BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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martes, 18 de marzo de 2014

ZENAIR BRITO CABALLERO, “UNA REFLEXIÓN MÁS SOBRE LA TOLERANCIA EN VENEZUELA”

Con este, ya son innumerables los artículos que he escrito sobre la tolerancia en Venezuela. La tolerancia es uno de los valores humanos más respetados y se trata de un término que proviene del latín “tolerare”, que se traduce al español como  “soportar” “tolerar” “aguantar”.
¿Qué está pasando con la tolerancia en Venezuela? Es una pregunta, es un llamado que hoy nuevamente hago a la reflexión de los personeros del gobierno socialista-comunista, a los padres de familia, a los docentes, a los religiosos y a los formadores en valores.
Porque basta mirar a los miembros del régimen socialista-comunista que nos gobierna cuando arremeten contra la oposición, a muchos jóvenes de hoy que son intolerantes, los cuales no permiten la disidencia a la ideología del régimen o que se les toque su ego, ya no se puede mirar al otro, no se puede tener el mínimo roce, no se le puede reclamar, porque ya viene la agresión física o verbal, despertando la intolerancia que es dañina y siempre termina mal.
¿Qué clase de personas se han formado en 15 años de gobierno socialista-comunista y cuáles se siguen formando hoy? ¿Qué hacer ante tal compromiso, ante tanta crisis de valores que nos atosiga?
Hay una gran preocupación en todos los ámbitos sociales, donde la agresividad, la provocación, la pugna y el desafío son los factores comunes. La tolerancia se ha venido desvirtuando, adulterando, falseando, deformando y esto ocurre desde la familia que es el núcleo fundamental de la sociedad, que forma las dos grandes pilastras del ser humano: la primera es la formación en valores morales y éticos (respeto, honestidad, responsabilidad, solidaridad, tolerancia, entre otros) y la segunda es la sociedad, donde se proyectan dichos valores; es decir, se ponen en práctica en la escuela, en la empresa, el barrio y cualquier lugar donde se desempeñe el ser humano. 
Del ambiente familiar depende mucho el comportamiento moral, ético y el desempeño que se tenga en el futuro en las distintas circunstancias de la vida.
En la familia los hijos aprenden más del ejemplo o del modelaje conductual de sus padres, que de sus palabras. Y traigo a colación esta reflexión: “Un padre le dice a su hijo: ten cuidado por dónde caminas… el hijo le responde: Ten cuidado tú papá, recuerda que yo sigo tus pasos.”
En la familia los hijos aprenden más del ejemplo de sus padres que de sus palabras; como dice un dicho popular: “Las palabras se las lleva el viento”, pero los ejemplos o los modelos permanecen.
De esta manera, el impacto del hombre adulto en la sociedad, es el resultado de los principios morales y éticos adquiridos en sus primeras etapas dentro del vínculo familiar: infancia, adolescencia y primera juventud.
La tolerancia es posible medirla en determinados grados que guardan relación con la aceptación que se tenga ante algo con lo que no se está de acuerdo o que no se adecúa al propio sistema de valores. Esta es la pregunta: ¿Qué está pasando con la tolerancia en el régimen que nos gobierna  frente a los opositores que le adversan?, ¿en la familia y en toda la sociedad venezolana? Al reflexionar sobre la pregunta, considero que es urgente amigos lectores, rescatar los valores morales y éticos que se han perdido en la sociedad venezolana. ¡Luchemos todos por ello! ¡ES URGENTE!
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito

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sábado, 1 de marzo de 2014

ZENAIR BRITO CABALLERO, EN VENEZUELA SE DESCONOCE LA PALABRA TOLERANCIA


La tolerancia como virtud cívica y como valor ético sigue traspapelada en el ambiente político venezolano. Parece irrealizable lograr ese consenso mínimo, indispensable para que la aun llamada democracia funcione civilizadamente; la coexistencia pacífica, en medio de las diferencias,  sigue siendo una materia pendiente porque históricamente ha prevalecido la intolerancia como práctica política desfavorable y negativa.

De ahí han surgido los radicalismos y la larga  confrontación en estos 15 años de gobierno socialista-comunista. El diálogo constructivo entre contrarios no ha sido posible y parece que no bastan las miles de muertes y asesinatos para entender y aceptar que el único camino hacia la paz pasa por la tolerancia y el debate civilizado e ilustrado. La cultura de la paz sólo es posible en una sociedad tolerante, comprensiva y flexible, caracterizada por la diversidad ideológica y cultural.

Tolerar es aceptar la pluralidad en todos sus campos y expresiones. Es respetar las ideas, visiones, credos y prácticas de los demás, aunque difieran de los propios, siempre y cuando todas se ajusten a los principios, valores e instituciones sobre los cuales se sustenta una verdadera democracia y no un falso socialismo-comunismo.

La tolerancia, junto a la justicia, la libertad, la igualdad ante la ley, la participación ciudadana y la soberanía popular  son pilares sobre los que debe sostenerse todo régimen democrático pero no uno socialista-comunista como  dicen sus seguidores es el nuestro.

Obviamente no hay que confundir la tolerancia con la indiferencia ni con la permisividad ante posiciones o prácticas socialmente perjudiciales. La diversidad, la heterogeneidad, las diferencias y la pluralidad, son, desde todo punto de vista, enriquecedores y vitales porque generan interacciones, cambios, transformaciones y dinamizan los procesos sociales.

La homogeneidad absoluta no es posible y sería un freno al desarrollo. La tolerancia debería ser un compromiso de todos los venezolanos, de los ciudadanos afectos al régimen y los disidentes a él, de las comunidades y desde luego del Estado.

Venezuela es un país pluricultural, diverso y variado. Costeños, andinos, larenses, maracuchos, centrales, llaneros, guayaneses, orientales, margariteños, tenemos distintas maneras de actuar y de expresarnos y dentro de esa diversidad se dan también las diferentes visiones del mundo y de las cosas y a partir de ahí surgen las ideologías contrarias como algo consustancial a la verdadera democracia.

Es así en todo el mundo. Ninguna sociedad es homogénea. En Suecia por ejemplo, conviven en paz y armonía 8.5 millones de suecos nativos y un millón de exiliados e inmigrantes provenientes de los más variados países. Existen siete partidos políticos sólidamente establecidos, soportados en una amplísima gama ideológica que va desde la izquierda ortodoxa hasta la ultraderecha xenófoba. En los procesos electorales cada debate televisivo es una cátedra de tolerancia y de democracia.

En Venezuela, por desgracia, el gobierno socialista-comunista a los contrarios no les reconoce como adversarios políticos sino como enemigos irreconciliables y cada uno señala al otro como único responsable del problema. No se permite el disenso, la obstinación y el sectarismo es eliminar al contrario a costa de lo que sea.

La hostilidad se exacerba permanentemente y copa todos los escenarios donde deberían reinar el diálogo y la conversación constructiva. El insulto, el agravio y la ofensa marcan un estilo practicado desde hace 15años, afianzado por el verbo incendiario, burlesco, jocoso y permanente del Sr Maduro y sus acólitos en sus cadenas.

La discriminación se ha disparado también. Todas las censuras comienzan con expresiones descalificadoras a los disidentes al régimen; las críticas contra cualquier desempeño han estado siempre marcadas por el odio, la rabia, la envidia y hasta el color de piel. En un país cargado de rico mestizaje hay quienes se creen arios o caucásicos.

Tanta intolerancia atenta contra el derecho a la vida,  crispa los ánimos y acentúa la confrontación; las amenazas contra líderes populares, políticos, sindicalistas, periodistas son intensas. Muchos hombres y mujeres disidentes al socialismo-comunismo corren, en serio, el riesgo de ser liquidados por bandas criminales de ultraizquierda que, con nuevos nombres, anuncian que “tienen la orden de encarcelar o liquidar” a dirigentes contrarios y a miembros de organizaciones de mujeres y de defensores de derechos humanos; a todos los acusan de manejar un discurso de derecha y de criticar la  confiscación de tierras y al gobierno de su amadísimo presidente.

Mientras tanto, nosotros, usted y yo amigo lector los que no somos violentos, unamos voces de paz y de reconciliación a Dios y a Jesús Misericordioso, y soñemos con una Venezuela donde quepamos todos y donde prevalezcan la convivencia, la unidad, la paz, la solidaridad, la tolerancia y la justicia social. AMÉN.

britozenair@gmail.com
@zenairbrito

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sábado, 14 de diciembre de 2013

WILMER CHIQUIN SANCHEZ, TOLERANCIA, DIVINO TESORO,


Puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero moriría por el derecho que tienes a decirlo".  (Voltaire).

La oposición se contagió de los mismos males que critican al oficialismo. Quien no piensa como yo es mi enemigo.

No hay tolerancia, no hay discusión de ideas. Si no se acatan los mandatos de la MUD se está cometiendo el terrible delito de traición, no a la MUD, sino a la Patria. El mismo comportamiento de los comunistas, al que tanto se critica.

Hoy se ataca a quienes no votaron en las elecciones municipales, y de antemano se les quita validez a cualquier argumento que pudieran haber tenido.

A sabiendas de que esto me puede valer ser considerado “vendido” u otro calificativo con el que se adornan a estos ataques de los intolerantes, paso a enumerar algunas causas probables de esa abstención:

-       Al menos tres figuras connotadas de la oposición, Ramos Allup, Henry Falcón y Teodoro Petkoff declararon que no era importante la nacionalidad del títere cucuteño. O sea, hay que reconocerlo aunque por ley no puede ejercer el cargo que usurpa. Si esas declaraciones las hubiera dado el oficialismo, como era lo lógico, la MUD se hubiera rasgado las vestiduras. Pero lo dijo la “crema y nata” de la MUD, y no pasó nada

-       La MUD proclamó fraude en las elecciones de Abril y llamó a la gente a tomar las calles para protestar. El pueblo salió a defender su voto y murieron algunas personas esas manifestaciones, solo para que al día siguiente el mismo Capriles pidiera a la gente no salir de sus casas, y tres meses después, en declaraciones a una cadena internacional de noticias, reconociera al cucuteño como presidente de Venezuela.

-       A pesar de haber proclamado fraude en Abril, se llamó a votar en Diciembre, contra el mismo adversario ventajista, en las mismas condiciones de inferioridad y bajo el mismo cne que antes se denunció como cómplice del fraude

Tantas incoherencias, reconocidas por Leopoldo López, tenían que hacer mella en gente pensante, sin que por ello se les pueda acusar de traidoras.

Los que ejercieron su derecho de abstenerse de votar, por su parte, califican a los votantes como cómplices de la legitimación fraude y del propio cne.

Es hora de enterrar las hachas de lado y lado. Unirnos en bien de Venezuela y caminar juntos hacia la restauración del país que eramos. La discordia entre nosotros solo favorece a quienes pretenden implantar el comunismo en nuestro país.

Yo llamé a votar, porque el voto es una herramienta para convalidar las protestas de calle, que, estoy seguro comenzarán en Venezuela, cuando se comience a vivir en todo su apogeo la escasez de productos, en las próximas semanas. Si perdíamos esas elecciones las protestas de calle habrían sido tomadas como revueltas desestabilizadoras de minorías vandálicas.

Ahora le toca a la propia MUD la labor de analizar resultados, determinar y corregir errores y trazar el rumbo hacia el futuro que, por los vientos que soplan, luce turbulento
Hasta ahora siempre el pueblo le ha quedado grande a la “dirigencia” que se ha atribuído su representación. Han sido años de esperanzas y frustraciones, de sueños trucados en pesadillas y esfuerzos perdidos.

Desde ahora debe ser diferente, o ...

Willmer Chiquín Sánchez
Venezueladigna@hotmail.com  

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miércoles, 6 de noviembre de 2013

CHARITO ROJAS, CAPÍTULOS FINALES

 “El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”. Marco Tulio Cicerón (106 aC.- 43 aC.), jurista, político, filósofo, escritor y orador romano.
Hace más de dos mil años, Cicerón estaba clarísimo en lo que debía hacer una nación para ser próspera, pero la lección no ha sido aprendida por muchos gobernantes que creen que los billetes nacen en los árboles.
El finado devaluó, instauró un control de cambios y hasta cambió la moneda y aguantó el palo de agua gracias a su arraigo popular: el pueblo suele ser analfabeta en materia de finanzas y políticas monetarias. Pero el presente mandatario es otra cosa, tiene el sino de la tragicomedia pegado como una etiqueta, todo lo que hace o dice es motivo de chanza, burla y guachafita. No lo toman en serio ni sus camaradas, que creen saber más que él. Y algunos hasta parecen estar empeñados en que haga el ridículo para quitarlo de en medio.
La economía viene en picada desde hace 14 años y no es necesario discutir los numeritos, sólo con ver el entorno de inflación, escasez y ausencia de producción es suficiente para que cualquier individuo sensato califique esto de economía catastrófica. He dicho individuo sensato. Porque decir que hay una guerra económica contra el gobierno o contra el país es un invento tan volátil, que se derrumba ante una sola pregunta: ¿quién está empeñado en arruinar a Venezuela?
Buscar pretextos para la ineficiente labor del gobierno, que exhibe solo un par de logros frente a miles de metidas de pata ya ampliamente identificadas por la sufrida población, es perder un valioso cuan escaso tiempo para encontrar rápidamente vías de escape que oreen la implosión que se nos encima. La debilidad del régimen se patenta cada vez más en desesperadas medidas de control político y económico, en transgresiones torpes de la legalidad, en declaraciones que ponen en evidencia la fragilidad mental y la contaminación del alma de quienes gobiernan esta patria por lo visto no tan querida.
Los consejeros económicos son cada vez más radicales y toman posiciones de huída tan velozmente como los militares a su vez toman puestos en vanguardia y retaguardia para estar prevenidos a la hora del té. Ese té se tomará con renuncia, con eyección, o con pactos donde se cederán muchos puestos civiles.
Al heredero le ha tocado duro: si cambia las cosas está diciendo que su mentor no supo gobernar; cualquier enmienda se interpreta como una crítica al finado. En el interior de nuestros compasivos corazones le tenemos lástima cuando vemos el esfuerzo que hace por calzar unos zapatos que no son de su número. Como las hermanastras de Cenicienta, el quiere tener el pie del tamaño adecuado para enamorar al príncipe. ¿Me siguen? Pero es grande, torpe, poco discreto, con un barniz intelectual que se cae a la menor sacudida.
Lo rodean águilas y tiburones: depredadores implacables que están esperando que rompa la zapatilla para darle una patada justificándose con la excusa de que el tipo es muy patoso. La verdad, eso lo sabía el finado. Pero ni ojitos lindos ni un uniformado eran la alternativa. Tenía que ser alguien de transición, que medio aguantara el asunto mientras su memoria eterna era glorificada, se levantaban estatuas y museos. Para eso sí que es bueno el heredero, así que está cumpliendo el cometido.
Pero el tiempo se le está acabando en un plazo mucho más corto del que esperaba el comandante supremo y la revolución está dando más rabia que gusto: con el estómago vacío todo sabe amargo.
Al heredero le faltan estudios, pero no es tonto. Sabe que tiene los días contados: lo malo para él es que no tiene ni idea de cómo parar el deslave y está acostándose con el enemigo. Sus visitas continuas a cuarteles, sus poses de comandante en jefe, con boina y chaqueta incluida, son cuchillo para su propio cuello. Su salida está decretada, para desgracia de él y del país. La inestabilidad política afecta profundamente la economía, la sociedad, el devenir de la república. De los gobiernos de facto hay que afirmar que el mejor es muy malo. A nadie conviene este vaivén político y nada garantiza que bajo estas circunstancias vayamos hacia algo mejor que lo actual.
Es indispensable para evitar lo peor para todos que el gobierno escuche a quienes saben, que enderece las cargas con la economía y que verdaderamente le ponga la mano a la inseguridad y a la violencia. Debe oír a los economistas para procurar estabilizar la moneda y parar la inflación. Debe atender a los rectores de las universidades y a los sectores educativos para retomar los valores de la educación; debe reunirse con los productores, escuchar sus necesidades y hacer caso de sus requerimientos para incentivar la producción agroindustrial; debe respetar la institucionalidad y la disidencia; llamar a concurso a jueces y fiscales; cumplir con las misiones no como una arma de coacción política sino como una deuda social que se tiene con un pueblo cuyos recursos son escamoteados por los boliburgueses. Acabar con la corrupción significa acabar con las mafias internas, abrir las puertas al resto del país.
Y por favor, callar, callar, callar. Trabajar en un silencio respetuoso que aplaque los ánimos, propicie la tolerancia y abone la paz del país.
No es fácil lo que digo, pueden los lectores estar o no de acuerdo pero éste es el único camino de salida. El camino electoral no puede ser tomado como una acción pusilánime, no hay mayor poder que el voto, que siempre ha derrotado a la insensatez y a la violencia.
Observemos cuidadosamente las acciones de los protagonistas de este sainete en los próximos días. Según la hoja de ruta que aquí les escribí, las salidas están a la vuelta de la esquina y todos podemos contribuir a escoger la mejor.
Charitorojas2010@hotmail.com

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domingo, 6 de octubre de 2013

FÉLIX PALAZZI, "TOLERANCIA E INDIGNACIÓN"

Tolerancia, resignación, perdón, olvido, indiferencia, resistencia... son, todas ellas, palabras que se entrecruzan fácilmente en el reino de la arbitrariedad. Cuando no pensamos los conceptos que usamos, corremos el riesgo de extraviarnos en la relatividad de sus significados. Una de nuestras grandes dificultades radica en aceptar que todo pensamiento implica repensarnos a nosotros mismos y a la realidad que nos circunda. Sin embargo, pareciera que la salida más fácil fuese una ideología, con su proliferación de ideas o consignas repetidas, mas no pensadas ni asumidas, imposibilitando el encuentro, relativizando la realidad y lo verdadero. En fin, desvirtuando lo real.

La tolerancia es, para muchos, una palabra tan repudiada como la resignación, ¿qué sentido puede tener hablar de tolerancia a una madre o a un padre que han perdido a su hijo por la violencia? ¿Podemos tolerar el hecho de vivir con violencia? ¿No será esto la forma más clara de resignación y claudicación? Si las madres de los hijos asesinados salieran a una plaza, sencillamente no hubiese plaza que pudiese albergarlas. Si comparamos la nefasta cifra de los asesinados en un año en nuestro país, casi alcanza a los asesinados o desaparecidos en los siete años que duró la dictadura argentina. Aquí no hay plaza ni mes de mayo, porque no hay lugar ni fecha en la que la violencia termine.

Tolerar no es olvidar o ignorar. Mucho menos es reducir a una persona a una cifra. Tampoco es resignarse. Antes bien, es sacar del olvido y de las sombras a los rostros concretos sin los cuales no podemos reconocer nuestra propia realidad. Es luchar por la justicia y hacer que ella sea una realidad para todos. Ello se traduce en que la vida sea posible, y tenga espacio en todos los niveles y a cada momento.

La justicia debe custodiar y proteger la vida, porque sin vida no hay justicia. La tolerancia se ha de dar en el marco de la justicia o no es tolerancia sino resignación, engaño, indiferencia o ignorancia. Primero se debe reconocer la existencia del otro porque la verdadera tolerancia protege la vida y la hace posible. Este sentido concreto de la tolerancia es el que debemos construir como discurso paralelo al de la violencia, el odio y la exclusión. Solo así podremos recrear activamente todos los espacios que compartimos.

Ante los hechos de violencia cada vez más crecientes y evidentes, la reacción no puede ser la indolencia o el acostumbrarnos a la muerte. Al contrario, ha de ser la indignación, el espanto, el horror frente a lo que sucede, para poder reencontrarnos con los rostros de tantos que son sometidos a la injusticia. Cuando la tolerancia nace de la indignación nos impulsa a apostar y apoyar los esfuerzos en pro de la justicia y la reconciliación. Si la voz de la violencia pretende recluirnos en nosotros mismos, la voz de la paz y la justicia ha de impulsarnos a salir al encuentro del otro.

Doctor en Teología Dogmática


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martes, 1 de octubre de 2013

JUAN PÁEZ ÁVILA, DERECHOS HUMANOS, CASO VENEZUELA

        La salida de Venezuela de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, tiene como objetivo dejar sin protección a los venezolanos víctimas de la recurrente violación de sus derechos constitucionales por parte de cuerpos represivos del gobierno, que se le puede convertir en un boomerang, debido a los compromisos que ha adquirido en diferentes tratados  internacionales que ha firmado y ratificado, como miembro la ONU y de la OEA que exigen su cumplimiento insoslayable.
El establecimiento de los Derechos Humanos en la Constitución Nacional y en todas las Cartas Magnas del mundo civilizado, y la creación de instituciones nacionales e internacionales para vigilar el cumplimiento de tales normas fundamentales en la sociedad contemporánea, es considerado como uno de los avances de mayor trascendencia en la búsqueda de un régimen que garantice el progreso material y espiritual del ser humano. Sin embargo,  no lo han podido disfrutar los pueblos donde  la cultura de la violencia  ha  predominado, en la conciencia no sólo  de los gobernantes llegados al poder por la fuerza de las armas, sino también en algunos casos ungidos por el voto mayoritario de la población.
Las grandes dificultades que han encontrado los seres humanos en el devenir de su evolución hacia una sociedad de tolerancia y de respeto a sus derechos, han sido muchos, la mayoría productos del mesianismo de algunos gobernantes  que para perpetuarse en el poder, han violado y violan lo que antes, ejerciendo la oposición, defendían. Y no es el último caso el único que la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de la OEA denuncia, sino que en su último informe con relación al gobierno del difunto Presidente Hugo Chávez, devela centenares de hechos violentos contra adversarios del régimen o simples disidentes de sus políticas públicas, que han sido víctimas de la represión policial o de la acción judicial después de ser imputados de cometer delitos comunes sin que los fiscales ni los jueces hayan presentado pruebas convincentes y sobre todo señaladas como tales por las leyes vigentes.
La reacción del extinto Jefe del Estado y en particular de los representantes de los Poderes Legislativo, Judicial y Ciudadano, de rechazo  al informe,  y la descalificación a quienes lo elaboraron a partir de denuncias de familiares  o de las propias víctimas, revela la gravedad de lo que ha pasado en los  últimos 14 años y continúa pasando en nuestro país, cuyos altos funcionarios se niegan a discutir el contenido de dicho Informe porque se saben culpables de delitos de lesa humanidad, porque  ese Informe no tiene sesgo político.
El Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, quedará en la OEA como testimonio de la actuación de funcionarios del gobierno que utilizan la violencia contra civiles indefensos, condenados por El Estatuto de Roma, aprobado y ratificado por Venezuela.  Si por ahora no pueden ser juzgados por sus delitos de lesa humanidad, éstos no prescriben y osu impunidad será transitoria, y sus autores recibirán la sanción de los tribunales nacionales e internacionales cuando las circunstancias lo permitan.
En el mundo contemporáneo ya existen casos ejemplares, en los que gobernantes y sus cómplices en la ejecución de acciones represivas, violatorias de los Derechos Humanos han sido apresados y condenados por tribunales internacionales integrados por jueces imparciales, verdaderos profesionales de la aplicación de la justicia. De allí que   algunos altos funcionarios del actual gobierno, responsables de delitos contra las personas inermes, civiles desarmados, manifestantes pacíficos, tendrán que responder en el futuro cercano o lejano, ante la justicia internacional
Y aunque es posible que con la entrada a MERCOSUR Nicolás Maduro se vea obligado a morigerar la represión policial y controlar, si es que puede,  a los grupos paramilitares, para cumplir con disposiciones del tratado integracionista, relativas a las libertades públicas, es necesario esperar las próximas ejecutorias gubernamentales. Lo que resulta evidente es que la salida de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, tendrá un alto costo político internacional,  y si la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)   maneja acertadamente la bravuconada Madurista, el costo político puede ser también nacional y cobrado en votos el próximo 8 de diciembre.
Juan Páez Ávila ‏
@jpaezavila


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martes, 10 de septiembre de 2013

FÉLIX PALAZZI, CREER DESDE LA TOLERANCIA

La inercia que nos consume tiene que empezar a transformarse en la construcción de espacios comunes
Al referirnos a las instancias que hacen posible la tolerancia, inevitablemente tenemos que hacer alusión a los credos religiosos. Ellos han sido y son fuentes de intolerancia o caminos hacia ella. El primer obstáculo que encontramos es el fundamentalismo, sea en su expresión de descrédito o desvalorización del aporte de un sistema de valores y creencias, delimitando la fe a lo individual y subjetivo en la esfera de lo "espiritual", o sea en la utilización de la fe como sistema de Estado. Ambos extremos se alejan de lo que realmente es la fe del creyente. Un fundamentalista no necesita creer, solo obedecer y repetir.
Hace cincuenta años, en una situación de exclusión valorada como normal y hasta legal, un pastor cristiano se atrevió a "soñar" y, así, Martin Luther King con su sueño despertó la conciencia de muchos. En Sudáfrica, cuando se le preguntaba al obispo anglicano Desmond Tutu sobre la esperanza en la reconciliación en su país, comentaba, en las horas más difíciles: "siempre veo el océano, y recuerdo que su inmensidad está formada por pequeñas gotas de agua". Ningún esfuerzo o iniciativa grupal o privada es vana para construir la tolerancia. Recientemente el papa Francisco ha reafirmado el valor de la "cultura de encuentro y del diálogo" como único camino hacia la paz. El tiempo y la historia nos han demostrado que el odio, la venganza, la crueldad y la arrogancia solo tienen una victoria efímera y pasajera. La tolerancia desde la verdad y la justicia es el "medio bondadoso" que permite la tutela y promueve la paz.
A veces la realidad nos lleva a dudar de la eficacia y la oportunidad de estos medios "bondadosos". Pero el papa Francisco nos recuerda: "la fe no es decorar la vida con un poco de religión (... ) la verdadera fuerza del cristiano son la verdad y el amor, la fe y la violencia son incompatibles, el cristiano no es violento, pero es fuerte".
La tolerancia es la forma concreta e histórica en que el cristianismo logra expresar el mandamiento del amor. No se puede amar al prójimo si en la práctica se le excluye o se le niega su espacio. La reconciliación en la Iglesia no es una prerrogativa o una concesión conferida a la misma. La reconciliación es el desarrollo de su misión en el mundo, de manera tal que ella no debe esperar a ser llamada a ningún proceso de reconciliación, ella tiene la obligación de emprenderlo en coherencia con su naturaleza y su misión en el mundo. La Iglesia es el espacio privilegiado para empezar el reconocimiento entre los hermanos fuera del ámbito de la confrontación partidista. Y debe no solo llamar a la reconciliación nacional sino hacerla posible desde sus bases.
La inercia que nos consume tiene que empezar a transformarse en la construcción de espacios comunes; la desesperanza debe encontrar cauces para convertirse en esperanza por una tolerancia que cree en la verdad y la justicia.
felixpalazzi@hotmail.com
@felixpalazzi

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lunes, 2 de septiembre de 2013

ALBERTO BENEGAS LYNCH (H), K. MINOGUE Y LA TOLERANCIA CON LOS INTOLERANTES

Después de la reunión regional de la Mont Pelerin Society, el 28 de junio del corriente año en vuelo desde las islas Galápagos a Guayaquil murió Kenneth Minogue con quien conservo correspondencia que aunque no frecuente, por cierto muy fértil. Puede discreparse con ese autor aquí y allá pero siempre deja una enseñanza en el contexto de su notable erudición y contagioso buen humor.

Kenneth Minogue
Su ensayo expuesto en esa reunión versó sobre el ingrediente del interés personal como elemento crucial en una sociedad abierta en cuyo contexto citó autores tales como Hayek, Naill Fergueson, Hume y Adam Smith en reflexiones jugosas, ilustrativas y confrontativas en las que puede revisarse y discutirse el uso de algunos términos como “egoismo” y “altruismo”. Cuando fui miembro del Consejo Directivo de la Mont Pelerin Society, se consideraron trabajos de aquel distinguido miembro y profesor emérito de la London School of Economics que ahora murió y que nos ilustraba sobre puntos que se pensaba incluir en programas académicos de esa entidad, específicamente sobre nacionalismo.

Hay una célebre entrevista que le hizo William Buckley en “Fire Line” a Mingue donde se recorren varios de los puntos característicos de la obra del pensador neocelandés que estudió en tierras australianas, pero el eje central de sus ideas liberales puede resumirse en una cita de su antedicha participación en la reciente y también mencionada reunión ecuatoriana. Allí concluyó: “Me parece que nuestra preocupación con los defectos de nuestra civilización se traslada en una tentación permanente pero  sumamente peligrosa de encargarle la rectificación a la autoridad civil de aquello que entendemos son imperfecciones sociales”.

En esta nota me quiero detener en un aspecto muy distinto, tratado por el profesor Mingue en el Libertarian Oxford Club en 2009. En esa oportunidad señaló que los sistemas en los que se impone un orden jerárquico para “establecer lo que es verdadero” se ubica frente a la cultura occidental en la que el eje central estriba en “los desacuerdos de prácticamente todo” pero en base al respeto recíproco.

No hay en esto último la arrogancia de los totalitarios de fabricar “el hombre nuevo” ni la perfección, que como ha dicho Friedrich Hölderin “de tanto intentar que la tierra se convierta en al paraíso la torna en un infierno” y como reza el proverbio latino a que tanto he recurrido: ubi dubiam ibi libertas(naturalmente, donde no hay dudas no hay libertad puesto que de antemano se sabe donde apuntar sin afrontar elaboración alguna para elegir). Pero aquí viene el tema que pienso abordar en esta nota vinculado al respeto recíproco en lo cual subyacen normas básicas que deben cumplirse  sobre las que hemos considerado de modo fugaz -y a mi juicio insatisfactorio- en la antedicha correspondencia con el profesor Mingue. El asunto es que debe hacerse con aquellos que apuntan no solo a no cumplir esas normas de convivencia sino a destruirlas. Esto es lo que Karl Popper denominó “la paradoja de la libertad”.

Veamos este asunto de cerca sobre lo que escribí antes y que surgió también en la mencionada conferencia de Mingue en Oxford como algo marginal sin que hubiera demasiada precisión, por lo que quisiera analizar el asunto desde cero y reformular este delicado asunto. Popper mantiene que “La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada incluso a aquellos que son intolerantes, si no estamos preparados para defender una sociedad tolerante contra la embestida del intolerante, entonces el tolerante será destrozado junto con la tolerancia […], puesto que puede fácilmente resultar que no están preparados a confrontarnos en el nivel del argumento racional y denunciar todo argumento; pueden prohibir a sus seguidores a que escuchen argumentos racionales por engañosos y enseñarles a responder a los argumentos con los puños o las pistolas” (The Open Society and its Enemies, Princeton, NJ., Princeton University Press, 1945/1950:546).

En la misma línea argumental, Sidney Hook apunta que “Las causas de la caída del régimen de Weimar fueron muchas: una de ellas, indudablemente, fue la existencia del liberalismo ritualista, que creía que la democracia genuina exigía la tolerancia con el intolerante” (Poder político y libertad personal, México, Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana, Uthea, 1959/1968: xv).

El problema indudablemente no es de fácil resolución. Giovanni Sartori ha precisado que “el argumento es de que cuando la democracia se asimila a la regla de la mayoría pura y simple, esa asimilación convierte un sector deldemos en no-demos. A la inversa, la democracia concebida como el gobierno mayoritario limitado por los derechos de la minoría se corresponde con todo el pueblo, es decir, con la suma total de la mayoría y la minoría” (Teoría de la democracia, Madrid, Alianza Editorial, 1987: vol.i, 57).

El tema de proscribir a los enemigos de la sociedad abierta tiene sus serios bemoles puesto que resulta imposible trazar una raya para delimitar una frontera. Supongamos que un grupo de personas se reúne a estudiar los Libros v al vii de La República de Platón donde aconseja el establecimiento de un sistema enfáticamente comunista bajo la absurda figura del “filósofo-rey”. Seguramente no se propondrá censurar dicha reunión. Supongamos ahora que esas ideas se exponen en la plaza pública, supongamos, más aún, que se trasladan a la plataforma de un partido político y, por último, supongamos que esos principios se diseminan en los programas de varios partidos y con denominaciones diversas sin recurrir a la filiación abiertamente comunista ni, diríamos hoy, nazi-fascista. No parece que pueda prohibirse ninguna de estas manifestaciones sin correr el grave riesgo de bloquear el indispensable debate de ideas, dañar severamente la necesaria libertad de expresión y, por lo tanto, sin que signifique un peligroso y sumamente contraproducente efectoboomerang para incorporar nuevas dosis de conocimiento.

La confrontación de teorías rivales resulta indispensable para mejorar las marcas y progresar. En una simple reunión con colegas de diversas profesiones y puntos de vista para someter a discusión un ensayo o un libro en proceso se saca muy buena partida de las opiniones de todos. Es raro que no se aprenda de otros, de unos más y de otros menos, pero de todos se incorporan nuevos ángulos de análisis y visones de provecho, sea para que uno rectifique algunas de sus posiciones o para otorgarle argumentación de mayor peso a las que se tenían. Se lleva el trabajo a la reunión pensando que está pulido y siempre aparecen valiosas sugerencias. Por otra parte, en estas lides, el consenso se traduce en parálisis. Nicholas Rescher pone mucho énfasis en el valor del pluralismo en su obra que lleva un sugestivo subtítulo: Pluralism. Against the Demand for Consensus (Oxford, Oxford University Press, 1993). Incluso la unanimidad tiene cierto tufillo autoritario; el disenso, no el consenso, es la nota sobresaliente de la sociedad abierta (lo cual desde luego incluye, por ejemplo, que un grupo de personas decida seguir el antedicho consejo platónico y mantener las mujeres y todos sus bienes en común pero sin afectar a terceros).

Sidney Hook sostiene que “una cosa es mostrarse tolerante con las distintas ideas, tolerante con las diversas maneras de jugar el juego, no importa cuan extremas sean, siempre que se respeten las reglas de juego, y otra, muy diferente, ser tolerante con los que hacen trampas o con los que están convencidos de que es permisible hacer trampas” (op. cit.: xiv). Pero es que, precisamente, de lo que se trata desde la perspectiva de quienes no comparten los postulados básicos del liberalismo es dar por tierra con las reglas de juego, comenzando con la institución de la propiedad privada. En este sentido recordemos que Marx y Engels sostuvieron que “pueden sin duda los comunistas resumir toda su teoría en esta sola expresión: abolición de la propiedad privada” (“Manifiesto del Partido Comunista”, en Los fundamentos del marxismo, México, Editorial Impresora, 1848/1951:61) y los fascistas mantienen la propiedad de jure pero la subordinan de facto al aparato estatal, en este sentido se pronuncia Mussolini: “Hemos sepultado al viejo Estado democrático liberal […] A ese viejo Estado que enterramos con funerales de tercera, lo hemos substituido por el Estado corporativo y fascista, el Estado de la sociedad nacional, el Estado que une y disciplina” (“Discurso al pueblo de Roma” en El espíritu de la revolución fascista, Buenos Aires, Ediciones Informes, 1926/1973:218, compilación de Eugenio D`Ors “autorizada por el Duce”: 13).

No se trata entonces del respeto a las reglas de juego sino de modificarlas y adaptarlas a las ideas de quienes pretenden el establecimiento de un estado totalitario o autoritario. Esto es lo que estamos presenciando en estos momentos en el llamado mundo libre. Tolstoi escribió que “Cuando de cien personas, una regentea sobre noventa y nueve, es injusto, se trata de despotismo; cuando diez regentean sobre noventa, es igualmente injusto, es la oligarquía; pero cuando cincuenta y uno regentean a cuarenta y nueve […] se dice que es enteramente justo ¡es la libertad! ¿Puede haber algo más gracioso por lo absurdo del razonamiento?” (“The Law of Love and the Law of Violence”, en A Confession and other Writings, New York, Penguin Books, J.Kentish, ed., 1902/1987:165). Y tengamos en cuenta que regentear es dirigir y mandar, por ende, en nuestro caso, la concepción original de democracia desde Aristóteles en adelante -con todas las contradicciones de las distintas épocas- se refería a la libertad como su columna vertebral lo cual, como queda dicho, ha sido abandonada y sustituida por expoliaciones reiteradas a manos de grupos de intereses creados en alianza con el aparato estatal.

Vilfredo Pareto ha puntualizado que “El privilegio, incluso si debe costar 100 a la masa y no producir más que 50 para los privilegiados, perdiéndose el resto en falsos costes, será bien acogido, puesto que la masa no comprende que está siendo despojada, mientras que los privilegiados se dan perfecta cuenta de las ventajas de las que gozan” (“Principios generales de la organización social”, enEstudios sociológicos, Madrid, Alianza Editorial, 1901/1987:128). Este tipo de reflexiones eventualmente hace pensar si en última instancia los procedimientos en vigencia no serán una utopía liberal imposible de llevarse a la práctica puesto que con solo levantar la mano en la Asamblea Legislativa pueden derrumbarse todas las vallas pensadas para mantener el poder en brete. Esta preocupación se acrecienta debido al fortalecimiento de los incentivos de ambas partes en este intercambio incestuoso de favores. Y no se trata en modo alguno de adoptar otros procedimientos sin más, sino de invitar calmadamente a todos los debates abiertos que resulten necesarios y a la eventual aceptación de otras perspectivas consideradas más fértiles.

La sabiduría de los Padres Fundadores en Estados Unidos previeron ese problema por eso hablaban del sistema republicano y no de democracia y, sobre todo, a través del federalismo que maximiza la descentralización y el fraccionamiento del poder pero, aparentemente, con el tiempo, la fuerza centrípeta del gobierno central absorbe funciones de modo creciente. Esto ocurre a pesar de la competencia fiscal entre las distintas jurisdicciones y de que el financiamiento del gobierno central estaba originalmente en manos de esas jurisdicciones. Por eso es que el liberal debe siempre tener presente que el conocimiento es una ruta azarosa que no tiene termino, abierta a refutaciones y corroboraciones que son siempre provisorias.

Por esta razón, por la higiénica política de siempre dejar despejados caminos posibles aún inexplorados, resulta clave el prestar la debida atención nuevos aportes y sugerencias para maniatar al Leviatán, temas que estaban siempre latentes en los trabajos de Kenneth Mingue aunque no siempre se coincida con sus perspectivas. En todo caso, se ha ido un intelectual propiamente dicho, es decir, alguien que ejercía la crítica e invitaba a pensar.

El problema central aquí planteado es de gran relevancia y refuerza la imperiosa necesidad de estudiar y difundir los principios de una sociedad abierta al efecto de comprender la urgencia de apuntalar marcos institucionales que imposibiliten el uso de la fuerza agresiva y mantenerla exclusivamente para propósitos defensivos. Y desde luego esto no es una operación que se hace de una vez y para siempre sino que requiere la permanente renovación de aquellos estudios y difusión para así contar con una vigilancia sin interrupciones.


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domingo, 4 de noviembre de 2012

PEDRO PAÚL BELLO, DEMOCRACIA IV

La democracia, para ser lograda cabalmente, supone un saber que, puesto al servicio de la voluntad de generar  --en la mayor parte posible de los miembros de la Sociedad--   una sólida conciencia que, de particular entre pocos de ellos, se haga colectiva y capaz de orientar la conducta social de la manera más eficaz, en el sentido de lograr la realización cierta de proyectos y actitudes del todo social, a fin de que la gran mayoría de toda la población alcance su propio desarrollo personal y contribuya al logro del desarrollo colectivo.

A falta de ello, cuantos llamados de alarma y atención hicimos abundantes pocos ciudadanos para que el país y su dirigencia política de entonces  --quizá acostumbrados a tiempos cómodos, vividos en verdadera democracia, con errores pero siempre perfectible como todo lo humano--   reaccionara con fuerza y conjurase la amenaza, ya manifiesta desde 1992, que con el propósito protervo de hacer de la libertad opresión y de la democracia espantosa tiranía, urdiera quien desde hace 14 años así gobierna a este noble pueblo venezolano. 
La Venezuela amante de paz está hoy emplazada, por fuerza de los hechos, a defenderse con el coraje y la valentía que le ha caracterizado desde que es Nación. Pero más allá de eso y por eso mismo, es menester fortalecer y elevar al pueblo, cuyos integrantes sin excepciones excluyentes, por ser personas y parte de esa realidad que es el pueblo, son sujetos de derechos y deberes civiles y políticos.
Hay dos elementos que es menester conocer y practicar para realizar ese indispensable propósito:
a)   Lo primero es aprender a asimilar el pasado como parte inseparable de lo que somos, pues integra nuestra identidad y el propio ser.  La realidad de que el pueblo es, como decía Don Mario Briceño Iragorry, “parte de un proceso que viene de atrás.”[1] Se trata de rescatar de ese pasado todo lo que de válido y vigente tiene:   valores, hechos, actitudes, propuestas y acciones que venezolanos, en singular o en colectivo, realizaron y ejecutaron en momentos y circunstancias precisas, sin atender a compromisos o inclinaciones personales, sino orientados por el bien general.
b)   En segundo lugar tenemos todos que entender la indispensable necesidad de la tolerancia. En efecto, la tolerancia es resorte amortiguador fundamental para asentar toda Sociedad y todo orden civilizado. Es además, la tolerancia, el principal recurso para oponerlo a la negación en un país, como el nuestro, que ha vivido siempre de negación en negación: comenzamos por negar a España, como si tres siglos no hubiesen dejado huellas en mentes, conciencias y espíritus de los venezolanos de entonces y del presente. Después, la negación siempre fue de lo anterior, fuese político, económico o social ¿No fue acaso negado el Libertador y por más de diez años impedido que su cuerpo mortal entrase en su Patria?
Por otra parte, es en tiempos de escepticismos, de crisis de valores y de fe, cuanto necesario es el sembrar, en conciencias de nuestros ciudadanos, las ideas de la permanencia de los valores y de la defensa de las convicciones. Vivimos tiempos muy difíciles; tiempos cuando los ciudadanos tenemos la responsabilidad indeclinable de formar nuestra gente;  de ayudar a nuestro pueblo para que se mire a sí mismo, pues “él es historia viva que reclama voces que le faciliten su genuina expresión… Debemos ayudarle, no a que grite, como aconsejan los demagogos, ni a que olvide sus desgracias, como indican los conformistas del pesimismo, sino a que reflexione sobre sí mismo, sobre su deber y su destino.[2] Ayudarle también a superar la subestima que le degrada y fomenta el aislamiento y la evasión de sus responsabilidades ciudadanas. Todo esto implica, para tener éxito en ese propósito, entender que es indispensable enseñar.
¿Enseñar qué?
Por una parte, es necesario enseñar y hacer conocer las estructuras e instituciones de nuestra Sociedad Nacional;  la realidad que somos, sus raíces y las proyecciones que nos pueden lanzar a un devenir de progreso y de paz;  las tendencias que existen para eliminar lo negativo y realizar en profundidad lo positivo; nuestras urgencias; nuestras posibilidades reales para avanzar y también nuestras imposibilidades actuales para no proyectar sueños inalcanzables.  Enseñar a aprehender nuestro ser nacional mostrado en su totalidad. Eso todo es lo que se debe conocer para que, a partir de tal saber, podamos actuar con acierto y no improvisar nunca más.
Tal conocimiento desterrará definitivamente, de nuestras mentes, tópicos que se repiten y se presentan como verdades inconcusas, pese a que carecen de validez y son inservibles pues no tienen fundamentos:  Aquello de creer que “somos un país riquísimo”; o “tener el mejor puente del mundo”; “la mejor red de autopistas”, o la “moneda más fuerte que existe”.  También el inventar “panaceas milagrosas”, como en el pasado relativamente reciente fueron “el pacto social” o “la participación” que, si bien aprovechables en ciertas circunstancias, muy poco significan como esfuerzos para profundizar  a fin de fundar realidades sobre el verdadero ser de nuestra entidad histórica y actual. Lo peor es que, cuando fracasan unas “panaceas,” se sale a buscar otras peores como este falso y engañoso “socialismo del siglo XXI”, que no hace sino reproducir el cúmulo de frustraciones que siempre ha arrastrado, en su historia, toda la vida de nuestra Nación.
Se ha hablado en el pasado y en el presente de un “proyecto de país”; sobre ello mucho hecho hay que es realmente valioso. Pero la clave de nuestro histórico problema de país, es el desconocimiento de nuestro pueblo   --entendido no a lo populista o demagógico, sino como conjunto de todos los ciudadanos--   de sus verdaderos intereses y reales necesidades. Cualquier “proyecto de país” que no dirija a un pueblo que sabe y no ignora sus verdaderos intereses, está condenado a caer en el vacío como cayeron los anteriores proyectos en 1811, 1819, 1830, 1858, 1864, 1870 … 1899 … 1945 … 1952 … 1999 …
Los principales y fundamentales intereses.
El principal y fundamental interés es que cada venezolano tenga conciencia de ser persona humana y sepa hacer respetar su eminente dignidad que como tal posee.
Para saberlo, debe entender, elemental y simplemente, qué es eso.
Por tanto, es indispensable ayudarle a saber: esto es, enseñarle, de manera simple y elemental, pero clara, en qué consiste esa dignidad; de dónde proviene y para que la posee. Cada venezolano debe saber y entender que, la persona humana que él es, no es obra de casualidad alguna o de accidente afortunado, sino que su existencia como persona tiene una causa que es la voluntad del Creador; de su Creador que le dio vida, y al dársela le hizo persona; al hacerlo persona le hizo inteligente; le dio razón para pensar y actuar con una libertad interior que le hace dueño y responsable único de todos sus propios actos conscientes. Que le dio un conocimiento natural que le permite, aún en sus posibles y reales pobreza e ignorancia, distinguir entre el bien y el mal; entre lo que está bien hacer y lo que no lo está. Que ese conocimiento lo orienta, naturalmente, hacia la realización del bien y el rechazo del mal, pero que la libertad interior que el Creador le dio, le deja actuar según su propia voluntad, pues sus actos no están determinados. De ellos habrá de dar respuesta a su Creador y también a las instancias jurídicas de la tierra en la que nació, que es su Patria, o la que libremente haya elegido para vivir.
Debe saber también que, aunque no lo crea “por ahora”, que el Creador le dotó de un potencial inmensamente grande de capacidades para entender; crear; analizar; juzgar; apreciar; etc., que puede aplicar en los campos que desee del quehacer humano. Qué el Creador hizo deliberadamente que su creación de la Tierra quedara incompleta, para que él mismo y cada una de sus creaturas humanas participaran libremente en la tarea que les dejó para complementar Su Creación, pero que el hombre o la mujer no están obligados a hacerlo porque sus voluntades son libres.
Debe saber que el humano es un ser sociable por naturaleza y no por razón de pactos o contratos algunos.  Que en la Sociedad, que constituya con sus semejantes, debe encontrar, como todos aquellos, condiciones indispensables para poder realizar el desarrollo del potencial que todos hemos recibido al ser creados por Dios.  En esa Sociedad, todos han de ejercer, para garantizar el desarrollo del mencionado potencial, una libertad externa distinta a la interna también conocida como “libre albedrío”. Pero la diferencia entre ambas libertades, la interna y la externa, es que la primera es un regalo de Dios a todas sus creaturas humanas, mientras que la segunda, la externa o de independencia, debe ser conquistada por las personas en el seno de sus propias Sociedades. Por tanto, hay que saber como, a veces, es indispensable luchar hasta lograrlo.
Inmediato a los conceptos de libertad está el de justicia, que significa que, en las relaciones con las demás personas, cada cual merece recibir lo que le corresponda y que, por tanto, cada cual debe también respetar y hacer respetar la justicia respecto a él mismo y respecto a los demás, lo que normalmente se hace ante quienes tienen la responsabilidad otorgada para dirigir la Sociedad como gobierno. Es esa otra lucha que hay que dar.
Todos los seres humanos somos, como personas, esencialmente iguales en dignidad; sin embargo, existencialmente, todos los seres humanos somos radicalmente diferentes, al punto que el fenómeno humano que cada persona es, resulta único e irrepetible en la tierra y en el cosmos todo y por los siglos de los siglos.  Además, hay otra forma de igualdad que es la de oportunidades, la cual se desprende de la igualdad esencial pues, en medio de las diferencias de las realidades individuales, existe esa igualdad y, en virtud de ella, todos los miembros de la Sociedad poseen el derecho a que ésta les garantice la posibilidad de realizar su propio desarrollo personal cuyo potencial reside en los dones del Creador y que debe ser alcanzado,  por cada cual, de manera libre y voluntaria.
Son las anteriores algunas nociones básicas que, con otras, constituyen la base y fundamento de los intereses de una población, sin lo cual no tendrá capacidad para reclamar y defender sus derechos ni cumplir sus deberes, así como tampoco podrá satisfacer las fundamentales necesidades propias del hecho de ser humano.
Por otra parte, no se trata  --como algunos dicen o pretenden--   de desterrar el discurso ideológico y sustituirlo por “acciones eficaces” para hacer “auténtica” política, en el entendido de que el discurso ideológico no es una monserga de disparates inventados para, con demagogia, encantar masas ignorantes deslumbradas por el “carisma” de algún personaje seductor; ni tampoco es el construir mitos o utopías sobre supuestas realidades sociales, políticas o económicas que, o son aventuras simples de la imaginación o mecanismos de engaño para lucrar con peculados y saquear los bienes de una Nación. Es cierto, sin embargo, que el debilitamiento de la función política, en Venezuela y en todas las  latitudes del planeta, tiene mucho que ver con la confusión y el desprestigio que, sobre tan necesaria, noble y laudable actividad, han propiciado la demagogia, la inventiva sin metas ni fundamentos y la carencia de sólidas bases de pensamiento de la mayor parte de aquellos que asumen hacer política, más por calculado interés que por una verdadera vocación de servir.
En gran parte mayoritaria de la tierra, los pueblos están ávidos de políticas responsables, pero ignoran cuales han de ser sus contenidos esenciales. De lo que se trata es de hacer política sin demagogia que se abra verdaderamente a la participación de los ciudadanos, de las sociedades intermedias y de las instituciones sociales privadas y públicas. Acciones políticas que desarrollen diálogos serios y responsables, en los que se pueda introducir el discurso ideológico sin pretensiones de creer tener la verdad única en el orden contingente de lo temporal. Espacios en los que el liderazgo asuma tareas de gobierno para realizar técnicas eficaces y tenga el consenso que procede de respetar acuerdos y normas por todos asumidos en función del Bien Común y no de intereses grupales o individuales.
En el presente, la verdadera democracia tiende a ser confiscada por la práctica, de muy confuso significado, que llaman “antipolítica,” cuya práctica parece servir sólo para liquidar el verdadero ejercicio democrático. Pero los venezolanos no podemos permitir que se extinga para nosotros la democracia. Contamos con un nuevo liderazgo generacional, joven y honesto, dispuesto a luchar sin tregua para defenderla y desarrollarla a fin de hacer, de esta Patria nuestra, una verdadera y bendita Tierra de Gracia.
Si hay camino, si hay futuro, si tendremos de nuevo democracia.
[1] Briceño Iragorry, Mario. “Mensaje sin Destino.” Obras Selectas. Ed. EDIME, Madrid-Caracas, 1954, pg. 489.
[2]  Idem.  Pg, 520.

ppaulbello@gmail.com

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martes, 24 de julio de 2012

EDDIE A. RAMIREZ S., ¿NEGOCIACION POLITICA?

Las últimas concentraciones políticas de la alternativa democrática y del oficialismo ratifican que nuestro país está dividido en dos partes, con apenas un 2% a nuestro favor de acuerdo a las últimas elecciones. 

El lenguatón pretende volvernos polvo cósmico. Nuestro candidato Capriles predica el cese de las descalificaciones, la convivencia y la participación de todos para poder avanzar. ¿Cabe alguna negociación?  

Las amenazas del teniente coronel no son nuevas,  sino algo que repite a diario y enfatiza en las cercanías de los procesos electorales.  En catorce años no ha logrado doblegarnos, ni establecer su programa socialista a lo Fidel. Su fracaso en imponer un Totalitarismo Siglo XXI se debe a la resistencia ofrecida por una sociedad que no se doblega. La lucha ha sido permanente y hemos apelado a todas las herramientas que permite la Constitución. Esas acciones avivaron la llama de la libertad e impidieron  que el autócrata nos aplastara, aunque no evitaron los atropellos, ni sus triunfos electorales valiéndose del poder del Estado.
 
Hoy estamos próximos a una nueva elección en la que tenemos muchos puntos a favor por contar con un candidato que le  llega a la gente, que tiene un discurso incluyente y un plan de gobierno que permitirá la reconstrucción del país. Sin embargo, la alternativa democrática tendrá que enfrentar muchos obstáculos colocados con la permisividad de los cuatro rectores del CNE identificados con el totalitarismo. Además, debemos reconocer que el candidato del odio tiene todavía millones de seguidores de buena fe, pero también unos cuantos malandros dispuestos a todo. 
El 7 de octubre el resultado lo decidirán  quienes todavía están dudosos sobre el candidato de su predilección. Confiamos en que se inclinarán por Capriles para abandonar el pasado y tener la esperanza de alcanzar la calidad de vida  que ofrece un candidato joven, preparado para gobernar   y sin resentimientos. El triunfo del flaco no será aplastante por lo que, mientras se evidencian los logros de su gestión, el país   seguirá dividido. Estas circunstancias y las promesas de nuestro candidato de gobernar para todos determinarán la necesidad de negociaciones políticas de altura para lograr la convivencia. Difícilmente esas negociaciones se   podrán iniciar antes del 7 de octubre, como sería lo deseable, ya que para las partes sería una señal de debilidad. Sin embargo, mientras llega esa fecha, no podemos permanecer con los brazos cruzados observando el deterioro de la convivencia. Lo procedente es tender puentes para garantizarle al adversario político que debemos tolerarnos.

Como  en botica: 

  1. El embajador chavista en Panamá,  Durán Centeno, declaró que el 90% de los venezolanos que están en el exterior es “porque tienen problemas con la justicia”¡Qué  riñones! 
  2. La Policía Nacional tiene “órdenes superiores de no ingresar al 23 de enero”. 
  3. El de Sabaneta declaró que seremos exportadores de leche y de maíz,  rubros en los que no tenemos ventajas comparativas, ni competitivas. 
  4. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados! 


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