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domingo, 2 de febrero de 2014

ADOLFO R. TAYLHARDAT, OPROBIO,

La semana pasada ocurrieron muchos hechos importantes en la vida política y económica del país sobre los cuales me habría gustado escribir. Uno de ellos es la devaluación disfrazada de la moneda, otra es la medida anunciada por las líneas aéreas de suspender sus viajes a Venezuela, otra es la acción descaradamente discriminatoria contra las personas que viajan al estado de la Florida mediante una asignación de dólares que no alcanza ni para tomarse un desayuno en Miami, otro tema son las medidas destinadas a silenciar la libertad de expresión y comunicación mediante presiones y amenazas contra los medios. 

En fin, una serie de medias que ha tomado el régimen para acercarnos cada vez más al régimen imperante  en Cuba cercenando derechos y libertades fundamentales de los venezolanos. Sobre esos temas han escrito y opinado autorizados analistas y economistas.

He optado por escribir sobre un tema que aparentemente no ha despertado el interés que merece de parte de la dirigencia política del país, de los profesionales del derecho y de los medios. Estos últimos seguramente se cuidan por temor a represalias.

Se trata del oprobioso y bochornoso espectáculos en que degeneró la inauguración del año judicial.

Si quedaba alguna duda en cuanto a la sumisión y  el vasallaje en que se encuentra el poder judicial venezolano, lo ocurrido el viernes pasado disipa cualquier titubeo.

Aquél día una multitud, sin duda integrada por fantoches del régimen, profanando la solemnidad del acto de inauguración del año judicial, la dignidad de lo que debería ser el templo del imperio de la ley y el lustre del poder judicial, vociferaron, entre otras consignas: "¡Chávez vive, la lucha sigue!" y "¡Viva Chávez, carajo!”  (Sic). Todo ello bajo la mirada gozosa de las “altas autoridades” presentes, quienes seguramente se unieron al repugnante coro.

Fue notoria la ausencia del ilegítimo en ese acto en el que tradicionalmente asiste el jefe del Estado. No creo que fuera para no presenciar lo que habían preparado las autoridades del TSJ, o en todo caso con su anuencia. Seguramente habría disfrutado enormemente las invocaciones al muerto vivo.

Igualmente bochornosas fueron las ignominiosas expresiones de la magistrada presidenta del TSJ y de la oradora de orden.

"Un reconocimiento especial al presidente Hugo Chávez como máximo responsable de haber materializado este proyecto (la Constitución), que este año cumplirá 15 años), pues sin su impulso y visión revolucionaria no habríamos podido andar este camino", dijo en su discurso la presidenta del TSJ quien además dejó muy claro que la justicia venezolana continuará funcionando como un apéndice del ejecutivo. (EU, 24/01/04, Pág. 1): “Hoy podemos afirmar como un hecho significativo que la estructura administrativa del TSJ se ha ajustado para el cumplimiento del Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007- 2013 y en el mismo sentido se dieron los primeros pasos para la adaptación de esta institución en la medida de su misión y visión concordadas con los postulados constitucionales al Plan de la Patria".

La oradora de orden, presidenta de la Sala Penal, fue todavía más directa: "Hugo Rafael Chávez Frías, el más importante líder de nuestra historia contemporánea, nos señaló el camino que de manera inexorable estábamos destinados a recorrer hasta llegar a concretar el rescate de la patria"  … "Comandante de la justicia, de los olvidados, de los desposeídos, Comandante de los sueños por un mundo, de la esperanza, de la vida, comandante del amor (...) hoy gracias a tí Venezuela es un país que trasciende a una transformación profunda, ratificando su independencia, libertad y soberanía como nunca antes en la historia".

No conforme con esa afirmación, como si los venezolanos fuéramos lerdos, la magistrada pretendió cínicamente defender el “derecho” de los integrantes del TSJ a expresar públicamente sus opiniones políticas sin que ello influya sobre la independencia y autonomía del TSJ. Según ella, el hecho de que un integrante del alto tribunal “aplauda el sentimiento socialista”, es decir se identifique con el régimen, no afecta su independencia o imparcialidad. "Sé diferenciar entre mis pensamientos socialistas y políticos como el activismo político, gremial, sindical o de índole semejante".

Coincidencialmente, la organización norteamericana The World Justice Project (El Proyecto de la Justicia Mundial), en su informe correspondiente al período 2012-2013, señala que la justicia venezolana es la peor del mundo y que el sistema judicial venezolano “es corrupto, incapaz de actuar libre de discriminación y está controlado por el Gobierno”.

Esta es la opinión que tristemente, y con sobrada razón, existe en el exterior no solo acerca del sistema judicial, sino de todos los poderes públicos y de nuestro sufrido país.

Qué vergüenza a donde nos ha llevado el régimen y su comunismo de alpargata,  como lo llama Luis Miquilena

@taylhardat

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martes, 1 de octubre de 2013

PLINIO APULEYO MENDOZA, LOS OLVIDADOS, CASO CLOLOMBIA

El país ignora que procesos y condenas con militares obedecen a una astuta estrategia de las Farc, que logra golpear a los mejores oficiales moviendo sus fichas en el entramado judicial.
Acabo de encontrar a muchos de ellos en el CRM. Salvo sus familias y amigos más cercanos, nadie los recuerda; ni el Gobierno, ni los políticos, ni las ONG, ni tampoco los medios de comunicación. Más opciones tienen hoy las Farc de ser beneficiadas por la justicia que los valiosos y sufridos militares (pues a ellos me refiero), injustamente condenados o detenidos por obra de falsos testigos. Todos ellos afrontan en soledad y silencio su terrible destino. Lo comprobé luego de visitar durante dos domingos seguidos el Centro de Reclusión Militar que se levanta en Puente Aranda.
Mi guía más inesperado en esta visita fue el coronel Hernán Mejía Gutiérrez. La suya fue una heroica carrera militar. En tres de los muchos encuentros que tuvo con la guerrilla (primero en el Palacio de Justicia, más tarde en el municipio de Silvia, Cauca, y luego en Morelia, Caquetá) recibió siete heridas de bala. Fue condecorado como el Mejor Soldado de América. No obstante, ahora lo encuentro en el CMR condenado a 19 años de prisión. ¿Cómo explicarlo?
Pues es inexplicable. Su condena es tan aberrante como la del coronel Alfonso Plazas Vega. En el caso de Mejía Gutiérrez, se basa también en un falso testimonio: el de Edwin Manuel Guzmán Cárdenas, un sargento al que él envió a prisión en Valledupar cuando descubrió que robaba armas y municiones para vendérselas tanto a la guerrilla como a los paramilitares. Al salir de prisión, Guzmán volvió a sus viejas andadas como jefe de una banda dedicada al robo y tráfico de armas. Detenido en Villavicencio, logró hacerse pasar como desmovilizado de las Auc y obtener como tal los beneficios de la ley.
Cumpliendo un propósito de venganza, le dio a Semana una entrevista en la cual acusaba al coronel Mejía Gutiérrez de tener nexos con ‘Jorge 40’. Tomando tal infundio como una revelación, la revista le dio portada con el cruel título ‘De héroe a villano’. Y ahí se abrió el arbitrario proceso contra Mejía. Guzmán, por cierto, viendo los beneficios que le reportaban sus infundios, sirvió de testigo contra la Drummond y otros sonados casos, hasta que el entonces fiscal Mario Iguarán lo denunció como miembro de un cartel de falsos testigos. Expulsado también de los Estados Unidos al descubrirse sus falsedades, volvió al país y hoy se rumora que lidera una banda en La Guajira.
Por falsos testigos como este han sido víctimas de injustas condenas otros militares de notable desempeño en las Fuerzas Armadas como el coronel Plazas Vega y los generales Rito Alejo del Río, Uscátegui, Arias Cabrales y muchos oficiales más. En el CRM hierven casos parecidos. El del coronel Álvaro Tamayo, por ejemplo, edecán del presidente Uribe, acusado por un suboficial al que sancionó e hizo retirar de la institución, o el del mayor Luis Fernando Campuzano, condenado por la Corte Suprema de Justicia pese a haber sido absuelto en primera y segunda instancias por el Tribunal Superior de Cúcuta. Más insólito aún, el caso del sargento Aureliano Quejada, condenado a 19 años por hechos ocurridos en el departamento del Cesar cuando él se encontraba prestando servicios en el Sinaí.
Lo que el país ignora es que estos procesos y condenas obedecen a una astuta estrategia de las Farc, que ahora logra golpear a los mejores oficiales del Ejército moviendo sus fichas en el entramado judicial. Las formas desconocidas de su nueva guerra se proyectan en los planos político, mediático, cibernético, jurídico y diplomático. Son tan reales sus éxitos, que las Farc están lejos de considerarse derrotadas, como lo cree el presidente Santos. Al contrario, por culpa de los golpes judiciales sufridos, muchos de nuestros militares consideran que la guerra ya está perdida. La prueba emblemática de tal derrota son estos olvidados hombres que alguna vez arriesgaron su vida por la patria.

Plinio Apuleyo Mendoza, plinioapuleyom@gmail.com

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miércoles, 16 de mayo de 2012

EDDIE A. RAMÍREZ S., REPARACIONES CLAVES

Reparar  las instituciones, organismos y empresas del Estado que la “revolución” puso a su servicio no será tarea sencilla y llevará tiempo. Las prioridades deben ser las mismas que se fijó el teniente coronel lenguatón: La Fuerza Armada, Pdvsa y el Poder Judicial. Es decir, las armas, el dinero y los tribunales deben dejar de ser instrumentos  de una parcialidad política.  Logrado este objetivo de primer orden,  se podrá avanzar con paso firme  en la reparación total del país.

La Fuerza Armada y Pdvsa, al  ser organizaciones piramidales, teóricamente deberían ser más fáciles de reparar.  En ambas organizaciones hay  partidarios del régimen con los cuales se puede y debe convivir, una vez se proceda a cambiar los altos mandos. Desde luego que es tal el deterioro que no será suficiente sustituir al ministro de la Defensa, a los Comandantes de los diferentes componentes y a la Junta Directiva de Pdvsa,  pero realizar  los otros cambios  necesarios  no le compete  a Henrique Capriles, sino a los mandos que él designe, siempre  con el debido respeto a los derechos humanos y civiles. Contrario a lo que algunos piensan, tanto en la Fuerza Armada como en Pdvsa hay   personal  valioso e institucional  que está cumpliendo con su deber.  Por ello, la inmensa mayoría de  compatriotas que están en estas organizaciones pueden confiar en la palabra de quien será el próximo presidente de Venezuela. 

En base a lo anterior, es muy poco probable que algunos militares pretendan insurgir ante una derrota electoral o inhabilitación física del teniente coronel. Tampoco es de temer que grupos de fanáticos intenten sabotear las instalaciones petroleras. 

Sin embargo, hay que estar alerta ante la reacción de los grupos paramilitares oficialistas que pueden desatar saqueos y otros actos de violencia. Aunque la Fuerza Armada podría controlarlos fácilmente, cabe recordar que la perversa prédica de Chávez sobre la actuación de la Fuerza Armada ante el “Caracazo”, podría inhibir la movilización de algunos componentes militares. 

En cuanto al Poder Judicial, no bastará con cambiar a ciertos funcionarios de la cúspide. Las declaraciones de Aponte y de Velázquez Alvaray tienen una repercusión mundial y evidencian la podredumbre de muchos jueces y fiscales. Luce indispensable la renuncia inmediata de los responsables de la administración de justicia. Descalificar a los “canarios” por no ser santos no invalida sus denuncias. Es importante acabar con la provisionalidad de los jueces, proveer la carrera judicial y de los Fiscales del Ministerio Público y   vigilar la ética y decoro de los funcionarios, sin que ello implique influenciar en las decisiones que les competen.

Como en botica: De acuerdo a los “canarios”,  los personeros oficialistas que ejercen presión son tan o más culpables que los jueces y fiscales.  Pdvsa sigue endeudándose para contribuir a la campaña electoral. El que venga atrás que arree, es la consigna del personaje rojo-rojito. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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martes, 13 de marzo de 2012

EMILIO CÁRDENAS: ANTICUERPOS DE LA DEMOCRACIA

El régimen democrático se define como un conjunto de instituciones y valores que se combinan entre sí para conformar un esquema complejo de gobierno en cuyo seno los poderes del Estado se limitan y equilibran mutuamente. Lo antedicho supone que todos los poderes no pueden estar confiados a las mismas personas, ni concentrados en ninguna institución. Están ciertamente articulados entre sí, pero conceptualmente tienen roles diferentes y por ello existen por separado. En las democracias de buen funcionamiento esto se exterioriza por la manera, así moderada, en la que el poder efectivamente se ejerce.

En ese esquema, es obvio, el Poder Judicial no puede, ni debe, estar sometido de ninguna manera al poder político. Debe ser independiente e imparcial, para así asegurar a los ciudadanos protección contra la arbitrariedad del poder.

Algo parecido sucede con el poder mediático, que debe asegurar el pluralismo y no puede estar al servicio del gobierno, transformado en una mera máquina de aplaudir su acción, disimular sus errores, evitar las críticas o, peor, asegurar su impunidad. Como contrapoder que es, la prensa es esencial y, por ende, su libertad de expresión es preciosa.

En nuestra región se advierte una clara resurrección de la amenaza totalitaria. Nadie debeería sorprenderse por esto: la democracia está siempre amenazada -desde adentro- por la demagogia.

Cuando llega la demagogia aparecen el populismo y la desmesura. La lógica de la guerra se apodera de la política y se reduce lo plural al discurso único, con frecuencia mesiánico. La consecuencia es que el diálogo termina siendo reemplazado por los dogmas. La razón, por el fervor. Y la elocuencia encendida desplaza a la serenidad y a la moderación. Recurriendo a la seducción se silencia a la argumentación. En ese escenario no sorprende que la eliminación del adversario sea de pronto una suerte de deber moral.

Aparecen entonces los excesos de opulencia, los cultos a la personalidad y las arbitrariedades de todo tipo. Y hasta la mentira deja de diferenciarse de la verdad.

Para los individuos, presenciar un proceso de demolición de la democracia y su reemplazo por un autoritarismo presuntamente iluminado es grave. Porque lo que está en juego tiene que ver con la dignidad de las personas. Es su capacidad de elegir y es precisamente esa facultad, esencialmente deliberativa, la que se arriesga. Nada menos que aquella con la que el hombre y la mujer se distinguen de los animales.

En una deriva antidemocrática, una vez desarticulados los equilibrios y concentrado el poder en pocas manos, se cercena -paso a paso- no sólo el diálogo político, sino también la libertad económica, en un proceso que se retroalimenta.

El Estado policial flota, de pronto, sobre nosotros. Lo grave es que de la pérdida de la libertad económica a la esclavitud política hay un tránsito que suele ser corto. La arbitrariedad del poder no sólo se apodera de todo, sino de todos. El final es previsible: estancamiento económico y penurias de toda índole. Según enseña la historia, de allí a la esclavitud política hay poca distancia.

Ocurre que no siempre los votantes advierten a tiempo la importancia de asegurar el equilibrio democrático entre los poderes. También ellos pueden equivocarse. Chávez fue alguna vez elegido legítimamente en Venezuela; Berlusconi, varias veces, en Italia; Orban, en Hungría; y hasta el mismo Hitler, en Alemania. Las urnas, queda visto, no son infalibles.

Pero también es cierto que Chávez pretendió ser presidente de por vida; que Berlusconi procuró eludir a la justicia de sus país, y que Orban apuntó a someter a los medios húngaros de comunicación.

Los tres de alguna manera deterioraron seriamente las estructuras democráticas de sus países. No obstante, también es cierto que ninguno de los tres logró su objetivo y que ello testimonia no sólo la vitalidad interior de las democracias, sino la de sus anticuerpos.

La democracia es siempre preferible al autoritarismo. Porque las urnas también sirven para corregir los errores colectivos que pudieran haberse cometido.

* Ex embajador de la Argentina ante las Naciones Unidas


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