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sábado, 26 de septiembre de 2015

PEDRO A. PALMA, EL CONTRABANDO FRONTERIZO

Una de las razones que ha aducido el gobierno venezolano para justificar el cierre de la frontera con Colombia es eliminar la desviación masiva de productos venezolanos hacia el vecino país, lo cual genera escasez y desabastecimiento en los mercados locales y presiones alcista de los precios internos. De allí que sea válido que nos preguntemos si esa acción realmente va a eliminar el llamado contrabando de extracción de lo que aquí se produce hacia Colombia, o no. Realmente, no lo creo.

Lo que siempre se ha producido en esa frontera, particularmente en el Táchira, es un proceso de arbitraje, según el cual los habitantes de ambos lados de la zona se preguntan dónde conviene más adquirir los productos requeridos para satisfacer sus necesidades, y la respuesta es simple: donde tengan menor precio. Dado que en nuestro país el gobierno insiste en regalar la gasolina, en otorgar subsidios desproporcionados, o en imponer precios que ni siquiera cubren los costos de producción y distribución de múltiples productos de consumo masivo, los precios de venta de muchos de esos artículos son artificialmente bajos y muy inferiores a los existentes al otro lado de la frontera, haciendo que aquel planteamiento de arbitraje sea obvio: comprar los productos en Venezuela para satisfacer las necesidades de los consumidores, o para revenderlos a un precio mucho mayor en el lado colombiano.
Eso no siempre fue así. Hace ya varios años, cuando el bolívar era una moneda fuerte y sobrevaluada, había libertad cambiaria y se mantuvo un tipo de cambio fijo por varias décadas,  resultaba muy atractivo pasar a Cúcuta para comprar alimentos, ropa, calzado y otros productos, pues allí eran más baratos que en Venezuela. Recuerdo vívidamente que cuando uno viajaba desde la ciudad fronteriza de San Antonio a San Cristóbal, eran múltiples las alcabalas de la Guardia Nacional que revisaban exhaustivamente los automóviles y transportes de  carga para determinar si llevaban mercancía colombiana oculta, que se pretendía introducir a Venezuela sin cumplir los debidos trámites aduanales ni pagar los aranceles respectivos. Ahora la situación es opuesta, y cómo no lo va a ser si muchos productos de consumo masivo tienen en Colombia precios tres y más veces mayores que en Venezuela, para no hablar de la gasolina que aquí se regala, pero que en el otro lado de la frontera se vende a más de un dólar el galón. Con razón no son solo los llamados “pimpineros” los que se llevan el combustible, sino que el mismo se envía en gandolas debidamente custodiadas para cuidar su valioso cargamento.
También es conocido el lucrativo negocio de extracción y ulterior importación de productos, el cual consiste en enviar bienes y semovientes a Colombia que luego se reenvían a Venezuela en forma de exportación, siendo éstos pagados con dólares preferenciales artificialmente baratos, divisas cuyo precio en el mercado paralelo de frontera puede llegar a ser hasta cien veces mayor  al tipo de cambio oficial al que se adquirieron para realizar la operación.
Recientemente, un alto vocero gubernamental dijo que al cerrarse la frontera se había puesto un torniquete que había parado la hemorragia de productos que se escapaban a Colombia, dando a entender que esa era la gran solución al problema del contrabando de extracción. Nada más alejado de la verdad. Si bien esa absurda acción oficial pudo limitar temporalmente el envío de productos al vecino país, no lo eliminó. Por el contrario, el negocio ha continuado, ahora con extraordinarios sobrecargos de precios, y volverá a florecer con toda fuerza en un futuro inmediato, ya que mientras este siga siendo tan lucrativo, los contrabandistas de siempre, de aquí y de allá, seguirán actuando impunemente. Solo cuando se eliminen las absurdas distorsiones cambiarias y de precios que hoy existen, y que se siguen ensanchando, es que se podrá producir una normalización en las actividades comerciales fronterizas.
Pedro A Palma
palma.pa1@gmail.com
@palmapedroa

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sábado, 11 de octubre de 2014

GABRIEL S. BORAGINA, GANANCIAS Y SALARIOS

Cuando sostuve que el salario del obrero/empleado surge siempre de la ganancia del empleador y no a la inversa como arguyen los marxistas, alguien intentó "refutarme" vanamente con este palabrerío sin sentido que transcribo a continuación:



1.               "El costo de todo producto lleva un importe consistente en los materiales y en el trabajo humano que transforma esos materiales para dar el producto terminado, y sobre ese importe el empresario calcula su margen de utilidad.
2.               Sino el empresario debería calcularlo solo sobre el importe de los materiales, mas lo que abona para la transformación, lo que a todas luces no es como se hacen los precios de los productos que llegan al consumidor."
Vamos a tratar pacientemente de descifrar este verdadero trabalenguas sinsentido.
Advertimos de inmediato que el párrafo 2, auto-refuta el primer párrafo.
Diagrama básico de la oferta y la demanda
en un mercado de un sólo producto.
Se admite que existen dos curvas
la de demanda que predice qué cantidad
 de producto comprarán los consumidores
para un determinado precio del producto,
y la de oferta que predice cuanto producto
 será puesto a la venta para
un determinado precio de venta.
El punto de corte entre ambas
predice el precio tanto el precio de venta
como las cantidades producidas
por unidad de tiempo.
Si suponemos que el párrafo 2 es la conclusión de este supuesto "razonamiento" (en realidad, un verdadero galimatías de nuestro pretendido "objetante"), dicha "conclusión" es correcta: "no es como se hacen los precios de los productos que llegan al consumidor" "calcularlo solo sobre el importe de los materiales, mas lo que abona para la transformación". Exacto. Así no "se hacen" los precios. Por el contrario, los precios surgen de la libre oferta y demanda, y no de -simplemente- sumar costos.
El párrafo 1 dice lo mismo que el segundo, lo que "diferencia" ambos párrafos es que la misma formulación que se hace en ambos es afirmada en el primero y negada en el segundo. Es decir, ambos párrafos se auto-contradicen mutuamente. Pero, más allá de esta flagrante violación al principio de no-contradicción, la certeza reside en el último párrafo, que niega al primero, en el sentido apuntado. Mejorando la enredada terminología utilizada por quien quiso vanamente "refutarnos", digamos que es correcto que los costos no determinan los precios. Sino que es al revés: los precios determinan los costos.
Lo que le faltó decir a esta persona, luego de 2, es que sumar costos no es como se forman los precios, sino que los precios surgen de lo que el consumidor demanda y lo que productor oferta. Nuevamente: del libre juego de la oferta y la demanda.
Ahora bien, resulta claro que nada de lo que se dice ni en el punto 1 ni en el 2, desvirtúa nuestra aseveración respecto a que el salario es simplemente una parte de la ganancia del empleador y no a la inversa como dogmatizan los marxistas y filo-marxistas.
Tampoco ni 1 ni 2 "refutan" en absoluto que esa ganancia del empleador capitalista es realmente fijada por el consumidor, quien -en un mercado libre, es decir de libre competencia- es el juez de última instancia, que decide la cuantía de lo que, tanto el obrero/empleado como el capitalista mismo van -en definitiva- a ganar.
Destacamos que esto último sólo será cierto en las condiciones que hemos señalado: un mercado libre, de libre competencia, lo que es lo mismo a decir un mercado capitalista. Todas estas expresiones, en rigor, son redundantes, ya que todas ellas -en última instancia- están expresando la misma idea. Advertimos esto, porque será inútil buscar "ejemplos" de este último tipo en las actuales sociedades estatistas, mercantilistas o intervencionistas, es decir, anticapitalistas.
Reina tal grado de confusión y de ignorancia económica (incluso entre profesionales) que es frecuente que los "ejemplos" que se buscan para "refutar" mis dichos, son tomados todos de la realidad actual, vale decir, ejemplos extraídos no de sistemas capitalistas, sino de los vigentes en el mundo entero de hoy: estatistas, dirigistas, mercantilistas o intervencionistas. Esto último, invalida de plano todos los falsos "contraejemplos" con los cuales se pretende "objetar" otro sistema prácticamente inexistente en el mundo actual: el capitalista.
En virtud de esta ignorancia profunda que campea sobre temas económicos, quienes pretenden "objetar" como sistema "existente" al capitalismo, no pueden llegar a darse cuenta que, con sus ejemplos, lo que en realidad están desmintiendo es al sistema que ellos dicen defender: lo llaman sistema "mixto", "intervencionista", "progresista", "populista" o "socialdemócrata" entre otros motes "elegantes" y "políticamente correctos". Estos últimos sistemas son los que están fallando, los que generan desempleo, explotación obrera y empleada, y no el capitalismo, capitalismo este último que cada vez mas brilla por su ausencia en el mundo entero (pese a los que algunos colegas optimistas desean que fuera).
En suma, mis pretendidos "objetantes" dejan firme, con tales débiles falacias, el presupuesto de mi demostración principal (que -vale la pena aclarar- no es para nada mía en rigor, sino de los grandes maestros de la Escuela Austriaca de Economía, a quiénes mis "contradictores" -por supuesto- no conocen ni tienen la menor idea de quienes podrían ser), y que es que, el salario del obrero/empleado siempre es una parte de la ganancia del empresario/capitalista y no a la inversa.
En un lenguaje algo mas jurídico, sería lo mismo que decir que entre la ganancia capitalista y el salario obrero/empleado hay una relación de género a especie, en donde la ganancia es el género y el salario la especie, lo que es igual a decir que entre la ganancia y el salario existe la misma relación que entre lo principal y lo accesorio. El salario siempre accede a la ganancia, ergo, sin lo principal lo accesorio no podrá existir, de donde, sin ganancia capitalista no habrá nunca salario. Luego, atacar la ganancia capitalista -mediante impuestos "a las ganancias", "al capital", "a las utilidades", "a la renta", etc.- es atentar en forma indirecta contra el salario obrero, es decir contra el trabajador mismo por vía del ataque a su fuente de trabajo. Es esto último exactamente lo que está sucediendo en todas nuestras economías contemporáneas. Y es esta última, la exacta explicación del paro masivo, el desempleo crónico, los salarios miserables, la precarización laboral, y de todas aquellas quejas que con muy justa razón los trabajadores dirigen...pero al enemigo equivocado: al capitalismo. Cuando el enemigo real del obrero/empleado está en el estado-nación mismo y su legislación laboral, que atenta directamente con aquellos a quienes "dice" quiere "defender".
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina

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domingo, 29 de septiembre de 2013

BEATRIZ DE MAJO, LA BURBUJA QUE NO FUE, CASO CHINA

Cuatro años enteros, entre 2007 y 2011, estuvo China envuelta en políticas restrictivas para evitar una perniciosa burbuja en el sector de vivienda. Un duro frenazo penalizó a los demandantes de primeras y sobre todo de segundas y terceras viviendas. 

Se incrementaron los porcentajes de cuota inicial, se aumentaron las tasas de interés hipotecarias, se desestimuló por diferentes vías a los empresarios desarrolladores del sector, se penalizaron con costosos impuestos a las ganancias sobre las plusvalías y ventas de viviendas. Ello duró hasta la llegada de los dos nuevos líderes, Xi Jinping y Li Keqiang  en marzo pasado.

Pero a la hora actual, la dinámica habitacional no parece quitarles el sueño en Beijing.

Ello puede querer decir que, sabiamente, están prestando atención prioritaria a otros asuntos  para no mostrar una ansiedad inconveniente en un mercado tan sensible. Pero ello puede, también, ser indicativo de que los gobernantes están cómodos con la evolución reciente del sector.

Lo cierto es que  una nueva residencia en ciudades como Beijing, Shanghai o Shenzhen cuesta hoy cerca de 20% más que hace un año y que a escala nacional las nuevas unidades habitacionales tienen precios 8,3% superiores al año pasado. Pero nos es menos cierto que el país no se comporta uniformemente, siendo las grandes urbes las que registran los incrementos desproporcionados. En los pueblos pequeños los nuevos compradores apenas han sido penalizados con incrementos menores a 6%.

A la vez,  el ritmo de expansión de los precios ha venido frenando desde inicios de año a esta parte. En marzo los precios de las viviendas crecían a razón de 1,7% intermensual, mientras que ya para agosto esa tasa había descendido a 0,8%, según las cifras oficiales.

¿Esta suerte de enfriamiento del mercado es suficiente razón para dormir tranquilos? Sin duda que no. Lo que ha provocado confianza de parte de las autoridades es la creencia  que la burbuja inmobiliaria que estuvo efectivamente  en gestación hasta 2011 ha tocado fondo.

Son las cifras manejadas por los emprendedores del sector las que demuestran que las compras especulativas lograron controlarse debidamente con las medidas implementadas. La mitad de las compras de viviendas de hoy en el país, la originan compradores que adquieren por primera vez y solo 6 de cada 100 clientes interesados están por hacerse de una segunda vivienda.

De allí que este cambio en el comportamiento de las variables de consumo  lo que puede estar demostrando es que la oferta de viviendas está haciéndose corta ante el crecimiento de la demanda, lo que solo pudiera ser signo de una mayor bonanza económica de los ciudadanos y confianza en su economía que también se evidencia en otros sectores de actividad.

En dos palabras todo parece indicar que la apreciación de las viviendas que los chinos enfrentan en esta ocasión, responde a razones que pudieran explicar bien las tesis de oferta y demanda de  David Ricardo y Adam Smith. Todo ello son buenas noticias para quienes velan por la salud económica del gigante y para quienes  sienten un razonable resquemor ante las devastadoras crisis que una expansión incontrolada del crédito hipotecario unido a la especulación, puede acarrear.

Hay que dormir, sin embargo,  con un ojo abierto, piensan los chinos…

beatriz@demajo.net.ve

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