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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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jueves, 28 de noviembre de 2013

EDGARDO MONDOLFI, LA OPINIÓN SALVADORA

En estos momentos está de moda leer a Heinz Dieterich. Tanto, que este periódico, que ha sido mi casa desde hace muchos años, le da amplia cabida ahora a las columnas que el sociólogo alemán escribe, cada vez con mayor frecuencia, desde México. Pocas veces he visto un frenesí semejante: en estos días de incertidumbres se está a la espera de la palabra orientadora de Dieterich; se corre a consultar y comentar lo que dice este arúspice que ha hecho suya la tarea de desentrañar el futuro de la República.

Ahora, el acento de sus desvelos se concentra en lo que ha llamado el rumbo caótico que, a su juicio, el gobierno de Nicolás Maduro está dándole al proyecto político heredado de Chávez. Pareciera que leer a Dieterich asegurara el camino al mejor vaticinio.

Sin embargo, no perdamos de vista que este académico de espesos bigotes blancos, que ha plasmado su militancia en una quincena de libros, es uno de los mayores responsables ideológicos del desastre que estamos viviendo. De hecho, la temprana presencia de Dieterich entre nosotros puso en evidencia la debilidad de la izquierda en el patio local a la hora de tratar de darle algún fundamento teórico de peso a la revolución bolivariana. Importado al igual que Martha Harnecker para opinar desde otras experiencias históricas, Dieterich se hizo cargo, con empeño y persistencia, de desecar las lagunas que caracterizaban la pobreza intelectual del bolivarianismo.

Estemos claros acerca de la catadura del personaje. Fue él quien, como pocos, se hizo cargo de darle pábulo a las ambigüedades con que el chavismo ha solido manejarse frente al concepto de democracia. Y, desde luego, más que formular una propuesta que reivindicara a la sociedad como protagonista de un proceso de cambio, el peso de todo su entusiasmo frente al fenómeno Chávez radicó siempre en la concepción individuo-céntrica del líder.

En pocas palabras, cuando el personalismo y el voluntarismo representaban una regresión en las relaciones entre gobernantes y gobernados, Dieterich acudía a exaltar tales conceptos. Justificador del cesarismo en el poder, Dieterich ha sido una especie de Laureano Vallenilla Lanz a su manera.

Algo más se puede abonar a la cuenta cuando de las proezas intelectuales del opinante se trata: Dieterich obró el milagro de hacer que la izquierda, históricamente desconfiada de los movimientos populistas, aceptara cínicamente los cantos de sirena del neopopulismo. Y al vender su original interpretación de la conexión líder-masas lo hizo a expensas de que esa izquierda se prestara muchas veces a darle un apoyo oportunista y provisional a los aspectos más delirantes del proyecto voluntarista que ahora se exaltaba.

Pero creo que tampoco puede perderse de vista lo mucho que este autor, ahora tan leído, hizo por darle consistencia sideral al liderazgo de Chávez. Retengamos esta afirmación que corrió alguna vez por su cuenta: La larga noche de la teoría revolucionaria antiburguesa (…) duró tres lustros hasta que (…) Hugo Chávez la rehabilitó públicamente y le devolvió su status emancipador, no sólo en defensa de la humanidad sino en pro de su liberación definitiva.

La Revolución Mundial pasa por Hugo Chávez. Esta aseveración acerca del paladín de la Humanidad está fechada en 2005.

De Dieterich podría decirse lo que dijo Rómulo Betancourt acerca de Vallenila Lanz: que era preciso empastarlo en papel higiénico. Sólo que, en este caso, si se consigue.

Edgardo Mondolfi
emondolfig@gmail.com

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martes, 1 de noviembre de 2011

ENRIQUE PEREIRA: CHÁVEZ ARRUGÓ AL DEBATE.

Hoy se comienza a construir la nueva Venezuela. La Venezuela en que caben todos los venezolanos
La Venezuela de la unidad, sienta sus bases el día de hoy con la inscripción de los precandidatos de la Unidad, de donde emergerá por votación popular el líder que nos representará en las próximas elecciones. Pura democracia.
Lo hacen a la luz pública, sin tapujos, de manera transparente. Cuan diferente a la autoritaria manera en que la revolución escogió a su candidato –su único candidato- a las próximas presidenciales. Esa es la democracia de bolsillo que practica Chávez. Las bases chavistas no tienen derecho a opinar, pero se llaman la revolución del pueblo.  Tamaña contradicción.
El polo patriótico dice haber inscrito a más de veinte mil organizaciones en su registro. Me gustaría darle una miradita a esa lista, que nadie conoce. Así trabaja la revolución; a base de números indemostrables.  Es exactamente igual a la lista de inscritos en el PSUV de hace un par de años, que crecía cada semana y llegó a tener millones de inscritos, para un par de meses después asistir a unas elecciones en las que nunca aparecieron esos militantes. 
Se parece al millón de alfabetizados y los millones de operados de la vista, como también a la lista de millones de batallones electorales y la más engañosa de todas: la lista, que nunca muestran,  la de las viviendas construidas y entregadas este año. Chávez y su revolución es puro cuento.
Chávez no termina de entender que el único camino valedero para mejorar al pueblo que dice amar es el camino de la construcción de progreso. No se puede pretender que vivamos mejor, en un país que se empobrece a pasos agigantados. Expropiaciones a diestra y siniestra, que acaban con nuestra producción. 
¿Dónde quedó la promesa de convertir las famosas tierras de Azpurua, del hato la Marqueseña, en un centro genético de ganado? Han pasado cinco años y lo más probable es que terminen diciendo que es culpa de la cuarta republica. Chávez destruye todo lo que toca. En la Marqueseña sólo viven las promesas de la revolución. Lo mismo sucede en cuanta tierra productiva se agarraron, con la exclusa de la soberanía alimentaria. Ya se pueden imaginar lo que sucederá con las tierras de Agroflora, a las que le pusieron la mano finalmente este fin de semana.
Chávez y su combo han impugnado todas las elecciones universitarias que están por realizarse. Lo hacen porque conocen de antemano los resultados. Pierden de largo a largo, tal como perderán las próximas elecciones.  La fantasía se les termina en las urnas, donde no se cuentan mentiras, sino votos.
Chávez también pierde cuando niega enfrentarse en un debate con los que él llama “premajunches” . Arriba Venezuela, ya falta poco.
                                                                               @pereiralibre

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sábado, 25 de junio de 2011

ARGELIA RÍOS: EXTRAÑA PARADOJA

El temor dentro de las filas rojas es inocultable: cuando regrese el mandatario, habrá consecuencias. Algunos pagarán caro el penoso espectáculo de estos días: los tartajeos, los desmentidos, las conspiraciones, que no cesarán hasta que se reduzcan las inquietudes sobre lo que sobrevendría tras una eventual pérdida del poder. 

TEMOR ROJO
El personalismo sobre el que está construida la revolución será objeto de debate: y también las carencias de un elenco que no dio la talla frente a la emergencia, como no la ha dado antes para darle respuestas a tantos problemas pendientes, y como no la dará nunca porque la ineptitud es estructural... 

Lina Ron tenía razón: "después de Chávez, nada": en el mundo revolucionario nadie tiene con qué... El drama es de novela: Con Chávez o sin él al timón, Venezuela es un barco sin rumbo. De nada vale que se le tenga como a un buen capitán, si su marinería adolece de talento y dote. Si el Presidente no ha podido zafarse de sus incompetentes holgazanes en el año más importante para su reelección, es porque nada puede ni podrá hacer: "eso es lo que hay". Esa es "la oferta". 

Nada se mueve en su ausencia. Ha quedado comprobado que la llamada "V República" es tan sólo una definición ambiciosa; un monstruo con pies de barro. Las dolencias del comandante-presidente son las de la revolución. En el ocaso de su vitalidad, Chávez no cuenta con un relevo que mantenga el brillo y el largo plazo del "proceso". 

El poder está en riesgo: el sistema mostró su fragilidad. Trece años después -con todos los recursos Disponibles-, el sistema no ha conseguido consolidarse definitivamente: la tripulación es un desastre sin reemplazo, en cuyas manos el país sólo tiene garantizada la continuidad de la incompetencia. 

El jefe está amarrado a sus enanos: lo que tiene no le sirve ni le servirá. Si ganara las elecciones de 2012, se expondría al riesgo que acabó con Carlos Andrés Pérez, apenas unos días después de su luminosa victoria en 1988. Los síntomas que hemos visto por estos días, reconfirman que el proyecto bolivariano está tan enfermo y envejecido como su líder único. 

Salta a la vista una extraña paradoja: si bien la ausencia de Chávez ha resultado elocuente, a la luz de la precariedad de los timoneles encargados, su enfermedad quedó relegada a un segundo plano. La sala situacional de Miraflores ha tomado nota.

En la calle no se habla con aflicción del padecimiento del comandante, cosa de la que se encargan sus propagandistas. El país ha reaccionado con indiferencia y frialdad: no hay consternación. No se siente la congoja ni la tristeza.

"El tema" son las cárceles y todas las demás dolencias que la sociedad tiene acumuladas por causa de una gestión frente a la cual los propios chavistas comienzan a sentir vergüenza. 

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viernes, 20 de mayo de 2011

EDITORIAL DE ANALÍTICA PREMIUM: LA MUD EN EL CAMINO CORRECTO. 18 DE MAYO DE 2011

La MUD tiene la inaplazable tarea  de  limitar, en la medida de lo posible, el personalismo que tanto daño le ha hecho y le hace al país

No se puede negar que, a pesar de todos los pesares, la MUD ha logrado mantener la cohesión de las distintas fuerzas opositoras.  Se impuso la tesis de las primarias, es probable que se llegue a un acuerdo sobre la tarjeta única y, hasta ahora, ha mantenido el debate opositor dentro de parámetros aceptables, sin embargo eso no es suficiente para ganar las elecciones de 2012.  Es verdad que no se le pueden pedir peras al  olmo aunque ciertamente su sombra puede ser más amplia.  Estamos conscientes de las limitaciones de todo orden que no permiten que se celebren unas primarias a doble vuelta, pero  en cambio sí se podría imponer un acuerdo firmado entre todos los pre-candidatos para que el que llegue de segundo sea el  designado como vicepresidente. Esto aseguraría que la fórmula que se presente a las elecciones represente una mayoría sustancial de los votos expresados en las primarias.

También se debería constituir , por consenso,  y desde ahora, equipos que conformarían una especie de gabinete de sombra, asumiendo cada uno de estos la tarea  de monitorear y  presentar soluciones  a los diversos problemas que existen en la actual administración pública. Estos equipos de trabajo podrían servir indistintamente a cualquiera de los pre-candidatos  y serían la base de una futura organización gubernamental que no debe, en las circunstancias actuales, dejarse a la improvisación de última hora y que tiene que ser el producto de una verdadera voluntad unitaria que demuestre al país que la alternativa democrática está capacitada para gobernar y que no depende exclusivamente de lo que pueda o no ocurrírsele al candidato seleccionado para ocupar la Presidencia de la República.

 La MUD tiene la inaplazable tarea  de  limitar, en la medida de lo posible, el personalismo que tanto daño le ha hecho y le hace al país.  En los deportes colectivos no  sólo es el entrenador, el director técnico, el o los jugadores estrellas los que aseguran el triunfo, sino la capacidad combinada de crear equipo o maquinaria ganadora.  Para ganar en 2012 más allá de la escogencia de un hombre o una mujer que nos conduzca a recuperar el ejercicio democrático del poder, se requiere que personas capaces y competentes ocupen los distintos puestos de la administración pública y gobiernen con base a un programa  o plan de gobierno que haya servido de base al candidato de la unidad.

editor@analitica.com
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domingo, 17 de octubre de 2010

EL CULTO. AMERICO MARTIN. EL NUEVO HERALD

El comunismo es una utopía racionalista del siglo XIX. Marx quiso darle una base científica para diferenciarse de Fourier, Saint Simon, Owen y el ``ícaro'' Cabet, de quienes aquel cáustico alemán se mofaba. Pero a la final el burlado fue él porque el pretendido atractivo científico del marxismo terminó siendo desnudado cual otra utopía inalcanzable en ningún país y en ninguna época. La ironía quiere que Marx terminara en el mismo saco de sus despreciados socialistas utópicos. Desde 1848 hasta el sol de hoy el comunismo ha sido un ideal imposible de rapsodas revolucionarios, o la tapadera de ruinosas experiencias que ahogaron la democracia en un océano de sangre.

En el único lugar donde se incluyó el comunismo en un programa concreto fue en el XXII Congreso del partido soviético

en 1963, bajo el liderazgo socarrón de Nikita Jruschov. Había sorprendido (ya no escandalizado) a los líderes capitalistas con la boutade de que sus nietos serían comunistas. Derrocado por su propio partido, Jruschov se hundió con sus fábulas y el programa del partido fue drásticamente depurado de quimeras como aquella.

Devuelta la palabra a su mausoleo, el totalitarismo ya no invocó para legitimarse un concepto tan desaguado como aquel. Ha optado por autodefinirse socialista del siglo XXI. Los que no han dejado desaparecer el vocablo comunista son sus adversarios, pero esta vez apoyándose en el monstruoso socialismo real, de tan despreciable memoria. Desde Stalin a Mao y Fidel el flamante socialismo revolucionario no vino a ser sino la nueva vestidura del totalitarismo.

Quisiera recordar --porque se relaciona con lo que diré al final-- el desmontaje de la memoria de Stalin, emprendido por el locuaz ucraniano en el XX Congreso de su partido, en 1956. Fue un logro meritorio, sin ahondar en el cuestionamiento del sistema como tal. No habría durado lo que un merengue en la puerta de una escuela, si lo hubiera hecho. Lo que la nomenklatura soviética aceptó --y con ella el dócil movimiento comunista mundial-- fue culpar a Stalin como único responsable de aquel sistema hondamente antihumano. Desde entonces, los comunistas afirmaron que el culto a la personalidad negaba la esencia del socialismo. Un solo personaje no debía empuñar la totalidad del poder ni convertirse en árbitro de vidas y haciendas.

Hasta que llegó el comandante y mandó a parar, resurgiendo la autocracia y el morboso culto a la deidad infalible. Mao y Kim Il Sung nunca dejaron de cultivarlo, pero es porque rechazaron el antiestalinismo del XX Congreso. De suerte que el aberrante culto a la personalidad encarnó en Fidel, cuyos únicos errores fueron los que él mismo alguna vez reconoció. Fidel tuvo hijos devotos, y el más publicitado ha sido Hugo Chávez.

¿Por qué gastar más palabras en el pueril culto renacido en Venezuela y ejercido incluso por gente inteligente como el embajador Roy Chaderton?

Porque en Rosario, Argentina, se exhibe una estatua ecuestre de Chávez, que en vida no tiene Fidel ni tuvo Mao. Todo culto a la personalidad es cómico y trágico a un tiempo. Chávez luce uniformado a la manera de los ejércitos actuales, pero en lugar de un tanque, tripula un caballo. No sé si con caballos podría humillar a los ejércitos imperiales, pero pudiera ser que todo aquello no fuera sino una alegoría, máxime si observamos que el escultor español, por causa para mí ininteligible, le añadió en la grupa un maletín que los guasones de Venezuela y Argentina han identificado con la valija de Antonini. Que no se le ocurra al caudillo patrio ordenarle al escultor que haga desaparecer el maletín porque los indicados guasones podrán decir: bueno, el maletín fue entregado ya a su destinataria.

Read more: http://www.elnuevoherald.com/2010/10/16/820644/americo-martin-el-culto.html#ixzz12aPmnus0

amermar@gmail.com

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domingo, 3 de octubre de 2010

DURO CON EL PROBLEMA, BLANDO CON LAS PERSONAS. ALBERTO MEDINA MÉNDEZ (DESDE ARGENTINA)

La frase del título se ajusta a unos de los pilares centrales del conocido Método Harvard, al que muchos consideran la más moderna de las teorías de la negociación. Para ver mejor la imagen pulse sobre ella.

El error contemporáneo es imaginar que esa máxima sólo se aplica para negociar en grandes enfrentamientos internacionales cuando, en realidad, tiene más que ver con una filosofía de vida, una forma de conducirse en la rutina cotidiana.

Aún hoy muchos siguen suponiendo que, al adversario, no hay que confrontarlo en sus ideas, sino destruirlo, agredirlo, lastimarlo, humillarlo, dañarlo en lo más bajo. Lo vemos en la discusión política, pero también en la disputa en el club, en la relación de pareja, con amigos, clientes, proveedores y hasta entre vecinos del mismo barrio.

Es la dinámica que parece proponernos nuestra caduca formación rudimentaria, que nos pretende empujar a enemistarnos de modo personal con aquel que no comparte nuestras miradas en cualquier contexto.

Nuestro enojo, la ira, el descontrol, los exabruptos, sólo marcan distancias en el modo de ver las cosas, pero lejos están de contribuir a la resolución del problema, a encauzar las soluciones, a buscar los caminos alternativos. Son los acuerdos, las aproximaciones hacia un sendero común lo que nos otorga la posibilidad de abordar el dilema de fondo con alguna probabilidad de éxito.

La energía invertida en levantar la voz, montar en cólera, pensar en la próxima frase que conteste el pensamiento ajeno, además de resultar inconducente, enfermiza y destructiva, nos contamina, destruye al emisor, tanto o más que al receptor. Se equivoca el camino, cuando el desenfreno le gana a la racionalidad, cuando la compulsión por imponer supera al complejo desafío de la construcción del acuerdo.

En definitiva, no se trata de enojarse con el circunstancial interlocutor de turno, cuando en realidad lo que corresponde es enfrentar el problema, y administrar esas energías en resolver lo que nos trajo a la hipótesis del conflicto.

No importa cuán trascendente o superficial sea el obstáculo. Si la idea es utilizarlo como excusa para enfrentarnos a otro, es sólo eso, un excelente puente para justificar nuestro profundo interés en pulsear con el oponente, al que consideramos nuestro enemigo.

Un viejo refrán que se utiliza en el boxeo nos recuerda que, “cuando uno no quiere, dos no pelean”. En esto de luchar, no hay buenos ni malos, en todo caso, ciertos protagonistas suelen ser más susceptibles que otros, pero necesariamente alguno termina siendo funcional a la confrontación, aunque parezca involuntario su accionar.

Sumar argumentos históricos, filosóficos y hasta ideológicos, nutre en la medida que esos aportes orienten en la búsqueda de acuerdos, de soluciones consensuadas. Si sólo se trata de torcerle el brazo al que tenemos enfrente, de destruirlo en el combate, todo terminará predeciblemente con gente lastimada en su orgullo, crispada, ofendida, pero el intríngulis permanecerá allí, intacto, indemne, ileso, incólume y con los eventuales vencidos con una peculiar y creciente sed de revancha.

El ocasional triunfador de la disputa, orgulloso de su victoria, gozará de la caída ajena. El vencido, por el contrario, estará concentrado buscando la oportunidad de compensar su fracaso para alcanzar un triunfo que le devuelva la cuota de dignidad perdida.

La disyuntiva esencial, mientras tanto, reposará cómodamente sabiendo que los que discuten, los que eventualmente podrían dedicarse a resolverlo todo, están muy ocupados en destratarse, y no tienen tiempo para explorar soluciones alternativas a lo que, se supone, los convocó a la discusión.

Como para que quede claro, vale la pena repetirlo, pasa en la política, pero también en la familia, con los amigos, los miembros de la vecindad y en casi cualquier ámbito de la comunidad. Tal vez podamos ensayar una fórmula menos habitual. Dejemos de atacarnos entre los individuos. En todo caso, tratemos mal al problema, seamos duros con él, destilemos toda nuestra ira hacia la cuestión de fondo y sus indeseables consecuencias.

Es el dilema y no los que deben solucionarlo el que merece nuestro desprecio, pero al mismo tiempo nuestra positiva actitud para intervenir en él. Estar concentrado en la disputa personal sólo nos resta fuerzas, las mismas que después no encontramos a la hora de construir.

La propuesta es de manual, está largamente escrita y dista de ser un secreto. Intentemos deponer esa permanente actitud bélica, que nos aleja invariablemente de la solución. Los que están concentrados en que no encontremos el núcleo central, saben que el “divide y reinarás” les resulta más que conveniente, y se ocupan de enfrentarnos con esmero y efectividad. Es probable que debamos reflexionar y ser más astutos en nuestro accionar, para no jugar el partido que nos proponen los que se benefician con la dilación infinita de los temas pendientes. Si empezamos a transitar el recorrido que nos plantea la opción de ser más “duro con el problema y blando con las personas”, tal vez tengamos una mejor chance para ir avanzando. Eso supone una alta dosis de autocontrol para resistir la tentación de la contienda y para enfocarse en los objetivos principales. En definitiva, requiere de grandeza e inteligencia, un recurso que parece escasear en estos tiempos.

amedinamendez@gmail.com

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lunes, 7 de julio de 2008

EDITORIAL DE ANALÍTICA: “EL PERSONALISMO Y LA POLÍTICA”




Domingo, 06 de Julio de 2008

Si es cierto que uno de los males que aquejó a los partidos políticos en el pasado fue la excesiva centralización en las direcciones nacionales, ahora estamos en un proceso inverso en el que el individualismo conduce a una atomización de las organizaciones políticas. Esto, en condiciones normales en un país en el que el libre juego democrático fuese la regla, no sería causa de mayor preocupación. Pero en la circunstancia histórica por la que atraviesa Venezuela, en la que lo que está en peligro es la propia subsistencia de la democracia como forma de gobierno, es una demostración de inmadurez política que algunos individuos no vean la realidad mas allá de su pequeña ambición de poder.

En el caso particular de la oposición democrática es alarmante el “enanismo político” de algunas “ personalidades” y dirigentes de ocasión quienes no ven la necesidad de superar las ambiciones personales para ayudar a fortalecer una indispensable unidad política para detener el avasallante impulso anti-democrático prohijado por el Presidente Chávez.