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domingo, 21 de diciembre de 2014

ASÍ CAYÓ EL MURO DEL CARIBE, INFORMACIÓN ELABORADA POR YOLANDA MONGE, JOAN FAUS Y MARC BASSETS EN WASHINGTON Y PABLO ORDAZ EN ROMA PARA EL PAIS.COM


Esta semana, un año después del saludo en el estadio, Obama y Castro han anunciado la normalización de las relaciones. Washington y La Habana intercambiarán embajadores. EE UU retirará a Cuba de la lista de Estados que patrocinan el terrorismo, y facilitará el comercio y los viajes.

http://internacional.elpais.com/internacional/2014/12/19/actualidad/1419028417_881255.html

Un consejero de Obama y un diplomático hispano de EE UU fraguaron con los negociadores cubanos en nueve reuniones el acercamiento entre ambos países

EL PAÍS 20 DIC 2014 - 03:12 CET301
Archivado en: Barack Obama Alan Gross Raúl Castro Diplomacia Cuba Caribe Relaciones internacionales Norteamérica Latinoamérica América Relaciones exteriores

Barack Obama habla con Raúl Castro en el despacho Oval, en presencia de Ben Rhodes y Ricardo Zúñiga, entre otros. / CASA BLANCA
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Barack Obama se acercó a Raúl Castro. Se saludaron. Castro sonrió. El encuentro ocurrió en diciembre de 2013, en el funeral de Nelson Mandela en Johannesburgo (Sudáfrica). Fue breve: seis segundos.

La cordialidad entre los presidentes de Estados Unidos y de Cuba sorprendió al mundo. Ambos llevaban medio año embarcados en un proyecto secreto: el deshielo en las relaciones entre dos países enfrentados durante más de medio siglo.

La caída del último muro de la Guerra Fría en América es el resultado de un esfuerzo que empezó en 2009

Esta semana, un año después del saludo en el estadio, Obama y Castro han anunciado la normalización de las relaciones. Washington y La Habana intercambiarán embajadores. EE UU retirará a Cuba de la lista de Estados que patrocinan el terrorismo, y facilitará el comercio y los viajes.

La caída del último muro de la Guerra Fría en América es el resultado de un esfuerzo que empezó en 2009. Ese año Obama —un senador novato que, con una retórica ilusionante, prometía hablar con los enemigos de su país y arreglar el mundo— llegó a la Casa Blanca. Pero no fue hasta la primavera de 2013 cuando el presidente de EE UU, en su segundo y último mandato, autorizó el inicio de unas negociaciones en las que, además de emisarios de los Gobiernos estadounidense y cubano, han participado el Vaticano, como mediador, y Canadá y el propio Vaticano como anfitriones de la mayoría de las reuniones. “Hoy América decide liberarse de las cadenas del pasado para alcanzar un futuro mejor”, dijo Obama el miércoles en la Casa Blanca.


Obama y Castro en el funeral de Nelson Mandela. / REUTERS
Las negociaciones comenzaron en junio de 2013 en Canadá
Esta es una primera aproximación, elaborada a partir de entrevistas y declaraciones de protagonistas y observadores, de esta negociación. Sus protagonistas son jóvenes asesores de la Casa Blanca —personajes que se parecen más a actores secundarios de la serie El Ala Oeste que a negociadores de la Guerra Fría—, veteranos emisarios del aparato diplomático más antiguo de la tierra, el Vaticano, y representantes de uno de los últimos regímenes comunistas del mundo. Incluye varios espías curtidos y un cooperante, Alan Gross, detenido en La Habana en diciembre de 2009 y liberado el pasado miércoles en el marco del canje de presos —tres espías cubanos detenidos en EE UU por un espía de EE UU detenido en Cuba— que ha logrado el deshielo entre EE UU y Cuba.

Las negociaciones comenzaron en junio de 2013 en Canadá, pero la prehistoria de la negociación comenzó casi un año y medio antes. El senador demócrata Patrick Leahy, que voló con Gross a bordo del avión que devolvió al contratista a EE UU, y su asesor Tim Rieser conocían bien a los Castro desde los años noventa. Y a ambos les preocupaba la detención de Gross.

A principios de 2012, Leahy y Rieser abordaron el caso con las autoridades cubanas, incluido con el presidente Raúl Castro, y “cómo podía llevar a algo más grande”, recuerda Rieser. Se lo comunicaron a la Casa Blanca.

“Leahy sintió que este era el momento, con Obama en la Casa Blanca, de intentar mover nuestra relación con Cuba hacia otro lugar y sabíamos que eso iba a requerir traer a Gross de vuelta”, explica el asesor del senador, con experiencia en otros casos de presos en el extranjero.

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Pero advirtieron a la Administración de que pedir únicamente la liberación de Gross era “una estrategia sin posibilidades de éxito”. “Cualquiera que sepa algo de los Castro sabe que no responden bien a los ultimátums. Los cubanos dejaron claro que estaban ansiosos por hablar con EE UU pero que no estaban preparados para hacer concesiones unilateralmente”, añade Rieser.

Obama adoptó, tras llegar a la Casa Blanca, algunas medidas para flexibilizar el envío de remesas a Cuba y los viajes de cubanoamericanos a la isla. Pero tuvo que sufrir una pequeña humillación en la Cumbre de la Américas que se celebró en Colombia en abril de 2012, y ver cómo Cuba iniciaba una tímida liberalización, para decidirse a apretar el acelerador.

En la cumbre, Obama escuchó el clamor del resto de socios —incluidos aliados como Colombia y México— contra el embargo de EE UU a Cuba y en favor de invitar a este país a la próxima cumbre. Tras salir reelegido en las presidenciales de 2012, sin ruido ni publicidad, el mandatario situó Cuba como una de las prioridades de su política exterior. Tras el fiasco de la cumbre, el presidente cambió de consejero en asuntos latinoamericanos. Sustituyó a Dan Restrepo por Ricardo Zúñiga con el objetivo de impulsar el contacto con La Habana.

En la primavera de 2013, el presidente de EE UU autorizó “discusiones exploratorias” con funcionarios cubanos. Los primeros intercambios de mensajes fueron a través de la Sección de Intereses de EE UU en La Habana, que hace funciones de embajada desde el fin de las relaciones diplomáticas, en 1961, y a través de las delegaciones de ambos países en la ONU, en Nueva York.

Obama designó a dos emisarios atípicos: su escritor de discursos y consejero predilecto en política exterior, y un diplomático nacido en Honduras con experiencia en asuntos cubanos.

Tras el fiasco de la Cumbre de las Américas de 2012, EE UU cambió de consejero en asuntos latinoamericanos para impulsar el contacto con La Habana

Ben Rhodes, nacido en 1977, y Zúñiga, nacido en 1970 y emigrado a EE UU cuatro años después, forman una extraña pareja: poco conocidos fuera de los círculos diplomáticos y políticos de Washington y sin el caché de otros negociadores del pasado, como Henry Kissinger o Zbigniew Brzezinski.

Pocas personas gozan de la confianza del presidente como Rhodes. El alambicado nombre de su cargo —asistente del presidente y viceconsejero de Seguridad Nacional para Comunicaciones Estratégicas y Escritura de Discursos— no refleja su influencia real. Rhodes era un aspirante a novelista hasta que los atentados del 11 de septiembre de 2001 en su ciudad, Nueva York, le cambiaron la vida. Empezó a escribir discuros para el congresista Lee Hamilton. En 2008 se unió al equipo de campaña del entonces senador Obama. Su victoria le llevó a la Casa Blanca, donde sus poderes no han dejado de crecer. El de Cuba no es el primer acuerdo con un país rival que ayuda a negociar. En 2011 contribuyó a la apertura a Birmania y las negociaciones con el régimen militar del país asiático.

En el Vaticano se destaca el papel de Pietro Parolin, quien de 2009 a 2013 ejerció como nuncio en Venezuela
La trayectoria de Zúñiga, hijo de un diplomático hondureño y una ciudadana de EE UU, es distinta. No proviene de la política, como Rhodes, sino del servicio diplomático. Director para el Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional desde 2012, Zúñiga ejerció antes como consejero político en la Embajada de EE UU en Brasilia, dirigió la Oficina de Asuntos Cubanos en el Departamento de Estado y estuvo destinado en la Sección de Intereses de EE UU en La Habana.

Seguidor de la serie de intriga política House of Cards y lector de Mario Vargas Llosa, el diplomático  fue viceconsejero político de la Embajada de EE UU en Madrid entre 2004 y 2007, donde se ocupó de la cooperación antiterrorista entre EE UU y España.

En el Vaticano se destaca el papel del siempre discreto Pietro Parolin, el actual secretario de Estado, quien desde 2009 hasta 2013 ejerció como nuncio en Venezuela.

Los intentos de obtener la identidad de los negociadores cubanos han resultado infructuosos.

Canadá ejerció de anfitrión, no de mediador, en siete sesiones negociadoras
Canadá ejerció de anfitrión —no de mediador— en, como mínimo, siete de las nueve sesiones negociadoras. Seis reuniones se celebraron en la capital, Ottawa, y una en Toronto, la ciudad más poblada del país. Rhodes y Zúñiga volaban en vuelos comerciales, sin despertar sospechas ni alterar sus agendas en la Casa Blanca. La distancia de La Habana es mayor: cinco horas.

No es casualidad que Canadá fuese el país elegido. Aliado estrecho de EE UU y miembro de la OTAN, también ha sido durante décadas uno de los países occidentales más cercanos a Cuba. Canadá era campo neutral, un papel comparable al de Austria o Finlandia en la Guerra Fría. Canadá jamás rompió relaciones diplomáticas con Cuba.

En la primavera de 2014, las negociaciones lograron un impulso decisivo. Primero, tras la reunión del papa Francisco con Obama, el 27 de marzo en el Vaticano. Después, cuando EE UU recurrió a una táctica habitual en la Guerra Fría y se sacó una carta oculta en la negociación por el intercambio de presos: un cubano que había espiado para EE UU y estaba preso en Cuba desde hacía casi veinte años.


Benedicto XVI con Fidel Castro en 2012. / OSSERVATORE ROMANO
Como Canadá, la Santa Sede nunca interrumpió las relaciones diplomáticas con Cuba
La nueva carta permitía a EE UU plantear la negociación como un intercambio de espías, puesto que Gross era para Washington sólo un cooperante y así lo ha mantenido hasta el final.

Rieser, el asesor del senador Leahy, siguió participando en el diálogo, con un “contacto cercano” con Zúñiga. Su objetivo era apoyar y asesorar a Obama y a Zúñiga en las discusiones.

En verano, el Papa envió sendas cartas a Obama y a Castro. En ese momento, según Rieser, las posibilidades de un acuerdo Washington-La Habana eran "muy buenas". Pero también se sabía que podían saltar por los aires en cualquier momento: si la salud de Gross empeoraba, todo descarrilaría y el deshielo podría quedar aplazado años o décadas.

En la Cuba de hoy, la presencia de la Iglesia de Roma es todavía muy debil, en comparación con el papel que jugó en la transición de países como Chile y Polonia

Cuba era consciente de ello. En cuatro llamadas telefónicas durante el pasado verano, el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, advirtió a su homólogo cubano, Bruno Rodríguez Parrilla -al que conocía de su etapa como presidente del Comité de Exteriores del Senado-, que si le pasaba algo a Gross "nunca habría una mejor relación con Estados Unidos", según revela un funcionario del Departamento de Estado que pide el anonimato.

El papel del Vaticano ha sido central. Durante los últimos meses las reuniones internas en el Vaticano han sido numerosas. Como Canadá, la Santa Sede nunca interrumpió las relaciones diplomáticas con Cuba. Ya desde Juan XXIII, la derecha más ultramontana ponía en circulación el rumor de que Fidel Castro iba a ser excomulgado. “No sé de donde salió esa historia”, explica ahora el secretario particular de Juan XXIII, el cardenal Loris Capovilla, quien acaba de cumplir 99 años, “pero es solo una leyenda. Ni se le pasó jamás por la cabeza al papa Juan ni a sus sucesores”.

El milagro es que nada se supiese ni filtrase hasta este miércoles
Juan XXIII se enfadó mucho cuando se enteró de que, nada más estallar la revolución de Fidel Castro, los curas y las monjas católicas estaban saliendo de Cuba a toda prisa: “¡No pueden escapar, la Iglesia no se escapa nunca, es necesario que se queden allí!”. Aquel enfado del papa Roncalli es recordado ahora por el que ya entonces era su secretario particular, Capovilla. “No podré olvidar nunca el dolor y la decepción del papa Juan por la fuga del clero local tras la llegada al poder de Castro".

Aquella tarde el Papa estaba furioso y no paraba de repetir: "¡Las relaciones diplomáticas no se interrumpen nunca!”. Aquel enfado se tradujo durante las décadas siguientes en un acercamiento constante, silencioso, difícil muchas veces, pero tan firme que dos papas considerados muy conservadores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, apoyaron las relaciones diplomáticas visitando la isla.

En la Cuba de hoy, la presencia de la Iglesia de Roma es todavía muy débil —en comparación con el papel que jugó en la transición de países como Chile y Polonia—."Y sin embargo, la Iglesia es hoy la única entidad que recibe apoyo del exterior en Cuba y no es criticada por ello por el régimen castrista”, declara Eusebio Mujal-León, profesor en la Universidad jesuita de Georgetown, en Washington, y autor de varios libros sobre Cuba y América Latina.

Con estas negociaciones, termina una etapa en la diplomacia y en la presidencia de Barack Obama
No cabe duda de que el Vaticano desea penetrar en la isla. Si se abren iglesias y se destinan curas a Cuba se da el primer paso para acceder a la eduación en las escuelas y entrar en la televisión, por ejemplo, como camino para una nueva evangelización postcastrista.

Fue en el Vaticano donde, el pasado octubre, se selló el acuerdo sobre el intercambio de presos y los primeros pasos hacia la normalización. En noviembre, en la última de las reuniones, los negociadores acabaron de perfilar los detalles técnicos en Canadá.

El milagro es que nada se supiese ni filtrase hasta este miércoles por la mañana, cuando la Casa Blanca anunció el acuerdo.

"Tenía que hacerse así para mantenerlo en secreto y para que funcionase”, dice Peter Kornbluh, director del Proyecto de Documentación de Cuba y coautor de Back channel to Cuba (Canal oculto a Cuba), unas historia de los contactos secretos entre Washington y La Habana desde la revolución de 1959. “Es posible que sea el último gran episodio de diplomacia por canales ocultos entre Estados Unidos y Cuba", añade Kornbluh.

Con estas negociaciones, termina una etapa en la diplomacia y en la presidencia de Barack Obama. En julio de 2007, cuando Obama le disputaba a la experimentada Hillary Clinton la candidatura demócrata a la Casa Blanca, un ciudadano les preguntó en un debate si estaban dispuestos a reunirse con el líder de Cuba sin condiciones previas.

“Sí”, respondió Obama.

Clinton respondió que no.

Ahora Obama, que se ha declarado abierto a viajar a La Habana en el futuro, puede cumplir aquel vaticinio.

Esta información ha sido elaborada por Yolanda Monge, Joan Faus y Marc Bassets en Washington y Pablo Ordaz en Roma.


Eviado a nuestro correos por
Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar

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lunes, 15 de septiembre de 2014

ZENAIR BRITO CABALLERO, EL DERECHO DE OPINIÒN Y A LA INFORMACIÓN

Para lograr un equilibrio responsable entre libertad e igualdad en una verdadera sociedad democrática, es necesaria la voluntad política compartida que garantice  lealmente y sin cortapisas la libertad de prensa, de modo que haya tanto un cabal reconocimiento de la libertad de expresión y de opinión como un resguardo del derecho de la sociedad venezolana a informarse debidamente

Este es un derecho fundamental del público: ser informado, considerado como parte de un acto de justicia: el dar a nuestra sociedad venezolana una correcta percepción de sí misma, al tiempo que se permite a cada persona tener una adecuada integración al entorno que lo rodea.
Con la adecuada información de los medios cada persona tiene más opciones donde elegir, lo que aumenta, consecuentemente, la libertad social. Así, la libertad de información, opinión o libertad de prensa puede sustentar tanto una libertad de expresión para todos los ciudadanos que leen las columnas de opinión o a los articulistas, como también el respaldo más profundo de un derecho a la información.
Eso significa no solamente asumir el valor de la libertad de expresión u opinión  individual sino el valor de la expresión medido también en términos de beneficio público. Es trascender una interpretación de libertad puramente individualista, para llevarla también a nivel de institución social, a través del reconocimiento de un derecho.
¿Existirá en muchos diarios de nuestro país este llamado derecho a la información y a la opinión? ¿Y vale la pena reconocerlo? Antes que nada es necesario establecer que la libertad de expresión y de opinión es el primer fundamento de un régimen que sea auténticamente democrático.
Toda persona debe, al menos en teoría, tener el pleno derecho de expresar libremente sus opiniones, recoger la información que estime conveniente, y darla a conocer en los diarios. Pero si se sigue esa línea de pensamiento hasta sus extremos, la existencia de cualquier medio informativo en la medida en que limita la expresión de algunos (nadie puede exigir que una empresa publique algo), sería una limitante de la libertad de expresión, así entendida.
Aun cuando se sustente en el derecho de propiedad de sus periódicos.  Uno de los desafíos del Estado democrático moderno, por supuesto no el venezolano radica, entonces, precisamente en asegurar a sus ciudadanos que reciban la máxima información posible. Y eso puede ser por vía de garantizar a todos y todas las expresiones de sus opiniones, ser fuente informativa y acceder a otras.
Pero también por regular una profesión periodística entendiendo que a quien informe profesionalmente puede tomársele cuenta de sus acciones, especialmente desde perspectivas legales y éticas. La profesión informativa se constituye, así, en torno al deber de informar.
En 1985, en un simposio sobre La verdad y la prensa, seis periodistas norteamericanos analizaron la relación entre prensa y gobierno; allí uno de ellos, Francés Fitzgerald, señaló: « el público tiene derecho a saber, equivale a afirmar que el gobierno tiene el deber de permitir que las personas reciban la información que necesitan como ciudadanos de una democracia».
Y hago esta cita, por lo que ha venido sucediendo en Maracay con la muerte de 8 personas en el Hospital Central, donde se censuran las opiniones del r Sarmiento, Presidente del Colegio Médico del Estado Aragua y el Gobernador El Aisammi desmiente lo que sucede en la entidad.
En síntesis, y para efectos de los medios, la relación entre democracia y libertad tiene:• un ámbito general que es acrecentar la libertad de todos y cada uno de los hombres, • una libertad más específica que se basa en ésa más general: la libertad de expresión y de prensa.
• Y finalmente ella deriva en el establecimiento del derecho a la información y de su subsecuente deber de informar, como una garantía mayor de la libertad de expresión y como manifestación de un objetivo valórico de la libertad de prensa.
Porque lo que no puede suceder nunca es que el concepto de libertad del hombre se asocie a una gracia otorgada por la autoridad, y la libertad de expresión termine por convertirse, como sucedió en algún momento en Grecia, en «permiso para la libertad de palabra». La libertad de prensa es el concepto que traspasa a las empresas parte del poder individual de la libertad de expresión.
Esto es legítimo, si se resguardan los intereses del público, o sea los intereses de los hombres, más aún de cada hombre. No lo es si solamente genera un grupo de poder.
Por esta razón, desarrollar el derecho de la información es -en síntesis- proteger la importancia general del principio de libertad de expresión y opinión e introducir en la pseudo-democracia venezolana el verdadero concepto de deber de informar y de opinar. 
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito

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domingo, 2 de marzo de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, VIOLACIONES AL DERECHO DE LA INFORMACIÓN,

El derecho a la información es un derecho humano fundamental, limita de manera rotunda la soberanía del Estado al tener que garantizarlo ante la comunidad internacional, por ello no se entiende la actitud del gobierno chavista de hacer pública y notoria su voluntad de ejercer una hegemonía comunicacional en Venezuela, concentrando en el Estado el control y la propiedad de los medios de comunicación, ello inevitablemente trae y traerá graves conflictos de derecho y de intereses, empezando porque es imposible el desarrollo de una sociedad democrática existiendo la inculcación del derecho a la libre expresión debido a los mecanismos autoritarios del control de los medios.
El gobierno chavista pretende disfrazar su intención hegemónica aplicando las denominaciones de medios comunitarios y públicos a una serie de proyectos, empresas y redes que son financiadas en su totalidad por el estado, controladas en su contenido por los ministerios de adscripción, y utilizados para la indoctrinación, propaganda y falsificación de la realidad del país y que solo complacen a los intereses políticos del partido de gobierno, el PSUV, tales medios ni son comunitarios ni son públicos.
No contento con esto mantiene un férreo control sobre las capacidades técnicas y de inversión de los pocos medios privados que existen, manipula sus contenidos por medios de organismos paraestatales y supuestos comités de usuarios, todos controlados políticamente y sin participación de la verdadera sociedad civil, es absolutamente obvio y grosero el grado de injerencia política que se permite en el otorgamiento, renovaciones y limitaciones de las licencias y permisos de operación de empresas y señales extranjeras, al punto que cada vez más se hace usual los conflictos y los cierres de canales que no se pliegan a la línea oficial.
La censura y los mecanismos de autocensura que logra por medio de inspecciones, multas, cierres temporales, procedimientos administrativos, normas restrictivas y simplemente, terrorismo de estado, hacen que los medios radioeléctricos se vean severamente limitados en sus funciones tanto de información como de educación y entretenimiento.
La existencia de las llamadas “cadenas presidenciales” que es la obligación de todos los medios radioeléctricos de transmitir conjuntamente programas y anuncios gubernamentales considerados importantes para la nación, le ha permitido al gobierno en condiciones de crisis sociales, hacer un black-out nacional de información en momentos cuando la sociedad necesita de orientación  e información fidedigna, creando muchas veces situaciones de peligro para los ciudadanos.
A la prensa impresa la controla por un mecanismo de asfixia en el suministro de papel y de injerencias directas de altos funcionarios recomendando que publicar y que no, a los periodistas los somete a una persecución de sus grupos violentos con peligros inminentes y continuos a sus vidas, familiares y bienes, y con su poder en que medios reciben los anuncios gubernamentales (que al fin y al cabo son pagados con dineros públicos), es fácilmente discernible quien se lleva el grueso de la publicidad gubernamental.
No contento con esto ha concentrado en una sola empresa estatal los nódulos de entrada y distribución de las señales radioeléctricas del país, incluyendo las satelitales y por cable, con la posibilidad de cortar el suministro o reducir la capacidad del mismo, de manera selectiva o total, de las señales telefónicas y de internet al país entero, estaría en capacidad de dejar al país ciego, sordo y mudo en un acto de guerra en contra de su propia población.
En una palabra, el gobierno chavista tiene la posibilidad real, y ya ha hecho uso ilegítimo de ella, de dejar, a voluntad, al país en situación de aislamiento comunicacional del mundo hacia Venezuela y dentro del país, lo que representa no solo un abuso de poder sino una flagrante violación de los derechos humanos en cuanto al derecho a la información, que incluye el derecho que tienen los ciudadanos al acceso a documentos públicos, sobre todo a actas y expedientes de carácter penal y cuya revisión oportuna garantiza la debido proceso.
Este ejercicio abusivo de control sobre las comunicaciones en el país viola no solo la Constitución Nacional sino todos los acuerdos internacionales que el país a firmado y se ha comprometido a cumplir, entre ellos la Convención Americana de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Políticos de las Naciones Unidas, haciéndose notoria la conflictividad con los organismos veedores de estos tratados. El equilibrio comunicacional en Venezuela está definitivamente roto por causa de esta injerencia ilegal e ilegitima del gobierno chavista en querer, no solo censurar y controlar a todos los medios de comunicación del país, sino en querer limitar severamente el derecho a la opinión y a la libertad de expresión de todos los venezolanos.
Una vez que una sociedad permite que el Estado controle toda la red de comunicaciones, lo hace dueño de sus vidas. El Estado entonces s dedica a buscar información y ya que controla los registros, catastros, censos, sistemas de información geográfica, estadísticas, declaraciones de impuestos, certificados de defunciones, partidas de nacimiento, data electoral, de consumo de viajes… cada permiso o gestión que el ciudadano realiza en su vida diaria deja tras de sí información personal relevante que el Estado hegemónico pudiera coleccionar para usarla en su contra, y si además graba, espia, intercambia información con otros entes o países, en un determinado momento,, imagine usted el caso, pudiera con la cooperación de esos colectivos armados que sustenta y apoya, infiltrar a una urbanización o una residencia y secuestrar a un grupo de personas para pedir rescate, de esta manera, neutralizaría a la comunidad con miedo y desconcierto, beneficiándose a su vez económicamente.
El Estado hegemónico es un peligro, se convierte en un monstruo cuando los ciudadanos se hacen inconvenientes para sus fines totalitarios.  Al Estado hegemónico hay que derrotarlo, y esto empieza por alimentarlo con información basura.
La libertad de información (y de expresión) está indisolublemente ligada al pluralismo político, el que a su vez, constituye uno de los cimientos del funcionamiento del Estado democrático, esos derechos son reiteradamente violados en Venezuela a veces con consecuencias graves para las libertades políticas del pueblo y con daños colaterales a empresas, gobiernos extranjeros e instituciones no gubernamentales que han sido agredidas y hasta expulsadas del país por la intransigencia de un gobierno que ha demostrado su incapacidad de manejarse en democracia.
Lo peor de esta situación es el elemento de “contagio” que han tenido estas políticas hegemónicas sobre los medios de comunicación, que han sido importadas a países vecinos en el continente, creándose una suerte de bloque de países que le están cercenando a sus pueblos estos importantes derechos ante la mirada impávida de la comunidad internacional, y teniendo en cuenta que la libertad de información es la matriz sobre la que descansa todos los otros derechos, no es descabellado deducir que Latinoamérica toda, vive un peligroso viraje hacia el totalitarismo. 

saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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