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miércoles, 6 de mayo de 2015

CARLOS E. AGUILERA A., ¡GRACIAS, SU MERCED…!!!

A los colombianos, y de manera particular a los bogotanos, que dejan de lado su intenso frío, para brindar a los venezolanos, una cálida acogida.

Retribuyo con intenso afecto a los hermanos colombianos mi más sincero agradecimiento, por la generosa hospitalidad que me brindaron durante mi estadía en la ciudad de Bogotá, lugar del reencuentro con mis dos hijos que en busca de nuevos horizontes, abandonaron la Patria que los vio nacer. El varón (Carlos) radicado en la capital colombiana y la hembra (Katiuska) en Miami, ambos profesionales, acordaron como punto equidistante para la inolvidable cita, la moderna ciudad de los “cachacos”, como se autodenominan orgullosamente quienes allí nacieron.
Bogotá, es una ciudad que con sus reformas ha alcanzado una regia remodelación arquitectónica y modernización envidiable. Su transformación en los últimos años es impresionante, y a este humilde cronista que la ha visitado en innumerables ocasiones, más en función profesional que de turista, le sorprende visitar la otrora ciudad, cuya paz idílica se ha transformado en un torbellino que lo arrastra todo, gracias a la visión que han tenido sus Alcaldes, unos liberales, otros conservadores, en quienes han privado más los intereses del  colectivo que los suyos. Una ciudad con alcantarillados, andamios, parques, jardines y pavimentación en excelente estado de conservación, gracias al periódico mantenimiento que realiza un ejército de mujeres y hombres que desde tempranas horas de la madrugada y entre bocanadas del aire que transpiran, cual tras volutas del  humo de cigarrillo, realizan su ardua tarea en una ciudad con más de 10 millones de habitantes, que desde tempranas horas del día colman las más de 1.000 unidades del sistema de transporte urbano denominado Transmilenio, que atraviesa la ciudad de norte a sur y de este a oeste y que en las horas pico sus unidades coinciden en las estaciones y toman forma de tren, con kilómetros de kilómetros por devorar.
Bogotá comenzó a tomar cuerpo hace un par de años, según nos refiere un eminente odontólogo, Javier Gnecco, quien al igual que su hermano, Nelson, Vicerrector Administrativo de la Universidad Central (privada), llevan en su sangre la estirpe genealógica de una honorable familia bogotana. Es una ciudad distinta de los viejos cachacos de hombría y películas de cine mudo y distinta también de los malandros de barrio, que hablan una jerga imposible de entender, en la que la palabra explícita es precisamente malandros. En la Bogotá de hoy en día, en la que se origina una serie de situaciones y circunstancias, que no encuentran una sola forma de ser en ese ir y venir circunspecto y deshilvanado, en la que se dibujan los conflictos y posibilidades, en la que por antonomasia diversa y dispersa, como lo afirma el literato colombiano, Luis Prieto Ocampo: “Es un conglomerado humano, que personifica a todo un país, porque es la patria de todos”.
Bogotá tiene un agujero bajo los zapatos, un traje estrecho que después de la lluvia de la tarde, suelta un espeso vaho de vehículos y aglomeraciones. Sus carreras y calles se inundan con vehículos de todo tipo y marca, y no exageramos si afirmamos que es una ciudad en la que el parque automotor (particulares y taxis) es el más moderno de Latinoamérica, pues circulan automóviles  con no menos de 4 años de uso. Es la vorágine del  desespero para conductores  que serpentean las vías en procura de ganarle la carrera al tiempo, entre vociferaciones, imprecaciones e insultos, como suele ocurrir en otras ciudades de esta parte del continente, vale decir: Caracas, Sao Paul, ciudad de México y otras. Vale significar que los taxis están dotados de taxímetros y localizadores (GPS), que les permite la prestación de un servicio de calidad y con prontitud, pues todos están afiliados a organizaciones gremiales que atienden solícitos las llamadas telefónicas de clientes, necesitados de sus servicios.
El reencuentro con los hijos, me permitió conocer a mis nietos: Sara Estefanía, Lorenzo y Nicola, de 3 años y medio, un medio y 4 años, respectivamente. Tres hermosas criaturitas que me colmaron de alegría, felicidad y dicha, durante los días que compartimos y conocimos sitios turísticos como la Catedral de Sal en Zipaquira, El Museo de Botero, la Plaza de Bolívar, Hacienda Santa Bárbara, Club privado Los Lagartos y 28º Feria Internacional (FILBO), entre muchos otros tantos lugares de interés que ofrece a propios y extraños, la ciudad capital Santa Fe de Bogotá.
Cumplido el compromiso familiar pospuse el retorno a Venezuela por unos días más, a fin de asistir a la 28º Feria Internacional del libro que se realizó desde el pasado 21 de abril hasta el 4 de mayo, en cuyo escenario se levantaron 12 pabellones de dos pisos cada uno sobre una extensión de 4 hectáreas, lo cual obviamente dificulta al visitante recorrerla en pocos días. En el Pabellón 6, nivel 1, el evento cuya notoriedad ya ha alcanzado fama a nivel mundial, se le rindió homenaje al celebre escritor colombiano Gabriel García Márquez, El Gabo y en un escenario especialmente acondicionado con el ambiente de Arataca, incluido una gallera, se realizaron conferencias, foros, charlas, tertulias y diversos actos con participación de prominentes intelectuales, escritores y periodistas nacionales y extranjeros. Compartí un grato momento con Plinio Apuleyo Mendoza, tras su espléndida disertación sobre su amigo e inseparable compañero de luchas en Colombia y en el exilio, enriquecedora conversación como lo fue su conferencia aplaudida con encendido entusiasmo por los asistentes.
No podía ni debía dejar pasar por alto visitar el mayor número de pabellones, para conocer las obras de algunos autores que son un Best Seller, como la del propio Gabo, que alcanza la cifra de 4 millones de ejemplares de todas sus obras. En Colombia un Best Seller debe superar los 10 mil ejemplares vendidos. Fue una regia oportunidad para establecer contactos con empresas editoriales que mostraron interés en la edición de mis tres obras: Bolívar, el Majadero de América; Sucre, El genio de Pichincha y Manuela Sáenz, la amante absuelta, las cuales tuvieron excelente acogida y esperamos verlas pronto en librerías de Venezuela, Colombia y Ecuador.
No deseo extenderme en esta crónica, que además de tocar el tema familiar me permitió disfrutar de la cordialidad y atención de excelentes y nuevos amigos colombianos como César Moncada, socio de mi hijo; Rubén Montoya, Supervisor General del Club privado Los Lagartos; Sandra Espinosa (Editorial Planeta); Clara Inés de Velásquez (Bogotana Bookstore); Gabriel Omar Méndez Torres (Distribuidora edebé); Vladimir González Achury (Oceano Digital); Jimena Lemoine Garzón (Lemoine Editores); Estefanía Trujillo (Grupo Zeta); Diana Johanna Tiria Sánchez, (Diario La República); Oriana Vásquez Jiménez (Villegas Editores); Alfonso López Fernández, (Editorial Trillas); Viviana Calderón Ramos (Ediciones Gaviota) y Diana Mora, (Amazonía) y los venezolanos Gabriel Padilla, profesor de Matemáticas en la Universidad Nacional y Claudio Failache, estudiante de Ingeniería Civil en la Universidad de la Sabana, una de las 14 que existen en Bogotá.
De regreso a la patria me invadió la nostalgia tras la despedida de mis seres queridos, hijos y nietos y afloró en mis deseos encontrar un país en el que el odio, venganza, insultos, agravios y descalificaciones no existan; un país en el que la sonrisa de niños, jóvenes, mujeres y hombres dibuje en sus rostros la alegría y felicidad; un país sin distingos de clases sociales –como lo fue siempre – y ajeno a la violencia; un país, en el que reine la paz, concordia  tranquilidad, y seguridad; un país en el  que estudiantes, obreros y profesionales no sean torturados y privados de su libertad y hagan uso del disfrute de sus derechos ciudadanos y libertad de expresión y por último, una prensa libre sin censura, y ajeno a las chantajistas presiones del gobierno de turno.
Un país como bien lo expresó el Libertador en cierta ocasión: “Corramos a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen, no burléis su confianza, no seas insensibles a los lamentos de vuestros hermanos. Id veloces a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos”

Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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viernes, 12 de diciembre de 2014

LUIS UGALDE, REENCUENTRO Y RECONCILIACIÓN

LUIS UGALDE
Los dictadores no dialogan, imponen y excluyen. Por lo contrario, la democracia es diálogo permanente basado en derechos y deberes básicos, comunes entre diferentes, para juntos producir espacio público de vida y dignidad.  En Venezuela la voluntad dictatorial anda desatada; para muestra  el medio centenar de leyes decretadas (aunque no elaboradas ni conocidas) en la  recta final de la habilitación presidencial,  desplazando al Poder Legislativo.  Ahora presenciaremos, nuevamente, el cuento del magnicidio.

¿Reencuentro y Reconciliación en medio de brutales descalificaciones y persecución?  Se trata de una poderosa invitación al esfuerzo común de construir entre todos una sociedad digna. Encuentro que está consagrado en la Constitución, aunque haya sido sistemáticamente violada por la discriminación y la exclusión  por  quienes  buscan imponer una sociedad  de partido-gobierno-estado único y uniforme. Sólo los “revolucionarios” tienen carta de ciudadanía y los demás son explotadores, conspiradores del imperio sin derechos ciudadanos y “Si no les gusta, que se vayan”.
En esta situación de exclusión nacional, el diálogo, el reencuentro y la reconciliación constituyen una carta de identidad de todo demócrata frente a la dictadura presente o futura.
¿Qué reencuentro y reconciliación?
El que pone en acción todos los recursos y voluntades indispensables para producir y disfrutar un sistema público de salud desde la prevención y atención primaria, hasta eficientes hospitales públicos. Sólo alcanzable si toda la sociedad y su gobierno se dan la mano para hacer realidad lo proclamado en la Constitución. Lo público no es sinónimo de estatal, fracasa si no está arraigado en las conciencias personales y en las iniciativas sociales emprendidas, combinando la responsabilidad ciudadana personal y las múltiples iniciativas sociales con la acción estatal.
La sociedad y su Estado, sólo en sinergia, pueden producir una educación de verdadera calidad con acento especial en los sectores hoy educativamente más discriminados, es decir los más pobres y atrapados en las lacras de la educación oficial partidizada.
Reencuentro de los venezolanos con el coraje necesario para liberar a los presos políticos y propiciar el regreso de los exiliados con todos sus derechos constitucionales; con separación y contrapeso de los poderes públicos (legislativo, judicial, electoral, ejecutivo…) sin sometimiento sumiso de todos ellos al poder presidencial arbitrario. Movilizados en la radical defensa de la vida y de la seguridad ciudadana, cuya constante violación es respaldada hoy con un lenguaje de exclusión, descalificación y criminalización contra todo el que “No es de mi partido o disiente dentro de él”.
Unidos contra la corrupción de quienes se apropian de los recursos públicos del Estado a favor de su bolsillo o de su partido-gobierno, con lo cual se roban el poder adquisitivo salarial de los más pobres y de sus oportunidades y capacidades productivas.  Convencidos  de que no habrá economía sin el reconocimiento de la libre iniciativa productiva, en el marco de la Constitución, con garantías jurídicas y la sensatez política necesarias para generar una oleada de nuevas inversiones nacionales e internacionales, único modo (junto  con  más eficiencia y achicamiento del déficit fiscal  y de la fábrica de dinero inorgánico), de reducir la inflación, producir abastecimiento y ofrecer trabajo. No hay espacio para completar la lista. Esta reconciliación anhelada por el 90% de los venezolanos reclama liderazgos decididos y sin ambigüedades. 
¿Reconciliación con quién? Con todos los que quieran encontrarse en esa tarea constructiva, no importa qué hayan creído y defendido ayer. Naturalmente esa construcción exige la transparencia sobre los delitos y los delincuentes de estos años y el correspondiente castigo por la vía judicial, pero no de la venganza.
Una dictadura que excluye no debe ser suplantada por otra que discrimina. Hay que despertar y convocar a todas las fuerzas creativas, sin la ilusión perversa de que este reto sobrehumano pueda ganarse con media Venezuela contra la otra mitad, sino por millones de venezolanos movilizados hacia la reconciliación superando las exclusiones del presente y del pasado. Cada uno verá en su conciencia hasta dónde se siente movido a incluir a quienes consideró enemigos. Venezolanos somos todos y no solo yo y los míos.

Luis Ugalde S.J.
lugalde@ucab.edu.ve

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