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viernes, 9 de octubre de 2015

PEDRO A. PALMA, DOLARIZACIÓN EN VENEZUELA

¿Conviene o no dolarizar la economía venezolana? La respuesta a esa pregunta no es fácil ni puede ser concluyente, ya que su implementación tendría ventajas, pero también acarrearía problemas y dificultades difíciles de manejar o solventar. Empecemos por decir que la dolarización es la sustitución total de la moneda local por una divisa extranjera, el dólar norteamericano en este caso, como moneda de curso legal, sustituyéndola en todas sus funciones, es decir, como unidad de cuenta, como reserva de valor, y como medio de pago de todas las transacciones, tanto públicas como privadas.

Entre las ventajas de la dolarización estarían: la moderación de la inflación en el tiempo; la reducción de la incertidumbre cambiaria y de las expectativas de devaluaciones súbitas; la eliminación de la posibilidad de financiamiento de gasto público deficitario por el Banco Central; y, la creación de condiciones propicias para el estímulo de la inversión y la generación de confianza. Entre las desventajas se podrían mencionar: la severa limitación para implementar políticas monetarias; la minimización de las posibilidades del Banco Central de actuar como prestamista de última instancia, limitándole la facultad de otorgarle auxilio financiero a la banca; la imposibilidad de aplicar medidas de política cambiaria para afrontar problemas de deterioro de balanza de pagos; y, la pérdida del señoraje, es decir, el derecho o la posibilidad del gobernante de emitir dinero, lo cual le genera un ingreso pues le permite a quien lo emite adquirir activos con esos medios de pago. No obstante, para muchos este último perjuicio es más bien una ventaja de la dolarización, pues limita las posibilidades a los gobernantes de crear dinero en cantidades excesivas, lo cual genera inflación.
Los que promueven la dolarización argumentan que ese es el medio más efectivo para evitar el manejo irresponsable de las políticas económicas, pues le impone a los gobernantes una serie de limitaciones y prohibiciones que les impide devaluar la moneda, u obligar a los bancos centrales a financiar gasto público deficitario con fines políticos, clientelares o de enriquecimiento ilícito. 
Para ellos, la dolarización es la forma más eficiente de acabar con el flagelo de la inflación, la corrupción, y preservar el valor de la moneda, de las remuneraciones y del patrimonio de las personas.
Sin embargo, la dolarización no fuerza ni asegura la disciplina fiscal, pudiéndose generar déficits públicos recurrentes y crecientes, bien sea por la caída de los ingresos, por aumentos de los gastos, o por la combinación de ambos, déficits que son financiados con préstamos locales o externos. Incluso, después de agotarse esa fuente de financiamiento, los gobernantes podrían incurrir en prácticas irresponsables, como la emisión de obligaciones gubernamentales a ser adquiridas por los bancos de forma conminatoria con sus fondos de reserva. Para ello se podrían modificar las reglamentaciones financieras, permitiendo que los encajes bancarios y otros recursos de reserva sean mantenidos indistintamente en dólares o en papeles del Estado.
Otro de los problemas de la dolarización es la total dependencia de la dinámica cambiaria de la moneda norteamericana en los mercados internacionales. El fortalecimiento del dólar, como el que se ha estado produciendo recientemente, implica pérdida de la capacidad competitiva del sector productivo local de bienes transables, limitando sus exportaciones y estimulando las importaciones. Igualmente, en economías altamente dependientes de la exportación de commodities, como es el caso de Venezuela, y en menor grado de otras economías de la región, la dolarización incrementa su vulnerabilidad a caídas en los precios de esos productos, no pudiendo afrontarse estas situaciones a través de ajustes del tipo de cambio.
Por todo lo anterior, es válido que nos preguntemos si le conviene o no la dolarización a Venezuela. Eso lo trataremos de contestar en nuestro próximo artículo.
Pedro A. Palma
palma.pa1@gmail.com
@palmapedroa

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lunes, 20 de julio de 2015

PEDRO A. PALMA, LECCIÓN GRIEGA Y DOLARIZACIÓN

Hay quienes sostienen que la dolarización es el camino a seguir para salir del caos económico y social que vivimos en Venezuela. Se argumenta que ante la irresponsabilidad supina de nuestros gobernantes esta alternativa impondría forzosamente el orden, imposibilitando la devaluación y la implementación de políticas públicas nocivas, como el financiamiento por el BCV de masivos y crecientes déficits públicos que generan inflación. Si bien una decisión de ese tipo generaría beneficios y correctivos importantes, su implementación también acarrearía problemas y rigideces, particularmente de largo plazo, debiéndonos preguntar si ese es el mejor camino, o si hay otros que faciliten el logro de los objetivos deseados, sin tener que padecer aquellos inconvenientes.

La realidad griega puede aleccionarnos a este respecto. Al incorporarse esa economía a la zona del euro prácticamente renunció a la posibilidad de utilizar unilateralmente los instrumentos de política cambiaria y monetaria para influir sobre su economía, ya que sus autoridades no podían modificar el tipo el cambio para afrontar un desequilibrio de balanza de pagos, y no tenían el control sobre los instrumentos de política monetaria para estimular o limitar el ritmo de expansión de la oferta de dinero. Sin embargo, seguían teniendo el control de su política fiscal, incurriendo en déficits públicos crecientes que fueron financiados por instituciones locales o foráneas hasta llegar a límites muy elevados. 
Eso llevó a una situación insostenible en la que Grecia no podía honrar sus compromisos, viéndose obligada a solicitar asistencia financiera de la Unión Europea y de instituciones como el Banco Central Europeo y el FMI, quienes otorgaron auxilios, pero condicionados a la implementación de severos ajustes que han implicado grandes sacrificios para la población. De hecho, la profunda depresión económica en que se encuentra esa economía ha generado un masivo desempleo, que en el caso de los jóvenes supera el 50%, y una desconfianza generalizada, dudándose que ese país se podrá mantener en la zona del euro, lo cual ha estimulado masivas salidas de capital. Ante las corridas bancarias, el gobierno se ha visto obligado a cerrar temporalmente los bancos y a limitar los retiros personales de efectivo a no más de 60 euros por día. La disyuntiva es tremenda, pues si Grecia decide salirse del euro, ello implicará una severa devaluación de la nueva moneda y el reinicio de salidas masivas de capital, pudiendo llevar a la quiebra al sistema financiero.
Volviendo a la eventual dolarización en Venezuela, hay que decir que de entrada  su implantación implicaría una masiva devaluación al convertir los abundantes bolívares existentes en los escasos dólares que poseemos, lo cual generaría un contundente ajuste de precios. Pero lo más preocupante es la alta dependencia de esta economía de la volátil renta petrolera, ya que ante una caída abrupta de los precios de los hidrocarburos, como la actual, el gobierno podría decidir seguir manteniendo el gasto en altos niveles para así evitar una crisis, y endeudarse masivamente, hasta llegar a una situación de imposibilidad de pago, como la griega. En ese caso no podría utilizar las políticas cambiaria y monetaria para manejar la situación, cayendo en una verdadera trampa. La sola posibilidad de abandonar la dolarización generaría corridas masivas de depósitos bancarios, poniendo en riesgo el sistema financiero o arrasando con él. Al final, la situación se podría hacer insostenible teniendo que abandonar la dolarización con consecuencias devastadoras.
Por ello creo que seguir el camino alternativo que han aplicado otros países de la región que han abatido sus gravísimos problemas inflacionarios de otrora sin dolarizar, es lo apropiado. Ello nos permitiría utilizar los distintos instrumentos de política económica e implementar los correctivos y ajustes necesarios de forma responsable y sostenible, sin someternos a las rigideces y limitaciones de la dolarización.

Pedro A. Palma
palma.pa1@gmail.com
@palmapedroa

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domingo, 24 de mayo de 2015

JOSÉ ANGEL BORREGO, DOLARIZACIÓN

Se nos ocurre haber atinado con la excusa que oculta el Gobierno para no pensar en la posibilidad de dolarizar la economía venezolana, decisión que, no nos consta, pudiera ser la panacea para nuestros males.

Este intersticio, que suponemos Chávez lo acarició en su pétreo cerebro castrense y lo han revisado Maduro y sus adláteres, se sustenta en que, al dolarizar la economía, se suspende la impresión de billetes en el Banco Central y se opera exclusivamente con el papel verde que imprime el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

Eso significa que la maquinita de Nelson Merentes cesa en funciones igual que el dispendio insensato de nuestras reservas. Allí y solo allí está el quid del problema.

Maduro se vería constreñido al monto exacto que percibe PDVSA por exportaciones, que no es nada malo. Hablamos de 50 millones de dólares diarios lo que no es suficiente para un gobierno que necesita mantener su oneroso tinglado a la víspera de un proceso electoral que presume perdido y la única forma de que se le perciba, erróneamente rebosante, es dilapidando dineros a manos llenas aun con billetes inorgánicos. No queremos profundizar qué resultaría de sumergirnos en un esquema dolarizado porque pese a la restricción referida al Presidente poco le importará el estatus que se asigne a las divisas, hasta que se le tranque el serrucho y no pueda continuar sosteniendo la estructura funcional de la nación, lo que implica, entre muchos otros males de calibre inimaginable, no disponer de efectivo en caja para pagar las nóminas que dependen del Poder Ejecutivo.

Y como no es previsible dentro de la factura bolivariana asumir conductas ortodoxas en materia de economía, el posible remedio jamás será prescrito para las dolencias ya crónicas del país.

José Angel Borrego
periodistaborrego@gmail.com
@periodistaborr1

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martes, 21 de abril de 2015

EUDES VERA, DOLARIZACIÓN Y RENTA BÁSICA UNIVERSAL PARA VENEZUELA

En un artículo anterior (1) señalábamos que las devaluaciones por decreto de los últimos  32 años habían decretado la muerte del bolívar y establecido las bases para la instauración forzada de la dolarización en Venezuela, tarea que necesariamente debe acometer el próximo gobierno puesto que sería iluso esperar que el actual gobierno tenga la voluntad política para hacerlo. Sin embargo, para que la dolarización no se convierta en un fiasco monetario más es imprescindible que tal medida venga acompañada de una compensación económica importante para todos los venezolanos, a los fines de garantizar un aumento sustancial del poder adquisitivo de la población y un incremento significativo del PIB de la nación.  Proponemos que esa compensación económica se lleve a cabo de una manera audaz, revolucionaria y soberana, a través de la implantación, vía reforma constitucional, de la Renta Básica Universal (RBU) para todos los venezolanos.

El dólar es moneda de curso legal en tres países latinoamericanos, a saber, El Salvador, Ecuador y Panamá. En los dos primeros países, rigen gobiernos de izquierda. En Panamá, gobierna la centro-derecha. Es claro, por lo tanto, que no hay incompatibilidad entre la ideología gobernante y la instauración del dólar estadounidense como moneda de curso legal de esos países. En el caso particular de Venezuela, nos pronunciamos por la dolarización, pero como una medida temporal  que asegure la superación de la profunda crisis económica que padecemos actualmente. Sostenemos sin embargo que el bolívar debe tener un “Comeback” luego de un período de unos 10 o 12 años, pero debe hacerlo con una paridad igual o superior a la del dólar estadounidense. Además, debe  venir acompañado de un blindaje constitucional que impida que el gobierno de turno incurra en la viciosa práctica de imprimir bolívares sin el correspondiente respaldo.  Igualmente deben prohibirse constitucionalmente las devaluaciones no previamente consultadas al soberano.

Para llevar a cabo la dolarización se requiere que el BCV retire de la circulación toda la liquidez monetaria actual (que para la fecha de  escribir este artículo asciende a la suma de Bs. 2.198,12105 millardos),  y sustituirla por el monto actual de las reservas internacionales, las cuales ascienden a USD 20.479 millardos. Si dividimos la liquidez monetaria entre las reservas internacionales, obtenemos que un valor para el dólar implícito de Bs. 107,33. Esto significa que el BCV debe reemplazar cada dólar de las reservas por 107, 33 bolívares. Si se hiciera la dolarización hoy, el salario mínimo actual (Bs. 5.634,47) equivaldría apenas a sólo 52, 50 dólares, uno de los más bajos de Latino América.  Pero si a cada venezolano constitucionalmente se le otorga la renta básica universal consistente en la entrega a cada ciudadano de las resultas petroleras per cápita, la cual se define como (2)

Resultas Petroleras per cápita = (Ingresos Petroleros mensuales – Costos de Producción mensuales – Costos de inversión mensuales – Servicio mensual de la deuda de PDVSA) / Población venezolana,

El salario mínimo podría ascender a unos 200 dólares aproximadamente, todavía bajo, pero mucho mayor que los USD 52,50 actuales.

En artículo previo (2), sugerimos que la RBU sea entregada sólo a los venezolanos que conformen cooperativas de producción o de servicios, a los fines de que cada venezolano se convierta en un emprendedor y creador de riqueza y empleo.

Referencias

1. “La muerte del bolívar”. http://www.aporrea.org/contraloria/a202917.html

2. “¿Es posible unificar la clase media y la clase popular en una Gran Clase Emprendedora?” http://www.aporrea.org/actualidad/a196948.html

3. “La lucha no es ideológica”.http://www.aporrea.org/ideologia/a182954.html

Eudes Vera
eudesvera3@gmail.com
@eudesve

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martes, 7 de abril de 2015

NOEL ÁLVAREZ, DOLARIZACIÓN DE LOS SALARIOS

En la mal llamada “Venezuela Revolucionaria”, hasta hace muy poco,  era casi un sacrilegio hablar del incremento de la gasolina o de la dolarización de la economía. Sin embargo, el giro de timón que ha dado el gobierno con el tema del aumento de  la gasolina, deja un único tabú: la dolarización económica.

Los gobiernos “satanizan” el tema de la dolarización, anclaje cambiario, para atemorizar al pueblo, sin embargo, Ecuador con su proceso económico es uno de los países más prósperos de la región. Un sistema como éste restringiría “el señoreaje”, nombre que recibe la facultad que tienen los gobiernos de imprimir dinero para financiar su gasto publico, proceso que he denunciado en artículos anteriores como el primer responsable de la carestía de la vida que sufre nuestro país.

Aun cuando el anclaje cambiario no es oficial, en Venezuela hace tiempo que extraoficialmente los precios de todos los servicios y bienes de consumo, con excepción de los perecederos de origen agrícola, están dolarizados. Esto trae como consecuencia  que al estar  los  gastos dolarizados, mientras los ingresos continúan en bolívares, no haya ingreso en moneda nacional que, trabajado y ganado honestamente,  alcance para pagar los bienes en calidad y cantidad suficiente que permitan mejorar la calidad de vida del pueblo.

Los venezolanos estamos sometidos a un proceso de empobrecimiento acelerado, sin posibles cambios positivos en el corto plazo. Primer ejemplo: en el año 2010 el salario mínimo era 1.223,89 bolívares al mes, el dólar marcador rondaba los 9,24 bolívares, es decir el salario mínimo representaba 132,45 dólares al mes. En marzo 2015, el salario mínimo 5.622 bolívares mensuales más 2095  bolívares por concepto de cesta ticket, suma 7.717 bolívares mensuales, con un dólar marcador 248,52 bolívares, lo que representa un salario de 31,05 dólares mensuales.  Sin  hacer otras consideraciones, hemos perdido 101,40 dólares mensuales.

Otro ejemplo: el salario mínimo en Colombia es 273 dólares mensuales;  en Argentina 346,76 dólares mensuales; en Ecuador 354 dólares mensuales;  en  USA una jornada de 8 horas remunera 64 dólares. 

Con la inflación quienes más pierden son los pobres, los que ganan un salario mínimo, los que viven de una renta, los pensionados y tantas personas que no tienen como preservar el valor de sus ingresos; por eso mi preocupación es que  se logre un mecanismo que salvaguarde la capacidad adquisitiva de los ingresos de quienes menos tienen y eso solo se logra atando el valor de los salarios, pensiones y rentas a una moneda fuerte cuyo nombre es lo menos importante.

Noel Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
@alvareznv

*Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente

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sábado, 24 de enero de 2015

EUDES VERA, LOS CAMINOS SON TRES, MUTUAMENTE EXCLUYENTES, A SABER, LA DOLARIZACIÓN, LA DEVALUACIÓN Y LA REVALUACIÓN.

Partiendo del consenso existente entre los economistas venezolanos de que la vigencia de los 3 tipos de cambio oficiales (6,3; 12 y 52,01) es insostenible y que el control de cambio actual debe ser desmontado cuanto antes, surge entonces la pregunta de cuál política cambiaria le conviene al pueblo venezolano, en vista de que el control de cambio y las sucesivas devaluaciones desde el 2004 han reducido el salario de los trabajadores a su mínima expresión, causando una espiral inflacionaria indetenible, una corrupción galopante asociada al mercado paralelo y una fuga obscena de divisas, todo lo cual mantiene paralizado el aparato productivo nacional y ha hecho trizas la calidad de vida de los venezolanos. En mi modesta opinión, existen 3 vías a seguir por cualquier gobierno que decida enmendar esta grave y explosiva situación económica y social. Los caminos son tres, mutuamente excluyentes, a saber, la dolarización, la devaluación y la revaluación.

LA DOLARIZACIÓN

Esta opción tiene como aspectos positivos que el gobierno de turno tiene que moderar el gasto público, el cual debe ser ajustado al monto de los ingresos petroleros. Es decir, el gobierno no puede gastar más de lo que le ingrese y no podría recurrir a la impresión de billetes verdes porque el dólar es una moneda extranjera, sobre la cual el gobierno no tiene control alguno. Esto bajaría la inflación, pero si el precio del petróleo cae, como está ocurriendo actualmente, los ingresos del país se reducirían, lo cual puede ocasionar más recesión, más desabastecimiento y eventualmente que Venezuela se declare en default al no poder honrar el pago de su inmensa deuda externa.

Por otra parte, para poder llevar a cabo la dolarización, es condición necesaria que el Banco Central de Venezuela retire de la circulación la inmensa masa monetaria actual M2 (Bs. 2.010.126.877.000) y la sustituya por el monto actual de las reservas internacionales (US$ 20.907.000.000,00). Para llevar a cabo esto el BCV tendría que entregar Bs. 96,15 por cada dólar (Tipo de Cambio Implícito), lo cual implicaría una mega devaluación con respecto a los 3 tipos de cambio actuales. Como actualmente el salario mínimo asciende a Bs. 4.889,11, la dolarización traería como consecuencia que el monto en dólares de este último sería la irrisoria cantidad de US$ 50,85, el más bajo del continente, con la excepción de Cuba (US$ 39,67)1. Esta opción, en mi opinión, no conviene al pueblo venezolano.

DEFINICIÓN DE DEVALUACIÓN Y REVALUACIÓN

El tipo de cambio promedio aritmético actual es de Bs. 23,44. Para fines de la discusión subsiguiente definiremos como devaluación del bolívar todo tipo de cambio oficial que se establezca por encima de este promedio. Por el contrario, definiremos como revaluación del bolívar todo tipo de cambio oficial que se establezca por debajo de dicho promedio.

LA DEVALUACIÓN

Esta es la opción preferida por la mayoría de los economistas venezolanos, particularmente por los formados bajo las pautas de la Escuela de Chicago (Los llamados “Chicago Boys” 2). Estos economistas (algunos de los cuales se auto confiesan como marxistas, mientras que otros se declaran a favor del capitalismo), sostienen que el tipo de cambio único, al que ellos llaman de equilibrio, debe fijarse en Bs. 35. Esto representaría una devaluación del 49,33%, con respecto al tipo de cambio promedio actual de Bs. 23,44. No me cabe duda de que el tipo de cambio propuesto por nuestros ilustres economistas es producto de un estudio económico muy completo desde el punto de vista técnico, pero resultaría catastrófico para el pueblo venezolano, desde el punto de vista social, simplemente porque su puesta en vigencia llevaría el salario mínimo actual a US$ 139,7, uno de los más bajos del continente, pues sólo superaría al salario mínimo de Cuba (US$ 39,67)1, Haití (US$ 65,92)1 y República Dominicana (US$125,25)1.

LA REVALUACIÓN

Lo ideal para el pueblo venezolano es que el salario mínimo iguale al de los Estados Unidos (US$ 1.256, 57)1. Pero, para poder lograr esto, el tipo de cambio único tendría que fijarse en Bs. 3,89. Sin embargo, una segunda mejor opción sería que el salario mínimo se acercara al menos al de la Argentina (US$ 613,33)1. Propongo entonces que se adopte como tipo de cambio único Bs. 8 por dólar, con lo cual el salario mínimo en Venezuela ascendería a US$ 611, con lo cual aumentaría significativamente el poder adquisitivo de los venezolanos, la inflación se reduciría apreciablemente y se propiciaría la reactivación de nuestras industrias y agro industrias al reducirse considerablemente los costos de producción de éstas (a saber, mano de obra, insumos, maquinarias, equipos y el costo de los préstamos bancarios). Por supuesto que una medida como la propuesta debe ir acompañada de políticas de Estadocomplementarias para proteger la producción nacional contra la competencia desleal de las importaciones de aquellos rubros en los que tenemos ventajas competitivas endógenas (como por ejemplo, el café, el cacao, la caña de azúcar, la ganadería, cementos, cabillas, productos petroquímicos, gasolina, etc.).

Para minimizar la fuga de divisas, la revaluación debe ir acompañada también de la venta diaria de un tope máximo de divisas, por ejemplo, US$ 100 millones, lo cual garantizaría que sea imposible matemáticamente la salida del país de más de US$ 25 millardos anuales, cifra inferior a la que se produce actualmente. Asimismo, para garantizar igual oportunidad de acceso a las divisas a todos los ciudadanos y empresas venezolanas, la venta debe hacerse de manera ordenada, utilizando la Informática y la Internet, de manera que en cada día bancario, la venta se haga solo a las personas naturales y jurídicas que hayan realizado cita previa y cuyo último dígito de cédula o de RIF corresponda a ese día en particular.

Igualmente, para minimizar las pérdidas de PDVSA y el contrabando de gasolina, sugiero que la revaluación venga acompañada de un aumento del precio de la gasolina a Bs. 4 el litro (o US$ 0,5), lo cual pondría el galón de gasolina a un precio más internacional (US$ 1,9), sin que se cause inflación ni conmoción social.

Eudes Vera
eudesvera3@gmail.com
@eudesve   

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domingo, 16 de noviembre de 2014

GABRIELA CALDERÓN DE BURGOS, ECUADOR: 15 AÑOS DE DOLARIZACIÓN

GABRIELA CALDERÓN DE BURGOS
El nuevo reto para quienes somos partidarios de las sociedades libres es combatir muros intangibles. Uno de estos muros son los controles cambiarios. 

Los argentinos los conocen como el “cepo” y para implementarlo su gobierno hasta utiliza perros bien entrenados para detectar dólares en sus aeropuertos. A los venezolanos cada vez se les dificulta más viajar debido a que el gobierno de su país sostiene una deuda millonaria con las aerolíneas internacionales y a estas no les ha quedado otra opción que restringir su oferta. 

Por ejemplo, en julio de este año un boleto aéreo entre Maiquetía y Miami se vendió en $3.375, mientras que un boleto de la misma aerolínea en un vuelo de distancia similar entre Bogotá y Miami se vendió en la misma fecha en $700.1 En la Venezuela Bolivariana viajar, así como muchas otras cosas más básicas como el papel higiénico y las medicinas, se han vuelto lujos reservados para una élite de la población.

Son sociedades en las que gobiernos saquean —vía la desagradable dupla devaluación/inflación— el bolsillo de los ciudadanos y donde los de ingresos más bajos son precisamente los más vulnerables. Allí impera una especie de apartheid o muro invisible entre los que pueden escapar del saqueo obteniendo moneda en el mercado negro y aquellos que no.

Para celebrar la caída de nuestro “muro cambiario” es que el Instituto Ecuatoriano de Economía Política ha organizado eventos en Quito y Guayaquil durante la semana en que se conmemora la caída del Muro de Berlín. Sucede que la libertad individual está estrechamente ligada al respeto por la propiedad privada, empezando por el hecho de poder ganar, pagar y ahorrar en la moneda que cada ciudadano considere más confiable.

Nótese que deliberadamente omito mencionar al dólar para hacer énfasis en la cuestión realmente importante: que los ciudadanos deberían tener la libertad para elegir la moneda que más confianza les inspire, que no deberían ser clientes cautivos de un monopolio de emisión de moneda. A muchos les podrá parecer disparatada la libre competencia entre monedas (incluso entre aquellas emitidas por entidades privadas), pero ese fue el sistema que existió en gran parte del mundo antes de la era de los bancos centrales, siendo la gran mayoría de ellos creados apenas hace un siglo. Para contarnos de esta larga historia de sistemas alternativos a los monopolios estatales de emisión de moneda asistirá a los eventos del IEEP uno de los más distinguidos académicos en esta área, Lawrence H. White de George Mason University. White considera que esta historia, así como también los casos actuales de Hong Kong o el Norte de Irlanda, aportan valiosas guías acerca de cómo mejorar la dolarización en Ecuador.

Muchos economistas que consideran que la dolarización fue el “peor error” en la historia económica del Ecuador sienten nostalgia por la habilidad que tuvo el Banco Central del Ecuador (BCE) de conducir política monetaria. Varias provisiones del nuevo Código Orgánico Monetario y Financiero indican eso. Los nostálgicos nos hablan de un mundo fantástico donde unos expertos con buenas intenciones pueden “estimular la economía”, direccionar mejor el crédito que las instituciones privadas, y protegerla de los bajos en el ciclo económico. Disfrazadas en lenguaje técnico, todas estas propuestas lo que buscan es quitarle a los ciudadanos la soberanía sobre su bolsillo.

1. “Aerolíneas deberán entregar precio referencial en dólares de su boletería”. El Nacional (Venezuela). 2 de julio de 2014.

Gabriela Calderón es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).

Gabriela Calderón De Burgos
gcalderon@cato.org
@ElCatoEnCorto

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martes, 8 de julio de 2014

NARCISO GUARAMATO PARRA, DOLARIZACIÓN DE LA ECONOMIA

Desde hace tiempo se viene diciendo, que porque no seguimos el ejemplo de Ecuador y dolarizamos nuestra moneda. ¿Ud. Cree eso factible? ¿Cuáles serían las consecuencias?

Reiteradamente nos hacen esta pregunta. En las siguientes líneas intentaremos explicar en qué consiste esta medida y cuáles son sus alcances.

Dolarizar una economía consiste en utilizar el dólar estadounidense como único medio de pago  autorizado (todas las transacciones doméstica se realizan utilizando el dólar), es decir, todo el sistema de precios se convierte mediante decreto al dólar, desapareciendo de esta forma la moneda local. En general esta medida se toma en casos de hiperinflación o de alta inflación, ya que desde el punto de vista teórico, la economía doméstica debe converger a los valores que se registren en Estados Unidos, de un dígito.

La  consecuencia directa de la dolarización es la pérdida del Banco Central del control de la masa monetaria, ya no puede emitir dinero, por  lo que se elimina la posibilidad de financiar los déficits públicos, fuente primaria de los procesos inflacionarios.

A nosotros no nos agrada esta medida porque cuando una economía se dolariza no solo se heredan los aspectos positivos sino también los negativos de la política económica de los Estados Unidos,

Estos factores negativos, los podemos agrupar en tres bloques: 1) el respaldo del dólar; 2) Situación económica de los Estados Unidos y 3) pérdida de la soberanía.

En primer lugar hay que preguntarse ¿que respalda el dólar estadounidense? Desde el año 1971, durante el gobierno de Nixon, cuando se abandona el patrón oro, el dólar es respaldado por un concepto esotérico: “La capacidad productiva del país”. Es decir, no tiene respaldo real, simplemente depende de la fe y confianza que tiene el mundo para      seguir utilizándolo como principal medio de pago en el comercio exterior (dinero fiduciario),  Se pierde esta confianza y el dólar no vale nada.

En segundo lugar la  situación macroeconómica de los Estados Unidos no es la  más deseable. La deuda pública  que incluye al Gobierno, hipotecas, empresas y la población estadounidense, asciende a 59,4 billones de dólares, según los últimos datos de la Reserva Federal de Saint Louis, referentes al último trimestre del presente año. USA es un país con una enorme deuda pública, que es motivo de preocupación para los conocedores del tema, aunque no para las autoridades económicas, ya que simplemente emiten más dinero, para eso tienen la capacidad de hacerlo.

Igualmente el saldo en cuenta corriente de la balanza de pagos (exportaciones – Importaciones) USA, ha sido negativo en los últimos años, indicando la delicada situación con respecto al mercado externo. Igualmente mientras tengan la capacidad de emitir más dólares no es tema que les preocupe. Al dolarizar nos atamos al comportamiento macroeconómico de los Estados Unidos para bien o para mal y no siempre nuestros intereses coinciden con los intereses de USA

Finalmente tenemos el caso de la pérdida de la capacidad de realizar política monetaria local. Hay momentos en que hace falta aplicar medidas coyunturales o anticíclicas,  modificando la oferta monetaria para activar o enfriar la economía según sea el caso

los beneficios que se puedan alcanzar con la dolarización también se pueden logar mediante una política fiscal seria y responsable y con un Instituto emisor fuerte y  autónomo, en fin, cumpliendo con el mandato constitucional que prohíbe al Banco Central de Venezuela financiar los déficits públicos.

Narciso Guaramato Parra
guaramatoparra@gmail.com
@guaramatoparra

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sábado, 13 de octubre de 2012

MANUEL HINDS, EL SALVADOR: EL SENTIDO COMÚN Y LA DOLARIZACIÓN, FUENTE ELCATO.ORG,

Recientemente el FMLN anunció oficialmente que no incluiría la desdolarización en el plan de gobierno del candidato Salvador Sánchez Cerén. El partido todavía sostiene que dolarizar fue un grave error, pero añade que los costos de desdolarizar serían demasiado altos para el país.
Esta historia —que la dolarización es mala pero que es peor deshacerla— tiene una grave contradicción interna. Si la dolarización fuera mala, eliminarla sería bueno, y la transición produciría resultados buenos. Esto fue, por ejemplo, lo que pasó cuando se dolarizó. Las tasas de interés cayeron de 20 por ciento a seis por ciento y los plazos máximos de los préstamos pasaron de dos años a quince o veinte años, reduciendo drásticamente los gastos financieros de empresas y personas privadas y permitiendo que la clase media salvadoreña y gran parte de la baja pudieran comprar sus viviendas sin necesidad de subsidios.
Los bancos y otras entidades financieras se volvieron mucho más estables con la dolarización porque la calidad de sus préstamos (es decir el porcentaje de préstamos pagados a tiempo) mejoró enormemente cuando los intereses bajaron. Las empresas pudieron usar los ahorros obtenidos al pagar menos intereses para comprar nuevos equipos y pagar mejores sueldos.
En el largo plazo, la inflación de El Salvador se ha mantenido como la más baja de Centro América y entre las dos más bajas de Latinoamérica (la otra siendo la de Panamá, otro país dolarizado). Este hecho es muy significativo porque hemos tenido dos gobiernos altamente populistas, de los que se desbandan cuando pueden imprimir dinero llevando a sus países a altas tasas de inflación. Si no hubiéramos dolarizado, tendríamos desastres monetarios como los tuvimos en el tiempo del presidente Napoleón Duarte, cuando la inflación anual alcanzó más del 35 por ciento y cuando el colón se devaluó de 2,50 a 8,75 por dólar (una devaluación que hizo que los precios de todo lo importado, incluyendo el petróleo, se multiplicaran por más de tres en colones).
Es decir, la dolarización bajó las tasas de interés, subió los plazos de los préstamos, y le dio estabilidad y competitividad a la economía, porque permitió que las empresas subieran sus inversiones a costos financieros más bajos.
Lo que se podría esperar de una desdolarización sería lo opuesto porque no es lo mismo ofrecerle dólares en vez de colones a la gente que ofrecerle colones en vez de dólares. La gente toma la primera oferta con confianza mientras que rechaza la segunda por la incertidumbre que rodea a una moneda manejada por populistas, que la gente asume quieren crearla para poder imprimirla a voluntad, sin ningún respaldo, para financiar los gastos excesivos del gobierno. Debido a esto lo que se puede esperar es una corrida en contra del colón, es decir, que la gente que se viera obligada a tomar colones trataría inmediatamente de cambiarlos por dólares, generando devaluaciones fuertes en los colones. La gente sacaría los dólares de los bancos para sacarlos del país. Esto redundaría en tasas de interés enormes, mucho más altas que el 20 por ciento que prevalecía antes de la dolarización. Las cuotas de los préstamos aumentarían violentamente, poniendo en peligro las finanzas familiares y las de las empresas, que tendrían que bajar aún más la inversión para pagar intereses más altos. Mucha gente no podría pagar sus casas. Esto desestabilizaría a los bancos y llevaría a una crisis financiera en medio de altas tasas de inflación y devaluación. Este tipo de crisis es el que bota gobiernos. Es lo que botó a los sandinistas del poder en Nicaragua y los mantuvo fuera del poder por muchos años.
El reconocimiento de que esto es lo que pasaría es los que detiene al FMLN. Es bueno que esto pase. La dolarización es de las pocas instituciones fuertes y duraderas del país, que tanto necesita de estabilidad en medio del caos actual.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 14 de septiembre de 2012.
http://www.elcato.org/el-salvador-el-sentido-comun-y-la-dolarizacion
Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).

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