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domingo, 2 de febrero de 2014

MERCEDES PULIDO, LAS POSIBILIDADES DE TRANSFORMACIÓN NO MUEREN….

Son tiempos poco entusiasmantes para quienes tenemos la mala costumbre de ir más allá de lo inmediato y pensar en las consecuencias.

El cierre de varias opciones de estudio en áreas científicas como biología, química y las dedicadas a insertarnos en el mundo globalizado como son los idiomas, presagian nuevas dificultades.

La pregunta obligada es si ¿habrá capacidad de reconstrucción? Eso mismo nos salta a la vista con la realidad de la criminalidad. Indudablemente que en la historia hay evidencias de situaciones de superación ante abismos y desintegraciones, porque nada es estático. Pero, ¿qué hay detrás de ello? La recuperación de Europa después de dos confrontaciones mortíferas, lleva a revisar ciertos caminos.

En discusión docente impacta el poco ánimo por conocer que se ha hecho. Las desigualdades sociales y políticas llevaron al “Estado de Bienestar” esto es políticas públicas orientadas a responder a las expectativas y necesidades de protección social. 

En forma desafiante los jóvenes afirman que nosotros no hemos tenido políticas públicas y por lo tanto hay pocas esperanzas en el porvenir. El resurgimiento de la malaria no solo en Higuerote es un caso simbólico y ahora, nuestras universidades se suman a la larga desesperanza. Venezuela enfrento y fue un ejemplo mundial la malaria con un Estado pobre pero comprometido, un grupo de científicos con vocación misionera, formando relevos  y decididos a superar el problema, surgió así el Instituto de malariologia que además generó la urbanización de nuestros campos con las viviendas rurales, hoy convertidas en ciudades.

El metro de Caracas se llevo 12 años de investigación, diseño, expropiaciones y construcción y de allí siguió la expansión a otras ciudades, con poderes articulados, lo mismo sucedió con la electrificación del país. El sistema de bibliotecas públicas regionales, la educación básica masiva se vio reforzada por el sistema de Fe y Alegría  dándose la mano lo público y lo privado, los ambulatorios  y la red de hospitales centrales. Las anemias con el enriquecimiento de hierro en las harinas de maíz alianza de empresarios y gobierno. Y últimamente el sistema de orquestas con más de 30 años de tesón misionera.

El largo aliento requiere entender la obligación de responder a la visión de sociedad de alianzas, compromisos de transformación y persistencia.

A pesar de la censura de información y control del papel,  hay signos de recuperación de capacidad, en las decisiones colectivas que emprenden los nuevos alcaldes, y voluntad para solucionar problemas sin protagonismos mediáticos.

Con tesonería siguen produciéndose investigaciones para fortalecer instituciones. Y que más decir de empresarios dispuestos a pelear, producir y formar la mano de obra necesaria. Es imprescindible asumir que nada es eterno, ni gratuito, dejemos la indiferencia y el desaliento, hay mucho camino por delante. 

Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com

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sábado, 28 de diciembre de 2013

LUIS VICENTE LEÓN, SOBRE LAS POSIBILIDADES DE UN ESTALLIDO SOCIAL EN EL 2014,

Un reciente artículo de The Economist coloca a Venezuela en un índice de alto riesgo de convulsión social para el próximo año. Esto ha ocasionado que varios periodistas de las fuentes económica y política se interesen profundamente en entender qué es lo que sucede en el país y hasta dónde existe el riesgo —al menos en la dimensión de lo hipotético— de que en 2014 se generen las condiciones para un conflicto.

Vayamos al grano desde el principio: proyectar una convulsión social es una de las tareas más difíciles para la futurología, porque si hay un tipo de eventos en la historia que no depende de los factores convencionales ni de los elementos que uno teóricamente suele considerar, esos son los estallidos sociales.

El arranque de la Primavera Árabe, en Túnez, tenía como lema “Dignity before bread”. Este antecedente, alejado en el tiempo y en el mapa, es una muestra de que una crisis económica no es invariablemente el prólogo de un estallido social.

Ahora bien, leyendo específicamente lo que se puede advertir del 2014 en el caso venezolano, los eventos económicos pueden empeorar el problema de abastecimiento durante toda la primera parte del año. Además, el gobierno está introduciendo eventos en el tablero que no resolverían el problema, sino todo lo contrario: lo agudizarían. Pero tampoco es cierto que el país estará totalmente desabastecido: Venezuela tiene un flujo de divisas que sigue siendo impresionantemente elevado y nuestra dependencia importadora es histórica, así que es mucho más probable que haya un deterioro paulatino en la calidad de vida, pero sin que se evidencia una escasez total, nada que vaya más allá de algunas faltas en los anaqueles de los mercados, una situación que en el caso de los venezolanos ha demostrado generar habituación en lugar de reacción popular.

Por otra parte, las conexiones políticas del presidente Maduro se han reforzado y su legitimación electoral luce cada vez más evidente, luego de los resultados de las elecciones municipales. Así que difícilmente veremos un conflicto cuyo germen que la ocasione sea el descontento político, al menos a corto plazo, mientras se está llevando a cabo finalmente la luna de miel que Nicolás Maduro no tuvo luego de la elección presidencial.

Sin embargo, es seguro que  habrán conflictos y protestas en diferentes regiones y sectores, pero no por unas condiciones singulares del ambiente político en Venezuela, sino porque es lo típico en una economía en deterioro como la nuestra.

Y esa conflictividad será evidente e incluso podría convertirse, en algunos casos, en estruendosa, pero de ahí a esperar la masificación de esa acción como un evento peligroso para la estabilidad del gobierno puede ser un salto muy alto, que necesitaría de una capitalización política de los acontecimientos muy distinta a lo que puede leerse en este momento.

Así, ni el estallido ni la convulsión social son parte de mi escenario base de proyección para Venezuela en el 2014. Aunque es muy cierto que un movimiento de este tipo no sería imposible en un país desequilibrado, con una economía deteriorada, el anticipo de desabastecimiento más marcado de la región y una acción agresiva contra la empresa privada (que se traducirá en deterioro económico y laboral), sí es muy improbable en un país con un flujo de caja tan elevado, importaciones públicas en crecimiento, populismo desbordado y un gobierno recién fortalecido por el voto popular, frente a una oposición que luce bastante desorientada sobre cómo enfrentar su futuro, mientras sus vínculos de unificación se muestran bastante gastados.

La oposición tiene demasiados retos de rearticulación y solución de problemas internos como para representar un factor peligroso para el gobierno en un año sin elecciones. Y aunque los grupos más radicales de la oposición pueden ganar terreno frente a la derrota en el plebiscito simbólico que se planteó para las elecciones municipales pasadas, el proceso de consolidación de esas fuerzas no será tan rápido.

Pero si el gobierno es demasiado torpe y no cede terrenos en el tema cambiario y de las importaciones, el país entrará realmente en una escasez profunda (incluso con su capacidad de importación) que podría elevar el riesgo de protestas que puede hacer que se pierda el control. Pero esta vez no parece que el Ejecutivo Nacional vaya a dejarse gobernar por instintos suicidas: superada la pasada elección, tiene que introducir elementos menos primitivos para proteger la economía. Amanecerá y veremos.

luisvicenteleon@gmail.com

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lunes, 15 de octubre de 2012

ROSARIO ORELLANA, DEL VOTO MANUAL AL VOTO ELECTRÓNICO

El intento de fortalecer los sistemas electorales introduciendo en ellos la modernidad es de larga data. Así, el siglo XIX registra diversas tentativas de mecanizar el voto. No obstante, fueron los avances tecnológicos del siglo XX los que dieron la mano y, probablemente, propiciaron la automatización de los procesos electorales.

Inicialmente, las nuevas tecnologías se consideraron con absoluta y total naturalidad la panacea para superar toda fragilidad de los procesos electorales. Al aparecer procedimientos y recursos electrónicos, se asumió una relación causa-efecto entre la incorporación de éstos y el fortalecimiento de los sistemas electorales, sin dar  importancia a las vulnerabilidades propias de tales tecnologías, a preservar las fortalezas y asegurarse de la superación de las debilidades específicas del respectivo sistema, a establecer las consecuentes y necesarias adecuaciones de las salvaguardas y tampoco se tomó suficientemente en cuenta la percepción, comprensión y nivel promedio de los electores, entre otras sanas precauciones.

La adopción de las nuevas tecnologías, en particular las de las comunicaciones, fue abordada con diferente amplitud y ritmo según cada país que las incorporó en su sistema electoral, de lo que surgió una también nueva y variada manera de organizar y realizar los actos comiciales, así como de procesar sus resultados

Uno de los aspectos de la automatización que más controversias ha suscitado es el voto electrónico. La expresión suele comprender varias modalidades de votación, medios electrónicos de emitir votos e instrumentos para contarlos. Puede referirse, además, a la transmisión de votos por distintas vías.

El acto específico de la emisión del voto, manual o electrónico, puede ser presencial o remoto, con diversas formas. El voto a distancia o remoto puede ser por correspondencia, por fax, por teléfono[1] o electrónico, vía internet. El último de ellos ha sido poco adoptado por razones de seguridad[2], en tanto que el electrónico presencial conoció hasta hoy su mayor auge en la última década del siglo pasado y en los primeros años del XXI.

En el voto electrónico presencial hay dos tecnologías básicas, con máquinas de reconocimiento óptico de caracteres o imagen optical scanning. En una de ellas el votante registra en forma manual su escogencia, en una boleta impresa o en una tarjeta con banda magnética que una máquina lee y registra electrónicamente. El otro sistema, conocido como DRE, se supone más avanzado. El votante emite su voto en una máquina o urna electrónica que produce o no un comprobante. De haberlo, el votante lo deposita en una urna tradicional, lo que sirve para auditorías o el comprobante es solo para el elector.

En años recientes, apareció la prudencia en la aplicación de la electrónica a elecciones. El voto electrónico tiene entre sus principales objetivos incrementar la confianza del electorado al reducir la posibilidad de fraude o modificación de los resultados, es decir, aportar mayor seguridad y agilizar tanto el acto de votación en sí mismo como el escrutinio y conteo de los votos. Es ahí, en la consecución de los objetivos, donde el cuestionamiento está instalado.

Varios de los países más avanzados del planeta han recordado que el elector es el protagonista del proceso. La confianza del elector tanto en el sistema como en el órgano y personas que lo administran es de la máxima prioridad y para ello es crucial la transparencia que las máquinas no ofrecen. El protagonismo del electorado lo hace  merecedor de ser, cuando menos, previamente convencido sin imponerle tecnologías que le son extrañas o incomprensibles.

En cuanto a una mayor seguridad para reducir la posibilidad de falsear los resultados, la realidad es terca. Hasta la NASA reconoció, en marzo de 2012, haber sido “hackeada” 13 veces, solo en 2011, a pesar de gastar cuantiosas sumas en seguridad informática. Los atacantes tuvieron acceso y pudieron manipular proyectos vinculados a la seguridad del país[3].

En el presente, ningún sistema de comunicación electrónico conocido es totalmente seguro. En consecuencia, pueden ser intervenidos tanto por terceros de mala fe como por autoridades deshonestas.

Debates, foros, malas y buenas experiencias se han sucedido con respecto al voto electrónico. Según la fotografía del momento, algunos países –entre los más desarrollados- lo eliminaron o descartaron, otros se han detenido en las pruebas, unos más lo mantienen y otros cuantos lo han incorporado.

En 2009, Alemania, en un hermoso gesto de respeto al elector y a raíz de una sentencia del Tribunal Constitucional, cesó el uso del voto electrónico. El argumento central es que todos los pasos esenciales de la elección tienen que estar sujetos al control público, que los ciudadanos han de poder ejercer ese control de manera fiable y sin conocimientos técnicos especiales[4].

Los avances tecnológicos crean la expectativa de solventar con ellos las debilidades de los sistemas electorales tradicionales. El solo aumento del volumen de electores demanda encontrar fórmulas para agilizar el proceso. El voto electrónico, en su sentido amplio, es cierta e incuestionablemente efectivo para agilizar tanto el acto de votación como el escrutinio y conteo de los votos. Otras ventajas del voto electrónico son que requiere menos personal y menos gastos logísticos. También podría facilitar el conveniente aumento de la participación.

Pero esas ventajas y necesidades no pueden situarse por encima de los objetivos de los procesos electorales ni de los intereses y percepciones del votante. Menos relevante todavía es que proporciona una imagen más avanzada, más tecnológica.

En 2009, el Consejo de Europa recomendó que al revisar e introducir mejoras en la democracia la atención debería centrarse en la democracia y no en la tecnología[5]. Hacerlo bien requiere objetivos claros, a ello ayuda recordar que las elecciones son una manera de evitar o solucionar en paz conflictos sociales, son también el ejercicio de los derechos humanos de elegir las autoridades de un país y de ser electo para tales responsabilidades y así mismo, constituyen el mecanismo para que un funcionario y el Gobierno respectivo adquieran legitimidad de origen y para que opere la alternabilidad democrática. Para lograrlo, la tecnología que se utilice tiene que servir, sin matices ni dudas, a la autenticidad de la elección.

El voto electrónico está en el horizonte pero precisa subsanar vulnerabilidades de la votación tradicional sin incorporar riesgos mayores y combinar las ventajas de las máquinas con las de la votación tradicional, una de las cuales es la transparencia. Su adopción generalizada habría de satisfacer algunos requisitos, entre ellos que:

Cada votante pueda entender el sistema sin conocimientos técnicos especiales que no requiere para tener la condición de votante.
                              
El proceso sea totalmente verificable por cualquier candidato, partido político, agrupación ciudadana u observador acreditado y ciudadano interesado.   
         
Haga posibles las auditorías transversales realizadas por entes independientes con los protocolos técnicos atinentes. 
                                                                                                                      
Sea capaz de resistir fallas de la tecnología, ataques de terceros y manipulaciones de autoridades deshonestas.

O se asume la tesis alemana referida antes o es insoslayable conseguir previamente la credibilidad y confianza de los electores en los nuevos instrumentos y procedimientos e, igualmente, en las autoridades electorales, sin escatimar el tiempo que ello requiera. La precipitación o la imposición probablemente conduzcan al descrédito. 

En síntesis, el futuro del voto electrónico depende de encontrar la fórmula para aumentar  la confiabilidad y la seguridad, preservar la transparencia y la anonimia y lograr resultados rápidos. Además, que todo ello sea percibido por el elector. Lo que no está a la vuelta de la esquina.

El siguiente es un resumen del voto electrónico hoy, en algunos países:

 [1] Estos mecanismos suponen la conciente renuncia a la anonimia.

[2] Estonia aún lo utiliza, Suiza lo hace en consultas regionales que son frecuentes y Noruega lo tiene previsto para 2017.

[3] http://www.infochannel.com.mx/nasa-hackeada-13-veces-en-2011- . Recuperado el 16 de marzo de 2012.

[4] La Sentencia de la Corte Constitucional Alemana, que no prohíbe el voto electrónico, también resalta que “los aparatos no tenían previsto la posibilidad de un registro de los votos independiente del módulo de memoria de votos, que le permitiese a cada elector la verificación de su votación”. Aunque no había  sospecha alguna de fraude, la sola barrera técnica que bloquea el control ciudadano sobre el procesamiento de la voluntad electoral hacía inaceptable el mecanismo. El fundamento es: “Ya que el escrutinio es objeto de un proceso de elaboración de datos realizado exclusivamente en el interior de los aparatos electorales, ni los órganos electorales ni los ciudadanos que asisten a la determinación del resultado electoral pueden comprender si los votos válidos emitidos han sido adjudicados correctamente a las ofertas electorales y si los votos obtenidos por las ofertas electorales individuales han sido indagados correctamente”. En tales circunstancias “un recuento público, por el que los ciudadanos pudieran comprender confiablemente y por sí mismos, sin conocimientos especiales previos quedaba excluido”.

[5] Recomendación CM/Rec G1 (2009)1 del Comité de Ministros a los Estados miembros de la democracia electrónica (edemocracy), adoptada por el Comité de Ministros, el 18 de febrero de 2009, en la 1049 reunión de Ministros.

orellana.rosario@gmail.com

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