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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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martes, 2 de septiembre de 2014

MARÍA ANTONIETA ANGARITA SERGENT, EPA, TÙ, ¡ MISERABLE!

¿Quién me llamó miserable?, ¿Los señores de los números, el reino de las explicaciones, el imperio de la razón, los gobiernos de las monedas, el principado de las religiones, el dominador de las tierras y los linderos, las monarquías del tiempo y las tres dimensiones? Me repliego en debilidad y abatimiento, desgastada por el vicio de creerme bella y poderosa.

Me dejé engañar con ilusiones y adulación por mi poder y naturaleza, ese poder negro con el que me embriagué hasta dejarme ultrajar borracha de placer. Ahora no puedo parar.

¡Detente hipnotismo asqueroso! ¡Soy Venezuela! No te aproveches de mi vientre que sangra líquido negro, no quebrantes más mis huesos ni te chupes el tuétano. ¡Deja quieta la leche de mis pechos! Estoy débil, no tengo fuerzas para zafarme. ¿Quién me arrulla?, no tengo madre ni padre, están desaparecidos como muertos no reconocidos por la historia en alguna playa o tepui, quizás en alguna cordillera, en la llanura o en el alma del río padre.

Quiero dormir sin ser atacada o ultrajada, necesito salir de este balde de inmundicia. ¿Quién me arrulla?, ¿Quién me abraza? ¡Pido auxilio desde mis entrañas! Pierdo el sentido y me desmarco de las dominaciones. Permanezco en el espacio sin estadísticas ni nombramientos. Aquí la pureza de la existencia no se encuadra en arquetipos humanos y tampoco es aprehendida por la palabra, sin embargo escucho a mi madre que me acuna, es una melodía familiar “duérmete mi niña que tengo que hacer…

¿Me arrulla o es el himno nacional, o el canto del Caroní glorioso golpeando agua sin cesar? La cascada, baña mi cuerpo, no siento peligro y tampoco hace frio. Estoy cubierta de pétalos de rosas, nadie me ultraja, aquí no soy miserable. Tengo sueño, dormida en una piedra me cobija una manta de piedras preciosas que me protege de la noche. Mis manos se aquietan planas en la tierra, me hago yo con ella y con la piedra.

Soy de nuevo tierra y origen, principio y naturaleza. Me re encuentro con el olor de mi madre y el sudor de mi padre, trascendidos en tierra, agua, viento, luna y estrellas. Me reconozco, Soy Venezuela, tierra santa y tierra bella. Recobro el sentido, todo quedó atrás, ya no hay ultraje, soy dueña de mi poder y mi creación. Mis uñas aran la tierra con el poder de la india mi madre y el sudor del indio mi padre. La jornada empieza, hay mucho que hacer. Tarareo como el cristofué, el turpial, el colibrí, el querre querre y la guacharaca. Recojo a mis hijos dispersos, los abrazo y acuno con el calor de mis pechos.

Les canto, “duérmete mi niño que tengo que hacer……, mi vientre sangra poder negro, mis pechos deslumbran como piedras preciosas, mi esqueleto se recupera. ¡No soy miserable! Soy bella, soy buena, Soy Venezuela.

María Antonieta Angarita Sergent
antonieta05@gmail.com
@antonieta05

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sábado, 4 de enero de 2014

EMILIO DE ROGATIS, IÑAQUI ANASAGASTI, KARL MARX (PADRE DEL COMUNISMO): SIMÓN BOLÍVAR FUE EL “CANALLA MÁS COBARDE, BRUTAL Y MISERABLE”

ESTE sablista llamado Marx, que nunca en su vida produjo ni un centavo para si ni para otro y que tuvo que adaptar ideas de filosofos y sociologos para inventar un pajaso que es la teoria marxista, seductora porque apela a sentimientos nobles que parece considerar  imanentes  a la naturleza humana, pero hipotetica totalmente y que se ha prestado para la esclavitud de paises enteros, dijo esto sobre Bolivar:


Karl Marx se refirió a Simón Bolívar como el “canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque”, (carta de Marx a Engels de fecha 14-2-1858). En esa misma oportunidad, afirmó que Bolívar era un mito de la fantasía popular: “La fuerza creadora de los mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar”.

IÑAQUI ANASAGASTI

En días pasados, por mera casualidad nos topamos con un pequeño opúsculo titulado Simón Bolívar, cuyo autor es Karl Marx, publicado por Ediciones Sequitur, Madrid, 2001. Confieso la impresión que nos llevamos al constatar la existencia de esta obra la cual ignoraba, como creo que es el caso de muchos venezolanos.

La verdad es que con sus distancias geográficas y su diferencia de edades (Bolívar nacido en Caracas en 1783 y Marx en Tréveris en 1818), nada nos podía hacer suponer que alguno de ellos sería objeto de atención por el otro. Pero la coincidencia ocurrió cuando en 1857, Charles Dana, director del New York Daily Tribune, solicitó a Marx y a Engels un grupo de biografías para incorporarlo en la New American Cyclopaedia.

Es el propio Marx quien en la referida carta a Engels, nos dio noticias de los reparos de Dana contra su artículo sobre Bolívar, porque estaba escrito en un tono prejuiciado y, además, le había exigido más fuentes. A Dana, no le faltó razón para rechazar el artículo de Marx, pues como incluso lo reconoció este último, ciertamente se salía del tono enciclopédico.

Marx comienza su artículo refiriéndose a Bolívar como un descendiente de familias mantuanas, que en la época de la dominación española constituían la nobleza criolla en Venezuela. Luego, Marx continúa su relato emitiendo una serie de afirmaciones y conceptos ciertamente prejuiciados, inexactos o deformados sobre la vida del Libertador. En este sentido afirma que el Libertador rehusó adherirse a la revolución que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810, a pesar de las instancias de su primo José Félix Ribas. En cuanto a la misión de Bolívar a Londres en 1811 (junto con Bello y López Méndez), Marx afirma que ésta se redujo a la autorización para exportar armas, teniendo que abonarlas de contado y pagar fuertes derechos.

La pérdida de la plaza de Puerto Cabello en la Primera República, Marx la describe como una huida cobarde y a escondidas de Bolívar para ocultarse en San Mateo y con posterioridad participar, personalmente, en el asalto y detención de Miranda en La Guaira, traicionándolo de esta forma al entregarlo engrillado al general español Monteverde -quien lo envió a Cádiz donde luego moriría-. Esta traición la reseña Marx como debidamente recompensada con la expedición del pasaporte español a Bolívar, en reconocimiento por su “servicio prestado al Rey de España con la entrega de Miranda”.

Marx describe la victoria en la toma de Santa Marta en 1814 como una hazaña en la cual, a pesar de que la ciudad ya había capitulado, Bolívar le permitió a sus soldados que la saquearan durante cuarenta y ocho horas. La retirada a Jamaica en 1815 es descrita como una huida de Bolívar durante ocho largos meses, mientras los generales patriotas ofrecían su tenaz resistencia en Venezuela; y la Carta de Jamaica es una defensa de Bolívar ante su fuga de los españoles, en la cual pretendió presentar su renuncia al mando supuestamente en aras de la paz pública. Marx describe otra huida cobarde de Bolívar en 1816 frente a una diminuta fuerza del general Morales en Valencia, que lo llevó a retroceder a rienda suelta hasta Ocumare (de la Costa) para saltar y embarcarse a bordo del Diana rumbo a Bonaire, “dejando a todos sus compañeros privados del menor auxilio”. De allí -relata el autor- que Piar haya amenazado a Bolívar con someterlo a un consejo de guerra por deserción y cobardía. Piar es para Marx el héroe singular de la conquista de Guayana que le da un vuelco favorable a la guerra de Independencia. Bolívar es el dictador traidor y cobarde que (de nuevo) abandona a Arismendi en 1817 en Margarita en manos de los españoles, y luego a Freites en la Casa de la Misericordia en Barcelona, donde éste muere en batalla. Frente a ello, Piar no escatimaba sarcasmos contra Bolívar como el “Napoleón de las retiradas”. Pero bajo “falsas imputaciones” de haber conspirado contra los blancos, atentado contra la vida de Bolívar y aspirado al poder supremo, es que Piar es fusilado en Angostura.

La conquista de Nueva Granada no se le debe a Bolívar y a las tropas patriotas, sino a “las tropas extranjeras, compuestas fundamentalmente por ingleses”. Por ello -anota Marx- tras dejar en funciones al Congreso granadino y al general Santander como comandante, Bolívar marchó a Pamplona, “donde pasó más de dos meses en festejos y saraos”.

A la cobardía de Bolívar en Calabozo en 1819, al no haber decidido avanzar sobre las tropas inferiores en número de Morillo, se debe la prolongación de la guerra por cinco años más; y la tregua del Convenio de Trujillo en 1820 con Morillo fue hecha “a espaldas del Congreso de Colombia”.

En cuanto a la Batalla de Carabobo (1821), Marx relata que a Bolívar le pareció tan imponente la posición del enemigo, “que propuso a su consejo de guerra la concertación de una nueva tregua, idea que, sin embargo, rechazaron sus subalternos”. Los éxitos de la campaña de Quito (1822) “se debieron a los oficiales británicos”. Y en Bolivia, “sometida a las bayonetas de Sucre”, Bolívar “dio curso libre a sus tendencias de despotismo”.

El Congreso de Panamá (1826) fue convocado por Bolívar con la intención real de unificar América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser él mismo. Los diversos mandatos de Bolívar al frente de la Gran Colombia fueron planeados por él para satisfacer sus apetencias de poderes dictatoriales.

Finalmente en 1830 Bolívar pretendía invadir a Venezuela desde Colombia para someterla, pero se asustó frente al ejército de Páez, y se vio entonces obligado a presentar su dimisión, a condición de que se retirara al extranjero favorecido con una pensión anual.

En la descripción personal de Bolívar que Marx cita de Docoudary-Holstein, se lee entre otras perlas lo siguiente:

“Tiene frecuentes y súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamaca y se desata en improperios y maldiciones contra cuantos lo rodean. Le gusta proferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de carácter liviano. Le agrada oírse hablar, y pronunciar brindis le deleita”.

Este texto de Marx, suerte de ‘leyenda negra’ de nuestro Libertador Simón Bolívar, fue descubierto en 1935 por Aníbal Ponce en los archivos del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, y tras ser traducido, fue publicado por primera vez en castellano en la revista Dialéctica de Buenos Aires en 1936.

No podemos menos que expresar que resulta insólito un texto histórico tan prejuiciado como el escrito por Marx sobre Bolívar. Posiblemente en ello influyó sobre Marx la noción hegeliana de los “pueblos sin historia”. Pero aún así, ello pone de relieve los errores de mezclar la ideología con la historia.

Lo curioso es que esta visión del proceso revolucionario de la independencia latinoamericana haya sido compartida por marxistas acríticos de tendencia historiográfica soviética, prácticamente hasta 1959, cuando en la segunda edición en ruso de las obras de Marx y Engels se incluyó por primera vez una severa crítica de las posiciones sostenidas en el artículo de Marx sobre Bolívar. Necesario es, entonces, que aprendamos la historia de los historiadores y viceversa, para no cometer sus propios errores.

Iñaqui Anasagasti
@ianasagasti
Emilio De Rogatis
ederogatis@gmail.com

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domingo, 14 de julio de 2013

ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA, LA ESTRECHEZ MISERABLE AHOGA LA LIBERACIÓN


“...si la política es un arte, el cambio debe ser necesario en éste como en cualquier arte. Que ese mejoramiento ha ocurrido lo demuestra el hecho de que las viejas costumbres  son excesivamente simples y bárbaras.” Aristóteles

EN BUSCA DE LA CRÍTICA LEGÍTIMA

Enumerar los remedios para “los males actuales” es formular el programa de cambios que se exige. Para alcanzar tal objetivo la prioridad es eliminar toda posibilidad de dictaduras internas, así como igualdad económica y educativa, libertad ideológica, cultural y moral completas, con el fin de asegurar el bienestar individual dentro de la independencia y el pluralismo en las opciones, cuestiones imprescindibles para que rinda servicios la totalidad de los recursos creadores de la inteligencia humana.

Este programa utópico podría tener todo contra sí, salvo el hecho de que es necesario para nuestra supervivencia; implica un cambio de civilización política. Sin prosperidad económica y tasa de crecimiento continuo, cualquier proyecto de cambio es puro humo, como bien lo ha demostrado el castrocomunismo, con el desconche y escasez que ya vemos en Vene zuela. Competencia e investigación están por encima del pasatismo cultural, y eso quiere decir afirmación de la libertad, repudio de los controles autoritarios, multiplicación de las iniciativas creadoras en todos los dominios, especialmente en los dominios gratuitos: modos de vida y diversidad en la coexistencia de numerosas subculturas complementarias alternativas. La ausencia de este segundo elemento es lo que hace decrecer la capacidad de cambio; la inserción de relaciones autoritarias feudales suprime las transformaciones necesarias.

Cambio político, cambio social, cambio tecnológico, cambio institucional... son necesarios simultáneamente; de lo contrario, nada ocurre, o se repiten las intenciones veleidosas. Y hoy la libertad de información es la cabeza de puente de toda libertad política; la subinformación estupidiza a los propios “revolucionarios” y hace que los equipos de reemplazo sean tan reaccionarios e incompetentes como sus predecesores; porque cuanto más elevado el umbral de absorción de cambios por parte de la legalidad reclamada, más grandes son las posibilidades de cambio.

Inversamente, el castrofascismo autoritario interviene con violencia y ruptura a favor de avances mínimos, clichés e imaginería romántica, reduciéndose a quemar la casa para espantar las polillas, con debilidad, sin fuerza. Se requieren los cambios que perduran, más nobles, utilizando al máximo la legalidad sobreviviente, obligándola a evolucionar.  Los cambios, en definitiva, no son hechos que fabricamos, sino hechos que interrumpimos o que dejamos que se produzcan. La crítica debe ser legítima. Toda crítica de cambio se sitúa en el nivel alto en que está la “civilización” con la que disiente.

La decencia requerida está en ser más civilizado y más democrático, más revolucionarios e innovadores que el castrofascismo grotesco, siempre en busca de chivos expiatorios para sus fracasos. En los movimientos de cambio se desarrolla un punto por encima de las “revoluciones” que convirtieron su derrota en totalitarismo. En Venezuela necesitamos un cambio que aporte algo nuevo, no el mismo desmantelamiento anárquico que juega al terrorismo militarizante sin que en la calle le compren la idea de escuálido valor sociológico. Las violaciones del derecho constitucional -aquí o donde fuese- no sirven de consuelo; sirven para señalar culpabilidades en los Poderes Públicos, para exaltar y rechazar ilegalidades, ilegitimidades e injusticias, rescatar principios y valores de cambio.

En el dominio electoral el activismo ciudadano puede ser tan eficaz como el dominio jurídico; es un objetivo preciso, como paliar inconveniencias de las cuales se queja todo el mundo, y no va en detrimento de las aspiraciones del elector, quien manifiesta su voluntad sin verse prisionero de las alternativas autócratas.  Los derechos del ciudadano están constantemente amenazados por el castrofascismo, desmesuradamente. Hay que defenderlos mejor, de forma más atenta y más poderosa; demostrando que no hay necesidad de sacrificarlos.

Hay que tomar en cuenta que para cualquier cambio futuro vale más confrontar un conjunto de leyes –incluyendo las represivas- que la represión de una dictadura totalitaria. Cuando más elementos se integren para llevar al cambio, más elevado es el nivel, y ello significa que los males a que aporta soluciones son más complejos y más ricos que aquello que reemplaza.

Hacer un cambio no es destruirlo “todo”, sino destruir lo necesario, que no es lo mismo en dos sitios ni en dos momentos. La tesis opuesta es la de Hitler: “Somos bárbaros, y queremos ser bárbaros. Es un timbre de honor. Nosotros rejuveneceremos al mundo. El mundo actual está cerca de su fin. Nuestra única tarea es asaltarlo”. El cambio no es ese tipo de castrofascismo.

Ninguna de las corrientes de la evolución –grupos o temas- hubiesen adquirido fuerza si no hubiesen estado –por uno o más lazos- fundamentados en la unión. Y los deseos de cambio están conectados a una serie de rechazos, prioritarios y diversificados. Porque un problema político que se hace miserable ahoga en su estrechez toda liberación.  

chinorodriguez1710@yahoo.com

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