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lunes, 9 de abril de 2012

JOSEP RAMONEDA / LIBERALES Y CONSERVADORES / EL LIBERALISMO ECONÓMICO SIEMPRE FUE ALGO EXTRAÑO AL UNIVERSO MENTAL TANTO DE CDC COMO DE UDC (DESDE ESPAÑA)

A medida que el proceso de globalización ha ido avanzando y la política ha perdido paulatinamente poder frente al capitalismo financiero, han ido saliendo a la luz las contradicciones entre el liberalismo económico y el conservadurismo social. Emmanuel Terray nos ofrece en Pensar a la derecha la tabla de valores de este antagonismo: movilidad y cambio frente a estabilidad; innovación frente a continuidad; nomadismo frente a enraizamiento; cosmopolitismo frente a patria; incertidumbre y riesgo frente a seguridad; consumo y hedonismo frente a moderación; competición frente a consenso.
Como alianza nacionalista, en Convergència y Unió están muy asentados los valores conservadores, que, por otra parte, son familiares a la burguesía catalana que le da respaldo. De hecho, el liberalismo económico siempre fue algo extraño al universo mental tanto de Convergència Democràtica de Cataluña, forjada en la cultura del nacionalismo socialcristiano, como de Unió Democràtica, viejo partido de tradición democratacristiana. Fue Artur Mas, cuando era el número dos del presidente Pujol, quien hizo las primeras tentativas de dar carta de naturaleza a la música liberal en Convergència. Durante los años de travesía del desierto de CiU, el liberalismo económico fue ganando terreno, entre personas próximas al actual presidente, que, además acostumbraban a conjugarlo con la apuesta por la independencia.
De modo que Convergència, como otros muchos partidos del ámbito del centro-derecho, necesita buscar fórmulas y equilibrios para que las tensiones entre los valores del liberalismo económico y los valores del conservadurismo social no generen confusión en el electorado. El PP, que introdujo el liberalismo económico en su cultura cuando Aznar hizo el baldeo general que la derecha española tenía pendiente, trató de compensar las incertidumbres, los miedos y las dudas que el cambio podía generar en sus electores con el despliegue sin complejos de un neonacionalismo español; la alianza con los obispos, con los que salieron a la calle para defender los valores de siempre, y el amparo del amigo Bush. Convergència intenta encontrar en el soberanismo el punto de engarce entre las dos sensibilidades.
Es insoportable —y degradante para las instituciones— que los gobernantes repitan cínicamente que toman medidas que no les gustan, pero que no tienen otra opción. Si de verdad lo creen así, ¿por qué no lo dejan?
Las contradicciones de valores en el seno del espacio convergente se están traduciendo en una peculiar dualidad política, cuya expresión es la tortuosa pero, de momento, inquebrantable alianza con el PP. Por un lado, la economía; por el otro lado, la política. En materia económica, la aceptación resignada de que “no hay margen” (es decir, de la impotencia de la política); el cumplimiento escrupuloso de las exigencias de los mercados (el Gobierno catalán ha sido el primero de la clase en los recortes, aun a riesgo de comprometer la tradición socialcristiana de la coalición); la alianza incondicional con las políticas de austeridad del PP (que le ha dejado solo al no atreverse con las medidas más impopulares); y la fascinación ante cualquier magnate que prometa el oro y la insolencia (la increíble negociación por Eurovegas, en que la política ha dado otro lamentable ejemplo de humillación ante el dinero). En materia política, el soberanismo; la cultura identitaria; el orden y la seguridad (con el consejero Puig como principal actor político del Gobierno), y la moderación (la bandera preferida del presidente).
Sin duda, es difícil moverse entre estas dos líneas sin caer en contradicciones. Por ejemplo, en un momento en que el PP tiene como objetivo estratégico la reespañolización de Cataluña, CiU le ha dado cuotas de poder insólitas en el campo cultural a través de la Diputación de Barcelona, de algunos Ayuntamientos, y de la Corporación Catalana de Radio y Televisión. Y el consejero Puig ha desbordado en dureza al ministro del Interior, al proponer algo tan disparatado como la limitación de un derecho fundamental —el de reunión— para combatir la llamada guerrilla urbana o antisistema.
En la medida en que las grandes decisiones económicas han escapado al control de los gobernantes, las derechas, que no muestran voluntad ni capacidad de revertir esta situación, recurrirán a la recuperación de los valores conservadores para disimular los efectos devastadores de la pérdida de poder de la política y de la austeridad. El PP lo tiene claro y ha encargado esta tarea nada menos que a Ruiz Gallardón y José Ignacio Wert, dos liberales de cupo que han resultado ser muy conservadores. Visto que la izquierda no tiene nada nuevo que ofrecer, el futuro de la democracia, con la política anegada por la impotencia, es, por lo menos, problemático. Es insoportable —y degradante para las instituciones— que los gobernantes repitan cínicamente que toman medidas que no les gustan, pero que no tienen otra opción. Si de verdad lo creen así, ¿por qué no lo dejan?

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martes, 1 de abril de 2008

*ESPAÑA ES NOTICIA: “MARÍA CRISTINA CASTRO DECLARÓ “MUCHOS DE CENTRO IZQUIERDA VOTARÍAN A UN PP RENOVADO”


*ESPAÑA ES NOTICIA: “MARÍA CRISTINA CASTRO DECLARÓ “MUCHOS DE CENTRO IZQUIERDA VOTARÍAN A UN PP RENOVADO”

La aspirante a presidir el Partido Popular se afilió al partido después de la derrota del 2004, porque pensó "que ése era el momento en que se necesitaba apoyo”.

Roberto R. Ballesteros

María Cristina Castro se afilió al Partido Popular después del 14 de marzo de 2004. “Tras haber perdido en las urnas”. “Vi tal desánimo en la gente del partido que pensé que ése era el momento en que se necesitaba más apoyo”. Sin embargo, una pequeña decepción fue poco a poco ocupando sitio en su corazón. “Mi partido es estupendo, pero tenemos unos defectos que hay que corregir”, asegura. Castro pretende disputar a Mariano Rajoy la presidencia del PP y la candidatura para las generales de 2012 en el Congreso que el partido celebrará a finales de junio.

¿Tiene avales suficientes para aspirar a disputarle el puesto a Mariano Rajoy?
Para presentar mi candidatura necesito algo más de 300 firmas. Y estoy sorprendida de que, en apenas un día, no estoy lejos de esa cifra.

¿A qué cree que se debe este sorprendente apoyo?
Dentro del partido hay un gran número de personas que quieren un cambio. Muchos de ellos conocidos, pero que no me apoyarán hasta que la candidatura esté en marcha. Entre los que me animan también hay personas de centro izquierda que hubieran votado a un PP renovado.

¿Es la cuerda de Gallardón?
En el PP tenemos cabida todos. No soy partidaria de marginar al que discrepa. Las discrepancias enriquecen.

¿Cuáles son los errores del PP que se pueden evitar?
Hay dos asuntos muy importantes. Por un lado, no acabamos de llegar a la gente. En un encuentro del PP en Galicia dije que había que ir aldea por aldea explicando nuestro programa. A veces no lo explicamos bien. Por otro, los militantes no son escuchados por la dirección del partido.

¿A qué se debe esto?
A la propia estructura interna del partido, que tenía sentido en los momentos de su fundación, pero que hoy la propia sociedad pide de forma natural que cambie. Existe un sector de la militancia del partido que no está contento.

¿Cómo mejoraría la falta de comunicación interna?
Yo he tomado la iniciativa de este grupo y he dado un paso al frente para, desde dentro de esas estructuras rígidas que forman la arquitectura del partido, provocar el cambio. Toda mi vida profesional ha estado ligada a la empresa privada, donde he visto que todas las personas dentro de la compañía son importantes, y también sus opiniones. Ahora trato de aplicar mis conclusiones también al ámbito de la política.

¿Se considera de centro, de derechas, liberal, de centro izquierda?
La etiqueta de derecha e izquierda ya no tiene tanto sentido. Ahora, más que la ideología como tal, cuenta más la realidad en la que nos movemos. Yo soy una persona moderada, de férreos principios y valores. Creo que hay que promover una oposición firme, enérgica contra el Gobierno, pero no agresiva.

¿Ve mejorable algún punto del programa del PP?
El programa que yo defiendo es el de mi partido. Tengo cosas que mejorar y que innovar, pero siempre para que mi partido gane las elecciones. Si mi candidatura sale adelante, desmenuzaremos el programa y ya veremos qué cosas se pueden cambiar.

Su iniciativa puede ser entendida como un ataque al partido.
Yo estoy con mi partido y sólo quiero que éste consiga el mayor número de votos. Esta iniciativa no es una escisión, sino otra opción. Soy consciente de que puede que no guste a la cúpula, aunque por el momento no he recibido ninguna reacción. No he tenido ningún cargo en el PP, sólo me presento con mis ganas de trabajar. No tengo enfrentamientos con nadie, ni dentro ni fuera.

lunes, 10 de marzo de 2008

*TOMADO DEL UNIVERSAL (VENEZUELA) 10/03/08: “RESULTADO CONFIRMA EL BIPARTIDISMO IBÉRICO”


*TOMADO DEL UNIVERSAL (VENEZUELA) 10/03/08: “RESULTADO CONFIRMA EL BIPARTIDISMO IBÉRICO”

Madrid.- Las elecciones celebradas ayer en España consolidaron el bipartidismo, con dos grandes formaciones -el gubernamental Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el conservador Partido Popular (PP)- que obtuvieron 84% de los votos.

El 9M dejó la evidencia de que se trata de una tendencia creciente, porque el porcentaje sumado de voto que consiguieron socialistas y conservadores superó al de las elecciones de 2004, cuando reunieron 80% de los sufragios en el conjunto de España, destacó Efe.

Fue uno de los aspectos de esta jornada electoral que resaltó el director de campaña del PP, Pío García Escudero, que se declaró contento "por el apoyo de los votantes a los dos grandes partidos nacionales en detrimento de los nacionalistas".

Los grandes perjudicados fueron los partidos pequeños o de ámbito regional, que retrocedieron y fueron víctimas directas de una campaña electoral muy polarizada entre el PSOE y el PP, escenificada en los dos "cara a cara" televisados que celebraron los líderes de ambos partidos, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.

Especialmente sensible fue el retroceso de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), la formación independentista catalana, que perdió 400.000 votos y pasará de los 8 diputados que tenía en la anterior legislatura a 3 en la próxima.

Otro de los socios puntuales de los socialistas en la pasada legislatura, la coalición Izquierda Unida (IU), sufrió un revés sensible y perdió 2 de los 5 diputados que tenía hasta ahora, lo que le impedirá tener grupo parlamentario propio.

Perdieron votos asimismo los nacionalistas catalanes moderados de Convergencia i Unio (CiU), los nacionalistas vascos moderados del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y los nacionalistas gallegos de izquierda del Bloque Nacionalista (BNG), aunque mantuvieron prácticamente invariable su presencia en el Parlamento.

CiU repite sus 10 diputados, el PNV pierde 1 (pasa de 7 a 6) y el BNG mantiene sus 2 diputados previos.