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miércoles, 11 de septiembre de 2013

PEDRO A. PALMA, LEGALIZACIÓN DEL MERCADO PARALELO

La modificación de la Ley de Ilícitos Cambiarios, con el fin de legalizar el funcionamiento del mercado paralelo de divisas, enmendaría el grave error cometido en mayo de 2010, cuando se prohibieron las transacciones cambiarias realizadas en el mismo, transformándose éste en un mercado negro. 

Como siempre ocurre, esa prohibición no impidió que dicho mercado siguiera funcionando y, que a la larga, se operara en él un encarecimiento desproporcionado de la divisa.

Esto ha creado una enorme disparidad entre los tipos de cambio libre y oficial que causa severos problemas. Uno de ellos es la creciente ineficacia del control cambiario, ya que el anhelo por las divisas preferenciales artificialmente baratas genera corruptelas y asignaciones indebidas de las mismas, lo que se traduce en una escasez creciente de dólares para la realización de importaciones necesarias. 

Otro problema que se produce es la exacerbación de las presiones inflacionarias porque los precios tienden a establecerse por los costos esperados de reposición, los cuales, a su vez, están muy influidos por la tasa de cambio libre.

La corrección de estos problemas y distorsiones, o al menos su mitigación, exige como condición necesaria, más no suficiente, la normalización de operaciones en el mercado libre, buscando con ello la reversión de la tendencia alcista de la tasa de cambio paralela y la reducción de la brecha entre los tipos de cambio. Para ello hay que actuar sobre las dos fuerzas que intervienen en ese mercado, es decir la oferta y la demanda de divisas.

En cuanto a la oferta, se requiere modificar la normativa cambiaria vigente con el fin de permitirle al Banco Central de Venezuela y a otras organizaciones públicas y privadas vender divisas en ese mercado.

A tales fines es necesario mejorar el flujo de caja de Pdvsa para que pueda disponer de una mayor cantidad de moneda extranjera que le permita, entre otras cosas, incrementar su venta de dólares al BCV y vender parte de sus divisas directamente en el mercado libre. Para ello es fundamental, entre otras cosas, suspender las transferencias de divisas que tiene que hacer al Fonden y a otros fondos que financian gasto público, reducir sus cuentas por cobrar y minimizar las ventas de petróleo subsidiado a otras naciones.

Adicionalmente, hay que suspender las transferencias de reservas internacionales del BCV al Fonden y permitirle a los exportadores no tradicionales vender sus dólares en el mercado libre, lo cual se podría traducir en un fuerte incentivo a la producción de bienes transables. También convendría legalizar la venta de divisas en ese mercado por parte de empresas foráneas que prestan sus servicios en el país y que reciben sus pagos en moneda extranjera, así como legalizar la libre actuación de otras empresas y de personas naturales.

En cuanto a la demanda, es fundamental limitar la cantidad de dinero que se puede canalizar hacia ese mercado, para lo cual hay que hacer esfuerzos permanentes con el objetivo de racionalizar las finanzas públicas a través de la limitación del gasto y del endeudamiento, así como de la sinceración de las tarifas de los servicios públicos y de los precios de los bienes producidos por el Estado, la gasolina entre ellos.

Adicionalmente se necesita implementar una política monetaria restrictiva que esterilice buena parte de la enorme liquidez excedente que tiene la banca y elimine la monetización del gasto público deficitario, minimizando el financiamiento del BCV a empresas públicas. También hay que actuar con decisión en la lucha contra la inflación y en la creación de un clima propicio para la actividad económica privada, lo cual reduciría la avidez por adquirir dólares como un mecanismo de protección y defensa del patrimonio.

Como se ve, no sólo basta con legalizar el mercado paralelo. Hay que complementar esa acción con muchas otras medidas para lograr los objetivos deseados.

Pedro A. Palma ‏
@palmapedroa

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LUIS VICENTE LEÓN, DÓLAR PERMUTA: ¿QUÉ ESPERAR?


¿El Gobierno ya sabe cómo será el nuevo esquema cambiario?

Definitivamente no. Lo único que se tiene claro desde el gobierno es que el actual sistema cambiario es imposible de sostener. La crisis económica se ha caracterizado por una situación de inflación y desabastecimiento que ningún país puede resistir sin que su gobierno pague altísimos costos políticos a largo plazo. Y en el contexto actual cualquier flexibilización es un riesgo político que comienza en las acusaciones de devaluación que vendrán desde todas partes.

¿Cuáles son las opciones que tiene el gobierno?

Ninguna opción que no sea liberar la moneda es una opción moderna, pero sabemos que en estos momentos no estamos debatiéndonos entre lo moderno o lo primitivo, sino entre cuál tipo de primitivismo nos haría menos daño. Y en este caso, el Ejecutivo Nacional tiene dos opciones fundamentales.

La primera es el surgimiento de un esquema de permuta donde el gobierno coloque bonos de deuda venezolana en dólares, provenientes del Banco Central de Venezuela, PDVSA o la Nación. Pero los colocarían de manera regulada: sería el gobierno quien decidiría a quién, a cuál monto y en cuánta cantidad se asignarían estas divisas. Un sustituto de SICAD o SITME, sin permitir flucutuación en el valor del “nuevo dólar”,  ni libertad en el tipo de cambio. Sería una devaluación del modelo que ya existe, que encarecería el dólar y permitiría al gobierno obtener más bolívares sin liberar el mercado. Esta opción no elimina el mercado negro por una razón básica: automáticamente, apenas el gobierno le impida a cualquier persona o empresa obtener divisas, surgirá un mercado negro para todo lo demás. En síntesis, sería aumentar los costos sin resolver el problema: es correr con  todos los costos de un devaluación y salvar la ideología, sin resolver absolutamente nada.

La segunda opción es que se mantenga un tipo de cambio múltiple: el dólar a Bs. 6,30 en CADIVI  y a Bs. 10 en SICAD, pero con el surgimiento de un nuevo mercado, libre y flotante, que se vería como una legalización del mercado paralelo donde incluso el gobierno podría participar con oferta de bonos y hasta colocando divisas propias si quiere, permitiendo que los dueños del capital privado y los importadores puedan participar. En este caso sería importantísima la oferta del gobierno, la oferta de los exportadores y la oferta de las empresas de construcción y petroleras privadas que podrían colocar sus dólares acá al despenalizarse el mercado negro y poder operar con reglas claras.

¿Quiénes están a favor de cada opción y cuál es más probable que se apruebe?

Obviamente, todos los pragmáticos (incluyendo al Ministerio de Finanzas y a los principales del Banco Central de Venezuela) están de acuerdo con un sistema permuta más abierta y flexible. Creen que el precio de este “nuevo dólar” podría estar por debajo del negro pues se ampliaría la oferta y participaría el capital del gobierno. De esta manera, el dólar negro desaparecería al ser sustituido por este nuevo mercado. Sería un regreso transparente a la permuta. Al incrementarse la oferta y legalizarse el sistema, los precios bajan y reducen las presiones. Ahí, en esa opción, debe estar el apoyo de Merentes.

Sin embargo, a favor de la primera opción estarían los radicales ideológicos, quienes han sido usualmente capitaneados por Jorge Giordani. Ellos afirman que abrir el mercado no resuelve nada, obligando a que en el corto plazo el gobierno importe el 100% de las mercancías que se consumen en el país y así hacer que el tipo de cambio sea casi irrelevante, ya que el gobierno tendría todos los dólares y la mercancía de primera necesidad, con un mercado especial de divisas para los productos no esenciales, pero que siga regulado. Un tipo de cambio libre para ellos es una devaluación que empobrece al pueblo y motiva la fuga del capital, pero este sistema resulta imposible de sostener: no resuelve el problema y hace que el país se gaste sus reservas y riquezas sin obtener beneficios.

¿Por qué el dólar negro ha subido tanto de precio?

El negro sextuplica el precio del oficial por dos razones: no hay oferta de divisas y el mercado paralelo es ilegal. Las personas están dispuestas a pagar lo que sea por los productos que no se consiguen, pero además deben pagar más si quien les consigue ese producto está corriendo un riesgo por estar fuera de la Ley.

Si no hay confianza y el dólar negro está desbordado, ¿liberar el mercado no haría que se vayan todos los dólares del país?

Esta duda parte de un error conceptual: la demanda de divisas hoy es infinita, pero lo es porque el precio oficial es regalado. Y si un producto apetecible se está regalando, los compradores lo querrán todo. La demanda del mercado negro, que como hemos dicho sextuplica el oficial, es finita y por eso se vuelve inestable y sigue aumentando. Si se abriera el mercado y permiten que la divisa flote, el precio va a subir hasta enfrentarse con la oferta y la demanda: al aumentar el precio del dólar, se reducirá las cantidades demandadas automáticamente. No es verdad que la gente cambiará todos sus bolívares en dólares. Lo que sucedería es que habría que replantear un precio que que equilibre la oferta y  la demanda. No se van todos los bolívares, sino que la moneda se va a devaluar hasta donde deba de acuerdo con la cantidad de dólares que se oferte y el riesgo que los tenedores del capital vean en el país.

¿De dónde va a salir el dinero para suplir esa oferta de dólares?

A pesar de que el gobierno tiene problemas de reservas, no es verdad que la oferta de divisas de ese mercado tiene que venir de las hoy mermadas reservas internacionales. Si dependiera de eso, el gobierno estaría en aprietos mucho más severos de lo que está realmente. Este capital vendría de fuentes diversas, como la deuda, bonos y una reducción en la asignación de divisas oficiales, que ya no serán entregados por CADIVI. Y, en buena medida, la oferta vendrá de bonos del BCV, bonos de PDVSA, bonos en poder de los bancos públicos y empresas del Estado, emisión de nueva deuda y flujo de caja petrolera.

¿A qué valor se puede ubicar el dólar?

Eso es impredecible. No hay forma de saber cuál será el precio de equilibrio porque, a estas alturas, ningún cálculo económico es válido. Cualquier fórmula que salga es conjetura incierta, paja. El dólar va a valer lo que el mercado esté dispuesto a pagar. Si el gobierno convence al mercado de que va a ser serio en la liberación del mercado cambiario, en mantener la flotación y la oferta de divisas, es probable que el precio final sea menor al precio del mercado negro de hoy. Pero si el gobierno lo que intenta es un maquillaje y controlar este nuevo esquema cambiario, es inevitable el surgimiento de un mercado alternativo que puede ser mucho peor que el actual.

¿El dólar puede bajar y mantenerse por debajo del precio del negro actual en el tiempo?

Probablememente no. El tipo de cambio es como un diente: cuando el ortodoncista lo mueve a juro, intenta regresar a su posición original. Entonces hay que colocar los retenedores casi permanentemente.

El tema central es que devaluar es una acción indispensable, pero que por sí sola no es suficiente. Si no acompañan esto con una reestructuración de la política fiscal, del gasto póblico y de las políticas monetarias (es decir: la cantidad de bolívares que circula en nuestra economía), lo único que estarían haciendo es reconocer una nueva devaluación sin corregir los desequilibrios, lo que garantiza nuevas devaluaciones. Así las cosas, ell mayor logro que puede aspirar el gobierno actual es frenar la subida del dólar. Ya eso sería un enorme beneficio.

La única manera de estabilizar la economía es reconocer el error, reestructurar el sistema, abrir el mercado y corregir la política fiscal y monetaria. Siempre hay costos cuando se cometen errores, pero si el gobierno pretende no asumir los costos políticos estará, simplemente, volviendo a devaluar la moneda sin resolver nada.

Cuando te pica un mosquito, puedes rascarte. Si te vuelve a picar, puedes rascarte de nuevo. Pero hay que espantar al mosquito en algún momento, o te va a seguir picando.

Luis Vicente Leon ‏
@luisvicenteleon

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