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viernes, 3 de enero de 2014

CARLOS ARMANDO FIGUEREDO, SOBRE LA FACULTAD DE AMNISTIAR

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela le otorga al Jefe de Estado la facultad de amnistiar a quienes estén cumpliendo penas por comisión de delitos. Sin embargo, la Constitución de 1999 ha previsto excepciones, tal como lo dispone el artículo 29 que reza como sigue:

Artículo 29. El Estado estará obligado a investigar y sancionar legalmente los delitos contra los derechos humanos cometidos por sus autoridades.

Las acciones para sancionar los delitos de lesa humanidad, violaciones graves a los derechos humanos y los crímenes de guerra son imprescriptibles. Las violaciones de derechos humanos y los delitos de lesa humanidad serán investigados y juzgados por los tribunales ordinarios. Dichos delitos quedan excluidos de los beneficios que puedan conllevar su impunidad, incluidos el indulto y la amnistía.

Si bien el Jefe de Estado no está obligado a amnistiar, sí sorprende que Maduro haya dicho que no le concede amnistía a Ivan Simonovis, porque éste fue condenado por comisión de delito de lesa humanidad y la Constitución le impide conceder amnistía a quienes hayan cometido ese delito, tal como se expresa en el artículo 29 arriba citado. Ignoro si fue por ignorancia o por mala voluntad intrínseca que Maduro se negó a conceder la amnistía. 

En efecto Maduro ignora que Simonovis no fue condenado por crimen de lesa humanidad, sino por complicidad necesaria en la comisión de delito de homicidio, por el cual no se condenó a ningún autor ya que en el proceso no se determinó quien había sido autor del homicidio o quienes lo habían sido. 

Desconoce el hecho de que el 11 de abril, cuando ocurrieron los homicidios que dieron lugar a una condena sin pruebas, no existían en Venezuela los Crímenes de Lesa Humanidad tipificados por el Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional ya que ese Estatuto no había entrado en vigencia y sólo entró en julio del mismo año. Es norma fundamental del derecho penal de todos los países en los que impera el Estado de Derecho que las leyes penales no tienen efecto retroactivo sino cuando benefician al reo. El 11 de abril no estaban tipificados en Venezuela los crímenes de lesa humanidad y, por lo tanto no podía condenarse a nadie por hechos que pudieran constituir crímenes de lesa humanidad, tal como los define el Estatuto de Roma. Pero, lo que es más, en la sentencia que condenó a Simonovis y a los comisarios y policías, no hubo acusación alguna por crímenes de lesa humanidad. Sólo hubo condena por complicidad necesaria en homicidio, en sentencia que no se dictó de acuerdo con lo alegado y probado en autos, sino obedeciendo la orden del Jefe de Estado.

Lo dicho por Maduro en su declaración televisada revela mala intención cuando afirma que no puede perdonar a un hombre responsable de tantas muertes. Si bien ha podido atenerse a no amnistiar sin alegar razón alguna, prefirió decir que cualquier medida que implicara la libertad de Simonovis debía ser tomada por los tribunales, ignorando que los tribunales no conceden amnistía y que sólo la acuerdan el Jefe de Estado o la Asamblea mediante ley especial. 


Pero, al colocar la pelota en la cancha de los tribunales, deja abierta la puerta para que se decida concederle a Simonovis una de las medidas sustitutivas de la privación de libertad, contempladas por la legislación penal venezolana y que en su caso son procedentes en virtud de su deteriorado estado que puede causarle la muerte si permanece detenido.


Es bueno advertir que, a lo largo de su reclusión Simonovis fue y sigue siendo objeto de tortura psicológica y que el delito de tortura sí es un crimen de lesa humanidad según el Estatuto de Roma y la recién promulgada Ley Especial para Prevenir y Sancionar la Tortura y Otros Tratos Crueles, Inhumanos y Degradantes. Los delitos cometidos bajo esa Ley son imprescriptibles y, según lo que dice el propio Maduro no podrán dar lugar a beneficios ni a amnistía

Carlos Armando Figueredo
figueredo.carlosar@gmail.com

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viernes, 27 de diciembre de 2013

ANTONIO LEDEZMA, DIÁLOGO

La reunión de Nicolás Maduro con los alcaldes de la Alternativa Democrática la pasada semana constituyó una buena oportunidad para aclararle, con alto sentido de responsabilidad, algunos aspectos que obstaculizan la buena marcha de los municipios.

Hemos iniciado un diálogo, pero no para claudicar, sino un diálogo crítico, que nos aproxime en la búsqueda de soluciones a los problemas que afectan al colectivo.

En la reunión debieron participar también los alcaldes del oficialismo; para nosotros no hubiese sido incómodo, y no deben mantenerse estas divisiones.

Fuimos a hablar inaugurando ese diálogo en el cual debemos reconocernos y respetarnos todos. Allí no asumí un discurso diferente al que tengo en la calle. Participamos porque queremos transitar dentro de la Constitución Nacional, que es el verdadero Plan de la Patria, aun cuando no nos negamos a discutir el plan del Ejecutivo nacional. No fuimos a resolver diatribas personales, porque eso no le interesa al pueblo.

Fuimos a hablar de los problemas que padecen los venezolanos, de sus necesidades más urgentes, a dar testimonio en pro de una convivencia, muy propicia en estos días de Navidad. Tengo la plena convicción de haber interpretado a todos los venezolanos cuando afirmé que ya basta de odios y agravios, porque eso termina afectándonos a todos.

El tema es de gobernabilidad que tiene que ver con el respeto. Exigí a Maduro la devolución de las competencias y recursos a la Alcaldía Metropolitana. No se trata de un acto de caridad, sino de justicia. El pueblo nos eligió para que asumiéramos nuestras competencias y responsabilidades.

No participamos con camisas de fuerza ideológicas. Fui portavoz de los ciudadanos que me favorecieron con sus votos y los que no sufragaron por mí.

Muchas de las alcaldías carecen de los recursos necesarios para cancelarles los aguinaldos a sus empleados y obreros. ¿Cómo se les dirá a los venezolanos, que serán aumentados los precios de la gasolina y los servicios, cuando a través de Cadivi se entregaron los dólares a empresas fantasmas de maletín?

La ocasión fue propicia para solicitar que, en el marco de la Ley Habilitante, se promulgue una amnistía a los presos políticos y a los que están en el exilio.

Eso sería un buen gesto. Venezuela necesita un gobierno para todos, y guiado por la Constitución Nacional.

ledezmaantonio@hotmail.com

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miércoles, 26 de diciembre de 2012

EDDIE A. RAMÍREZ S., CUENTO DE NAVIDAD

Si  Charles Dickens fuese un venezolano contemporáneo quizá no escribiría su famoso Cuento de Navidad con un solo personaje principal, el avaro y solitario  señor Scrooge a quien, gracias a una pesadilla, los espíritus del pasado, del presente y del futuro trasformaron en un ser generoso y social. Probablemente Dickens recrearía la escena con varios actores principales, más difíciles de corregir que el señor Scrooge, pero como en Navidad todo es posible quien quita  un final feliz.  
El Espíritu del Pasado nos recordaría que hubo muchas cosas buenas  tales como los logros  en educación, salud, vialidad, generación  de  electricidad,  extracción y refinación eficiente de petróleo, producción de acero y aluminio, aumento de la producción agrícola,  mayor seguridad personal y jurídica, no discriminación por raza, credo o por razones políticas. Posibilidad de cambiar el gobierno por la vía electoral sin mayor injerencia del Ejecutivo. Existencia de adversarios políticos, pero no de enemigos. 
Desde luego que ese Espíritu también nos recordaría que a partir de mediados de la década de los 70 empezamos a declinar, la pobreza aumentó a niveles intolerables, los jóvenes tuvieron menos oportunidades, disminuyó el ascenso social, aumentó la inflación y los partidos políticos y en general los venezolanos que tuvimos más recursos nos volvimos egoístas  olvidándonos del otro país.     
El Espíritu del Presente destacará lo  evidente. Una nación dividida, destrucción  de la infraestructura, prisioneros políticos y exiliados, apartheid laboral, medios de comunicación cerrados, deterioro del sistema de salud, masificación de la educación universitaria a costa de su calidad, quiebra de las empresas del Estado, desaparición de la institucionalidad, dificultades para acudir a unas elecciones libres, aumento de las importaciones,  escasez de productos.   En la parte positiva el Espíritu destacará que hoy los venezolanos más humildes  se sienten tomados en cuenta, aunque la realidad sea otra,   y la creación de Misiones que aunque no resuelven el problema de la pobreza, sí contribuyen a aliviarla.
El Espíritu del Futuro nos permitirá visualizar   que de seguir por esta vía y no tomar el camino del progreso, estaremos condenados a fracasar como sociedad.  Al despertar de la pesadilla, tal como el señor Scrooge, los venezolanos nos dispondremos a cambiar. Este cambio incluye a los fanáticos de ambos bandos,    a quienes buscan culpables ante los recientes fracasos y   a nuestra dirigencia, la cual  deberá modificar algunas estrategias,  acercarse más al pueblo  y defender derechos con mayor ahínco.  Como somos optimistas por diseño, estamos convencidos   que  tendremos un mejor futuro, para lo cual debemos aceptar que habrá un pueblo chavista sin Chávez que es necesario respetar y con el cual se puede y debe convivir. Con toda seguridad, los dirigentes de ese chavismo  se alejarán  de esa quimera del Socialismo Siglo XXI que fue solo un engaño de unos pocos para controlar el poder y aplastar a los adversarios políticos.   
Ojalá que cuando publiquen este artículo se haya producido una amnistía. ¡
Feliz Navidad! ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
eddiearamirez@hotmail.com

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