LA AMORALIDAD POLITICA

Hoy la amoralidad corre por cuenta de los latinoamericanos. Quienes antes, justamente, criticaban a Estados Unidos por abrazarse con los dictadores durante la época de la Guerra Fría, y por negar fuera del país los principios y valores que sostenían dentro de él, hoy están haciendo exactamente eso mismo.


Esto es lo que se observa en gobernantes como el ecuatoriano Rafael Correa, Hugo Chávez, Daniel Ortega y Evo Morales cuando respaldan la satrapía criminal siria de Bachar al Asad, condenada por la ONU, e ignorada por el Brasil de Dilma Rousseff, como poco antes echaron pie en tierra por la de Gadaffi.

Esta actitud, o una variante de ella, es la que asombrosamente prevalece en las propuestas del colombiano Juan Manuel Santos, más preocupado en restaurar las buenas relaciones entre la dictadura de los Castro y Estados Unidos, que en condenar los excesos de esa tiranía y ayudar a sus víctimas.

Ese es el espíritu que recorre la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, creada recientemente no solo para excluir de ella a Canadá y Estados Unidos, sino para no tener que sujetarse al rigor de un compromiso democrático que obligue a sus miembros a defender la libertad y condenar las violaciones de los derechos humanos.

Esa es la triste atmósfera que se respira en Cartagena en estos días en que se reúne la VI Cumbre de las Américas, pese a que en la de Quebec, celebrada en el 2001, se fijó un marco moral y político que tomaba en cuenta los valores democráticos, hoy lamentablemente ignorados por muchos gobernantes latinoamericanos.

Durante más de cuarenta años los políticos norteamericanos eligieron la seguridad nacional por encima de las consideraciones morales. Era la lógica de la Guerra Fría. Casi cualquier cosa resultaba mejor que un triunfo de los comunistas o de algún gobernante que les abriera la puerta.

Los espadones, si se comportaban como genuinos anticomunistas, eran respaldados por Washington aunque violaran sistemáticamente los derechos humanos y civiles de sus compatriotas. “El enemigo de mi enemigo es mi amigo, aunque sea un sinvergüenza,” es un vil proverbio que se encuentra en todas las lenguas.

La izquierda y muchos demócratas consecuentes bramaban contra esa disonancia norteamericana. La más vieja y próspera democracia moderna del planeta, paladín de la libertad, debía ser congruente con sus ideales. Era un acto de cinismo defender esos valores en Estados Unidos y abrazarse con dictadores desalmados en el resto del mundo. Los políticos norteamericanos lo sabían y se excusaban alegando que se trataba de un mal menor. Ni siquiera estaban ante un dilema nuevo: durante la Segunda Guerra habían sido aliados de Stalin para combatir a Hitler.

Pero en 1991 terminó la Guerra Fría. Ya se podía escoger a los amigos escrupulosamente. El rigor moral había dejado de ser peligroso. Mientras tanto, en América Latina ocurrió un fenómeno paralelo a la disolución del bloque comunista. Entre 1983, cuando terminó la dictadura militar argentina, y 1990, cuando le tocó el turno a la chilena, todos los gobiernos latinoamericanos, menos Cuba, fueron el resultado de las urnas.

A partir de ese punto, los organismos que surgieron incorporaron una cláusula democrática: sólo podían pertenecer las democracias plurales en las que se respetaban los derechos humanos y civiles de los pueblos. Eso es lo que se lee en los documentos fundacionales del Grupo de Río, y de MERCOSUR.

Finalmente, el 11 de septiembre del 2001, mientras ardían las Torres Gemelas en Nueva York, todos los miembros de la OEA firmaban en Lima la Carta Democrática. Era la apoteosis de la coherencia ética. Nunca más se recurriría al cínico doble estándar de defender la democracia en casa y abrazarse a las dictaduras fuera de ella.

Mentira. Hoy, sin ningún pudor, casi todos los países latinoamericanos han dejado de defender la libertad y los atributos de la democracia liberal. El chavismo hace y deshace en Venezuela y a nadie le importa. Correa o Evo Morales conculcan los derechos fundamentales en Ecuador y Bolivia y ningún gobernante latinoamericano los censura. La dinastía militar cubana reprime ferozmente y los países “hermanos”miran a otra parte. Daniel Ortega se roba las elecciones parciales en Nicaragua y corrompe y adultera las generales, y no hay una voz que lo condene.

América Latina es hoy el reino de la amoralidad política. Todo vale.EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA