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viernes, 20 de marzo de 2015

JOSÉ ANGEL BORREGO, SAMPER LA ZAMPÓ

Un poco de historia. ¿Por qué nace UNASUR?: Chávez, con la chequera venezolana repleta pretende disminuir a la ONU y crea un organismo al que Estados Unidos no pueda acceder. Esa fue la única y real excusa para inventar a UNASUR porque dentro de la ONU pudo haberse acordado una oficina derivada de la Secretaría General que discutiera exclusivamente temas suramericanos. 

Pero la arrogancia de Chávez por su grifo petrolero, prefirió que un grupo de países, sobre los que él tenía vara alta como Argentina, Ecuador, Bolivia y Uruguay (a los que socorría frecuentemente); otros como Brasil, Colombia y Perú quienes exportan hacia Venezuela una buena cuota de sus dólares y hasta Paraguay que una vez resuelto su conflicto pidió sumarse a Petrocaribe, sumisos todos, suscribieron esa especie de ONU en miniatura. 

Y luego por iniciativa de Maduro, Ernesto Samper, ex presidente colombiano a quien Estados Unidos quiere echarle el guante por narco, es designado como la voz cantante de la ONU chiquita de América el Sur, organismo que ya con la presencia de Mercosur, la CAN, el Selac, Parlatino y tantos otros bichos inútiles que los políticos han ensamblado, no hacía falta. Suscribir ese pacto hasta ahora no ha servido ni para obligar a Venezuela a entablar un diálogo serio con la oposición, que hoy más que nunca pasa por la excarcelación previa de los presos políticos, con libertad plena.

Eso fue lo que vino a hacer el pasado fin de semana la delegación integrada por Samper y los cancilleres de Colombia, Ecuador y Brasil. Pero Samper hurgó profundo y demostrando su escasa habilidad internacionalista fusiló una información que seguro le habría ofrecido Nicolás Maduro a título de estricta confidencialidad: “las elecciones son en septiembre”, reveló Samper y con ello madrugó al CNE. ¿Qué puede hacer la MUD? Protestar. Nada más. ¿Qué debe hacer ahora el CNE para no quedar ridiculizado por Samper? Postergar hasta octubre las elecciones parlamentarias…si Maduro y Diosdado lo aceptan.

José Angel Borrego
periodistaborrego@gmail.com
@periodistaborr1

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domingo, 14 de septiembre de 2014

JUAN JOSÉ MONSANT ARISTIMUÑO, ESTOS DÍAS DE SEPTIEMBRE…

Es indudable que el mes de septiembre es significativo. Es el noveno mes del año, el ciclo de la gestación de una mujer ofrendando vida; también se celebra en el mundo cristiano la Natividad de María de Nazareth. El escogido por Tim Cook para presentar su esperado modelo iPhone 6, y el Apple Watch a lo Dick Tracy. Además, comienza a dejarse el verano atrás y los primeros frescos del agradable y transitorio otoño suavizan la temperatura.

Fue una mañana como la del pasado jueves 11, pero en 1973, cuando las Fuerzas Armadas apoyadas con los Carabineros chilenos bombardearon el Palacio de la Moneda y tomaron el poder de facto, una vez que el gobierno marxista de Salvador Allende había perdido el control de la nación, y el país se precipitaba en plena Guerra Fría, hacia una cruenta guerra civil.
Cómo pasar por alto uno de los hechos más siniestros y dolorosos que haya presenciado nuestra generación, aquella mañana del 11 de septiembre de 2001 cuando la ciudad de Nueva York comenzaba a desperezarse, mientras humildes aseadoras centroamericanas o asiáticas una vez vaciados cientos de cestos de basura en cada piso, en cada oficina, bajo cada escritorio, limpiado baños, alfombras y ventanas se disponían a dar por terminada su cotidiana labor; y cientos, miles de hombres y mujeres se dirigían a sus oficinas para encender sus computadores, revisar agendas, hacer  llamadas, o soñar con anhelados ascensos, preocupados por el seguro social o el pago de la hipoteca, café en mano se disponían a iniciar su día, cuando les sorprendió el estruendo del impacto de un avión de pasajeros que  en ese momento penetraba por sus ventanas. Fue todo, lo demás, la oscuridad, murieron sin persignarse.
Hay otro 11, propiamente un martes 12 de septiembre en la Universidad de Ratisbona situada al pie del Danubio, y un antiguo profesor de teología dio lectura a su discurso de orden frente al cuerpo rectoral, profesoral, estudiantil e invitados especiales. “Fe, razón y universidad. Memorias y reflexiones”, tituló su tesis magistral. Y algo de ello conocía el profesor, ese día, de pie, ante el atril de noble madera donde reposaban sus manos al terminar la lectura. Era el sacerdote Joseph Ratzinger, S.S. el Papa Benedicto XVI, uno de los grandes teólogos de nuestra era, que disertaba acerca de la fe y la razón, esencia misma de la creencia cristiana. Asumía allí que no había contradicción alguna entre fe y razón, divinidad y humanidad, y se remontó al diálogo sostenido entre el Emperador cristiano de Bizancio Manuel II con un noble y culto persa musulmán sobre religión, razón y guerra santa, en la ciudad de Ankara, por allá en 1391, antes de la toma de Constantinopla.
Benedicto XVI, en un momento, fundamenta su argumentación en una pregunta afirmación que le hace el Emperador Manuel II, sobre la yihad, a su interlocutor: “Muéstreme también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba”
Su santidad intentaba apuntalar que por la fuerza de la razón se llegaba al conocimiento de Dios: “Para convencer a un alma racional no hay que recurrir al propio brazo ni a instrumentos contundentes ni a ningún otro medio con el que se pueda amenazar de muerte a otra persona…” afirmó Benedicto. Fue todo, al otro día quemaron su esfinge, se rasgaron las vestiduras, amenazaron con romper relaciones con el Vaticano, lo acusaron de enemigo, guerrerista, conspiración occidental, dogmático y vaya usted a saber cuántos apelativos y amenazas  le endilgaron, desde el fundamentalismo islámico.
Y hay otro 12 de septiembre, vital, existencial para el mundo occidental, la batalla de Viena de 1683, cuando Kara Mustafá, Visir del Imperio otomano luego de apoderarse de los Balcanes, Macedonia, Hungría, Rumanía, Bosnia, al mando de más de 150.000 hombres, conformado por jenízaros, africanos, turcos y árabes sitió la ciudad de Viena con el fin de apoderarse de ella y llevar el islamismo al resto de Europa central.
 El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Leopoldo I acudió a sus aliados europeos quienes respondieron a su llamado, salvo el rey Luis XIV de Francia, el rey sol, el de “El Estado soy yo”, que había firmado alianza con los musulmanes turcos. El Papa Inocencio XI impartió su bendición y apoyó la Liga Santa conformada por Lituania y los húsares alados de la caballería polaca. Entre todos ellos, no sumaban la mitad de los guerreros de Mustafá, quien al atardecer había perdido la que se conoció como la Batalla de Kahlenberg, librada ante los muros Viena. Ese día, Europa y sus valores, se salvaron de caer bajo la tiranía del fundamentalismo islámico y sus espadas.
Como bien señaló el Concilio Vaticano II “…mientras exista el riesgo de guerra y falte autoridad internacional competente, una vez agotados todos los recursos pacíficos de la diplomacia, no se podrá negar el derecho a la legítima defensa”. En eso estamos, de nuevo, en nuestra época
Juan Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com

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domingo, 10 de noviembre de 2013

ENCUESTA KELLER, ESTUDIO OPINION PUBLICA NACIONAL, 3ER TRIMESTRE DE 2013, SEPTIEMBRE










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lunes, 2 de septiembre de 2013

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ESTADO MAYOR PARA LA CORRUPCIÓN, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL

El régimen descargó su resentimiento maquinando formas espurias de ejercer el poder a su máximo expresión, empeorándose las esperanzas de un pueblo que no dejará de aguardar lo que la democracia es capaz de depararle.

ESTADO MAYOR PARA LA CORRUPCIÓN

La exigua interpretación de conceptos que validan la democracia como sistema político de gobierno, o la deliberada intención de manipular realidades políticas bajo esquemas verticales que dificulten la disidencia como forma de distender y resolver los problemas que no tienen solución consensual, dan cuenta de modelos de gobierno que utilizan el militarismo como forma de imponer proyectos político-ideológicos dirigidos a conjurar la heterogeneidad como razón de un desarrollo económico y social que garantice un futuro promisorio.

La obstinación del actual régimen por continuar concentrando el poder político con fines perversamente populistas, logró modificar la composición del sistema político venezolano de los últimos cuarenta años al colocar en el centro del mismo al estamento militar. Quizás, la influencia histórica marcada por la connotada presencia de los ejércitos latinoamericanos antes de la insurgencia del poder civil, tal como lo expresa Alain Rouquié, politólogo francés, pudo constituir un aliciente que indujera a aumentar desmedidamente la injerencia de la esfera militar en asuntos de dirección del Estado venezolano. Amén de la condición militar de quien asumiera la presidencia de la República en 1998, Tte. Cnel. Hugo Chávez. A tal punto ha sido así, que el régimen ha intentado forzar algún grado de gobernabilidad aupando la participación de militares tanto en espacios de acción pública, como en la administración y control de la sociedad lo cual, indiscutiblemente, ha rayado en beneficio del autoritarismo que plena el devenir nacional.

En medio de dichas vicisitudes, el militarismo logró dominar importantes instancias de la vida republicana. La jerga revolucionaria adopta el término de “gobierno cívico-militar” para disfrazar una propuesta gubernamental subvertidamente antagónica con los principios que fundamentan la democratización posible, prometida y necesaria. Tal ha sido la impertinencia del estamento militar en la organización del país, según el despotismo instaurado por el régimen, que no conforme con la intromisión de militares activos en la administración pública nacional, impuso buena parte de su estilo de conducirse y forma de expresarse. Incluso, el partido de gobierno, estructurar sus cuadros operativos y de conducción al mejor esquema vertical y cuartelero.

No hay duda de que el militarismo engulló al país. El poder militar tergiversó sus postulados para entonces escurrirse en el laberinto del poder político y así usurpar responsabilidades que sólo corresponden al mundo civil. Y en tan aciago festín, el actual régimen ha complacido al sector militar en todas sus exigencias. La adulancia pasó a ser el recurso más manoseado al momento de consentirlos como “eximios patriotas”. Tanto, que su léxico penetró la estructura civil lo que ha servido para disociar el sentido de institucionalidad que pauta la norma constitucional. Es así como valiéndose de tan contagiados esperpentos conceptuales, el régimen descargó su resentimiento maquinando formas espurias de ejercer el poder a su máximo expresión empeorándose las esperanzas de un pueblo que no dejará de aguardar lo que la democracia es capaz de depararle.

Con la excusa de la emergencia, el régimen inventó la figura de “estados mayores” para encubrir la corrupción sobre la cual se cimienta el poder político que ahora anima la alianza dolosa que por razones coyunturales está asintiéndose entre militares y civiles borrachos de poder y embelesados por el fácil detrimento del patrimonio nacional. Ya se cuenta con un Estado Mayor Comunicacional, también de la Salud, Fronterizo y hasta una de Invierno. Justamente, en aras de conciliar la deshonestidad de altos y medios funcionarios con la necesidad de sincerar la actuación de corruptos y con las oportunidades que hay detrás de cada negociación o transacción que compromete al régimen en su devaneo con el socialismo, sus prácticas ventajistas pudieran suscribirse en un Estado Mayor tan encubierto, como los anteriores. En consecuencia, la incidencia de éste, podría esclarecer los mecanismos oscuros que determinan los simulados y fraudulentos manejos que comprenden cada acto de corrupción. Por tanto, en virtud de seguir forjando libertades en el fragor de esta trillada y artificiosa independencia, debería instituirse un Estado Mayor para la Corrupción.

VENTANA DE PAPEL

¿POR QUÉ MIEDO PARA DEBATIR?

El miedo es un sentimiento del que nadie escapa. Se dice que es más fuerte que el amor. 

Para el inmemorable filósofo neerlandés  Baruch Spinoza, “no hay temor que esté desprovisto de alguna esperanza, y no hay esperanza que esté desprovista de algún temor”. Aunque también se dice que es un sufrimiento que produce la espera de un mal. Y posiblemente, en política esto es real y rigurosamente cierto. Tan cierto debe ser, que hay miedo a la verdad, a la escasez y a la muerte. Sobre todo, entre los miembros de una sociedad que no terminan de vencer cada día una dificultad. Por el contrario, las acumula tanto que por ello se distorsiona la visión del horizonte confundiéndose fortalezas con debilidades o amenazas con oportunidades.
Ante tan controvertido panorama, quien vive sin vencer el miedo, sin haberse librado de él, hace que todo a su paso luzca revuelto y complicado. Es decir, sin solución. Precisamente, es el problema que arropa toda persona que disocia las realidades en su fuero más exigente. Es quien busca no descubrirse por cuanto encubre razones cuyas verdades son capaces de fustigarlo en su propia humanidad. Y como dice el dicho, “quien la debe, la teme”. Y si la teme, intenta ocultarse. Y por actuar bajo ese esquema de vida, se ve atrapado en sus propias redes. Por tanto, tiene miedo a enfrentarse a otros. A pesar de haberlo cantado. De modo tal que por encubrirse a pesar de sus falacias, no da la cara públicamente. O sea, no habla más allá de lo que su apariencia permite disimularle.
Como decía Voltaire, filosofo e historiador francés, “el miedo acompaña al crimen y es su castigo”. Por eso, aunque admita alguna complicación, no es difícil reconocer que estos dirigentes y funcionarios empoderados por enrarecidas circunstancias político-electorales, tienen agudo temor de deliberar pues saben que en algún momento se les cae el antifaz y no hay reloj cuya campanada de la media noche pueda salvarlo del repudio colectivo y de la condena ganada. Ya se sabe entonces, porqué estos “enchufados“ esquivan toda discusión posible que haga peligrar sus rebuscados argumentos. ¿O el caso de por qué Maduro arrugó a debatir sobre corrupción? En fin, ¿por qué miedo para debatir?

¿QUÉ ESPERAR DE SEPTIEMBRE?

Septiembre será un mes cargado de múltiples expectativas. Expectativas que asomarán posibles oportunidades para dirimir divergencias. Pero también, para encontrar mayúsculos problemas cuyas soluciones se han hecho de rogar por mucho tiempo sin que hasta el momento hayan vislumbrado una salida. A diferencia de Chávez, quien confrontaba directamente a sus oponentes, Maduro se vale de segundas, terceras y hasta de cuartas escapatorias para sortear la confrontación de forma abierta. Maduro utiliza “gorilones” de mampara para emboscar sus adversarios. La brutalidad es su mejor arma.
Fernando Mires, para referirse al estilo de acción emprendido por el régimen, habla del “gansterismo político” como recurso de enganche del populismo imperante. De manera que pensar por dónde vienen los tiros en Septiembre, es imaginar escenarios de posibilidades de cara a las contingencias que saldrán a la palestra a consecuencia del terrorismo gubernamental organizado con el lúgubre propósito de provocar el aislamiento necesario que requiere el régimen para justificar ejecutorias que implican violentar el Estado democrático y social de Justicia y de Derecho a manera de ir desmontando paso a paso el Estado federal descentralizado e ir armando el grotesco Estado comunal.
Pero la complejidad que se dilucida en el recorrido de estos tiempos turbios, no va a amilanar la esperanza de un importante sector de la población que decidió ponerle un parado a este régimen que está a punto de atollarse por la corrupción engullida. Ya pudiera descifrarse algo ante la pregunta: ¿qué esperar de Septiembre?

“Basta con invocar la revolución como excusa para refundar una República, para que la corrupción pase a dominar las instancias de gobierno y se hipoteque el futuro de esa Nación a nombre del caos en que se sumirá su sociedad”

Antonio José Monagas ‏
@ajmonagas

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