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jueves, 1 de mayo de 2014

PEDRO LUIS ECHEVERRIA, NICOLÁS, A UN AÑO DE TU LUZ….

Ha transcurrido un año desde la entronización de Maduro en el poder, pero parece que hubiese transcurrido un siglo, habida cuenta de la profundidad del grado de destrucción  que acusa el país, bajo su mandato. 

Un año en el poder y los grandes males que, desde hace 16 años nos laceran a diario,  aceleran  su escalada de daños debido a los errores y la  inacción e ineficiencia gubernamental. El alto costo de la vida, la escasez de los bienes básicos para la dieta diaria, la inseguridad que permite a los delincuentes segar la vida de inocentes en total impunidad, la perversa corrupción rampante y la brutal represión en contra de los disidentes, caracterizan los “logros” de la administración de Maduro en lo que lleva de gestión.

Hay algunas cifras oficiales que analizadas concienzudamente revelan, sin ambages, el pésimo desenvolvimiento  de Maduro y la secuela de la pavorosa herencia que le legó el  finado. Veamos: La inflación que fue de 20,1 % en 2012, creció a 56,2% en 2013 (una de las más altas del mundo). La inflación del mes de Marzo de 2004 de 4.1%, es mayor que la inflación anualizada de varios países latinoamericanos. El rubro de más alto índice inflacionario acumulado (80%) entre 2013-2014 es el de alimentos (La cifra más alta en 17 años y muy superior al último incremento de salario otorgados por el régimen, 35.5%).
La devaluación acumulada del signo monetario, durante 2013 y lo que va de 2014, es de 694 %  más de la mitad de la acumulada en los catorce años precedentes  (1.270 %).
El déficit fiscal fluctúa entre 15 y 18 % y se financia irresponsablemente con endeudamiento externo e interno y con emisión inorgánica de dinero. El  financiamiento inorgánico del BCV a PDVSA, representa alrededor de 85% del financiamiento total concedido por el ente emisor. De mantenerse esta práctica en el tiempo, entraremos en la indeseada espiral de la hiperinflación.
El crecimiento del Producto Interno Bruto cayó de 5.6 % en 2012 a 1.6 % en 2013, según cifras del gobierno. Sin embargo, el Banco Mundial calculó el PIB venezolano en 2013 en un 0,7% con lo que se evidencia como se ha acentuado dramáticamente la caída operada en la producción interna de bienes y servicios. Obviamente, esta situación del PIB es la fatal consecuencia de los controles, amenazas, irracionales y absurdas leyes y regulaciones con las que el gobierno ha venido acosando a la iniciativa privada.
El nivel actual de las reservas internacionales totales, además de situarse por debajo del óptimo determinado por las autoridades, acusa una merma de 33 % respecto al nivel que tenían a principios de 2013 y ha continuado disminuyendo en 2014 (2 % hasta Abril de este año). Si a ello le agregamos que el Gobierno debe cancelar las divisas aprobadas y no liquidadas, a los importadores, aproximadamente US$ 13 mil millones y que los recursos financieros depositados por el gobierno en  fondos como el Simón Bolívar y Fondem están agotados y que se espera que las reservas sigan bajando por caída del precio internacional del oro, hay que convenir que la situación del país, en lo que a reservas internacionales se refiere, es sumamente crítica.
Adicionalmente los subsidios que el gobierno otorga al consumo de gasolina y diesel significan una pérdida para PDVSA de aproximadamente US$ 12.000 millones anuales; no obstante, el régimen aprobó un incremento de 40 % de las tarifas del transporte que utiliza el individuo de a pie al tiempo que  ha mantenido un precio irrisorio de los combustibles que únicamente favorece a los poseedores de vehículos, generando con ello la mayor injusticia social de este régimen.
Asimismo, la deuda pública total creció de US$ 29.502 millones en 2004 a US$ 95.981 millones a fines de 2013, sin que se conozca a fe cierta el destino y uso de los recursos obtenidos. Asimismo, la incesante  búsqueda por parte del gobierno de nuevas fuentes de endeudamiento externo para financiar los desequilibrios ocasionados por las erradas políticas públicas, incrementa exponencialmente el monto anual que debe satisfacer la Nación por  el servicio de la deuda,  compromete seriamente la capacidad de repago de la deuda pública externa total e hipoteca irresponsablemente el futuro de los venezolanos de hoy y de mañana. Debe destacarse que la deuda pública actual no incluye litigios –pagos de expropiaciones- que cursan en contra de Venezuela en tribunales internacionales. Por ejemplo, Angloamerican, empresa inglesa de Minería, recientemente ha demandado a la Nación por US$ 45.000 millones.
Finalmente, el salario mínimo de los trabajadores, expresado en dólares calculados a la tasa de cambio de de Sicad II es de US$ 65.6. Ello, sitúa la remuneración del venezolano desposeído en niveles inferiores a las de otros países latinoamericanos, entre otros,: Haití US$ 89; Bolivia US$ 150.
Con esas desesperantes cifras, puede ser éste un régimen que procura la mayor suma de felicidad posible? Puede ser éste un modelo económico que garantice el progreso y la modernidad del país? El marcado deterioro económico y  social que evidencia el país permite visualizar un futuro para nosotros y para nuestros jóvenes?  Se puede creer en un régimen que, con un discurso vacío y falaz, descaradamente le miente a los ciudadanos?
Amigo lector, usted tiene la última palabra
Pedro Luis Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria

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viernes, 6 de diciembre de 2013

PEDRO BENÍTEZ, PAÑUELO EN LA NARIZ

Muchas amenazas, mucha guapetonería, pero si nos ponemos a observar con detenimiento por más poder que alardee tener, lo cierto es que hay cosas que este gobierno no puede hacer:

* Amenazó con “ponerle los ganchos” si pisaba el territorio nacional, pero no ha podido evitar que Miguel Cocchiola se presente y haga campaña por la alcaldía de Valencia.

* Consideraron seriamente suspender las elecciones municipales convocadas para el 8 de diciembre. Pero las elecciones van. No tienen fuerza política para tirarse esa aventura.

* Han amenazado con perseguir, hostigar y reprimir, pero la oposición está en la calle. Como Maduro no puede, o no se atreve a concretar sus amenazas, no le ha quedado otra que irresponsablemente instigar a que un “tercero” lo haga.

Éste es un gobierno que no puede confiscarle los productos de la cesta básica a los buhoneros. No puede controlar a los motorizados. Tampoco las cárceles.

No puede evitar el asesinato semanal de funcionarios militares del “Plan Patria Segura” por parte del hampa común. Menos, por supuesto, puede defender la vida de los civiles. Es decir, no controla la calle.

No puede subir la producción petrolera. Ni remendar siquiera el sistema eléctrico nacional. No puede concretar ningún plan, proyecto o propósito.

El gobierno que preside Nicolás Maduro no puede equilibrar las cuentas nacionales, porque no puede recortar el gasto, subir los impuestos y mucho menos el precio de la gasolina.

No pueden arreglar la economía, ni transformar los inmensos recursos de este país en prosperidad y bienestar.

No puede defender las fronteras y la integridad territorial del país, pero tampoco que la FANB respalde su política exterior. Es más, ésta abiertamente desacata la línea de mando.

¿Que respeto puede infundir un Presidente que ni siquiera puede desalojar a los anteriores inquilinos de la Casona?

Maduro y su grupo amenazan y mandan, pero no gobiernan.

Lo único que pueden hacer es lo que están haciendo: proseguir en la destrucción de la economía nacional para ofrecer el botín del saqueo, como hacían los caudillos del siglo XIX.

Por este camino para el 2014 los venezolanos sobreviviremos gracias a los buhoneros, el mercado negro, el contrabando y el truque.

En los países comunistas se estableció un orden totalitario y de terror. Pero un orden.

En Venezuela se ha venido instaurando por etapas un estado de desorden.

Ejerciendo nuestro derecho de votar es una oportunidad para detener al socialismo fallido del siglo XXI, porque este gobierno tampoco se puede robar a las elecciones a menos que no votemos y no defendamos los votos.

@PedroBenitezF

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jueves, 28 de noviembre de 2013

BEATRIZ DE MAJO, HASTA AGOTARSE LA EXISTENCIA…

Confieso que ya perdí la cuenta de lo mucho que se ha escrito llamando al gobierno a la prudencia en la aplicación de las medidas dictadas para lograr sus objetivos revolucionarios: derrotar al enemigo en una imaginaria guerra económica, salir victorioso en las elecciones municipales a través de la descalificación del adversario y del engaño colectivo y rescatar, a través de una demostración de arbitrariedad sin precedentes, la rampante y maltrecha imagen del presidente.

Algo hace pensar que algunos de los revolucionarios han matado el tigre y se han asustado con el cuero. De lo contrario no se entiende el llamado del oficialismo a la cordura popular, vertido en frecuentes cuñas radiales y televisivas donde la población es instada a comprar solo lo que necesita, todo ello después del llamado oficial a “agotar las existencias del comercio”.

Alguien debe haber comenzado ya a cavilar sobre el hecho de que, más allá del rédito que le pueda generar electoralmente al gobierno la reducción de los precios de artículos generadores de felicidad instantánea y fugaz, lo que está agotándose, a toda marcha, es el inventario de paciencia que el venezolano ha necesitado para asumir su dramático empobrecimiento y el peregrinaje en que se ha convertido su vida buscando, no el par de zapatos Nike ni el televisor HD para la Navidad, sino lo elemental de su dieta diaria y de las medicinas que sirven para curar a sus hijos enfermos.

Una muy pobre percepción de sus administrados tiene quien apuesta su futuro a que la numerosa población de pocos recursos se va a contenta con barajitas y espejitos, por creer que allí radica su máxima aspiración vital. El día a día de los votantes está lleno de penurias atroces, de episodios humillantes, cuando tiene que hacer de su vida un ovillo para conseguir lo esencial.

Cuanto menos adinerado es el compatriota, es más tortuosa esa búsqueda y más decepcionante el que los sueldos – si los tiene-, o los ingresos – si los hay- , no sirven para mantener a una familia dignamente ni para hacer crecer a sus hijos sanamente. Ni hablar de la desesperanza de quienes no consiguen o no pueden pagar salud para un familiar enfermo. O de la impotencia que se apodera de quien ha visto fallecer a un ser cercano en manos de la violencia callejera.

Desde los que tienen poco hasta los que no tienen nada, todos en este país han comenzado a percatarse de la relación de causalidad que hay entre sus desgracias, su falta de oportunidades, su inexistente calidad de vida y los postulados que este gobierno ha pregonado desvergonzadamente a lo largo de tres lustros. Lo que se está agotando, mucho más rápido que los inventarios del comercio o de la producción de las plantas industriales, es la tolerancia de los compatriotas.

El hastío va a cobrarle al gobierno su manipulación y su olvido. El 8 de diciembre será la fecha…o en algún momento del horizonte temporal cercano. 

bdemajo@gmail.com

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sábado, 16 de noviembre de 2013

TRINO MÁRQUEZ, ASALTO ROJO

Ahora sabemos que las medidas confiscatorias adoptadas por el Gobierno durante los últimos días, que al parecer se extenderán a todos los sectores de la economía, y que por ahora han afectado especialmente a los comerciantes dedicados a la venta de productos de línea blanca y electrodomésticos,  no se le ocurrieron a Maduro. Para nada.
El muchacho de ¿El Valle?, ¿Santa Rosalía?, ¿San Cristóbal? (tiene tantos lugares de nacimiento) suele plagiar sin citas de pie de página.
En este caso se copió, nuevamente, de uno de los tiranos más oprobiosos del planeta: Robert Mugabe,  quien en 2007 puso en marcha la Operación Reducción de Precios, frente a la “Guerra Económica” que su enfermiza y autoritaria mente había imaginado, y cuyo ejército estaba conformado por los industriales y comerciantes del Zimbabue. Las consecuencias de su delirio criminal e irresponsable fueron catastróficas para ese miserable país. Se desató una de las inflaciones más pavorosas de las que se tenga memoria. En Internet puede encontrarse un detallado reportaje  acerca del tema escrito por el periodista inglés Chris McGreal para el periódico de Guardian.
No tengo dudas de que lo mismo ocurrirá en Venezuela. Aquí todavía existe un marco constitucional y normativo que debe respetarse, y quien primero debe acatarlo es el Ejecutivo Nacional. Al país no le conviene que el Estado decrete de forma unilateral, inconsulta e ilegal, rebajas compulsivas en los productos que se venden en los comercios. Si algún comercio incurre en una irregularidad, esta tiene que ser investigada y demostrada por los órganos competentes. En ese caso, los responsables deben recibir las sanciones contempladas en el ordenamiento legal, ya suficientemente punitivo.
La Ley del Indepabis no debe utilizarse como burladero legal para destruir establecimientos que cumplen con toda la engorrosa lista de trámites que el Estado exige para conceder permisos de instalación y funcionamiento, que pagan una nómina costosa y cancelan la amplia variedad de impuestos establecidos en la ley.
Resulta muy grave que el Estado adopte resoluciones que propician la formación de atmósferas que inciten a saqueos, y estimulan la confrontación social y la lucha de clases. La paz, la confianza y la seguridad jurídica son esenciales para crear un ambiente que atraiga las inversiones, tanto extranjeras como nacionales, y fomente el empleo productivo, estable  y bien remunerado. El comportamiento del gobierno desestimula y aleja a los potenciales inversionistas que podrían interesarse por colocar sus capitales en Venezuela. ¿Después de ver el asalto a Daka, las largas colas para aprovechar el festín populista y la incitación a la venganza de parte de Maduro, cuál empresario sensato va a arriesgarse a colocar su dinero en esta nación?
El único responsable del aumento de precios en los electrodomésticos y en todos los productos consumidos por los venezolanos es el Gobierno, que persiste en mantener un control de cambios injustificable, fracasado y dañino.
El trío diabólico –Maduro, Giordani y Ramírez- enfrenta la rebelión del paralelo  propiciando ambientes donde germina la violencia y se quebrantan los principios y derechos establecidos en la Constitución, el Código de  Comercio y el Código Civil, aún vigentes, y se elimina la posibilidad  de que Venezuela cuente con una economía saludable, que fomente el desarrollo y la equidad.
Maduro está desesperado por su erosión y la de su equipo en las encuestas. La consulta de diciembre lo persigue. Sin embargo, la cercanía de las  elecciones del 8-D no puede transformarse en excusa para que el errático mandatario apele a medidas efectistas de corte demagógico,  que hunden la imagen internacional del país, mostrándolo como una sociedad sin normas, dominado por turbas  enardecidas y bajo la tutela de militares que medran de la descomposición. Esas medidas descuadernan aún más la economía, y alimentan una cultura popular basada en la dádiva del Estado y en el comportamiento arbitrario de los órganos oficiales.
En nombre de la seguridad jurídica, la abolición de la discrecionalidad y la creación de un clima de confianza en el país, hay oponerse con firmeza a todo acto ilegal que conspire contra el Estado de Derecho. Ya los rojos asaltaron PDVSA, fincas, haciendas, hatos, edificios, casas. Los resultados están allí. Son el caos y la miseria, material y humana.
         @trinomarquezc

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domingo, 20 de octubre de 2013

CHARITO ROJAS, ¡OREJA EN TIERRA!


"Es contrario a las buenas costumbres hacer callar a un necio, pero es una crueldad dejarle seguir hablando." Benjamín Franklin (1706 -1790)
Asistimos a una comedia del absurdo, adobada de equivocaciones, situaciones insólitas, declaraciones explosivas y actuaciones que superan los más delirantes episodios históricos del ridículo.

Lo que pasa es que los venezolanos somos unos rocheleros y esa es una de las causas por las que no se ha puesto coto desde hace tiempo a esta manga de abusadores que tienen crucificado este país. Lo que pasa es que reímos a mandíbula batiente cuando escuchamos los disparates sobre magnicidios, conspiraciones, guerras mediáticas; nos desternillamos cuando oímos que las iguanas son las causantes de los apagones, que los rayos incendian nuestras refinerías y que quienes ganan dinero vendiendo productos los tienen escondidos porque quieren jorobarle la paciencia al gobierno. Indiferentemente hemos visto cómo los peores se han adueñado del país, sin tomar acciones definitivas para cambiar esa situación. Tenemos 14 años hablando y hablando pero hemos sido incapaces de convencer a nuestros compatriotas convertidos en vividores y limosneros del gobierno, de que existe algo que se llama dignidad y que nuestros ancestros tenían con tal abundancia que se la transmitieron a cuatro naciones más.
  
La trágica comedia que vivimos nos ha hecho más reír que llorar. Y hay más que razones para ambas cosas. El finado se la pasaba disfrazado de indígena, beisbolero, charro, chino o lo que necesitara para su espectáculo de narraciones fantásticas donde él era el Simbad que navegaba por las turbulentas aguas del capitalismo para repartir las riquezas de un país. En la travesía, se perdía en cuentos del arañero, de su abuela, de un oscuro antepasado llamado Maisanta, de cuando quiso ser cantante, pelotero o monaguillo. Participábamos en encendidas polémicas sobre sus anécdotas irrespetuosas hacia su segunda esposa, tan errática como él.

Así detestáramos sus discursos revolucionarios, las anécdotas provocaban risa. Y seguro que era entretenido, como no.

Pero los hijos putativos son más aburridos que una clase de matemáticas a la primera hora, más ordinarios que una pantaleta de caqui, más necios que bobo enamorado. En todo el año 2013 nos hemos calado las amenazas cuarteleras del teniente que para vergüenza nacional preside el Congreso, las "barrabasadas" (palabra favorita de mi abuela Rosario) de los radicales como el siquiatra Rodríguez o el inquisidor Samán; las cretinadas tipo "tenemos dinero suficiente para importar todo"; los ir y venir del presidente y su primera combatiente, que le han tomado el gustazo a gastarse el dinerillo del país en viajes con comitivas de 150 personas, llegar a hoteles de 4.500 dólares la noche y repartir viáticos de 500 dólares diarios a sus viajeros invitados, muchos de ellos no funcionarios (Carlos Berrizbeitia dixit).

"Me quieren matar", "No nos dieron visas", "no dejaron sobrevolar al avión presidencial", "había un plan perverso para hacerme quedar en ridículo en la ONU", nos muestra a un mandatario acosado, con serias paranoias sobre su seguridad, temeroso de su futuro. La verdad, si yo estuviera en sus zapatos me sentiría igual. Pero callaría un poco, para darle más distancia a lo inevitable.

Porque les digo algo: ahora sí es verdad que este país está bien arriechi. Y no es la oposición, ni los chavistas: son los venezolanos, los que vivimos accidentadamente en esta tierra, los que protestamos. Nada tienen que ver con colores ni ideologías. Protestan pobres y ricos, empleados públicos y privados, trabajadores y empresarios, sindicalistas y patronos, comerciantes y buhoneros. Aquí todo el mundo protesta y con razón: ¡esto es un desastre, señores!

Ya el régimen no puede tapar el sol con un dedo ante la evidente incapacidad para resolver problemas domésticos que son los que verdaderamente irritan a un ciudadano: que no le recojan la basura, que lo atraquen en la esquina, le secuestren a los hijos, les roben el carro, que no haya harina pan, azúcar, mantequilla o papel tualé. Que le quieran cobrar impuestos por servicios que no se prestan, que los apagones acaben con los electrodomésticos, la vida social, los negocios y hasta la paz familiar. Que el agua escasee y además sea un asco. Que después de haber pasado un día espantoso, salga un descarado a decir que es la oposición saboteando, las iguanas jorobando, los rayos contrarrevolucionarios, los burgueses golpistas y por supuesto el imperio, los culpables de toda esta calamidad, colma la paciencia del santo Job, "contimás" la nuestra.

Pero lo que realmente preocupa no es que los gobernantes sean totalmente incapaces de resolver los problemas básicos para lo cual fueron supuestamente electos, sino que ellos se declaren irresponsables. Siempre otro tiene la culpa de sus desaguisados. Caray y esto está cansando a los civiles… y a los militares también. ¿O es que creen que las esposas de los uniformados no hacen las mismas cruzadas de mercado en mercado para conseguir leche? ¿O que no se va la luz en sus casas?

Algo está oliendo a podrido, y no son precisamente los 800 conteiner de alimentos declarados en abandono legal y con sus productos podridos, sin que ningún defensor del pueblo proteste por el derroche o algún fiscal encuentre los culpables de esa corruptela.

Lo que está oliendo mal tiene que ver con pajaritos cantando en la DEA y la llama encendida que recorre una mecha que va a llegar a un polvorín. La salida de altos jefes militares y sus familias del país, la petición de baja de algunos generales, la denegación de visa americana a dos altos oficiales funcionarios del gobierno, el descubrimiento de grandes alijos de droga en apenas una semana…¡¡¡y los rumores!!! Esos que nadie confirma pero que cuando suenan es porque el río trae piedra. Y éste lo que arrastra son peñascos.

No hay que creer una palabra de lo que grita indignado el gobierno: aquí hay una seria iliquidez, problemas de caja en Pdvsa, quiebra de las industrias de Guayana, incapacidad de lidiar con el sistema eléctrico, con las refinerías y con la inseguridad, que tienen tomado al país. La verdad es que el 65% de los venezolanos, según un estudio de la Universidad Metropolitana, quiere irse del país por culpa de la inseguridad. La verdad es que estamos indignados por la humillación de tener que pelear por un pollo o por un paquete de harina pan. La verdad es que la vida se nos ha puesto negra, que cada vez más venezolanos aspiran a que esto termine, que venga otro gobierno, que alguien con capacidad asuma las riendas y ponga al país en manos capaces que lo saquen de este quinto mundo cubanizado en el que han sumido a nuestro pobre país rico.

La impaciencia está ya apoderada de los venezolanos. Óigase bien: de los venezolanos, no de la oposición. Aquí no hay partidos ni tendencias, aquí lo que hay es un país furioso ante tal irresponsable ineptitud y ante la sarta de mentiras con que pretenden justificarse.

No son buenos los pronósticos. Para nadie. Vienen tiempos de cambio, tiempos duros en que los venezolanos debemos remar todos en la misma dirección para recuperar el control del barco, confiando en los mejores, en los más capaces, olvidando ideologías baratas y cuentos de camino y concretándonos a rescatar valores, economía y calidad de vida. Aunque para la democracia necesitemos más tiempo de rescate.

No pongan la rodilla, señores del gobierno, pongan la oreja en tierra para que escuchen cómo está tronando Venezuela. Cállense ya y escuchen…

Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas

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