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domingo, 4 de diciembre de 2011

INFORMADOR PÚBLICO: TÚNEZ, MARRUECOS Y EGIPTO: TRAS LA ‘PRIMAVERA ÁRABE’, IRRUMPEN LOS ISLAMISTAS COMO PRIMERA FUERZA

En Egipto lograron el 60% de los votos en la primera fase de las elecciones. La semana pasada en Marruecos el islamista PJD ganó en las legislativas. Anteriormente el país en donde arrasaron los islamistas fue Túnez. ¿Están justificadas las dudas y el temor a los islamistas que gobernarán Túnez?

Las fuerzas islamistas confirmaron este sábado su arrolladora victoria en la fase inicial de las elecciones legislativas en Egipto, tras la difusión de los primeros datos, que les otorgan más de un 60% de los votos. Así, el Partido Libertad y Justicia (PLJ), el brazo político de los Hermanos Musulmanes, ha hecho buenos todos los pronósticos que le apuntaban como el gran favorito, al adjudicarse el 40% de los votos en la primera fase de las tres en que están divididos los comicios a la Cámara Baja en este país.

Sin embargo, el partido salafista (fundamentalista islámico) Al Nur da la sorpresa al afianzarse cómodamente en la segunda posición, con un 20% de los votos, fruto de sus extraordinarios resultados en su bastión de Alejandría (norte) y de su buen desempeño en El Cairo. Pese a que los analistas situaban el principal vivero de votos de los salafistas en los núcleos rurales y el norte del país, la formación encabezada por Emad Abdel Gafur ha demostrado ser un fenómeno transversal y especialmente arraigado en los barrios populares de las ciudades.

El comienzo de las elecciones en Egipto, las primeras en el país tras la Revolución del 25 de enero que derrocó al ex presidente Hosni Mubarak, ha puesto en evidencia también el descalabro de las fuerzas “tradicionales” del país, a excepción de la Hermandad Musulmana. Los datos sobre la primera ronda de las elecciones egipcias no parecen sino una copia de lo que ya ha ocurrido en otros países vecinos que también vivieron la ‘primavera árabe’: Túnez y Marruecos.

TÚNEZ: UNA CAMPAÑA BIEN ORGANIZADA

En el caso de Túnez, en donde arrasó el movimiento islamista Al Nahda, los motivos que dieron los expertos fue que este partido llevó a cabo “la campaña más completa y organizada”, opinó el catedrático de Sociología Mehdi Mabrouk. Otros analistas señalaban que Al Nahda se favoreció también de un “voto de castigo” contra los partidos de centro e izquierda que convivieron con el depuesto presidente Ben Alí y a quien según aseguran “permitieron su desviación autoritaria y la instalación de una red mafiosa y corrupta por todo el país”.

Otros veían con “aprehensión y temor” la victoria de Al Nahda en Túnez, como es el caso de Malek Ezzahi, líder del sindicato Unión de Jóvenes Árabes, que considera que “someterán al país a una islamización galopante una vez que finalice la etapa transitoria y se instalen cómodamente en el poder”. Según Ezzahi, cuando Al Nahda se haga con las riendas del país, controlará los mecanismos del poder “para favorecer su modelo de sociedad”.

MARRUECOS SIGUE LA ESTELA

Después de Túnez, llegó Marruecos. El partido islamista Justicia y Desarrollo (PJD) consiguió la semana pasada 107 escaños en la Cámara de Representantes marroquí. Aunque las revueltas de la ‘primavera árabe’ no son comparables con las de sus vecinos tunecinos o egipcios, sí tuvo un movimiento democratizador, bautizado como 20 de febrero, que consiguió una presencia no masiva, pero continuada en casi todas las ciudades grandes y medianas del país.

La reforma de la Constitución marroquí modificó el estatus del monarca Mohamed VI y creó la figura del presidente del Gobierno, quien pasa a gozar de nuevas prerrogativas como la disolución de la Cámara de Representantes. De igual forma, el presidente del Gobierno podrá presidir el Consejo de Ministros (algo que hasta ahora solo podía hacer el monarca) siempre y cuando el rey delegue en él, y también designará a ministros y altos cargos de la administración.

MODELO TURCO, EL FAVORITO

El modelo que tanto Túnez como Marruecos proclaman se asemejaría al sistema turco: respeto inequívoco de las formas democráticas y la legitimidad de un estado con instituciones civiles, junto a la protección o el fomento de la identidad islámica en la sociedad.

Así lo manifestaron los partidos vencedores en ambos países (curiosamente, el marroquí se llama igual que el partido gobernante en Turquía).

REACCIONES DE ISRAEL A LAS ELECCIONES EGIPCIAS

El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, consideró este sábado que los resultados de las elecciones legislativas egipcias “son muy inquietantes” y confió en que el futuro gobierno de El Cairo comprenda que “no hay otra opción” que mantener los acuerdos de paz con Israel. El país israelí ha vivido últimamente situaciones tensas con Egipto, especialmente desde los atentados contra gasoductos en la península egipcia del Sinaí (uno de ellos acabó con un herido).

“Espero que cualquier gobierno que se forme en Egipto comprenda que no hay otra opción que mantener el marco de los acuerdos internacionales, lo que incluye el tratado de paz con Israel”, afirmó Barak. (20minutos.es)

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lunes, 21 de noviembre de 2011

VICTOR RODRÍGUEZ CEDEÑO: IMPUNIDAD, JUSTICIA, RECONCILIACIÓN Y PAZ

Las expresiones y términos “erradicación de la impunidad” , “justicia” , “reconciliación” y paz son una constante en las declaraciones de los dirigentes políticos y de los analistas en los últimos días. Son conceptos estrechamente vinculados entre sí en los cuales reposa necesariamente la paz y la tranquilidad de una sociedad, esenciales para el progreso y el bienestar. No puede haber paz si no hay reconciliación; tampoco justicia, si no se erradica la impunidad y no habrá ni reconcialicion ni paz si no hay justicia y si no se elimina la impunidad entendida ésta como falta de castigo.

La impunidad reina en el país, sobre todo cuando los responsables son afectos al régimen. Aquellos que agreden física y verbalmente a los dirigientes políticos de la oposición, usan los medios del Estado para difamar y atacar a quienes se oponen a la locura comunista del siglo XXI, incentivan el odio y promuven la división del país y usan las instituciones del Estado para perseguir, encarcelar y torturar fisica y moralmente a algunos gozan de la mas absoluta impunidad. Por el contrario, los procesos penales, administrativos y otros, basados en consideraciones políticas, para “acabar” con los opositores, abundan. Una justicia sesgada, peligrosamente concebida como política de Estado.

Los delitos comunes no son debidamente castigados, por lo cual la violencia se ha generalizado en el país. Menos aún se investiga, se procesa y se castiga cuando se trata de violación sistemática y generalizada de los derechos humanos. Las instituciones del Estado no funcionan o funcionan con fines políticos. Al ciudadano común le queda sólo el recurso a los órganos internacionales de derechos humanos, cuyas decisiones son ignoradas por  un Ejecutivo forajido que irrespeta la Constitución y las leyes de la República.

Hay, sin embargo, ante los crímenes de trascendencia internacional como el genocidio, los crímenes de guerra y los de lesa humanidad, la posibilidad de recurrir a la jurisdicción penal internacional cuando los tribiunales y demás órganos del Estado no funcionan adecuadamente. La competencia de tribunales internacionales, complementaria de las jurisdicciones nacionales, es la herramienta fundamental en la lucha contra la impunidad por la realización de esos crímenes.

Los responsables de los delitos y de los crímenes deben ser procesados y castigados. Se trata no solamente de quien realiza el crimen, sino de quien lo ordene, proponga o induzca a su comisión. Las declaraciones públicas de algunos son evidentes. Igual, los encubridores, los cómplices y los colaboradores que abundan apegados a intereses perversos de distinta índole. Serían responsables también quienes ordenan perseguir y hacer sufrir física y moralmente a una parte de la población por razones políticas o ideológicas; quienes en alocuciones públicas o a traves de los medios de información inducen a la realización de un crimen; quienes ejecutan órdenes para agredir, torturar a someter a otros tratos inhumanos o degradantes a un grupo determinado de personas y para confiscar sus bienes, como políticas oficiales sistemáticas y generalizadas. No son menos responsables quienes, ignorando sus responsabilidades, dejan de actuar para impedir la realización de un crimen.

Los criminales deben ser procesados y castigados conforme a derecho, por los tribunales nacionales, si ello es posible, o por los internacionales, en forma complementaria, si los primeros no funcionan adecuadamente. Ello es indispensable para prevenir nuevos crímenes Tal como lo expresó la antigua Comisión de Derechos Humanos de la ONU (Res.1999/34) “la práctica y la expectativa de impunidad respecto de las violaciones de los derechos humanos o del derecho humanitario internacional alientan esas violaciones y son uno de los obstáculos fundamentales para la observancia de los derechos humanos y del derecho humanitario internacional y para la plena aplicación de los instrumentos internacionales...” .

No se trata de “vendetta”  ni de “retaliación”, a las que nos han acostumbrado los revolucionarios bolivarianos en el poder por ahora. Se trata simplemente de la aplicación de la justicia, un factor clave para lograr la reconciliación nacional, la estabilidad, la paz y el progreso que vendrá mas temprano que tarde, después del desastre.

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sábado, 17 de septiembre de 2011

BEATRIZ DE MAJO: VENEZUELA & COLOMBIA: LAS EQUIVOCACIONES DE JUAN MANUEL SANTOS Y EL COMERCIO BINACIONAL

El presidente Juan Manuel Santos se ha especializado en emitir frases muy significativas sobre la relación colombo-venezolana, una relación que el Ejecutivo colombiano pareciera estar interesada en mantener, en cuidar y en promover.

No deja de causarnos escozor, por tanto, a quienes llevamos varios lustros vinculados con los temas comerciales de ambos lados del Arauca, que el mandatario vecino asegure que “los venezolanos” no creemos en el libre comercio.

Esa fue la sentencia con la que Santos calificó esta semana una situación que dista mucho de ser cierta y que resulta inexplicable en boca de quien ejerció, por igual, la jefatura del Comercio Exterior de su país.  De lo que el presidente Santos adolece, a esta hora, es de un error de enfoque o de falta de asesoramiento de parte de su equipo diplomático y comercial. Quien no cree ni ha creído nunca en el libre comercio entre los dos países es quien él ha llamado entusiastamente su “mejor nuevo amigo”, el presidente Hugo Chávez.

No somos “los venezolanos”, como asegura Santos, los que no somos proclives a una economía abierta y donde el libre comercio sea la regla. Es la cabeza del Estado venezolano quien ha estado dedicada a ponerle obstáculos en la rueda bien engrasada de la relación transfronteriza con Colombia. Fue a raíz del advenimiento del gobierno revolucionario al poder cuando los problemas, cada vez más frecuentes y con mayores decibeles, comenzaron entre los dos países hermanos.

No había terminado de calentar la silla presidencial Hugo Chávez, en el primero de sus mandatos, cuando ordenó desde Miraflores el trasbordo de las cargas terrestres en los enclaves fronterizos, lo que generó la primera distorsión severa en un comercio intenso que los empresarios de ambos países se habían esforzado por años en instaurar y en hacer crecer.

Es este gobierno, no el empresariado ni los ciudadanos venezolanos, el que ha roto relaciones con Colombia y sustraído a Venezuela de la CAN. Es la revolución bolivariana la que, aun a esta fecha, ha establecido, sostenido y mantenido trabas al comercio con Colombia ¬no así con otros países- por razones siempre de índole política. Fue el gobierno venezolano, ya en el año del mandato de Juan Manuel Santos y durante el curso de su estrechísima amistad, el que propuso a los exportadores colombianos que continuaran exportando a Venezuela, para recuperar las abultadas cifras de negocios de antaño (superiores a 6 millardos de dólares en 2008, de Colombia a Venezuela), pero vendiéndole al Estado no a las empresas venezolanas. El Estado venezolano es el que ha manejado a su guisa el control cambiario para perjudicar a Colombia y favorecer a otros países.

Este gobierno es el que ha desconocido las deudas comerciales que aún afectan a un buen número de exportadores colombianos de variada talla. El empresariado venezolano, las cámaras de comercio y las industriales, los articulistas de opinión, los académicos y la Venezuela no comunista, la que abarca bastante más de la mitad del país, no han dejado de alertar sobre los inconvenientes que le genera a los dos países las limitaciones impuestas por el chavismo a su comercio. Todos han fijado posición en contra de los controles al comercio en general, a las trabas a la integración andina, a la regional y a la colombiana en particular.

Todos estos son los amigos de la libre empresa, del comercio transparente, de la inconveniencia de los controles, de la protección de la propiedad privada, del respeto a los compromisos contractuales.

Fuente: El Nacional (Venezuela)

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domingo, 28 de noviembre de 2010

TIEMPOS DE PAZ O DE GUERRA. AMBROSIO PERERA BRICEÑO

Son muchas las declaraciones dadas por los líderes de la Oposición Democrática en las que se expresan que al ganar las elecciones presidenciales, como todo indica que será, no realizarán una persecución de todos los que de una manera u otra hayan apoyado, o participado, activa o pasivamente en el movimiento o gobierno chavista. Pues no sería correcto que una persona que haya realizado un trabajo cumpliendo con su deber y respetando los Derechos Humanos, la Constitución y Las Leyes de la República sea perseguida e imputada de hechos que no ha cometido; igualmente, y con justicia, aquellas personas que se han valido de sus posiciones, o militancia política , para cometer violaciones a los tres factores enunciados, contra las personas, las organizaciones, y sus instrumentos, ya sean de la oposición o del gobierno, se les deberá abrir averiguaciones, y respetando todos sus Derechos, llevarse a los juicios que correspondan, porque hay que dejar claro que los delitos no prescriben y oportunamente deben ser juzgados y sentenciados, ya sea para dejarlos libres de culpa, o para que paguen a la sociedad sus desmanes, como ejemplo de lo que no queremos más nunca vuelvan a existir. Cosa que serviría de barrera en los tiempos a seguir.

Paralelamente, se debe actuar para desmantelar toda posibilidad del uso de la energía nuclear, para una guerra, ya que es un mal tan grande que no podemos justificarla, ni tan siquiera con vistas al más noble de los fines, ni la de defender los más elevados y sacrosantos de los valores. Ya que según todas las previsiones llevaría, sin duda, a un cataclismo y destrucción mundial.

Que VIVA LA PAZ.

Ambrosio PereraBriceño
bochito33a@yahoo.es
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sábado, 20 de febrero de 2010

¿SERÁ POSIBLE LA "MANDELIZACIÓN" DE LA POLÍTICA ARGENTINA?. GABRIEL C. SALVIA (CADAL). JUEVES 18 DE FEBRERO DE 2010

Quienes han tenido la oportunidad de ver la película "Invictus" en el cine y de emocionarse con su mensaje de conciliación y tolerancia han comprobado que, a su finalización, el filme arranca espontáneamente los aplausos del público. Es que, salvando todas las distancias, el político sudafricano Nelson Mandela, interpretado en el filme por Morgan Freeman, aparece como la antítesis de la crispada pareja presidencial argentina de Cristina y Néstor Kirchner.

La película relata la historia que el periodista inglés John Carlin narra en su libro "El factor humano. Nelson Mandela y el partido que salvó a una nación" ("Playing the Enemy" en el título original).

La historia es una suerte de "cuento de hadas" y, sin dudas, representa un himno a la paz, la tolerancia política y el diálogo, aspectos esenciales de la convivencia democrática.

Este es un libro que, por ejemplo, deberían leer todos los líderes bolivarianos de América Latina y también los Kirchner, para que en sus países puedan aplicar aquello que señalaba Mandela para el suyo: "Si estáis construyendo una nueva Sudáfrica, debéis estar preparados para trabajar con gente que no os gusta". Pero, además, si Mandela logró juntar a bandos opuestos que casi terminan en una guerra civil, con el inevitable baño de sangre, sería lógico que países con muchos menores niveles de diferencias lograran vivir en un clima más civilizado.

Es que Sudáfrica, en 1994, era un país dividido histórica, cultural y racialmente, con ejecuciones legales y disposiciones racistas como varias leyes de triste memoria.

La ley de servicios separados prohibía a las personas negras entrar en las mejores playas y los mejores parques. La de inscripción de la población compartimentaba a los grupos raciales y la ley de inmoralidad, marcaba que no sólo era ilegal que alguien se casara con una persona de otra raza, sino que tuviera cualquier cosa parecida a un contacto sexual, mientras que la ley de áreas de grupo era la que prohibía que los negros y blancos vivieran en las mismas zonas de las ciudades.

Este era el contexto legal del apartheid, por lo cual Sudáfrica estaba aislada internacionalmente, sufría un importante embargo comercial y hasta el impedimento para que los Springboks pudieran jugar partidos de rugby en el exterior. Cuando Mandela sale de prisión, el escenario de una guerra civil tenía grandes probabilidades y su pericia política logró evitarla. Así, quien se había iniciado en la lucha armada y cumplió 27 años de prisión, terminó siendo clave no sólo para evitar una guerra, sino para liderar ejemplarmente una transición a la democracia, cuando fue elegido presidente de su país, aunque abandonó su cargo al finalizar el mandato de cinco años, tras haber recibido el Premio Nobel de la Paz.

¿Cómo fue posible entonces pacificar y unificar a un país tan dividido? Mandela logró convencer a uno de los líderes blancos de que en una guerra civil no habría ganadores y que todos iban a salir perdiendo. Y una vez elegido presidente, el líder negro compartió el poder con los blancos, mantuvo a los funcionarios que desearon quedarse en su gobierno y, especialmente, se le ocurrió lo siguiente: "Hasta ahora, el rugby ha sido la aplicación del apartheid en el deporte. Pero ahora las cosas están cambiando. Debemos utilizar el deporte para ayudar a la construcción nacional y promover todas las ideas que creemos que contribuirán a la paz y estabilidad en el país". Y con esa idea tuvo que enfrentar hasta a sus propios seguidores y hacer prevalecer su liderazgo.

Así como la película "Invictus", de Clint Eastwood, es un entretenido pasatiempo con un formidable mensaje que vale la pena ver, el libro de John Carlin es un canto de optimismo sobre la humanidad y una lectura imprescindible. Para los argentinos, es un ejemplo de cómo se realiza una construcción democrática: con voluntad política, sin revanchismos, apelando al diálogo, con visión de futuro y entendiendo que todos deben ceder en algo.

Por todo ello, tamaño testimonio debería ser leído por muchos más que los Kirchner, pues la intolerancia y la incapacidad de acordar consensos no se limita solamente al matrimonio presidencial.

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jueves, 15 de noviembre de 2007

* DEL INSTITUTO ALBERT EINSTEIN



Instituto Albert Stein



Los individuos o grupos que se oponen a una dictadura y se inclinan a las negociaciones, a menudo tienen buenos motivos para hacerlo. En especial, cuando una lucha armada ha continuado durante varios años contra una dictadura brutal sin una victoria final, es lógico que todas las personas, sin importar su filiación política, deseen la paz. Es probable que los demócratas estén especialmente dispuestos a negociar cuando los dictadores evidentemente tienen la superioridad militar y cuando la destrucción, las víctimas y los perjuicios sufridos entre aquéllos ya no pueden soportarse más. Habrá entonces una fuerte tentación de explorar cualquier otra opción que pueda rescatar al menos algunos de los objetivos de los demócratas, a la vez que pone fin a un ciclo de violencia y contraviolencia.

La oferta de ‘paz” mediante negociaciones que un dictador le haga a la oposición democrática por supuesto no es del todo sincera. La violencia podría ser inmediatamente terminada por los propios dictadores si tan sólo éstos dejaran de hacer la guerra contra su propio pueblo. Bien podrían, por su propia iniciativa y sin ninguna negociación, restaurar el respeto a la dignidad y los derechos humanos, liberar a los presos políticos, acabar con la tortura y suspender las operaciones militares, retirarse del gobierno y hasta pedirle excusas al pueblo.

Cuando la dictadura es fuerte pero existe una resistencia irritante, puede que los dictadores deseen lograr la rendición de la oposición bajo la cobertura de “hacer la paz’. El llamado a negociar puede parecer atractivo, pero dentro de la sala de negociaciones acaso se esconderían graves peligros.

Por otra parte, cuando la oposición es excepcionalmente fuerte y la dictadura se encuentra de veras amenazada, los dictadores pueden buscar la negociación como una manera de salvar lo más posible de su capacidad de control o de sus riquezas. En ninguno de estos casos deben los demócratas ayudar a los dictadores a lograr sus metas.

Los demócratas deben desconfiar de las trampas que los dictadores les pueden tender con pleno conocimiento de causa durante un proceso de negociación. El llamado a negociar, cuando se trata de cuestiones fundamentales de las libertades políticas, puede ser un esfuerzo por parte de los dictadores para inducir a los demócratas a rendirse pacíficamente, mientras que la violencia de la dictadura continúa. En semejantes conflictos, las negociaciones solamente podrán jugar un papel apropiado al final de una lucha decisiva, en la cual el poder de los dictadores haya sido destruido y estén éstos buscando pasaje seguro para llegar a un aeropuerto internacional.

http://www.aeinstein.org/organizations/org/DelaDict.pdf