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jueves, 1 de septiembre de 2011

LUIS MARÍN: DE CENSOS, CENSISTAS Y CENSORES

Una familia está maniatada en la sala de su casa y de repente el jefe de los secuestradores le pregunta al dueño: “Por favor, ¿me permite el teléfono?” La pregunta es absurda, como cualquier respuesta que pueda darse, por lo que la situación entra en el campo de lo cómico.

Los viejos profesores de Derecho usaban este chiste para ilustrar que el significado de las palabras depende del contexto en que se utilicen, so pena de caer en el absurdo; por eso causa gracia, sino conmiseración, que haya técnicos que declaren que las preguntas del Censo son las mismas que se han utilizado otras veces, aunque ciertamente haya que admitir que el contexto actual ha cambiado mucho y no es el mismo que nunca antes.

Es menos risible decir que “todas” las preguntas del Censo se ajustan a los “parámetros internacionales”, no sólo porque con esto no se diga nada en realidad, sino que conduce a pensar que los tales parámetros, si existe tal cosa, deben ser igualmente absurdos.

Agarre cualquier pregunta al azar, por ejemplo, aquella dirigida a mayores de tres años, en que se les pregunta dónde estaban en octubre del 2006 y una de las opciones de respuesta es “no había nacido”.

Uno puede pasarse el resto del día pensando, ¿por qué octubre del 2006? ¿Qué les importará un segmento del 2006 al 2008 o más de 3 pero menos de 5? Y así sucesivamente; pero dónde no puede perder un segundo es preguntándose si eso puede corresponder a algún “parámetro internacional”.

¿Durante la semana pasada realizó en su casa o fuera de ella, al menos por una (1) hora, alguna actividad por la cual recibió o va a recibir pago en dinero o en especie? No parece una pregunta para un ama de casa, sino para una “mujer de la vida”. ¿En qué estaban pensando cuando hicieron esto? ¿Qué quieren conseguir?

La verdad es que la tendencia de ciertos colaboracionistas es a “banalizar el mal”. Todo les parece normal, eso se había hecho antes, así se hace en otros países y ponen como ejemplo incluso a los mismos Estados Unidos, cuando no a Gran Bretaña o España; pero nunca a Cuba, Corea del Norte o Siria, que son los verdaderos modelos.

Pero en cambio callan vergonzosamente sobre lo que sí les concierne como profesionales, que deben conocer y están obligados a pronunciarse, que es sobre un proyecto inconfesable y un instrumento de recolección de datos deplorable. Sobre el primero seguro que no tienen la menor noticia y sobre éste segundo confiesan que nunca les fue consultado.

¿Cuáles son las políticas públicas que están detrás del Censo 2011? ¿Quién diseñó el instrumento de recolección de datos? ¿De qué manera se engranan ambos aspectos? ¿Cuándo y cómo fueron aprobados por la Asamblea Nacional, como manda la ley y el reglamento que ellos mismos hicieron?

Nadie responde nada pero, eso sí, “tú cuentas para Venezuela”.

¿QUÉ HACER?

La pregunta más frecuente y angustiante es qué hacer ante esta invasión a nuestras casas, a nuestro hogar. La respuesta fácil es, no responder. No decir nada.

Incluso en los procesos criminales y a flagrantes delincuentes se les garantiza el derecho a guardar silencio. ¿Por qué no habría de tener este derecho un ciudadano común que, en principio, no está siendo acusado de nada?

De manera que no contestar a un interrogatorio público parece un derecho elemental muy difícil de cuestionar.

Viene el segundo problema que es el de las sanciones. Alguna gente teme al régimen sancionatorio de la Ley, que es de carácter administrativo y sólo amenaza con multas escalonadas.

Pero no hay que ser abogado, ni siquiera estudiante de leyes para advertir que las normas sancionatorias están condicionadas al suministro de datos “cuando hubiere obligación de suministrarlos”, o que “sean de obligatorio suministro”, “cuándo deban hacerlo” y expresiones de ese tipo.

Las obligaciones nacen de convenios o bien de leyes que, al fin y al cabo, también tienen un fundamento contractual. De allí que sean aprobadas por la Asamblea Nacional, según el régimen representativo.

Habría que pensar en médicos o farmacéuticos, que tengan que informar de la incidencia de una enfermedad o la demanda de medicamentos sobre los que haya algún interés público. Este no es el caso de los ciudadanos comunes y corrientes, sobre los que no pesa ningún convenio o ley en este sentido, aprobada por la AN.

Desde el punto de vista activo se habla de “obstaculizar” o de “oposición”, que implica acciones prácticas, no pasivas, que no tienen nada que ver con no contestar que debería ser una opción rutinaria para las preguntas: “no sabe, no contesta”.

El único caso en que se admite la respuesta “no sabe”, es cuando se les pregunta a las madres si sus hijos están vivos o muertos. Lo que parece algo de humor negro, pero podemos confiar en que se ajuste a los “parámetros internacionales”.

Las sanciones se vinculan también a un procedimiento administrativo, dónde deberían cumplirse las condiciones del debido proceso. Así como se exige para las multas proporcionalidad con los daños y perjuicios causados, debe determinarse el daño y su cuantía, el porqué y para quién una omisión es dañina.

Pero aquí caemos en el terreno en que no se debería caer: en que estamos bajo un régimen de legalidad formal o un Estado de Derecho, lo cual no es el caso.

VALE TODO

Este es el quid de la cuestión: ¿Cuáles son los derechos y acciones que tienen los ciudadanos ante esta actividad de la Administración? Por supuesto, que no sea el incondicional sometimiento, que es propio de súbditos, no de ciudadanos.

La cruda realidad de la vida es que esto es un “sálvese quien pueda”, que estamos solos y no contamos con ayuda ni asistencia de nadie. Fue Bertrand Russell quien irónicamente comparó a la comunidad internacional con un club de granjeros, en que ellos se autorizan mutuamente el sacrificio periódico de algunos animales de sus respectivos corrales.

De manera que si no existe obligación en sentido jurídico para responder al Censo, porque las obligaciones suponen reciprocidad, es decir, que frente a quien tiene el deber de responder haya alguien con derecho a preguntar; tampoco existe ninguna obligación moral para cooperar con esta sangrienta farsa.

El Censo es una fachada porque no se revela qué es lo que realmente se persigue, más allá de una propagando estúpida y cansona, ni cuáles son las políticas públicas que lo motivan y que deben servirle de justificación.

Vuelve a resultar cómico que un antro como el INE, absolutamente consagrado a la mentira disfrazada de estadística oficial, exija a los ciudadanos veracidad, sinceridad y espíritu de cooperación, cuando no pocos de sus directivos todavía se identifican con el “alias” que usaban cuando eran aguantadores de las guerrillas.

Morales son las obligaciones consigo mismo, que atienden a la propia integridad, por cierto, no exigibles por terceros, el Estado y tanto menos por una banda de asaltantes. Como el ladrón que pregunta ¿dónde está el dinero? Y si no se lo dicen o le dan una información falsa, entonces mata a la víctima “por mentiroso”.

No hay dilema moral ni pregunta que no haya sido resuelta hace casi mil años (por Maimónides) en no cooperar con los verdugos, ni facilitarles el trabajo.

El derecho inmanente a la defensa también está reconocido en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, así que se ajusta a los “parámetros internacionales”.

Lo demás queda al arbitrio de la imaginación.

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lunes, 20 de junio de 2011

KARL KRISPIN: ME GUSTA LA DERECHA, ¿Y QUÉ?

Las encuestas demuestran que nadie se quiere declarar de derecha ni capitalista. No que se sea capitalista, sino que se crea en las bondades del capitalismo. Los más arrojados apuestan por el centro. Ahora se mercadea la gelatina inodora de la democracia social que se escurre de las manos. Se insiste en el tema de la responsabilidad social pero no se mencionan las libertades económicas pisoteadas por un Estado cada vez más invasivo. No hay espacio para la sobada responsabilidad social si previamente no se garantiza un capitalismo generador de riqueza.
NO GIRAR A LA IZQUIERDA

Cómo se va a repartir lo que no existe. En las apariciones de los candidatos, pocos le arriman el mingo a la empresa privada porque entonces se suena vendido al capital, otro megafraude con que los carentes de criterio de la izquierda nos han estafado.

Quién se atreve a hablar de la reprivatización de las empresas públicas que hoy en día tan sólo son estructuras clientelares arruinadas, cascarones vacíos y máquinas derrochadoras de recursos. Nadie, porque eso sería ponerle el cascabel al gato.

En las pasadas elecciones presidenciales el ex candidato Rosales inventó un dispositivo demagógico aberrante: la tarjeta Mi Negra, con la cual los venezolanos tendríamos nuestro débito populista de la torta petrolera. Quería decir aquel adefesio que se nos reconocía nuestro derecho a la piñata por el sólo hecho de portar una cédula de identidad. Con soluciones ilusorias no se llega a ningún lado, y para superar el desahuciado estado de la actualidad hay que actuar con la convicción de una ideología que restablezca el Estado de Derecho, la seguridad jurídica y haga florecer la empresa privada. Sin empresa privada no hay país posible.

No sé cuál es el temor a la derecha. Los dictadores Augusto Pinochet, Jorge Videla, Alberto Fujimori o Francisco Franco nunca fueron representantes de liberalismo alguno. Me gusta la derecha liberal por su inequívoco respeto a la libertad, por su régimen tributario que genera beneficios, porque fomenta el crecimiento económico de los pueblos. El socialismo lo que ha realizado en la historia es repartir pobreza. ¿Qué es Cuba, sino una isla de muertos de hambre? El socialismo escandinavo está quebrado y hasta el vodka Absolut y Saab los han tenido que salir a vender. Creo en el emprendimiento individual y sus posibilidades de realización. En ningún sistema del planeta los Estados dejan de intervenir, porque no hay sistemas puros, y Adam Smith es tan utópico como su némesis ineficiente, Karl Marx, que ni siquiera articuló una solución económica alterna al capitalismo.

Nuestro Estado actual es abuelista, porque ya ni paternalista es, pues, cada vez dispone de menos y para que suelte hay que hacer como esos nietos que aprovechan la siesta del abuelo para sacarle una mesada. En la transición del futuro tendremos que seguir manteniendo el asistencialismo para desmontarlo poco a poco, una vez que los ciudadanos hayan dejado de tenerle miedo a la libertad y hayan desaparecido los excluidos, inherentes del populismo. El candidato de la oposición y próximo presidente debe tener la clarividencia para entender que el paso a una Venezuela próspera sólo será posible con una Venezuela capitalista. Lo demás son grageas neurolingüísticas de teoría inútil, recetas de boticario vencidas y literatura rimbombante para el Foro de Porto Alegre. Dejen la fulana Mi Negra para el archivo de desaciertos que aquí tiene más tomos que la Enciclopedia Británica. Ojalá saquemos la lección de estos doce años de oprobio y no tengamos una recaída. 

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viernes, 24 de septiembre de 2010

DERECHOS NATURALES 1, NELSON MAICA C

La filosofía liberal que sostenemos buena parte de los ciudadanos de este país esta sustentada en el respeto a cada persona y a su libertad.

Los liberales creemos que cada persona es única y además competente. Por tanto debe ser tratada con dignidad y respeto. Asimismo, afirmamos que ser libre e independiente es la mejor forma de vida. Por eso proclamamos con firmeza "Si sabemos como ser libres, ningún poder logrará transformarnos en siervos".


La libertad debe ser respetada bajo todas sus formas. No podemos decir que respetamos las libertades individuales y a la vez pisoteamos las libertades económicas o viceversa.

La libertad abarca, entre otros, los siguientes derechos: toda persona puede elegir su propia forma de vida, pensar, expresarse y actuar como considere conveniente, debe respetarse su propiedad y tiene derecho a buscar su felicidad.

Estos derechos son sagrados e inalienables. Asimismo consideramos que donde hay libertad individual es evidente que debe haber responsabilidad personal y todo el esfuerzo resistente consiste en lograr que las actuaciones personales sean responsables.

Consideramos, buena cantidad, que únicamente hay dos formas de tratar con otro ser humano: a través de la persuasión con cariño o a través de la fuerza.

Los liberales rechazamos el uso de la fuerza excepto en caso de defensa propia. Como los seres humanos estamos dotados de razón y de fe, consideramos que la persuasión y el amor es preferentemente la forma aceptable de sugerir una modificación de la conducta de otro ser humano. Por tanto, si una persona está en desacuerdo con la forma de vida de otro individuo, con su forma de pensar, actuar, usar su propiedad o buscar la felicidad, debemos proceder al diálogo, nunca a la imposición.

Recurrir a la fuerza como lo hace el gobierno para imponer las propias ideas sobre cómo se debe ser, comportarse o usar la propiedad de otro es un acto inmoral e inaceptable, violatorio de los derechos fundamentales.

Los Derechos de Cada Persona: Del principio de ser dueño de uno mismo se deriva el derecho básico de cada ser humano a escoger su forma de vida. Como la vida es un proceso de acciones tomadas por cada uno según su pensamiento, el derecho a escoger su forma de vida implica la libertad de tomar acciones para dar sustento a su vida y disfrutar de ella. Así es como, del derecho básico de escoger su forma de vida, se derivan el derecho a la libertad de acción y expresión, el derecho a la propiedad (para dar sustento a su vida, y el derecho a la búsqueda de la felicidad) para disfrutar su vida.

Afirmamos que cada uno tiene esos derechos y que éstos no deben ser violados por nadie. De igual manera, estos derechos no deben estar sujetos a votación, ya que la mayoría no tiene autoridad moral para quitarle los derechos a la minoría, y la minoría más pequeña del mundo es el individuo.

No importa lo justa que parezca una causa, si su logro requiere violar los derechos de una sola persona, entonces no es justa, es inmoral. Veamos esos derechos en más detalle.
Derecho a Escoger la Forma de Vida: Es obvio que una persona que vive sola en una isla, dependiendo de sí misma para sobrevivir, puede libremente escoger su forma de vida.

Pero realmente es en un ámbito social, donde esa persona convive con otros, que se hace necesario proteger su libertad de escoger su forma de vida contra la interferencia de otros. Esa es la función de este derecho. Es así como su forma de vestir; la forma, tipo y cantidad de bebidas y comidas que usted ingiera; sus preferencias sexuales; la carrera profesional o el oficio que usted decide seguir, todo eso es incumbencia exclusiva de cada quien. Nadie debería forzarlo a uno a practicar una forma de vida que uno no quiera.

El Derecho a la Libertad de Acción y de Expresión: Como la vida es una serie de acciones tomadas por cada quien según su juicio, el derecho a escoger su forma de vida también implica la libertad de tomar las acciones para dar sustento a su vida y disfrutar de ella. Esto implica la libertad absoluta para participar en cualquier actividad económica, ya sea como productor de un bien o servicio, o como consumidor, y toda acción que limita este derecho es inmoral.

En un contexto político-económico, la libertad significa exclusivamente una cosa: la ausencia del uso de la fuerza. Nada puede privarlo a uno de su libertad excepto otras personas o el gobierno, y solo lo pueden lograr usando la fuerza.

El derecho a la libertad de acción significa que cada uno debe poder actuar según su propio juicio, sin coacciones y sin más limitaciones que las que impone el respeto a los derechos de las demás personas.

Esta libertad de acción incluye a las libertades de tránsito, de asociación, de producción, de comercio y de reunión. Nuestra libertad de acción ha sido severamente limitada por el gobierno actual en casi todos los campos, en especial en el económico y de movilización.

En cuanto al derecho a la libertad de expresión, éste significa que cada quien puede expresar libremente su pensamiento de la forma que quiera, por supuesto respetando los derechos de los demás individuos. El derecho a la libre expresión también ha sido violado constantemente por este gobierno en la forma de censura previa y otras limitaciones a nuestra libertad de expresión.

El Derecho a la Propiedad: Este es el derecho a tener, producir o a ganarse objetos materiales, a determinar su uso y a disponer de los mismos. Pero obsérvese que esto no implica un derecho per se a cualquier objeto material; es decir, uno tiene derecho a ganarse las cosas y entonces retenerlas o disponer de ellas, pero no nace con derecho adquirido sobre los bienes de los demás.

Casi imposible que persona alguna pueda vivir sin propiedad material y únicamente los esclavos trabajarían sin derecho al fruto de su labor. Las personas trabajan para lograr el sustento de sus vidas y si no son dueñas del fruto de su esfuerzo, no son dueñas de sus vidas.

El Derecho a la Búsqueda de la Felicidad: Cada uno tiene el derecho a escoger lo que constituye su propia felicidad y a tratar de lograrla, y nadie más debe prescribir el propósito de su vida ni lo que significa su felicidad.

Esto implica, por ejemplo, que no es aceptable que un padre obligue a su hijo a estudiar leyes cuando él desea fervientemente ser aviador o carpintero.

Este régimen pretende convertir al país en un inmenso Gulag y/o Laogai, tal como hicieron los rojos de la Urss en 1917, los chinos, los cubanos. Y eso, apreciado compatriota, esta totalmente en contra de todo derecho humano, sobre todo en contra de todo derecho natural. Pero, en todo caso, usted dirá si se lo permite.

Caracas, Venezuela, 27/07/2010.
Nelson Maica
nelsonmaica@gmail.com

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jueves, 27 de agosto de 2009

*EL DERECHO A LA DUDA, MARÍA DUBÓN

Para comprender la relatividad de dos puntos de vista basta con leer los artículos de dos periódicos de distinta tendencia política o deportiva. Para uno la decisión del Gobierno es un acierto, para el otro un fracaso. La decisión arbitral es justa para uno, mientras que para otro supone un insulto.

“Sobre las cosas hay siempre dos puntos de vista”, dejó dicho Protágoras, que enseñaba el arte de las antilogías, es decir, la contraposición de fuerza igual y contraria: probar lo contrario de lo que sostiene otro, partiendo de su tesis de la duplicidad de los razonamientos y los discursos. Según el espíritu antilógico de Protágoras, nada escapa a la controversia, nada es evidente, indiscutible o inatacable; no existe acontecimiento que no pueda calibrarse desde una perspectiva distinta u opuesta y cada óptica produce una argumentación diferente.

Comparar con entera libertad pareceres y opiniones es un excelente método para crearse opiniones propias. Los diarios harían un buen servicio al lector si confrontaran dos tesis distintas y antagónicas: creacionistas contra darwinistas, ecologistas contra cazadores de focas, monárquicos contra republicanos... en vez de referir siempre una sola. Por tanto, para elegir con fundamento, motivo y razón entre dos interpretaciones que se nos ofrecen en forma de dicho y de contradicho es esencial saber distinguir los argumentos buenos de los malos. Pero “bueno” significa tanto válido (noción lógica) como persuasivo (noción psicológica).

Cuatro son las posibles combinaciones de validez y capacidad de persuasión: válido y persuasivo, válido y no persuasivo, no válido y persuasivo, no válido y no persuasivo. De entre todas, la más peligrosa es la que encierra un razonamiento no válido y persuasivo porque lleva a un error, a un sofisma o a una falacia. Aquí la persuasión se convierte en una confirmación de la validez.

Del principio de Protágoras se deduce que los juicios opuestos sobre un hecho no son siempre una razón que se contrapone a un error, sino dos razones más o menos sólidas, y que las divergencias y contradicciones son el alma en el intercambio de razonamientos. La cuestión es pues establecer no quién tiene razón, sino quién tiene más razón. O lo que es lo mismo, quién yerra menos.

COMETARIO DE EDICION: EL QUE YERRA MENOS ES AQUEL QUE SE ACERCA MAS A LA VERDAD Y ESTA ES LA QUE MAS SE PAREZCA A LA REALIDAD OBJETIVA. HECHOS SON ACCIONES Y NO BUENAS RAZONES.


María Dubón
Ing. Segundo Vasquez
segundo.vasquez@gmail.com
Organizacion Libertad y Democracia (OLD)
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