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viernes, 28 de agosto de 2015

MIGUEL BAHACHILLE M., LOS SIGNOS DE LA DECADENCIA

La sustitución de la República Civil constituida valga la redundancia por civiles entre 1958 y 1998, por un sistema militar como el que actualmente nos rige, ha alterado no sólo la institución democrática sino la forma de percibir el Estado. Su gran promotor, Chávez, desde su púlpito semanal promulgaba leyes, prescribía reglas, cambiaba ministros, asignaba recursos al boleo y hasta insultaba a su antojo. Allí se inicia la decadencia.
¿Qué significa ello para los efectos del vecino que busca sosiego, progreso y estabilidad económica? Que los actuales herederos, adestrados para tareas distintas al ejercicio administrativo, perciben los conflictos cotidianos como “un fastidio” para “el proyecto”. No son capaces de captar que su llegada al poder por vía electoral implica arrimar el hombro a las personas con situaciones conflictivas; conversar con ellas y hasta ser blanco de sus “agresiones”. ¡Así funciona la democracia!
El oficialismo se guía por refrendos difusos y no por la obligación inherente a su jurisdicción. La autoridad está transfigurada en mera expectación y lejos de resolver los conflictos, los incrementa. Las normas no se cumplen por estar alejadas de la civilidad y porque su inobservancia no implica castigo alguno. Basta revisar la pavorosa estadística de más de 90% de impunidad. ¡Decadencia!
La autoridad ha sido suplantada por el fantasma de la dominación. Poco se habla de Democracia en el sector oficial. Algunos la refieren de vez en cuando pero en el fondo no creen en ella. Ello lo corrobora la incursión sistémica del régimen en el ámbito legal, educativo, legislativo, comercial, industrial y, en general, el administrativo. Esa visión de “mandamás” evidencia una innegable decadencia institucional. Erróneamente se habla de crisis de “mando” sin darnos cuenta que vivimos bajo su férula. Más acertado sería hablar de crisis de instituciones sociales. Así pues la tarea principal de los sectores democráticos encarnados en la MUD, es restituirlas en su sentido constructivo; no represivo e intimidante. El voto es el único avío valedero para el cambio. ¡La fecha es el 6-D!
Nota aparte. ¡María Corina
La mayoría reconoce su tenacidad y frenesí para luchar por sus convicciones. Sin embargo toda acción humana, sobre todo en el complejo mundo de la política, requiere de análisis sesudos acordes con la enseñanza de los clásicos de la Ciencia Mecánica, que ella domina por su condición de ingeniero, sobre el MOMENTUM para cada evento. Revisemos algunas de sus recientes intervenciones públicas:
-“La MUD inhabilita mi voz a través de Isabel Pereira”. Quizás M.C. se sintió irradiada por el personaje bíblico, Aarón, para emitir tamaña declaración. Aarón era portavoz de su hermano menor, nada menos que Moisés, quien en acatamiento a la voz de Dios exigía al Faraón la liberación de su pueblo sometido por la opresión.
Pero hay más. Encumbrada ante el pequeño grupo que le acompañó en la fallida inscripción de Isabel Pereira en el CEN expresó: “Ni presa, ni inhabilitada, ahora es cuando hay María Corina y pueblo para rato". Aludir la tercera persona para referirse a ella misma infiere una heredad de hado mágico que trasciende su propio cuerpo para convertirse espíritu y leyenda del pueblo venezolano.
¡No, María Corina, tu inhabilitación no es culpa de la MUD y tampoco te mandó a callar! Los sectores democráticos, sobre todo la MUD, te apoyaron y defendieron en todas las instancias posibles. ¿No has pensado por un instante que la locuacidad compulsiva fuera de tiempo y lugar induce a pifias políticas como la última de querer imponer una candidatura a motu propio fuera de la Unidad?
El gobierno está a la caza de tus yerros para manipularlos a su favor; ¡no la MUD! Es hora de dar reposo a tu hálito egocéntrico y adherirte a la lucha juntada con el grueso de los sectores democráticos. Se aprende más de los errores que de aciertos ocasionales. ¡Nunca es tarde para aprender! ¡El Momentum, María Corina, el Momentum! Que sean otros los decadentes.      
@MiguelBM29
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domingo, 9 de marzo de 2014

RICHARD CASANOVA, SIGNOS DE DEBILIDAD

Nicolás Maduro no se atrevió a viajar a La Habana, el avispero de golpistas que tiene en su propio entorno y las conspiraciones palaciegas, son de temer.  Por eso prefirió “invitar” a Raúl Castro a Venezuela aunque su presencia fuera percibida como una insolencia o una provocación. 

Otra lectura sugiere que más bien fue un signo de debilidad. Cualquier otro hubiese evitado al decrépito dictador justo en medio de una encendida protesta y cuando la oposición exige recuperar la soberanía nacional y expulsar a los cubanos de las altas esferas del poder, incluida nuestra FAN.  

Sin embargo, el cuadro de Maduro es de tal precariedad que optó por reafirmar su deleznable dependencia de los cubanos.  En efecto, hasta en el chavismo de base existe la convicción de que Castro vino a dar instrucciones y en las cúpulas podridas del gobierno y del PSUV tienen la absoluta certeza de ello.  

Aun así, Maduro asumió el riesgo pues -con sobradas razones- no confía de Diosdado Cabello pero tampoco en Vielma Mora o Arías Cárdenas, menos en el magnate petrolero Rafael Ramírez, ni en muchos de los jefes militares que con sorna le sonríen.  Ni siquiera puede confiar en el Vicepresidente, ni en la familia del “comandante eterno” que sabe bien lo que ha hecho Nicolás con su legado.  En fin, no le queda otra que aferrarse a los cubanos, por ahora.  Sabe que un golpe no lo daría la oposición, ni la CIA, ni la oligarquía criolla.  Sin duda, debe cuidarse más de la “derecha endógena” que del malévolo imperio gringo.

Recordando lo que afirmaba Herrera Campins sobre los militares, podemos decir que los cubanos le serán leales “hasta que dejen de serlo”.  Esa lealtad es frágil, esta pegada con petróleo.  

Por eso, Nicolás Maduro necesitaba reafirmar a Castro como el jefe de ese cartel de delincuentes y proxenetas que han armado en nombre del “Socialismo del Siglo XXI”, algo que –según dijera el propio Fidel Castro en VTV- no es otra cosa que comunismo. 

Como le hubiese gustado que vinieran figuras como Michelle Bachelet o Dilma Rousseff, pero tuvo que conformarse con el pervertido Daniel Ortega y el cocalero Evo Morales, miembros distinguidos del cartel. 

Para mandatarios serios era difícil venir a la conmemoración de la muerte de Hugo Chávez, justo después de los carnavales que celebró el gobierno a pesar de los 18 jóvenes venezolanos –la mayoría estudiantes- que habían caído víctimas de la represión.  

Estos “carnavales” puso en evidencia la doble moral del régimen. Tanta hipocresía es repugnante. La vida humana merece respeto, así sea uno o sean muchos los muertos, no importa si se trata de un presidente o un estudiante, ni si era opositor u oficialista.  

Está claro que el gobierno nos irrespeta a todos y no quiere la paz.  Al contrario, es el primer interesado en la violencia y ese es otro signo de debilidad. Paradójicamente, una protesta pacífica pero enérgica, contundente y popular, con un profundo contenido social, es la única manera de derrotar al autoritarismo actual y al golpismo en ciernes. Esa protesta se ejerce en la calle, no hay otro escenario.

@richcasanova

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jueves, 19 de septiembre de 2013

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, SIGNOS DE BUEN Y MAL GOBIERNO

Si algo nos separa políticamente como Repúblicas de las antiguas monarquías contra las cuales se produjo la Revolución Francesa,  es el rechazo a formas de sumisión incondicional a un gobernante o a un gobierno. 

Aun cuando  en el antiguo régimen el poder provenía: "de Dios solo", y por ello: "ninguna potencia espiritual o temporal tiene derecho de privarlo de su reino",  se justificaron excepciones y: "estaba permitido deshacerse de un rey desagradable para conseguir uno mejor".  El texto era alusivo al rey Luis XIII en Francia. El mismo fue acusado como: "... incapaz de gobernar su reino"  (Le Vassor, 1757), y se afirma que nunca lo hizo mientras estuvo sometido a la voluntad de Richelieu. Detrás de la objeción, se abría paso contra la autoridad real, el futuro parlamento y los magistrados que defenderían la independencia y el control de los poderes del Estado moderno.

En las Repúblicas sujetas a la voluntad general, al bien común, al imperio de la soberanía popular, al cumplimiento de los fines del Estado, a la elección y al ejercicio responsable de las autoridades, un gobernante injusto, arbitrario,  incapaz, no realiza esos objetivos sociales, afecta y contradice la filosofía del poder.

Ningún gobernante adquiere el derecho de someter a un pueblo, ni de hacerse perpetuo. Los gobernantes democráticos se limitan a condiciones temporales y de actuación. Ningún gobernante puede comprometer a una Nación con sus errores y sus faltas sin hacerse responsable ante ella. La ignorancia, la impericia, la negligencia en el ejercicio del poder atrasa a los países, los debilita, los destruye. Los gobernantes pierden  respeto y legitimidad en razón a sus continuos desaciertos. El poder no es únicamente un acto de fuerza sino de influencia, prestigio, realizaciones y consentimiento social.

El poder puede ser obtenido, pero lo sustenta el mérito de los que gobiernan y el reconocimiento ciudadano. No en vano los romanos establecieron el  concepto de: "auctoritas" y lo vincularon con la tradición y la religión, con la que pretendían alcanzar la felicidad pública. La "auctoritas" propia de un buen y sabio gobernante no la tiene el que carezca de estimación social por sus faltas humanas, intelectuales y políticas.

Gobernar es: "dirigir un país o una colectividad política..., componer..., sustentar...", y la política es: la: "buena gobernación de la Ciudad", como lo indica un diccionario. Gobernar exige cualidades, formación, aptitudes, competencias. No gobierna el que desconoce, el que improvisa, el que carece de virtudes, menos aún el que agrede, vulgariza la función pública, degrada los derechos y pervierte la majestad de gobernar. Conducen los grandes estadistas, los sabios políticos, los guías trascendentes del espíritu humano. Impone el autócrata, reprime el déspota, cercena el dictador, destruye el incapaz.

No es un buen gobernante el que no sabe trascender ante la sociedad, integrar a sus conciudadanos, defender los derechos de todos. "Un buen gobierno –como señalaba Sainte-Beuve– no es sino la garantía de los intereses", de los individuos y de la sociedad. Si un gobernante no logra superar su propio entorno e interpretar la voluntad social, escuchar y admitir las posturas contrarias, no cumple la superior misión representativa de un país, de una región, de una localidad.

Un Presidente debe asumir con propiedad la magnitud de los problemas nacionales y actuar en consecuencia frente a ellos; un Presidente debe  reunir a la nación para altos propósitos; debe saber instrumentar las rectificaciones necesarias para evitar graves e irreversibles daños al país.

El despotismo es el gobierno de uno solo, según Montesquieu. La democracia es el gobierno de las fuerzas sociales, y nadie mejor que Aristóteles definió su carácter: "El principio del gobierno democrático, es la libertad". Un mal gobierno contradice su sentido. Montesquieu señaló que la corrupción puede llevar a un gobierno moderado y democrático al colapso, y cómo el despotismo significa la corrupción misma.

"Los malos  gobiernos –como expresó Say– siempre atraen: "la codicia, la traición, el mal sentido, todos los vicios". Los buenos gobiernos reúnen a los mejores ciudadanos, fomentan la virtud, la ética pública, el servicio a la nación.  "La tiranía –a juicio de Ségur– se rodea de espías y de delatores, insectos que pululan en los malos gobiernos". El revolucionario Mirabeau exigió: "la buena conducta, la sabiduría, en un gobierno". Confucio definiría al mismo como: "lo que es justo y de derecho".

Luego de tantas luchas, sacrificios y esfuerzos por construir una República, de conquistar derechos  que usurpan los tiranos, experiencias políticas admirables unas y vergonzosas otras, los pueblos no pueden ser indiferentes sobre quién los gobierna, de qué manera, con cuáles fines, con cuáles resultados, por  cuánto tiempo, y abandonar a ellos el destino de la nación. Nada es superior al bien de la patria.

Jfd599@gmail.com
@jfd599

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domingo, 18 de agosto de 2013

RICHARD CASANOVA, SIGNOS DE LA DECADENCIA

Todas las revoluciones pierden el glamour que brindan las causas justas que inicialmente le inspiran y terminan sumergidas en un nauseabundo charco de corrupción, arbitrariedades y represión, lo cual generalmente deviene en atrocidades terriblemente dolorosas para los pueblos. La mal llamada “Revolución Bolivariana” no podía ser la excepción.

Tarde o temprano, todos los regímenes autoritarios terminan en la misma fosa. Los historiadores coinciden en advertir que luego del fraude en el referendo donde –igual que Maduro- el General Marcos Pérez Jiménez estafó electoralmente a los venezolanos, recrudeció la represión y el hostigamiento a la disidencia. Intentando mostrar fortaleza, realmente se estaba ante un signo elocuente de la decadencia política y moral de la dictadura. Exactamente eso es lo que vemos en la actuación vulgar, indecorosa y desesperada del oficialismo en la Asamblea Nacional.  No hay que ser un analista político para suponer que debe estar muy mal un gobierno que actúe de esa manera y en efecto, todas las encuestas sugieren que Henrique Capriles ganaría por paliza cualquier elección hoy en Venezuela y que el descrédito de la cúpula podrida que “gobierna” ha llegado a las nubes, junto a la inflación, la escasez y la inseguridad.  El país le ha dado la espalda al hamponato que truculentamente se mantiene en el poder.  Esa es una realidad palpable e irreversible.

La boliburguesía corrupta insiste en el camino de la confrontación, la descalificación y las persecuciones, sin darse cuenta que muestran así su debilidad y que no podrán intimidar a los venezolanos, ni detener la ola de cambio.  Hasta en Egipto, donde los niveles de violencia fueron extremos, la gente perdió el miedo a la represión y arriesgando sus vidas, salió a las calles, lanzando a un saco roto las amenazas del Presidente Mubarak.  Lamentablemente, esa inmensa fuerza ciudadana no pudo ser canalizada pacífica y electoralmente, como vamos a hacerlo en Venezuela. Conscientes de las trampas y del ventajismo, las elecciones municipales serán la oportunidad para castigar a los inmorales que han desangrado al país y pretenden engañarnos con una hipócrita lucha contra la corrupción, llegando al cinismo de pedirle poderes especiales para ello a Diosdado Cabello, nada menos. Tienen 14 años con todos los poderes y solo les sirvió para asaltar impunemente las arcas de la Nación. 

Nicolás Maduro está desconectado de la realidad, manipulado por los cubanos y por un entorno putrefacto que solo piensa en sus beneficios económicos.  Esta es otra similitud con otras autocracias: la incomprensión de la realidad.  Destacados analistas señalaban que "El presidente Mubarak no está entendiendo el alcance de la situación". La historia se repite desde Nerón o Napoleón hasta nuestros días. El poder no solo envilece sino que enceguece, algo que también se evidencia en la decadencia.

Twitter: @richcasanova

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