Entrevista con David Friedman, intelectual
anarcocapitalista e hijo del Nobel de Economía, Milton Friedman
Si eres pequeño y tu padre es el premio Nobel
de Economía, Milton Friedman, debe ser difícil llevar la razón en casa. Hijo
del afamado economista, David Friedman admite entre risas que debatía
«continuamente» con su padre sobre economía. «Unas veces yo reconocía sus
argumentos y otras él admitía los míos», explica. Sin embargo, frente al
liberalismo de Milton, David radicalizó una marcha más las ideas de su
progenitor. Desde que en 1973 publicó «La maquinaria de la libertad», libro que
defiende la propiedad privada y la desaparición progresiva del Estado, se
convirtió en uno de los pensadores clave de la filosofía anarcocapitalista.
Friedman se opone a la violencia y se declara pragmático. «El actual sistema
democrático puede ser más desigual que el mercado», denuncia. Y explica que la
tradición liberal familiar continúa: su vástago, Patri, también promueve el anarquismo
y dirige un instituto que busca la colonización de alta mar.
—¿El voto no garantiza la eficiencia de los
servicios públicos?
—En la actualidad, en teoría, si un Gobierno
no hace bien su trabajo, no se le vuelve a elegir. Pero para que este modelo de
democracia funcione, es necesario que la gente sepa realmente qué hacen los
políticos elegidos. Que haya una transparencia que ahora no existe. Además, la
influencia del ciudadano en la política actual es casi nula: apenas hay
probabilidades de que el voto de una persona sea relevante a pesar de todo el
esfuerzo y tiempo que puede consumir informándose. Sin embargo, si gasta el
mismo tiempo y esfuerzo en decidir con qué compañía viajar, por ejemplo,
obtiene lo que quiere. Hay que aceptar que el modelo político actual no
funciona. Lo más parecido a una democracia perfecta es el libre mercado.
—Solo con el libre mercado, los que tuvieran
más renta tendrían más derechos sin ningún límite...
—Por supuesto que habría un límite. En cierta
forma, el sistema democrático es mucho más desigual que el libre mercado: si yo
consigo ganar con una coalición política obtengo todo el poder. Si yo poseo la
mayor parte del dinero, consigo la mayor parte de los bienes, pero no todos.
—Pero, ¿la actual crisis no ha demostrado la
importancia de la supervisión de los mercados?
—No, el colapso financiero en EE.UU. comenzó
en un mercado hipotecario controlado por Fannie Mae y Freddie Mac, dos firmas
fundadas y garantizadas por el Gobierno. Y durante años, tanto el partido demócrata
como el republicano han estado presionando para que se otorgasen créditos más
fácilmente a las clases más bajas con tal de que accedieran a una vivienda en
propiedad, a pesar de los riesgos que entrañaba. El cometido de la Reserva
Federal norteamericana es evitar que se produzca un colapso financiero y en
esta crisis se ha visto que incluso lo ha propiciado. Hay más incompetentes
entre los políticos que en el sector privado.
—¿Qué hay de la igualdad social sin Estado?
—El principal error de la sociedad es asumir
que el interés de los Gobiernos es el mismo que el de la población y que
fomentan la igualdad social. Eso es falso: cuanto más poder acumula un
Gobierno, más fácilmente puede conspirar contra la gente que lo eligió. De
hecho, es curioso como, al menos en EE.UU., los barrios de las clases más bajas
tienen escuelas con tan malos resultados académicos cuando es el Estado el que
presta estos servicios. Sin embargo, productos baratos producidos por el sector
privado como la comida o la ropa no se diferencian en calidad tanto con bienes
que las clases más altas pueden consumir. Otro punto que refuta que el Estado
busque la igualdad social es que precisamente el Estado es el que mantiene
leyes de inmigración que hacen que personas con pocos recursos no puedan
entrar, por ejemplo, a EE.UU. y se queden en sus países de origen. Es decir,
para que haya un Estado de Bienestar que fomente la igualdad dentro de un país,
este Estado debe construir fronteras que potencian la desigualdad en todo el
mundo. Sin esta estructura, todos tendríamos absoluta movilidad y la
desigualdad sería menor.
—En Europa, expertos alertan de que la
austeridad, unida a la crisis, ha aumentado la desigualdad social...
—No soy experto en Europa, pero la austeridad
que se ha aplicado ha significado subir impuestos y aumentar el gasto público.
¡Menuda austeridad! La solución debería ser aumentar los ingresos del Estado a
través de privatizaciones y reducir los gastos. Los políticos no tienen interés
en hacerlo y solo piensan en el corto plazo. Deberían consultar a la población
qué partidas del gasto quieren suprimir y cuáles no y así se eliminaría el
derroche.
—Supongo que simpatizará con el Tea Party...
—Sí, en la campaña norteamericana Ron Paul es
el que tuvo un discurso económico más razonable. Obama está usando la crisis
para aplicar medidas que poco tienen que ver con la recuperación, como el
«Medicare». «Nunca desaproveches una buena crisis» dijo su primer jefe de
gabinete y ahora alcalde de Chicago, Rahn Emanuel. Desde luego, Obama no la
está desaprovechando.
http://www.abc.es/economia/20130128/abci-entrevista-david-friedman-201301252246.html
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