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sábado, 24 de octubre de 2015

PEDRO RAÚL VILLASMIL, PEDRO PAÚL BELLO, UNA ANGUSTIOSA REFLEXIÓN POLÍTICA SOBRE VENEZUELA.

PEDRO PAÚL BELLO
Después de concluido el siglo XVIII y una vez finalizado el gobierno de Juan Vicente Gómez, a partir del mandato presidencial del designado por éste, el Gral. Eleazar López Contreras, el país comenzó a acceder al progreso y a la modernidad,  pero no tuvieron loa venezolanos que pagar la cuota de sudor y sacrificios que todo pueblo, que aspire a entrar con plenitud en un proceso de creación, debe pagar. Después del año 1920, en tiempos del gobierno de Juan Vicente Gómez, había ya apareció el “maná petrolero”, cuya presencia histórica no ha servido sino para aprovechar ese pago, y nos enajenó el arresto para levantar al país con esfuerzos propios, permitiendo así que fracasaran esos esfuerzos,  lo que nos llenó de falsas apariencias, de exotismos y mistificaciones que, a muchos, significó eludir o minimizar las necesarias faenas de la vida cotidiana que, precisamente, conducen  a los pueblos que las realizan al alcance de su propio desarrollo.  

PEDRO RAÚL VILLASMIL
No ignoramos los venezolanos que, desde la conquista española y hasta hoy, nuestra historia ha sido una secuencia de actos menguados; un permanente viacrucis, para intentar superar la aberrante dicotomía, siempre establecida, entre quienes fueron propiciadores y alentadores de un futuro digno y con profundas transformaciones, y quienes se dedicaron y contentaron sólo a mirar hacia atrás; entre quienes pretendieron cumplir acciones de estabilidad y de permanencia, y aquellos aconteceres que, por propias instancias o por deliberados procederes han sido máscaras de indeseables crisis y fracasos; entre los cambios que ocurren en la estructura social y los que pertenecen a la pobreza con menoscabo de las necesidades y aspiraciones humanas; entre la creación y la entelequia; entre la máscara de la mentira y la realidad de la verdad; entre la explotación y la opresión o entre la libertad de la paz y  el temor hacia el opresor.

Sabemos que nuestra realidad política ha estado siempre condicionada por algunos parámetros, en especial tres:

1º Desde antes de la aparición y explotación del petróleo: por una estructura económica que, en razón de ser de carácter dependiente, nos puso a figurar, por la anterior división internacional del trabajo, como país proveedor de materias primas a los países más industrializados: trátese de cacao, café, y otros como ejemplos de productos en tal sentido principales.

2º El petróleo:  al principio de su explotación formal en Venezuela, se le consideró como una renta: en el presente que vivimos, pareciera irse convirtiendo en un bien que, en Venezuela, puede ahora agotarse en un tiempo determinado y tal vez corto, en razón del mal uso del mismo, por haberlo despilfarrado en los largos y últimos tiempos. Durante el gobierno de Gómez, el Dr. Vicente Lecuna, en contradicción con la tesis de Alberto Adriani,,quien proponía que los propietarios de las tierras bajo las cuales se encontraba,  petróleo pudieran recibir la renta derivada de este producto, consideraba que esa renta debía ingresarla el Estado, quedando así en manos del gobierno nacional sin tener presente que, en los Estados Unidos, aquellos propietarios de tierras bajo las cuales se encerraba el llamado “oro negro”, lo utilizaban como renta que les permitía desarrollar tierras e industrias que les generaban, además de riquezas, posibilidades de realizar diversos desarrollos en beneficio del país.

3º Nuestros particulares rasgos antropológicos:  éstos han hecho que una importante mayoría de venezolanos tengamos un espíritu individualista, que en nuestra historia posterior a la Independencia, hizo germinar  --a lo largo del tiempo--  un caudillismo incontrolado, a cuya vera, sea por mezquinos intereses de un grupo en gobiernos autocráticos o totalitarios; o por políticos en gobiernos supuestamente democráticos (aunque no todos), no se han preocupado por atender las necesidades fundamentales que la Patria, en cada etapa, siempre ha reclamado. Esta realidad, por cierto bien contraria para lograr una verdadera solidaridad colectiva, ha siempre impedido que nuestra marcha sea hacia adelante contribuyendo –en buena parte--  para que no sea un bien derivado de la entrega y del desprendimiento común, sino de intereses y de injerencias de factores extranjeros de decisión y explotación realizadas a espaldas de los ciudadanos.  De ello ha derivado la fatal y pésima costumbre según la cual cada uno piensa en lo suyo y no en su país, y ello, en nuestra Venezuela, ha esterilizado las ideas y, al propio tiempo, ha desarrollado la imposibilidad de despertar una mística de trabajo, de luchas y de entregas, en virtud de las cuales cada venezolano, por pequeño que fuere su aporte, sintiera que lo que da es la suma del todo, y que ello resulta lo indispensablemente necesario para impulsar su propio e independiente desarrollo, así como el de nuestra Patria.   

Lo frecuente es que, por tales faltas o carencias, muchos piensen y actúen en favor de sus intereses y no de Venezuela, por lo que prevalecen apetencias de personas y grupos, lo que ha impedido la posibilidad de despertar una verdadera mística del trabajo, de lucha y de entrega, por las cuales muchos venezolanos, por pequeños que fuesen sus aportes, sintieran que lo poco que puedan dar se suma con lo que dan todos y, así, se convierte en una gran suma indispensable para impulsar un desarrollo nacional propio e independiente.

Pero el telurismo, es decir, la influencia del suelo de una comarca sobre sus integrantes, lo aldeano, la ambición primitiva que se convierte en componenda, el halago y la ganancia como razón prioritaria de vida, se han erigido como factor indispensable de muchos gobernados y gobernantes a lo largo de nuestra historia.

LOS INSTINTOS ORGIÁSTICOS DEL PETROLEO.

El sistema que hoy nos rige, como más arriba se dijo, nació bajo “los instintos orgiásticos del petróleo”, como dijera Mario Briceño Iragorry, del viscoso vellocino que la astuta inteligencia del Jasón montañéz llamó a domesticar para convertirlo en un suculento maná de identidad nacional. En una auténtica riqueza adventicia que, por tal, convirtió a Venezuela en un “país portátil”, en un territorio vago de una vaporosa ilusión, en una sombra, con la cual devino realidad –por la magia y el sortilegio--  el mito del dorado. La presencia de este “excremento del diablo”, hizo que a partir del momento en que el Zumaque tiñó de negro las tierras ardientes del Zulia, Venezuela quedara estigmatizada como país petrolero.

Fue entonces, cuando los sistemas económicos internacionales comenzaron a interesarse en Venezuela, a suscitar una dinámica agresiva de inversiones y de colocación de capitales para derivar pingües ganancias de tan “valioso talismán”. Circunstancia cuando a Venezuela se le abrió, con los Estados Unidos y otros países del mundo, la posibilidad de alcanzar una pujante sacudida de sus estructuras económicas que presagiaba un despegue sostenido y elevado desarrollo bajo la influencia de esos grandes inversionistas. Esa cotizada materia prima, salvó al país de la baja que sufrieron los precios de los productos agrícolas como el café y el cacao, que hasta entonces venían nutriendo las arcas del fisco nacional. En este sentido, fue compensada esa baja de las materias primas por el elevado valor que alcanzó el petróleo en el comercio internacional, por la necesidad que de él requerían los países avanzados para poder mover los engranajes de sus grandes industrias. Esto permitió, entonces, que Venezuela alcanzara un crecimiento como nunca otros países en desarrollo lo conocieran. 

El 23 de enero de 1958 marcó, dentro de esa sucesión cíclica en la  que ha discurrido nuestra historia  -entre posturas monocráticas  y democráticas--  lo que pareció que una nueva era llegaba para la democracia venezolana. Aquel movimiento de entonces, cargado de fe y de entusiasmo popular, esencialmente respondía a la evidente necesidad, que tenía entonces el país, de consolidar un clima de libertades al socaire del cual se realizaran reformas sociales y económicas para favorecer los numerosos sectores de población indigente que, entonces, vivían a las ancas de una dictadura en la cual sólo los gobernantes y sus favorecidos mandaban.

A partir de entonces, y habiendo adquirido importancia numerosas organizaciones, muchas de las cuales aparecieron por vez primera, se agruparon sectores diversos de la población del país, como los obreros, campesinos, empleados, estudiantes, etc., con lo que apareció y cobró sentido una nueva forma de participación política y de presión social, que, con sus presencias y actuaciones despertaron una conciencia reivindicativa, pero no demagógica, sino ajustada a las necesidades de las personas, lo que condujo a un más justo reparto de las riquezas, así como mayor impulso respecto al trabajo.  

Después de haberse asomado y concretado, en algunos aspectos, la gran importancia que alcanzaba la diversificación de las exportaciones, cuando Guayana constituyó el primer foco para que se profundizara la creación de la gran industria pesada, de la que derivaría esa otra gran materia prima que es el hierro, se cambió lo que entonces se había programado, para acogerse a la línea programada por la Cepal, dirigida por Previch, de la sustitución de importaciones a la que, en mala hora, se sometieron Venezuela y otros muchos países.  Lamentablemente y por no haber seguido la política de las grandes industrias que arrancaron bajo la tutela y el motor de la Corporación Venezolana de Guayana, con Sidor y demás empresas productivas, al orientase el desarrollo económico hacia adentro, con un acelerado proceso de sustitución de importaciones, la política comercial fue dirigida hacia un proteccionismo exacerbado que culminó en elevadas barreras arancelarias, se aislaron los mercados y disminuyo sensiblemente, tanto el crecimiento como la producción industrial, para limitar todo a pequeños y aislados mercados, con costos elevados y baja productividad, lo que imposibilitó la verdadera diversificación de exportaciones, que era la única y verdadera salida a largo plazo. Lamentablemente, la falta de visión para entender esta salida, condujo hacia el estrangulamiento del sector externo, puesto que la cuenta de la balanza de pagos se fue haciendo deficitaria, ya que cubría la diferencia que equilibraba esa balanza.

Por otra parte, debido al reducido tamaño de las empresas, normalmente medianas y pequeñas, en vez de grandes como era necesario  puesto que sólo se orientaban hacia el mercado interno, lo cual vino a contradecir y eliminaba los logros de la industrialización.   Grabe fue haber eliminado el fondo de inversiones, que se alimentaba del remanente que en las épocas de vacas gordas, cuando el petróleo aumentaba de precio, que hubiera podido perfectamente bien utilizarse para invertirlo ora en actividades productivas (la industria pesada) ora para tenerlo como proveedor del país en los tiempos de vacas flacas. La mentalidad dilapidadora y corrupta, tanto de los partidos políticos como de su dirigencia –sin ética, sin talento, sin probidad ni patriotismo--  hizo que todo deviniera en un ambiente de simulación, de astucia, de tapujos y de maulería.  En una palabra, para buscar el instalar y atender los grandes proventos que les daban la ganancia fácil, perversa e inmoral. De esta manera, todo se transforma en sinecura, carpetazos y, sobre todo en un “derecho” a la comisión del porcentaje.  

LA CRISIS ACTUAL.

Es un hecho ”patognomónico” (termino que se aplica a los síntomas, que por ser exclusivos de una sola enfermedad, sirve para caracterizarla)  que Venezuela vive hoy una hora de profunda decadencia. Hay que convenir, para no engañarse, que la democracia que todos los venezolanos deseamos no pasa de ser ahora más que una esperanza. Con este lastre hemos entrado nuevamente en campaña electoral y la única manera de hacerla realidad es afrontarla asumiendo los valores que la verdadera democracia encierra, que son: la justicia, el derecho, la verdad y la libertad, que para lograrlos require de voluntad, perseverancia y coraje, así como un elevado grado de moralidad, desprendimiento. Ahora bien, si queremos alcanzar lo que la democracia auténtica exige, tenemos que empezar por darle contenido a una ética distinta de la que entorno a la fecundidad del dinero ha propiciado “particularmente” la cultura petrolera. Crear en nuestra población una fuerza moral del servicio que proscriba la tendencia ya generalizada en el venezolano, sobre todo, cuando ejerce un cargo público, a comercializar sus relaciones en provecho personal  –mal endémico e histórico del cual, no nos hemos podido desprender--  y a traficar con el poder exhibiendo, con ruidosa ostentación, un boato que le niega entregarse, desinteresadamente a los fines y necesidades colectivas. En otras palabras, sí queremos de verdad salvar la verdadera democracia hoy en crisis, y convertirla en un verdadero instrumento de liberación popular, tenemos que elevar a la gente, al pueblo, a las personas de todo rango, para que se inserten en nuestro proceso histórico, críticamente.  Proponerle, por medio de una educación profundamente humana, una reflexión formativa sobre sí mismo y sobre los valores que lo enajenan y lo corrompen, para que conscientemente  pueda ir reemplazando los estímulos materiales por estímulos morales, con los cuales poder desafiar el fetichismo crematístico, y adquirir confianza en sí mismo bajo la convicción de que, si conoce su tiempo y sus responsabilidades, llegue a convertirse, como pueblo,  en factor determinante para alumbrar valores nuevos y crear el auténtico clima cultural y espiritual que Venezuela necesita, para que esta auténtica democracia no vuelva a fracasar.

DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS.

Insensiblemente, se fue cayendo en el país en una suerte de inercia social; en una profunda anarquía que ha arrastrado, a los partidos políticos y a sus dirigencias, incapacitándolos para servir a las dos dimensiones sustanciales del  tiempo: pasado y futuro, limitandolos para diseñar un proyecto de país a la altura del tiempo en que vivimos. Así, llegamos a una etapa en que ya no es posible salvar este sistema, porque una pesada estolidez invadió tanto a las dirigencias, a los partidos y a otras instituciones apolilladas por la farsa política que instaló el cinismo en la vida social del país, creando un clima de irrespeto y de ofensa, de menosprecio y de desdén que flagela las fibras más sensibles de la dignidad humana.

En este sentido, se impone promover nuevas dirigencias y nuevos partidos políticos, nuevas instituciones liberadas del dominio del ejecutivo; crear verdaderas sociedades intermedias que fueran el gozne esencial de Estados independientes respeto al poder ejecutivo.  Además, es menester que uno de los verdaderos fines propios de una verdadera democracia, sea la independencia de los Estados Nacionales, así como que todas las comunidades se reconozcan entre ellas de manera independiente según la sentencia de Santo Tomas, que llama a que cada persona singular, sea respecto de la comunidad “como la parte respecto del todo.”  Luego lo esencial es que, tanto las dirigencias como los partidos políticos, hagan posible que se cumpla una determinada voluntad de las mayorías;  lo esencial es que el Bien Común General de la Nación triunfe.
La mayoría numérica puede desear la injusticia, la inmoralidad, el fraude, la mentira; puede incluso hasta querer destruir la historia del país apelando a una supuesta soberanía, pero entonces, esta soberanía no sería más que una verdadera aberración.

CREAR UN NUEVO PAÍS.

A la luz de estas ideas, se impone con especial urgencia crear un nuevo País, pero no por pose o conveniencia, sea de un partido, de un grupo o de un caudillo, sea movido por intereses ideológicos o de otra naturaleza, dañinos y perversos. Un nuevo país, si, que le devuelva al alma del venezolano su fuego, su llama y su luz; su corazón caluroso. Un nuevo país con unas dirigencias, unos partidos y unas instituciones que recobren su talante febril e impetuoso; que sepan decir con fe lo que sienten, capaces de engrandecerse ellos mismos y al país. Un nuevo país vivo y consciente de su presente y preparado para su futuro, que llame a recorrer su órbita impulsado por un movimiento astral. Un nuevo país cuya gente nunca más se preste a vivir del instinto logrero, que es vivir de la patraña, del atropello y de la mentira constitucional. Que aborrezca el oficio de gestor de pre-vendas, canongias y negocios para lucrar en comanditas con los miembros agazapados de sus intocables cenáculos. Una nueva y decorosa dirigencia que se entregue con escrupuloso espíritu de servicio a ser genuinos intermediarios entre el Estado y la Sociedad Civil. Una nueva y eficiente dirigencia que, en funciones de gobierno, haga que el Estado cumpla una de sus tareas más importantes como es alcanzar, con la población, “la unidad superior de lo diferente”, esto es el Bien Común General, programando e impulsando el desarrollo de todos los venezolanos y de cada venezolano, no como casi siempre ha sido: dividiendo para reinar y prevaricando y dilapidando las riquezas a su real saber y entender.  Una dirigencia que lleve a cabo la importante tarea que impone articular la Nación en unidad política con sus comunidades naturales, a fin de que cada uno de sus miembros pueda alcanzar, personal y colectivamente, cabal y elevado perfeccionamiento. En fin, una nueva dirigencia que, por su patriotismo, acuda a fecundar la simiente de Heráclito. A participar del espíritu del morir y el renacer. A encontrar una salida dentro de la conciencia activa de la unidad bajo aquél lema de Montesquieu: “La sociedad no son los hombres: sino la unidad de los hombres.”    

La hora es angustiosa y sombría, y para afrontarla requerimos de verdaderos pastores, con una gran fuerza moral y espiritual para levantarle el corazón y la mente a tantos venezolanos: decepcionados, deprimidos, tristes, angustiados, airados, coléricos y violentos. Que han perdido el arresto y su timbre de elevada condición humana. Que han desgastado, en medio de tanta incertidumbre, las fibras más sensibles de su propia interioridad.  Esa energía, de “cristalina esencia”, que todos guardamos y preservamos, como cendal, porque es el tejido que tramamos cada día para llegar a ser-persona. “Para construirnos nuestro pequeño mundo, como dice Huxley, fabricado a partir de un extraño ensamblaje de materiales, de intereses e ideales, de palabras y tecnologías, de anhelos, de ensoñaciones, de artefactos e instituciones, dioses y demonios imaginarios. ”Todo este pequeño mundo personal,  que enriquece  el alma, pero burlado, mancillado e irrespetado por un régimen que solo sabe usar la violencia propia de seres poli-fémicos, para --usando el lenguaje de la libertad de manera típicamente sádica, y zurcido al fanatismo ideológico “bolivariano” destruir el orden jurídico, moral, cultural y familiar. 

Pedro Raúl Villasmil Soules.
prvillasmils@hotmail.com
@prvillasmils

Pedro Paúl Bello
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domingo, 4 de octubre de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, ¿CUANTO TIEMPO TIENE NUESTRA PATRIA, Y TODA LA AMÉRICA LATINA, COMO NACIÓN INDEPENDIENTE?

Vivimos una crisis muy aguda; tal vez,  creo, la peor de nuestra historia. 
Sin embargo, tengo la convicción de que vamos a superarla, y eso será
pronto..   No es una ilusión, sino una verdad tangible que veremos muy
cercanamente.

El hacer y transmitirles esta certeza, no es para crearles ilusiones falsas sino algo muy cierto que se apoya en la verdad que tenemos ante los propios ojos de cada uno. Pero, al mismo tiempo, quiero recordar a Uds. algo que es cierto porque se fundamenta en razones que no vienen de mi mente sino de la Historia del Mundo.

En ese sentido les recuerdo y pregunto sobre la historia del mundo:

¿Cuanto tiempo tiene nuestra patria y toda la América Latina como Nación
independiente? 

En el caso de Venezuela: dos siglos más cuatro años transcurridos, que van desde 1811 hasta 2011, más los 4 años transcurridos desde el 2011 al 2015.

¿Cual es el país más desarrollado del mundo en términos históricos y también en términos reales?

Sin duda que Inglaterra, con más de doce siglos. (Y no se puede contar a los Estados Unidos porque es producto de Inglaterra, así como Canadá)

Al separarnos de España (por cierto poco más desarrollado que América Latina pues tuvo apenas poco más de dos siglos de van de su separación bajo el dominio de los visigodos hasta la invasión de los Moros), nuestros libertadores tuvieron, obligados por las realidades, que copiar instituciones, formas y modos de gobierno que ya habían transformado las realidades de Europa, con adelantos que no nos llegaban a nuestro sub-continente.

Esas copias, atrasadas, determinaron sub-desarrollo en América Latina, porque estaban atrasadas respecto a aquellos nuevos avances del tiempo presente de entonces. Y ese atraso lo hemos venido manteniendo por la conflictividad que las viejas instituciones copiadas y atrasadas impusieron en nuestras Naciones.

Sin embargo, gracias a los avances tecnológicos y científicos de los  nuevos tiempos que vivimos, poco a poco los vamos asimilando con mucha mayor rapidez de lo que tuvieron que establecer nuestros libertadores y, después, los Caudillos que prevalecieron hasta el primer tercio del siglo veinte.

Por su estratégica posición en la cabeza del Continente Sur de la tierra que en Venezuela tenemos, más fácil nos será avanzar en el desarrollo y, así, hemos de volver a ser Nación cabeza de nuestra Región.

Ánimo, Fe, lucha y trabajo para recuperar los perdido y alcanzar lo que debemoshacer.

Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello

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viernes, 18 de septiembre de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, QUE ES LA POLÍTICA.

Decía el eminente venezolano, profesor y amigo  Arístides Calvani, que la política “es el arte de hacer  posible lo que es menester”.  Ello es cierto: la política no es ni puede ser un disfrute, un negocio, una manera de sobresalir en una sociedad determinada,  un modo de tener prestigio o de acumular riquezas.

Es un arte, sí, pero un arte cuya finalidad consiste, en una Sociedad determinada cual se quiera sea ella, un conjunto de condiciones y de acciones que conduzcan, para el alcance de todos sus miembros, de aquello que se llama el bien común general, esto es, la buena y digna vida humana de todos sus integrantes. El Papa Pio XII calificó a la política como la acción humana de más valor, después de la Caridad.

Sin embargo, el trabajo que la política exige para su desarrollo y ejercicio, no es fácil ni aplicable en todas las naciones de la tierra que el Creador ha regalado para la felicidad y el desarrollo de todos los seres humanos que han existido, existen y existirán en este mundo terrenal, porque para ponerla en práctica efectiva en cada nación y pueblo de este planeta, es indispensable que quienes, como ciudadanos deseen aplicarla, tengan un nivel muy alto de compromiso honesto y de entrega personal, además del indispensable conocimiento y manejo limpio de la política en sus diferentes aspectos.  Estas últimas condiciones, además de las anteriores, no son susceptibles de improvisar ni tampoco de conocer “a medias”, como puede ocurrir con otras actividades que sean más sencillas o menos exigentes. En efecto, la ciencia de la política no se puede improvisar ni “aprender a medias” como puede ocurrir con algunas otras disciplinas. Por ello, como decía Calvani, en efecto es un arte, como lo son las verdaderas música, pintura, filosofía, química, etc.  

Por otra parte, como lo es así en otras ciencias, artes o disciplinas, la política no se reduce a un solo o único conocimiento, sino a muchos de ellos entre los cuales pueden aparecer nuevas y diversas formas de actuar que, a veces, o aún no se conocían o no se les había dado suficiente importancia. En efecto, como dicho antes, la política es una ciencia, pero su existencia como tal no está muy lejana del inicio de su conocimiento humano. Pueblos antiguos, cuya existencia se remonta a muchos siglos antes de la existencia de Jesucristo,  hicieron y actuaron abundantemente en política, sea ella interna en sus territorios o externa, como cuando se trataba de imponer su dominio ante otros pueblos; en los tiempos posteriores se fueron decantando y "purificando" el significado y efectos de la Ciencia Política.

Entonces se pasó de una política ejercida por la fuerza y en favor de todas las exigencias y ocurrencias de los soberanos que eran únicos detentadores del poder, hasta alcanzar el desplazamiento de estos y su gradual sustitución por miembros de las Sociedades designados por los habitantes, llamados desde un entonces "ciudadanos". 

El desarrollo de la política se presentó, en la historia de la humanidad, no como un hecho común a todos los pueblos, sino diferenciados según el grado de desarrollo político que fueron adquiriendo los diversos tipos de ciudadanías. La nación políticamente más adelantada en ese desarrollo ha sido, sin dudas, Inglaterra.

Arnold J. Toynbee, en su famoso "Estudio de la Historia" expresó, con razón, que no es posible comprender la historia de todos los pueblos sin referirse a Inglaterra, pero es posible  --más o menos--
comprender, sin referirse a todos los pueblos la historia de Inglaterra. Recuérdese que el primer parlamento inglés fue propiciado por Simón de Montfort en 1264, obligando al entonces Rey Enrique III para que se sometiera a los dictados del poder parlamentario. Estamos hablando de casi 752 años antes del presente que vivimos.
Los Estados Unidos son una criatura de origen inglés, creada por ingleses que allí fueron desde Inglaterra y desarrollada posteriormente, y hasta el presente, por una conducta política similar a la su madre patria.

Cuando en las Universidades dictaba clases de la materia Ciencias Políticas, dejaba que mis alumnos expresaran, en el inicio de éstas, a expresar sus opiniones en comparación del desarrollo político de nuestra América Latina comparado con el resto del mundo. Las respuestas eran siempre muy variadas y curiosas; resaltaba en ellas señalamientos que achacaban nuestros problemas a los políticos del tiempo, a los pueblos tildados de flojos, temerosos o incompetentes y muchas causas más. Cuando terminaban las exposiciones les preguntaba ¿Cuanto tiempo tiene nuestro país y los restantes del sub-continente como naciones autónomas y libres? Las respuestas eran de pocas o ninguna validez.
Les decía entonces, somos Nación constituida sólo a partir del año 1830, cuando se consolidó la separación de Venezuela de la Gran Colombia, y se inició el primer gobierno de la República bajo la presidencia de José Antonio Páez, y no, como muchos decían, con la Declaración de Independencia de 1811. Tenemos menos de tres siglos de independencia. Y lo mismo, pero más, respecto a otros países del sub-continente, y entonces, les recordaba o explicaba los tiempos de otros pueblos de lapsos mucho más largos.

Dos siglos y un poco más, nada son en la historia de los pueblos. Tenemos la ventaja de una singular oportunidad;  la de poder adelantar los tiempos con nuestros esfuerzos de ciudadanos que aman de verdad su Patria, y no la consideran la gallina de los huevos de oro adecuada para llenar sus bolsillos y satisfacer sus ambiciones.

Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello


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miércoles, 15 de julio de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, UN ESFUERZO DE VERDADERA UNIDAD, SIN MENOSCABO DE LA OPINIÓN DE CADA CUAL.

Sería de perogrullada  el recordar que estamos, los venezolanos, en una situación sumamente muy conflictiva y peligrosa. Hay un conjunto de factores sociales, políticos y económicos que concurren, conjuntamente, para generar y profundizar el cada día más creciente conflicto, que amenaza la seguridad y la paz de todos los ciudadanos. A estas alturas del tiempo transcurrido y de los males generados, lo razonable parece imposible y lo peligroso eminente.

Todos los ciudadanos que estamos en nuestra tierra, nacionales o extranjeros integrados a este país amable y hermoso, vemos con angustia que en el día a día aumentan los costos y desparecen  todos los productos necesarios para subsistir: alimentos, medicinas, útiles del hogar, repuestos para máquinas y automóviles, etc., menoscaban la existencia vital en todos sus aspectos. Pero mientras esto, que es tan grave ocurre, la incapacidad de un equipo gubernamental que se evidencia por sus errores derivada muchas veces por la ignorancia de tantos actores, profundiza la ruina general del país y la muerte de tantos compatriotas, sea que derive de la escasez de productos para poder mantener la vida, o sea porque el crimen se ha generalizado en todo el territorio nacional, sin que poder alguno sea suficiente para controlarlo y evitarlo.

Ese cuadro, espantoso por lo a ojos vista incontrolable, por las diferentes instancias del equipo gubernamental anuncia, en lo inmediato, una posible catástrofe totalmente incontrolable. La pregunta que lógicamente surge en cada mente de quienes esto vivimos es, simplemente ¿Qué hacer?

Por supuesto, quien esto escribe no tiene respuesta sobre ello. A mi manera de ver, la solución más inmediata seríala unidad. Esa unidad habría de ser establecida entre el grupo gubernamental y el correspondiente sector opositor, pero tal logro, a estas alturas parece imposible. Para lograrla sería indispensable el diálogo, un diálogo inmediato entre ambos sectores, con miras a corregir los entuertos y agilizar acciones efectivas para sustituirlos con respuestas adecuadas y concretas.

Ahora bien, el diálogo en estas condiciones no parece posible. Esto me recuerda la vieja expresión de Juan Taulero (“Doctor iluminado”, teólogo, predicador y escritor místico: 1300-15 junio 1361), quien decía: “Nadie se impregna mejor del sentido de la verdadera distinción como quien ha entrado en la unidad; e igualmente, nadie conoce verdaderamente la unidad si ignora la distinción… se debe pues, distinguir para unir.” (1)  Eso explica que la filosofía reflexiva y crítica siempre se oriente al discernimiento de los grados del saber. (2)

En efecto, si no se distingue no se une, y si no se une no se distingue, pero, podemos preguntarnos ¿cómo hacer para distinguir y al mismo tiempo unir, lo que parece imposible de ser unido?

Si ello es imposible, creo que si sea posible una verdadera unidad entre los partidos opositores, pese a sus lógicas y naturales diferencias. Ello implica, necesariamente, que los diferentes partidos renuncien a sus legítimos intereses y procedan como una verdadera unidad, por encima de dichos intereses, mientras  se pueda lograr superar la situación que se viva en el país, y que cuando se realicen las próximas elecciones permanezca dicha unidad, hasta que a plena recuperación económica social y política sea reestablecida, con una gestión de gobierno que mejore las condiciones pésimas de vida de los sectores más pobres y que restablezca la paz, la seguridad y el orden ciudadano en toda la Nación.

(1.- Ver: Jacques Maritain: Los grados del saber (1) Ediciones Desclée de Brouwer. (Paris-Buenos Aires). 2.- Idem.)

Para vencer en las elecciones de diciembre, es indispensable menester la unidad de los partidos opositores, que debe durar hasta que se restablezcan la producción y la economía del país, y que, como he insistido en otras ocasiones, que las elecciones de diciembre se realicen con votos en urnas electorales como era en el pasado; con presencia de testigos de países desarrollados; que se eliminen mecanismos absurdos como el “capta-huellas”, que los electores puedan asistir al conteo de los votos en las mesas a las que concurrieron para votar y que, para seguridad, el acto electoral comience en la temprana mañana y las mesas, en todo el país, sean cerradas a las 6 pm de manera de impedir todo tipo de maniobras fraudulentas.

Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello

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viernes, 3 de julio de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, CUANDO ES AMENAZADA LA DEMOCRACIA.

Un escritor de hace ya algunos años, el francés Jean Francois Revel, inició una obra suya muy conocida entonces (“Cómo terminan las democracias”), en estos términos: “Tal vez la democracia será en la historia un accidente; un breve paréntesis que bajo nuestros ojos se cierra.”

¿Por qué Revel expresa eso? Porque la democracia no se ha constituido, a fondo, en naciones como la nuestra, para defenderse de quienes en lo externo y en el interno de las naciones quieren que desaparezca.

¿Quiénes son esos tales que pretenden hacer desaparecer la democracia? Son aquellos que en el interior de las naciones políticamente democráticas, o en el exterior de ellas, quieren destruirla porque es opuesta a sus planes tiránicos y opresores de los pueblos. De manera particular y en los tiempos que vivimos, los principales enemigos de la democracia, donde quiera ésta se establezca como sistema de gobierno, son hoy el comunismo y todas las expresiones semejantes de totalitarismos.

Todo sistema totalitario de gobierno, cuando en una Nación “debuta” como proyecto político, se presenta para ser comprado como un “perfeccionamiento” de la democracia: véase la historia de comunismos o fascismos en países como Rusia, Alemania, Cuba, China y tantos otros. En esas naciones, siempre, los regímenes totalitarios debutaron con el disfraz de demócratas que durante poco tiempo usaron. En la Rusia zarista, la sublevación bolchevique, que no nació el 25 de octubre de 1917 de allá (o 7 de noviembre) sino mucho antes desde el verano de 1915, cuando se inició por la hambruna determinada por la escasez de alimentos cuya producción cesó, así como los transportes. ¿ Recuerda esto algo?

Al inicio del gobierno revolucionario en 1917, en Rusia se vivió una luna de miel política, pero ésta duró poco. En Alemania, Hitler asumió el poder con respaldo pleno el Reichstag o parlamento, que acogió a quien sería, entonces, el factor de la destrucción de ese país, porque se presentó como ductor del progreso de una Nación que llevó a esa destrucción. ¿No fue acaso una mayoría de venezolanos la que llevó a Hugo Chávez Frías al poder, y no fue un Congreso que, como el Reichstag alemán, le aceptó pese a su insolente juramentación?

El comunismo en particular y las demás formas de totalitarismo en general, no es que sean incapaces de generar una sociedad viable, sino que la intención que orienta a este tipo de regímenes no es otra que la de destruir todos los valores y logros de una sociedad civilizada, cualquiera fuese la que cayera bajo su poder.

Los totalitarismos y sistemas políticos semejantes pero antecedentes resultan ser más hábiles y astutos que los demócratas para defender sus democracias, pues las democracias siempre esperan que los totalitarismos, al inicio disfrazados, no ejerzan sus amenazas y siempre aquellas se despiertan cuando el daño mortal es ya inevitable.

Dice también Revel, en su libro antes referido, que “el enemigo interior de la democracia juega una partida fácil, pues explota el derecho al desacuerdo inherente a la democracia misma. El esconde –a la oposición legítima y la crítica reconocida como prerrogativa de todo ciudadano--  sus propósitos de destruir la democracia y de buscar el poder absoluto y el monopolio de la fuerza.”

Como la oposición al totalitarismo es legal y leal y usa facultades de están previstas en las instituciones de todo Estado de Derecho, resulta fácil para su oponente violar esas instituciones, así como alterarlas inconstitucionalmente en favor de sus conveniencias.  Por otra parte, una vez que han logrado alcanzar el poder, los regímenes totalitarios simulan realizar reivindicaciones legítimas en favor de los sectores sociales menos favorecidos, pero a los demócratas quienes sinceramente quieren favorecerlos, los presentan como autores de represiones “reaccionarias.”

Sobre todos estos males, suelen surgir en el seno de los sectores democráticos, excesos de críticas contra quienes, de una manera u otra, se han convertido o han sido responsabilizados de la conducción política de los sectores que defienden la democracia. Esta actitud, que a veces se convierte en ataques y acusaciones permanentes en todo, poco servicio rinde al propósito fundamental de defender y mantener la democracia.  Esa ruta constituye consecuencias muy peligrosas pues, como contrapartida práctica y pública, lo que se logra con ella es concederle la razón a un enemigo verdadero y mortal. ¿Se tratará de limitación intelectual, de ceguera o de indolencia política?

¿Dónde vamos a llegar por ese camino?

En tiempos tan difíciles como este que estamos viviendo en nuestra patria, hay que tener conciencia de que el resultado de todos los esfuerzos opositores, con los  errores que puedan significar, con sus omisiones o excesos, con sus idas y retrocesos, son de todos nosotros. Si, de todos. Porque muchos, por razones muy justificables o no, no estamos involucrados en el meollo del asunto y, porque opinar, señalar y criticar sin conciencia cierta de lo que se opina, se señala o se critica, no corresponde realmente a la verdad y constituye una grave falta calificable como irresponsabilidad delictuosa, cuando se afirma lo que no se sabe o se niega lo que no se conoce.

A Venezuela la salvamos todos sus hijos demócratas o no la salva nadie. Esa es nuestra responsabilidad. Esa es nuestra meta y nuestro propósito: realizar efectivamente la liberación de esta Patria, para que vuelva a ser llamada  “Bendita Tierra de Gracia”. Nada más.

Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello

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jueves, 25 de junio de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, ELECCIONES EL 6 DE DICIEMBRE.

Al fin, y con bastante dilación, el CNE decidió anunciar que, el seis de diciembre de este año, se realizarán las elecciones para constituir una nueva Asamblea Nacional.

Pese a la tardanza ¿justificada? puede de decirse, sin embargo, “en buena hora”.

La MUD parece haberse adelantado y entiendo que los partidos políticos han establecido el concurrir al proceso electoral de diciembre de manera unitaria. De nuevo podemos decir “en buena hora”, pues es una elección vital para esta Patria atropellada, desde  1999 mal tratada, arruinada y sin recursos, que parece haber sido retrocedida a los tiempos de la mitad del siglo 18 de su turbulenta historia, hasta la muerte de Juan Vicente Gómez, quien, sin embargo, hay que reconocerlo, fundó nuestro Estado-Nación.

Hace poco tiempo hice circular, por internet y twitter, algunos asuntos inherentes al acto electoral que tendremos el seis de diciembre, con el objeto de impedir que la ya tradicional presencia de fraude deje por tierra la necesaria salvación de nuestra Patria. Lo escrito y, como mínimo propuesto, fue lo siguiente:

1º  Votación manual depositada en urnas electorales, sin que se vote en máquinas.
2º Escrutinios públicos, con presencia de ciudadanos votantes en las mesas electorales.
3º  Presencia en todos los actos electorales de testigos internacionales confiables.
4º  Eliminación de capta-huellas.
5º  Cierre de mesas a las 6 pm, sin prórroga.
6º Entrega de resultados electorales a todos los miembros de mesa de los diferentes partidos que compiten en las elecciones.

Con estas medidas, por lo menos, se puede contar  con que la próxima elección no sea un fraude más, como han sido todos los procesos electorales realizados en el país desde 1999.

Ciertamente, he leído algunos escritos circulados por internet, que contienen exposiciones muy pertinentes, pero lamentablemente, aceptando que se mantenga la votación en máquinas que no garantizan absolutamente nada, para impedir los propósitos fraudulentos que conocemos todos los venezolanos.

A mi juicio modesto, lo más importante es volver a lo que en el pasado anterior a este caos que vivimos y a sus fraudes electorales, lo más importante es eliminar de manera definitiva las máquinas de votación, y volver a las urnas electorales que se utilizaron hasta antes de la llegada del desgobierno comunista.

Tengo información seria, según la cual el resultado electoral es enviado a Cuba, concretamente a Pinar del Rio, donde se modifican las cifras y, quizá, hasta los nombres de los votantes, de manera de rebajar sustancialmente las ventajas que siempre ha tenido la oposición, pero que, también siempre, han sido alteradas por la vía de fraudes cada vez más sofisticados.

A mi particular manera de ver, las seis condiciones anteriormente señaladas, son más que suficientes para garantizar que el acto electoral del próximo seis de diciembre sea lo suficientemente útil y confiable, para impedir que, una vez más, el gobierno altere las cifras a su favor, para así “derrotar” a una oposición que, desde 1999, le fueron robadas todas las elecciones realizadas, con la única excepción de la aceptada por Chávez en diciembre de 2007, cuando intentó establecer abiertamente el régimen comunista de gobierno, y en la que se vio obligado, por militares de su confianza, a aceptar su derrota, aunque fuese con el pequeñísimo margen que el después fallecido presidente exigió entonces.

Pese a todo, tengo la convicción de que trampas harán, y tal vez muchas, pero jamás alcanzarán a sobrepasar la enorme diferencia que hoy se percibe y que, en diciembre (si llegamos a ello) va a ser mucho mayor. 
  
Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello

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viernes, 19 de junio de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, SOMOS TODOS RESPONSABLES DE NUESTRO DESTINO. PUREZA ELECTORAL

En algunos escritos y en obras, una de las cuales  que ya fue publicada en el llamado “Imperio”, he insistido en aspectos que explican nuestra realidad como Nación y como pueblo.

En esa obra, he calificado nuestra Nación como invertebrada, y seguirá siéndolo mientras nos mantengamos dependientes, no ya de una potencia o  fuente como lo fue la España que nos descubrió, conquistó y colonizó, sino de raíces que se hunden en realidades de nuestro pasado, porque, sin habernos deslastrado de esos antecedentes de manera real y no aparente, no hemos acompañado la Independencia que logramos con cambios sustanciales sobre nuestra manera de ser Nación, sino que hemos conservado, escondidos en nuestro presente, muchos rasgos, costumbres y conductas de nuestro pasado que, por cierto, no es muy lejano en el tiempo, como si lo es en los países llamados más desarrollados.

El tiempo obra de manera sumamente  importante en la evolución de todos los pueblos; su paso inevitable obra de manera más importante en la transformación de todas la Naciones.  La razón es que la historia de las naciones todas y la de sus miembros, no es una simple sucesión de acontecimientos, hechos y sucesos, porque asimilan cambios que  transforman formas de gobierno, usos y costumbres, y también conocimientos y maneras de ser y de actuar de las personas.   

Pero no vamos a tratar en esta reflexión breve, la consideración de hechos del pasado lejano o cercano, sino del presente que hoy estamos viviendo --con angustia y preocupación--  todos los venezolanos.

Una noche del pasado, el entonces ciudadano Presidente de la República se dirigió al país para exponer que el mal que lo aquejaba no le permitirá, “por ahora”, ejercer las funciones de su cargo, por lo que encargó al ciudadano Vicepresidente, señor Nicolás Maduro, para que se ocupara de tales funciones y, de seguida, informó que debe viajar de nuevo a Cuba para someterse a otra intervención quirúrgica que pudiera devolverle su salud. No ignoraba, por cierto, el fallecido Hugo Chávez Frías, que su fin estaba muy cercano.

En efecto, el fallecido Presidente descubrió sinceramente sus naturales temores al respecto, por lo cual propuso, claramente, que de no poder retornar al cargo para el cual fue relecto  ese año 2012, recomendó que el candidato de su partido fuese señor Maduro, lo que Chavez acentuó con claro y contundente énfasis. Además, y siempre conforme al mandato constitucional, según lo dispuesto en el Art. 235 que reza: La ausencia del territorio nacional por parte del Presidente (“o Presidenta” sic) de la República requiere autorización de la Asamblea Nacional o de la Comisión Delegada, cuando se prolongue  por un lapso superior a cinco días consecutivos. Al mismo tiempo, Chávez pidió el permiso de ley al Presidente de la Asamblea Nacional, señor Diosdado Cabello.

Por tanto, es de recordar que, conforme a lo previsto en el Artículo 233 constitucional, parágrafo segundo, se establece que “Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo…antes de tomar posesión (que es el caso del Presidente Chávez), se procederá a una nueva elección directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente electo… se encargará de la Presidencia de la República el Presidente…de la Asamblea Nacional.”

El Presidente Chávez se ajustó exactamente a las disposiciones constitucionales. Sin embargo  --y de manera muy lamentable--  fue violado de manera flagrante lo establecido en el Artículo 328 de la vigente Constitución, que en su inicio reza: “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política…En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad policía alguna”, pero hubo  pronunciamientos esencialmente políticos, como supuesto respaldo al Presidente.

Además, la fracción oficialista que participaba en la Asamblea Nacional, en vez de limitarse  a considerar la solicitación de permiso para salir del país, desarrolló un vergonzoso debate cargado de señalamientos ofensivos hacia diputados opositores, así como a manifestaciones de carácter político que, una vez más, dejan mucho que desear al provenir de representantes de un pueblo que los eligió, no para que formaran una suerte de gallinero, sino para que se ocuparan de las urgentes necesidades y del progreso de la Nación en aras del Bien Común General.

Es de destacarse que, en ese sentido, los venezolanos en general, no asumimos en ese momento,  la responsabilidad que todos tenemos de buscar y velar por el bien de la Patria, que es el bien de todos. No actuamos con patriotismo verdadero en los actos comiciales, pues no  superamos el temor que provino de amenazas, no actuamos sinceramente, sin atender ofertas de compras de conciencia que no son más que clásicas artimañas de quienes hacer de Venezuela, no una bendita tierra de gracia de ciudadanos y democracia, sino una Nación de esclavos sometidos a la opresión de un régimen comunista y totalitario.

La referida votación se realizó plena de violaciones constitucionales.  Ante la ausencia del Presidente Electo, Hugo Chávez, el anterior mes de setiembre, se produjo una serie de actos violatorios de la Constitución. Entre ellos vale la pena destacar algunos hechos cumplidos: El Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, no asumió lo dispuesto en la Constitución Nacional de acuerdo al segundo parágrafo del Artículo 233, el cual, en su parte final reza: “Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente (o la nueva Presidenta –sic), se encargará de la Presidencia de la República el Presidente (o Presidenta – sic) de la Asamblea Nacional.”  En efecto, una serie de actos ilegales fueron realizados con apoyo del Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos la designación del entonces Canciller de la República, Nicolás Maduro, como Presidente interino “mientras no llegara el Presidente Electo”, siendo después, público y notorio que el Presidente Chávez había fallecido en La Habana el 30 de diciembre de 2012.  Este hecho se ocultó hasta el mes de marzo de 2013.

Para colmo de males que han llegado a afectar la vida de los ciudadanos de nuestra República, la elección del nuevo Presidente realizada en Abril del pasado 2013, fue un descarado fraude electoral (uno más entre tantos otros), que permitió el ascenso a la Presidencia de Venezuela al señor Maduro, apenas con una diferencia de poco más del 1% respecto al candidato opositor Capriles Radonsky.

La evidente incapacidad del equipo de gobierno que se supone debe regir el destino y buen desarrollo de la República, se evidencia por la incapacidad que tiene el gobierno para superar la extremadamente difícil situación de padecemos todos los venezolanos, ante el desastre económico que se vive y el descrédito universal que tiene este gobierno.

En este mismo año deben celebrarse nuevas elecciones para la constitución de una nueva Asamblea Nacional. La repetición de fraudes electorales vividos permanentemente hasta el presente no puede ser tolerada más por los venezolanos. 

¡Basta ya!  Para garantizar la pureza del próximo acto electoral, es menester indispensable el establecer una serie de premisas a tal efecto. Entre ellas destaco las siguientes:

1º  Votación manual depositada en urnas electorales, sin que se vote en máquinas.

2º Escrutinios públicos, con presencia de ciudadanos votantes en las mesas electorales.

3º  Presencia en todos los actos electorales de testigos internacionales confiables.

4º  Eliminación de capta-huellas.

5º  Cierre de mesas a las 6 pm, sin prórroga.

6º  Entrega de resultados electorales a todos los miembros de mesa de los diferentes partidos que compiten en las elecciones.

Con estas medidas se puede contar  con que la próxima elección no sea un fraude más. 

Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello

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viernes, 5 de junio de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, NUESTRO HISTÓRICO PROBLEMA DE PAÍS.

Nuestro histórico problema de país consiste en que falta una conciencia de pueblo que se base sobre permanentes valores trascedentes.  Su ausencia limita el crecimiento del ser- persona del pueblo en general, entendido como conjunto de todos los miembros de la sociedad. Tal ausencia se refiere, principal pero no únicamente, a sus verdaderos intereses y reales necesidades. Si se supera tal ausencia, es evidente que se iniciará el trabajo de una nueva edificación de la sociedad en general.

El problema fundamental es que si el país no posee ideas para identificarse a sí mismo , por ello, su población no va a adquirir conciencia de la responsabilidad y misión que le corresponde a cada ciudadano como parte integrante de la Nación, y el país nunca será tal.

He escrito y explicado en varias ocasiones que la justificación de la aparente anomía que nos embarga, es la consecuencia de ser una Nación todavía muy joven en comparación con otras históricamente más desarrolladas, precisamente por ser éstas más viejas por los tiempos de sus existencias. Como Nación libre y definitivamente autónoma tenemos apenas un poco menos de dos siglos, si partimos como tal de la separación con la hermana Colombia ocurrida en 1830: esto es, un siglo y 85 años, cuando se inició la verdadera Cuarta República. Es por eso por lo que creo que es hora de comenzar un profundo trabajo, por parte de todos los venezolanos y los de otras tierras que han venido para serlo en nuestra Venezuela. 

Es menester, entonces y como punto de partida, que nuestra población, toda, adquiera conciencia de la misión que corresponde a cada cual. Alcanzar esa conciencia significa la necesidad de una actitud espiritual e integral tal, que dé dimensión completa del significado de la propia existencia y que cada persona pueda entender el sentido de los medios que su mundo le ofrece, a fin de que realice el alcance de su propio fin. Un pueblo, una sociedad, no pueden subsistir humanamente sin tratar con su entorno, sin actuar en él y ocuparse de él; y tampoco si el conjunto no crea un sistema de su universo que sea completo y solidario sobre el cual su ser personal descanse.

Entonces, lo primero será que cada venezolano se conozca y haga respetar su eminente dignidad como persona humana, lo que implica saber qué es eso. Es entonces condición indispensable el ayudarle a saber qué es eso, sin que importe cual sea la religión que profese o que no tenga ninguna. Si cree en Dios o si no cree, que sepa que la persona humana que él es, no es accidente o resulta de alguna casualidad sino de una Causalidad que le dio vida y le hizo persona, lo que para el creyente no es otra sino la voluntad de Dios.

Qué es inteligente, que puede desarrollar esa inteligencia porque la que razona, piensa y actúa; que tiene una libertad interior por la que es dueño y responsable de todos sus actos y que, aún a pesar de su pobreza  --que es menester liberarse de ella, mediante ayuda de la sociedad en general y del Estado en particular--  sabe distinguir entre el bien y el mal, y que, si opta por el mal, es siempre responsable de sus actos libres, sean buenos o malos.

Que su creación le proporciona capacidades para entender, crear, analizar, juzgar, apreciar, aprender, etc., a fin de aplicar, las que desee, en los diferentes campos del hacer y del saber humano. Que el ser humano es sociable por naturaleza y no por pactos o contratos algunos.

Que en la Sociedad constituida con sus semejantes encontrará condiciones para desarrollar el inmenso potencial que posee y que ha recibido, no sólo para él sino también para ayudar y favorecer a los demás miembros del cuerpo social.

Que sepa, cada ciudadano, que en la Sociedad hay otra forma de libertad, no ya la interior, sino la externa que es la libertad de independencia, que no admite coacción alguna sobre sus actos libres y, que esa libertad debe hacerla respetar por quienes tienen la responsabilidad de dirigir la Sociedad como gobierno, sin perturbar ni cercenar los derechos ciudadanos.

Que sepa, además, que todos los humanos somos, en dignidad, iguales como personas, si bien distintos como personas concretas. En efecto, somos existencialmente diferentes e irrepetibles como personas, en el tiempo y en el espacio. Además que sepa que hay otra forma de igualdad, que es la de oportunidades, por la que todos, en la Sociedad, tenemos el derecho a que se nos posibilite y garantice alcanzar, de manera libre y voluntaria, el derecho al propio desarrollo personal mediante el inmenso potencial recibido.

Estas nociones son pasos básicos que, con otras, son el fundamento de los intereses que una población debe reclamar y defender con todas sus fuerzas, puesto son derechos inalienables que se unen a los deberes que cada ciudadano debe cumplir.

Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello

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sábado, 30 de mayo de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, SÓMOS COMO SÓMOS, PERO ¿PORQUÉ?

Arnold J. Toynbee escribió en su famosa obra titulada “Estudio de la Historia”,  que las fuerzas que actúan operantes en las naciones, de unas u otras maneras,  “no son inteligentes en su actividad parcial, a menos que se tenga una visión general de su actividad en toda la sociedad.” Además añadió que “Partes diferentes son afectadas diferentemente por una causa general idéntica, porque cada una de ellas reacciona, y cada una contribuye, en modo diferente, a las fuerzas que esta misma causa pone en movimiento.” Por esas razones, concluye sobre lo anteriormente escrito, afirmando que “una sociedad enfrenta en el curso de su vida, una serie de problemas que cada miembro ha de resolver por sí mismo, como mejor pueda.”  De esa manera, pues, resulta que cada problema implica, para cada persona, el vivir o sufrir una prueba y que, siendo estas diferentes, los miembros de la sociedad van, de manera progresiva y con el paso del tiempo, a diferenciarse entre ellos.

Como consecuencia de lo anteriormente expresado, no podían sino haber sido inevitables todos los conflictos y guerras vividos por la humanidad, desde sus más antiguos tiempos y sin interrupciones considerables. Lo que si se generó en los remotos tiempos, pero que permanece en el presente, es lo que en el idioma alemán se llamó la “völkerwanderung”, que, traducido al castellano significa “La migración de los pueblos.”

No es fácil, a veces, saber por qué en nuestro país  --y también en toda la América Latina--  la presencia de dictaduras y tiranías es una suerte de fenómenos que surgen, y con frecuencia, se han reproducido prácticamente en toda las Naciones de nuestra sub-región. Una anécdota vivida en mi temprana niñez, la refería con frecuencia a mis alumnos de las Universidades: en la casa de mis padres, donde frecuentemente se reunían personas amigas que hablaban temas de la política de aquel tiempo, tres años después de la muerte de Juan Vicente Gómez, y uno de los presentes en aquella tertulia, dijo algo que mucho me sorprendió: “hablen más bajo que las paredes oyen.” Cuando todos se fueron de la casa, pregunté a mi padre: “Papa, que es eso de que las paredes oyen.” Como apenas tenía entonces cinco años, mi Padre me respondió diciéndome: “hijo, no te preocupes, las paredes no oyen, pero eso viene de  que en el tiempo pasado hubo gobiernos muy fuertes que espiaban a las personas para saber que decían de ellos. Cuando estudies nuestra  historia lo vas a ver”. Así fue.

El miedo es, en efecto un ingrediente de nuestra historia, derivado de la conquista y reforzado por las tiranías que vinieron después; es la tragedia de las tiranías que vinieron con los Monagas y después de ellos, con interrupciones por libertades que nunca han durado mucho tiempo.

Sin embargo, después del brillante gobierno de López Contreras y el posterior de Medina Angarita, parecía que Venezuela entraba por el camino que conduce a vivir en verdadera democracia. Es indudable que la desafortunada pérdida de la razón, de quien estaba llamado a ser presidente de nuestro país, el Dr. Diógenes Escalante, determinara, no por su culpa, que de nuevo Venezuela estuviera en manos de otra dictadura más. 

Después de los gobiernos de Rómulo Betancourt, todavía no completamente deslastrado de su pensamiento comunista, y de Don Rómulo Gallegos, un nuevo golpe militar encabezado por Delgado Chalbaud, quien poco después fue asesinado y sustituido por un civil, Germán Suárez Flamerich, el cual cedió el paso a Marcos Pérez Jiménez, quien gobernó el país desde el 30 de noviembre de 1952 hasta el 23 de enero de 1958. El gobierno de Pérez Jiménez fue una dictadura, pero no se puede negar el inmenso crecimiento que significó para la Nación en general.

A partir de diciembre de 1958, después de ser designado Presidente de la República. Rómulo Betancourt, ya completamente deslastrado de sus antecedentes comunistas. Gobierno difícil por los diversos intentados de golpe de estado que ocurrieron entonces, incluyendo el intento de asesinarlo urdido por el dictador de la República Dominicana, Rafael Trujillo. Después del mandato de Betancourt fue electo como Presidente el Dr. Raúl Leoni, cuyo gobierno fue muy serio y luego le sucedió en el poder el Dr. Rafael Caldera, eminente venezolano, cuyo reconocimiento pleno se hará hacia el 2050, cuando se entienda su obra.

Después de Caldera y por la infortunada realidad que vivía el nuevo y brillante candidato presidencial, Lorenzo Fernández, subió al poder Carlos Andrés Pérez, desde cuyo gobierno se inició una progresiva y creciente decadencia, evidente en su comparación con los tres gobiernos anteriores. Entusiasmados por un falso crecimiento económico del país, muchos venezolanos se precipitaron en aventuras como viajes de compras, lo que provocó la llamada locura del “tá barato” y una progresiva mayor decadencia de nuestro signo monetario, así como pérdida del prestigio que significaba Venezuela entre las naciones latinoamericanas.

Como colofón de final, en  diciembre de 1998, un militar que había participado en el intento de golpe de estado, contra  el Presidente Pérez en su segundo mandato, por decidía de la dirigencia política de entonces, permitió que fuera electo Hugo Chávez como presidente. Persona de innegable inteligencia, pero comprometida con los planes políticos de los Castro, gobernantes de Cuba, inició poco a poco un plan de destrucción de la democracia venezolana, para hacer en este país un inaceptable proyecto de un régimen comunista de gobierno.

Fallecido Chávez, el país entró definitivamente en el caos y la anarquía que hoy vivimos. Esta tierra, con razón llamada de Gracia, comenzó a sufrir la etapa más dura de su historia, pese a todos sus antecedentes. Hoy es el reino mundial del crimen, del robo, del oprobio, para vergüenza de un pueblo, en su gran mayoría abierto y generoso.

¡Los tiempos de Dios son perfectos.!
  
Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello


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