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jueves, 14 de agosto de 2014

CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL, LA PERVERSIÓN DE LOS MONOPOLIOS, CASO COSTA RICA

David Friedman, profesor universitario, escritor y economista estadounidense e hijo del Nobel, Milton Friedman y autor del libro  “La maquinaria de la libertad” editada por primera vez hace 40 años y publicada  en español por la Editorial Innisfree el año pasado contestó en una entrevista lo siguiente: 

“Si el Estado tiene el monopolio monetario, entonces se crean incentivos perversos que invitan a manipular la moneda para generar inflación y así crear una falsa ilusión de prosperidad”. http://www.libremercado.com/2013-01-27/david-friedman-el-dinero-no-debe-ser-un-monopolio-del-estado-1276480378/
    
En efecto, tiene razón el hijo de Milton Friedman al decir que “Si el Estado tiene el monopolio monetario, entonces se crean incentivos perversos”.  Estamos seguros que al hacer esta afirmación el escritor  se refiere también a cualquier monopolio, porque como se sabe estos corrompen las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas como veremos más adelante. 

Wikipedia nos dice que “Para que exista un monopolio, es necesario que en dicho mercado no existan productos sustitutos, es decir, no existe ningún otro bien que pueda reemplazar el producto determinado y, por lo tanto, es la única alternativa que tiene el consumidor para comprar”.  

Existe una diferencia importante entre el monopolio privado y el público, en los monopolios privados los inversionistas son los que arriesgan sus capitales, mientras que los monopolios estatales nacen y deben de mantenerse de fondos públicos y por lo general los intereses de quienes los administran  -unos pocos- prevalecen, de allí que los monopolios estatales son indudablemente más perversos que los primeros.

Los monopolios coartan además la libertad y el derecho a escoger de las mayorías, producen gollerías y privilegios donde el abuso, la corrupción y el despilfarro son el pan de cada día.

La perversión aparece también cuando por ejemplo el Estado protege monopolios que venden productos caros, que dan malos servicios y cuando mantienen planillas con gente que hace muy poco o no hace nada como lo veremos a continuación con solo tres ejemplos.

En Costa Rica, RECOPE, la Refinadora Costarricense de Petróleo, que se supone debe vender, distribuir  y refinar, tiene cuatro años de no refinar nada y mantiene la misma planilla,  paga altos salarios y nos vende malos productos. El CNP, Consejo Nacional de Producción  generó pérdidas por casi 1000 millones de colones al cerrar el 2013 y el actual gobierno pretende inyectarle más dinero en vez de cerrarlo.  El ICE, como se recordará tenía el monopolio de la telefonía celular y su servicio no solo era pésimo, sino que  nos cobraba alrededor de $100.oo (cien dólares) por una línea y teníamos que esperar meses para obtenerla, hoy día con la competencia la línea no cuesta nada, el servicio es inmediato y el usuario bajó el gasto.

La pregunta que sigue es la siguiente ¿Cuándo y cómo se corregirá toda esta perversión? La respuesta es simple, liberemos los monopolios y obliguemos a las empresas estatales a trabajar más eficientemente en beneficio de la mayoría y no de unos pocos.   

Carlos Vilchez Navamuel
carlosvilcheznavamuel@gmail.com
@carlosvilchezn

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martes, 11 de marzo de 2014

ROSALÍA MOROS DE BORREGALES, LA PERVERSIÓN DEL LENGUAJE

Por todos es bien conocido el gran valor de la palabra hablada o escrita. El ser humano es característicamente distinto al resto de la creación debido al lenguaje. A través de la palabra somos y dejamos registro de lo que hemos sido. Por medio del lenguaje le damos forma a nuestras emociones y sentimientos. A través del lenguaje se han logrado las grandes conquistas del pensamiento y la voluntad humana. Por esa razón, la manipulación del lenguaje en la distorsión de la verdad ha llegado a ser un instrumento de una utilidad indiscutible para conseguir propósitos de diversos fines, entre ellos propósitos políticos.


En la doctrina cristiana el apóstol Juan relata al principio de su evangelio la importancia de la acción de la palabra, esto es, el verbo: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Si pensamos que el verbo es esa palabra que expresa la acción del sujeto en la oración, entendemos entonces que Dios es el verbo, es decir, la acción por medio de la cual las cosas han sido hechas, como lo señala el verso 3: "Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho".  Llama poderosamente la atención que después de esta aseveración Juan expresa que Dios, el verbo, es la vida y la vida es la luz de los hombres.

Una declaración que nos lleva de la mano a la profundidad del significado del verbo, de la palabra en la conformación del lenguaje, en la cual la acción de la palabra se convierte en vida. La génesis de la vida despierta del silencio, de la ausencia de la palabra, cuando Dios la acciona por medio de su verbo. La vida es luz y la luz resplandece en las tinieblas: "En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella". He aquí una verdad liberadora: Dios es el verbo, Dios es la palabra, por la acción del verbo las cosas son hechas. En el verbo, en la palabra está la vida, la vida es luz y esa luz resplandece en las tinieblas porque las tinieblas no pueden dominarla.

Sin embargo, la humanidad ha persistido en hacer uso del don que le ha sido dado con la palabra para pervertir la verdad. La mentira ha llegado a ser parte intrínseca en la vida de las familias, de las comunidades, pueblos y naciones. A través del proceso de perversión de la verdad en el uso del lenguaje, el verbo se ha convertido en destrucción y en muerte. El proceso es contrario al descrito anteriormente: verbo-vida-luz. Se han convertido en verbo-muerte-oscuridad. Pues, inexorablemente somos enlazados con nuestro verbo, con cada una de las palabras que usamos, declaramos y proclamamos.

Decir algo contrario a lo verdadero es mentira, expresar parte de la verdad maquillándola con testimonios falsos es mentira. Aseverar o atestiguar sobre algo en el fundamento de la falsedad es mentira. La persona que presencia o adquiere un conocimiento directo sobre algo, y luego, al expresarlo, lo distorsiona a su conveniencia es un testigo falso, es un mentiroso. En mi opinión, el uso de una palabra para expresar con ella algo diferente a lo inherente a su significado es más que una distorsión del lenguaje, constituye una perversión del mismo. De igual manera, el uso de una palabra con significado antagónico a lo que realmente se pretende expresar no denota más que la perversidad de la que ha sido objeto el lenguaje en la manipulación del pensamiento.

En Venezuela los ciudadanos hemos sido víctimas directas de la perversión del lenguaje como instrumento de manipulación de masas. El régimen ha conquistado las mentes y los corazones de muchos venezolanos con el uso vergonzoso y premeditado de la mentira, la cual lamentablemente ha crecido en la tierra fértil de la ignorancia, a la cual se ha sometido a nuestro pueblo durante décadas. Se han repetido mentiras tantas veces que ellos mismos terminaron creyéndolas como verdades. Se ha tildado a todos los que disienten con calificativos que describen sus propias características, como él qué se mira en un espejo pero no se reconoce a sí mismo, sino qué ve al otro y lo llama por su propio nombre.

Estamos envueltos en la mentira, se habla de paz y lo que se ejecuta es la guerra entre hermanos. Mientras unos lloran la muerte de sus hijos, otros bailan, cantan y despliegan en todos los medios de los que se han adueñado, la felicidad de un pueblo que celebra los carnavales disfrazado de hambre en las interminables colas que debe hacer para conseguir la harina de su sustento. Una joven es golpeada brutalmente por una agente de la GNB y las sanciones de las autoridades son para la agredida. Un país amigo trata de abogar por nuestros derechos humanos ante un organismo internacional y le tiramos la puerta en la cara.

¡Qué irónico es que precisamente por medio del lenguaje un hombre pueda degradarse por debajo de lo que no tiene lenguaje!  Sören Kierkegaard.

rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB

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miércoles, 14 de septiembre de 2011

ALBERTO BENEGAS LYNCH (H) (*): MAQUIAVELO, EL GRAN OBSERVADOR (DESDE ARGENTINA)

“Podría citar mil ejemplos modernos y demostrar que muchos tratados de paz, muchas promesas han sido nulas e inútiles por la infidelidad de los Príncipes, de los cuales, el que más ha salido ganando es el que ha logrado imitar mejor a la zorra. Pero es menester respetar bien ese papel; hace falta gran industria para fingir y disimular, porque los hombres son tan sencillos y tan acostumbrados a obedecer las circunstancias, que el que quiera engañar siempre hallará a quien hacerlo”. 

Este es uno de los pasajes de El Príncipe de Maquiavelo en el que resume su tesis central. Hay quienes juzgan que este autor revelaba en esa obra su perversidad lo cual se configura como “maquiavelismo”, pero lo que hizo en esta obra es simplemente una descripción del poder, lo cual es señalado, entre otros, por autores como James Burnham, George Sabine o Maurizio Vitroli en sus archiconocidos trabajos sobre la materia.

MAQUIAVELO SATANIZADO
En El Prínicpe se encuentra el verdadero rostro del poder cuando se lee que el gobernante “debe parecer clemente, fiel, humano, religioso e íntegro; mas ha de ser muy dueño de sí para que pueda y sepa ser todo lo contrario […] dada la necesidad de conservar el Estado, suele tener que obrar contra la fe, la caridad, la humanidad y la religión […], los medios que emplee para conseguirlo siempre parecerán honrados y laudables, porque el vulgo juzga siempre por las apariencias”. Incluso hay quienes ingenuamente interpretan el uso maquiavélico de virtú como si se tratara de virtud cuando en verdad esa expresión en El Príncipe alude a la voluntad de poder que solo se obtiene por el uso de la fuerza. Más aun, escribe Maquiavelo que “El Príncipe que quiera conservar a sus súbditos unidos y con fe, no debe preocuparse de que le tachen de cruel […] es mas seguro ser temido que amado […] Los hombres temen menos ofender al que se hace amar que el que se hace temer […] solo han llevado a cabo grandes empresas los que hicieron poco caso de su palabra, que se dieron maña para engañar a los demás”.

Se trata entonces de una muy ajustada observación de lo que significa quien se instala en el trono del monopolio de la fuerza que denominamos gobierno, pero resulta sumamente curiosa la renovada confianza, no solo de los consabidos adulones, que sin vestigio alguno de dignidad pululan por todas partes y anidan en todos los tiempos, sino de gente de apariencia normal que es engañada y saqueada una y otra vez, a pesar de lo cual insiste en la experiencia cuando el próximo candidato promete “cambio, combatir la corrupción y establecer justicia” y otras cantinelas equivalentes.

Produce asombro y verdadera perplejidad que se suela considerar como normal que el político mienta en campaña para engatusar a la incauta clientela, incluso livianamente  se lo justifica y perdona al candidato diciendo que “es político”. Es que como ha escrito Hannah Arendt “Nadie ha puesto en duda que la verdad y la política están más bien en malos términos y nadie, que yo sepa, ha contado a la veracidad entre las virtudes políticas”. Por ello es que Alfred Whitehead ha enfatizado que “El intercambio entre individuos y entre grupos sociales es de una de dos formas, la fuerza o la persuasión. El comercio es el gran ejemplo del intercambio a la manera de la persuasión. La guerra, la esclavitud y la compulsión gubernamental es el reino de la fuerza”. Como nos ha enseñado Gaetano Mosca, la historia no debe interpretarse con lentes monistas o unidireccionales, pero en el caso que nos ocupa se juega nada menos que la libertad que es lo que precisamente permite abrir ríos que se bifurcan en muy distintas direcciones y que permiten naves de diverso calado y volumen.

Después de tantas matanzas, guerras, torturas y estropicios mayúsculos patrocinados por los aparatos estatales de todas las latitudes, es menester derribar telarañas mentales y explorar otras avenidas fértiles. Para los que quieren ver la realidad del poder hay dos etapas que, a su debido tiempo, es aconsejable se transiten. En primer lugar, percatarse que la democracia como ha sido concebida  como una manifestación de igualdad ante la ley y la protección de los derechos de las minorías, no ha funcionado debido a los incentivos perversos que se desatan muy a disgusto de los Giovanni Sartori de todos los tiempos. En el camino el sistema ha mutado en cleptocracia, a saber, el gobierno de los ladrones de libertades, propiedades y sueños de vida de cada uno de los que llevan a cabo actividades que no lesionan derechos de terceros.

Ya he dicho antes (y por eso lo paso rápido) que en esta primera etapa debería contemplarse el establecimiento de tres pilares aplicables a los tres poderes. Un triunvirato para el Ejecutivo al efecto de diluir la idea del líder y similares tal como se propuso en los debates constitucionales estadounidenses y, agregamos, elegido por sorteo tal como lo propuso Montesquieu en el segundo capítulo del Segundo Libro de El espíritu de las leyes, situación en la que las personas dejarán de contarse anécdotas más o menos irrelevantes sobre candidatos para concentrarse en los límites al poder puesto que cualquiera puede acceder al mismo. En el Judicial debería permitirse que en los conflictos que surjan en las relaciones contractuales, las partes deberían establecer quienes han de oficiar de jueces en todas las instancias que se estipulen sin regulación de ninguna naturaleza, con lo que se volverá a lo ocurrido durante el primer tramo del common law y durante la República romana. Por último, debería adoptarse lo que Hayek bautizó como “demarquía” en el tercer tomo de su Law, Legislation and Liberty en el sentido de despolitizar una de las cámaras del Legislativo.

En la segunda etapa, que es en la que ahora nos detendremos a resumir pero con la brevedad que exige una nota periodística, debería prestarse atención a lo que han venido sugiriendo autores tales como Anthony de Jasay, Bruce Benson, Randy Barnett, David Friedman, Murray Rothbard, Jan Narvenson, Gustave de Molinari, Leslie Green, Walter Block, Morris y Linda Tanehill, Hans-Herman Hope y tantos otros (sistema que he bautizado como “autogobierno”, que a falta de una definición lexicográfica hago una estipulativa en mi “Toward a Theory of Autogovernment”). Se trata de concebir la producción de seguridad y justicia como se concibe la producción del resto de los bienes y servicios en el mercado, y por los mismos motivos. En otros términos, la producción e implementación de normas en el contexto de la competencia y la sociedad abierta, en cuyo caso la calidad resultante es como sucede con el resto de los bienes y servicios. Al fin y al cabo, hoy en EE.UU. las fuerzas privadas de seguridad son mayores que toda la policía junta de los gobiernos locales y el central, y los arbitrajes privados ocupan una proporción creciente en la resolución de conflictos.

Tal como explica detalladamente Bruno Leoni en Freedom and the Law, la ultima ratio impuesta por el monopolio de la fuerza traslada la omnipotencia del Legislativo a “la tiranía de los jueces” en lugar de permitir la competencia de diversas instancias judiciales tal como actualmente ocurre con el tratamiento de diferendos entre personas y empresas  ubicadas en distintos países donde no existe una voluntad suprema establecida de antemano sino que es estipulada en cada caso por las partes. También Leoni apunta que las codificaciones y abultadas legislaciones inyectan incertidumbre al sistema en lugar de operar en base a un proceso de prueba y error en el contexto de fallos judiciales en competencia, lo cual abre la posibilidad de un camino de descubrimiento del derecho y no de diseño ni de ingeniería social.

En este marco, si la justicia y la seguridad fuera materia de competencia de empresas privadas y aseguradoras hay dos escenarios posibles, el segundo de los cuales se abre a su vez en dos posibilidades. En el primer caso, los desacuerdos se dirimen según lo estipulado contractualmente en cuanto a árbitros e instancias respectivas. El segundo escenario consiste en que una de las parte no acata lo convenido o no ha convenido nada y al suscitarse un conflicto se rehúsa a proponer árbitros o procedimiento alguno para resolver el problema.

Esta es la situación en la que se abren dos posibilidades: la persona en cuestión no cuenta con agencia de protección y justicia (y, por ende, no es el caso de sortear jueces entre compañias etc.). Supongamos que el sujeto se niega a todo, incluso a su defensa en juicio pero que, de proponérselo,  eventualmente cuenta con una fuerza potencial minoritaria en relación a las fuerzas de que disponen las agencias existentes. En este caso, se juzgará al candidato in absentia y, si resultara condenado será reducido por las agencias correspondientes al efecto de que se cumpla la restitución que decidió el juez de la causa, además de condenar también a quienes pretendieron usar de la fuerza para escapar al fallo respetivo (por otra parte, debe destacarse que si hubieran agencias involucradas en este comportamiento agresivo, naturalmente perderán el crédito como instituciones “defensivas”).

La segunda variante de este segundo capítulo que consideramos, estriba en la situación en la que ocurre lo mismo pero con la diferencia que el agresor dispone de una fuerza mayoritaria en relación a todas las otras agencias de justicia y seguridad existentes. En ese caso, si la avalancha agresiva es de proporciones devastadoras nada hay que se pueda hacer y, sencillamente, como dice Rothbard, estaríamos en la mismo posición en la que estamos hoy con el monopolio de la fuerza, pero debe advertirse que la resistencia a semejante atropello sería más difícil de vencer frente a agencias defensivas descentralizadas y con incentivos fuertes por sobrevivir.

Bruce Benson refuta los pretendidos obstáculos al sistema abierto al que nos estamos refiriendo en cuanto a que de este modo los servicios privados fabricarían casos para obtener más dinero condenando a inocentes, que tenderán a abusar de su poder una vez que están armados, que se dedicarán a proteger a los ricos y abandonar a los pobres y que recortarán gastos ofreciendo un servicio de una calidad muy deficiente.

En un sistema abierto y competitivo, quienes ofrezcan servicios de mala calidad condenando a inocentes tendrán sus días contados como proveedores, así como los que abusen de la confianza dispensada lo cual no ocurre cuando estamos frente al monopolio de la fuerza donde el Leviatán comete todo tipo de atropellos cotidianamente y con la soberbia que lo caracteriza y el maltrato a quienes dice representar. Es precisamente en este caso cuando la protección y la justicia se dedica a los más ricos y se abandona a los pobres a su suerte. Los pobres contribuyen a financiar la policía para que en definitiva custodie los barrios de ricos. Por último, el recorte de gastos en los servicios cruciales es lo que sucede en el contexto del monopolio de la fuerza, sin embargo, en el caso de agencias en competencia, si esto tuviera lugar, se sustituye al proveedor. Por otra parte, como desarrolla Walter Block, los temas de “defensa nacional” serán encarados por la protección a empresas, centros comerciales y equivalentes con las precauciones necesarias. Finalmente, todo este análisis está subordinado al adecuado análisis de los bienes públicos y las externalidades  tal como explican autores como Anthony de Jasay (por mi parte, hace unos años pubiqué un ensayo sobre la materia titulado “Bienes públicos, free riders y el dilema del prisionero: el argumento reconsiderado”).

Es de interés tener en cuenta los casos en los que las sociedades operaron sin el monopolio de la fuerza como el de Islandia desde el año 900 al 1200 de nuestra era al que se refiere David Friedman en “Private Creation and Enforcement of Law: A Historical Case” y David Miller en su libro Bloodtaking and Peacemaking. Feud, Law and Society in Saga Island, el de Irlanda desde principios del siglo vi a mediados del xvii, caso al que alude Joseph E. Penden en “Staltess Societies: Ancient Irland” y el caso de Israel, tal como lo relata la Biblia después del período de los Jueces (Samuel, II, 8), mencionado sucintamente por Lord Acton en su Essays on Freedom and Power. Para temas más específicos como los de las carreteras y calles privadas en la historia, puede consultarse mi libro Las oligarquías reinantes. Discurso sobre el doble discurso para el que me escribió un prólogo Jean-François Revel quien allí brinda un marco más general a la sociedad abierta y sus críticos, lo cual intento desmenuzar en ese trabajo.

Nada de lo dicho puede adoptarse a la manera de un tajo abrupto en la historia, es indispensable el debate en un proceso evolutivo en el que exista la debida comprensión de las ventajas de un sistema abierto sin monopolios impuestos. Barnett en Restoring The Lost Constitution nos dice que en nuestro sistemas políticos resulta curioso que se insista en que está consentido por los ciudadanos cuando no hay manera de expresar el no-consentimiento en cuyo contexto se interpreta como que el aparato estatal fuera el dueño del lugar donde uno vive: “Cara, usted consiente, seca también consiente, no tira la moneda ¿adivine que? usted también consiente. Esto simplemente no es consentir”. Por último, resulta atingente recordar que Joseph Schumpeter ha señalado en Capitalismo, socialismo y democracia que “La teoría que asimila los impuestos a cuotas de club o a la adquisición de los servicios, por ejemplo, de un médico, solamente prueba lo alejada que está esta parte de las ciencias sociales de la aplicación de métodos científicos”.

No es posible vaticinar cuanto tiempo demandará el antedicho debate, pero, en este sentido, es pertinente concluir esta columna con un pronóstico de Jorge Luis Borges. En el libro titulado El otro Borges en el que Fernando Mateo recopila dieciséis entrevistas de diversos medios al célebre escritor (Buenos Aires, Equis Ediciones, 1997) se reproduce una en la que Borges reitera lo que ha dicho y escrito en muchas otras oportunidades, a saber, que la meta debiera ser la abolición de los aparatos estatales en línea con lo estipulado por el decimonónico Herbert Spencer, ocasión en la que el periodista inquiere: “¿Piensa seriamente que tal estado es factible?” a lo que el entrevistado responde “Por supuesto. Eso si, es cuestión de esperar doscientos o trescientos años”. A continuación, como última pregunta, el entrevistador formula el siguiente interrogante: “¿Y mientras tanto?” a lo que Borges contesta “Mientra tanto, jodernos”.

(*) Académico asociado del Cato Institute y Presidente de la Sección Ciencias Económicas de la Academia Nacional de Ciencias de Argentina.

http://www.elcato.org/maquiavelo-el-gran-observador

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miércoles, 23 de febrero de 2011

UN NEGOCIO CHUECO LLAMADO ALBA…PARA LOS VENEZOLANOS. EMILIO NOUEL

Cualquier país pequeño o grande que se precie, persigue, por sobre todas las cosas, promover sus intereses económicos en el ámbito internacional.

Esta verdad de Perogrullo, sin embargo, al gobierno venezolano le rueda. Su conducta internacional está dirigida a objetivos más trascendentes: ¡la revolución mundial contra el capitalismo¡ y construir el cielo en la tierra. Una política exterior en provecho del pueblo venezolano sería un despropósito al lado de tan excelsos fines.

Un ejemplo patente de este proceder absurdo y antinacional lo tenemos en un grupo que llaman ALBA, el cual, de acuerdo con la retórica gubernamental, sería una iniciativa de naturaleza integracionista.

La integración económica internacional, como la conocemos, busca conectar las economías mediante el establecimiento o incremento de relaciones comerciales, con el propósito de crear espacios económicos más amplios, eliminando obstáculos y discriminaciones entre las economías que se integran. Lo que se procura, en definitiva, es crear progresivamente un área común en la que los bienes se intercambien, las políticas se armonicen, las leyes se uniformen, los transportes y las comunicaciones faciliten, las inversiones y capitales fluyan libremente y los trabajadores puedan circular sin restricciones, todo con vista, en algunos casos, a integraciones políticas supranacionales.

De lo que se trata, en fin, es de instituir y solidificar lazos materiales que vayan haciéndose permanentes, irreversibles, no porque lo diga una teoría comercial o lo haya soñado un visionario, sino también porque a los países les conviene para el crecimiento, desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos.

Esa es precisamente la idea de la integración. La retórica rimbombante y los discursos estridentes no sirven para este propósito. Porque todo pasa por poner en práctica mecanismos concretos y permanentes.
Decir que lo que se persigue es “la integración de los pueblos” es palabrerío demagógico e inútil si no se pone en obra los instrumentos prácticos que llevarán a la deseada integración.

La ALBA no dispone de un solo mecanismo concreto. No existe en sus documentos una norma que regule materia alguna de integración. Busque el lector en ellos una mención de tarifas arancelarias, listas de productos a comerciar o negociar, normas de origen, salvaguardias comerciales, competencia desleal, un régimen de inversiones reciprocas y/o extranjeras, plazos, o a cualquiera otra materia relativa al tema. Perderá su tiempo porque no la va a encontrar.

La ALBA es un tinglado político clientelista inventado por Chávez para repartir entre países cuyos gobernantes le son afines ideológicos, fondos provenientes del petróleo que le aseguren apoyos internacionales. Es eso y nada más. Pero lo peor de todo es que nada aporta a los intereses de nuestro país.
Veamos con cifras duras 3 ejemplos de este mal negocio para Venezuela. Tomemos los casos de Cuba, Bolivia y Nicaragua.

¿Qué hacen estos países con lo que les damos, y que puertas adentro escatimamos cuando de nuestras propias necesidades se trata? ¿Cuáles y cuántos productos de nuestros industriales o agricultores adquieren? Y de lo que nos compran ¿Cuánto pagan?

CUBA
Este país, en 1999, compró al nuestro productos por el orden de los 460 millones de dólares, y en 2009, sólo 167 millones. Al mismo tiempo, Cuba exportó a Venezuela en 1999, 13.3 millones de dólares y en el 2009, 522 millones (Cifras de SICEX, ALADI).

Por otro lado, en el período 2005-2010, fue anunciado por el gobierno venezolano un gasto de 34.400 millones de dólares para Cuba. (Cifras de CIECA)

La forma como este país paga a Venezuela es mediante trueque, y se desconoce la fórmula para establecer el valor de los servicios que ejecuta en nuestro país.

BOLIVIA
En el caso de este país, en 1999, compró al nuestro 21 millones de dólares; en el año 2008, 252 y en el 2009, 310 millones. En estos años, Bolivia exportó a Venezuela, 19 millones de dólares, 264 y 290, respectivamente. (Cifras de SICEX, ALADI).
Para el periodo 2005-2010, el gobierno bolivariano ha anunciado gastos por el orden de los 8.859 millones de dólares en Bolivia. (Cifras de CIECA)

NICARAGUA
Este país adquirió de Venezuela en el 1999, bienes por el orden de 6 millones de dólares; en 2008, 14 millones, y en 2009, 33 millones. Exportó al nuestro país en las mismas fechas, 98, 7 y 480 millones, respectivamente. (Cifras de SICEX, ALADI).

Para Nicaragua, el gobierno de Venezuela ha anunciado gastos durante el periodo 2007-2010, por la cantidad de 7.920 millones de dólares, (Cifras de CIECA)

El total de gasto anunciado por el gobierno en ALBA es de 62.633 millones. En el 2005 el gasto para todos los que conforman ALBA fue de 2.122 millones, siendo CUBA, prácticamente, la única beneficiaria, con 1.879 millones de dólares (Cifras de CIECA)

Las cifras señaladas no pueden ser más elocuentes. El desbalance es pasmoso. La sangría de nuestro país, a cualquier observador tiene que sobrecoger.

La carga en términos comerciales y financieros que se ha echado encima el gobierno venezolano es injustificada, antinacional y perversa; la deuda que tienen estos países con el nuestro, ni siquiera es honrada debidamente, a pesar de las facilidades que se les han conferido. Definitivamente, estos vínculos político-ideológicos significan para nuestro país un peso muerto inaceptable.

No hay discusión, la ALBA es un pésimo negocio para Venezuela; además, es un proyecto inmoral porque constituye una afrenta, un desprecio, hacia los que en nuestro país están necesitados de vivienda, salud, educación y seguridad.

EMILIO NOUEL V.EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA