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domingo, 21 de septiembre de 2014

OSWALDO SUJÚ RAFFO, PATRIOTISMO Ó IDEOLOGÍA ?

Inmersos como estamos en tantos problemas nacionales, internos y externos, cobra un valor de vital importancia lo concerniente a la soberanía territorial nacional. 
Nuestra grave situación interna podemos resolverla, siempre que unamos criterios, voluntades y decisión por alcanzar el bienestar de Venezuela; pero los asuntos internacionales sobre todo los limítrofes, ameritan convicción, conocimiento y voluntad nacionalista para defender nuestro patrimonio terrestre, marítimo, fluvial, lacustre y aéreo de las ambiciones expansionistas  de nuestros vecinos.
Siempre recuerdo las palabras del Dr. Pablo Ojer Celigueta, fundador del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV),  cuando  me ilustraba con la inmensidad de su saber, sobre la grave realidad de la situación fronteriza nacional y sus verdaderos límites. Me conmovió, al verle  rodar un par de lágrimas, decirme: “Mire general, Venezuela es el único país en donde tenemos que luchar contra nosotros mismos, para defender lo que es nuestro.”
El tiempo me ha convencido de esa triste y amarga realidad, dicha  por Don Pablo Ojer,  ciudadano ejemplar y defensor a ultranza de nuestra soberanía. Lo cierto es compatriotas civiles y militares que, la demarcación limítrofe terrestre inconclusa con Colombia ya demora 122 años; la “eterna” densificación de hitos limítrofes con Brasil ya tiene una longevidad de 144 años y  la verdadera línea fronteriza con Guyana (la línea media del Río Esequibo), se está reclamando desde el ladrón Laudo de París de 1899, es decir hace 115  años y todavía no se vislumbra una justa “solución práctica..” Lo más dramático de este asunto, nuestras pérdidas de soberanía territorial, radica en nuestra pasividad como Estado Soberano en defender lo que ancestralmente es nuestro, ¡con honrosas excepciones! Recordemos que nuestro territorio original, el de La Capitanía General de Venezuela de 1777 ( Ver Art. 10 de la actual Constitución Nacional)  tenía una extensión de 2.204.000 kms2, hoy de manera temporal nuestro actual territorio es de 918.050 kms2 es decir, una reducción territorial de 1.285.950 kms2 y eso sin  guerras con países vecinos, solo la conseja de “sirenas jurídicas” en el contubernio político de conciliación, fraternidad y entrega.
Es necesario preguntarse: ¿Se educa a los venezolanos, jóvenes y mayores, a civiles y militares, a políticos y activistas, a los ciudadanos y habitantes en general sobre este vital tema nacional?; ¿Los diversos medios de enseñanzas están actualizados y su difusión  es permanente, en función de educar y alertar al pueblo?;¿Por qué esa resistencia y falta de apoyo gubernamental, a las Instituciones, ONG y personalidades que han tomado la decisión patriótica de asumir como suyo, lo que le corresponde al Gobierno o al régimen?;¿La designación de altas autoridades civiles y militares, en cargos de política internacional en los últimos 15 años, fue adecuada ó solo para cumplir un reordenamiento burocrático ó el sostenimiento de una línea ideológica?.
Compatriotas  respóndanse ustedes mismos, pero recuerden esto: En Miraflores, el extinto Presidente Tcnel. H. R Chávez, en conferencia de prensa dijo: “Es sospechosa la actitud agresiva de Guyana hacia Venezuela, cuidado si hay algo mas detrás de esto..Venezuela hará valer su soberanía..Guyana debe retomar el carril del diálogo, pues todo ese territorio es venezolano”.(Diario Ultimas Noticias. Pág.8 del 18 Agosto 2000).Lo anterior fue una posición patriótica y contrasta con lo dicho por él mismo, en Georgetown en el año 2004: “Mi gobierno no se opondrá a que Guyana desarrolle el Esequibo, en pro del bienestar del pueblo”. Esta vez, una clara posición entreguista ideológica.
Otras pifias de nuestra Cancillería vernácula han sucedido: En el año 2009, cuando se recibió una nota de Guyana, en donde advertía que solicitaría en la O.N.U la extensión de “su plataforma continental en 320 millas náuticas”. Se respondió aparentemente en el año 2011, después de dos años de silencio…En una emisión de Telesur, el día 22 de Junio del 2014, el Canciller Jaua manifestó que: “ Reivindica nuestro reclamo histórico del Esequibo y que se trabaja arduamente por la delimitación de las fronteras marítimas entre Venezuela y Guyana..” Esto último un craso error del Canciller, pues “no se puede ni se debe discutir delimitaciones marítimas, sin antes resolver la delimitación terrestre”(Decisión vigente de la Corte Internacional de Justicia del 20 de Febrero de 1969). 
El nuevo Canciller Ramírez, en declaraciones al diario El Nacional el día 11 del mes en curso dijo esta barbaridad: “No es precisamente Guyana quien ataca nuestra soberanía, y eso es lo que más tratan de escalar los medios de comunicación porque, tratan de agitar que estamos cediendo nuestras cuestiones limítrofes. Quienes atentan contra nuestra soberanía son las transnacionales como la Exxon Mobil y la Conoco Phillips,  con el tema de los arbitrajes”.
Como fresa de la torta la puso el G/D. Pérez Díaz, Jefe del REDI, cuando hablaba de las acciones contra el contrabando en el sector sur-oriental y erróneamente señalaba la línea de inicio de nuestra zona de reclamación del T. Esequibo, como la “línea” fronteriza con Guyana (Declaración a la prensa el día 17 del mes en curso).
Es necesario evitar que la aquiescencia y el estoppel sigan perturbando la justa reclamación del T. Esequibo, pues como dijo el Canciller francés, Talleyrand: “La diplomacia de los débiles, carga siempre un compañero inseparable, el fracaso”.
Es fatal para el futuro del país que se siga dando prioridad a objetivos ideológicos, que a los verdaderos objetivos nacionales. La llama del patriotismo debe siempre iluminar  las vitales  decisiones del Estado, así lo reclama esta Venezuela tuya, mía y nuestra. 
¡La Patria es primero!. 
Fuera los comunistoides, los chulos y vividores. Hasta luego!
Oswaldo Suju
idefvsoberania@gmail.com

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jueves, 16 de enero de 2014

VÍCTOR RODRÍGUEZ CEDEÑO, REALIDAD Y ENTREGUISMO

Mediante la más vil manipulación de la información y otras formas igualmente despreciables de proceder quienes hoy mandan insisten en tergiversar la realidad y mostrar la cara alegre del sufrimiento. Hacer del fracaso un éxito parece ser la consigna habanera. Pero, afortunadamente, esta estrategia perversa tiene su límite y ya parece haberlo encontrado. 
Los venezolanos conocemos y sentimos nuestra realidad, aunque las emisoras oficialistas, expresión de la dictadura comunicacional que se nos ha impuesto; y las oficinas de maquillajes estadísticos  insistan en torcer esa triste realidad.
Descubrir el fracaso del régimen en materia de seguridad, al denunciar con fundamento una política de promoción del odio y de la violencia, es una responsabilidad de todos que no se puede extraer del debate político cotidiano, como lo vende la propaganda oficialista. Tampoco advertir sobre los catastróficos resultados y sus consecuencias de una economía quebrada, al igual que en la Cuba rectora de nuestro destino; o denunciar la persecución,  las detenciones políticas, los ataques al derecho a informar y ser informado, en fin,  el desastre al que nos ha llevado un régimen dirigido desde afuera.
Atrapados por un grupo malintencionado y engañoso el país se hunde en una realidad escondida en cifras maquilladas que aparentan bonanza y felicidad, las mismas que dicen disfrutan los cubanos después de 55 años de la férrea dictadura impuesta por los Castro, aniquiladores de ese pueblo noble que lucha en la sombra, cuyo sufrimiento, lamentablemente, sigue siendo incomprendido por el mundo, gracias a una propaganda bien calculada que difunden izquierdosos y resentidos desde sus oficinas en el mundo libre y desarrollado, pero incapaces de compartir la realidad  y la “felicidad” de pueblos oprimidos. Muy fácil resulta a estos “combatientes” desde Paris, Hollywood, los Ángeles o Madrid promover revoluciones para que otros las sufran.
No es una política propia de algunos desadaptados. Es por imposición de los cubanos, una vez derrotados con valentía por nuestras fuerzas armadas y gobernantes verdaderamente nacionalistas y dignos, ahora recibidos como los instructores y mandantes, que el país se ha hundido en la pobreza, en la inseguridad y, lamentablemente, en el odio y la violencia,  expresado al origen en el criminal intento fallido de golpe de Estado de 1992, encabezado por Hugo Chávez, a quien la historia juzgará en su momento.
El entreguismo a Cuba es una realidad, como lo es la vida que sufrimos a diario en el país. Desde allá se ordena promover un falso diálogo para destruir  la oposición, a la vez que mantener la persecución y los presos políticos para amedrentar y someter. También se instruye desde La Habana el establecimiento de un sistema económico y financiero que acaba con nuestra riqueza, nuestras empresas y con la productividad, que ha traído más pobreza y dependencia, para sobre ello construir el modelo allá fracasado, conscientes de que sólo sobre esas ruinas y tal dependencia, podrán sobrevivir y prolongar su propia miseria, hasta que el barco de la infelicidad se hunda de una vez por todas y se recobre la libertad perdida en el tiempo.
Desde La Habana se ha instruido al régimen revolucionario armar a los colectivos  y a odiosas fuerzas paramilitares, al mismo tiempo que se han introducido la fuerza y la violencia como instrumento de vida, a cambio de dadivas que con el tiempo quedaran como tristes recuerdos, plasmas, autos y otras cosas cuya adquisición,  paradójicamente, los revolucionarios promueven como forma para eliminar el capitalismo “salvaje y malvado”.
El régimen ha entregado bajo el mismo instructivo nuestra historia, también nuestro territorio al malandraje,  muchos favorecidos por operaciones cayapas, negación de la justicia y del orden; también a fuerzas irregulares extranjeras, vinculadas al terrorismo y al narcotráfico, que se pasean sin restricciones por el país.
Nuestra soberanía perdida, nuestro territorio abandonado. Las instrucciones de La Habana en relación con nuestra reclamación sobre el territorio esequibo y los espacios marítimos que de allí se desprenden  han causado gran daño a Venezuela, un entreguismo que será reparado en su momento por quienes habrán de recuperar las riendas del país.
Es la realidad. El país se entrega a un poder extranjero, violando todos los principios y la dignidad de un pueblo que más temprano que tarde reaccionara bravo ante el atropello más grande que haya sufrido en toda su historia.
vitoco98@hotmail.com

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domingo, 19 de mayo de 2013

ALBERTO RODRIGUEZ BARRERA, LA REVOLUCIÓN COMO FRACASO CASTROCOMUNISTA

“Pero la justicia es el enlace de los hombres en los Estados,  porque la administración de la justicia, que es la determinación de lo que es justo, es el principio de orden en una sociedad política.” Aristóteles
La propiedad es parte de una casa, y el arte de adquirir una propiedad es parte del arte de administrar ese hogar. Nadie puede vivir bien a menos que sea provisto de sus necesidades. Así como en las artes, que tienen una esfera definida, se requieren instrumentos propios para cumplir con el trabajo; así es en la administración de la casa. Como posesión es un instrumento para mantener la vida, es un instrumento de producción, de acción. Uno mira hacia atrás y puede hasta corregir lo erróneo de Aristóteles, por ejemplo, y sí: ser esclavo no estaba en la intención de la naturaleza; la esclavitud es una violación de la naturaleza.
El castrocomunismo criollo, con la prioridad puesta en su supervivencia, turba y retarda la evolución venezolana, que anhela un cambio total de gobierno y de las relaciones humanas que le están imponiendo –no importa cuán “sutilmente”- a la sociedad; tienen el Castro clavado en la mente; lo “revolucionario” es la posesión de todo. Pero no traducen su “proceso” en instituciones capaces de sobrevivir; se derrumba porque pierde la guerra interior; pulverizaron de forma engañosa para ocupar los edificios, pero ni siquiera dentro de su casa están dispuestos a sufrir mutaciones que pongan en peligro sus puestos temporales, que mantienen –como la Comuna de París- hasta tanto y en cuanto la vida nacional deja la posición de retirada y se reorganiza. En este ínterin, el totalitarismo reaccionario quiere arreciar la dictadura sin esguinces.
El castrocomunismo vendido quiere una máquina para conservar o consumar el robo del Estado. Stalin no sustituyó a Lenin, fueron una misma dictadura staliniana, como Batista y Castro fueron una misma dictadura castrista; un pasado de dos aparentes extremismos pero iguales. Una revolución es algo más que el parpadeo de acontecimientos.
La historia moderna ha visto una sola revolución, la ocurrida en la segunda mitad del siglo 18 en Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia; las vueltas atrás –restauraciones, contrarrevoluciones- partieron de esa primera revolución: efectivos desplazamientos de la fuente de autoridad, sustitución del derecho divino o del más fuerte por el contrato social; sustitución del poder personal por el poder legal; sustitución de la sociedad jerárquica por la sociedad igualitaria; separación de asuntos civiles de los religiosos; emancipación del conocimiento y de la cultura respecto al control político y eclesiástico; fueron adquisiciones que remodelaron los rasgos políticos del planeta. Esta revolución fue la única en llenar más promesas de las que traicionó y es –hasta hoy- la única revolución que triunfó.
Fue esta la revolución que todos copiaron porque creó un prototipo de consecuencias irreversibles. Hasta los totalitarismo se escudaron detrás de constituciones y comedias electorales, pretendiendo -”en apariencias”- ser realmente libres; como el nazismo siempre en contra de esa primera revolución, como el comunismo escondiendo sus abusos como “centralismo democrático”, “dictadura del proletariado” o “socialismo del siglo 21”. Es una realidad constatable que el complejo de acontecimientos de fines del siglo 18 creó un cuadro de referencia universal aun a los ojos de quienes deseaban y desean salir de él. De momento, es la única revolución digna de ese nombre.
Claro: con la aparición del castrocomunismo vernácnulo saltimbanqueando por el mundo, la reinterpretación de su pequeño nazi e imitadores podría aclarar las cosas y salvar al mundo bajo la inspiración del prestigio obtenido en sus diversificadas Misiones, gigante espichamiento que se invisibiliza solo. El estilo de la segunda revolución mundial que todos esperamos y que quizás está en marcha con el objetivo de un gobierno mundial, podría ser un vacío a llenar con el estilacho sin par del castrocomunismo sabanetero, aunque éste no está muy dispuesto a seguir las líneas de la primera revolución mundial: reemplazar con instituciones la arbitrariedad de quienes detentan el poder; porque suprimir las relaciones internacionales y ganar la igualdad económica y el fin de las clases sociales, es un punto en que  “pelan”.
Es reconocido que el inmaduro y descabellado castrocomunismo improvisador no sabe hacer relaciones de asociación que sustituyan a las relaciones de dominación, mucho menos es capaz de alcanzar la comunión ordenada de todos los recursos materiales e intelectuales de la especie humana. Y tal es, hoy, el único objetivo posible de una revolución, o mejor: el único objetivo que puede hacer posible una revolución.
Nada más ingenuo que la acusación de ingenuidad política, que a cada rato confiesan los directivos de este castrocomunismo entreguista y traicionero para exculparse de sus tantos errores. Lo que ahí hay, realmente, es alivio psíquico de simplificación, misiones de evanescencia obsesiva, alucinante motivación para justificar la insignificancia con triste evidencia, por una causalidad patológica que la psicología y la psicosociología modernas han demostrado que, como “forma de consciencia” política, tiene escasa influencia.
En consecuencia, la neutralización del castrocomunismo descarrilado es más efectiva, para resaltar su carácter patológico, cuando pasa por el cedal institucional. Es decir: que cada sector cargue sus baterías y diversifique, profesionalmente, una más sólida oposición...
chinorodriguez1710@yahoo.com

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