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jueves, 19 de diciembre de 2013

ELINOR MONTES, UN SACRIFICIO TIENE QUE TENER SENTIDO

¿Cómo se puede pedir y justificar que la gente le dé más dinero a un administrador malvado cuando lo lógico sería despedirlo?
En este mundo al revés los totalitarios comunistas han sido tan hábiles en la guerra que libran contra sus connacionales venezolanos que no sólo la han financiado con el dinero de sus víctimas sino que además, no rinde cuentas quien tiene que rendirlas sobre el millón y medio de millones de dólares que sin control han dispuesto los rojos para financiar sus fines personales, quien no tiene que rendir cuentas ni estar controlado en sus ingresos y gastos, “el soberano”, es quien rinde cuentas y está bajo control total del régimen, no puede ni elegir cuanto ni qué comer,  y para colmo, cuando los rojos piden más capital, más sacrificio a la gente ya bien golpeada, como ahora que proponen “debatir lo fiscal” y "comenzar a cobrar la gasolina", hay economistas demócratas que justifican las dañinas devaluaciones, aumentos de impuestos, de la gasolina, etc., y además sugieren soluciones a un régimen que intencionalmente, con premeditación y alevosía, viene arruinando sistemáticamente a la gente mediante el uso de la economía como arma de guerra, que adicionalmente no está dispuesto a reducir sus gastos de mantenimiento del poder y expansión del totalitarismo comunista por el mundo y por ello sigue con la “regaladera” 

¿De dónde sacan los economistas que el régimen, evidentemente malvado y calificado internacionalmente entre los más corruptos del mundo, se ha convertido y ahora sí administrará el dinero extra con transparencia y para solucionar el desastre económico que ha causado? 

El asunto a debatir es si es lógico que a un administrador ilegítimo, ladrón, despilfarrador, que no rinde cuentas se le dé más poder y dinero para que, por si lo anterior fuere poco, siga destruyendo a la gente con la eficacia y la eficiencia acostumbrada.

Una persona tiene que tener moral para pedir un sacrificio y además el sacrificio tiene que tener sentido. Esta situación llegó a este punto porque éste no es un gobierno de la gente, ni para la gente, ni por la gente y como dice Constanza Espinel: “No se puede plantear el asunto de la gasolina como un problema económico, cuando lo que está planteado es la destrucción de la gente, entre otros, a través de la eliminación de las fuentes de empleo, de la inflación sostenida, de los controles extremos en todos los ámbitos, de un IVA alto mantenido no obstante los altos ingresos petroleros, de la pérdida sostenida y sistemática de la libertad y la dignidad ¿Qué más se le puede pedir a la cgente?

El problema económico es un problema que debe ser enfocado desde el punto de vista político y moral en el que la economía es un instrumento para destruir a la gente. Mientras la realidad no sea vista por la dirigencia, los especialistas, la propia gente y por el mundo la situación no se puede resolver”. 

elmon35@gmail.com


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martes, 13 de marzo de 2012

ZENAIR BRITO CABALLERO: “MERCADERES DE ILUSIONES Y SUEÑOS”

Desde siempre, en fines de semana soleados y nutridos de personas, a mercadillos citadinos, rebosantes de astucia y mañas se asoman locuaces personajes que arman rueda, para quitarles las monedas a señores y señoras curiosas, a muchachos ingenuos, a dependientes irresponsables, y a señores de experiencia.
Es una ronda en la que todos caen porque la palabrería cautiva, los gritos de los vendedores llaman a comprar con rebajas, porque la mercancía deslumbra, porque la aglomeración impide ver de lejos, y porque la inercia de la rueda arrastra hacia el interior de un escenario en el que todo se transforma para que nada pase.
Transcurren las horas, los pisotones se intensifican, la fetidez se consiente, la conciencia se amodorra, el espíritu se aleja, y los cuerpos desfallecen sobre los cuerpos mientras los encantadores se alejan con los turbantes llenos.
Al atardecer, o mucho antes del atardecer, los espectadores se santiguan y se lamentan porque ninguno presenció el momento crucial en que las serpientes, que tampoco nadie vio, al sonido de flautas buchonas se irguieron sobre sus colas y se transformaron en flecos de seda multicolor.
Siempre ha sido así, y siempre será así porque la historia de los pueblos y de las ciudades como mi Barquisimeto querido se nutre de leyendas que inspiran leyendas.
No es que las literaturas orientales, tan culebreras ellas, ni las fantásticas realidades del trópico, preñadas de trágicos anuncios, se tejan al cuello de los miserables para hacerlos más miserables, a los brazos de los ineptos para hacerlos más ineptos, y a la estupidez de los ilusos para hacerlos más ilusos.
Lo que sucede es que el narcótico de la facilidad, la harina de arroz tostada, esa que tanto  sirve para nutrir infantes como para cebar verracos, el paternalismo infame que pedalean los de la izquierda para tener burocracia aunque ganen los de la derecha, el  pérfido contractual-ismo del voto pago, han menguado las instituciones, socavado la democracia, prostituido la política, y oprimido al pueblo.
A quienes debieran levantar la voz para decir justicia los mandan a doctorarse al otro lado del mundo, a quienes debieran dar ejemplo de dignidad los colocan en una consejería cualquiera, a quienes debieran ir a prisión los enaltecen como controladores del quehacer social, a quienes debieran perder la investidura les elevan la curul hasta los estrados directivos, a quienes debieran tener casa por cárcel como la jueza Afiuni la siguen maltratando y humillando porque es una presa del gobierno comunista, mientras el homicida y enfermo patológico de Edmundo Chirinos, por cierto médico psiquiatra de Chávez le dan casa por cárcel. ¡DIOS, en que país vivimos……!
El triste despertar de los parroquianos que no vieron el encantamiento de las serpientes no es simple parodia de la historia nacional, es la cruda verdad,  muchas  veces repetida, porque la noria de la corrupción colectiva, de tantas vueltas que ha dado, molió el concepto de rectitud administrativa, desajustó los ejes de la solidaridad social, deformó las guías del engranaje jurídico, perturbó la lógica ciudadana, y se transformó en un mecanismo aplastante que va pendiente abajo sin rumbo conocido.
En momentos en que empiezan a descifrarse previsibles divergencias dentro de la pre-campaña electoral, se necesita la irrupción de una verdadera fuerza política con sentido de responsabilidad  pública y vocación de poder, que verifiquen el cabal cumplimiento de programas expuestos durante la campaña electoral y estructuren veedurías enfocadas a derrotar el engrase de aparatos pensados y armados para exprimir la hacienda pública quedándose en el poder.
britozenair@gmail.com

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lunes, 17 de octubre de 2011

CARLOS BLANCO: EL MUNDO AL REVÉS (TIEMPO DE PALABRA)

"El intento de ser sensatos es loable, pero a veces se convierte en desagradable coartada"

El mundo al revés. "Si bien es cierto que... no es menos cierto que... " es un tipo de oración que fascina en un trozo dominante de la opinión pública nacional. Suele ser la postura de quienes quieren aparecer como equilibrados y en realidad se asumen como jueces; quieren aparecer en el centro; alejados de los extremos. Son cómicos. En el campo político abundan. Son los que afirman estar alejados de los extremos, de los radicales de ambos lados, no son ni rojos ni azules: son morados. Dicen que si bien es cierto que Chávez es una autócrata, no menos cierto es que se ocupa de los pobres. Si bien es cierto que hubo democracia no menos cierto es que esa democracia se volvió papilla. Si bien es cierto que las misiones no sirven para nada no menos cierto es que reflejan unas intenciones tan, pero tan buenas...

DELICADO EQUILIBRIO. El intento de ser sensatos es un objetivo loable dado el mundo de locura que sirve de vivienda y entorno a la mayoría de los ciudadanos. Lo que pasa es que a veces se convierte en una desagradable coartada. Quien esto escribe ha defendido la idea de que la convergencia con exchavistas es propósito ensalzable y a nadie se le debe solicitar carnet de entrada en el abigarrado mundo de la disidencia. Pero una cosa es no reservarse derecho de admisión (¿quién lo tendría?) y otra es que algunos apenas desprendidos del traje escarlata pretendan instalarse como presidentes del club.

Dícese esto porque resulta una especie de contrasentido que algunos camaradas que se dejaron de eso pretendan dictar las normas de cómo la alianza opositora tiene que construirse y, además, lo digan bravísimos. Hay hasta quienes tienen la osadía de decir quiénes tienen derecho y quién no a abanderar las propuestas opositoras; los vetados lo serían porque formarían parte de una supuesta y falaz cuarta república. Que algunos chavistas de hasta antier se vean con el derecho a censurar a AD, Copei o dirigentes de la democracia previa al bochinche bolivariano, suena como demasiado. Cierta elegancia no sería desdeñable.

CAP. La vocación oportunista por el equilibrio se ha puesto de manifiesto en el caso de Carlos Andrés Pérez. El reconocimiento a su figura viene de diferentes parajes, sobre todo de quienes tienen la posibilidad de comparar los tiempos de ahora y de antes. CAP no formaba parte del escenario político activo desde 1993 cuando fue derrocado por la conjura, hace 18 años, de manera que ha habido tiempo para ponderar su obra y significado. Por eso resulta no sólo mezquino sino forzado analizar al personaje como si fuese un inventario de debes y haberes. Que el hombre tuvo errores y algunos serios lo único que hace es confirmar su humana condición, pero usar esos errores para la estrategia de "si bien es cierto que... no menos cierto es que... " resulta una necedad.

No es verdad que fue más demócrata que nunca porque aceptó mansamente que se le destituyera. Haber descuidado ese proceso más bien muestra que había perdido los reflejos que lo habían convertido en un político de excepción; porque eso no fue sino una conspiración con velos institucionales; exactamente como ahora hace Hugo Chávez con la jueza Afiuni, con los comisarios, los militares y otros perseguidos. Son tribunales los que los condenan pero tribunales que no están al servicio la ley sino de propósitos que se sirven de ésta. Que viniera algún papanatas a decir que la jueza Afiuni es una demócrata porque no ha tenido más remedio que aceptar la justicia de sus verdugos sería una náusea.

De igual modo hay quienes asumen que CAP era un corrupto, pero eso sí, un demócrata, es una concesión demasiado graciosa a la conspiración que lo derrocó. A CAP lo condenaron por usar la partida secreta en una misión policial a Nicaragua para proteger a Violeta Chamorro cuando los sandinistas, ahítos de poder y habiéndose repartido "la piñata", no garantizaban la seguridad de quien los sustituiría en el poder. Ningún otro elemento fue usado para condenarlo; ahora, si hay el "juicio de las multitudes" y se acepta como criterio no quedaría títere con gorra, incluidos los miembros del Gobierno nacional, y de los regionales y municipales, sin distingo de ideologías o posiciones políticas. El otro elemento usado contra CAP es que tenía una amante que habría intervenido en asuntos públicos sin que se haya aportado ninguna prueba sobre la materia; aunque es de sospechar que más urticaria producía que tuviera amante que las acciones que ésta habría desplegado, lo cual lleva a pasar por alto que tal vez con una excepción todos los presidentes democráticos, para no hablar de los otros, han tenido sus amantes dentro de una tradición de la cual no hay que sentirse orgullosos. Hasta hay catiras famosas que tienen una influencia notable por trascorrales...

CHÁVEZ. En otros trabajos acá publicados se ha sostenido que uno de los problemas esenciales de un sector opositor ha sido el de hacerle peligrosas concesiones al caudillo en el plano de las ideas. Asumir que existe una "quinta" república es tal vez una de las más peligrosas renuncias que algunos han hecho, sea por el intento de congraciarse, sea por ignorancia. Ese concepto esconde la idea de que se ha producido un cambio revolucionario que ha refundado la sociedad desde sus propias bases y habría construido una nueva sociedad. Ha habido destrucción masiva de las instituciones y del tejido social en el cual los ciudadanos están inmersos, pero no hay instituciones nuevas, alternativas y sanas. Lo que hay es un desierto en lo que antes eran instituciones cojitrancas y reformables.

Aceptar los conceptos del régimen es aceptar su visión del mundo; designar el aquelarre bolivariano a través de su instrumental simbólico es reproducirlo. Véase si no cómo la oposición se ha visto prisionera de la opinión pública dominada por la perspectiva oficial al aceptar, por ejemplo, que las misiones continúen. Estas son un fracaso, su única continuación seria sustituirlas por programas sociales que funcionen.

LAS ENCUESTAS. Comenzó la batalla de las encuestas, de sus dueños y de quienes las contratan. Algunas, convertidas en partidos de relativo poder. Sacan sus números, los convierten en tendencias, en ciertos casos los empresarios-encuestadores, trocados en analistas políticos, son agentes para la promoción de la cuasi invencibilidad de Chávez. ¿Quién paga las encuestas? Nunca se supo. ¿Quién audita en forma independiente esas empresas que son agentes abiertos o encubiertos de intereses determinados? Nadie.

Hay grupos muy influyentes que quieren promover o descartar opciones dentro de la oposición, o colocar a esta en plan de fuga o lentamente elaborar el paisaje según el cual Chávez ganaría, aunque no se diga así. Tienen derecho a promover sus opciones pero el país tiene derecho a saber a qué señor sirven.

www.tiempodepalabra.com
Twitter @carlosblancogEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA

martes, 29 de marzo de 2011

LA TEMERIDAD DE LOS INSENSATOS. ALBERTO MEDINA MENDEZ

Que los vividores del sistema estén alineados detrás de la ideología preponderante, se puede intentar entender.

Que los financiadores de la fiesta, aplaudan, validen y hasta se convenzan de que esto es lo correcto, preocupa y mucho.

Es que parece que hemos perdido el norte. Si realmente los que sostienen esta parodia creen que ser esquilmados es lo adecuado, que ser saqueados tiene algún tipo de justificación moral, y que el único problema que debemos enfrentar es evitar que se corrompa el procedimiento, el destino de los fondos, la transparencia del gasto, estamos realmente en problemas.

El reino de la insensatez se ha instalado entre nosotros. Los productores, los que generan riqueza, los creadores siguen esmerándose día a día, utilizando más de la mitad de sus energías en vencer los escollos que propone el sistema con burocracias interminables, impedimentos sin sentido, requisitos ridículos y una verdadera sinfonía de retorcidas ideas que encuentran amparo en insólitos derechos y bondadosas ideas que colocan al emprendedor en el papel de ogro, y al funcionario como el garante de las mas tiernas intenciones sociales.

Es paradójico, los que generan riqueza son los malos, y los que no producen nada son los buenos. Los que no son capaces de crear una sola idea, de multiplicar bienes, de ofrecer oportunidades genuinas, controlan a los que consiguen hacer girar la rueda del mundo. Y lo inconcebible, es que esa visión tiene aceptación social masiva. Los creadores deben ser controlados según esta tortuosa mirada y los que solo contemplan, ser los merecedores beneficiarios de estos esfuerzos. Los que corren riesgos, los que comprometen su tiempo, inteligencia y patrimonio, parecen tener la obligación de hacerlo, como una especie de mandato social por el cual es su deber, y no hacerlo es inmoral.

En “La Rebelión de Atlas”, una de las obras más extraordinarias de Ayn Rand, se plantea ese escenario en el que los creadores, los intelectuales, los que producen deciden medir sus fuerzas y demostrarle al mundo la importancia de su rol en una sociedad libre. Esta novela es reveladora y pone de manifiesto algo demasiado evidente, que sigue siendo refutado sin argumentos sólidos que puedan confrontar la idea central. Todavía hay gente en este planeta que cree que el enemigo está allí, que se trata de controlar al despiadado emprendedor, que es loable su esfuerzo cuando es chico, pero que debe ser depredado si se le ocurre crecer.

El mundo parece suicidarse detrás de esas ideas. Es como si no comprendiera que el progreso de la humanidad viene de la mano de esas mentes creativas, de la invención, de los innovadores, de los trasgresores que se animaron a pensar distinto y no de los iguales, de los que esperan ser contenidos y soportados por una sociedad que les debe favores para incluirlos como consigna moral. Pero la cobardía de los intelectuales, la claudicación de los principios, el temor a la intimidación del aparato estatal que supimos crear, durante décadas, está amedrentando a los mejores.

Detrás de discursos incorrectos, ideas inadecuadas y una retórica simplista, se ha engendrado un monstruo, que se ha vuelto clara y predeciblemente en contra. Era obvio que esto sucedería, pero no lo vieron venir. Sin embargo, muchos no despiertan. Siguen creyendo que pueden alimentar al esperpento estatal, sin que se los devore. Solo se trata de tiempo. Más tarde o más temprano, serán la próxima colación de esta bestia. Hoy ya lo está haciendo. Se queda con una parte significativa de su esfuerzo, vía impuestos más toda la maquinaria de intrincados instrumentos que ha inventado para esquilmarlos a diario. Pero no se conforma con ello, se sigue nutriendo, ya no solo de recursos económicos, sino que ahora va por las libertades y se las quita una a una, para que no sea perceptible, para limitar su espacio, diciéndole que puede hacer y que no, dictando una nueva moral en la que libertad es mala palabra.

Esta nueva ideología, dominante por cierto, está avanzando rápidamente, indicándonos que lo nuestro no es nuestro, que lo que creemos que tenemos está a préstamo, es solo una concesión temporaria. Ni siquiera somos dueños de nuestro cuerpo, solo podemos usarlo, en tanto y en cuanto lo hagamos de acuerdo a los códigos morales que ellos imponen.

Los creadores, los productores, los que generan ideas y recursos, están perdiendo la batalla. Ya no solo se están resignando, renunciando a sus principios, aceptando mansamente los atropellos cotidianos, cediendo sus recursos, tiempo y creatividad para alimentar a los que nada hacen más que saquearlos, sino que además ahora los los vitorean y los votan, validando su peligroso discurso.

Algunos lo hacen sin darse cuenta, con alguna cuota de ingenuidad. En el camino ya han arriado sus banderas. Otros, que se creen muy inteligentes, suponen que podrán domar la fiera, que siendo su aliado circunstancial nunca les llegará el turno.

Vaya si se equivocan. Es posible que ellos no terminen pagando los platos rotos, pero están condenando inexorablemente a sus hijos a ser triturados por un sistema que ellos mismos cooperaron en engendrar, engordar y fortalecer hasta el cansancio.

Se han convertido en cómplices necesarios. La inercia no se interrumpe así nomás. Se precisan valientes, héroes, gente dispuesta a inmolarse para que esto cambie de rumbo. No parece una propuesta muy atractiva. Se trata de una elección, personal, individual, intransferible, muy difícil. Podemos elegir sin dudas. El status quo, la indiferencia, es una posibilidad, más que cómoda. Pero no es gratis, tiene precio. Y uno muy alto, por cierto.

Nuestra libertad, nuestros valores, nuestro futuro y el de nuestros hijos, está en juego. Podemos elegir. O lo hacemos ahora, o definitivamente condenaremos a las generaciones que trajimos al mundo a pagar esos costos multiplicados hasta el infinito. Estamos frente a un dilema moral. Nuestro bienestar actual es una posibilidad, la más placentera sin dudas. Lo otro es hacer lo correcto. La fotografía del presente, muestra que, hasta ahora, ha primado la temeridad de los insensatos.

Alberto Medina Méndez
amedinamendez@gmail.com
skype: amedinamendez
www.albertomedinamendez.com

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lunes, 21 de febrero de 2011

LAS REVOLUCIONES ÁRABES NO SON ENDOSABLES- FERNANDO MIRES (DESDE CHILE)

El corolario es el siguiente:
“la derrota electoral de una dictadura popular sólo puede ocurrir si esa dictadura ha perdido las calles antes, durante y después de la elección”.

Cada vez que ocurren revoluciones en cadena en cualquier lugar del mundo no faltan quienes imaginan que el fenómeno se repetirá en otras naciones marcadas por diferentes historias y tradiciones. Tal creencia ha traído consigo –está casi de más decirlo- calamidades de enorme magnitud.

Basta saber que los revolucionarios franceses de 1789 estaban plenamente convencidos de que el bacilo de la revolución antimonárquica iba a expandirse a lo largo y ancho de Europa. Sin embargo, en lugar de provocar la revolución continental precipitaron la contrarrevolución europea la que terminó por demoler a los propios ejércitos franceses en Waterloo (1815)

Los bolcheviques –quienes heredaron todos los errores franceses- imaginaron por su cuenta que la revolución soviética era sólo el eslabón más débil de la cadena imperialista (Lenin) o el inicio de una revolución permanente de carácter mundial (Trotski) Los recién fundados partidos comunistas -también en América Latina- fueron llamados por la URSS en los años veinte del pasado siglo a formar “soviets” proletarios, incluso en países en donde apenas había clase obrera. Los resultados de tan absurdas aventuras fueron espeluznantes. Miles y miles de comunistas repartidos a lo largo del mundo pagaron con sus vidas las fantasías trotskistas y leninistas.

El ejemplo de la revolución cubana no es de mucha data. A partir de una pésima lectura de esa revolución, Che Guevara -reinterpretado en lenguaje metafísico por Regis Debray a quien prologó Fidel Castro en un disparatado libro titulado “revolución en la revolución” - llamaba a la creación de focos armados en las montañas de diversos países (incluyendo a los que no tenían montañas) Cientos de jóvenes y adultos con formación profesional, entre ellos el Che Guevara, fueron exterminados como conejos.

Los que tuvieron más suerte se perdieron entre los montes para regresar después de mucho tiempo, viejos, cansados y sobre todo, ignorados. Más todavía: la genial idea cubana destinada a exportar la revolución sólo consiguió enardecer a diversos generales latinoamericanos. Entre el golpismo castrense de los años setenta y el revolucionarismo castrista de los años sesenta –hay que decirlo alguna vez- existe más de alguna directa relación.

Quizás es necesario agregar que estas palabras las estoy escribiendo sólo como advertencia y no sin cierta preocupación. Porque recién está comenzando la revolución democrática árabe y ya algunos publicistas latinoamericanos, imaginando ser líderes de grandes masas, llaman a seguir el ejemplo árabe, como si las revoluciones fueran pandemias.

Por lo tanto, de acuerdo a la intención preventiva que estoy usando no es mala idea recordar que la revolución democrática de los países árabes tuvo lugar en contra de dictaduras radicalmente antipopulares. Estoy seguro de que a muchos el concepto “dictadura antipopular” puede parecer redundancia y, sin embargo, no lo es, pues guste o no guste es posible afirmar que no siempre las dictaduras han sido impopulares.

Las propias dictaduras árabes fueron muy pero muy populares en sus inicios. De acuerdo a la impronta “nasserista” que las caracterizaba, casi todas fueron erigidas sobre la base de profundos movimientos nacionalistas y anticolonialistas. A ello agregaban la ideología del socialismo del siglo XX (mucho más magnética que la alternativa que hoy nos ofrece esa ridiculez denominada “socialismo del siglo XXl”) Ahora, que después de la Tercera, los partidos sobre los cuales se sustentaban esas dictaduras hayan pasado a formar parte de la Segunda Internacional, sólo demuestra hasta que punto la idea del socialismo ha sido pervertida por los propios socialistas. Pero ese no es ahora el tema.

Parece elemental decirlo, pero hay muchos que no lo entienden: la primera condición para una insurrección democrática es la pérdida de popularidad de una dictadura. Para poner algunos ejemplos: las dictaduras fascistas europeas fueron extraordinariamente populares (y tal vez por eso, plebiscitarias) de ahí que ninguna fue derribada por efecto de una revolución interna. Pero no es necesario ir tan lejos.

Miremos el caso de las dictaduras latinoamericanas del pasado reciente, sobre todo la uruguaya, la argentina y la chilena.

La dictadura militar uruguaya así como la chilena fueron derrotadas no a partir de insurrecciones populares sino a través de plebiscitos en los cuales ambas perdieron la mayoría electoral pero no toda su popularidad. Hay que recordar que ninguna de ellas obtuvo en el plebiscito menos del 40%. Para ser más precisos: En Noviembre de 1980 la dictadura uruguaya obtuvo en el plebiscito destinado a reformar la Constitución el 42,51% de los votos en contra del 56,83% de la oposición. En Octubre de 1988 la dictadura chilena obtuvo en un plebiscito convocado para prolongar el mandato de Pinochet el 44,01% de los votos en contra del 55,99 de la oposición.¿Qué nos dicen esas altas cifras alcanzadas por las respectivas dictaduras? Algo muy simple: que ambas perdieron la mayoría electoral pero no perdieron ese mínimo de popularidad que impide un estallido insurreccional. Porque convengamos: tener más de un 40% de votación a favor no es un signo de impopularidad. Todo lo contrario: en cualquiera democracia pluripartidista sería suficiente para gobernar de modo holgado. No obstante, una dictadura para mantenerse electoralmente necesita no sólo muchos, sino la mayoría absoluta de los votos. La razón es sencilla: ninguna dictadura admite una alternativa intermedia. O se está con ella o en contra de ella.

Ahora, tanto la dictadura chilena como la uruguaya eran dictaduras no sólo populares; además eran plebiscitarias. No fue ese el caso de la argentina, la que no se vino abajo a través de un plebiscito sino como consecuencia de contradicciones internas, del pésimo manejo de la economía, de la aventura de las Malvinas, hechos que trajeron consigo no una insurrección al estilo árabe, pero sí amotinamientos, asonadas y demostraciones callejeras que hicieron imposible la continuidad de la gobernancia militar.

Las dictaduras comunistas de Europa del Este, por su parte, eran muy impopulares, y lo último que se les habría ocurrido a sus respectivos gobernantes habría sido llamar a un plebiscito. En gran medida todas reposaban sobre tanques rusos. Sólo cuando Gorbachov aseguró que los tanques no marcharían en contra de los pueblos, surgieron esas revoluciones democráticas a las cuales se parecen tanto las árabes de nuestros días. Es cierto que tanto las dictaduras de Europa del Este como las árabes mantenían algunas fachadas democráticas. Por ejemplo, en casi todas existían simulacros parlamentarios. Pero los parlamentos no legislaban y un parlamento que no legisla -obvio- no es un parlamento. Incluso si hay debates, esos son inútiles si los debates no se convierten alguna vez en leyes.

Ahora, las dictaduras populares salvo raras excepciones (la España de Franco o la Cuba de los Castro) no han querido o sabido resistir la tentación electoral y/o plebiscitaria. ¿Por qué? Primero, y aunque parezca tautología, porque son populares, es decir, sus personeros están convencidos de que son los verdaderos representantes de la voluntad nacional, voluntad que se mantendrá a través de los tiempos, amén. Segundo, porque como Mirabeau piensan que nadie se puede sentar sobre las bayonetas y por lo tanto no basta el apoyo –siempre escurridizo- de los militares sino también aquel que proviene de la legitimidad de los pueblos, sobre todo cuando se trata de ejercer la representación exterior.

Sin embargo, Franco (quien se creía ungido por Dios) y Castro (quien se cree ungido por la Historia) han demostrado en contra de Mirabeau que –bajo ciertas condiciones- es posible sentarse sobre las bayonetas aunque eso signifique romperse el culo, intenso dolor que no aceptan los dictadores plebiscitarios y /o electorales quienes no sólo quieren ser amados por sus pueblos sino, además, como ocurre con los amantes neuróticos, intentan verificarlo cada cierto tiempo.

Hay que recordar por lo demás que tanto la dictadura uruguaya como la chilena convocaron a plebiscitos bajo absoluto convencimiento de que los ganarían, si no por popularidad, al menos por el miedo y el terror. Si ambas dictaduras no hubiesen sido tan vanidosas quizás todavía tendríamos a los militares en el poder en esos países.

En fin, hay dictaduras plebiscitarias y otras que no lo son. Las árabes no lo eran.

¿Hay, además, dictaduras electorales? Mi respuesta no es muy categórica: sí y no. Sí, porque ha habido casos en que las dictaduras celebran elecciones (amañadas o no, no viene al caso discutirlo) No, porque cada elección es convertida por una dictadura en un plebiscito. Lo normal entonces es que las dictaduras populares sean plebiscitarias y las no populares no lo sean.

Sinteticemos: es muy difícil, casi imposible (no se conoce ningún caso) que pueda surgir una insurrección exitosa en contra de una dictadura popular. La tarea entonces, bajo esas condiciones, es lograr que esa dictadura sea cada vez menos popular. Y, como la mayoría de las dictaduras populares son plebiscitarias, el plebiscito (o una elección plebiscitaria, lo que es lo mismo) usado como un arma política de las dictaduras, puede convertirse también en un arma política de sus adversarios. En ese caso el plebiscito (o elección plebiscitaria) que pierde una dictadura se convierte en una insurrección –valga la paradoja- constitucional.

Por cierto, una dictadura popular después de haber sido derrotada tiene la alternativa de desconocer el resultado de la elección y en su lugar repartir plomo. Mas, en ese caso, las dictaduras arriesgan el estallido de una insurrección auténticamente popular, es decir, precisamente lo que se quería impedir con las elecciones. Pinochet, por ejemplo, era partidario de desconocer el resultado electoral adverso. Dos hechos lo convencieron de lo contrario. Uno: la gente ya estaba en las calles, como hace algunos días en El Cairo. Dos: a algunos generales –como también ocurrió en El Cairo- no les fascinaba la idea de pasar a la historia como genocidas. De todo esto se deduce un corolario.

El corolario es el siguiente:

la derrota electoral de una dictadura popular sólo puede ocurrir si esa dictadura ha perdido las calles antes, durante y después de la elección.
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martes, 18 de agosto de 2009

*REFLEXIONES SOBRE UN MUNDO AL REVÉS DE ANTONIO NICOLÁS BRICEÑO

Vivimos al final de los tiempos en un mundo al revés, un mundo donde las fuerzas de la oscuridad se enseñorean. Hassan Husein pocos años atrás lo nombraron presidente de la comisión de Derechos Humanos de la ONU; en este año le negaron la entrada al Dalai Lama a Africa del Sur mientras luego le daban al tirano asesino de Fidel Castro una condecoración.


Ahora vemos una vez más a la ONU y a la OEA en una posición acomodaticia, violando normas y actuando en contra de los intereses que deberían defender; vemos el auge de gorilas y goriletes y la actitud complaciente de presidentes, periodistas, políticos en América y el mundo.


Un Obama que confunde y claramente se muestra ambiguo en muchos temas de interés local y mundial; vemos como a un ser humano, por informar al mundo lo que pasó en se país Iran y denunciar el fraude electoral, las autoridades lo llevan a la calle, lo rocían de gasolina y lo queman públicamente.


Vemos la indiferencia del mundo en Birmania o Camboya por poner solamente 2 ejemplos, vemos como tiranos de África son ensalsados por presidentes europeos, cuando en esos países se cometen todas las violaciones humanas.Vemos como se le pide perdón a Cuba olvidando el terror, las muertes que durante décadas causaron y siguen aupando en America y África, vemos a un degenerado como Raúl Castro, pontificando sobre democracia y derechos humanos, mientras en su país se siguen cometiendo torturas y vejamenes contra los que se les oponen.


El valor del dinero, de los interéses económicos y políticos, prevalece por encima de los principios y de los valores universaless; vemos como pocos años atrás, nadie levantó un dedo, ningún país, ninguna iglesia, ante el horrible crimen de 800.000 seres humanos en menos de 6 meses en Uganda.

Porque nos ha de extrañar que golpistas, cocaleros, narco terroristas, banqueros corruptos, o empresas y empresarios del mal, personalidades drogadictas tengan seguidores e inclusive admiradores, lo que si sorprende es la actitud seria y responsable de las instituciones hondureñas (Incluido el propio partido del destituido), que actuando a derecho le han dicho no a Zelaya y a sus titiriteros Hugo y Fidel, mientras aquí partidos, politiqueros, incluidos gobernadores de seudo oposición, que no han sabido defender el estado de derecho hablan de Golpe de Estado.

Es por ello que nuestra responsabilidad es aún mayor, en estos tiempos de oscuridad; es nuestro deber ser faros de luz, claros y fuertes ante la irracionalidad, ante el engaño, la hipocresía y la estupidez reinante; ante la complice indiferencia y las tentaciones de un mundo fatuo y superficial.

Continuemos siendo soldados de la esperanza, forjadores y coparteros de una Nueva Humanidad, que parte de un Nuevo Hombre de Conciencia Superior, que surge como el ave fénix de las incertidumbres, catástrofes y escombros de un mundo al revés.


Con Amor en Acción
Antonio Nicolás Briceño Braun

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