De Dieterich podría decirse lo que dijo Rómulo Betancourt acerca de Vallenila Lanz: que era preciso empastarlo en papel higiénico. Sólo que, en este caso, si se consigue.
BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL
jueves, 28 de noviembre de 2013
EDGARDO MONDOLFI, LA OPINIÓN SALVADORA
martes, 1 de noviembre de 2011
ENRIQUE PEREIRA: CHÁVEZ ARRUGÓ AL DEBATE.
sábado, 25 de junio de 2011
ARGELIA RÍOS: EXTRAÑA PARADOJA
![]() |
TEMOR ROJO |
viernes, 20 de mayo de 2011
EDITORIAL DE ANALÍTICA PREMIUM: LA MUD EN EL CAMINO CORRECTO. 18 DE MAYO DE 2011
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
domingo, 17 de octubre de 2010
EL CULTO. AMERICO MARTIN. EL NUEVO HERALD
El comunismo es una utopía racionalista del siglo XIX. Marx quiso darle una base científica para diferenciarse de Fourier, Saint Simon, Owen y el ``ícaro'' Cabet, de quienes aquel cáustico alemán se mofaba. Pero a la final el burlado fue él porque el pretendido atractivo científico del marxismo terminó siendo desnudado cual otra utopía inalcanzable en ningún país y en ninguna época. La ironía quiere que Marx terminara en el mismo saco de sus despreciados socialistas utópicos. Desde 1848 hasta el sol de hoy el comunismo ha sido un ideal imposible de rapsodas revolucionarios, o la tapadera de ruinosas experiencias que ahogaron la democracia en un océano de sangre.
En el único lugar donde se incluyó el comunismo en un programa concreto fue en el XXII Congreso del partido soviético
en 1963, bajo el liderazgo socarrón de Nikita Jruschov. Había sorprendido (ya no escandalizado) a los líderes capitalistas con la boutade de que sus nietos serían comunistas. Derrocado por su propio partido, Jruschov se hundió con sus fábulas y el programa del partido fue drásticamente depurado de quimeras como aquella.
Devuelta la palabra a su mausoleo, el totalitarismo ya no invocó para legitimarse un concepto tan desaguado como aquel. Ha optado por autodefinirse socialista del siglo XXI. Los que no han dejado desaparecer el vocablo comunista son sus adversarios, pero esta vez apoyándose en el monstruoso socialismo real, de tan despreciable memoria. Desde Stalin a Mao y Fidel el flamante socialismo revolucionario no vino a ser sino la nueva vestidura del totalitarismo.

Quisiera recordar --porque se relaciona con lo que diré al final-- el desmontaje de la memoria de Stalin, emprendido por el locuaz ucraniano en el XX Congreso de su partido, en 1956. Fue un logro meritorio, sin ahondar en el cuestionamiento del sistema como tal. No habría durado lo que un merengue en la puerta de una escuela, si lo hubiera hecho. Lo que la nomenklatura soviética aceptó --y con ella el dócil movimiento comunista mundial-- fue culpar a Stalin como único responsable de aquel sistema hondamente antihumano. Desde entonces, los comunistas afirmaron que el culto a la personalidad negaba la esencia del socialismo. Un solo personaje no debía empuñar la totalidad del poder ni convertirse en árbitro de vidas y haciendas.
Hasta que llegó el comandante y mandó a parar, resurgiendo la autocracia y el morboso culto a la deidad infalible. Mao y Kim Il Sung nunca dejaron de cultivarlo, pero es porque rechazaron el antiestalinismo del XX Congreso. De suerte que el aberrante culto a la personalidad encarnó en Fidel, cuyos únicos errores fueron los que él mismo alguna vez reconoció. Fidel tuvo hijos devotos, y el más publicitado ha sido Hugo Chávez.
¿Por qué gastar más palabras en el pueril culto renacido en Venezuela y ejercido incluso por gente inteligente como el embajador Roy Chaderton?
Porque en Rosario, Argentina, se exhibe una estatua ecuestre de Chávez, que en vida no tiene Fidel ni tuvo Mao. Todo culto a la personalidad es cómico y trágico a un tiempo. Chávez luce uniformado a la manera de los ejércitos actuales, pero en lugar de un tanque, tripula un caballo. No sé si con caballos podría humillar a los ejércitos imperiales, pero pudiera ser que todo aquello no fuera sino una alegoría, máxime si observamos que el escultor español, por causa para mí ininteligible, le añadió en la grupa un maletín que los guasones de Venezuela y Argentina han identificado con la valija de Antonini. Que no se le ocurra al caudillo patrio ordenarle al escultor que haga desaparecer el maletín porque los indicados guasones podrán decir: bueno, el maletín fue entregado ya a su destinataria.
Read more: http://www.elnuevoherald.com/2010/10/16/820644/americo-martin-el-culto.html#ixzz12aPmnus0
amermar@gmail.com
domingo, 3 de octubre de 2010
DURO CON EL PROBLEMA, BLANDO CON LAS PERSONAS. ALBERTO MEDINA MÉNDEZ (DESDE ARGENTINA)
La frase del título se ajusta a unos de los pilares centrales del conocido Método Harvard, al que muchos consideran la más moderna de las teorías de la negociación. Para ver mejor la imagen pulse sobre ella.
El error contemporáneo es imaginar que esa máxima sólo se aplica para negociar en grandes enfrentamientos internacionales cuando, en realidad, tiene más que ver con una filosofía de vida, una forma de conducirse en la rutina cotidiana.

Aún hoy muchos siguen suponiendo que, al adversario, no hay que confrontarlo en sus ideas, sino destruirlo, agredirlo, lastimarlo, humillarlo, dañarlo en lo más bajo. Lo vemos en la discusión política, pero también en la disputa en el club, en la relación de pareja, con amigos, clientes, proveedores y hasta entre vecinos del mismo barrio.
Es la dinámica que parece proponernos nuestra caduca formación rudimentaria, que nos pretende empujar a enemistarnos de modo personal con aquel que no comparte nuestras miradas en cualquier contexto.
Nuestro enojo, la ira, el descontrol, los exabruptos, sólo marcan distancias en el modo de ver las cosas, pero lejos están de contribuir a la resolución del problema, a encauzar las soluciones, a buscar los caminos alternativos. Son los acuerdos, las aproximaciones hacia un sendero común lo que nos otorga la posibilidad de abordar el dilema de fondo con alguna probabilidad de éxito.
La energía invertida en levantar la voz, montar en cólera, pensar en la próxima frase que conteste el pensamiento ajeno, además de resultar inconducente, enfermiza y destructiva, nos contamina, destruye al emisor, tanto o más que al receptor. Se equivoca el camino, cuando el desenfreno le gana a la racionalidad, cuando la compulsión por imponer supera al complejo desafío de la construcción del acuerdo.
En definitiva, no se trata de enojarse con el circunstancial interlocutor de turno, cuando en realidad lo que corresponde es enfrentar el problema, y administrar esas energías en resolver lo que nos trajo a la hipótesis del conflicto.
No importa cuán trascendente o superficial sea el obstáculo. Si la idea es utilizarlo como excusa para enfrentarnos a otro, es sólo eso, un excelente puente para justificar nuestro profundo interés en pulsear con el oponente, al que consideramos nuestro enemigo.
Un viejo refrán que se utiliza en el boxeo nos recuerda que, “cuando uno no quiere, dos no pelean”. En esto de luchar, no hay buenos ni malos, en todo caso, ciertos protagonistas suelen ser más susceptibles que otros, pero necesariamente alguno termina siendo funcional a la confrontación, aunque parezca involuntario su accionar.
Sumar argumentos históricos, filosóficos y hasta ideológicos, nutre en la medida que esos aportes orienten en la búsqueda de acuerdos, de soluciones consensuadas. Si sólo se trata de torcerle el brazo al que tenemos enfrente, de destruirlo en el combate, todo terminará predeciblemente con gente lastimada en su orgullo, crispada, ofendida, pero el intríngulis permanecerá allí, intacto, indemne, ileso, incólume y con los eventuales vencidos con una peculiar y creciente sed de revancha.
El ocasional triunfador de la disputa, orgulloso de su victoria, gozará de la caída ajena. El vencido, por el contrario, estará concentrado buscando la oportunidad de compensar su fracaso para alcanzar un triunfo que le devuelva la cuota de dignidad perdida.
La disyuntiva esencial, mientras tanto, reposará cómodamente sabiendo que los que discuten, los que eventualmente podrían dedicarse a resolverlo todo, están muy ocupados en destratarse, y no tienen tiempo para explorar soluciones alternativas a lo que, se supone, los convocó a la discusión.
Como para que quede claro, vale la pena repetirlo, pasa en la política, pero también en la familia, con los amigos, los miembros de la vecindad y en casi cualquier ámbito de la comunidad. Tal vez podamos ensayar una fórmula menos habitual. Dejemos de atacarnos entre los individuos. En todo caso, tratemos mal al problema, seamos duros con él, destilemos toda nuestra ira hacia la cuestión de fondo y sus indeseables consecuencias.
Es el dilema y no los que deben solucionarlo el que merece nuestro desprecio, pero al mismo tiempo nuestra positiva actitud para intervenir en él. Estar concentrado en la disputa personal sólo nos resta fuerzas, las mismas que después no encontramos a la hora de construir.
La propuesta es de manual, está largamente escrita y dista de ser un secreto. Intentemos deponer esa permanente actitud bélica, que nos aleja invariablemente de la solución. Los que están concentrados en que no encontremos el núcleo central, saben que el “divide y reinarás” les resulta más que conveniente, y se ocupan de enfrentarnos con esmero y efectividad. Es probable que debamos reflexionar y ser más astutos en nuestro accionar, para no jugar el partido que nos proponen los que se benefician con la dilación infinita de los temas pendientes. Si empezamos a transitar el recorrido que nos plantea la opción de ser más “duro con el problema y blando con las personas”, tal vez tengamos una mejor chance para ir avanzando. Eso supone una alta dosis de autocontrol para resistir la tentación de la contienda y para enfocarse en los objetivos principales. En definitiva, requiere de grandeza e inteligencia, un recurso que parece escasear en estos tiempos.
amedinamendez@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
lunes, 7 de julio de 2008
EDITORIAL DE ANALÍTICA: “EL PERSONALISMO Y LA POLÍTICA”

Domingo, 06 de Julio de 2008
Si es cierto que uno de los males que aquejó a los partidos políticos en el pasado fue la excesiva centralización en las direcciones nacionales, ahora estamos en un proceso inverso en el que el individualismo conduce a una atomización de las organizaciones políticas. Esto, en condiciones normales en un país en el que el libre juego democrático fuese la regla, no sería causa de mayor preocupación. Pero en la circunstancia histórica por la que atraviesa Venezuela, en la que lo que está en peligro es la propia subsistencia de la democracia como forma de gobierno, es una demostración de inmadurez política que algunos individuos no vean la realidad mas allá de su pequeña ambición de poder.
En el caso particular de la oposición democrática es alarmante el “enanismo político” de algunas “ personalidades” y dirigentes de ocasión quienes no ven la necesidad de superar las ambiciones personales para ayudar a fortalecer una indispensable unidad política para detener el avasallante impulso anti-democrático prohijado por el Presidente Chávez.