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lunes, 5 de enero de 2015

MANUEL MALAVER, DISOLUCIÓN O RECONSTRUCCIÓN

MANUEL MALAVER
Dos hechos fundamentales sucedidos durante el 2014 le imprimirán su marca a las tendencias políticas que irán dándole identidad al año que recién comienza.

El primero, la rebelión estudiantil que tomó las calles de febrero a junio, y fue decisiva tanto para rediseñar a la oposición, como para que la dictadura de Maduro sacara las garras y las hincara en la piel de toda Venezuela.

El segundo: la firma del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de una ley emanada del Congreso de ese país, por la que se sanciona a 56 funcionarios del gobierno de Maduro acusados de “violación de los derechos humanos”.

Acontecimientos concomitantes, segregados uno del otro, y a causa de los cuales la política empezó a conocer unos tiempos en los que ya no es imposible establecer que la democracia venezolana no está sola y sus enemigos sufrirán el aislamiento que una vez vivió Cuba y viven connotadas satrapías de Europa, Asia y África.

En cuanto al gobierno de Maduro, no hay dudas de que la tormenta lo sorprende en días de aguda debilidad, en unos en que su rechazo ha escalado niveles de hasta del 80 por ciento, y, lo que será más decisivo en cualquier desenlace, con precios del crudo que se desplomaron de 100 a 50 dólares el barril.

En otras palabras, fin de la untuosa chequera que nutrió la estructura clientelar más agresiva que había conocido la región, y fin también de la política de sobornos (camuflada de ayudas) por la que, durante 16 años, Chávez primero y Maduro después, mantuvieron una suerte de mafia de gobiernos que apoyaba y votaba siempre por el capo mayor.
De modo que los sacudones del 2014 se dieron tanto en el gobierno como en la oposición, y la gran pregunta es ¿cuál de las dos fuerzas remanentes, de las que se enfrentaron en los hechos violentos de febrero a junio, se impondrá a la otra?

En el contexto, no es peregrino afirmar que si el 2015 estará determinado por los sucesos que se iniciaron en febrero y terminaron en diciembre, el sucesor de Chávez tendrá como nunca urgencia de decidir entre estas dos opciones: la disolución con la que pretendió enmarcar su dictadura, o la reconstrucción del conjunto de sus escenarios políticos, entre otros, la crisis de una economía que pide a gritos deshacer la estatización y darle otra oportunidad al sector privado.

No hay dudas de que por “el continuismo disolutivo”, por la conversión de Venezuela en una suerte de Numancia del siglo XXI, Maduro terminará asfixiado en un aislamiento que es difícil de sostener en el modelo del “Socialismo petrolero” o del “Siglo XXI”, acostumbrado a la “vida loca” de los altos precios del petróleo que tantas “embriagueces” le granjeó en sus andanzas por América Latina y el mundo.

En otras palabras: no visualizamos sino a un Maduro cada vez más solo, abandonado por familiares y amigos y negociando con sus “enemigos” la salida del poder y su viaje a un país extranjero que ya no será Cuba, sino Corea del Norte.

Si por el contrario la opción es de la “reconstrucción”, el “hombre del pajarito” tendría la posibilidad de extender su mandato hasta un próximo referendo revocatorio que se realizaría en el 2016, o quién sabe si al final de su mandato en el 2019.

El reto para el presidente residiría en que “reconstrucción” es también abandono del modelo de “estatización forzada” y el inicio de una liberalización de la economía que, si no es un regreso puro y simple de la economía privada, sí podría ser una variante del modelo chino pero sin implicar el fin de la democracia, ni de la alternancia en el poder.
Una situación inédita, en definitiva, pero que en ningún sentido tendría que implicar la “ruptura violenta” que traería la salida “disolutiva”.

En cuanto a la oposición, sus retos no son menos urgentes e inaplazables, pues incluyen: resolver el problema de la unidad (o la existencia de dos oposiciones pero en sana paz), y la adopción de un programa conjunto que acepte cualquiera de los enfrentamientos que planteé el madurismo.

Pero al lado de su estrategia y táctica frente al gobierno, la oposición debe enfrentar los desafíos que le impone el ser la mayoría política del país, con las tareas para fortalecer su nuevo rol y no alejarse de una línea donde el crecimiento debe ser persistente y creciente.
Circunstancias que son tanto más manejables cuanto que el liderazgo opositor entienda que el chavismo no pasó por el país en vano, que por más inenarrables que sean sus desatinos y despistes, dejó una cultura social de cierto peso que se debe atender y resolver.

Claro, sin reeditar el populismo, la demagogia, ni debilidades con una estatolatría que debe ser expulsada (de ser posible) hasta del código genético de venezolanos y latinoamericanos.

Un tema importante que ha sido discutido pero no resuelto en las agendas opositoras, es el de la polarización del país, el de la división entre blancos y negros, revolucionarios y contrarrevolucionarios, buenos y malos, chavistas y antichavistas e implica una intolerancia de parte y parte que le asigna muy poco futuro a la normalización de la constitucionalidad. Y que debe ser sometida al cedazo de una apuesta por la convivencia, frente a la cual hay que dejar prejuicios, sectarismos y fundamentalismos sean del signo que sean.

Porque también existen “fundamentalismos democráticos” y no admitirlo es autoexonerarse de una culpa que incluye a todos los venezolanos, porque, por acción u omisión, por excesos o falta de celo, participaron en la conspiración por la que Venezuela dejó de ser lo que fue y devino en una república bananera o del quinto mundo.

Las tareas, entonces, son inevitables, convocan a todos los venezolanos y si bien los chavistas y maduristas convictos de crímenes contra la humanidad deben dar cuenta de sus delitos, no debe pensarse que toda una comunidad de millones de venezolanos los avaló, respaldó y se hizo cómplice de ellos.

Por tanto, unidad, pero no solo para los partidos de oposición sino para todos los venezolanos.

Manuel Malaver
manuhalm912@cantv.net
@MMalaverM

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domingo, 7 de abril de 2013

CARLOS BLANCO, LOS ACONTECIMIENTOS QUE HAN HECHO SONREIR, REVELAN LA DISOLUCIÓN EN LA QUE ENTRA EL PAÍS, TIEMPO DE PALABRA

PÁJARO DE MAR POR TIERRA

Nicolás Maduro elevó la discusión hasta los cielos, el lugar donde los pájaros hablan, los unicornios pastan en campos de oro y las arepas son cuadradas. No hay que despreciar esas habilidades, ni las de los pájaros (sobre todo los bravos) ni las de Maduro porque, al fin y al cabo, pusieron al país a conversar sobre sus inéditas destrezas auditivas. En un país donde el Ministro de la Defensa es un activista rojo, los miembros del partido de gobierno tienen la clave de acceso para 45 mil máquinas de votación, los gobernantes abusan hasta lo indecible en las emisoras de radio y televisión estatales, y Tibisay jura que es imparcial, es perfectamente posible que el candidato encargado pueda comunicarse con el pájaro campana. Debe agradecer que la reencarnación no haya ocurrido en forma del conejo de la suerte, el Bugs Bunny imperialista, o del enloquecido Chiguire Bipolar que corretea por las páginas de Internet.

Tales fantásticos acontecimientos que han hecho sonreír a medio mundo (la otra mitad del mundo anda desternillada, en la Misión Carcajada Adentro) revelan la zona de disolución en la que ha entrado Venezuela en estos días de campaña electoral.

LOS TEMAS ESENCIALES SON:

El caso se resume en que Henrique Capriles al lanzarse a fondo en el desafío por la presidencia ha puesto al gobierno a la defensiva. Y Capriles está a punto de encabezar una importante victoria política, aun si la victoria electoral debido al ventajismo, las trampas y el miedo, no lo acompañara. La campaña opositora por fin ha tenido la virtud de colocar una serie de temas en la agenda nacional, a pesar del escaso tiempo con el que se ha contado. 

Los temas principales son:

1.Ataque a fondo contra la entrega de la soberanía nacional a Cuba. El candidato ha pasado a denunciar lo que significa que el abanderado del gobierno haya sido escogido por su lealtad a los jefes cubanos y, peor aún, se haya comprometido a seguir bajo su égida.

2.Denuncia del papel de los mandos militares, en particular del oficial Molero Bellavia, tanto en la sumisión a los dictados del gobierno cubano como por su condición de inocultable activista rojo en clara, abierta y descarada violación de su juramento como militar y de sus obligaciones constitucionales.

3.Capriles ha denunciado lo que ha llamado "fraude institucional" a propósito de la sentencia que le permitió a Maduro ocupar en forma ilegítima la Presidencia (dijo Capriles: "Hoy, día de dolor, el TSJ, por lo visto la única institución que trabajó hoy, produjo una sentencia de contenido político, un fraude... Nosotros no vamos a permitir que el dolor que siente nuestro pueblo sea la excusa para el fraude institucional"). De manera adicional hay que señalar que fue la primera vez que el candidato usó de manera clara y contundente la expresión "fraude".

4.Enfrentamiento al Consejo Nacional Electoral porque éste permite el uso del aparato del Estado de forma continuada, ventajista, ilegal y fraudulenta, para que el candidato del oficialismo -y más recientemente del pajarito parlanchín- sea Presidente electo por las buenas o por las malas.

5.Denuncia de una evidencia de las prácticas viciosas consuetudinarias, pero que ahora formula la oposición en su conjunto, al encontrarse con las manos en la masa a funcionarios del gobierno con la clave de acceso a las máquinas de votación, lo cual es un indicio de las "posesiones" rojas en términos del sistema electoral. No es ni la primera, ni la única, ni la más grave evidencia de tejemaneje por parte del oficialismo, pero es la que -¡por fin!- ha servido para que los que creían en la pulcritud electoral denuncien las prácticas fraudulentas.

UNIDAD, CLARIDAD Y DECISIÓN.

Por primera vez en mucho tiempo se comienza a producir una unidad que va más allá de lo circunstancial; es la unidad en torno a la caracterización del régimen presente. No es una democracia, como cierta ingenuidad opositora pensaba; no es una democracia imperfecta y trastabillante, como otros menos ingenuos asumían; no es tampoco una dictadura clásica como la de Marcos Pérez Jiménez o Rafael Leonidas Trujillo. Es algo más complejo; es un neoautoritarismo que logra lo que las dictaduras clásicas consiguen pero con métodos con los cuales la comunidad internacional se hace la loca. No elimina los partidos, pero los asfixia; no encierra a (todos) los dirigentes políticos, pero los enjuicia; no cierra medios de comunicación independientes (salvo los seleccionados), pero los compra, ahoga o somete; no siempre impide las elecciones sino que las multiplica y a través del ventajismo y el fraude las gana.

Esa caracterización común ha permitido entender estas elecciones dentro de un contexto de lucha más amplio. Capriles fue sólo un candidato -aunque bueno- para las elecciones del 7 de octubre; entonces cometió severos errores como los de excluir a unos y manejarse como si la competencia con su rival hubiese sido limpia ("no hubo fraude"); ahora Capriles es otro personaje, que sin dejar de ser lo que básicamente es como ser humano, ha añadido una fuerte garra a su presencia pública y ha desafiado al régimen, a Maduro y al CNE como quien empeña todas su fuerzas sin cálculos ulteriores. 

Ya no es sólo un compromiso de carácter personal en un esfuerzo inmenso ("dispuesto a dejar el pellejo") sino también político: sabe que se enfrenta a la máquina del Estado completa y lo asume.

Esta actitud ha generado una unidad superior. Ahora los que denuncian fraudes no son los radicales a los cuales los "moderados" acusaban de desestimular a los electores para provocar en forma encubierta la abstención. Ha llegado el momento en que se comprende que la lucha por condiciones electorales democráticas puede ser estímulo para votar.

LA ABSTENCIÓN.

Desde luego el fenómeno de la abstención ronda tanto al oficialismo como a los demócratas; a los primeros porque Maduro no es Chávez y no representa a todas las facciones en pugna dentro del régimen; en el caso de la oposición porque se viene de dos fuertes derrotas consecutivas y hay desencanto. Pero así como los que se abstienen del lado del gobierno lo hacen por los errores de su dirección; del mismo modo ocurre en la acera democrática; por lo que es incorrecto tener como culpables a los que de este lado se abstienen. Si se comprende esto, quedan pocos pero valiosos días para promover entusiasmo, convicción y apoyo, y galvanizar aquellos legendarios 6.5 millones de votantes del pasado octubre.

Contar 100% de los votos, auditar la tinta, exigir la salida de la Milicia del Plan República, eliminar las captahuellas, son planteamientos indispensables. Lo que se logre es ganancia neta. Luego, a votar. Si Capriles tuviera los votos comenzaría otro tiempo; si Maduro ganara como candidato del Estado fraudulento, su carencia de legitimidad se profundizaría.

www.tiempodepalabra.com
Twitter @carlosblancog

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jueves, 2 de agosto de 2012

CARLOS MANUEL ACUÑA, EL PERONISMO SE APARTARÁ DE CRISTINA PARA EVITAR SU DISOLUCIÓN, DESDE ARGENTINA

Hace mucho tiempo y de manera reiterada dijimos en estas columnas que una de las salidas posibles de la crisis en que el kirchnerismo colocó a la Argentina sería a través de un acuerdo entre los principales gobernadores, cualesquiera fuesen sus matices ideológicos, pero siempre dentro de un marco peronista. 
Hoy, habida cuenta de la imposibilidad de que el vacío de poder sea cubierto por un vicepresidente que no existe políticamente y está acusado de corrupción sin que se le mueva un pelo, la tercera figura en la sucesión, Beatriz Rojkés de Alperovich, debería convocar a elecciones en el supuesto de que le alcance la obligación de hacerlo, pero la senadora por Tucumán tampoco está en condiciones de asumir una responsabilidad que le excede. Incluso si cumpliera con la obligación de llamar a elecciones presidenciales, el lapso que se abriría para la lucha política terminaría por acelerar un estado de anarquía que ya comenzó. Dicho esto, nuestros lectores podrán tomarle el pulso a la gravedad de la situación incontrolable en que caería nuestra ex República, un tema al que, con palabras parecidas, nos hemos referido más de una vez sin que se produjera desmentido alguno.
A esta altura de las circunstancias, es innecesario repasar los contenidos de este escenario donde reina la improvisación, la incapacidad, la inconstitucionalidad de las medidas que se adoptan, la inseguridad física y jurídica y un futuro de descomposición social que ahondará el proceso que se agrava por momentos. Sopesados estos componentes de la realidad que nos agobia, se hace necesario regresar al comienzo de este informe para entender aquello que asegura que en política no existe el vacío y que si éste se produjera, surgirían de inmediato las medidas para lograr el equilibrio posible. No más de una decena de hombres se ha dedicado a intentar el camino que, obligadamente, deberá concluir con el alejamiento legal de Cristina W. Fernández, legalidad que prevé la posibilidad de caer en una situación contestataria y violenta, según sean los intentos finales de la todavía Presidente para mantenerse en un poder que se le escapa de las manos.
Lamentablemente, todavía no se llama a las cosas por su nombre y se mantienen las incógnitas que desvelan a las cabezas más serenas del justicialismo y que obviamente no desean que su agrupamiento se descomponga con las mismas honduras que afectan a otros grupos partidarios. Antes de avanzar, repetiremos que “la historia se repite” y que, con algunas variantes -muchas de ellas de importancia-, ocurrirán los hechos en términos parecidos a lo que vivió el país en las décadas de los años sesenta y setenta. En síntesis, que las izquierdas serán enfrentadas por el movimiento obrero con Hugo Moyano a la cabeza, la ortodoxia doctrinaria y una amplitud de criterio que abarcará a otras corrientes, lo que producirá alianzas que todavía ni siquiera se han perfilado. Por caso, el papel protagónico que una vez más le tocará al campo.
El gobierno sospecha los pasos que han comenzado a darse y coincidentemente está decidido, de acuerdo con el ánimo que impulsa el alterado comportamiento de Cristina W. Fernández de Kirchner, a acentuar un proceso de propaganda, convencido de que es la vía apta para revertir la marcha hacia el derrumbe. Así, se multiplican los discursos presidenciales a través de la cadena comunicacional que siempre se reserva para los grandes anuncios y acontecimientos pero que ahora se desgasta hasta llegar al hartazgo de la población. Como si esto no ocurriera a simple vista -y antes de entrar de lleno en la información de los hechos-, el ministro de Educación, Alberto Sileoni, firmó un convenio con la Agencia Nacional de Noticias Télam S.A., con el objeto de llegar directamente a un público joven de alrededor de tres millones de estudiantes que representan a otros tantos hogares, a quienes se les regalaron computadoras de mala calidad pero que funcionan. Quienes las poseen podrán recibir una carga psicológica, ideológica, doctrinaria y partidaria especialmente elaborada y para tener una idea de lo que comenzará a desarrollarse de un momento a otro, la conducción de esta tarea está organizada por el titular de Télam, Martín García, quien no dudó en comparar a Néstor Kirchner con el Libertador general D. José de San Martín y con nuestro señor Jesucristo, como ha sido público y criticado. De todos modos, huelgan los comentarios, pues no caben las palabras para definir tamaño dislate.
De todos modos, sería interesante -interesante y necesario- que se escuche la voz de la Iglesia, de las Academia de Historia y de otros sectores que, como expresión de la decadencia, todavía no se han pronunciado como es debido. Nos referimos a esto tan directa y sencillamente pues no podemos caer en la sospecha de que rige el miedo que todo lo domina, así que corresponde esperar que se levanten las voces que requiere la recuperación del país.
Como si esto fuera poco -poco e insuficiente para definir un estado de cosas que requiere de un cierto esfuerzo para hacerlo-, debemos reiterar que está oficialmente confirmado que el director del Servicio Penitenciario, Sr. Hortel, conduce un programa de orientación política a reclusos que salen en libertad para aplaudir los discursos presidenciales y hacer número en las concentraciones oficiales que concentran a más “aplaudidores” y concurrentes pagos para hacer número y cobrar por su entusiasmo.
Hace un tiempo dimos a conocer estas insólitas novedades acompañadas por coloridas fotografías que, pese a todo, al comienzo no tuvieron la repercusión que merecían, hasta que fueron ampliadas con más y más noticias que alarman a la población, a las Fuerzas de Seguridad y Policiales y a determinados políticos que presentaron en los ámbitos legislativos los correspondientes pedidos de informes que no fueron respondidos. En otra parte de este trabajo consignamos más elementos de juicio que en un país normal ya habrían producido las consiguientes reacciones, por cierto ausentes en la Argentina de la decadencia.
Vayamos ahora a los gobernadores que esperan el momento justo para pronunciarse, aunque desconocemos todavía cómo serán los pasos que significarán el intento de recuperar al peronismo tradicional, establecer acuerdos y superar el caos en que estamos sumidos. Desde hace varias semanas y en coincidencia con lo que parecen actos de desorden en la conducta de Cristina, se pusieron en marcha conversaciones cuyo contenido ya se había tanteado en distintas reuniones iniciadas a fines del año pasado o comienzos de éste. Apenas avanzados los ataques de la Casa Rosada contra el gobernador de Buenos Aires, ingresó en la atmósfera política un aire conflictivo y tenso que llevó a un intercambio de ideas, sobre todo cuando la imagen de Daniel Scioli subía mientras bajaba la de Cristina Fernández. Fue cuando avanzaron los ataques destituyentes contra el jefe político de la principal provincia Argentina, quien resolvió no modificar en un ápice la táctica de no enfrentar al poder central. Esto exasperó a Cristina, a Carlos Zannini -el secretario que realmente traza los grandes lineamientos del gobierno pese a que la viuda suele actuar a veces sin su consejo- y a la “mesa chica” del kirchnerismo, que enfrentaba problemas colaterales. Por ejemplo, la violencia del comportamiento de Máximo para con su pareja y quien vendría a ser su suegra, lo que hace poco derivó en su internación en una clínica muy importante a donde llegó después del famoso viaje en el Tango 01.
Scioli, también atado a las encuestas, pudo apreciar que la persecución a la que era sometido le daba ventajas sobre Cristina, circunstancia que lo llevó a intercambiar ideas y los primeros acuerdos -en realidad fueron difíciles y con altibajos- con Mauricio Macri. Así, los dos distritos electorales más importantes iniciaban un acuerdo potencial que, con la reserva del caso, prometía y promete modificar el horizonte político del país. Simultáneamente y ya en época más cercana, se sumó a estas inquietudes el gobernador de Córdoba, el “Gallego” de la Sota, quien avanzó varios pasos en su firme desacuerdo con el poder central, que no le giraba (igual que a Scioli) los fondos de la coparticipación que le corresponden. El centralismo fiscal siempre ha sido motivo de grandes cambios políticos, revoluciones y enfrentamientos.
En el ínterin, la imagen de Cristina y los problemas del país se complicaban más y más, lo que amplió el círculo de preocupados interlocutores con la presencia del gobernador socialista y principales dirigentes justicialistas de Santa Fe. El socialista Binner y su actual reemplazante no fueron ajenos a estos contactos, que produjeron consultas adicionales con la Corte Suprema de Justicia, donde comenzó a analizarse el comportamiento contra determinados jueces que resultaron antipáticos al más cerrado poder del kirchnerismo. Como lo veremos en su momento, esto último amenaza con convertirse en un escándalo internacional pero facilitó los análisis realizados con la máxima autoridad judicial del país y así el Dr. Lorenzetti recibió varias consultas que fueron simultáneas con su opinión contraria a la reforma constitucional pensada para facilitar la reelección para un nuevo período de Cristina Fernández. Sus palabras fueron publicadas y despertaron una tormenta silenciosa pero intensa.
En vez de buscar acuerdos y desplegar una flexibilidad política, el gobierno endureció su posición en todos los sentidos, aumentó el malestar entre quienes eran enfrentados, “ninguneados” o dejados a un lado en el ejercicio de sus funciones, hasta que llegó la desprolija incautación de YPF y el surgimiento al estrellato del joven viceministro de Economía Axel Kicillof, quien rápidamente supo granjearse enemistades y diferencias ideológicas entre las que se destacaron su simultánea admiración por Keynes y Carlos Marx. Al mismo tiempo y pese al ensalzamiento de la figura de Néstor Kirchner -ÉL, en la jerga presidencial- mencionado como el verdadero gestor de la independencia Argentina, se debilitó progresivamente a varias figuras representativas del kirchnerismo de los primeros tiempos y entre ellas, la del mismo ministro de Planificación De Vido, pese a ser el dueño de los mayores secretos de este insólito gobierno. La decepción crecía y aumenta en las propias filas.
El panorama comenzó a acentuar la incertidumbre dentro del mismo oficialismo, donde algunos ministros no ocultaron ni ocultan su preocupación por las actitudes contradictorias de Cristina, sus salidas extemporáneas, las curiosas frases que llenan sus discursos, lo vacuo de sus afirmaciones o negativas y la obviedad del montaje de los aplausos, interjecciones y salidas que caracterizan a sus discursos que nada serio aportan. Esto último es más que un simple detalle, habida cuenta de la gravedad de la situación mundial y el desorden interno que vive la Argentina. Mucho más podría agregarse sin olvidarnos de los papelones de Timerman, la carencia de entidad de funcionarios, secretarios y ministros, la ya mencionada renuncia en masa de los embajadores de carrera, la indefensión del país, el retiro de la Gendarmería de las fronteras y el crecimiento del narcotráfico y otros asuntos que llenarían páginas enteras, como ser la expresa molestia de los gobernadores de las provincias petroleras, marginados de las decisiones sobre YPF y su futuro. Podríamos agregar los pequeños y grandes negocios de los jóvenes de La Cámpora, que ingresan a la administración y desplazan a viejos y probos funcionarios o el crecimiento desordenado del gasto público, que inexorablemente concluirá con la suspensión de los subsidios a quienes, acostumbrados, los reciben como un derecho que reemplaza a la obligación moral del trabajo.
tabano@carlosmanuelacuna.com.ar