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viernes, 7 de noviembre de 2014

TRINO MÁRQUEZ, LAS CONSPIRACIONES DE LOS NECIOS

TRINO MÁRQUEZ
En quince años los rojos han inventado decenas de conspiraciones ficticias, divulgadas con el propósito de distraer la atención pública para que los venezolanos no se ocupen de criticar los graves errores y torpezas que comete el gobierno. Son conjuras elaboradas en laboratorios donde se ensayan fórmulas para ocultar los fracasos o para colocar en la agenda de discusión los temas que le interesa al oficialismo.

         Al poco tiempo de estar gobernando, el enemigo externo era ¨míster Danger¨; en otros términos, George Bush. Durante ocho años el expresidente norteamericano fue blanco de los ataques y la ira de Hugo Chávez. El ¨imperialismo¨ supuestamente tramaba planes diabólicos para derrocar la revolución bolivariana. Había que poner ¨rodilla en tierra¨ para resistir e impedir que esos proyectos macabros se concretaran. Bush, asociado con el entonces presidente Álvaro Uribe y con la burguesía nacional apátrida, financiarían grupos irregulares que tratarían de derrocar al caudillo. Estos planes desestabilizadores estaban asociados a algún terrorista que habría cometido un magnicidio, de no haber sido por la destreza de los servicios de inteligencia de la revolución. Durante el tiempo que gobernó el caudillo se “develaron” al menos quince conjuras. Nunca se presentó una prueba. Jamás se apresó a ningún francotirador. El espectáculo más grotesco de esa etapa fue el protagonizado por los ¨paracachitos¨.

         La paranoia del comandante la heredó Nicolás Maduro. Durante su período han sido acusados de conspiradores honorables venezolanos que han tenido que marcharse del país de forma apresurada. También han sido señalados de golpiestas personajes cuyo radicalismo es totalmente inofensivo. Tuiteros con algo más de quinientos seguidores han pasado a ser peligrosos enemigos. Militares retirados que perdieron todo contacto con la Fuerza Armada entraron en esa categoría. Exparlamentarios y exdiplomáticos, también. Periodistas han sido encarcelados y articulistas  críticos han sido llevados a los tribunales porque supuestamente forman parte de ese tejido infinito que traman los sectores dominantes para derrocar con malas mañas al gobierno.

         La última de estas denuncias febriles es la acusación contra el almirante retirado Mario Iván Carratú Molina, señalado  por Maduro como el eje de una nuevo complot para acabar con el proyecto revolucionario que él heredó y que ahora lidera.
Cualquier declaración indiscreta o desmesurada de un opositor que tome un micrófono o agarré una pluma es exagerada por el régimen  con el nada oculto propósito de montar una cortina de humo que distraiga la atención de los verdaderos problemas nacionales y oculten el fenomenal fracaso y corrupción  de los rojos. Con el derrumbe de la popularidad de Maduro y su gobiernito, la caída de los precios del crudo y la acentuación de la inflación, la escasez, el desabastecimiento, especialmente de las medicinas, la inseguridad personal y el deterioro de la infraestructura, esa vieja táctica de desviar la atención será cada vez más utilizada. Hasta los Boy Scouts  serán acusados de maquinar asaltos al poder. La antigua fórmula de inventar enemigos inexistentes se pondrá en acción con frecuencia inusitada. La hegemonía comunicacional será utilizada para acusar; los ¨patriotas cooperantes¨ para delatar y montar juicios inquisitoriales.

La tragedia del oficialismo reside en que, a pesar de todos los controles y el poder que posee, esas ¨conspiraciones” de pacotilla no las cree la gente. La caída en picada de la imagen de Maduro y su gobierno, demuestran que las intrigas que le interesan al pueblo son esas que obligan a los venezolanos a someterse a largas colas para conseguir harinapan, aceite, jabón, pañales desechables. Esta es la clase de conjuras que  sacará del poder a los rojos.



Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc


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domingo, 20 de diciembre de 2009

POLÍTICA PARA NECIOS, MANUEL BARRETO H., ARTÍCULO PUBLICADO EL: 19/12/09, DIARIO EL CARABOBEÑO

"Un necio encuentra siempre otro necio aún mayor que le admira"... Nicolas Boileau-Despré aux

Venezuela está idiotizada (por aquello de los antiguos griegos: como idiotes era conocido el hombre que no se ocupaba de los temas de la polis, la ciudad, por aquel entonces) y convertida en un país de ingenuos gobernados por ineptos. Las intervenciones del Presidente y los debates que suscita están diseñados para distraer a los incautos y evitar que se medite sobre el gran drama de una nación mal gobernada que despilfarra, cierra empresas, invade propiedades, propicia el resentimiento, la corrupción y la violencia, y se hunde sin remedio.

Partamos de un principio: La política debería basarse en la moralidad. La democracia y la libertad implican la participación y, por tanto, la responsabilidad de todos nosotros. Todos nosotros, si bien cada uno en diferente grado, somos responsables del acontecer político de nuestro país.

Cada vez que por temor o desinterés no dejamos testimonio de nuestra opinión frente a un problema, estamos permitiendo el totalitarismo que luego lamentamos. La política es un asunto de definiciones que tiene como punto de partida la convicción personal, lo cual no se reduce al oportunismo ni a la bellaquería.

La política no está circunscrita sólo a "los políticos" sino a todo aquel que, haciendo un balance de las cosas y teniendo respeto por lo que sucede, decide fijar una postura de cara a los demás. Algo complejo de entender incluso porque no todos comprenden dicha necesidad, la de participar en su comunidad, preocupados porque los asuntos locales, regionales y nacionales pertinentes a la administració n pública mejoren para bien de todos.

Algo distinto de lo que se refiere a la participación de necios y advenedizos que sólo buscan beneficio propio y cierta vanidosa notoriedad, importándoles muy poco que las cosas se degraden porque en su interior no existe compromiso genuino sino codicia, desmesura e irresponsabilidad. Y no son pocas las ocasiones en las cuales la necedad se mezcla con lisonjas, servilismo y retórica, actitudes mediante las cuales no se avanza ni se arregla nada, donde lo que importa es salir en la foto, ser tomado en cuenta, con méritos o sin ellos, pero donde lo que más interesa es la sempiterna búsqueda de enquistarse en las estructuras de poder, en las de gobierno, en las de los partidos políticos y demás organizaciones. Necios hay de todos los tipos.

Entre los más deplorables -como lo dijese Santiago Ramón y Cajal- están los parlanchines, empeñados en demostrar talento y dotes políticas que no tienen, ni para organizar, ni para legislar. Para muchos - y así ha sido desde tiempos inmemoriales- la política es ese desempeño "activista" mediante el cual es posible "ponerse en algo" sin estar preparado ni tener méritos, sin que importen los demás. Un asunto repudiable porque con eso sólo se logra corromper lo que de otra forma podría ser el instrumento idóneo para hacer avanzar la sociedad. Es entonces cuando aparece ese individuo que, sin escrúpulos, sólo se dedica a alardear y a alabar, a postrarse sin recato ni nada en la lógica de que desde esa postura conseguirá lo que otros no, reduciéndose a sí mismo a la indignidad, en aras de volverse "importante" , convirtiendo la política en un parapeto que más tarde degradará y envilecerá la vida de cualquier partido, organización política, sindicato, y hasta la ONG más sana. Tal vez por eso aquella vieja sentencia: la política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos.

Y la historia se repite, y nosotros, por no conocerla, permitimos que así suceda, pues cada cierto tiempo aparece quien se siente predestinado para pasar a la historia como un gran hombre, sin tener méritos que realmente le acrediten, a no ser esa lamentable carga de resentimientos y complejos. Existen otros necios que les creen y les admiran. Así andamos en Venezuela, entre necios que juegan a la política, mientras la necedad les impide ver la diversa y compleja realidad del país que reclama con urgencia cordura, compromiso y talento. Y es que la necedad resulta más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene límites, la necedad resulta infinita. En el nuevo año, las preguntas de rigor son ¿Podemos mantener la fe en los políticos?... ¿Se pondrán de acuerdo para escoger a los más aptos y comprometidos?

Creemos que todo es posible siempre y cuando exista la firme voluntad de que cambien su forma de ver los asuntos políticos, nos referimos tanto a la oposición como al mismo régimen. Y mientras tanto, las palabras del Presidente, en sus trilladas cadenas que intentan justificar la desbordada corrupción son como la orquesta del Titanic, que amenizaba la fiesta mientras el barco se iba a pique.

MANUEL BARRETO
barretom2@yahoo.com
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jueves, 18 de septiembre de 2008

*TRINO MÁRQUEZ SCRIBIO PARA ANASLITICA: LA CONJURA DE LOS NECIOS


*TRINO MÁRQUEZ SCRIBIO PARA ANASLITICA: LA CONJURA DE LOS NECIOS

Jueves, 18 de septiembre de 2008

El cinismo del régimen está alcanzando cotas demasiado altas: inventan una trampa y, de paso, se indignan porque sus víctimas no caen en ella como unos conejitos. Montado el truco, pretendían que la oposición pasará a solidarizarse con el primer mandatario. Buscaban convertirla en comparsa. Se estrellaron contra la sensatez de una oposición que, progresivamente, ha ido desmontando el juego malévolo del comandante y los asesores cubanos que lo rodean. ¿Quién va a querer dar un golpe si se pueden ganar cerca de la mitad de las gobernaciones y alcaldías en las próximas elecciones del 23-N? ¿Quién va a lanzarse en esa aventura tan irresponsable, si con la fuerza de los votos se puede hacer tambalear un régimen que pretende eternizarse? La respuesta mayoritaria ha sido serena: si hay una conjura que busquen a los conspiradores, y si hay alguien que quiere despachar al Presidente para la otra acera, que lo metan preso y lo juzguen. Esta reacción no estaba en la versión original del libreto oficialista.

La ira de Hugo Chávez, Diosdado Cabello, Freddy Bernal, el profesor Aristóbulo Istúriz y el conductor de La Hojilla, por el supuesto complot para derrocar al jefe de Estado y asesinarlo, es fingida. El lenguaje procaz y la actuación impostada de estos actores de comedia barata, no ha logrado conmover ni siquiera a los seguidores del proceso. Nadie le cree al jefe único e indiscutido (después de que sólo era una brizna en la tormenta revolucionaria) y a sus secuaces, que alguien esté tramando matar al líder de una revolución cada vez más desdibujada por la corrupción y la incompetencia. Son demasiadas las veces que esos personajes le han contado la misma historia al país, y siempre en períodos electorales o cuando un conflicto nacional o internacional pone en peligro la popularidad del mandatario. En diez años gobernando, hipotéticamente se han tratado de cometer 20 magnicidios, sin embargo, la nación no conoce ni a uno solo de esos siniestros criminales. Si en el país funcionaran el Ministerio Público o la Defensoría del Pueblo, aquellos señores, que para colmo son candidatos a cargos de elección popular, deberían ser llevados a los tribunales por incitar a la violencia de forma pública y con un estilo tan abyecto que provoca arcadas.

Lo de la intriga para destronar al teniente coronel del poder es otra farsa mal concebida. La crónica de los hechos es tan bufa que cualquier escritor de historietas habría ideado algo más sofisticado y creíble. De acuerdo con la propia narración de Hugo Chávez los hechos ocurrieron de la siguiente manera: venía el comandante en jefe de un lugar del interior donde no había buena recepción de las imágenes televisivas, cuando sonó su celular. Era el Ministro de la Defensa. Presidente, le dijo el general de tres soles, estoy viendo La Hojilla y Mario Silva está denunciando que fue abortado un golpe de Estado y un magnicidio, ¿sabe usted algo de esta revelación tan grave? Chávez responde: no sé nada porque por donde vengo no puede verse la televisión. Al llegar a Caracas, a través de las imágenes de Venezolana de Televisión, fue que el primer magistrado pudo enterarse de las dimensiones de la trama. De lo que no se dio cuenta es de que el video filmado por el supuesto infiltrado corresponde a enero de 2005. Resulta que primero se informó Silva de la asonada que el Presidente de la República y el Ministro de la Defensa, del cual depende la Dirección de Inteligencia Militar (DIM). Por lo visto, los agentes de seguridad prefieren informarle antes al conductor de un programa nauseabundo como La Hojilla, que hacerlo a su jefe natural en las líneas de mando. Si semejante despropósito fuese cierto, quien tendría que salir del Gabinete es el ministro, pues no sirve ni para que lo respeten sus propios subordinados.


De haber sido cierto lo del complot militar, hasta este remedo de Gobierno habría salido a denunciarlo con el Ministro de la Defensa y el Ministro del Interior y Justicia al frente del pelotón. Pero, no. Los altos funcionarios están demasiado ocupados viendo La Hojilla, para enterarse de lo que ocurre en los predios que son de su competencia. Ahora podemos entender por qué es que el drama de la inseguridad crece a velocidad de vértigo, la inflación no para de aumentar, la pobreza no cede, los apagones son cada vez más frecuentes y prolongados, y la miseria se extiende por todo el territorio nacional.

La olla montada por Chávez y sus lugartenientes persigue el propósito de ocultar la pestilencia que despiden los maletines viajeros, el impacto tan negativo que ha tenido el paquete de leyes comunistas, la caída vertiginosa de los precios del petróleo, el deterioro de su imagen internacional, el poco entusiasmo que despiertan sus candidatos, y la infinita incompetencia de los gobernadores y alcaldes oficialistas que buscan reelegirse. Con el tinglado desde donde se lanzan fuegos artificiales el comandante trata de polarizar la campaña, para que los aspirantes del sector democrático no rivalicen con sus débiles contrincantes estadales y municipales, sino para que colidan con él. Todos los autócratas sienten un profundo desprecio por quienes les acompañan. El de aquí, el vernáculo, no es la excepción. Considera, con razón, que dejar solos a los aspirantes a gobernadores y alcaldes puede significar el hundimiento de la nave bolivariana, con su almirante en la proa.

Por más conjuras que en medio de su desesperación inventen los necios, el único camino que pueden seguir los demócratas es el que conduce a las elecciones del 23-N. Allí hay que esperarlos con el voto en la mano y al lado de una electoral.

tmarquez@cantv.net