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lunes, 5 de octubre de 2015

THAYS PEÑALVER, ¿QUÉ HACER CON LOS MILITARES?

Venezuela debe proteger sus intereses fuera de las fronteras pero el liderazgo opositor ignora cuantas divisiones tiene la Fuerza Armada

Esta semana en el programa de radio “Y así nos va” por RCR, mis buenos amigos Daniel Lara y Nehomar Hernández me hicieron la pregunta sobre, si en una hipotética nueva República habría que iniciar la discusión de eliminar o no a los militares, siguiendo el modelo de Costa Rica y de otros 25 países que los suprimieron o nunca los tuvieron, ¿Qué hacer con los militares? Paso a responder con lo siguiente: ¡Nada! Absolutamente nada.

Esa es la respuesta más clara y precisa. Y antes de que ponga el grito en el cielo y corra a Twitter a declarar a los cuatro vientos su indignación y a decirme que está en total desacuerdo, permítame explicarlo hasta el punto final de éste artículo, porque es muy posible que se moleste aún más cuando diga lo segundo: ¡a quienes hay que arreglar, es a los civiles! Porque verán, el problema en Venezuela es y siempre ha sido, civil.

Eliminando el hecho de que Costa Rica es más bien un mito y el resto son pequeñas islas o que Suiza tiene más aviones de combate y tanques que Venezuela, el caso de este país centroamericano es que en realidad no eliminó a los militares, porque estos, se eliminaron solos a partir de 1914 sobre todo desde la vergonzosa derrota de 1921 (Guerra de Coto) hasta su Guerra Civil, en la que lo que quedaba del ejército se enfrentó en superioridad numérica y de armas a maestros y civiles, siendo derrotados por estos últimos con palos y piedras. Vergüenza tras vergüenza y sumadas las crisis económicas, llegado 1948 la verdad es que el ejército había muerto de mengua, en un país pobre en extremo que no tenía alguna manera de reorganizarlo.

Quienes sí fuimos pioneros en eso, resultamos ser nosotros los venezolanos y sus desconocidas historias, porque fue “el gran visir de la política de Medina” Arturo Uslar Pietri, quien convence al “general” de eliminar a las Fuerzas Armadas y convertirlos en una “Guardia Nacional extendida” “y no darles el rango de un ejército normal, al estilo europeo”, por eso aunque pasó a la historia como un (inentendible) complot adeco, la verdad desde el punto de vista de los alzados es que fue “Arturo Uslar el responsable de que nosotros, en las Fuerzas Armadas, insurgiéramos contra Medina” (Pérez Jiménez dixit).

Superado el tema del caso Costa Rica y apelando a los límites geográficos de Venezuela, Pérez Jiménez tenía razón en algo y me refiero a nuestra situación geopolítica. Venezuela al norte delimita con el Mar Caribe y sus peligros por estar sentados sobre las reservas de oro negro más grandes del planeta. Al Sur con un ejército de ocupación de garimpeiros cuyo grito es ¡Oro para el Brasil!, al oeste colindamos con un enorme problema limítrofe que grita ¡El golfo es de Colombia! con tres ejércitos hostiles y en armas con cientos de miles de hombres y al este limitamos con un grito que dice ¡El Esequibo es de Guyana! con un puñado de generales gritándonos como si fuéramos idiotas. Digo que tenía razón Pérez Jiménez, porque si no hubiéramos tenido los camberras para disuadir en su momento a unas fuerzas “que nos superaban en mar y tierra” con la famosa frase: “si sus fuerzas no salen de la zona venezolana (El barco colombiano Almirante Padilla había disparado sus cañones sobre Los Monjes) a primera hora, mis camberras volarán sobre Bogotá” (sic) y si Uslar Pietri se hubiera salido con la suya, hubiéramos sido colonia soviética desde los años sesenta y no un experimento mediocre, a destiempo y moribundo en el siglo XXI.

Pero a veces se nos olvida que los “militares” no solo están para defender nuestro territorio, sino en todo lugar donde ondee nuestra bandera o donde nuestra bandera tenga intereses. Pongo un ejemplo: hasta 1999 Venezuela poseía la tercera flota atunera más grande en el Pacífico y era responsable, junto con la mexicana, del sesenta por ciento de la capacidad instalada, si la flota civil de pesca vuelve a ser lo poderosa que fue, nuestra Armada deberá ser igual de poderosa y estar allí para protegerla en caso de “conflicto de intereses”, así como nuestros buques petroleros y nuestros activos en el exterior.

Así que yo no soy de las que cursimente repite como loro, que nuestras fuerzas están aquí para proteger la integridad de nuestro territorio soberano, ni mucho menos la idiotez del espacio ultraterrestre supra yacente ¡No!, lo digo con propiedad, nuestras fuerzas deben estar allí para disuadir al más pintado y si no, prestas a patearle el trasero a quien sea que amenace nuestros intereses.

Por eso la responsabilidad de los civiles no consiste en hablar tonterías sobre lo militar, sino en garantizar las discusiones necesarias para ver si se cumplen los elementos óptimos de la defensa de estos intereses. Y allí está la gran falla del mundo político y civil venezolano que nunca ha puesto sobre el tapete  el tema militar (más allá de los clichés de siempre y socializar con ellos) y no únicamente por cobardía, sino por algo mucho peor, por una supina torpeza civil del mundo militar.

“En el liderazgo opositor” -me explicaba un amigo de la Armada ya retirado- “es imposible encontrar un referente sobre nuestro futuro” porque lo único que se localiza es “anclada la flota de la ignorancia” (sobre el tema), que se manifiesta casi diariamente en los ataques a la institución militar o en los peligrosísimos clichés de siempre sobre como con el costo de un avión militar se podrían construir tantas escuelas, entre otras barbaridades. Otro amigo general (R) y una de las personas más inteligentes que he conocido, me explica que si le hiciéramos un “quiz sorpresa” a los líderes opositores y les preguntáramos por ejemplo: “¿quién podría definir con precisión lo más básico, cuántas divisiones tiene el ejercito de Venezuela o como están estructuradas? “¿Cómo pueden hablar de que algo necesita arreglo, si ni siquiera nos conocen?”. Otro experto civil, luego de haber sido llamado para hacerle una presentación a un conocido partido político, observó que luego de su esfuerzo para hacerles comprender técnica y objetivamente la evolución del apresto operacional, al día siguiente escuchó “las declaraciones más disparatadas e insultantes”, ¿Para qué llamarlo si preferían estar en su ‘zona de confort’ aún a costa de insultar a los militares y en especial, a su trabajo?

Por eso, si no aderezamos primero a los civiles y el profundo desinterés de buena parte de los políticos civiles, jamás superaremos los problemas atávicos y en especial los que venimos arrastrando desde nuestra independencia y que aquejan a esa obra, que por más que tenga orígenes históricos, es de muy reciente construcción (mediados del siglo XX) llamada Fuerzas Armadas Nacionales o como las llamaron ahora, Fuerza Armada Nacional.

Thays Peñalver
thays.penalver@me.com
@thayspenalver

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jueves, 11 de septiembre de 2014

GERMÁN GIL RICO, DE SACUDÓN… NADA

En tiempos de la República Democrática o IV República como la calificó y continúa haciéndolo la malandra ignorancia de quienes detentan el poder para sentirse fundadores de algo, los cambios ministeriales no generaban falsas expectativas. Tenían como finalidad la optimización de la eficiencia o el refrescamiento del equipo gubernamental. 

Por supuesto se trataba de gobiernos presididos por estadistas, profundos conocedores de la problemática socio-económica de la nación, equipados con programas de desarrollo viables y con sólida formación política-ideológica como para adelantar la gestión administrativa de la democracia con acento social. De manera que si en la ejecución de políticas públicas, nítidamente delineadas, algún imponderable hizo menester cambiar o enderezar el rumbo lo asumieron con absoluta responsabilidad, sin miedo a que los cambios pudieran debilitar o excluir parcelas intocables de poder. El equilibrio gobierno-partidos lo garantizaba el compromiso y la trayectoria democrática de los actores, siendo el Presidente el fiel de la balanza.

Pero un día topamos con un malandro predicando un mensaje que convidaba al exterminio de los partidos y de la alta burguesía, a freír en aceite las cabezas de los adecos y asaltar bienes de los capitalistas porque todo cuanto poseían había sido amasado con el sudor de los desposeídos. El mensaje caló soliviantando el ánimo de los marginados, de la clase media oportunista y, mire usted, abrió la caja fuerte de los godos que, con insólita generosidad, dieron fuelle al desmelenado profeta, con la mira en el dominio total del poder perdido 40 años atrás. Pero “la criada les salió respondona” y, una vez más, envainaron al país.

Y aquí estamos sufriendo la herencia y al heredero. El fanatismo delirante del desmelenado monje, entretejido con autoritarismo militar, más el indiscutible respaldo colectivo fue el soporte para tratar de liquidar el sistema de economía mixta e imponer, a machaca martillo,  el modelo comunista de estruendoso fracaso mundial. Por ese camino arruinaron el país comenzando con el arrase de los fundos de producción agropecuaria, pasando por el parque industrial y la cadena de comercialización hasta inferir profunda herida a PEDVESA, la “gallina de los huevos de oro”.

La quiebra del aparato productivo se tradujo en la importación del 85% de cuanto consumimos, pagados con un caudaloso río de dólares producto de la venta de hidrocarburos en el mercado internacional, a lo cual se agregan las dádivas y ventas con descuentos escandalosos e incobrables, el desangramiento por Petrocaribe, la caja negra que esconde los convenios con el imperio Chino, la emisión a troche y moche de bonos PDVESA, Soberanos y de cuanta denominación se les ocurre, es una carga insostenible aún si el precio del barril alcanzara cotas muy superiores a los 150 dólares y eso sin contabilizar la inconmensurable burocracia, acorde con el multitudinario Alto Gobierno ni la entrada a saco que a los fondos públicos hacen los boliburgueses.

Ante situación tan comprometida, sonó como a lógico que el ilegítimo e ignaro que nos desgobierna, una vez amarrados los pantalones con todo en su sitio, anunciara correctivos en el rumbo con medidas destinadas al ajuste de los desequilibrios macroeconómicos que tienen al país al borde del barranco. Pero en lugar de atar el animal al botalón, nos hizo perder el tiempo con un discurso huero y manido matizado con meros enunciados, de los cuales vale la pena la vuelta, no muy clara, a la Unidad del Tesoro de los distintos fondos a ser controlados o más bien contabilizados por el Banco Central.

Es lamentable que la ignorancia hecha gobierno domeñara el poder persuasivo de la Primera Combatiente, y el futuro del ilegítimo presidente se tornara incierto. El pobrecito de Maduro pudo haber logrado, con la gente de la calle, cambiar todo el tren gubernamental y convocar a un Gobierno de Unidad Nacional, para poder torcer el cuello a la política económica que ya es del ancien régimen. Pero cambió un sacudón por el suave balanceo de una mecedora y allí esperar los letales efectos de la vorágine.

German Gil Rico
gergilrico@yahoo.com
@gergilrico

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miércoles, 5 de febrero de 2014

OVIDIO PÉREZ MORALES, LA TENAZA SE VA CERRANDO

Hay problemas en el país. Claro está. Basta echar una ojeada a la realidad para percibirlos. O informarse en un medio de comunicación, masiva o de red. Una letanía que comienzo por la A (alimentos que escasean) o, al revés, por la Z (zozobra ante la inseguridad que desangra al país).
Pero entre ellos se destaca uno, que pudiera calificarse como el problema, por el desencadenamiento problemático que encierra, como causa de innumerables efectos. Ese problema es la grave ruptura actual de la nación, por obra y gracia de un proyecto excluyente, que divide la población (ciudadanía) y que se sintetiza en un plan con nombre muy hermoso (“de la Patria”) pero de contenido destructivo e in-anticonstitucional al pretender imponer el castrosocialismo. En la perspectiva de ese Proyecto al menos un 50% de los venezolanos somos a-pátridas (sin Patria), enemigos, malos. Porque disentimos del SSXXI, que el oficialismo interpreta como el Bien, el Futuro, lo Positivo, el Absoluto Deseable de la nación y de la historia (no en vano el materialismo histórico-dialéctico le ha dado la vuelta a Hegel).
Según el referido Proyecto todo  diálogo oficial debe partir de la aceptación de la Revolución (socialcomunista) como bien no negociable, como primer principio regulador de toda discusión. Ya se lo ha dicho: dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada.
La tolerancia hacia los que rechazan o no comparten el Proyecto (totalitario porque toca todos los aspectos o dimensiones de lo social: económico, político, ético-cultural) no tiene sentido, si bien en el proceso de su realización haya que guardar unos tiempos, pasar por algunas etapas, soportar algunos espacios. Hacer algunas concesiones tácticas en cosas secundarias o tangenciales. Todo esto mientras no se termina de cerrar la tenaza. Pero la tenaza tiene que irse cerrando como imperativo ineludible e implacable.
Más de una vez he tocado este tema. Algunos me han dicho que un planteamiento así es o muy duro e incomprensible para mucha gente o para la mayoría, la cual puede comprender sólo cosas más ligeras y perceptibles, pero no formulaciones de tan grueso calibre.
Juzgo en conciencia que es preciso, sin embargo, llamar las cosas por su nombre cuando está en juego el destino de una sociedad  y se manejan valores básicos como la justicia y la libertad, la paz y la convivencia fraterna, el pluralismo democrático y la vigencia efectiva de los Derechos Humanos.  
El referido Proyecto no es ni podría ser totalmente malo, porque el mal puro no existe. Pero hay errores, factores negativos o como se los quiera llamar, que afectan o corrompen el proyecto en su raíz. 
El así llamado SSXXI por su carácter totalitario se hace moralmente inaceptable, como en su momento lo calificó el Episcopado venezolano, desde cuando se planteó en 2007 la reforma constitucional en sentido socializante (a la marxista). Esa calificación vuelve a aparecer en el reciente documento del mismo Episcopado Diálogo y pluralismo político (10.1.2014).
El captar la naturaleza del Proyecto SSXXI y el saberlo enfrentar  libra de muchas ingenuidades interpretativas y de ineficaces respuestas prácticas. No se puede descansar en la solución de algún o algunos problemas cuando se ignora y se deja en pie el  problema fundamental de la nación.
Y no lo olvidemos: la tenaza de aplicación del Proyecto se va cerrando. De modo progresivo. Inclemente. Este tipo de proyectos no tiene futuro en la Historia. Pero si puede hacer sufrir mucho a la historia nacional.  Retardar e impedir el cierre y neutralizar la tenaza es el gran desafío en el Bicentenario de la Independencia.       
ovidioperezmorales@gmail.com
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martes, 13 de agosto de 2013

ELIDES J. ROJAS L., NADA QUE PERDER, YA QUE IMPORTA. SOBRE LA MARCHA.

Es un hecho que habrá elecciones otra vez el próximo 8 de diciembre. Solo la inminente derrota de lo que queda del chavismo, en trance de desaparición más rápido de lo pensado después de la muerte del líder intergaláctico, podría generar que toda la torre de poderes entregados a los cubanos y corruptos hasta la última célula socialista que dicen tener, decida en acto de soberanía e independencia tipo caraota traída de Nicaragua  suspender los comicios con excusas que pueden ir desde que a Jorge Rodríguez le dio un ataque de caspa, hasta  la grave pérdida de la  aterciopelada voz del Potro Alvarez. Todo puede suceder.


Pero de qué se podría valer el casi extinto chavismo y los herederos del castrocomunismo bolivariano para intentar burlar la derrota que tienen pintada desde que murió el portaaviones en sus caras de trasnocho, es tema de otro escrito en el que podemos proponer varias salidas honorables para que el TSJ, el CNE y hasta la Fiscalía si lo tuviere a bien, decida suspender la medición democrática. 

Lo dejamos para el siguiente Sobre la Marcha, pero a manera de adelanto el TSJ pudiera alegar en solemne decisión transmitida en cadena nacional que en razón de que la humanidad entera todavía sufre la incertidumbre de no saber quién mató a Danilo Anderson y considerando, que a Isaías Rodríguez, otro héroe del proceso, esa muerte explosiva y en plena calle le dolió más que la muerte de su propia madre, pues, no es posible salir a votar. Demasiado dolor en las calles ante la pérdida definitiva de quien en vida, más allá de las máquinas de contar billetes que encontraron en su casa, fuese un mártir del proceso, una vida entregada a los pobres y a la justicia social comunista. Como todo ellos. Solo que en este proceso hay unos más vivos que otros y otros más muertos  que otros. Como es la vida misma. Como en las novelas soviéticas de hace 50 años, como en las películas cubanas de hace 40 años. Drama y coba. Lágrimas de cocodrilo mientras depositan millones en las cuentas de paraísos fiscales chinos o iraníes.

Y así seguirá siendo. Los rusos, antes Unión Soviética, lo hicieron sin problemas por mucho tiempo. Los chinos se cansaron de hacerlo y ahora le aflojan un poco las bridas a su pueblo, pero solamente a los bolsillos. Los amos de Corea del Note se siguen meando en el alma de los que nacieron en esas tierras. Y los Castro defecan cada día en los cubanos que todavía están presos en esa isla miserable y prostituida.

Bajo esas premisas y con los malandros cubanos metidos hasta la médula en el país, mandando en todas las instancias qué más da. Qué importa que gane otra vez Jorge Rodríguez en Libertador o que finalmente después de años metido en las montañas, batallando en la insurgencia, leyendo libros de filósofos de izquierda y dejando el pellejo por lo pobres, Winston Vallenilla, alcahueteado por el PSUVE y los partidos chulos que siguen pegados a esas ubres, alcance una instancia de poder y pueda gobernar en favor de su pueblo.

Ya qué importa. Ya acabaron con todo.

Twitter: @ejrl

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viernes, 2 de agosto de 2013

MERCEDES PULIDO, NADA NOS ASOMBRA

Como decía Hegel y lo retoma Gadamer en su obra “Verdad y Método”: La “mala infinitud” existe y nos rodea. La capacidad infinita de maldad es una realidad. Dos símbolos de la corrupción en un caso con más de 20 denuncias sin procesamiento y en otro la expulsión de su institución por malversación son los encargados de asumirse como los jueces de la moral ciudadana, sin el menor parpadeo.

¿Qué hay detrás de ello? La intencionalidad en la acción humana es una pregunta obligada. Es evidente que la historia reciente nos recuerda una mezcla peligrosa: Del vínculo entre la crisis económica social y la corrupción. Carlos Andrés Pérez la vivió y la sufrió. Por ello no es extraño que ante el marasmo económico y social actual se busque convertir la lucha contra la corrupción como el arma del Gobierno de la moralidad. Es una movida adelantada para embestir contra toda posibilidad de que la población afinque su desesperanza en el régimen que impera. Pero no por ello deja de ser evidencia de una capacidad infinita de maldad y de cinismo.

Empezamos por el cínico tratamiento de Franklin Brito y ahora el de Simonovis, los desmanes que se pretenden encubrir de la violencia oficial en la patria segura, la violación constitucional sin máscaras de la arremetida teatral y cínica contra el diputado Mardo, la constante amenaza a cualquier disidencia empezando por la compra masiva de los medios de comunicación que se refuerza con las declaraciones del Ejecutivo de seguir expropiando los medios de producción sabiendo que no hay ni producción ni inversión alternativa. Todo ello apunta a querer romper con cualquier artimaña el posible vínculo entre crisis y responsables de la misma.

Carlos Tablante y Marcos Tarre valientemente denuncian la organización del Estado Delincuencial, evidencia que podemos los demócratas tener siempre diferencias por la diversidad del pensamiento y la acción pero los artífices de cualquier delito tienen una lealtad a ultranza en la complicidad delincuencial, allí no hay límites sino hermandad en la capacidad infinita de maldad. Recientemente Consultores 21 señaló la desesperanza como una realidad creciente en nuestra vida cotidiana y visión de futuro inmediato. ¿Será esa atmósfera la que siendo utilizada como control de nuestras motivaciones, la que nos lleva a aceptar cínicamente la maldad y meternos todos en el bojote de la corrupción para sobrevivir? Las protestas diarias demuestran lo contrario pero, cómo articular ello con una muralla frente al miedo o la imposición de la fuerza. Si el cinismo reinante nos lleva a perder la capacidad de asombro, nos queda la resistencia para tumbar las máscaras de los mil rostros de la maldad. Tal vez, el diálogo desordenado pero expresivo, sea la vía para conocer la maldad y también para afrontarla con la propia construcción de la esperanza. Difícil es, pero no imposible.

mercedes.pulido@gmail.com



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martes, 9 de julio de 2013

ÁLVARO G. REQUENA, "NADA ME ASOMBRA"


Este quizá no sea el título adecuado para un modesto ensayo sobre la situación política de este país, tal y como la veo yo. “Todo me asombra”, puede ser más acertado, pero no refleja mi estado de ánimo ni mis expectativas. Me explico, la situación política, social, económica y de seguridad, es tan seria que constantemente estoy esperando algo peor que lo del día anterior. 

También me sucede que cada vez que me entero de algunas de las barbaridades a que nos tienen acostumbrados los oficialistas, abro la boca como un pez y me parece mentira que pueda suceder algo así en esta comarca. 

Al rato, instantes, diría yo, acepto que lo único que podemos hacer es lo que estamos haciendo y por tanto, como si fuera un inglés de esos de la novelas y cuentos de humor, me sereno y con tristeza y entereza me digo que la vida debe continuar y que algún día recibirán su castigo quienes lo merezcan, incluido el suscrito –por la aparente desidia, que no siempre podré explicar, aunque yo la entiendo con claridad meridiana. Así que termino diciéndome que “nada me asombra”, y sigo viviendo, sin felicidad pero con la esperanza de que vendrán tiempos mejores y que con mi granito de arena y el tuyo y el de ella, haremos una patria mejor.

La velocidad con la que están sucediendo los acontecimientos en Venezuela sólo es comparable con la velocidad a la que Maduro está tratando de vivir su minuto de gloria. En el poco tiempo que lleva ejerciendo el rol de Presidente, que le fue asignado por la maquinaria cómplice del poder electoral, con la anuencia de la Asamblea, el encantado y embelesado beneplácito de los enchufados y los militantes del PSUV, ante la mirada oblicua y patética de las fuerzas armadas; Maduro, les decía, que seguramente sabe lo que le espera si los jueces deciden ser justos y vivir de acuerdo a su compromiso, decidió que probablemente no tendrá jamás otra oportunidad de vivir lo que está viviendo y apostó a sacarle el jugo a la “Presidencia”.

La verdad es que lo ha logrado. Hábilmente se ha hecho recibir por cuanto mandatario nos debe dinero y quiera debernos más. Ha complacido cuanta solicitud política internacional le han hecho nuestros acreedores. Ha chantajeado a cuanto gobierno ha querido. Su manejo mediático a logrado confundir la magnesia con la gimnasia, la policía con el ejército, prevención con represión, persecución con información, agresión con opinión y finalmente para ponerle la guinda al pavo, decidió que tener a Snowden en Venezuela era un activo internacional invalorable, que lo elevaría a la categoría de otro Fidel y lo haría aparecer como un disidente global anti-imperialista, como el Ché Guevara y gran defensor de los pueblos oprimidos como los EEUU.

Pero ni siquiera le preguntó a ese individuo si el quería venir a Venezuela, a un país donde lo que el denuncia, es el día a día y las razones para hacerlo son contrarias a las libertades que el solicita y preconiza con sus actos. Así, que si acepta venir aquí, lo más probable será que perderá su posición ideológica respecto de su decisión de ser un mártir de la libertad de expresión y las libertades individuales en general y se convertirá en un personaje más del circo mundial de los contestatarios sin peso específico y de los habladores de pendejadas.

Hace un par de días la revista “The Economist,” trajo un artículo (http://econ.st/122XPhp): “Venezuela’s government. A circus without a ringmaster” (El gobierno de Venezuela. Un circo sin Director) y lo resumía diciendo que: “Radicales, militares retirados y espías cubanos se enfrentaban por el control de la “pista” venezolana”. Es difícil no encontrar allí lo mismo que todos pensamos y así de fácil es ver también que no hay soluciones inmediatas. Es como tener que lidiar con una comunidad en que todos están imbuidos del mismo tema absurdo, maligno y fatalmente destructivo y la falta de razón, la incapacidad de pensar en forma que no sea lineal e impuesta y estimulada por el gobierno, hacen que nuestros compatriotas no vean otra posible salida y sigan camino al precipicio. Ni que nos paremos enfrente, ni que amenacemos, como hacen ellos, o les ataquemos físicamente, como también hacen ellos, hay señales de cambio.

Elías Jaua, el actual canciller, no pierde oportunidad de ventilar sus temores sobre la posibilidad, incierta o fantasiosa, de que la oposición “se porte mal” y haga, preconice o participe de un golpe de estado. Ciertamente es en su mente y en sus profundos sentimientos de culpa donde anida tal cosa. Él sabe que lo que siente no es el embate dialéctico de la oposición, sino su propia conciencia que ya no puede más… Y sabe también que la sólida estructura de la cual disfrutó durante el gobierno de su mentor Chávez, ya no existe y que lo que queda de estructurado en el PSUV, su partido y en el oficialismo, son sentimientos y emociones que no se apagan todavía y necesidades creadas por las muchas prebendas y ventajas ofrecidas y poco cumplidas, que ha sido la firma del populismo venezolano en los últimos quince años.

En fin, el propósito hoy era el de hacerme solidario con el artículo mencionado de la revista “The Economist” y hacerles saber a ustedes que yo también, como ellos, opino que el gobierno de Venezuela se mantiene junto por que está pegado con saliva de loro (“… with parrot spit”).

alvarogrequena@gmail.com

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