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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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viernes, 17 de enero de 2014

FUNDACION ESPACIO ABIERTO, INVITACION AL FORO LOS COMUNICADORES Y LA SITUACION POLITICA


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jueves, 22 de agosto de 2013

PAULINA GAMUS, ADIÓS CIUDADANO

No fue sorpresiva la despedida de Leopoldo Castillo después de doce años al frente de su programa Aló Ciudadano, sin duda el más importante de Globovisión. Su formato que permitía la participación telefónica de los televidentes, logró lo que hasta entonces apenas conseguían las telenovelas: una audiencia cautiva, un público leal que se acomodaba religiosamente cada tarde ante las pantallas de sus televisores, para ver y oír a las figuras más conspicuas de la oposición venezolana en todos sus ámbitos.
No fue solo la dirigencia política adversaria del chavismo la que desfiló día tras día por el canal de la Alta Florida, sino los médicos venezolanos humillados por el socialismo del siglo XXI cuya preferencia por los profesionales y no tan profesionales cubanos ha sido una bofetada continua para esos compatriotas. Desfilaron y pudieron dejar oír sus voces, el personal y los pacientes de hospitales que se encuentran en ruinas, las madres y esposas de víctimas de la violencia hamponil y de la violencia oficialista, como son los presos políticos. Expusieron sus angustias los economistas y los expertos petroleros que nos anunciaron día a día el derrumbe económico de nuestro país, ese que es hoy inocultable aunque ya no exista esa Globovisión como tribuna para esas y otras denuncias.
Asistieron los educadores que se oponían al adoctrinamiento de los niños y jóvenes de este país y fueron escuchados los denunciantes de mil y un hechos de corrupción cometidos impunemente por funcionarios chavistas de distintos despachos y jerarquías. Y la gente de la provincia, esa a la que hoy no le llegan alimentos ni medicinas y debe desplazarse hasta las colas caraqueñas por un litro de aceite, un paquete de harina o unos rollos de papel higiénico, tuvo la posibilidad de hacer conocer las miserias en que mantienen a sus poblaciones, gobernadores y alcaldes rojos rojitos.
Encontraron un lugar donde expresarse escritores, historiadores, artistas plásticos y actores que realizaron su obra con críticas a la seudo revolución socialista o simplemente no quisieron caletrear la cartilla del pensamiento único impuesta por el chavismo a los intelectuales. Y, lo más importante, mientras el gobierno iba copando el espectro radiofónico y audiovisual del país, para taladrar las mentes del pueblo con sus realizaciones de mentira, su obra social de fantasía, su populismo barato y obsceno y lo peor, su odio hacia el adversario político; Globovisión era el único canal que transmitía los actos públicos y demás actividades de la Oposición sin ignorar los del oficialismo. Una verdadera isla democrática en medio de aquel océano de insultos, vulgaridad fanatismo, demagogia, exclusión, discriminación y falsedades.
El canal recibía otra clase de visitas, por ejemplo las de la difunta Lina Ron con sus banda de malandros y las de esos delincuentes armados y amparados por Chávez y sus herederos, llamados “Colectivos”. Más de una vez los periodistas del canal vieron amenazadas sus vidas por la violencia dirigida contra ellos desde el alto gobierno. 
Ni que decir de la cantidad de veces que les fueron dañados sus equipos. A las multas exorbitantes con las que se quiso arruinar a los propietarios del Canal, habría que sumar las ofensas continuas de esa cloaca parlante que era el defenestrado Mario Silva, quien no vaciló en burlarse hasta de la muerte por cáncer del hijo de Leopoldo Castillo. 
Por fin sucedió lo que no podía dejar de suceder, la concesión del Canal estaba por vencerse, el gobierno no la renovaría y tampoco lo incorporaría a la llamada parrilla del sistema satelital de la CANTV. Es decir que estaba condenado a la desaparición. Guillermo Zuloaga decidió vender ¿Quién podía comprar aquel enfermo terminal en situación de desahucio sino alguien con capacidad para resucitarlo? Nadie más que el gobierno con sus testaferros o empresarios dispuestos a caer de rodillas ante las exigencias del oficialismo.
Aún se discute en distintos círculos si el régimen que padecemos es autoritario o déspota, si es una semi dictadura, una cuasi democracia o una dictablanda.
El caso Globovisión es el mejor instrumento para definir la catadura de Chávez y sus herederos políticos. El canal apenas tuvo y tiene señal abierta en Caracas y Valencia; en el resto del país y en el exterior sólo podían verlo quienes estuvieran afiliados a una empresa de cable. Pero aún así, la disidencia no podía ser tolerada, la crítica tenía que ser suprimida, las verdades debían esconderse. En ningún otro escenario de la vida nacional fue tan evidente la vocación totalitaria de Chávez y los continuadores de su destrucción nacional, como en el de este pequeño y modesto canal televisivo.
Alguien con mucho tino twitteó que la despedida de Leopoldo Castillo y su programa Aló Ciudadano, había sido un viernes negro comunicacional. 
Se cerró el último resquicio de expresión que les quedaba a la Oposición política y a la sufriente población víctima de todo tipo de calamidades. 
En medio de ese patético panorama y a menos de tres meses de unas elecciones con especial significado por la situación que vive la Nación, crecen y se multiplican como bacterias, las plañideras, los héroes de computadora y los estrategas de escritorio que despotrican contra Henrique Capriles y la MUD, porque ya han pasado varios meses desde el 14 de abril y Maduro continúa en Miraflores. ¿Cómo es que no lo han sacado de ahí? Porque son cobardes, pusilánimes y colaboracionistas. Y tienen además el tupé de creer en elecciones con este CNE vendido, etcétera, etcétera. 
Son como el escorpión que cuando se enfurece se clava a si mismo el aguijón y se envenena. Si se limitaran a suicidarse sería un gran alivio, pero su propósito es hundirnos a todos en un acto de sadomasoquismo realmente inédito en la historia universal de la imbecilidad.
gamus.paulina@gmail.com

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lunes, 19 de agosto de 2013

RAMON CONTRERAS, ALÓ CIUDADANO Y LEOPOLDO CASTILLO

La libertad de expresión es una de los más representativos y característicos derechos de los sistemas democráticos. Este principio se basa en la facultad que posee el individuo de exponer sus ideas, pensamientos y opiniones por medio de la palabra, por escrito o cualquier otro medio de reproducción sin inconvenientes, consignas, autorizaciones previas o censura por parte de la autoridad.

Cada día más, los medios de comunicación se hacen necesarios en los sistemas democráticos. Ellos cumplen diversas funciones dependiendo de las características del gobierno en donde se desenvuelven. En democracias jóvenes, los medios de comunicación consolidan el sistema político; y en democracias ya establecidas, se encargan de defenderla para que no se cometan injusticias.

Los medios, en un régimen de libertades, son los entes que procuran brindar una perspectiva más justa del acontecer diario. Ellos intentan  que los diferentes puntos de vista que se presentan sean la representación más fiel de la realidad y de esta manera, instituir al ciudadano de forma integral.

No son pocos los países que acaparan para el Estado u para cualquier ente público, municipal o regional, la implantación de cadenas de televisión. Allí donde se permite el establecimiento de medios privados, es habitual que se limite su número, o que se pronuncie un sistema mixto de gestión directa por las entidades públicas e indirecta por los particulares a través de concesiones administrativas.

En Venezuela en los últimos 15 años en la mal llamada Quinta República con el predominio del castro comunismo militarista inicialmente con el favor del soberano y luego con las consabidas triquiñuelas de los poderes públicos para darle visos de legalidad y legitimidad al régimen, se han cometido una serie de atropellos contra los medios de comunicación, contra los periodistas y contra cualquier persona que ose opinar de manera disidente al pensamiento que impera en el nefasto desgobierno que ha llevado a nuestro país al borde del precipicio moral, económico, educativo, de salud y prácticamente en todos los aspectos de la vida de los pobladores de la patria de Bolívar.

De esta manera se han cerrado emisoras de radio, plantas de televisión, programas en los diferentes medios y la última estrategia ha sido como lo hizo el régimen de  Nicaragua; por diez millones de dólares, Ortega compró el canal 8, transacción misteriosa que se efectuó a través de un tercero que resultó ser, uno de los hijos de la familia presidencial. La “plata” para adquirir la frecuencia vino, nada menos y nada más, que de fondos venezolanos, por medio de una empresa radicada en Nicaragua denominada ALBANISA, cuyas acciones están en manos de PDVSA en un 51 por ciento. 

En otras palabras, el medio televisivo es de propiedad venezolana. La compra de GLOBOVISION que constituía la única ventana para que los venezolanos expresáramos nuestras opiniones y que en los últimos días en manos de los testaferros que lo adquirieron se han dedicado con todo su poderío a desmantelar los programas de denuncias que daban a conocer los graves problemas del país como Radar de los Barrios, Buenas Noches y la copa que rebosó el vaso es la situación de ALO CIUDADANO, conducido por el excelente comunicador LEOPOLDO CASTILLO, que de manera abrupta y despiadada fue sacado del aire, sin ninguna consideración al SOBERANO, que ellos se jactan tanto de defender y representar.

Como un homenaje al compatriota LEOPOLDO CASTILLO, por su valentía y digna posición ante el monumental atropello del cual fue víctima por parte de los “NUEVOS PROPIETARIOS DEL CANAL”, me permito agregar un acróstico en su honor y pedirle al todopoderoso y a nuestra CHINITA que le de larga vida y le colme de salud y bienestar para satisfacción de los que le admiramos y le admiraremos siempre.

L EALTAD
E FICIENCIA
O BSERVACION
P UNDONOR
O BJETIVIDAD
L IDERAZGO
D ECENCIA
O RIGINALIDAD

C IUDADANIA
A DMIRACION
S ENSATEZ
T ALENTO
I DEALISMO
L ABORIOSIDAD
L EALTAD
O PTIMISMO.

Ramón Daniel Contreras Barragán Profesor Titular Jubilado de luz


radacoba@gmail.com


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sábado, 1 de junio de 2013

MILAGROS SOCORRO, NI EDAD NI TIEMPO

Todo aquel que tenga un cargo relacionado con prensa y relaciones públicas, en medios u organizaciones con departamentos de comunicaciones, tiene una ruma de carpetas que crece por horas: son currículos de periodistas que se han quedado sin trabajo o no han accedido a su primer empleo.
Experiencia parecida tienen los ejecutivos de radio y televisión, asediados por montones de proyectos de programas, que nunca encontrarán siquiera un minuto de éter o pantalla. Está el funcionario de aeropuerto que sella un pasaporte al tiempo que echa un vistazo fugaz a otro miembro del gremio que ha optado por la emigración. Y está también el correlato sumergido de este panorama, que es el subempleo y las duras condiciones que los trabajadores de la información deben aceptar por la merma progresiva del mercado de trabajo.
Esto lo sabe Leopoldo Castillo, quien seguramente recibe cada día un currículum y una llamada telefónica de un amigo para recomendarle al hijo talentoso, que sueña con entrar a Globovisión… Cuántas veces se habrá frustrado el Ciudadano en el intento de ubicar trabajadores de RCTV, cesantes por el cierre de esa planta. 
La supuesta “dignidad” que deriva un empleado de un medio cerrado, caído en su lucha con un régimen autoritario, dura medio día... hasta que se encuentra solo con sus facturas, con la mirada interrogante de su pareja, con el apartamento que debe abandonar y con la habitación de la casa de sus padres a la que debe regresar (y que ya había sido destinada a cuarto de costura o, cruel paradoja, “de la televisión”). Sin trabajo no hay dignidad. Si no puedo llevar la comida a mi casa, tengo menos dignidad. Si no soy capaz de poner un techo sobre el sueño de mis hijos, nubla la dignidad. Si tengo que poner mi intimidad en sordina porque estoy arrimado, pestañea mi dignidad.
Responda usted estas preguntas: 
1) con qué moneda se tranzó la venta de Globovisión, ¿bolívares o dólares?; 
2) quién tiene esa moneda en cantidad suficiente para hacer la operación; 
3) quién arriesgaría esa cantidad, cualquiera que sea, en un medio que ya está en la mira del Gobierno despótico. Y ahora conteste estas: 
4) si usted compra una empresa, ¿no le hace cambios?, ¿adhiere los criterios del dueño anterior?; 
5) el único baremo para hacer cambios en Globovisión, ¿es político o ideológico?, ¿no puede haber juicios de otro tipo?; y 
6) la pantalla de las televisoras, ¿debe permanecer igual eternamente?
En fin, el régimen no dejó otra alternativa, si Globovisión no cambiaba de dueños, sería cerrada, igual que RCTV, cuya clausura aportó épica a sus propietarios y penurias a sus empleados. Una vez clausuradas estas ventanas, quedaría obliterado hasta el último resquicio informativo, cosa que no ocurriría si el medio sigue abierto, porque aún con las mayores presiones algo se diría y los trabajadores tendrían empleo, que es la forma más alta de dignidad para quien no tiene más que su fuerza de trabajo.
De esto hablaba Leopoldo Castillo este lunes, cuando, sacando vigor físico de donde no hay (no olvidar que el Ciudadano está siendo sometido a sesiones de quimioterapia, que en ocasiones recibe justo antes de entrar al estudio), advirtió que un medio cerrado no sirve más que al régimen hegemónico. 
Observó que “el país se agotó de la continua confrontación", lo que implica una variación en el tratamiento de esa pugnacidad, que no pasa por negarla, sino por darle un tratamiento distinto, puesto que las audiencias están exhaustas y necesitadas de otros mensajes que, sin darle un rodeo a la realidad, la enfrenten con más eficiencia.
De manera conmovedora –y en lo que dodo en percibir como un testamento- Castillo confesó que, tras los resultados del 14-A, que muestran un país en dos mitades, se ha “avocado a buscar entendimiento entre las partes, diálogo, reconciliación, reconocimiento mutuo […] Globovisión debe servir para unir y no para separar a la sociedad venezolana".
Desde luego que el país cambió. Y Globovisión debe hacerlo también. Eso lo ha entendido Castillo con gran claridad y humildad. Con su trayectoria, atribuirle intenciones inconfesas es de mezquinos. "No tengo edad ni tiempo para segundas intenciones", aclaró, con valentía de titán.
A la audiencia de Globovisión le queda exigir que los cambios que Castillo admite no apunten a llenar las bajas con funcionarios del régimen que han pasado estos 14 años brincando de un ministerio a una cabina de radio, sirviendo a un tirano y pretendiendo ser periodistas. Una cosa es el natural cambio de una programación y otra es el desperfilamiento de un medio no para ganar audiencias sino para negárselas a la oposición democrática. El tiempo también descuenta para la revolución en trance de desmoronamiento.
@MilagrosSocorro

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