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martes, 25 de noviembre de 2014

ALFREDO MICHELENA, “SAPEO INTERNACIONAL”

ALFREDO MICHELENA
Más de una vez, Chávez declaró que Venezuela tenía espías en EE.UU., incluso en la CIA. Que estaba, según sus palabras, “espionando” al imperio. Esto se ha venido comprobando. Lo de la CIA por el descubrimiento de espías cubanos en ese organismo. El Finado siempre consideró que somos lo mismo: Cubazuela. Ahora, un amplio reportaje del Nuevo Heraldcuenta con pelos y señales como opera la inteligencia venezolana en el norte. 

Bueno, algunas cosas que se saben.

Luego de la expulsión de la cónsul de Venezuela en Miami, Livia Acosta, quien es ahora  la número dos en la división de operaciones internacionales de la inteligencia venezolana (SEBIN),  por estar vinculada a un intento de espionaje y saboteo electrónico,  junto a los iraníes, así como de la expulsión de varios agentes del SEBIN  y el cierre del consulado venezolano en Miami, el régimen retiró los agentes de inteligencia que operaban desde las embajadas.
Ahora mantienen una red de “cooperantes”. Personas captadas por el SEBIN o miembros de los varios grupos de apoyo a la revolución bolivariana, como los  Círculos Bolivarianos o captados en seminarios o actividades culturales. Esto no es gratis, se les paga por su información, entre $1,500 y $10,000 mensuales.
Estos “cooperantes”, junto a los del G2 cubano, forman una poderosa logia de espías que junto a los  "apoyadores incondicionales” del régimen -aquellos que sienten que defender a los pobres o acabar con el imperio, es una cuestión de hacer una revolución, aunque haya que oprimir a millones de seres humanos- son el brazo clandestino y semiclandestino del régimen. Cada vez más hay denuncias de que el régimen chavista junto a sus aliados espían en sitios como EE.UU. y Canadá. Es el caso de la entrega de pasaportes venezolanos para insertar extremistas islámicos y espías iraníes en Canadá, que ha sido ampliamente denunciado.
El mundo de los espías, de James Bond, de Mata Hari o de Juan Pujol alias “Garbo”, parece muy glamoroso. Pero bajemos a nuestra realidad. Aquí en Venezuela los llamamos “sapos”. Claro, han querido darle glamour llamándolos “patriotas cooperantes”, pero misión es “sapear” a aquellos que “ efectúen actos contrarios al régimen” y a sus propios compañeros de partido. Es oficial. Maduro y otros dirigentes del PSUV lo confirmaron. Hay un número de teléfono y un email para el “sapeo”. De allí a denunciar a padres y hermanos no hay sino un paso. La “sapocracia” ¿habrá llegado para quedarse?
Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena

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domingo, 22 de junio de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA NOVELA DE ESPIONAJE RECARGADA,

La novela de espionaje es una forma literaria creada y popularizada por los ingleses, fue con la Guerra Fría, en ese enfrentamiento soterrado entre las dos grandes potencias mundiales la Unión Soviética y USA, con el telón de fondo de un enfrentamiento nuclear, donde florece la época de oro de este tipo de narrativa teniendo como escenario los países de Europa.

El escritor más famoso del espionaje es el británico Ian Fleming, autor de las novelas de James Bond, y el que elevó este género a un forma de arte es su coterráneo, John le Carré.
Es una literatura donde se destaca el complejo mundo psicológico de los espías y de quienes intentan cazarlos y anularlos en aras de la seguridad de sus naciones, un mundo de secretos, trampas y traiciones donde el patriotismo, los intereses ideológicos, económicos y militares se entremezclan con el romance, la violencia y las oscuras personalidades de sus actores.
Algunos críticos temieron que con la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría la novela de espionaje pasaría a ser una reliquia de la literatura, pero con el advenimiento de nuevas tecnologías para mantener y descubrir secretos, guerras locales, el terrorismo y la nueva geopolítica de fragmentación de naciones en pequeñas regiones autonómicas, la escasez de recursos naturales y la proliferación de armas de destrucción masiva, el advenimiento de los technothrillers, alta tecnología y espionaje, le inyectó nueva vida a este tipo de novelas.
El factor humano, la novela de espionaje más famosa del escritor inglés Graham Greene, publicada en 1978, es sin lugar a dudas un puente que unió la historia de espionaje clásica con la moderna, se adelanta a estas tendencias fundamentales introduciendo los cambios políticos que se estaban dando en Suráfrica con el recrudecimiento del apartheid, pero permanece fiel a lo que expertos en la materia consideran la más valiosa forma de espionaje, y a su vez, la menos confiable, que es la inteligencia obtenida por el espionaje humano (human intel, le dicen los norteamericanos, que resulta la mayoría de las veces por donde revienta la cuerda de todo sistema de espionaje, ya que se trata del elemento menos predecible y el más delgado).
Cuando se piensa en colectar inteligencia de los países africanos se piensa en guerras entre distintas tribus, golpes de estado, el éxito o fracaso de las cosechas, la exploración petrolera o los problemas de agua, pero en algunos países como Zaire, Mozambique, Rhodesia con sus minas de oro, uranio y diamantes, firmas tan importantes como De Beers para las finanzas internacionales operando en la región, la penetración cubana, rusa y china en el continente apoyando revoluciones y movimientos independentistas, los intereses norteamericanos en esa parte del continente negro para contener el terrorismo; el comunismo y el capitalismo jugando un ajedrez peligroso y sangriento en esas ex colonias, todos estos elementos, más el racismo y la brutalidad de los servicios secretos locales, salpimientan el interés de las grandes potencias en enfocar su vigilancia sobre el continente, del cual surge esta interesante historia que revolucionó su época.
Lo primero que llama la atención en esta novela, es su ritmo trepidante y el uso magistral del suspenso, son herramientas que usa Greene para mantener al lector pegado al libro pero, con la virtud, de que jamás sacrifica la calidad del texto, el dibujo de los personajes principales es, por decirlo de alguna manera, digno de Dostoievski; Maurice Castle es un personaje complejo, un hombre de clase media, funcionario de “La Firma”, que no es otra cosa que uno de los órganos secretos de seguridad británicos, encargado de la oficina que maneja asuntos africanos, casado con Sarah, una mujer negra, activista comunista que trabajó para él en Pretoria consiguiendo información, y que luego, salvó de una muerte segura de manos de los servicios de inteligencia de los Afrikaners.
La novela se inicia cuando la oficina de Castle es investigada para encontrar una fuga de información, nos enteramos de cómo funcionan estos procedimientos de “barrido y limpieza” de los departamentos en una acción de contrainteligencia que llevan tiempo y tacto; descubrimos en Castle un hombre rutinario, introspectivo, creyente en los valores fundamentales de la familia, muy cercano al alcoholismo, culto a su manera y creyente en un mejor futuro para la humanidad.
Es interesante mencionar sobre Graham Greene, que su vida personal está rodeada de misterio, algunos estudiosos aseguran que fue, durante buena parte de su vida, un espía para el gobierno británico y que sus viajes alrededor del mundo, sobre todo a Latinoamérica, donde se le consideraba simpatizante del comunismo; fue muy amigo, entre otros, de Gabriel García Márquez, era la fachada perfecta que le permitía estar en los lugares de conflicto para sus análisis de inteligencia, Cuba, México y otros países eran frecuentemente visitados, se dice que tuvo una participación importante en los preparativos a la invasión de Panamá, y menciono esto, porque el mundo del espionaje que nos pinta en esta novela se siente no solo real, sino que abunda en detalles que sólo un connaisseur pudiera dar cuenta, la vitrina de eventos y personalidades, estilos de vida, procedimientos, como se manejan las alianzas y colaboraciones entre servicios de inteligencia de otros países, e incluso, conversaciones entre espías, revelan un profundo conocimiento de ese particular mundo.
Es interesante resaltar que en esta obra se hace mención a la introducción de la practica administrativa de “terminación” de los informantes descubiertos pasando información al enemigo, una práctica usual en las operaciones de campo, pero no dentro de la organización en condiciones normales de oficina, en esta obra nos enteramos como es llevada a cabo una de estas terminaciones sin que levante sospechas y malestares dentro del personal.
Retrata magistralmente la vida en Londres en los años 70, sus exclusivos clubs, los pubs, las librerías de libros raros, los matrimonios y funerales, la vida en los suburbios, los fines de semana en la campiña inglesa… una línea de humor negro se entreteje en toda la novela y hace soportable una desoladora historia de amor y separación, es un relato donde se entretejen fidelidades y traiciones, y donde los errores y sospechas se pagan con la vida.
Dos cosas llamaron mi atención, el whisky que toman los espías ingleses con el J&B y el Cutty Sark, en ningún lado se hace mención a los whisky doce años ni a otras marcas Premium, lo otro, es la popularidad de las truchas ahumadas en las mesas de los jefes de la inteligencia británica, acompañada de un buen pedazo de queso Stilton y generosamente rociadas por buenos oportos.
El factor humano es una obra que se puede leer de una sola sentada, es una excelente novela y punto, además de que sirve de introducción para otros clásicos de Greene, tales como, Nuestro hombre en la Habana, El tercer hombre, El americano apacible, todas ellas convertidas en taquilleras películas.-
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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domingo, 18 de agosto de 2013

ALFREDO MICHELENA, SNOWDEN, ESPIONAJE Y LIBERTAD

Los cancilleres de Mercosur se acaban de reunir con el Secretario General de la ONU, para expresarle su  preocupación por el espionaje mundial de EE.UU. 

Reclamo de un cinismo brutal, pues el espionaje entre países siempre ha existido y existirá, llámese recolección de “inteligencia” o espionaje  a lo James Bond, o con sofisticados sistemas centrados en la guerra de 6º generación, y que será mayor mientras las diferencias entre ellos sea más grande y menor cuando sean más pequeñas y exista mayor confianza mutua.  Cinismo, pues ellos también espían, incluyendo  en EE.UU. o por lo menos el régimen de Caracas, y porque ellos espían a sus ciudadanos, al menos los de Caracas, Quito y La Paz.

En el caso venezolano debemos recordar el caso de la cónsul en Miami o la compra de secretos nucleares a un argentino-norteamericano o las bravuconadas de “el finado” cuando decía que él sabía todo lo que pasaba en EEUU. “Los tenemos penetrados” dijo una vez. La verdad es que espías cubanos fueron encontrados en los más altos niveles en  Washington. Pero por aquello de Cubazuela, él asumió que eran los suyos.

Pero lo que olvidaron esos Cancilleres es que la denuncia más grave, la que hizo que Snowden hablara, es que EEUU estaba espiando a sus ciudadanos. Esto en Venezuela es el pan de cada día.  Además de que filtran algunas de esas las grabaciones, videos  y correos electrónicos para desprestigiar a la oposición o algún chavista caído en desgracia -caso de Mario Silva, de la Hojilla; y nada pasa.

La tesis es muy sencilla “a nosotros no nos gusta que nos espíen, pero nosotros tenemos derecho de hacerlo ¡No se metan!” y por eso espían a sus ciudadanos ilegalmente. Y lo que es más trágico, en nuestro caso, es que el régimen permite que miles de espías cubanos los hagan sobre nuestros ciudadanos.

Lo importante del caso Snowden, es que su denuncia ha provocado cambios importantes en EE.UU. Obama acaba de prometer una revisión completa de la forma en la que sus servicios de inteligencia utilizan su tecnología para interceptar comunicaciones de los ciudadanos. Y prometió cambios en la Agencia Nacional de Seguridad para garantizar una mayor privacidad y transparencia. Además de modificaciones en la Ley Patriota (Patriot Act) y otras normativas que fueron creadas a raíz de los ataques de 11-S, cuando los ciudadanos aceptaron perder privacidad -y libertad- por seguridad. Pero gracias a las denuncias de Snowden y que en un país democrático los excesos del gobierno se controlan, estos excesos se están revirtiendo. ¿Podría suceder algo así en la Venezuela chavista?


alfredomichelena@gmail.com



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miércoles, 1 de febrero de 2012

CARLOS PEÑALOZA: LLEGÓ EL ESTADO POLICIAL

Chávez tiene listo su monstruo de Frankestein, un ministerio para centralizar espionaje político e inteligencia, montado por cubanos conforme el diseño con que los hermanos Castro aterrorizan a sus compatriotas.
Frankestein Cubanoide
Todo Estado democrático tiene el deber de vigilar para brindarle a la población un adecuado grado de protección y seguridad, pero sin limitar sus derechos. Es dañino, ilegal e ilegítimo todo exceso de control movido por razones políticas. Al igual que es ilegal tratar de acallar o detener opositores que ejercen pacíficamente su derecho a expresarse y a diferir del gobierno.
El exceso de seguridad, más allá de lo necesario y adecuado en el cuerpo social, es tan malsano como la sobre-medicación aplicada sobre un cuerpo humano. En los seres humanos un exceso de medicinas produce enfermedad y muerte. En un Estado la sobre vigilancia genera pérdida de libertad y es dictadura.
Un Estado que ejerce exceso de control y aplica represión para constreñir la actividad política de sus ciudadanos es un Estado Policial. Venezuela bajo el presidente Hugo Chávez Frías se está moviendo inexorablemente en esa dirección. Los venezolanos decentes estamos en la obligación de detener este monstruoso intento de coartar nuestros derechos imponiendo una dictadura guarecida dentro de un Estado policial.
Por otra parte es grotesco que mientras se agiganta el Estado Policial en nuestra patria, se incrementa la inseguridad en las calles dominadas por los malandros. Este resultado es de esperar, porque Chávez no está movido por su deber de proporcionar seguridad a los ciudadanos, sino por su paranoica y enfermiza sensación de inseguridad.
Se considera que un Estado es policial cuanto mantiene un inflexible dominio sobre la sociedad mediante el empleo de una poderosa fuerza de seguridad política secreta e invierte en ella grandes cantidades de dinero para dotarla de mecanismos de vigilancia cada vez más sofisticados. Un Estado policial es necesariamente antidemocrático, porque dirige su esfuerzo a asfixiar a sus opositores políticos. Desde hace años el Gobierno ha tomado ese tortuoso camino con el fin de establecer una férrea dictadura comunista. El último paso que el presidente Chávez piensa dar en esa dirección es la creación del Ministerio de la Inteligencia.
Esta nueva organización que viene a aumentar la burocracia estadal no tiene nada que ver con el ingenuo e inofensivo ministerio de la inteligencia creado hace veinte años por Luis Herrera, siguiendo los poco prácticos consejos de Luis Alberto Machado.
La flamante estructura policial ha sido diseñada siguiendo las directrices del siniestro Estado policial cubano. En medio siglo, Fidel, combinando el asesoramiento inicial de la KGB y la Stasi con sus propias ideas sobre la materia, ha logrado desarrollar un sistema de persecución política basado en la falsedad y el terror, para abrumar y destruir a los disidentes. Esta funesta organización le ha permitido al sátrapa tropical mantenerse en el poder por medio siglo castrando la voluntad libertaria de su población con el bisturí de la intimidación.
Venezuela ha vivido estas situaciones antes. La padecimos con el tosco y letal manejo de los disidentes encarcelados y asesinados en la época de Juan Vicente Gómez. Luego lo revisitamos con la aviesa y malévola Seguridad Nacional con los esbirros de Pérez Jiménez. Ahora con el asesoramiento de Ramiro Valdez, el ex ministro del interior de Fidel, experto en inteligencia y coacción, pronto se nos implantará el modelo cubano de vigilancia ciudadana y represión política. El "hermano mayor" chavista está a punto de ser creado.
El sistema de inteligencia cubano es en teoría controlado por el Ministerio del Interior (MININT). Esta adscripción es una cobertura. En realidad, la Dirección General de Inteligencia (DGI) es una organización autónoma de carácter secreto llamada "Dirección de Inteligencia" (DI), es la agencia encargada de las funciones de espionaje e inteligencia interna y externa.
La DI actúa en forma autónoma reportando directamente a Fidel y Raúl Castro. La inteligencia y contrainteligencia interna que enfoca sobre los disidentes y opositores es manejada por el "Departamento de Seguridad del Estado". El creador del DI fue Manuel (Barba roja) Piñeiro, quien fue el segundo de Ramiro Valdés en el G2. Su viuda, Marta Haernecker, es una de las principales asesoras de Hugo Chávez. El jefe actual de la DGI es el general Eduardo Delgado. La organización cuenta con 15 mil agentes secretos. Muchos de ellos están operando en Venezuela y asesoran a Chávez para la creación del nuevo Ministerio de Inteligencia o Ministerio de Seguridad del Estado.
El diseño del nuevo organismo está listo y sólo falta que Chávez autorice el inicio de su funcionamiento. La estructura del futuro Ministerio de Inteligencia venezolano ha sido diseñada por Ramiro Valdés y Ramón Uzcátegui. El ministro será el general Hugo Carvajal Barrios, ex jefe del SEBIM (inteligencia militar), quien tendrá bajo su mando a la DISIP y al SEBIM. El SEBIM será dirigido por el general Ornelas Ferreira, actual Jefe de la Casa Militar.
La inteligencia producida por estos cuerpos fluirá en tiempo real hacia la Sala de Contingencia en Miraflores. La centralización de la inteligencia va a impedir que el presidente reciba reportes divergentes y tenga acceso a diferentes puntos de vista. Con el nuevo ministerio Chávez será alimentado exclusivamente por Carvajal, con la inteligencia filtrada y masajeada según la conveniencia de los cubanos. El Presidente estará más desinformado y desorientado de lo que está hoy en día. Será totalmente dependiente y manejado.
Cuando Chávez dé la orden de activar su nuevo Frankestein, los venezolanos bajaremos un escalón enorme hacia el control absoluto bajo un Estado policial. Este año en octubre evitaremos que esa catástrofe ocurra y enviaremos a los comunistas cubanos que nos espían de regreso a su isla, de donde no han debido salir.     

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