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14-NOV-13 - ECONOMÍA
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ACLARANDO EL TERMINO
“CAPITALISMO”
POR NICOLÁS
CACHANOSKY
El
9 de octubre salió en Infobae una nota titulada “Tres décadas y un problema
llamado déficit fiscal.” En aquella nota decía que desde la vuelta a la
democracia, Argentina tuvo el mismo problema de déficit fiscal, lo que de hecho
cambió de década a década fue el método de financiamiento, no el problema de
fondo...
EL
25 de octubre Mauro Cristeche (UNLP y UNLaM) comparte una nota crítica a mi
comentario en Infobae titulada “Dos siglos de economía Argentina y un problema
llamado capitalismo.” Cristeche coincide que el déficit fiscal fue un serio
problema, pero sostiene que la nota no es lo suficientemente profunda. El
déficit fiscal se debe, argumenta, a la lógica del capitalismo imperante en
Argentina en los últimos 200 años.
Si
bien envié mis comentarios de respuesta a Infobae pocos días después de la nota
de Cristeche, el fallo de la Corte Suprema respecto a la Ley de Medios y otros
eventos de la agenda política versus lo puntual de mi respuesta hicieron que,
obviamente, mi comentario perdiese relevancia.
No
quería dejar de compartir mis reflexiones sobre la nota de Cristeche que copio
a continuación.
Aclarando
el término “capitalismo”
Hace
unas semanas escribí una breve nota titulada “Tres décadas y un problema
llamado déficit fiscal.” En aquella ocasión comentaba que desde la vuelta a la
democracia la economía Argentina ha sufrido el mismo problema recurrente:
déficit fiscal. El punto de mi nota era que los sucesivos gobiernos cambiaron
el método de financiar el déficit fiscal, pero no el problema de fondo. Mauro
Cristeche comparte una nota crítica en reacción a esta idea. Su argumento es
que mi nota no es lo suficientemente profunda, si bien coincide que el déficit
fiscal ha sido un problema, argumenta que el motivo de este problema se debe al
capitalismo. La nota de Cristeche posee varios puntos que merecen seria
consideración. Comentar todos ellos resultaría en una nota innecesariamente
larga y tediosa. Prefiero enfocarme en un punto que creo es central en nuestros
respectivos puntos de vista: el término capitalismo. Pocos términos sufren de
tanta confusión y connotaciones que vician nuestro análisis como la palabra
capitalismo.
Hay,
a mi juicio, un problema central en la nota de Cristeche: No ofrece una
definición del término capitalismo, que es nada menos que su objeto de crítica.
Claramente el “capitalismo Suizo o Inglés” es distinto al “Capitalismo
Venezolano o Argentino.” No todos los capitalismos ofrecen el mismo resultado y
por ello es importante distinguirlos cuidadosamente. Ciertas palabras como
“capitalismo” o “liberal” han visto su significado alterado a lo largo de la
historia e incluso geográficamente. La palabra “liberal,” por ejemplo, no
significa lo mismo en Inglaterra que en Estados Unidos. Por ello han surgido
términos como “libertario” para evitar confusiones. Aquí mismo en Argentina, el
Partido Liberal Libertario usa la palabra “libertario” justamente para tratar
de minimizar mal entendidos. También creo importante mencionar que en mi nota
no hago uso del término capitalismo, y sólo tangencialmente menciono el libre
mercado. Cristeche me asocia a las “ideas propias de la economía liberal,” de
haber definido el término capitalismo se habría dado que cuenta que el uso que
hace del mismo no aplica a mi nota.
Voy
a entender por capitalismo el poner en práctica los principios del liberalismo
clásico. Es decir, tanto ciudadanos, como empresas y hasta el mismo gobierno se
encuentran en igualdad de condiciones ante una ley que protege la libertad
individual y la propiedad privada. No hay privilegios ni para “capitalistas,”
ni para la “clase obrera,” ni para el “gobierno.” No creo que esta sea una
interpretación torcida del término capitalismo, es lo que tienen en mente los
filósofos y pensadores que más han contribuido a esta tradición como John
Locke, Wilhelm von Humboldt, Adam Smith, Ludwig von Mises, Friedrich A. von
Hayek, Milton Friedman, James Buchanan, Karl Popper y Robert Nozick entre
muchos otros. Es decir, una cosa es la existencia de “bienes de capital” y otra
cosa es el “marco institucional” bajo el cual se organiza la sociedad. El
término “capitalismo” hace referencia al libre uso de bienes de capital bajo
instituciones de libre mercado, no a la mera presencia de bienes de capital.
Las instituciones son importantes porque definen los incentivos de los agente
económicos. Los incentivos pueden llevar a tener crecimiento y desarrollo de
largo plazo o a sufrir crisis recurrentes. Corea del Norte y Corea del Sur
poseen la misma historia, lenguaje y cultura pero se diferencian en sus
instituciones. Si las instituciones no fuesen importantes la calidad de vida en
ambos países no serían blanco y negro. Bajo esta concepción no toda sociedad
donde hay capitalistas es “capitalismo.” Reconozco que puede no ser la única
definición del término capitalismo, pero una crítica al capitalismo como
liberalismo económico tiene que hacer uso de esta definición.
Mi
interpretación del uso que hace Cristeche del término capitalismo es que una
sociedad es capitalista siempre y cuando haya capitalistas y bienes de capital
independientemente del marco institucional. El capitalismo en su concepción
clásica, sin embargo, no es sólo la presencia de jure de propiedad privada, es
también la presencia de facto (marco institucional.) No alcanza con ser dueño
en los papeles de los factores de producción si uno no es libre de usarlos.
Aquella sociedad donde el empresario es “dueño” de su empresa pero su proyecto
es dirigido por el gobierno a través de leyes y regulaciones es “capitalismo
intervenido (o un tipo de socialismo)”, no un “capitalismo como aplicación de
los principios del libre mercado.” Es muy difícil catalogar al Kirchnerismo
como un modelo predominantemente capitalista. Nótese que no estoy argumentando
sobre la conveniencia o no de aplicar los principios de libre mercado,
simplemente estoy definiendo el término “capitalismo” a fin de hacer un
diagnóstico más preciso de los problemas económicos de Argentina.
Hay,
entonces, por lo menos dos capitalismos, el de libre mercado por un lado y el
intervenido como el capitalismo de amigos o capitalismo corrupto (crony
capitalism) por el otro. Podemos llamarlos “Capitalismo tipo I” y “Capitalismo
tipo II” respectivamente para evitar las connotaciones asociadas a las palabras
liberalismo o socialismo. Si aun así no podemos dejar de lado todas las
connotaciones asociadas al término capitalismo, entonces podemos pensar en
“Orden socio-económico I” y “Orden socio-económico II.” Coincido con Cristeche
que el Capitalsimo tipo II es un problema, pero no por ello concluyo que el
problema en Argentina ha sido el
Capitalismo tipo I. Es que no pudo serlo por el simple hecho de que no se
aplicó. ¿En qué momento desde 1930 en adelante, cuando Argentina comienza a
desviarse del resto de los países más ricos del mundo, fue Argentina un país
genuinamente liberal? Se podrán identificar ciertas épocas con políticas
llamadas neoliberales, pero más allá de su efectiva aplicación, es importante
recordar que “neoliberalismo” no es lo mismo que “libre mercado.”
Cuando
Cristeche sostiene que el crecimiento del estado se debe a la “relación
capitalista,” esto describe el problema del Capitalismo tipo II, donde el
empresariado busca el favor del gobierno para no tener que ganarse el peso del
consumidor en libre competencia, pero se encuentra en directa oposición con el
Capitalismo tipo I, donde el rol del estado es justamente evitar estos
privilegios. Es un non sequitur criticar aquello a lo que el Capitalismo tipo I
se opone por los vicios presentes en el Capitalismo tipo II. Entiendo cómo se
pueden asociar al populismo (un tipo de Capitalismo tipo II) con déficit
fiscales, pero asociarlo al capitalismo de libre mercado es el resultado de una
confusión terminológica por usar un término sin definir como herramienta de
crítica a un marco institucional específico. Nada impide que uno entienda por
capitalismo la presencia de capitalistas y bienes de capital indistintamente
del marco institucional, pero entonces ya no es válido asociar las ideas de mi
nota a “las propias de la economía liberal” y luego utilizar el término
capitalismo como herramienta de crítica. El argumento se resume a lo siguiente:
el mercado intervenido (Capitalismo tipo II) no funciona, por lo tanto el libre
mercado (Capitalismo tipo I) no funciona. El problema queda claro si en la nota
de Cristeche reemplazamos la palabra “capitalismo” por “libre mercado.” Uno de
sus pasajes ofrece un buen ejemplo: “No hay política más libre mercado que la
recurrencia al déficit fiscal.” ¿Desde cuándo la recurrencia de déficits
fiscales es rasgo distinto del libre mercado?
Se
podrá decir que se encuentra en la lógica de la dinámica de un sistema
capitalista que las clases obreras sean oprimidas frente al capital y que el
estado termina siendo cómplice del capital en este proceso. O algún argumento
similar por el cual la distinción entre estos dos capitalismos es ficticia.
¿Pero no es acaso esta colusión entre capitalistas y gobierno a lo que los
liberales (Capitalistas tipo I) tanto se oponen? No hace falta buscar pasajes
escondidos, los autores arriba mencionados y tantos otros han escrito ríos de
tinta al respecto. El mismo Adam Smith, padre de la economía de la mano
invisible, es también conocido por advertir sobre el peligro que empresarios y
capitalistas imponían sobre la sociedad al buscar el favor del gobierno para
operar bajo un Capitalismo tipo II (proteccionismo) y poner en riesgo el libre
mercado. El liberalismo nada tiene que ver con el favoritismo empresarial.
Coincido
con Cristeche que los déficits fiscales no caen del cielo, pero no es menos
cierto que el equilibrio fiscal es responsabilidad de la clase política y es en
ellos en donde cae una responsabilidad mayúscula. La clase política no puede
poner la firma en un presupuesto deficitario y luego culpar a un tercero cuando
la crisis fiscal viene a cobrarse el déficit. Cristeche da fin a su comentario parafraseando
mi propia nota diciendo que “el problema tiene nombre y apellido: se llama
capitalismo.” Siendo más precisos, el problema tiene nombre y apellido, se
llama “Capitalismo tipo II,” que no es como los autores más reconocidos en el
tema conciben este término. Disiento con Cristeche que la causa sea el
capitalismo a secas, creo que “populismo” sería un término más apropiado para
referirse al origen de los problemas que truncan el destino de un país con
tanto potencial.
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mas claro no lo canta un gallo
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