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BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL
miércoles, 30 de noviembre de 2011
ENRIQUE PEREIRA: COMPRO VOTO A PRECIO JUSTO.
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jueves, 20 de octubre de 2011
JUAN DE DIOS RIVAS V. VIVIMOS BAJO PRESIÓN (UTOPÍAS Y LÓGICAS)
viernes, 19 de agosto de 2011
VIRGINIA CONTRERAS: OLLANTA HUMALA, “NO JURARÁS SU SANTO NOMBRE EN VANO”
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lunes, 6 de junio de 2011
OSWALDO ÁLVAREZ PAZ: SOBRE CONFIANZA ELECTORAL (DESDE EL PUENTE)
jueves, 16 de septiembre de 2010
LOS VENEZOLANOS SE LO JUEGAN TODO, CARLOS A. MONTANER
La situación venezolana se tensa peligrosamente. Dice Ramón Guillermo Aveledo que las elecciones al Parlamento del próximo 26 de septiembre tal vez sean las últimas que conozca el país. Aveledo, prestigioso abogado, escritor, ex presidente del Congreso, es el Secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, el organismo que ha conseguido forjar un frente único opositor.

¿Qué ocurre en el país? Sucede que Chávez puede perder y busca la manera de burlar los resultados. A solo un mes de las elecciones, la encuesta más fiable, la de Consultores 21, según revela el experto Joaquín Pérez Rodríguez, le da el triunfo a la oposición por diez puntos: 52% a 42. Dato qu
e se refuerza en otra indagación todavía más reveladora: cuando se les pregunta a los electores si quieren a Chávez o si lo rechazan, el 37% dice que le gusta y el 56 afirma que no le gusta. Ahí la diferencia es de casi 20 puntos.
¿Qué le ha pasado a la popularidad de Chávez? Muy sencillo: se ha hundido al menos por cinco poderosas razones:
· La insoportable violencia que ha convertido a Caracas en una de las ciudades más peligrosa del mundo y a la totalidad de Venezuela en un matadero con más víctimas que en Irak, como contó el New York Times. Casi 120,000 personas han sido asesinadas desde que Chávez ocupa el poder. Se ha cuadruplicado la violencia.
· El conjunto de la sociedad detesta la existencia de bandas armadas paramilitares al servicio del gobierno (Los guardianes de Chávez, como les llamó CNN en un excelente documental que estremeció al país) dedicadas a intimidar y maltratar a la población, instrumento represivo encaminado a conducir el país hacia un modelo socialista que rechaza el 66% de la población.
· La infinita torpeza de un gobierno que, pese a recibir un torrente de petrodólares, es incapaz de abastecer los mercados, conservar los alimentos (se le pudren o pierden millones de kilos), mantener las infraestructuras o equipar medianamente los hospitales. Los venezolanos, con razón, perciben que no hay ningún país peor gobernado en Sudamérica.
· La incómoda ocupación de Venezuela por parte de los cubanos y el regalo de una buena parte de la riqueza venezolana a La Habana, Managua, Bolivia, y el resto de la famélica familia del socialismo del siglo XXI, subsidios con los que Chávez compra su importancia internacional y, además, fomenta el mayor nivel de corrupción que ha conocido Venezuela, lo que es mucho decir en ese país.
· La desaparición de cualquier vestigio de Estado de Derecho y el desamparo en que vive la sociedad con jueces que sólo responden al poder político, con cuerpos policiacos que no detienen a los criminales (93% de los asesinatos quedan impunes), dedicados a encarcelar adversarios políticos y a fabricar pruebas burdamente, como acaba de sucederle a Alejandro Peña Esclusa, un ingeniero y líder opositor muy conocido y respetado en América Latina, a quien han mezclado en un absurdo complot terrorista sin pies ni cabeza, en el que nadie cree, pero que le sirve al gobierno de coartada para mantenerlo ilegalmente encarcelado sin fianza. La inseguridad y la indefensión son hoy dos sentimientos universales en Venezuela.
¿Qué va a hacer Chávez ante la posibilidad muy real de que sus adversarios consigan la mayoría del Congreso? La hipótesis que temen los opositores es que desconocerá los resultados. ¿Cómo? Fabricando un guión que ampare el fraude: primero, alguna compañía de encuestas controlada por el gobierno afirmaría que el chavismo aventaja a la oposición y aportaría unas cifras favorables a Chávez; segundo, el día de los comicios, ésa u otra empresa realizaría un “exit poll” que confirmaría las cifras de la encuesta; tercero, tarde en la noche, el Consejo Nacional Electoral, que dice o calla cualquier cosa, daría unas cifras finales obtenidas electrónicamente parecidas a las de la falsa encuesta y a las del falso “exit poll”.
Por eso Aveledo dice que estas pudieran ser las últimas elecciones. Si los venezolanos se dejan robar la victoria, la conclusión a que llegarán los demócratas es que en el futuro no vale la pena participar en comicios amañados en los que se atropella a la oposición antes, durante y después de la cita en las urnas. “¿Pueden evitar la estafa?”, le pregunté al ex embajador de Venezuela Thor Halvorssen: “Sólo si salen a votar masivamente y si están dispuestos a defender sus votos en las calles a cualquier precio y por el tiempo que sea necesario, como en su momento hicieron los ucranianos”. Eso lo veremos pronto.
sábado, 17 de abril de 2010
LOS DOS GRANDES FRAUDES DEL RÉGIMEN, LA AMENAZA DEL TERCERO Y NUESTRA INDOLENTE ACEPTACIÓN, RAFAEL GROOSCORS CABALLERO

Por ello, la reacción, natural y lógica, constitucional, de la cúpula militar, al pedirle la renuncia al Jefe del Estado, condensando el petitorio de los marchistas, renuncia pedida “a la cual aceptó”. Todo lo que ocurrió inmediatamente después, para calificarlo de alguna manera, incidió en la característica tropical de las mentes dirigentes de la colectividad y las instituciones para entonces, en un “bochinche”, como alguna vez calificó el Precursor, Francisco de Miranda, en los días de nuestra independencia, al comportamiento de los ejércitos populares, reclutados para servir a la República: “bochinche, bochinche y más bochinche”. Una inesperada Junta de Gobierno, presidida por un profesional sin cualidad política y unos procedimientos de urgencia, los cuales demostraron, fehacientemente, la ausencia de astucia, de “habilidad social” y de comprensión en el manejo de las turbulencias anecdóticas, por parte de los “jefes” del gobierno provisorio.
Cuando, dos días después, es restituido al Poder el Presidente renunciante y solicitado un fallo, sobre todo lo acontecido, al titular del máximo Tribunal de la República, este (Iván Rincón) produjo su famosa sentencia, la cual lo envió a un envidiable “exilio dorado”, sin consecuencias para su responsabilidad histórica. “Un vacío de Poder” lo llamó, en juicio que para el desbordado caudillo que nos gobierna, no podía merecer sino una calificación escatológica, la cual reveló, sin “tapujos”, en la primera cadena comunicacional que celebró, luego de su retorno a Miraflores. El fraude tendría que circunscribirse, según sus palabras, al señalamiento de la responsabilidad delictual, en la “fechoría” cometida por las propias víctimas y sus motivadores, es decir, para el “Régimen” lo fraudulento fue la marcha y el gobierno impuesto por los sucesos, era, consecuencialmente, un “gobierno fraudulento”.
El fraude es uno o más engaños. Y no salvamos de la responsabilidad de su cometido, a los que aparecen victimizados por el fraude más grande. El 11 de abril y los días sucesivos, los venezolanos fuimos engañados por todos y nuestro silencio, nuestra forzosa aceptación de los hechos y nuestra resignación, terminaron por legitimar el gran fraude del “Régimen”.
Por eso pasamos “condicionados” al otro gran fraude que sostiene al despotismo, disfrazado de democracia. El del Referéndum Revocatorio, al cual permitimos darle carácter “ratificatorio”, agotando “todos los extremos de ley”. Chávez fue, constitucionalmente, revocado, el 15 de agosto de 2004. No solo el cinismo de las “firmas planas” --curioso invento de uno de los chavistas mayores, Jorge Rodríguez-- operó para consumar el fraude, en su aspecto electoral, restando más de un millón de votos al total de los venezolanos, quienes manifestamos nuestra voluntad de separar del poder al Presidente electo en el 2000; también por esa interpretación casuística de los “dueños de la verdad oficial”, impuesta por nuestro candoroso Tribunal Supremo de Justicia, al burlarse del legislador y de la propia Constitución, transformando el propósito del castigo revocatorio, en un dulce premio al enjuiciado por el soberano. Chávez fue revocado en el 2004. Se consumó un fraude para ratificarlo. Y lo aceptamos. Como también aceptamos que el mismo “artífice” que hoy funge como Alcalde de lo más auténtico de la ciudad de Caracas, nos engañara –fraude mayor-- con el cambio del sistema de votación, ya automatizado desde 1998, para enredarnos en la adquisición de un “touch-screen” --las máquinas de Smartmatic-- usual en las loterías europeas y que anulan la identidad, auditable, del voto del votante; así como lo propio, en cuanto a las otras máquinas, las “capta huellas”, mediante las cuales el “supremo administrador de las elecciones”, el CNE, controla el proceso, desde su inicio, con información de primera mano, indicativa de cómo va desarrollándose la voluntad del electorado. ¡Maravillas tecnológicas que seguimos aceptando, aún cuando sabemos que mediante ellas, siempre saldremos perdiendo! ¿Y la composición del rectorado comicial? Primero de “cinco tres” y luego de “cinco cuatro”, para emplear términos del average del béisbol, permitiéndole al “Régimen” estar siempre en ventaja sobre sus adversarios. La aceptación “legitima” y “legaliza” el fraude. La aceptación es, en si misma, un fraude menor, pero también un fraude. Somos todos cómplices múltiples de los fraudes que sostienen al “Régimen”.
Y a más de todo lo que hemos asentado, hemos ido, una y otra vez, a distintos procesos electorales, con la cabeza abajo, sin sublevaciones, definitivamente domados, aceptando un CNE de composición fraudulenta y un REP (Registro Electoral Permanente) cuya data nos está vedada por la autoridad electoral, aún cuando sabemos --¡sabemos!-- que está adulterada. Que su proporcionalidad, 67% sobre la población total, --más de 18 millones de inscriptos, sobre 26 millones y medio de venezolanos-- está groseramente abultada con respecto a la media de todos los demás países democráticos del orbe. Que cubanos y chinos comunistas; guerrilleros colombianos y extraños de cualquier parte, han sido, fraudulentamente, fichados como venezolanos y han pasado a formar parte clandestina de nuestro cuerpo electoral. Todo esto, lo sabemos y, por lo tanto, lo aceptamos. La mayoría de las elecciones las hemos perdido (lógicamente), pero hemos ganado algunas, como limosnas, sobre las cuales, de todas maneras, el CNE no nos ha dado las cifras finales, burlándose, explícitamente, de la soberanía popular. ¿Vamos a una nueva apuesta, a un nuevo proceso para elegir al Poder Legislativo, el poder contralor, por esencia, en una democracia, del Poder Ejecutivo? ¿En las mismas condiciones dentro de las cuales fuimos a los otros procesos, ganados y perdidos? ¿No exigiremos, previamente, una reorganización del CNE, para democratizarlo y componerlo en acuerdo con la Constitución Nacional, de manera que represente, refleje idóneamente, la voluntad de exhibir una conducta nítida, de transparencia, lo cual anima a todos los venezolanos? ¿No exigiremos, igualmente, con toda firmeza, que el CNE nos entregue, por fin, la data completa de los votantes que integran el REP? ¿Qué es esto? ¿Otro fraude “avisado”? Deberíamos ser un poco más serios y no andar como pequeños ignorantes, presenciando espectáculos como los que están dando dos de los “grandes” jefes oposiciónistas del estado Miranda, Borges y Mendoza, “dos borrachos peleando por una botella vacía”.
Pensamos que debemos ir a las elecciones de septiembre; escoger a los mejores para que nos representen, en un listado único, con diferentes tarjetas indicativas de los distintos Partidos registrados en el CNE; pero debemos ir como mayoría, como lo que en realidad somos, en cuanto al sentimiento y el propósito vertical del pueblo venezolano. No somos comunistas. No nos pueden ahora “sovietizar” con trampas. No pueden “cubanizarnos”. Somos demócratas; creemos en la libertad y requerimos ser gobernados dentro de un legítimo Estado de Derecho. Debemos alzar la voz. Debemos organizarnos para la rebelión, porque no podemos continuar “aceptando” lo inaceptable. Salvemos, por Dios, la democracia y derrotemos --¿como un varón?-- a quienes han trastocado nuestra historia y pretenden incrustarnos en un pasado, que fue vergonzoso en su presente y que lo es, peor todavía, en nuestra memoria.
grooscors@hotmail.com.--
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