BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

miércoles, 23 de febrero de 2011

LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA DEL SIGLO XXI. RAFAEL GROOSCORS CABALLERO

         Insistimos en la palabra y en el concepto de Revolución Democrática y la ubicamos, con exactitud, en el presente Siglo XXI y no por casualidad. La Revolución deviene cambio, alteración sustantiva del orden constituido; cambio hacia adelante, siempre en las fronteras del futuro. Y la Revolución, cuando es Democrática, se explica como un fenómeno impregnado de universalidad, carente de cualquier significación sectaria, excluyente o privativa en beneficio de unos y en contra de los demás

Al situarse en el Siglo XXI,  en definitiva, la proyectamos como una propuesta para ser alcanzada  el mismo día de hoy. En el mundo árabe acaban de producirse los primeros de una serie de movimientos, los cuales los más conocidos y respetados analistas internacionales han coincidido en llamar movimientos de la revolución democrática, en un área históricamente sometida a la férrea y continua perpetuación de regímenes autoritarios, supuestamente justificados por una relación de divinidad. Y no por tanto se expresen en alianza con los principios generales, de simple índole política, de la muy antigua Revolución Francesa, de 1780 (liberté, égalité, fraternité), sino por cuánto anuncian una voluntad colectiva de transformar las realidades sociales y económicas de las naciones ya afectadas, para incorporarlas a la “nueva modernidad”, a la revolución histórica del nuevo siglo.  

            En Venezuela, la palabra “revolución” ha servido para muchas tropelías y la mayoría de esas aventuras autodenominadas “revolucionarias” han terminado en hondas frustraciones, en tremendos engaños, los cuales han provocado la suspicacia y el temor con el cual los venezolanos reciben, cada vez, una nueva propuesta sugerente de un cambio, de una transformación revolucionaria. Hoy por hoy, la apellidada “socialista” o “bolivariana” no ha tardado demasiado tiempo en descubrir su propósito castrense, su naturaleza autocrática y su carácter de “apartheid” monocolor. No obstante, debemos reconocerlo, son millones los compatriotas de humilde condición social los que aún, en ausencia de otra alternativa en el espectro de las esperanzas, siguen creyendo en la posibilidad de alcanzar mejores condiciones de vida tras el arbitrario empuje del fraude imperante en el régimen que nos gobierna.  Sería irresponsable no advertirlos de cómo están exponiéndose a servir de “carne de cañón” a las ambiciones de poder, desmedidas, grotescas, de un grupo de inmorales que está llevándonos a un franco estado de destrucción nacional, en el siglo XXI, con falsos ideales concebidos ni siquiera en el siglo pasado, sino en el siglo XIX, cuando Carl Marx y Frederic Engels publicaron, en 1840, en la Gaceta de Berlín, su “famoso” Manifiesto Comunista.

            Tenemos que convencernos de estar en verdad en un nuevo siglo y que el mismo vocabulario político ha cobrado nuevos términos para el entendimiento común. No podemos permitir que se siga encerrando a las mentes, a las almas, a los sentimientos humanos de  nuestros connacionales,  en la vieja dicotomía de un “socialismo”  que salva, enfrentado a un “capitalismo” que oprime. Y tenemos que hacerlo con claridad y sin prejuicios. China, la antigua sociedad comunista de Mao Tsé Tung, se convirtió en la segunda potencia económica del mundo, precisamente, cuando se abrió a la globalización y se insertó en el mercado mundial. Probablemente mediante una original concepción de un “socialismo capitalista”.

La misma revolución democrática del mundo árabe ha podido tener éxito en la medida en la cual se fundamentó en la utilización de las nuevas redes sociales (Internet, Twitter, Facebook, etc.) no sólo para comunicarse multitudinariamente en regiones donde la libertad de expresión siempre estuvo proscripta, sino también para intentar un nuevo estilo, una manera diferente de organizarse y de activar una voluntad colectiva para la consecución de sus metas primigenias. No en vano hemos avanzado, tecnológicamente, como para no continuar aplicando los primitivos conocimientos de la humanidad, en cuanto a la organización social, el enriquecimiento cultural, el mejor desempeño, productivo, eficiente, cada vez más animado por la competitividad, del complejo aparato de la producción de bienes y servicios, para garantizarnos un crecimiento sostenido del beneficio en las condiciones de vida. El pasado cumplió su misión. Ahora nos toca prepararnos para vivir el futuro.

            La Revolución Democrática del Siglo XXI tiene que convencer a los pueblos de que quienes mejor pueden luchar y vencer a la pobreza y al atraso, son precisamente los afectados por esas endemias. No con limosnas populistas (léase “misiones”), sino preparándose para emplear con éxito los instrumentos de la superación. Tienen que aprender y educarse. Tienen que exigirle a la sociedad la obligación de prepararse educativamente. Nadie gana nada con el sostenimiento de una sociedad pobre y atrasada. Probablemente sólo convenga a regímenes como el presente en Venezuela, como convino a los comunistas de Stalin en Rusia y a los socialistas de los hermanos Castro en Cuba. O a los fundamentalistas que todavía gobiernan en el mundo árabe.

La Revolución Democrática tiene que crear “la otra universidad” y hacer que todo el mundo estudie, aprenda y se prepare para el trabajo. La educación obligatoria es una de sus metas. Luego la salud universal. La protección de todos, en todo momento y para siempre. Estado y Sociedad deben operar con un propósito común, mediante una estrategia concertada, contribuyendo sustantivamente para que todos sus integrantes gocen del mejor estado de salud posible, se alimenten adecuadamente y piensen, en libertad, sin privaciones físicas de ningún orden. Educarse y mantenerse sano, para trabajar cada vez más eficientemente, para hacer cada vez más productivo el esfuerzo común y competir con mayor vigor, en un mundo donde la competitividad debe ser una ley.

            Muchas de las instituciones que todavía operan en nuestros pueblos, deberían reorganizarse para estar a la altura de la exigencia del porvenir. Más que sindicatos, contratos colectivos, pliegos de peticiones y huelgas paralizantes del desarrollo económico, nuestros trabajadores, ya despegados de la pobreza y del atraso, deben presionar para el establecimiento de premios a la productividad, compitiendo entre si y haciendo cada quien mejor, los méritos para alcanzar posiciones gerenciales en las empresas u organismos donde laboren. Siempre hacia arriba. Nunca hacia atrás.

Y los partidos políticos, así como las demás organizaciones sociales, deben convertirse en movimientos con retos y objetivos definidos, sin los percances de la desviada presencia de rigores ideológicos, generalmente influidos por el pasado. Muchas ideas nuevas, ambiciosas, estremecedoras algunas, brillantes todas, pueden y deben surgir de esta necesaria concepción de la nueva modernidad, pero sin sacrificar, para nada, los valores fundamentales del sistema democrático, incorporado al todo del cuerpo social de la humanidad. Sin sacrificar la libertad. Sin sacrificar la justicia. Sin sacrificar la fraternidad.

            Una vez mas lo repetimos: es la hora de la Revolución Democrática del Siglo XXI. Ojalá podamos concentrarnos en esta convicción.

grooscors81@gmail.com    

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ESTUDIANTES VENEZOLANOS EN HUELGA, SE EMPIEZAN A SENTIR. CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL

La huelga de hambre que inició un pequeño grupo estudiantil en Venezuela hace solo unos días, crece y se mpieza a sentir. El ejemplo de estos muchachos es único, la tarea titánica y ejemplar,  las huelgas de hambre significan junto con la muerte, el  sacrificio más grande que un ser humano pueda llevar a cabo.
 
Se necesita  mucha disposición, carácter, ser perseverantes y estar totalmente convencidos de lo que defienden, Mahatma Gandhi en la India  fue un ejemplo para el mundo al utilizar este mecanismo de presión contra la opresión.

Según nos comunica el periódico ABC de España  “Lo que piden los huelguistas es una amnistía general, que el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza cumpla con su palabra de gestionar ante el gobierno venezolano la visita de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos para verificar las denuncias sobre la violación de los derechos humanos, que el gobierno venezolano siempre ha negado.”     http://www.abc.es/20110217/internacional/abci-estudiantes-amnistia-201102162310.html

El Canciller venezolano Nicolás Maduro dijo que: “La huelga de hambre de los estudiantes no es un asunto de la OEA”  ignorando el pedido de los estudiantes.

Por su parte el embajador de Venezuela en la OEA Roy Chaderton con su acostumbrado léxico y digno de los chavistas  “llamó “momios” y de “ultraderecha” a los jóvenes.

Y por otro lado el Secretario General de la OEA José Miguel Insulza   aclaró “que la organización no puede enviar una misión sin el acuerdo del gobierno de Hugo Chávez, y solicitó a los huelguistas deponer su protesta.”  http://www.elnuevoherald.com/2011/02/18/889049/eeuu-insta-a-venezuela-a-permitir.html  ¡Vaya organización que tenemos!

Todos estos personajes  parecen ignorar lo que está pasando en el otro lado del mundo, la brisa del descontento puede llegar hasta Caracas, unos pocos están enfrentando el hambre y el quebranto de su salud, pero, ¡ojo pelao! porque  la brisa se puede convertir en una tormenta y puede llegar sin avisar. Jóvenes de Colombia han apoyado a los estudiantes venezolanos, si esto se corre, lo que le espera a Chávez será la negociación para no levantar un polvorín.

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NO JUGABAN CON CARRITOS. ENRIQUE PEREIRA

Ese es el camino. Esa es la única forma de construir una nueva verdad.

Ayer los estudiantes nos dieron una nueva lección. Con una articulación estratégica muy bien pensada y mejor ejecutada, sentaron al gobierno en la mesa de diálogo. Bien por ellos y bien por el gobierno que finalmente entiende la necesidad de negociar y dialogar en términos de iguales, con empatía y mirándole la cara al contrario con el respeto que se merece. Esos muchachos no jugaban con carritos.

De menos a más fueron levantando una huelga en que cada día se sumaban nuevos participantes y eso –en criterio de muchos- unido al efecto África, sienta al gobierno a negociar antes de que se les fuese de las manos una protesta que lo único que hacia era crecer en fortaleza y decisión. Las concesiones del gobierno dejan al descubierto que efectivamente los presos que acceden a liberar, o bien estaban detenidos injustamente o sus procesos viciados, o por tiempos que exceden todos los estándares de justicia conocidos. Presos políticos pues.

Esta sociedad está falta de auténticos liderazgos. Políticos vencidos, con claras pretensiones personalistas han llenado la escena y más que ayudar, han colocado nuestras esperanzas en la acera de enfrente. Palabras huecas, transportadas por lenguas buscadoras de oportunidades, dejan atrás una larga lista de fracasos, que nos mueven en la dirección contraria de nuestras más genuinas pretensiones y deseos. Estos tiempos están por partir, al paso victorioso de nuevas juventudes, cargadas de una franca y prístina ambición de mejorar la patria de todos, la suya y la mía. Estos niños, aún sin barba, están cargados de la fuerza que les ha producido haber vivido la mitad de su vida, cuando menos, en esta interminable y creciente farsa. Tienen el guáramo necesario para triunfar en su propósito.

Esta nueva generación de juventudes, ingresa al juego, al igual que en otras épocas y otras latitudes, ingresaron al ver que la fotografía del mundo que tenían no se parecía al mundo que querían. Es siempre así, lo fue y lo seguirá siendo. Los jóvenes son contestatarios y proclives a iniciar los cambios. Mal trabajo hace una represión mal manejada, pues exacerba sus inquietudes. Más palo reciben, más trabajan en pro de su objetivo. De la última tiranía militar salimos movidos en gran parte por una camada de jóvenes, algunos de los cuales todavía hoy dan vueltas por ahí.

Los estudiantes son la reserva autentica de este país y la fuerza que el régimen no ha logrado subyugar y poner bajo control. Tanto está claro para el gobierno que cedió a su presión en el comienzo del año, retrocediendo en la aprobación de unas leyes y vuelve a ceder ahora ante una protesta bien orquestada.
Los vapores calientes de los volcanes sociales que parecían dormidos, llenan el ambiente. Vapores que huelen a libertad en lugar de azufre. Venezuela no escapa de ese despertar de inquietudes. Venezuela no juega con carritos.


@pereiralibre

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“VIOLENCIA E INSEGURIDAD EN VENEZUELA UNA BOMBA DE TIEMPO” ZENAIR BRITO CABALLERO

La frecuencia y la intensidad de las noticias asociadas a la violencia urbana en todas las ciudades venezolanas se han incrementado notoriamente en las últimas semanas. Parece que es hora de exigir a los gobiernos estadales  y municipales, un cambio de política para enfrentar el problema. Urge un análisis serio y científico, a cargo de especialistas, que ayude a identificar los orígenes, las manifestaciones de tantos hechos violentos, y proponga medidas más acertadas para manejarlos y controlarlos, aceptando que mientras no se resuelva el problema de la violencia política que padece el país en general, no habrá condiciones para una vida plena, en paz y tranquilidad. La violencia cotidiana parece ser el mal mayor en las ciudades y pueblos; refleja una alarmante descomposición social que amenaza la estabilidad social y económica de cada ciudad y de las regiones en general. 

Los atracos, robos y crímenes de todo tipo se suceden sin parar y casi sin control, y afectan a la población en general, sin distingos de edad, género ni ubicación social. Desde luego, el problema no es exclusivo de Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto o Maracay, es de todo el país, es del continente y es de todas partes, pero si se compara a Venezuela  con naciones  similares, los índices son mayores y en todo caso que el mal sea de muchos no puede servir de consuelo. Las principales ciudades venezolanas han soportado un proceso de urbanización tan intenso como inesperado, que ha desbordado el equipamiento urbano  y ha generado hacinamiento, marginalidad, crisis de servicios públicos y ha agudizado el drama del desempleo y de la pobreza. El transporte urbano es caótico, genera tensiones y crispamiento social. En este ambiente se da además la exclusión laboral y educativa de muchos jóvenes  y esto acentúa la violencia. No hay empleo para los nuevos profesionales porque no forman parte del clientelismo rojo-rojito, y el que hay es precario porque los jóvenes al no encontrar empleo estable acuden y aumentan el buhonerismo o economía informal. La deserción estudiantil es alta aunque los funcionarios del Ministerio de Educación digan lo contrario. Las frustraciones entre la población joven  son enormes. Los medios, la propaganda intensa y extensa incitan al consumismo, a seguir la moda y generan expectativas que muchos no pueden atender con recursos propios; la carencia  los impulsa al delito, a la búsqueda del dinero fácil, a tratar de lograr como sea lo que no se pudo lograr con trabajo honrado.  La sociedad no ofrece más alternativas de realización personal. Todo esto se traduce en mayores tensiones, ansiedad, estrés, hostilidad ciudadana y deterioro de la calidad de  vida. Es un cóctel explosivo. 

Las regiones y las ciudades han soportado desde hace rato la  violencia política, económica y social, pero en la actualidad es sobre todo la violencia delincuencial y urbana, asociada a conflictos no resueltos, la que abarca todos los espacios, no sólo los barrios marginales. Hay otros factores, como el mercado de armas y el crimen organizado, que interactúan con los problemas urbanos y promueven la violencia. El funesto culto a las armas es un hecho: representa y simboliza erróneamente al hombre adulto, macho, corajudo y valiente, que se convierte en “modelo” a imitar. Las armas de fuego modernas han hecho más letales los crímenes. Ahora no sólo hay más hechos violentos sino más muertos. 

Todo esto conduce a la INSEGURIDAD CIUDADANA, que es el temor a ser víctima de la violencia, es un miedo que paraliza, trastorna, perturba y causa malestar psicológico. De hecho, en toda Venezuela se han disparado las consultas psicológicas y psiquiátricas. Hasta la arquitectura se ha afectado. Las casas están casi amuralladas. Las terrazas tienden a desaparecer. La inseguridad es un mal  generalizado,  restringe la libertad e incide en la economía. En este estado de tensión social es fácil que los medios y la ciudadanía clamen por medidas represivas como forma de combatir la violencia. Muchos piden más policías, más armas, más patrullas, penas más severas y mano dura, esto es, cero tolerancias. Otros reclaman el derecho a hacer justicia por su propia mano. Es decir, las víctimas de la violencia responden con más violencia.

M. Gandhi decía que: “Ojo por ojo nos deja a todos ciegos”. Es posible que para superar la violencia se requiera de más control policial, pero ante todo se requiere de un diagnóstico que ayude a conocer a profundidad el problema. Sólo así será posible tomar medidas que al menos atenúen el fenómeno. Por ahora, es urgente mejorar la prestación de servicios y prestar más atención a las oportunidades de estudio y de trabajo digno para los jóvenes. Conviene además adoptar mecanismos sociales que le den protagonismo a las organizaciones comunitarias a la hora de discutir la violencia urbana. Desde luego, la solución total tiene que ver con la construcción de una sociedad más justa, con menos desigualdad y mejores oportunidades para todos. Una sociedad más humana, más democrática y no una demagógica socialista del siglo XXI.

britozenair@gmail.com

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NACION DE HERMANOS: LEY DE AMNISTIA YA!. MARIA WALTER

... el que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que produzcan los errores.Simón Bolívar

La sociedad venezolana expuesta como está a la cotidiana violencia que le roba la vida a sus jóvenes en la calle, se confrontó emocionalmente estos días con la denominada OPERACIÓN LIBERTAD a través de la cual estudiantes  universitarios optaron por el camino del ayuno voluntario como estrategia para lograr  un trato sencillamente Humano cónsono a la justifica de paz que en dignidad merecen los presos políticos en Venezuela -y que por razón del principio esencial del derecho a la vida es extensible a toda aquella persona que se encuentre recluida en prisión-  Los logros de tal muestra de desprendimiento  -solo entendible como  un  acto de amor incondicional-   ya comienzan a mostrarse con el tratamiento del caso de Biagio Pillieri, esperamos, su incorporación como diputado activo en representación del  Estado Yaracuy,  contribuya a viabilizar la Ley de Amnistía como fórmula para la concreción de las exigencias de estos jóvenes.  La OPERACIÓN LIBERTAD como un llamado a la conciencia, es expresión de dignidad que como Pueblo/ Nación nos convoca a descubrirnos y redescubrirnos, encontrarnos y reencontrarnos como vía hacia la trascendencia..  


Hijos todos de una misma República: NACION DE HERMANOS.  ¡ESO SOMOS! 

Con ese nivel de conciencia nada  ni nadie ya,  podrá separarnos! 

Nada ni nadie ya tendrá poder sobre nosotros,  Que nadie venga con sus pregones con intención de confundirnos, la ruta cierta está en lo mejor de nosotros mismos, nuestra condición Humana.  Nuestra misión como Nación del Mundo es crecer Y  crecer en el amor, en libertad, , en Luz. 


Sabernos Hermanados es el primer paso. En nosotros está esa posibilidad de realización individual y colectiva, sólo nos es requerido ver más allá de las apariencias que aún nos separan.  Es nuestro compromiso vencer los obstáculos que han sido sembrados para mantenernos separados, enemistados, cual si tus necesidades y las mías no fueran las mismas, cual si nosotros fuésemos diferentes…   Cada día es un llamado a la conciencia.  Basta ya de asumirnos  unos contra los otros.  El tiempo ya no espera!   Evaluemos con objetividad la vida que llevamos, ¿Qué pueblo/Nación del Mundo des-unido como hasta ahora estamos, puede avanzar?  

María Walter
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lunes, 21 de febrero de 2011

TRIBUNA LIBERTARIA. COMPENDIO OPINÁTICO. RAUL AMIEL. 21/02/11. OPINIONES DE JÓVITO ALCIDES VILLALBA VERA, ALBERTO BARRERA TYSZKA Y LUIS BARRAGÁN

Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano. Martin Luther King

1.- NO SOLO PRIMARIAS. JÓVITO ALCIDES VILLALBA VERA
2.- 2012. ALBERTO BARRERA TYSZKA
3.- DE LA LEGITIMACIÓN DEL CINISMO. LUIS BARRAGÁN

La Fuerza de la esperanza se mueve. Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 685 días. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel


NO SOLO PRIMARIAS. JÓVITO ALCIDES VILLALBA VERA

El clamor por las primarias  hace ya mas ruido que el caudaloso Caura cayendo en el Salto Pará pero, como ya se va haciendo costumbre, se le van dando largas al procedimiento para luego argumentar falta de tiempo, o cualquier otro elemento pretendidamente justificador de su no-realización.
La primarias no son solamente un procedimiento válido para la escogencia del candidato oposicionista a la presidencia, sino también, para la escogencia de candidatos a las gobernaciones y alcaldías que se elijan en un solo evento electoral, o en comicios separados, de acuerdo a las instrucciones que reciba la señora Lucena desde la oficina de su jefe.

Las elecciones primarias son tambien importantes como elemento de cultura para la èlite política mal acostumbrada a realizar acuerdos de espaldas a los gobernados, nariceando a los electores de acuerdo con intereses ajenos a los de la colectividad y la Nación. Realizar estas elecciones es tambien una forma de asestar un golpe demoledor a los cultores de la antipolítica mediática, y de la real.

Por las informaciones de prensa pareciera que todo el mundo esta de acuerdo con el procedimiento pero, algunos de los que dicen aceptarlo no se atreven a manifestar enfáticamente una fecha concreta para realizarlo; prefieren las salidas tangenciales buscando pretextos para el diferimiento, con la esperanza que, en el camino, algun suceso permita eludir esa forma de selección.

Particularmente, creo que  las primarias presidenciales deben realizarse, a mas tardar, el 20 de noviembre de este año, que, dicho sea de paso, coincide con la fecha aniversaria de la Revolución del “Sufragio Efectivo y la No-reelección”, mejor conocida como Revolución Mexicana de 1910.

Esas primarias podrían servir tambien para la elección de los candidatos a Gobernadores y Alcaldes, asi como  para la inclusión de un referéndum consultivo con una pregunta muy importante para la oposición: ¿ Esta Ud de acuerdo con una tarjeta única para las elecciones de: Presidente, Gobernadores,  Alcaldes? Esas preguntas habría que abrirlas de manera que se pueda votar, sí o no, para cada nivel de gobierno.

Otro de los argumentos esgrimidos contra las primarias es el del padrón electoral y el agente realizador de las primarias. Creo que las experiencias de Táchira y Aragua nos permiten concluir que, si bien el CNE y sus directores no son de fiar y obedecen ciegamente las instrucciones de Miraflores, no es verdad que nosotros seamos retrasados mentales  e incapaces de supervisar lo que es de nuestro propio interés.

Por otra parte y, precisamente, porque  es el CNE quien debe realizar el esfuerzo de esas primarias, es que me pronuncio por un padrón electoral cerrado, es decir, el que corresponde a las firmas solicitando el Referéndum Revocatorio de 2004, evitándose con ello cualquier manipulación de un gobierno gansteril capaz de todo.

Esta decisión dejaría por fuera del proceso seleccionador del candidato a las miles de personas cuyo desencanto las ha venido sumando a la oposición desde esa fecha, pero obsérvese, y creo que ellos tambien lo comprenderán así, que no se les esta excluyendo del acto final de votación sino de una primaria que es necesario proteger.

La inscripción de los pre-candidatos si debe ser abierta y ponerles como condición la firma de un compromiso público de acatamiento de los resultados de la consulta, asi como la fijación de una contribución para los gastos de propaganda que genere el proceso, con prescindencia de los que ellos mismos puedan gastar en la promoción de sus pre-candidaturas.

Pareciera que existe alguna preocupación sobre una supuesta proliferación de candidatos y creo que llevan razón quienes la manifiestan pero, en una sociedad de egos inflados y hasta folclóricos no es posible evitar que ello suceda; sin embargo, ello no debe ser visto como fatal.

Por otra parte, de esa misma proliferación derivará el hecho de que el pre-candidato ganador  lo será con un porcentaje de votos bastante bajo pues la torta de los electores, de por sí reducida por razones ya conocidas, habrá que dividirla entre mas personas, lo que no quiere decir que el candidato electo solo sea respaldado por ese bajo porcentaje. El solo hecho de convertirse en el candidato de la oposición con tarjeta única le potenciara los apoyos hasta colocarlo por encima de Chávez, creo yo, con bastante comodidad. No hay que olvidar que el prestigio de Chávez es un prestigio que se fue.

2012. ALBERTO BARRERA TYSZKA

Cada vez que leo o escucho a alguien agitando la certeza de que en 2012 la oposición ya tiene ganadas las elecciones, me asalta de pronto un susto particular. Es un escalofrío casi ontológico, una suerte de estornudo en el ánimo, un frío en la fe. No puedo evitarlo. Soy optimista por naturaleza, sin argumentos, de manera irracional, pero aun así, cualquier triunfalismo siempre me produce desconfianza.

Hay quienes parecen estar empeñados en distribuir la certeza de que el presidente Chávez ya está derrotado. Hablan como si ya tuvieran los resultados en la mano, como si lo único que faltara de aquí a las elecciones de 2012 fuera el tiempo. Como si nuestra principal tarea fuera, simplemente, esperar.

Desde su perspectiva, el trabajo político ya está hecho. O peor: suponen que el trabajo político de la oposición lo debe hacer el Gobierno. Creen que la ineficiencia de la gestión y el desgaste natural de los años en el poder garantizan, desde ya, la derrota oficial en las próximas elecciones.
Es la manera más cómoda de aspirar al poder: aguardando.

La caída de la popularidad de Chávez es su principal agenda política. El país sólo es una sala de espera.
Se trata, nuevamente, de confiar en una solución mágica y veloz de la historia. Ya no es el golpe de la Fuerza Armada Nacional. Ya no la intervención milagrosa de alguna potencia extranjera o de alguna organización internacional. Ahora la salida mesiánica la tiene el propio poder: hay que apostarle a su derrumbe.

Sospecho que esta ilusión se alimenta, además, con la idea de que estos doce años son un espejismo que puede deshacerse con sólo tronar los dedos. Que este tiempo no nos pertenece en realidad. Que es una historia de otros, un fenómeno que nos han impuesto y que podemos desvanecer fácilmente. Respira ahí una versión del país estrecha, que sigue gravitando en 1998, que todavía no ha entendido que esto que pasa es, también, esto que somos.

Una de las grandes ventajas que han favorecido, desde 1992 hasta ahora, la ambición y los planes militaristas de Hugo Chávez es, precisamente, la subestimación que hacia él han cultivado, de manera constante, casi todos sus adversarios. Le conviene. Casi podría pensarse que la promueve. Su estilo parece reforzar, a cada rato, la percepción de que es un simple chapucero con suerte, un Bucaram con canciones de Quilapyun en su repertorio. Un improvisado que siempre puede estar a punto de caer.
Pero la historia parece empeñada en demostrar lo contrario.

Ha tenido un éxito contundente en el control y en el sometimiento de la sociedad venezolana. De manera muy eficaz ha destruido lo que había y está imponiendo su proyecto. Chávez tiene una escandalosa capacidad de reinventarse. Cuenta con mucho poder y pocos escrúpulos. Es una combinación explosiva.

De aquí a 2012 estará en ese permanente estado de combustión. Y ya tiene a su favor el miedo. Actúa sabiendo que está en peligro, que se encuentra obligado a ganar.
Del otro lado, el triunfalismo es una gran tentación. Es mucho más fácil, y más agradable, repartirse la sexta república que dividirse las tareas para derrotar a Chávez. Suele el futuro ser más seductor que el presente. Todavía no está hecho.

Basta con asomarse al debate de las precandidaturas para entender que la democracia es una dinámica exigente, que la pluralidad cuesta trabajo, implica participar en un proceso duro, complicado, incluso doloroso. Es mucho más fácil y simple berrear en coro: “¡Ordene, comandante, ordene!” que intentar un intercambio de ideas con Manuel Rosales, o que sentarse a debatir sobre los tiempos y las edades de la historia con Eduardo Fernández o con Oswaldo Álvarez Paz. Aceptar que cualquiera tiene un legítimo derecho de aspirar y de ejercer el poder es también una ardua faena. La democracia requiere paciencia.

Francisco Suniaga, esta semana, ha destacado la importancia de decidir lo antes posible el candidato único que deberá enfrentar al Gobierno en 2012. Más allá de las razones de la MUD, Suniaga señala un elemento crucial: no se trata simplemente de una decisión electoral. Nos enfrentamos, también, a la elección del nuevo líder de la oposición. Es cierto. Y creo que no retrasar ese proceso es una buena manera de fraguarnos desde la dificultad, desde la complejidad que somos. Ni la crisis económica, ni la ineptitud oficial ni la corrupción harán el trabajo político que debe hacer el candidato, el nuevo líder, que represente y sume a los venezolanos que queremos un cambio.

El sueño de 2012 no se ha cumplido. No existe. A esta altura, creerse ganador casi es un camino directo a la derrota. Aquí nadie ha ganado nada. Aquí todavía necesitamos sobrevivir.

DE LA LEGITIMACIÓN DEL CINISMO. LUIS BARRAGÁN

Probablemente, la más importante sospecha y exigencia planteada por la oposición en medio de las consabidas y particulares interpelaciones parlamentarias realizadas, ha sido la de auditar las cifras que expone el gobierno.  Y no sólo porque la realidad cotidiana y palpable las contradice, sino por el inescrupuloso e infatigable maquillaje en el que se empeña el totalitarismo mediático.

Una poderosa maquinaria publicitaria y propagandística, se ha encargado de falsificar situaciones o acontecimientos que los sabemos nada paradisiacos. Cualquier persona puede constatarlos al acudir a los cuerpos policiales para denunciar un delito desestimado por su frecuencia, sin recibir ya constancia alguna;  cerciorarse de la tergiversación de casos que se procesan en las inspectorías del  trabajo, procurando una bondad estadística donde priva la injusticia; o sumirse en la perplejidad, dada la metodología del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que haya empleo o consumo diario de calorías donde no los hay.

Cuentan más las exhibiciones públicas de la venta estatal de alimentos, con sus desesperadas y muy extensas filas de personas, que el costo real de la inaccesible canasta básica y las intimidades de un negocio que no admite siquiera una investigación parlamentaria de estilo. De modo que, en ese esfuerzo de legitimación del cinismo en el que se empeñan, caben otras distorsiones, aún las más inimaginables, con el objetivo de prolongarse en el poder impunemente: no hay ni admitirán costo político alguno, por más visible que sea la sola  punta del iceberg.

Recientemente, en lugar de la objetiva reseña,  nada más y nada menos que la agencia de noticias del Estado respondió a las declaraciones del diputado Abelardo Díaz, denunciante de la  tendenciosa actuación del canal televisivo de la Asamblea Nacional. Y, aunque no reveló el parlamentario un novedoso señalamiento, la agencia agigantó y agravó la versión.

Poco importa la pluralidad política y los matices expuestos por la dirigencia opositora, pues Díaz fue presentado como diputado del “partido de derecha Copei”, irrespetuoso  de “los trabajadores y trabajadoras del canal”, del presidente de la República y de la Fuerza Armada Nacional a la que literalmente se le canta “honor y gloria”, con el debido comentario del ministro Izarra. Además de la descalificación, es obvia la distorsión procurando y avivando el desprecio el de los empleados del canal, sin que – por un instante – concretamente se diga algo en torno a una televisora más del partido de gobierno adueñado de sus horas de transmisión, la manipulación y censura de las cámaras en el hemiciclo y la radical ausencia de los diputados de la oposición en una estación a la que lógicamente pertenecen, al menos, en teoría.

Asistimos cada día a ese insólito esfuerzo de legitimación de la mentira, fraguada en el cinismo más burdo. Y, por si fuera poco, suscitando odios y revanchismos.

raulamiel@gmail.com
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LAS REVOLUCIONES ÁRABES NO SON ENDOSABLES- FERNANDO MIRES (DESDE CHILE)

El corolario es el siguiente:
“la derrota electoral de una dictadura popular sólo puede ocurrir si esa dictadura ha perdido las calles antes, durante y después de la elección”.

Cada vez que ocurren revoluciones en cadena en cualquier lugar del mundo no faltan quienes imaginan que el fenómeno se repetirá en otras naciones marcadas por diferentes historias y tradiciones. Tal creencia ha traído consigo –está casi de más decirlo- calamidades de enorme magnitud.

Basta saber que los revolucionarios franceses de 1789 estaban plenamente convencidos de que el bacilo de la revolución antimonárquica iba a expandirse a lo largo y ancho de Europa. Sin embargo, en lugar de provocar la revolución continental precipitaron la contrarrevolución europea la que terminó por demoler a los propios ejércitos franceses en Waterloo (1815)

Los bolcheviques –quienes heredaron todos los errores franceses- imaginaron por su cuenta que la revolución soviética era sólo el eslabón más débil de la cadena imperialista (Lenin) o el inicio de una revolución permanente de carácter mundial (Trotski) Los recién fundados partidos comunistas -también en América Latina- fueron llamados por la URSS en los años veinte del pasado siglo a formar “soviets” proletarios, incluso en países en donde apenas había clase obrera. Los resultados de tan absurdas aventuras fueron espeluznantes. Miles y miles de comunistas repartidos a lo largo del mundo pagaron con sus vidas las fantasías trotskistas y leninistas.

El ejemplo de la revolución cubana no es de mucha data. A partir de una pésima lectura de esa revolución, Che Guevara -reinterpretado en lenguaje metafísico por Regis Debray a quien prologó Fidel Castro en un disparatado libro titulado “revolución en la revolución” - llamaba a la creación de focos armados en las montañas de diversos países (incluyendo a los que no tenían montañas) Cientos de jóvenes y adultos con formación profesional, entre ellos el Che Guevara, fueron exterminados como conejos.

Los que tuvieron más suerte se perdieron entre los montes para regresar después de mucho tiempo, viejos, cansados y sobre todo, ignorados. Más todavía: la genial idea cubana destinada a exportar la revolución sólo consiguió enardecer a diversos generales latinoamericanos. Entre el golpismo castrense de los años setenta y el revolucionarismo castrista de los años sesenta –hay que decirlo alguna vez- existe más de alguna directa relación.

Quizás es necesario agregar que estas palabras las estoy escribiendo sólo como advertencia y no sin cierta preocupación. Porque recién está comenzando la revolución democrática árabe y ya algunos publicistas latinoamericanos, imaginando ser líderes de grandes masas, llaman a seguir el ejemplo árabe, como si las revoluciones fueran pandemias.

Por lo tanto, de acuerdo a la intención preventiva que estoy usando no es mala idea recordar que la revolución democrática de los países árabes tuvo lugar en contra de dictaduras radicalmente antipopulares. Estoy seguro de que a muchos el concepto “dictadura antipopular” puede parecer redundancia y, sin embargo, no lo es, pues guste o no guste es posible afirmar que no siempre las dictaduras han sido impopulares.

Las propias dictaduras árabes fueron muy pero muy populares en sus inicios. De acuerdo a la impronta “nasserista” que las caracterizaba, casi todas fueron erigidas sobre la base de profundos movimientos nacionalistas y anticolonialistas. A ello agregaban la ideología del socialismo del siglo XX (mucho más magnética que la alternativa que hoy nos ofrece esa ridiculez denominada “socialismo del siglo XXl”) Ahora, que después de la Tercera, los partidos sobre los cuales se sustentaban esas dictaduras hayan pasado a formar parte de la Segunda Internacional, sólo demuestra hasta que punto la idea del socialismo ha sido pervertida por los propios socialistas. Pero ese no es ahora el tema.

Parece elemental decirlo, pero hay muchos que no lo entienden: la primera condición para una insurrección democrática es la pérdida de popularidad de una dictadura. Para poner algunos ejemplos: las dictaduras fascistas europeas fueron extraordinariamente populares (y tal vez por eso, plebiscitarias) de ahí que ninguna fue derribada por efecto de una revolución interna. Pero no es necesario ir tan lejos.

Miremos el caso de las dictaduras latinoamericanas del pasado reciente, sobre todo la uruguaya, la argentina y la chilena.

La dictadura militar uruguaya así como la chilena fueron derrotadas no a partir de insurrecciones populares sino a través de plebiscitos en los cuales ambas perdieron la mayoría electoral pero no toda su popularidad. Hay que recordar que ninguna de ellas obtuvo en el plebiscito menos del 40%. Para ser más precisos: En Noviembre de 1980 la dictadura uruguaya obtuvo en el plebiscito destinado a reformar la Constitución el 42,51% de los votos en contra del 56,83% de la oposición. En Octubre de 1988 la dictadura chilena obtuvo en un plebiscito convocado para prolongar el mandato de Pinochet el 44,01% de los votos en contra del 55,99 de la oposición.¿Qué nos dicen esas altas cifras alcanzadas por las respectivas dictaduras? Algo muy simple: que ambas perdieron la mayoría electoral pero no perdieron ese mínimo de popularidad que impide un estallido insurreccional. Porque convengamos: tener más de un 40% de votación a favor no es un signo de impopularidad. Todo lo contrario: en cualquiera democracia pluripartidista sería suficiente para gobernar de modo holgado. No obstante, una dictadura para mantenerse electoralmente necesita no sólo muchos, sino la mayoría absoluta de los votos. La razón es sencilla: ninguna dictadura admite una alternativa intermedia. O se está con ella o en contra de ella.

Ahora, tanto la dictadura chilena como la uruguaya eran dictaduras no sólo populares; además eran plebiscitarias. No fue ese el caso de la argentina, la que no se vino abajo a través de un plebiscito sino como consecuencia de contradicciones internas, del pésimo manejo de la economía, de la aventura de las Malvinas, hechos que trajeron consigo no una insurrección al estilo árabe, pero sí amotinamientos, asonadas y demostraciones callejeras que hicieron imposible la continuidad de la gobernancia militar.

Las dictaduras comunistas de Europa del Este, por su parte, eran muy impopulares, y lo último que se les habría ocurrido a sus respectivos gobernantes habría sido llamar a un plebiscito. En gran medida todas reposaban sobre tanques rusos. Sólo cuando Gorbachov aseguró que los tanques no marcharían en contra de los pueblos, surgieron esas revoluciones democráticas a las cuales se parecen tanto las árabes de nuestros días. Es cierto que tanto las dictaduras de Europa del Este como las árabes mantenían algunas fachadas democráticas. Por ejemplo, en casi todas existían simulacros parlamentarios. Pero los parlamentos no legislaban y un parlamento que no legisla -obvio- no es un parlamento. Incluso si hay debates, esos son inútiles si los debates no se convierten alguna vez en leyes.

Ahora, las dictaduras populares salvo raras excepciones (la España de Franco o la Cuba de los Castro) no han querido o sabido resistir la tentación electoral y/o plebiscitaria. ¿Por qué? Primero, y aunque parezca tautología, porque son populares, es decir, sus personeros están convencidos de que son los verdaderos representantes de la voluntad nacional, voluntad que se mantendrá a través de los tiempos, amén. Segundo, porque como Mirabeau piensan que nadie se puede sentar sobre las bayonetas y por lo tanto no basta el apoyo –siempre escurridizo- de los militares sino también aquel que proviene de la legitimidad de los pueblos, sobre todo cuando se trata de ejercer la representación exterior.

Sin embargo, Franco (quien se creía ungido por Dios) y Castro (quien se cree ungido por la Historia) han demostrado en contra de Mirabeau que –bajo ciertas condiciones- es posible sentarse sobre las bayonetas aunque eso signifique romperse el culo, intenso dolor que no aceptan los dictadores plebiscitarios y /o electorales quienes no sólo quieren ser amados por sus pueblos sino, además, como ocurre con los amantes neuróticos, intentan verificarlo cada cierto tiempo.

Hay que recordar por lo demás que tanto la dictadura uruguaya como la chilena convocaron a plebiscitos bajo absoluto convencimiento de que los ganarían, si no por popularidad, al menos por el miedo y el terror. Si ambas dictaduras no hubiesen sido tan vanidosas quizás todavía tendríamos a los militares en el poder en esos países.

En fin, hay dictaduras plebiscitarias y otras que no lo son. Las árabes no lo eran.

¿Hay, además, dictaduras electorales? Mi respuesta no es muy categórica: sí y no. Sí, porque ha habido casos en que las dictaduras celebran elecciones (amañadas o no, no viene al caso discutirlo) No, porque cada elección es convertida por una dictadura en un plebiscito. Lo normal entonces es que las dictaduras populares sean plebiscitarias y las no populares no lo sean.

Sinteticemos: es muy difícil, casi imposible (no se conoce ningún caso) que pueda surgir una insurrección exitosa en contra de una dictadura popular. La tarea entonces, bajo esas condiciones, es lograr que esa dictadura sea cada vez menos popular. Y, como la mayoría de las dictaduras populares son plebiscitarias, el plebiscito (o una elección plebiscitaria, lo que es lo mismo) usado como un arma política de las dictaduras, puede convertirse también en un arma política de sus adversarios. En ese caso el plebiscito (o elección plebiscitaria) que pierde una dictadura se convierte en una insurrección –valga la paradoja- constitucional.

Por cierto, una dictadura popular después de haber sido derrotada tiene la alternativa de desconocer el resultado de la elección y en su lugar repartir plomo. Mas, en ese caso, las dictaduras arriesgan el estallido de una insurrección auténticamente popular, es decir, precisamente lo que se quería impedir con las elecciones. Pinochet, por ejemplo, era partidario de desconocer el resultado electoral adverso. Dos hechos lo convencieron de lo contrario. Uno: la gente ya estaba en las calles, como hace algunos días en El Cairo. Dos: a algunos generales –como también ocurrió en El Cairo- no les fascinaba la idea de pasar a la historia como genocidas. De todo esto se deduce un corolario.

El corolario es el siguiente:

la derrota electoral de una dictadura popular sólo puede ocurrir si esa dictadura ha perdido las calles antes, durante y después de la elección.
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RIQUEZA, BANCA E INSTITUCIONES (PRIMERA PARTE). RICARDO VALENZUELA. REFLEXIONES LIBERTARIAS. DESDE MEXICO.

El flagelo más doloroso que ha sufrido la humanidad durante toda su historia es la pobreza. Sin embargo, cualquier economista debería sorprenderse de lo persistente de esta peste sobre todo cuando encontramos que los avances tecnológicos y el capital, son transferibles sin mayores dificultades y la gente alrededor del planeta puede ser entrenada para trabajar con más eficiencia.

Pero si echamos un vistazo por el mundo, nos daremos cuenta que a excepción de Europa, sus ex colonias como Canadá, EU, Australia, Nueva Zelanda y algunos otros países como Japón, Corea, Taiwán, el resto presenta un rotundo fracaso del pobre para abandonar ese infierno. Ese fracaso para crear riqueza está íntimamente ligado a la baja productividad de la mano de obra. En los países pobres los nivel de productividad y capital, tan abundante en los desarrollados, son prácticamente inexistentes. En algunos de ellos se ha llegado al dramático extremo en donde productividad e ingreso per cápita, durante años han estado declinando.

POBREZA EXTREMA
Se pensaba que el origen de la pobreza alrededor del mundo eran las barreras para el flujo de capitales y tecnología. Sin duda esa era una válida consideración durante los primeros 80 años del siglo pasado. Sin embargo, durante los últimos 20 años muchos países se han embarcado en un esfuerzo para “liberalizar”— privatizando, abriendo mercados a los capitales y al trabajo, reduciendo barreras para el comercio internacional, es decir, se han embarcado en la nave de la competencia. En algunos este proceso ha hecho la gran diferencia provocando crecimiento y aliviando la pobreza. Pero en otros como Argentina, Indonesia, Venezuela etc, el proceso se ha estancado. 

Los fracasos en estos países ahora amenazan con regresar la historia a la época del proteccionismo, nacionalismo y control estatal del proceso productivo. Cientos de años de historia nos indican que esta regresión sería fatal para la pobreza, pero los procesos y cambios políticos no son siempre racionales, desafortunadamente, en muchos casos, son reactivos. Las amenazas en contra de la liberalización, aun cuando totalmente erróneas, son predictibles como respuestas a eso fracasos tan vergonzosos como el de la Argentina.

Entonces, la pregunta sigue en el aire: ¿Por qué la pobreza ha sido tan persistente y por qué los esfuerzos para importar desarrollo económico algunas veces han fallado? Enfatizamos la palabra “algunas” puesto que también hay historias de éxito—Los EU y Japón, hoy día dos de las economías más grandes del mundo, eran ejemplos de inestabilidad hasta mediados del siglo XIX. Japón es tal vez la historia más interesante.

Los EU iniciaron como una región poblada, controlada y gobernada por Inglaterra bajo sus instituciones políticas y legales. Es decir, EU es un producto de una nación ya desarrollada. Pero Japón es un ejemplo de creación de riqueza habiendo iniciado de la nada. Lo mismo podemos decir de Corea y Taiwán durante el siglo que acaba de fenecer. Estas historias de éxito se esculpieron sobre libre comercio, grandes exportaciones y la propiedad privada de los medios de producción. Entonces la pregunta no debería ser ¿por qué globalización y liberalización fallan en producir desarrollo? sino ¿por qué “algunas veces” fallan?

Casos de salidas de caballo fino y luego estruendosos fracasos incluyen México, Indonesia, Tailandia, Malasia, Turquía y más recientemente en nuestro traspatio; Venezuela y gran parte de los países en América Latina. El único caso de no solo recuperación sino de corrección de rumbo y desarrollo milagroso, ha ocurrido en Chile. Ahora, cuando los programas de liberalización fallan, lo hacen estruendosamente para convertirse en graves catástrofes como la que vivimos en México durante 1995. Este fenómeno se comporta como una montaña rusa en la cual las caídas son mucho más memorables que las tan ansiada ascensiones.

La respuesta al por qué durante cientos de años la pobreza sigue presente es la misma. Hay toneladas de literatura económica clásica, desde Adam Smith, Mill, Locke y más reciente Hayek, que nos advirtieron del importante papel de las instituciones para que  florezca ese fenómeno de la creación de riqueza. A menos de que los países tengan instituciones propiamente construidas, el desarrollo y el “combate a la pobreza” no se pueden dar. No es suficiente privatizar, reducir tarifas o liberalizar los flujos de capital. Debe haber instituciones domésticas que permitan a los agentes económicos producir eficientemente para los mercados mundiales, sin cargar los changos en la espalda que no se lo permiten.

Estas instituciones deben definir y proteger los derechos de propiedad; los contratos deben ser confiables y expeditamente ejecutados; las empresas deben de competir en un campo limpio, parejo y claro—no a través de las conexiones gubernamentales—y los riesgos tomados por individuos y corporaciones deben resultar en sus pérdidas o ganancias, y no en los bolsillos del gobierno si son ganancias, o en pasivos del pueblo si son pérdidas.

En los países pobres los empresarios, la tecnología y el capital disponible de los ricos, no pueden por si solos resolver el problema de la pobreza si las instituciones han sido construidas para sabotear sus esfuerzos. Si los derechos de propiedad no están protegidos, no habrá incentivo para crear activos en esos países puesto que pueden ser robados por ladrones clásicos, o gobiernos tipo Chávez, Morales y Ortega.

Si los contratos no pueden ser confiables los negocios operan en el limbo. De esa forma no solo tienen que enfrentar los riesgos anormales que esos países presentan en mercados inestables, sino también la incertidumbre de si los contratos de hoy se podrán traducir en costos, ingresos, entregas, el día de mañana. Ahora, si la firma no compite en un campo parejo, eficiencia e innovación no son recompensadas. Un empresario que introduce una nueva idea o encuentra usos más productivos del trabajo y capital, se le limitará el usarlos para posicionarse mejor en el mercado. Los clásicos “empresarios estatistas” sabrán que es mucho más ventajoso invertir su tiempo y dinero consiguiendo favores políticos (el rentismo) y usarán el mercado como herramienta política para neutralizar la competencia.

Finalmente, los empresarios estatistas saben que si la apuesta les falla; ahí estará el gobierno mecánico y plomero para rescatarlos, entonces el verdadero capitalismo nunca emerge puesto que los “empresarios” saben que pueden hacer esas apuestas arregladas—águila gano, sello, pierde el pueblo. Esto ha formado una clase empresarial que no tiene noción de lo que es arriesgar prudentemente. Arriesgan todo de la forma más irresponsable sabiendo que las cartas están marcadas, y así nunca se promueve el responsable análisis de la verdadera factibilidad, mucho menos la eficiencia y productividad que resultan de una sana competencia.

Ricardo Valenzuela
chero@cox.net
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EL PREDOMINIO DE LOS PUSILÁNIMES. ALBERTO MEDINA MÉNDEZ. DESDE ARGENTINA

A veces cansa escuchar a tantos que dicen mucho y hacen poco para cambiar el curso de los acontecimientos. Mucho discurso y poca acción. Es interesante tener diagnósticos adecuados, pero mucho mas desafiante es pasar a los hechos, esos que pueden marcar el comienzo de una revolución, de un verdadero cambio con mayúsculas. Algunos están mejor preparados. Esos no tienen perdón alguno. Eligen la comodidad de su presente y condenan a sus hijos a un futuro innecesario, además de elegir lo incorrecto, eso que no dignifica y que solo nos hace transitar sin mas por esta vida.

Espero que el material sirva para leer, porque no polemizar, y en buena hora si se puede reflexionar y difundir.

Un saludo

Alberto


No resulta necesario deambular demasiado para encontrarnos con valientes que se llenan la boca con grandilocuentes discursos, con corajudos de café o audaces de laboratorio.

PURA PAJA 
Los críticos del sistema abundan por doquier. Los encontramos en cualquier parte. Y motivos para estar enojados no les faltan. Los problemas cotidianos son múltiples y todo hace pensar que quienes se conforman, viven otra realidad, o simplemente se han entregado mansamente al destino que perciben como inmanejable.

Pero, a poco de andar, y casi en cualquier ámbito vemos como se reitera aquella fabula conocida en la que todos coinciden en la necesidad de “ponerle el cascabel al gato” y aplauden con fervor y entusiasmo esa decisión. Celebran haber acordado y encontrado la solución, pero ante la siguiente inquietud, esa que plantea quién será el que se ocupará de la cuestión, de tomar la iniciativa, de tener el valor suficiente para protagonizar la ejecución de esa idea consensuada, aparecen los silencios y “cada animalito huye hacia su cueva”.

Es que sobran los que vociferan, pero faltan los que estén dispuestos a hacer la tarea, y sobre todo a tomar esos riesgos, a descender de los privilegios, a abandonar la comodidad del presente y arriesgarse a un futuro incierto.

Y no se trata de pobres o ricos, de sectores sociales diversos, ni mucho menos de mayor o menor cultura general, o acceso a la educación. Es mucho más simple que eso, solo tiene que ver con la ausencia de determinación, con la incapacidad de comprometerse, con un cortoplacismo patológico, pero fundamentalmente con esa indignidad, esa que empuja a recorrer caminos incorrectos, que incluyen humillaciones personales y situaciones que no deberían digerirse con tanta naturalidad.

Queda claro que nos han quebrado, pero también es cierto que nos hemos puesto en situación vulnerable. Privilegiamos cuestiones superficiales y le hemos perdido el respeto a los valores fundamentales. Queda poco decoro y escaso pudor. Hemos dejado atrás la vergüenza para dar paso a un interminable mar de justificaciones, esas que le ponen un manto de piedad a nuestros errores, esas que intentan atenuar la importancia de nuestras equivocadas decisiones como ciudadanos, escudadas en cuanta trampa nos ponen en el camino, como si fuéramos ingenuos personajes de la realidad.

La lucha por la libertad implica sacrificios y para merecerla hay que estar dispuesto a ello. Nunca más exacta aquella frase que le atribuyen a Bernard Shaw que dice “ la libertad significa responsabilidad, por eso la mayoría de los hombres le tiene tanto miedo”

Algunos deberían aprender a tener el tino de llamarse a silencio. Al menos si no van a mover un dedo, podrían tener el buen gusto de dejar de ufanarse de una valentía que no les cabe. La hipocresía del doble discurso ha tomado demasiado vuelo y en sus filas reúne a muchos, demasiados quizás. Tanto pusilánime dando vueltas satura. Es difícil de aceptar que cierta gente, que aparentemente tiene determinadas cualidades que la distancian del promedio, puede dejarse aplastar por el temor, por los miedos. Queda claro  que prefieren evitar su responsabilidad cotidiana, ya no como parte de una sociedad, sino como ser humano, como individuo con algo de dignidad.

Estos que hablan en privado como eruditos e ilustrados, bien podrían tener al menos una cuota de recato y dejar de faltarle el respeto a la inteligencia de sus interlocutores, como si ellos no se dieran cuenta de las contradicciones que los rodean a diario.

Alinear discurso y acción no es tarea sencilla. Pero es muy sano entender lo que está pasando, lo que sucede. Estamos como estamos porque hacemos lo que hacemos, y porque hemos elegido voluntariamente, y lo hacemos a diario, dejar de hacer ciertas cosas que podrían cambiar el curso de los acontecimientos.

Vale la pena asumir que lo que nos pasa, tiene que ver mucho con lo que hemos decidido hacer de modo individual. No es casualidad, en todo caso es lo esperable. Los más preparados e inteligentes, los más hábiles y talentosos están en otra sintonía, ocupándose de “lo suyo”. Pues entonces lo que sucede es lo inevitable, lo que se puede esperar cuando se delega poder, se lo concentra en pocas manos y se decide no solo desligarse de la tarea sino del control hacia quienes hemos encomendado esas misiones.

Tal vez cierta obsesión por una forma de transcurrir la vida sea uno de los escollos a vencer. Es probable que cierta mirada sobre el éxito nos esté nublando la vista y hayamos perdido el norte. “Intenta no volverte un hombre de éxito, sino un hombre de valor” reza cierta frase de Albert Einstein. Por ahí lo que sigue faltando es coraje, valentía, e inteligencia en un sentido más amplio.

Mientras los mejores sigan “durmiendo la siesta”, y los más aptos insistan en la teoría de que esto se resuelve cuando “otros” o “alguno” tomen la posta, estaremos girando en círculos, volviendo al principio de tanto en tanto, para permanecer indefinidamente en este pantano plagado de lo peor de nosotros mismos.

La historia se repite y casi nada nos hace pensar que podamos revertir la inercia que estamos recorriendo. Al menos no, mientras siga vigente el predominio de los pusilánimes.


Alberto Medina Méndez
amedinamendez@gmail.com
skype: amedinamendez
www.albertomedinamendez.com

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