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domingo, 17 de agosto de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA SAPIENCIA CHAVISTA, MUERA LA ESPECIALIZACION

Dentro del discurso chavista y de las tesis educativas de la izquierda, la especialización en el currículo universitario es un soporte del modelo capitalista y por lo tanto explotador del hombre, constituye la punta de lanza de la política del conocimiento del nuevo colonialismo imperial.
El conocimiento fragmentado y reduccionista que produce la especialización, es, según el chavismo, una manera perversa de robarle a la gente la oportunidad y el derecho de ver el mundo en su totalidad, tal cual es, una persona que no se especializa en nada tiene más oportunidad de ver la vida en todas sus dimensiones, quizás sea la razón por la que un ingeniero eléctrico pueda llegar a ser Ministro de Planificación, o un Teniente del Ejército, con estudios en “artes militares”  presidente de la Asamblea Nacional o un chofer de autobús, especializado en comunismo en Cuba, Presidente.
Esas mini versiones de la realidad promocionadas desde la academia como especializaciones profesionales, afectan todo, hasta la vida cotidiana de las personas, en las fábricas, en el hogar, en la escuela, cada quien se ocupa de un pequeño pedacito del conocimiento, se especializa en sus partes, en cómo operan, en sus productos. 
Un jefe de contabilidad de una empresa no tiene nada que ver con las operaciones de producción, un profesor de química orgánica no tiene ni idea de las nuevas teorías sobre la psicología cognitiva, aún estando en la misma universidad.  Se han  creado unas barreras que separan el conocimiento de manera artificial, según los comunistas, con el propósito expreso de capitalizar (explotar) cada segmento de conocimiento y a su vez, alienar al individuo, creando unos estilos de vidas que esclavizan a la gente al consumismo, según la segmentación del mercado. 
Esta visión socialista bolivariana que trata de ser holística, humanista y con una razón moral totalizante, tiene un propósito, la creación del hombre nuevo, con una visión universal de la vida, lo cual es lamentable, pues tanto su propósito como la forma para lograrlo, no solo es confuso sino que su resultado alcanza justamente lo contrario, la disfuncionalidad de la persona para el trabajo productivo, lo que resulta en hombres y mujeres que solo saben decir: “a mí se me ocurre”. 
El desprecio por las “ciencias duras” y la relevancia de “lo social” es el resultado inmediato, pero igualmente encontramos una repulsión hacia la excelencia, la competitividad, el rendimiento académico por ello, el conocimiento autóctono, ancestral, ese que se adquiere por osmosis, por ser parte de la tierra, de la pertenencia a una tribu, esos saberes mágico-religiosos se haen preeminentes por sobre el conocimiento occidentalizado, que se estructura por disciplinas, es racional, y practica la metodología. 
Para los socialistas, los problemas sobre género, las minorías, las razas, las luchas por la liberación se convierten en factores muy importantes en el panorama cultural, desplazando los conocimientos formales que educan la razón y la lógica, todo lo que tenga que ver con el colectivo se antepone a lo individual haciendo que el historicismo pase a regir la “visión marco” de la vida.
Con esta visión no es de extrañar que tengamos un país quebrado, miserable, maula y corrupto.
La política revolucionaria se posiciona como centro del debate intelectual, todo esto, a costa del buen uso del lenguaje, del civismo, de la ciencia y del republicanismo, otorgándole un sitial de honor a la adoración del líder y el culto al partido.
Debido a que la especialización exige un trabajo intelectual y disciplina, tanto en el pensamiento concreto como en el abstracto, requiere de habilidad experimental y de mucha práctica e investigación, habilidades relacionales y de inferencias, todo lo cual implica un esfuerzo individual, competitivo, basado en dominar lo mejor posible una parcela del saber y con base al mérito.
El socialista cree que en aras de mantener una supuesta “igualdad” (que no se da en ninguna parte en la naturaleza), para no fomentar las diferencias de “clase” entre el pueblo, el desempeño de las escuelas y de los estudiantes debe ser medido bajo una nueva perspectiva, una nivelación equitativa e igualitaria para todos, se acabaron los exámenes y los “raspaos”, en socialismo no hay pruebas ni reprobados, todos saben lo mismo, nadie es mejor que el otro.
La Ley de Educación chavista impone la “integración del pensamiento” por medio de una inter-sectorización, es decir, generalizar el pensamiento, romper con la asignación de materias del currículo tradicional para abarcar “áreas amplias” del conocimiento, en un afán, irrealista, por enfocar  “lo social” bajo cualquier excusa, obligando la aplicación de la botánica, por ejemplo, o las matemáticas en problemas localizados en la comunidad, con una utilidad inmediata para el colectivo, esto de entrada implica, la pérdida del rigor académico en aras de cuentos de camino de cómo lograr el éxito del proceso revolucionario, se trunca la excelencia académica por un vulgar igualitarismo donde todos hablan mucho, pero dicen poco, donde se repiten dogmas y se pierde la capacidad crítica, creativa y de búsqueda de nuevo conocimiento.
La especialidad origina diversidad y multiplicidad, por lo tanto desigualdad, la especialización genera expertos y meritocracia por lo tanto, rendimientos académicos dispares, ingresos desiguales para las personas preparadas frente a un personal no especializado.
El hombre común, al no tener formación alguna, o una deficiente, su área de trabajo está limitada por sus habilidades y compresión, lo que provoca las divisiones sociales provocada por esa odiada discriminación por el conocimiento.
Este nuevo currículo lo que ha provocado es que ciertos colegios y universidades lo que han graduado son analfabetas funcionales, estudiantes que no saben leer, que no tienen idea de matemáticas básicas, los primeros en sufrir un descalabro en su preparación, será el personal docente, el maestro, los profesores tendrían que nivelarse hacia abajo, recibir una preparación general, pobre, muchas veces parcial y llena de imprecisiones para poder llevar a los alumnos esta “nueva capacitación” que se parece más a la magia que a la ciencia.
En el fondo se trata de justificar la ignorancia vía el conocimiento general, e interiorizar la mediocridad y el retraso, el gobierno socialista necesita que “lo social” se convierta en prioridad de la formación, todo conocimiento debe estar dirigido a “sensibilizar” a la persona hacia objetivos colectivistas, que se supone es moralmente superior, de allí la urgencia y la obligatoriedad del socialismo.
Por primera vez en la historia del país, los mediocres ocupan altos puestos en el gobierno y por su ignorancia reciben sueldos propios de altísimos gerentes y profesionales especializados, solo que… cuando abren la boca, rebuznan. 
Los chavistas, aprobaron una Ley de Educación, pisoteando la Constitución y en contra de la voluntad popular,  quieren ocupar el tiempo de los estudiantes y los docentes en hacer política barata, en criticar a los medios de comunicación como forma  de desmontar la falsa conciencia ideológica del capitalismo para imponer el castrochavismo.
Este discurso, esta narrativa socialista del mundo que impregna de ignorancia a los Consejos Comunales y los problemas endógenos de las comunidades a espaldas de la realidad, escuchar por horas a todo tipo de charlatanes que bajo la excusa de que representan a grupos sociales preocupados con temas como la ecología, la cultura o la amistad cubano-venezolana hacen perder miserablemente el tiempo, en prácticas militares de cómo hacer resistencia tipo guerrilla a invasiones del Imperio, a profesores de la UNEFA o a líderes del PSUV mareando a sus acólitos con sesudos análisis sobre el último parte de la guerra de Palestina en contra de Israel.
Lo que los chavistas no se dan cuenta es que para poder integrar conocimientos, lo primero que tiene que existir es justamente, conocimiento, no puedes integrar si las partes no existen, no puedes unificar si no tienes que unir. 
Una de las peores taras del chavismo es hacer creer a los ignorantes que lo pueden todo, que si se es socialista se opera una mágica transformación en la persona, capaz de hacerlo un médico con tres años de estudio, un periodista en dos, un administrador en uno, un militar en seis meses y un diputado a la Asamblea Nacional que no necesita estudios (para ninguna de las carreras se necesitará conocimientos de matemáticas ni de lenguaje), con solo mucha fe en el proceso socialista y un amor incondicional al líder bastará para transformar al mundo.
Solo tenemos que ver nuestra actual crisis económica ¿Quiénes la están manejando? Lo más seguro es que los economistas brillen por su ausencia, probablemente haya matemáticos, ingenieros mecánicos, sindicalistas, maestros de primaria, soldadores navales, ex-guerrilleros y criadores de cerdos, pero especialistas en el área, estoy seguro, no hay.
Cambiamos un “colonialismo occidental”, capitalista, que aboga por la competitividad, la creación de riqueza y la excelencia personal, por un nuevo “colonialismo de izquierda” que pretende despojarle al individuo de su cualidad de persona, de su libre arbitrio, para hacerlo obediente y esclavo del pensamiento único, de la conformidad y la mediocridad.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

PABLO AURE, VALENCIA HUMILLADA

Valencia es ahorita el producto final de casi cinco años de gestión socialista (Venezuela lleva 15). Los resultados no hace falta destacarlos porque están a la vista de todos. Pasada la vorágine electoral, ya han asumido sus funciones todos sus alcaldes nuevos en este estado. Muchos no esperaban que hasta el mismo Miguel Cocchiola lo hiciera tan prontamente. Inclusive, hoy juramenta su tren directivo. Era necesario, pues Valencia tenía una situación especial debido a que la alcaldía estaba en manos de un interino porque su titular está tras las rejas.

Por cierto, los directores que hoy nombrará Cocchiola están obligados a hacerlo bien. Se equivocan quienes se imaginan la alcaldía como una casa de negocios. Si alguno piensa así de seguro saldrá por la puerta de atrás, porque Miguel no llegó a la alcaldía para negociar sino para gobernar y ponerse al servicio de la ciudad. Si ve necesario poner de su patrimonio personal para embellecer y rescatar a Valencia, lo hará. Así que, mucho cuidado con aquellos “vivos” que nunca faltan en las primeras de cambio. 
El 8 de diciembre fue el final del socialismo del siglo XXI en Valencia. El resumen es una ciudad en ruinas y su principal gestor preso y mal recomendado. Como han de terminar todos los gobiernos comunistas del mundo: sus líderes ricos o presos. 
La antesala de la juramentación de Cocchiola como alcalde de Valencia estuvo precedida por actos antidemocráticos emanados desde el alto gobierno y quizá confeccionados desde la gobernación del estado Carabobo, como son los decretos del nombramiento de una autoridad única (que afectaría a las parroquias Santa Rosa, Miguel Peña y Rafael Urdaneta, para la creación de la ciudad “Hugo Chávez”) y otros mediante los cuales se produce el despojo de la Plaza de Toros Monumental de Valencia (construida con dinero de la municipalidad), el Parque Recreacional Sur y el Teatro Municipal de Valencia, bajo el pretexto de ser declarados monumentos nacionales (ya el teatro lo era desde 1974).
Algunos tíldan esto como un trapo rojo para distraer la mirada en esos asuntos y no observar los verdaderos problemas que sacuden al pueblo valenciano, como es, en primer lugar, la basura. Maduro no decretó reforzar la recolección de la basura en Valencia, sino ponerle la mano a bienes íconos de la valencianidad.
Desprecio al soberano
Me permito comentar lo siguiente: es manifiesto el desprecio que tiene el alto gobierno por lo que es la voluntad popular cuando expresa con esos actos el desconocimiento de los resultados electorales. Son malos perdedores, pues en las democracias se gana con votos y se pierde con ellos. Al ganador merece respetársele sus espacios y competencias. El pueblo votó por un cambio, para que gobernara y transformara a Valencia. Maduro, al igual que su antecesor, el comandante eterno, lo que pretende es mutilarla, arrebatándole competencias en las parroquias más desposeídas y más populosas. Precisamente las que requieren de una mayor atención y transformación. Esperemos que los vecinos reaccionen. Me consta que ellos no quieren una autoridad única. Lo que anhelan es el fortalecimiento de su municipio. Incluso, se ha hablado de elevar la parroquia Miguel Peña a la categoría de Municipio. Para ello es necesaria la aprobación del Consejo Legislativo del estado Carabobo previo estudio de factibilidades económicas. ¿Cómo se sustentaría? Eso es algo muy distinto a que desde Caracas impongan una autoridad única, lo cual -de paso- no aparece dentro de las facultades constitucionales que tiene el Presidente de la República. En otras palabras, sería como una especie de golpe de estado proferido desde el alto gobierno contra las parroquias, que eligieron democráticamente a una persona para que rigiera sus destinos. En este caso a Miguel Cocchiola.
Como en su muy leída columna “Hoy y después en Valencia” ayer el periodista Alfredo Fermin relata que esa ciudad Hugo Chávez han podido construirla en Barinas o en la parroquia 23 de enero de Caracas, que supuestamente son tan chavistas. Pero  tenía que ser en Valencia, la ciudad que tanto odió el comandante, a la que llamaba “nido de traidores”, expresión compartida por sus herederos Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Continúa Fermín: Se trata de una trampa para destruir al Concejo Municipal de Valencia, creado por Simón Bolívar, el 25 de junio de 1821, al día siguiente de la Batalla de Carabobo.
Hablando de traidores
A otro aspecto que estoy obligado a referirme es al constante alarde que hace el gobernador Francisco Ameliach de sus raíces valencianas. Según él, su apellido Ameliach, tiene más de trescientos años incrustado en el gentilicio valenciano. Pues bien, haber permitido que se dictaran estos decretos sin elevar su voz de protesta, echa por tierra el amor que pudiera haberle profesado él o sus antepasados por las tierras valencianas. Él -y estoy seguro de que el pueblo lo acompañaría- debería encabezar una cruzada para impedir que Caracas le arrebate las propiedades y competencias al pueblo valenciano. De no hacerlo, no tengo dudas de que Valencia reaccionará y pasará por encima de la gobernación.
Ameliach: tienes tiempo de reaccionar, porque Valencia jamás te lo perdonará.
Mentira fresca

El domingo 8 de diciembre luego de sufragar, Nicolás Maduro aseguró que el martes 10 se reuniría con todos los alcaldes electos para iniciar un diálogo. Dijo: “Tenemos un año 2014 para trabajar, sin conspiradera, para trabajar”. Pero su promesa fue falaz. No se reunió como lo había anunciado y ahora vemos que hoy estará en Carabobo para reunirse con los alcaldes. Pero eso sí, los que fueron electos con la tarjeta oficialista. Los del sector democrático seguirán excluidos. En efecto, Nicolás Maduro convocó a una reunión a los 242 alcaldes electos del Polo Patriótico y a otros 13 apoyados por partidos chavistas a una reunión en Campo de Carabobo. ¿Qué pasó con su oferta inicial? No sabemos. Lo que sí podemos decir es que Maduro una vez más mintió. Nuestra pregunta: ¿cómo piensa reconstruir el país, sin involucrar a la representación de por lo menos la mitad de los electores?
Tenebroso panorama para el 2014
El próximo año no habrá elecciones para cargos de representación popular. Es una situación poco favorable para el régimen, que con un CNE vencido y parcializado se la pasa de elecciones en elecciones, haciendo creer que vivimos en una democracia ejemplar. Nicolás Maduro no podrá utilizar el disco rayado de la siembra del odio hacia el adversario para consolidar a los radicales y recoger cierta cosecha electoral.
Necesariamente tendrá que enfocar sus acciones para dar respuestas a los graves problemas de la nación. La inseguridad, la salud, la vivienda y muchos otros que en cuya gestión han sido aplazados.
Ya pasó la era del saqueo promovido desde Miraflores, se acabó la fiesta de los electrodomésticos mal habidos, ahora quién sabe qué se le pueda ocurrir. No descarten la promoción de la confrontación entre venezolanos ofreciendo espacios en casas de algunas familias, con el pretexto de que son muy grandes y en ellas caben más personas. De esta gente todo lo inimaginable es posible pensarlo.
Afrenta a los obstetras
El 31 de marzo de 2001 el servicio de Maternidad de la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera fue consumido por un voraz incendio. Desde esa fecha nuestra CHET no cuenta con esos servicios que atendidos por excelentes obstetras durante muchísimos años vio traer al mundo a millares de valencianos. Recientemente fuimos sorprendidos después de casi 13 años con el anuncio de la reinauguración de esos espacios.
Desde luego pretendieron reinaugurarla con fines proselitistas, pues a pesar del tiempo perdido y el dinero despilfarrado, de la noche a la mañana aparece una placa con el infame nombre de “Maternidad de Alto Riesgo Comandante Supremo Hugo Chávez” La improvisación e ineptitud de los encargados de tal desaguisado se pusieron al descubierto, al ver imposibilitada la reinauguración porque los “ingenieros inspectores” encargados de la supervisión de la obra no se percataron de que las aguas servidas y las cloacas drenaban hacia los quirófanos y salas de parto.
Es un intento de borrar lo que eminentes médicos valencianos han hecho por esa especialidad tanto en Carabobo como en el país. En efecto, como lo describe nuestro amigo y siempre combativo el maravilloso médico y profesor Alberto Sosa Olavarría, “este gobierno no respeta nada y quiere acabar con todo vestigio de dignidad de todos y en especial cambiar la historia. La Maternidad de la Ciudad Hospitalaria de Valencia lleva el nombre de uno de los más excelsos profesores de la Universidad de Carabobo, Dr. José Luis Facchín De Bonni, padre de la Obstetricia Moderna en Carabobo”  Continúa el maestro Sosa Olavarría: No sabemos cuánto tiempo más Valencia estará sin su Maternidad, que como decía Gallegos, al igual que toda Venezuela, sufre y espera.
@pabloaure
pabloaure@gmail.com

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domingo, 15 de diciembre de 2013

EMILIO NOUEL V., ¿”PROTECTORES” DE QUÉ? ¿FRENTE A QUÉ?

La nueva modalidad de funcionario público que el cerebro oficialista venezolano ha producido es la de “Protector” de un estado o de una ciudad.
Antes de tratar de adivinar de qué se trata el cargo de marras, llama, en primer lugar, la atención el término empleado.
Si mal no recuerdo, en tiempos de la conquista y la  colonia llamaban así a los encargados de tutelar a las tribus indígenas, consideradas por lo españoles, como se sabe, en capitis diminutio, es decir, torpes e inútiles, incapaces de gobernarse por sí mismas, habida cuenta de su atraso cultural, su bajo nivel en términos de civilización.
Eran los indios como unos niños que debían ser llevados de la mano, orientados, en definitiva, protegidos, por el encomendero. Las Leyes de Indias, ante los abusos de éste, crearon la figura de un Protector especial que además representaba a los indios ante la administración de justicia de entonces.
Ahora, vemos en pleno siglo XXI, aparecer de nuevo la figura. Sólo que después de unas elecciones municipales, y como premio de consolación para unos candidatos que fracasaron en la justa.  Curiosa medida ésta. Se recompensa al perdedor, en abierta afrenta, desafiando el veredicto democrático, a lo Jalisco, irrespetando la opinión mayoritaria, todo muy propio de déspotas.
En el fondo, la utilización de ese término delata una perspectiva que ve a la población del mismo modo que veían los conquistadores a los indios, como incapaces de resolver los asuntos de la política y de la administración de la ciudad, de allí que pretendan colocarle por encima un “protector”, en este caso, violando, además, la ley vigente.
Yendo ya al contenido de esta “protección”, uno se pregunta en qué consistirá. Y ésta no puede ser interrogante más pertinente, sobre todo, cuando observamos la performance desastrosa del gobierno. Que todo lo que hace, todo lo que toma, público o privado, lo demuele, lo hace inservible.
En los servicios públicos, en la economía en general y en las empresas que expropia, sabemos que la eficacia, la productividad y la competitividad están ausentes. En su ideología demencial, esos principios no caben, son anatemas. Por allí, con seguridad, no van los tiros de la “protección”.
¿A quién van a “proteger” entonces? ¿De quiénes?  ¿Qué peligros deberá conjurar el “Protector” en cuestión? Y ¿para qué?
No me queda la menor duda de que lo que se quiere proteger es una revolución chapucera comandada por incompetentes y corruptos, cuyo objetivo es permanecer en el poder hasta que les venga en gana.
Estoy seguro también de que se quiere “proteger” de los ciudadanos que en esos estados, mayoritariamente, se pronunciaron en contra de unas políticas gubernamentales (centrales, regionales y municipales) catastróficas y una conducta arbitraria que a diario viola la Constitución y las leyes de la República.
Este “Protector”, al que le transfieren competencias e ingentes recursos, además de constituir un desprecio a la voluntad expresada por los electores de esos estados o ciudades, es una pieza más del entramado autoritario que ha venido estructurando el chavismo, para desinstitucionalizar y caotizar el país, y vaciar de sus contenidos esenciales a la democracia venezolana.
EMILIO NOUEL V
@ENouelV

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domingo, 3 de noviembre de 2013

LEONARDO MORALES P., EL DESPRECIO COMO POLITICA

Es común en el mundo de la política que se anuncien cada cierto tiempo advertencias a cerca de su estado de salud. Es recurrente tal preocupación cuando los electores no asisten a los procesos sufrágales, cuando los sondeos de opinión revelan poco entusiasmo de los ciudadanos por los acontecimientos políticos de una determinado país. 

En cualquier caso, siempre la alarma la prenden los ciudadanos; una apatía en grado superlativo de la gente respecto de los procesos políticos dispara de inmediato sesudas y reflexivas interpretaciones que intentan dar respuesta al desinterés colectivo por la política.

El catedrático español Fernando Vallespín intentó dar respuesta a estos eventos que a su juicio no tienen que ver con las tediosas sesiones parlamentarias y mucho menos con algún signo de salud democrática. Ha señalado que lo que se observa tiene que ver con “una crisis del Estado en su capacidad de dirección y de integración normativa y simbólica, así como en un cansancio y desorientación de la política democrática misma.”
Claro, no discutimos con Vallespín su hipótesis, pero agregaríamos que si el politólogo español dirigiera su vista a estas latitudes encontraría nuevos elementos que seguramente permitiría añadir un nuevo capítulo a  “El futuro de la política.”
Venezuela es un país cuyo anterior presidente se dio el lujo de acabar con el aparato productivo y de impulsar una política económica que coloca la inflación en una de las más alta del mundo. Habría que incorporar, igualmente, la paulatina y peligrosa pérdida de las reservas internacionales. 
La crisis del país ha adquirido tal magnitud que los responsables de dar la cara a los ciudadanos optan por el engaño y por la promesa mágico-ideológica que luego, y de nuevo, no será cumplida.
La política venezolana está en crisis fundamentalmente por la muy particular irresponsabilidad de como el equipo de gobierno lleva adelante los asuntos públicos, esto es, lo que atañe a todos los ciudadanos residenciados en este país.
Los venezolanos se están agrediendo unos a otros y no por diferencias ideológicas. No hay un campo de batalla entre derechas e izquierdas. No son comunistas contra liberales, tampoco socialistas agrediendo socialdemócratas ni psuvistas contra progresistas, los que se lanzan trompadas. Son los venezolanos que independientemente de su postura política, luego de deambular entre distintos expendidos de alimentos con sus largas horas de cola, se lían a golpes por un pote de leche o un paquete de harina precocida. Esta es la verdadera guerra civil que ha sembrado el gobierno: la pelea por los bienes esenciales que no es capaz de garantizar algo que llaman: Plan de soberanía alimentaria.
Ante semejante panorama al designado presidente no se le ocurrió otra cosa más espectacular que anunciarle al país un gran descubrimiento: la imagen del fallecido líder supremo esculpida –nos imaginamos- en algún túnel donde Maduro hacía las veces de presidente.
Estas ocurrencias revelan el nivel de desprecio que siente la jerarquía roja por el pueblo venezolano. Maduro le dice al país, a sus ciudadanos, a esos  que buscan estirar su salario para poder acceder a parte de la canasta básica, que se entretengan y sobrevivan en un país en el cual el expresidente anda “penando” por cualquier rincón, y, quien hace las veces de aquel, anunciando sus visiones; bien de imágenes o pajaritos que le revolotean en la cabeza.
La crisis en Venezuela no es de la política sino de quienes dicen hacer política. Es la crisis de quienes no saben ejercer la función pública, pero también de una dirigencia cuya relación con la sociedad discrepa de ser moral.
El día en que la dirigencia del país deje de preocuparse por el Ánima de Pica Pica  y de cuanto aparecido se le antoje, la política adquirirá el papel que le  corresponde en la vida pública y el pueblo podrá recibir las bondades de un buen gobierno.
@leomoralesP

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martes, 3 de septiembre de 2013

FERNANDO FACCHIN B., DESPRECIO A NUESTRA HISTORIA CULTURAL


Con la recién aprobada Ley de la Cultura surge la incongruencia y confusión en intelectuales, artistas, creativos, políticos y comunicadores sociales, ante los desprecios a la historia cultural del país, a la creatividad artística y a la realidad nacional.
Es perversa manipulación de la “creación y la difusión artística e intelectual”. Nuestra cultura tradicional siempre manifestó una gran resistencia y energía, y su esencia continuó transmitiéndose a través de las generaciones. 
El chavismo pretende destruir la cultura tradicional que es el alma de una nación.  El desarrollo cultural define la historia de la civilización de una sociedad. La completa destrucción de la cultura de un pueblo conduce al exterminio de la nación.  La destrucción de su cultura tradicional mediante una ley, es un crimen imperdonable.
Contrariamente a la ley, que dicta reglas rígidas, la cultura actúa como un limitador moderado. La ley impone un castigo después de que se comete un crimen; en cambio la cultura, al alimentar la moral, impide que el crimen suceda. Los valores morales de una sociedad suelen reflejarse en su cultura.
Desde 1999, la llegada al poder del legador de la maldad, destinó los recursos nacionales a destruir la cultura tradicional de la nación. Fue algo planeado, bien organizado y sistemático, sustentado por el uso de la violencia de Estado, como en el caso de la usurpación de los Ateneos.
Aún más despreciable, la ley garantiza al gobierno el mal uso intencional y la alteración solapada de nuestros valores culturales que se ha venido ejecutando desde 1999; se resaltan las páginas malas de la historia y se oculta la verdad histórica de nuestro desarrollo y gentilicio, para crear su propio conjunto de parámetros amorales, de maneras equivocadas de pensar y su sistema de escatológico discurso de violencia verbal. 
Este proceso ha traído consecuencias nefastas para Venezuela. La gente no sólo perdió sus principios morales, sino que es víctima de un adoctrinamiento con las teorías perversas del chavismo, así,  la destrucción que se hace de la cultura tradicional con la aberrante ley inquisidora, es un ataque directo a la moral nacional, que aniquila las bases para la paz y la armonía de la sociedad.  Nuestra cultura tradicional nos distingue como ciudadanos socialmente respetados y es un obstáculo para latiranía. Más temprano que tarde retomaremos nuestros valores culturales y nuestra condición de ciudadanos libres.
La anticultura del chavismo canoniza a su líder y fomenta un culto a su persona, por lo que no va a permitir la permanencia de conceptos culturales de tan larga tradición en el país, su política y sumisión  entran en la categoría del crimen más infame y descomunal a la sociedad y la democracia.
El legador sabía que mientras existiera la cultura tradicional, el pueblo no aprobaría su proceder, ni lo vería como “grandioso, cargado de gloria y acertado”. El pueblo no se convertiría en marioneta del poder, y él, no podría imponer obediencia en el pensamiento de las masas, ni la política de la incriminación.La cultura tradicional desafía la legitimidad del régimen.
Nuestra cultura tradicional cree en la democracia, la libertad de pensamiento y expresión, en la creatividad de nuestros artistas y esa creencia socava las bases gubernamentales. 
El chavismo y su legado responden a un fin político perverso, de preservación y consolidación de la tiranía, del engaño, la maldad y la violencia.
Ffacchinb@gmail.com
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domingo, 5 de mayo de 2013

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V. DESPRECIARON A HAITÍ

Mientras Jaua justificaba la ausencia del presidente, Maduro anunciaba que viajaría a Cuba
Muchos son los epítetos que se le endilgan regularmente al gobierno y los calificativos van desde cuestionar su legitimidad hasta señalar que el presidente no ha gobernado por estar en constante gira por el país en la que las declaraciones, las re-inauguraciones y las desordenadas cadenas buscan avasallar propagandísticamente a los adversarios.
En medio del constante flujo de informaciones y la poca transparencia que inspira el nuevo régimen, se dio un acontecimiento de política exterior que pasó desapercibido, pero que sus implicaciones no dejan de ser un asomo de la continuidad de una acción internacional lejana a cualquier noción de Estado y que responde simplemente a criterios partidistas.
El pasado 26-4 el canciller Elías Jaua viajó a Haití para participar en la V Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe. El funcionario manifestó que Nicolás Maduro no había asistido porque estaba tomando una serie de medidas que eran pertinentes durante los primeros días de gestión y que tenía que mantenerse en Venezuela para revisar su Gabinete y dictar algunos lineamientos.
No importó que a la reunión asistieran también algunos jefes de Estado que con su silencio han convalidado la situación en Venezuela. Sencillamente Maduro, según su canciller, no podía salir de Venezuela porque estaba atendiendo asuntos prioritarios.
Sin embargo, mientras el canciller justificaba la ausencia del presidente venezolano en Haití, Nicolás Maduro anunciaba que viajaría el mismo día a Cuba para participar en una serie de negociaciones tendentes a estrechar los vínculos con Cuba.
En fin, Maduro no viajó a Haití y sí a Cuba. Es decir, que para el nuevo presidente no sólo hay venezolanos, sino también países de primera y segunda categoría.
luisdalvarezva@hotmail.com

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