BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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jueves, 30 de abril de 2015

JOSÉ ANGEL BORREGO, EL PARLAMENTO, VOTO CASTIGO

Dicen que el miedo es libre. ¿Será cierto?  Más que libre diríamos que es carcelero. 

Un grillete que aprisiona inclemente la humanidad, en especial de quien se sabe culpable de algo. Es posible que se sienta temor por una enfermedad, por caso. Un miedo distinto no acuciado por punzadas morales.
En el caso de la Asamblea Nacional, existe, no miedo ni tampoco temor, sino una psiquis terrorífica impresionante en el PSUV y sus aliados cada vez que se ojea cualquier encuesta.
Quienes diseñan las pautas publicitarias, que reconocemos son muy buenos, deben andar jalándose las greñas ante lo infructuoso que resulta tanto esfuerzo creativo.
Aparte del gasto publicitario y alguno que otro que a título de migajas llega a los sectores más vulnerables, el investigador social que complementa la cuña elude indagar la realidad que funge de escenario real de la familia venezolana. Intenta suplantar retortijones con el recuerdo de un Chávez ya difuso, o cuando mucho, objeto de altares, pero cada vez menos ideario del bolsillo.
El resultado pesquisorio pone a temblar al PSUV y al GPP porque, aunque sus electores, antes amistosos y hasta sumisos, aún no se han identificado con la oposición, los meses por venir, preñados de mayor constreñimiento, estimularán el voto castigo, lo cual si traduce un golpe noble a la expectativa electoral del chavismo.
Un voto castigo que está en el ambiente, aun sin aflorar, porque la oposición no existe más allá del narcicismo de quienes se saben ungidos por el dedo partidocrático o por despecho de quienes, con asaz retraso, pretenden emparejar acciones a favor de propuestas que resultan afónicas, así provengan de personajes como Claudio y otros próceres de la vieja política, que desactualizados, no logran encausar el discurso por el canal comunicativo necesario para justificar el divorcio del país de abajo con la causal oficialista que demencialmente lo oprime.
José Angel Borrego
periodistaborrego@gmail.com
@periodistaborr1

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viernes, 2 de mayo de 2014

ISAAC VILLAMIZAR, CONCIENCIA LIBRE Y PLURAL DE MI HIJA

Desde que se dictó la Resolución 058 en el 2012, escribí en esta columna que no renunciaría como padre y representante a mi derecho constitucional y legal de orientar, para el bien, la conciencia de mi hija. Hoy lo ratifico, además como abogado y defensor de la plena libertad y pluralidad de pensamiento y de crítica.
La Resolución 058 considera que las organizaciones comunitarias del Poder Popular, llámese comunas y los colectivos internos de la escuela, deben formar, ejecutar y controlar la gestión escolar; que los consejos comunales deben construir, en la educación, el nuevo  modelo socialista. Todo esto es írrito porque nuestra Carta Magna no contempla por ningún lado ni al Poder Popular, ni a las comunas, como instancia de autoridad, ni pregona en ninguno de sus articulados una sociedad socialista.
El mundo ha girado 180 grados. El conocimiento, la ciencia, el pensamiento  y la tecnología están en evolución permanente. En la sociedad digital y del conocimiento la forma de ver el mundo es muy amplia. La cosmovisión, es decir, las opiniones, creencias y conceptos generales del mundo, nos hace ver los entornos de la vida, de la filosofía, de la religión, de la moral, de la ciencia, de la economía, de la política, desde diferentes ópticas, abriendo los poros de nuestra mente. La epistemología nos coloca permanentemente  en las circunstancias históricas, sociológicas y psicológicas que llevan a la producción continua del conocimiento, con base a los criterios por los cuales éste se justifica o invalida, basado en conceptos epistémicos como verdad, objetividad, realidad y justificación. La filosofía contemporánea nos muestra múltiples corrientes como el postmodernismo, el neopositivismo, el posestructuralismo, el existencialismo. De tal manera que encuadrar la formación de los niños y jóvenes en una sola forma de apreciar el mundo es lo más obsoleto, inhumano y falaz que pueda ocurrir en la educación de un país, que pretenda llegar a niveles óptimos de desarrollo y de calidad de la enseñanza.
Con base a mi derecho irrenunciable e intransferible de orientar la formación de mi hija, que me garantiza la Constitución en el Artículo 76 y la LOPNNA en los Artículos 35, 347 y 358, sus padres hemos venido formándola en la libertad de pensamiento y conciencia. Ella es libre para interpretar y conocer el mundo, pero sin olvidar -porque así también se lo hemos inculcado- los valores y principios trascendentales que la lleven por el transitar de su vida. A mi hija la hemos formado para el amor, no para el odio; para la verdad, no para la mentira; para la libertad, no para la sumisión; para la honestidad, no para la indecencia; para la democracia, no para la esclavitud; para el progreso, no para la ignorancia; para la comunicación, no para el silencio; para la justicia, no para la impunidad; para la responsabilidad, no para el incumplimiento; para el respeto, no para  la insolencia. Porque la Consulta o Encuesta de la Calidad Educativa, para adaptarla al Plan de la Patria Socialista, los textos escolares de la Colección Bicentenaria y la pretensión de imponer un nuevo currículo comunista, por parte del Gobierno y el Ministerio de Educación, no es otra cosa que la formación en antivalores y el cerco hacia un sistema totalitario.
En el supuesto negado que se obligara a responder las preguntas de la encuesta: “¿Cómo te gustaría que fuera tu escuela? ¿Qué te gustaría aprender? ¿Cómo te gustaría que fueran tus maestros? ¿Cómo deberían participar los estudiantes en la organización y funcionamiento de su escuela?”, como padre, abogado y luchador incansable por el ejercicio de nuestros derechos, aconsejaría que los niños y jóvenes escribieran una sola contestación: “Quiero una educación que me asegure y respete mi plena y absoluta libertad de conciencia y pensamiento plural”.
Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado

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lunes, 13 de mayo de 2013

MONS. BALTAZAR PORRAS ¿A DÓNDE VAMOS?

¿A dónde nos quieren llevar o a dónde queremos ir? He ahí el desafío
El desconcierto es uno de los estados psicológicos más peligrosos que vive cualquier persona. Porque los puntos de referencia de la vida se mueven, cambian o desaparecen. 
La reacción primaria es el temor y la duda. La mayor parte de los escenarios de la vida trastocan las expectativas ordinarias. No somos dueños de lo que está fuera de nosotros; pero sí podemos y debemos ser dueños de nosotros mismos. El proceso educativo que conduce a la madurez humana y a la fortaleza espiritual hay que adquirirlo a lo largo de la existencia.
El desarrollo tecnológico convierte a quienes detentan el poder en aprendices de brujos. Seducidos por los hilos de la propaganda crean una realidad que no existe pero seduce. Pretenden, y a veces lo logran, domesticar y llevar a la gente al ritmo que les conviene. Por eso, la democracia como sistema social de convivencia postula un equilibrio. El poder no se controla a sí mismo. Tiene que serlo desde fuera. Es la autonomía de los poderes para que la balanza se incline hacia el bien de los ciudadanos y no hacia quienes tienen la sartén por el mango.
Quien domestica y controla los poderes públicos y mediáticos se convierte en un dictador, en un absolutista, en un manipulador. Porque la única medida del bien y del mal es su criterio y su decisión. El problema de Venezuela es la pugna por imponer una única manera de vivir, atada a una ideología que ofrece lo que es incapaz de dar: fraternidad sin límites y bienestar compartido. Sólo hay imposición y desconocimiento de la otra parte. Hay que ser súbdito, soldado, no ciudadano libre y autónomo.
¿A dónde vamos? ¿A dónde nos quieren llevar o a dónde queremos ir? He ahí el desafío. Se requiere constancia y coraje. La libertad ni se compra ni se vende. Se ejerce.
faustih@hotmail.com

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martes, 24 de abril de 2012

OVIDIO PÉREZ MORALES, NORTE CONSTITUCIONAL

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela aprobada mediante referendo el 15 de diciembre de 1999  y proclamada por la Asamblea Nacional Constituyente el 20 del mismo mes, señala el norte de la conducta oficial y del ejercicio ciudadano en todo tiempo del país, pero de modo especial en momentos de incertidumbre, de crisis y de situaciones del género.
Cuando estaba todavía fresca la fecha de su entrada en vigencia se la llegó a calificar como la mejor del mundo. Posteriormente en circunstancias de seria confrontación,  cuando personas o grupos de  la oposición apelaron a ella, desde campos contrarios se pretendió descalificarlos con fútiles argumentos como el siguiente: no tienen derecho a invocar la Constitución quienes, cuando se la estaba discutiendo, no estaban de acuerdo con ella, ya en su conjunto, ya en algunas de sus partes. Más adelante cuando se propuso su Reforma, la mayoría de los ciudadanos votó negativamente (aunque luego, por “caminos verdes”, quienes más debían acatar, actuaron en sentido opuesto al soberano). Discusiones han seguido acerca de la fidelidad o no de unos cuantos comportamientos gubernamentales a lo establecido por la Carta Magna.
Por encima y más allá de todos estos hechos y de cualesquiera otros, una cosa queda muy clara y obligante. Desde el momento en que la Constitución fue aprobada por el soberano  y se cumplieron todos los requisitos para su entrada en vigencia, esa Carta Magna es la que fundamentalmente regula y ha de regular la conducta de los órganos del Estado y la convivencia cívica de la República.
En estos momentos el panorama político de la nación está cruzado por densos nubarrones. Muy serias incógnitas se plantean con respecto al inmediato futuro de la conducción presidencial y a la participación del Jefe de Estado en la contienda electoral de octubre, en razón de su salud.
Situaciones como ésta suelen generar el más amplio abanico de suposiciones y llevar a un abultado inventario de hipótesis. Desde lo trágico y truculento hasta lo dramático digerible y razonable. se despliega una variada gama de posibles y de probables.
Pero (al usar esta conjunción recuerdo a mi profesor de Derecho Luis Villalba Villalba, quien acostumbrada decir: “un pero, tan importante como todos los peros) en la actual coyuntura nacional los venezolanos no estamos ante callejones sin salida, ni en medio de una confusión sin referencia segura, ni ante interrogantes sin respuesta válida. Contamos con un norte bien preciso, que ha de guiar los pasos de la ciudadanía y, particularmente, de quienes ejercen algún tipo de liderazgo y, más especialmente todavía, de quienes tienen responsabilidades de Estado.
Ese norte es primaria y básicamente la Constitución de la República. Ese norte se complementa, oportunamente, con el evento cívico fijado por la autoridad correspondiente para el próximo 7 de octubre y también, y también, felizmente, con el anhelo ciudadano mayoritariamente compartido: el mantenimiento y la consolidación de la paz. Tenemos así un norte conformado por una  tríada de gran fuerza legal y también ético-espiritual. Echemos a continuación un ligero vistazo sobre estos tres elementos.
La Constitución determina lo que es necesario hacer (ver artículos 233-235) en el caso de faltas absolutas o temporales y de ausencias del Presidente de la República. A la Constitución hay que atenerse sin pensar en otros caminos. Por lo demás, la experiencia nacional y de fuera, es muy rica en admoniciones al respecto.
La fecha fijada para la elección presidencial constituye igualmente un punto de apoyo. Es otra señal consistente de la vía a recorrer. Es al pueblo venezolano al que  le toca decidir, con gran responsabilidad y plena libertad, por dónde debe andar este país en su futuro. Y sólo el voto es la vía para que alguien pueda erigirse en legítimo  representante de la ciudadanía y en Jefe del Estado.
El tercer elemento es el anhelo mayoritario de vivir, trabajar, proyectar, soñar en paz. Sin violencias ni imposiciones de individuos o grupos. En el respeto de la pluralidad y en la búsqueda de encuentros. Bastante ha sufrido ya el país con la inseguridad, abundante sangre se ha derramado como consecuencia de asesinatos, secuestros, enfrentamientos. El corazón del venezolano percibe que el progreso nacional hay que buscarlo mediante el entendimiento, el diálogo, el aporte de todos, en la verdad, la libertad y la justicia.
A la Fuerza Armada de la República le corresponde jugar, con nobleza, entereza  y espíritu de servicio, el papel que le corresponde en la defensa del orden constitucional, de la convivencia democrática, de la paz ciudadana;  ella tiene constitucionalmente el monopolio de las armas para asegurar el bien común de la nación. Ella se debe, enteramente, no a una persona, a un grupo, a un partido o al Gobierno, sino a Venezuela. El pueblo tiene que confiar en ella, y ella está obligada a merecer esa confianza. No dudamos que así será
No nos encontramos los venezolanos sin norte. Hemos, por tanto, de nutrir nuestra confianza y proceder con esperanza.
Este es un momento privilegiado para poner por obra el lema benedictino de “ora et labora”. 
Pidamos a Dios bendiga nuestro trabajo en construir una Venezuela pacífica, solidaria, libre, fraterna.
coroconcert@hotmail.com

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lunes, 2 de abril de 2012

MANUEL GONZÁLEZ LÓPEZ / LIBERALISMO Y REPUBLICANISMO (PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN LIBERALES POR LA REPÚBLICA –LIBRE-)

La síntesis liberal del pensamiento republicano queda sintetizada perfectamente en una frase, pronunciada por D. Manuel Azaña en su discurso en la Plaza de Toros de Madrid, el 29 de septiembre de 1930, que pasó a la posteridad como «una República para todos», y que reza como sigue:
"La libertad no hace más felices a los hombres, los hace simplemente hombres"
Bajo este axioma netamente liberal se resume el núcleo básico de una argumentación que, lejos de todo dogmatismo o principio de verdad absoluta, pretende abrir el debate intelectual, abriendo las perspectivas de la vigencia del republicanismo en nuestros días al campo Liberal, que en su versión oficial, o al menos mayoritaria entre quienes se arrogan tal título, han asumido, o mejor dicho se han rendido al sistema imperante en su forma de monarquía parlamentaria.
 Montesquieu                                Friedrich Hayek

1. LA LIBERTAD COMO TRONCO COMÚN DEL PENSAMIENTO LIBERAL Y REPUBLICANO
Al fin y al cabo el discurso Republicano y Liberal, se basa en el ideario de la libertad, asumiendo como eje común la preponderancia de las instituciones sobre las personas, el control del poder, la existencia de una verdadera sociedad política ciudadana y la separación de poderes, es decir, y en suma la DEMOCRACIA.
Llegados a este punto y a día de hoy, si existe una diferenciación evidente entre ambos discursos, ésta se encuentra en que el pensamiento Republicano más moderno, inteligente y útil se centra (acertadamente) en cuestiones referidas al aspecto constitucional y de organización institucional en la búsqueda de la Libertad Política (Democracia Formal), mientras que el pensamiento Liberal oficial actual actúa intelectualmente en el terreno económico y productivo, teniendo por sentado la necesaria existencia de la Libertad Política, lo cual a día de hoy es mucho dar por sentado.
Que ambos pensamientos vayan de la mano irremediablemente nos enfrenta a analizar la relación entre la Libertad Política y Económica, y en definitiva, si puede existir una sin la otra en una sociedad auténticamente libre.
2. RELACIONES ENTRE LA LIBERTAD POLÍTICA Y LA LIBERTAD ECONÓMICA
Es habitual pensar con cierto voluntarismo que las decisiones políticas en el ámbito económico solucionan los problemas en este último orden obviando que nos encontramos ante verdaderos problemas científicos en un ámbito que se desarrolla por sus propias reglas al margen de las determinaciones que sobre los mismos adoptemos, como también es habitual pensar que la sola Libertad Económica por sí misma genera Sociedades libres que garantizan el pleno desarrollo individual y social de la persona.
Modestamente pienso que ambas posturas incurren en grave error.
En general se piensa que la libertad política y la económica son compartimentos separados; que la libertad individual es un problema político y el bienestar material, un problema económico.
Sin embargo, las organizaciones económicas tienen una doble función en la promoción de la sociedad libre. Por una parte, la libertad en las organizaciones económicas como una parte misma de la libertad en términos generales, y en segundo lugar, como medio indispensable para la consecución de la libertad política.
Hay que recalcar especialmente la primera de estas funciones de la libertad económica, porque los intelectuales, sobre todo, han tenido históricamente tendencia a no considerar importante este aspecto de la libertad. Tienden así a expresar un desprecio por lo que se consideran meros aspectos materiales de la vida, y a considerar sus propios intereses como valores más altos, en un plano diferente de significación y merecedores de una atención especial. Sin embargo, para la mayoría de los ciudadanos, ya no para el intelectual, la importancia directa de la libertad económica es por lo menos comparable en significado a la importancia indirecta de la misma como medio para libertad política.
Al ciudadano de Gran Bretaña a quien después de la II Guerra Mundial se le prohibía pasar sus vacaciones en Estados Unidos a causa del control de divisas, estaba siendo privado de una libertad esencial, lo mismo que el ciudadano de Estados Unidos a quien se le negaba la oportunidad de pasar sus vacaciones en la URSS a causa de sus opiniones políticas. La primera era claramente una limitación económica a la libertad, y la otra una limitación política, pero la consecuencia última era la misma.
Dejando así claro que la libertad económica es en sí una parte importante de la libertad total, hay que añadir que es igualmente importante como medio para alcanzar la libertad política, por sus efectos sobre la concentración o dispersión del poder.
La evidencia histórica decididamente muestra una relación entre la búsqueda de la libertad política (generalmente frustrada) y el mercado libre, habiendo sido este último vehículo conductor de la primera en numerosas ocasiones.
La relación entre libertad política y económica es compleja y no es unilateral ni mucho menos. A comienzos del siglo XIX, Bentham y los radicales filosóficos se inclinaban a considerar la libertad política como un medio para la económica. Consideraban que las masas estaban agobiadas por las restricciones que les imponían y que si se diera capacidad de decisión a la mayoría del pueblo acabando con el sistema aristocrático imperante por medio de una reforma política, el pueblo haría lo que fuera más beneficioso para él, sin prebendas por razón de cuna u origen en el ámbito económico, aboliendo así la vinculación entre la aristocracia y la tierra. Así una gran parte de la reforma política vino acompañada de reformas económicas en la dirección del laissez faire.
El triunfo de estas ideas liberales y revolucionarias fue sucedido por una reacción a favor de una mayor intervención del gobierno en los asuntos económicos. Las dos guerras mundiales aceleraron muchísimo esta tendencia hacia el colectivismo sobre todo en los países europeos. El bienestar, y no la libertad, se convirtió en la nota dominante de los países democráticos.
Los intelectuales descendientes de aquellos radicales filosóficos (Mises, Hayek y Simons, entre otros) reconociendo la amenaza implícita al individualismo, temían que una continuación del movimiento hacia el control centralizado de la actividad económica se convirtiera en un auténtico Camino de Servidumbre, como Hayek tituló su profundo análisis del proceso. Ellos también daban importancia a la libertad económica como medio para la libertad política.
Claro que la existencia de un mercado libre no elimina la necesidad de tener un gobierno. Al contrario, el gobierno es necesario tanto en su función de foro para determinar las reglas del juego, como en su función de árbitro para interpretar y hacerlas cumplir. Ahí entronca con la libertad política y la preeminencia de las instituciones sobre los hombres, donde la técnica constitucional y de organización republicana desempeña un importantísimo papel.
La libertad política supone que ningún hombre se sitúe por encima de las instituciones, ejerciendo la fuerza sobre el resto de los hombres. La principal amenaza de la libertad es el poder de usar la fuerza al margen de las instituciones, ya sea por un monarca, un dictador, una oligarquía o una mayoría momentánea. La defensa de la libertad requiere la eliminación, en la medida de lo posible, de esas concentraciones de poder, y la dispersión y distribución del mismo en un sistema de contrapesos.
Así las cosas, si el poder económico se une al poder político en manos del Estado, la concentración parece inevitable.
Una característica de las sociedades libres es la libertad del individuo a defender y hacer abierta propaganda por un cambio radical en la estructura de la sociedad, siempre que su campaña se limite a la persuasión y no incluya la violencia u otras formas coercitivas. Una de las señales de la libertad política en una sociedad de libre mercado es que un individuo pueda abogar abiertamente por ideologías que pretendan la abolición del mismo.
Del mismo modo, para que existiera la libertad política en una sociedad dirigida económicamente, sería necesario que los individuos tuvieran libertad de abogar por la introducción del librecambio. ¿Cómo podría preservarse la libertad de defender el librecambismo en una sociedad dirigista?
Para dar respuesta a esta pregunta hemos de partir de que para que los hombres defiendan algo, lo primero es que puedan ganarse la vida y además tener recursos para llevar al público sus propuestas.
En una sociedad de monopolio económico estatal puede que haya individuos con grandes ingresos, quizá incluso con grandes sumas de capital en forma de obligaciones públicas y similares, pero tendrían a la fuerza que ser altos funcionarios públicos. Se podría concebir a un bajo funcionario de un estado así definido que mantenga su empleo a pesar de defender abiertamente el librecambio, lo que es imposible imaginarse es a uno de estos altos funcionarios financiando tal tipo de actividades subversivas.
En las sociedades abiertas, los movimientos que repugnan del librecambio nunca se han financiado de esta manera. Normalmente los han financiado unos cuantos individuos adinerados que han sido persuadidos ideológicamente (como Frederick Vanderbilt o Anita MacCormick Bline, o Corliss Lamont, por dar unos cuantos nombres que se han hecho notorios recientemente, o como Frederick Engels, yendo a los menos recientes).
Casi nadie nota esta función que desempeña la desigualdad de la riqueza en la preservación de la libertad política traducida en la función del patrocinador.
Así en una sociedad de mercado libre, para la labor de propaganda bastaría con tener fondos. A los que suministran el papel lo mismo les da venderlo al Mundo Obrero que al Wall Street Journal. En una sociedad en la que no exista el librecambio, no bastaría con ello. El hipotético subversivo tendría que persuadir a la fábrica de papel del gobierno para que se lo vendiera, a la imprenta del gobierno para que imprimiera los folletos, o al correo del gobierno para que los distribuyera entre la gente.
Quizá exista una forma de vencer estas dificultades y preservar la libertad política en una sociedad controlada económicamente. No puedo decir que resulte totalmente imposible. Lo que sí está claro es que hay dificultades auténticas para establecer instituciones que preserven eficazmente la posibilidad de disentir. Que yo sepa, nadie de entre los que están a favor de eliminar el librecambio y a favor de la libertad política al mismo tiempo, se ha enfrentado con esta cuestión o ha iniciado siquiera el establecimiento de formas institucionales que permitan su desarrollo.
3. CONCEPTO INTEGRAL DE LA LIBERTAD
Todo lo anterior me lleva a la irremisible conclusión de que la libertad política sin la libertad económica resulta un imposible y viceversa, debiéndose abordar en este momento un concepto integral de la Libertad.
He de asumir en este sentido que, por un lado los liberales han descuidado últimamente los importantes mecanismos de la técnica democrática, hablando de su preexistencia como elemento indispensable para el bienestar social pero obviando históricamente las condiciones constitucionales e incluso técnicas que deben darse para llegar a su consecución de manera plena que solo puede solucionar una teoría formal de la Democracia.
Por otro, como demócrata, y consustancialmente como republicano, confieso que también he caído muchas veces en el descuido del estudio de los procesos y reglas del orden económico tal y como realmente se desarrollan, sosteniendo decisiones políticas que no se ajustan a la realidad económica con los consecuentes efectos negativos, descuidando así el estudio de los procesos económicos a favor de decisiones políticas generalmente bienintencionadas y populares, pero contraproducentes.
Así las cosas, el concepto unitario de la Libertad presupone tanto la Libertad Política como la Económica, siendo el Republicanismo y el Liberalismo no sólo sus consecuencias últimas sino un medio único para su consecución:
Así desde una estrategia republicana. Como última y única consecuencia de la idea de democracia en búsqueda de la Libertad Política. Y ello porque hemos de decir sin tapujos que en este momento en España NO EXISTE LIBERTAD POLÍTICA, sino una ficción de Estado democrático, una oligarquía de partidos, sin principio representativo, ni separación de poderes en los que los partidos políticos asumen el ejercicio del poder político en lugar de los ciudadanos, que se ven relegados a ser meros espectadores pasivos del juego político a través de un sistema electoral proporcional que además los discrimina por su radicación territorial en contra del más básico principio, «un hombre, un voto».
No puede existir separación de poderes cuando la Jefatura del Estado la ocupa una persona por una legitimidad carismática, no democrática, que tiene como lógica consecuencia su incapacidad para dirimir o tomar determinaciones en acción de gobierno, y menos aún servir como contrapeso de los restantes poderes, ya que de lo contrario nos veríamos abocados al totalitarismo.
Menos aún, cuando, como en el caso español el legislativo elige al ejecutivo y entre ambos al judicial, con la consecuencia del sometimiento de este último a los dos anteriores.
Es en la persecución de la libertad política donde el republicanismo así concebido puede desempeñar un papel fundamental, conformando y articulando una verdadera Teoría Pura de la Democracia y una Teoría Pura de la República cuya originalidad conceptual es actualmente deudora única de la magnífica obra intelectual de García-Trevijano, removiendo así una situación tan enquistada como la actual, consecuencia fatal del pacto de Estado entre aquellos que ocupaban el poder y que querían conservarlo, y los que oponiéndose al régimen pretendían alcanzar su parcela de poder, auténtica razón de Estado, exponente máximo del oportunismo de una generación de políticos que cristaliza con la constitución de 1978.
Y desde una estrategia liberal. En cuanto permite a los individuos desarrollar sus consustanciales aspiraciones de participación en la vida social y económica en libertad.
Por tanto un liberalismo sincero en lo político pero también en lo económico, rompiendo con la aplicación sesgada del pensamiento político liberal tanto por la derecha conservadora como por la izquierda marxista que han venido interpretando la doctrina de la libertad según sus intereses propios de sus respectivas ideologías.
Tal actitud interesada se ha traducido en la adopción del credo liberal económico por políticos netamente conservadores así como de ciertos principios liberales políticos, al menos en la teoría, por la izquierda marxista.
No resulta extraño así, según el foro en que se despliegue este discurso, encontrar fervientes admiradores de la economía de mercado, que se escandalicen ante posturas como la legalización del aborto, de las drogas, o incluso el laicismo, en cuanto estas cuestiones, a modo de ejemplo, se respaldan en un principio tan netamente liberal como dejar las decisiones de ámbito moral a la estricta decisión del individuo con una estricta neutralidad estatal.
Así las cosas, y retomando el último de los ejemplos, el laicismo, tiene su origen en un principio escrupulosamente liberal en cuanto a la neutralidad estatal, esta vez en materia religiosa, verdadera transposición del laissez faire obstativo a la intervención económica o política a favor de determinadas agrupaciones colectivas, ya sean, empresas, clases, colectivos o, en este caso, confesiones.
4. TENDENCIAS DISGREGADORAS DEL CONCEPTO UNITARIO DE LIBERTAD
Así planteado el concepto unitario, o integral de libertad, plasmado en una perspectiva republicana liberal, se ve actualmente constreñido a izquierda y derecha, por distintas posturas que escogen un ámbito de libertad con sacrificio del otro.
El marxismo llamado democrático. Dejando así de lado su vertiente maximalista o autoritaria, por cuando no se plantea siquiera el problema de la libertad. Y ello por cuanto se asume el objetivo, que considero imposible, de eliminar la libertad económica pretendiendo alcanzar una presunta libertad política.
Y lo creo imposible, por cuanto este pensamiento se fundamenta en la capacidad de organizar desde arriba la intrincada red de relaciones interpersonales que en la Sociedad se tejen, al carecer el órgano de control de la necesaria información para establecer la pretendida coordinación dado que dicha información por su propia naturaleza es cambiante, dispersa y difícilmente articulable.
El mandato coactivo para articular las relaciones entre personas, ya sean personales o económicas, se basa en el apriorístico principio de conocer la información sobre los fines y medios de aquellos que se pretende coordinar, lo que, por la propia naturaleza de la información referida, resulta imposible.
Es más, tal mandato coactivo ahoga la creación de nuevos medios que satisfagan antiguas necesidades, sirviendo de freno para el progreso social, como bien necesariamente deseado, solo alcanzable a través del espontáneo proceso de interacción social.
Se basa así tal mandato coactivo en un error que considero de base, la existencia de un polilogismo económico o de clase, entendiendo por tal el que considera que los individuos tienen distinta estructura mental de desarrollo lógico por su posición en el proceso productivo.
Las tendencias polilogistas no son exclusivas de este pensamiento, ya que también se dan en posturas tradicionalmente antiliberales como el fascismo (en el que se presupone una distinta estructura de razonamiento en cuanto a fines y metas por la adscripción a una determinada comunidad nacional), el racismo (por pertenencia a una raza), o el polilogismo integrista (por adscripción a una determinada religión), que tienen en todo caso, y no es casualidad, como enemigo común al liberalismo.
No es casual, así, que en el régimen anterior se encontrara al mismo nivel de aversión que el comunismo (comunismo, liberalismo y masonería).
El neoliberalismo conservador. Merece especial atención y detalle por cuanto la habitual identificación actual del término «Liberal» a esta corriente, siendo especialmente necesario proceder a su delimitación.
En este concreto aspecto, traigo a colación el ensayo de F.A. Hayek «¿Porqué no soy conservador?», auténtica demarcación de quien ideológicamente se encuentra en desacuerdo intelectual tanto con conservadores como con marxistas.
En él Hayek define al liberal como un neto partidario de la libertad en lo absoluto.
Por el contrario, el conservador, ve únicamente en la libertad de mercado una oportunidad de medrar y conservar lo obtenido mirando hacia atrás, hacia el pasado, midiendo sus palabras y actos en asunción ideológica fundamentalmente utilitarista y desprovista de contenido ideológico. Teme y aborrece la novedad porque en ella ve un riesgo, al contrario del liberal que, en palabras de Hayek «siempre mira hacia delante».
En palabras de Fernando Genovés, comentando este ensayo, el Liberal, por principio, no se opone a la evolución ni al progreso, a las reformas y a los cambios: «no le preocupa cuán lejos ni a qué velocidad vamos; lo único que le importa es aclarar si marchamos en la buena dirección». Tal inclinación está íntimamente relacionada con aquello que necesariamente va unido a la libertad: la espontaneidad.
En esto no se diferencian en absoluto las ideas dirigistas de raíz socialista del conservadurismo, ya que ambas tienen en común la planificación y regularización como modo de actuación social, económica, y política, que en el conservador se materializan una pasión por la ley y el orden, como ansia de que todo esté bajo control.
Contra el conservador, el movimiento de la libertad implica derribar todo obstáculo que frene o impida el pleno despliegue de las posibilidades humanas y la espontaneidad de nuestros actos, aún ignorando a veces dónde pueden llevarnos, lo que en modo alguno supone entregarse a una conducta loca e irresponsable, pero sí propugnar por una sociedad abierta.
Acertadamente en este sentido Genovés, en su artículo: "Liberal, ¿Radical o Conservador?" explica la afición del conservador por el autoritarismo que le lleva, no pocas veces, y aquí sabemos bastante de ello, a la recusación de la democracia y su predisposición a aceptar la arbitrariedad estatal como vehículo de imposición de creencias y objetivos prácticos, sobre todo cuando los hechos no se desarrollan según su cálculo de previsión. Frente a esta actitud, la del liberal se revela ciertamente radical.
Así, debido al concepto utilitarista de la política y la economía del conservador, rechaza las medidas socializantes, proteccionistas o dirigistas de su adversario…excepto cuando le benefician o resultan rentables.
Dos ejemplos vienen muy al caso dado el sentido de este acto y la actual coyuntura española en los temas religioso y nacional: La posición estatal en el orden espiritual o de conciencia religiosa y el, en palabras de Hayek, «nacionalismo patriotero» que caracterizan aún a gran parte del conservadurismo y que se oponen frontalmente al librepensamiento y concepto de ciudadanía propios del pensamiento liberal y republicano.
Así, respecto al primero de ellos, el conservador generalmente se caracteriza por unas profundas creencias morales y religiosas que le llevan a propugnar medidas partidarias en lo religioso, fiscal y educativo a favor de una determinada confesión, mientras que el liberal asume el firme propósito de no imponer coactivamente a los demás ningún tipo de creencia con una conducta neutral y abstencionista, no importándole ni siendo motivo para lo contrario lo profundos o trascendentales que puedan ser los principios o fines que se persigan.
Es propio así del liberal mantener cierto escepticismo en sus pensamientos y emociones para mantener incólume ese espíritu tolerante.
En relación al segundo tema, el nacionalismo, Hayek es igualmente radical y textualmente señala que: «Una teoría torpe y errada no deja de serlo por haberla concebido un compatriota» .
En este último supuesto, es posible un liberalismo patriótico, que engarza con el concepto republicano de ciudadanía y fraternidad, pero jamás he visto un nacionalista liberal, proliferando, más al contrario el nacionalismo conservador, ya se vista como carlista en su versión carca, o demo-cristiana en su versión light.
5. CONCLUSIÓN
Desde la propia convicción de la posibilidad de error, característicamente liberal, y con el único ánimo de que por lo menos el desarrollo de lo precedente despierte la discusión intelectual, intentando también modestamente en todo caso abrir y atraer al campo republicano a una parte de la ciudadanía que aún no se ha acercado al mismo por ideas o temores preconcebidos a ideas extremas de revolución o monocolores, trato de esbozar aquí el propio convencimiento de que sólo cuando tengamos República, tendremos libertad, y que solo con auténtica libertad se despertarán conciencias a favor de la República como solución a nuestros males.
Y así termino, citando como epílogo el proyecto constitucional de la Primera República Española que textualmente resume sus principios políticos como sigue:
«En la organización política de la Nación española todo lo individual es de la pura competencia del individuo; todo lo municipal es del Municipio; todo lo regional es del Estado, y todo lo nacional, de la Federación».
¿Qué puede haber más liberal y republicano que esta afirmación de la independencia individual?


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