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viernes, 3 de abril de 2015

LUIS MARIN, RENNYNISMO TARDÍO

El primero (quizás el único) que en función pública se atrevió a plantear la necesidad de cambiar el nombre a la moneda venezolana fue Renny Ottolina, en el que sería su último programa “Para Reflexionar”, poco antes de ser muerto el 16 de marzo de 1978, fecha deliberadamente olvidada, en una oscura y nunca esclarecida colisión aérea.

La concibió como parte de una campaña para “recuperar el nombre de Bolívar”, por lo que esto implica para rescatar la conciencia de lo que significa ser venezolano. Usarlo en algo tan vil como el dinero significa que el nombre cada día pierde importancia.

Pedro León Zapata también lo dijo a su manera, como si fuera un chiste serio: “No sé porqué se empeñan en llamar Bolívar a una moneda que no vale un Carujo”, en alusión, por supuesto, al antihéroe por excelencia, Pedro Carujo.

Cuando en 1789 Antonio Guzmán Blanco cambió el nombre del signo monetario del venezolano de oro, que originalmente se llamaba peso, como en todo el mundo hispano, quiso rendir un tributo, quizás de buena fe, aunque no exento de demagogia, pero el resultado ha sido todo lo contrario.

En verdad, AGB fue la imagen viva del despotismo ilustrado en Latinoamérica, nadie se tomó tan en serio y quiso llevar a la práctica con tanto celo el programa de la Ilustración para el desarrollo de la sociedad. No sólo se le debe la proliferación de obras públicas, sino también la entronización de la corrupción administrativa. Nadie se enriqueció tanto en forma ilícita como Guzmán, hasta los próceres actuales, déspotas iletrados.

Lo cierto es que cuando se menciona al bolívar, en minúscula, nadie en el mundo piensa en el héroe sino en cuál es la equivalencia en dólares de un signo monetario; así como quien acumula bolívares no lo hace por acumular gloria, sino por amasar dinero y el poder que ello representa.

Que la moneda tenga la efigie de Bolívar es otra cosa, porque en efecto, todas las monedas las llevan de personalidades pero no así sus nombres, por ejemplo, la libra esterlina tiene la efigie de la reina y no se llama Elizabeth, como la peseta tenía la imagen de Franco. En USA cada billete tiene una imagen distinta, uno de Washington, dos de Jefferson y así hasta los cien de Benjamín Franklin, pero la moneda se llama dólar. Es curioso que hasta los chinos hayan puesto en el billete la imagen de Mao, el más antimonetarista, pero la moneda se llama yuan. 

Si se le ocurriera ponerle su nombre al peso cubano, se destruiría Fidel Castro en el momento en que una mujer discutiera con el bodeguero diciéndole: “Oye tú, yo no te pago más de un fidel por ese rollo de papel toalet, eso no, ni hablar chico, ese es un papel de muy mala calidad, eso no vale más de un fidel y tú me quieres pedir dos”. Se puso Fidel Castro a la altura de ser medida del papel toalet ¡y lo hacemos con Bolívar cada día!, pues, para horror nuestro, para horror de horrores, decía Renny.

Y eso que no alcanzó a ver ni oír lo que nosotros cada vez que se tilda de “bolivarianos” a sujetos e instituciones de los que luego se predican una retahíla de crímenes horrendos, desde asesinato a mansalva de niños, jovencitas, misses, estudiantes, luego secuestros, torturas, ejecuciones, extorsión, narcotráfico, lavado de dinero, corrupción y pare usted de contar.

Uno de los crímenes que puede servir de epílogo a la tiranía castrochavista tiene carácter simbólico: haber escarnecido el nombre de Bolívar y desprestigiado sin remisión al bolivarianismo.

Lo que nos devuelve paradójicamente a la campaña de Renny: cuando se separe el nombre de Bolívar, que no hay sino Uno, del nombre de la moneda, ese día lo habremos ganado de nuevo.

Se habría conformado con volver a llamarla peso, pero eso no le quita la maquinita de imprimir billetes a los políticos, de manera que mejor sería llamarla dólar.

Y “Bolívar no habrá sino Uno, que es lo que yo quisiera”.

ANTIPOLÍTICA

La acusación que más frecuentemente le hacen los detractores de Renny es la de haber sido el fundador de la “antipolítica” por su ataque general contra todos los partidos políticos, en el entendido de que estos serían esenciales para el funcionamiento de la democracia.

Las dos afirmaciones son falsas. Si existiera la “antipolítica” ciertamente Renny no es su fundador, es confundir la “Política” con la politiquería de los partidos, un artificio argumentativo para dejar colar que política sólo es la actividad que realizan los políticos profesionales y quien no esté de acuerdo con ellos es “antipolítico”.

La crítica de Renny no estaba dirigida al sistema de partidos sino a las actividades ilícitas de los partidos, que violan la ley flagrantemente y convirtieron al país en “un patio de bolas criollas” donde pueden hacer olímpicamente todo lo que les da la gana, atropellando a los ciudadanos y saqueando el erario público.

Sería exigir demasiada honestidad intelectual pretender que los políticos profesionales admitieran la diferencia entre criticar actividades obviamente ilícitas sin recurrir al subterfugio de escudarse en la sacrosanta institución desviando el ataque hacia los partidos en cuanto tales, lo mismo que quienes son señalados por sus actividades criminales se arropan con la bandera y berrean que se está atacando a “Venezuela”.

También es meridianamente falso que los partidos políticos sean esenciales para nada, con solo constatar que la democracia existe desde tiempos inmemoriales y los  partidos políticos como se les conoce hoy en día son un fenómeno recientísimo, que si acaso se remontaría al siglo XIX, aunque su auge es propio del siglo XX, la era del totalitarismo.

Tanto más burda es la mentira siendo imposible ocultar la emergencia de movimientos de electores independientes de los partidos que han logrado alcanzar el poder incluso en Latinoamérica, como fue el caso en Perú, Colombia, pero también en Venezuela, con las alianzas de agrupaciones que dieron al traste con las maquinarias tradicionales.

Los partidos cruzaron la línea de las triquiñuelas tradicionales para caer en francos delitos, así como los sindicatos que originalmente eran organizaciones de ayuda mutua se convirtieron en mafias criminales que practican el chantaje a cielo abierto y resuelven sus controversias a tiro limpio.

Renny fue el primer promotor de la meritocracia, término que popularizó, para enfrentar a la partidocracia, al imperio del carnet partidista, al abuso ilegal e inconstitucional de las cartas de recomendación como requisito indispensable para poder acceder a cualquier cargo público y enfilo las baterías contra las prácticas ventajistas de todos los partidos, incluso los de la izquierda, los puros, “los puros bandidos de la izquierda”.

Funcionarios honestos con quince o veinte años trabajando en una institución ven como les nombran de jefe a un inepto, porque es el que tiene el carnet y la recomendación y otros tantos pasan por la humillación de tener que pedirlos porque sino ni los toman en cuenta para el ingreso.

Pero quizás lo que causo alarma en la casta política fue la efervescencia que comenzó a despertar en el electorado, la primera vez que se desafió la hegemonía bipartidista con probabilidades de éxito.

Con una mano en el corazón, ¿quién podría creer que con un candidato tan opaco como Luis Piñerúa Ordáz, AD podía enfrentar la ola de independientes que estaba levantando Renny con su extraordinario carisma y las poderosas armas de credibilidad y confianza que generaba en el público?

Quizás en aquel momento comenzó el naufragio del puntofijismo y no el viernes negro, como se dice a veces. Los partidos le jugaron sucio a Renny y traicionaron a la República.

La mala decisión de borrar a Renny le cerró un camino civilizado a Venezuela.

ADIOS, SE ACABÓ EL SHOW

Renny es un gran desconocido para los jóvenes venezolanos que hoy dan la batalla por la libertad y la decencia en este expaís, al contrario de hace cuarenta años, cuando no había ni un solo venezolano que alguna vez no lo hubiera visto, oído y recibido su influencia directa o indirectamente.

Pero con poca investigación y mínimo esfuerzo se puede redescubrir su mensaje y, quizás con asombro, constatar que las taras que denunciaba Renny están aquí presentes, mucho más exacerbadas y son las causas profundas del naufragio de la República.

Decía, por ejemplo: “Los chinos, mientras estén bajo el sistema en que están, son mis enemigos naturales, como venezolano, en ese sentido (…) yo sí, definitivamente, anticomunista. Yo no creo en masas”.

El proyecto estratégico que le ofrecía a Venezuela para los siguientes veinte años era el de convertirse en un país agrícola, porque sino nos vamos a morir de hambre. Ya estamos desabastecidos. Todo el petróleo y el hierro no va a alcanzar para pagar la comida que tendremos que importar, si es que no las quieren vender (y a qué precio), porque ellos también la van a necesitar.

Tuvo el coraje de oponerse a la expropiación de fincas y a la política de reforma agraria, de inspiración mexicana, que infaliblemente genera miseria, por el dogma de repartir la tierra en pequeñas parcelas entre los campesinos; cuando lo que da resultado son grandes conglomerados de agroindustrias, como funcionan en EEUU, Canadá y digamos que incluso en Brasil.

Así no se puede progresar, porque “la naturaleza no conoce de justicia social”. Si se divide la tierra en pedacitos no se puede producir en gran escala, ni resolver los problemas de riego, fertilización, dispersión del crédito y un largo etcétera muy bien fundamentado; pero los caudillos prefirieron tomar el camino decimonónico del conuco, con los resultados que tenemos a la vista.

¡Para otros si hay dinero! clamaba en 1977 y hacía la larga lista de países que entonces recibían las dádivas de la socialdemocracia, atada al proyecto internacional socialista, como lo está el socialcristianismo a la internacional socialcristiana, mientras que aquí no había dinero ni para dotar al cuerpo de bomberos para apagar incendios.

En la política menuda se atrevió a criticar a los motorizados porque ya entonces no respetaban ley alguna y respondía al chantaje populista diciendo que el hecho de ser humilde, si es que realmente lo eran,  no autoriza a nadie a violar la Ley.

¿Cómo se puede arreglar al país? Haciendo todo al revés, porque los partidos nos tienen en un mundo al revés. Aquí el que cumple la Ley es un bobo (hoy se dice que la Ley es para los pendejos). Los corruptos son premiados y ascendidos y ¡pongan preso al denunciante! Es un hecho notable que Gonzalo Barrios sólo vaya a ser recordado por aquella ingeniosa frase según la cual “en Venezuela hay pocas razones para no robar”.

¿Ustedes saben cómo funciona la rosca de los partidos políticos, esa doble columna de poder? ¿Es el gobernador quien manda aquí en cualquier estado o el comisario político soviético detrás del poder constitucional? ¿Quién de los dos manda? Y a que no manda el gobernador por encima del secretario general del partido y al primero que raspan es al gobernador. ¡Yo estoy contra eso!

¿Y tú sabes de donde te sale tu dictador? En que, si en virtud de la Ley no conseguimos una solución legal a esto y esto continúa como va, tendrás tu dictador dentro de muy poco tiempo. Y es lo que hay que evitar.

Renny temía que le hicieran algo: ya me cerraron el programa una vez, a lo mejor me lo vuelven a cerrar. A ver si me ponen cocaína en el carro, me acusan de narcotraficante y caigo en manos de un juez del partido.

Por odio no progresa nadie. Por odio no hay progreso. El odio no puede ser la base para el progreso.

Aunque Renny dijo no estar de acuerdo con los griegos que rezaban: “Y como era muy querido por los Dioses, murió joven”.

Hasta en eso, tuvo razón.

Luis Marin
lumarinre@gmail.com
@lumarinre

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miércoles, 17 de septiembre de 2014

JOSÉ RAFAEL AVENDAÑO TIMAURY, ANTIPOLITICA

   Altos dirigentes de PJ, AD y otros, en alarde de politología sui géneris y acomodaticia, están pontificando en forma reiterada que todo aquel que se oponga a la participación en las elecciones parlamentarias del año que viene con los actuales CNE, TSJ y demás poderes constituidos como hasta ahora, estamos ejerciendo antipolitica. Uno de ellos agrega que la inhibición a participar en aquellas elecciones donde el gobierno se despacho y se dio el vuelto fue un error político. El y otros más aúpan desde ya, con apetencias burocráticas desbocadas, la participación a todo evento en la lid electorera que les garantizaran el acceso a los curules que les desvelan. La política de ninguna manera es prestarse a participar a ciegas y sin condiciones garantes del debido respeto al proceso en su totalidad, únicamente para barnizar de legalidad lo que es ilegítimo por naturaleza.


   Se hace entonces necesario deslindar y denunciar los politicastros argumentos. Para ellos la política consiste en alcahuetear el comportamiento reiterado del régimen que pregona nacional e internacionalmente que vivimos un idílico proceso revolucionario pero democrático a la vez donde una de sus instituciones -Asamblea Nacional- funciona sin mácula, es decir, legisla, controla y propicia políticas. Que todos los desafueros cometidos por quien la dirige han sido ratificados conforme a derecho. Los diputados defenestrados y otros agredidos física y legalmente, de acuerdo a su óptica acomodaticia e infame, son producto de este sedicente manejo político aceptado por todos ellos con paciencia y calculada humildad franciscana, además de una cobardía política y personal sin límites.
   Uno de ellos se subroga para él y su partido la representación mayoritaria de la juventud en los órganos estudiantiles de la UCV, LUZ, Universidad de Oriente etc. Pero ominosamente calla y sus pupilos no han abierto la boca para protestar, como es debido, la detención arbitraria de estudiantes universitarios donde destaca la dirigente Sairam Rivas, Presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela de Trabajo Social de la UCV, seguramente porque esa virtuosa dirigente milita en el partido Bandera Roja. Esta líder tiene más claridad y valor cívico y personal demostrado en sus ejecutorias, a pesar de sus veintiún años, que muchos de los conmilitones de la mesa. En resumidas cuentas nos quieren adminicular las futuras conductas de los representantes populares de “oposición” que, una vez electos,  inexorablemente serán nuevamente vejados a partir del año 2016.
   Se debe deslindar el criterio interpretativo del llamado error político al habernos abstenido en la elección parlamentaria de hace años. Los miembros de la llamada coordinadora y demás representantes partidistas que propiciaron la abstención –donde ahora están casi todos los actuales miembros de la MUD tuvieron -no un fracaso, así hay que recalcarlo- un rotundo éxito. Esa Asamblea no pudo ser más ilegítima. Lo que aconteció fue que por su inacción complaciente y carencia de ideas y políticas claras de oportunidad para la acción, propiciaron que el gobierno siguiera haciendo lo que nos tiene acostumbrado a sufrir. Como dicha conducta ha sido exitosa para ellos, pretenden reeditarla nuevamente. Estos dirigentes oposicionistas lo que plasmaron fue ejercer pura y simplemente política de gabinete y se olvidaron de generar un proceso de oposición de calle que seguramente hubiese logrado hacer torcer el rumbo de la historia. Como esto es hipotético, me abstengo de profundizar lo que en mi criterio hubiese acontecido. Simplemente se privaron, miedo al cuero luego de matar al tigre, y el gobierno hizo lo que le vino en gana y cuyas consecuencias padecemos.
   En septiembre de 2014 el régimen confronta una crisis profunda que estremece la patria. A los desafueros políticos se les agrega impúdicamente una crisis económica y social sin parangón alguno ¿Que hacen para remediar esta inocultable realidad los miopes de la MUD? Casi nada, que es como decir nada. La única respuesta es obtener una quimera rotunda mayoría parlamentaria a futuro. He oído con asombro que algunos dirigentes afirman que a la ciudadanía en general no le importa nada la política sino los problemas sociales y económicos puntuales. Entonces, torpemente, ni lavan ni prestan la batea. No hacen política de calle para protestar esos aspectos económicos y sociales que hacen cada día ser más vulnerable al régimen ya que este lleva en su costado, clavada como banderillas de fuego, condiciones propiciatorias para procurar el cambio. Tampoco hacen gala de protesta cívica constante de calle para desnudar aún más las políticas que vulneran la libertad y la democracia. Ninguna de las dos cosas. Simplemente se aprestan a confeccionar internamente la lista de futuros parlamentarios para luego acudir a la siempre eficiente MUD para distribuir armónicamente la lista de aspirantes opositores. Para ellos, esto es la síntesis sustantiva y adjetiva de la Crisis Nacional. Las declaraciones dadas el día de hoy (15/09/14) del secretario general de AD son un poema y se explican por sí solas.
   Nuevamente se escuchan propuestas abiertas para restablecer la Negociación Política y/o Diálogo suspendido entre gobierno y oposición. Tienen pésima memoria de lo reciente acontecido y obcecadamente persisten en su error. Ratifico que para la negociación es menester: Libertad de los presos políticos y reestructuración de los poderes públicos. Solamente así sería procedente la participación en las elecciones parlamentarias del año que viene y el diálogo, que con condiciones apropiadas, siempre debe ser ponderado.
   Los venezolanos que queremos y aspiramos un cambio de régimen y que también estamos asqueados de políticas erradas y acomodaticias por parte de la mayoría de los partidos existentes que lo único que hacen, por acción u omisión, es apuntalar más al gobierno, debemos tomar en cuenta seriamente que es tan nociva la permanencia en el poder del actual gobierno, como lo es también el hecho de que nos inhibamos y pequemos por negligencia y desidia ante las propuestas inconsistentes de la MUD y seguirlas ciegamente.
José Rafael Avendaño Timaury
cheye@cantv.net
@CheyeJR

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martes, 30 de octubre de 2012

COLETTE CAPRILES, LO QUE SE REPITE

Existe un mecanismo cognitivo al que los científicos llaman el "sesgo de confirmación" que consiste, sencillamente, en la propensión a seleccionar información para corroborar aquello que uno cree, mientras se niega o minimiza toda "evidencia" en contrario. Examínese el lector por un momento y recuerde lo desagradable que suele ser verse obligado a cambiar de opinión por la contundencia de los hechos. Imagine además que estamos hablando de política, es decir, de una actividad humana en la que la opinión produce efectos prácticos. Lo que aparece es que en política es difícil considerar los hechos como fundamento del juicio, precisamente porque el sesgo de confirmación nos lleva a considerar de manera distinta cuáles son los "hechos".

Honestamente, si un escenario no cabía en mi imaginación al considerar los desenlaces del 7-O, era el de reencontrarme con el discurso de la antipolítica que yo creía ya venerablemente muerta y enterrada. Pero frente a la derrota, veo que han resucitado los intentos de desacreditar tanto el oficio del político como la actividad misma de la política, y no me resulta agradable concluir que la relación que algunos tienen con la alternativa democrática es crudamente utilitaria (no asociada a los valores y aspiraciones democráticos sino a un resultado eficaz) y –esto sí es grave- fundamentada en un sesgo perceptivo que les impide calibrar los hechos. Hay quienes dicen que no votarán más, como si castigándonos a todos (y a sí mismos especialmente) pudieran repudiar mejor a la injusticia de la que creen ser objeto. Y sienten que se ha cometido injusticia porque les parece imposible que un mal gobierno, un pésimo gobierno, un régimen en el cual se ha prodigado tanto daño y tanto sufrimiento, pueda ser refrendado como lo fue. Concluyen seleccionando hechos que pudieran configurar una explicación "antipolítica": la hipótesis del fraude. A partir de allí se deriva una serie de teoremas acerca de la calidad y honestidad de los políticos de la Unidad, etc, que conforman la gran constelación de la desconfianza que, una vez más, se le sirve al gobierno como un gran bonus.
No es este el lugar para evaluar la hipótesis; sólo remarco sus consecuencias políticas, e invito a pensar sobre aquello que la genera. Y creo que aquí está involucrada una terrible circunstancia, y espero indulgencia por lo crudo de la comparación: con la construcción de la pretendida hegemonía comunicacional (entendiendo por esto no sólo el control mediático sino específicamente el poder discursivo e institucional) se ha edificado una especie de campo de concentración al revés, en el cual el "mal" no es lo que está en el campo sino lo que está fuera de él. Es decir: el clivaje, la separación radical entre el universo chavista y la "nada" (o sus equivalentes semánticos denigratorios), opera en efecto como un gigantesco cerco epidemiológico que territorializa la nación partiéndola en dos. A cada lado de nuestro muro de Berlín, más monstruoso que el original, porque no es visible y grotesco, yacen dos culturas, dos identidades, dos lenguajes, dos mundos que todo el esfuerzo del Estado se dirige a separar cada vez más. No es tanto que se quiera convertir al país en una nueva Cuba, sino crear una réplica de la isla dentro de Venezuela.
Este paradójico "aislamiento" no ha sido percibido tal vez como corresponde, al menos hasta el 7-O. Es obvio que las lealtades identitarias que permanentemente procura el régimen no tienen contrapartida en los sectores democráticos, que necesitan reconstruir una unidad discursiva y conceptual auténticamente movilizadora. Ciertamente, la campaña del gobierno movilizó, pero con promesas "negativas" que ofrecían la pérdida de lo recibido, un retorno al "pasar trabajo", en caso de cambio político. Un mensaje poderoso bajo condiciones de dependencia como las que tenemos, que sólo podrá ser subvertido en la medida en que se disuelva el clivaje identitario. Y esa, entre muchas otras, es la tarea política que viene.

colettecapriles@hotmail.com

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sábado, 28 de enero de 2012

LUIS MANUEL AGUANA: EL LIMBO DEMOCRÁTICO: ANTI POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL

Es difícil entrarle a un tema que podría catalogarse como escabroso y difícil en la actualidad. ¿Y porque difícil? Porque en las actuales circunstancias podría distinguirse como anti político que los ciudadanos le reclamen a los partidos políticos acciones y responsabilidades que en cualquier sociedad democrática civilizada del mundo sería de lo más común y hasta considerado como un deber e incluso un derecho.

Sin embargo, es importante hacer previamente algunas apreciaciones. Desde antes de asumir Hugo Chávez como Presidente de la República se desató en la Venezuela contemporánea un feroz ataque a los partidos políticos por parte de muchos sectores considerados como de la “sociedad civil”, los medios de comunicación, personalidades influyentes provenientes de los más diversos círculos, académicos, culturales e intelectuales. Inclusive, uno de los líderes de la democracia puntofijista, Rafael Caldera, hizo como Saturno devorando a sus hijos, cavando así la fosa de su partido político, a favor de lo que el mismo llamó “el chiripero”, que no era otra cosa que una masa descontenta del actuar de los partidos aglutinada alrededor de este liderazgo que fue precisamente el último de la democracia cuartorepublicana.

¿Que nos dejó esta actuación? La terrible herencia del actual régimen, cuyos inicios se sustentaron en la eliminación de toda estructura partidista en el país. La gente no votó por Chávez en 1998, votó en contra del actuar de los partidos que habían socavado todo rasgo de institucionalidad. La reconstrucción del tejido partidista ha sido una labor muy difícil dada la pérdida de la necesaria credibilidad y el error de la población que no supo que al matar la alternativa partidista estaba también matando la democracia. El remedio llamado Hugo Chávez fue peor que la enfermedad.

Pero hubo otro subproducto macabro de ese fenómeno: el temor irracional a que la sociedad civil ponga en tela de juicio la actuación de los partidos y sus desviaciones. O dicho de otro modo: la falsa creencia que la crítica fundamentada a la actuación de los partidos por su comportamiento, puede perpetuar el régimen, o peor aún, acallar a aquellos quienes reclamamos comportamientos como los que precisamente nos llevaron a él. Entonces nos encontramos en el peor de los dos mundos: aquellos quienes no pertenecemos a ningún partido y que como sociedad civil organizada exigimos una mejor y más transparente actuación de los partidos políticos, no podemos levantar la voz porque nos señalan como destructores de la democracia y favorecedores del régimen. De acuerdo a ese criterio no nos encontramos en ninguno de los dos bandos. Es decir, nos encontramos en lo que llamo un Limbo Democrático.

Esta condición hace que los partidos políticos ignoren completamente muchas exigencias consideradas justas por un grueso segmento de la población, concediéndoles una clara patente de corso para realizar cualquier cosa que ellos consideren conveniente a sus intereses. Y en algunos muy importantes casos, muy distantes de los de la mayoría. Un ejemplo claro de esta situación es la que se está presentando con la transparencia exigida en el venidero proceso electoral del 7 de Octubre. Organizaciones de la sociedad civil especializadas en el tema electoral, como ESDATA, han señalado con conocimiento de causa y respaldo técnico la existencia de graves discrepancias en el Registro Electoral. Se ha denunciado la presencia en el RE de más de 5 millones de votos “virtuales” que estarían listos para ser puestos al servicio del régimen castrochavista para su perpetuación. ¿Y los partidos políticos? Bien gracias. Cero exigencias a la depuración del REP, serias irregularidades denunciadas en relación a los representantes de la MUD en el CNE
(ver Informe Guácharo en http://venezuelavetada.blogspot.com/2011/11/ludwin-moreno-informe-guacharo.html), desconocimiento del país acerca del nuevo sistema electoral, su contratación e implicaciones técnicas. 

La política del aquí no pasa nada y después resolvemos, ha privado en los partidos, con el grave riesgo de que el candidato que resulte de las primarias del 12F, quien quiera que este sea, le levante la mano a Hugo Chávez como vencedor, como sucedió en las anteriores elecciones del 2006. Esto nos ha llevado a muchos muy justamente a pensar en la existencia de intereses subterráneos muy fuertes que involucran a los partidos en una conveniencia para ellos de la continuidad del régimen que actualmente azota a los venezolanos, más allá de lo que indican públicamente.

Desde aquí no levantamos las banderas de la anti política. Los partidos son necesarios para que la democracia funcione. Pero necesitamos más y mejores partidos, porque ya es imposible acallar la urgencia de la gente que estos no vuelvan a sus viejas prácticas y a las andadas del pasado. La gente desea un cambio verdadero. Sin embargo ya existe el convencimiento general que los partidos no cambiarán solos y seguirán sus prácticas pasadas si no existe una fuerza desde adentro y desde afuera que los haga cambiar.

Participo, como muchos otros, de la creencia que una sociedad civil muy fuerte es capaz de cambiar el curso de la historia. Lo demostró el 11 de Abril de 2002 cuando puso su sangre en las calles, pero fue manipulada por intereses subalternos. Lo está demostrando el Movimiento de los Indignados en Europa, obstinado de que la claque institucionalizada siga ignorando sus necesidades. Desde este momento la sociedad civil ha aprendido que además de fuerte debe estar organizada y luchar por sus intereses sectoriales para poder tener éxito en sus exigencias sociales. Los estudiantes, los médicos, los maestros, los comerciantes informales, los gremios profesionales en general, solo por mencionar algunos, ya desde hace mucho rato se convencieron que los partidos políticos no resolverán sus problemas. Lo harán ellos mismos haciendo la presión social necesaria, eligiendo naturalmente a sus propios liderazgos. Esto ha traído como consecuencia que a esa lucha se sumen los partidos de acuerdo a sus intereses. Pero en esta oportunidad, las condiciones no las impondrán ellos. Y esto no es un fenómeno que terminará con el régimen de Hugo Chávez. Seguirá consistentemente y con más razón para cualquier cosa que venga para el futuro, ya bien sea que Chávez se quede o se vaya. El único anticuerpo que ha demostrado tener la democracia para protegerse de los desmanes del poder es una sociedad civil fuerte y organizada.

De esta manera la anti política del pasado la convertimos en un movimiento positivo, no en un instrumento para acabar con los partidos, como en el pasado, sino para reconducir su comportamiento a favor de lo que en realidad son las aspiraciones de la mayoría. Si los partidos creen que las críticas que hacemos desde la sociedad civil están dirigidas a desmontar el sistema de partidos, desde ya les digo que están equivocados; así como también lo están si creen que nos quedaremos tranquilos ante su indiferencia. No deseamos estar en un Limbo Democrático, lo que deseamos es más y mejor democracia, representatividad y transparencia de parte de ellos. Que exigimos respeto y que se oigan seriamente los planteamientos en relación a la cuestión electoral y se den los correctivos necesarios. En la medida que la sociedad civil y los partidos estén sintonizados en relación a las exigencias sociales, mayor será la probabilidad de salir con bien de este régimen oprobioso. Pero lo contrario es peor y muy valido también: en la medida en que estemos más alejados no saldremos del atolladero. En todo caso, para cualquier decisión que tomen, encontrarán a una sociedad civil fortalecida y consciente del momento histórico en que nos encontramos.

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

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