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sábado, 9 de mayo de 2015

ASDRÚBAL ROMERO M., LAUREANO SE NOS PUSO SERIO, DESDE ESPAÑA

Hace ya unos días recibí una invitación a un evento político, que tenía como principal atractivo la presentación de un diagnóstico de la realidad política actual por parte del periodista Miguel Salazar, el mismo de las Verdades de Miguel.

Lo cierto es que más allá de decir unas cuantas verdades en ese estilo suyo tan peculiar, verdades que ya no pasan de ser episodios anecdóticos que se siguen sumando a una montaña correosamente sedimentada de corruptelas, escándalos, dosis de más de lo mismo que ya ni conmueven nuestra capacidad de asombro, su disperso diagnóstico me decepcionó.

Reflexionando sobre el por qué no me había gustado, llegué a la conclusión que era la ausencia de alguna propuesta para la construcción de un nuevo escenario político. Por muy mal que esté el paciente, todo diagnosticador debe atreverse a proponer alguna vía de solución.

El ponente central no lo hizo, todo lo contrario, al abandonar las instalaciones del CEIDEC recordaba las casas de opio de Macao, que tanto aparecen en las películas, como el destino más recomendable para todos aquellos que salíamos del evento vaciados de esperanzas por nuestro irresoluble país.

Una tendencia que ya he observado en los que, por algún lapso, han estado de compadrazgo con el Régimen es la de meternos a todos en el mismo escaparate de la mala calaña.

No hay ni ha habido desde los tiempos de María Castaña hueso sano en este país; gobierno y oposición aparejados en maldad e ineptitud; cuarta y quinta similarmente nefastas; como si fuese una manera de justificarse disparando una ametralladora de desesperanza 360 grados alrededor.

Pero tú también eres pesimista, me dirán algunos -ya me lo han dicho-

Cierto, en lo que respecta a la evolución de la tragedia económica y social del país lo he tenido que ser. Y no me he equivocado: todas las tendencias confirman mis más lúgubres pesadillas. Tengo que continuar siéndolo de no producirse un rápido viraje. En virtud de lo cual: tengo una propuesta sintetizable en tres afirmaciones. No hay fondo mientras sigamos recorriendo esta insensata senda. Maduro y su camarilla han dado muestras incontrovertibles de su indisposición a producir el viraje. En consecuencia: se impone la necesidad de trabajar en pro de crear las condiciones que les obligue a renunciar y dar paso a un gobierno de transición.

Una junta tripartita pudiera presidirlo con la finalidad de sustentarla con una plataforma amplia de gobernabilidad. Conformada por un representante de la Oposición,  otro de un sector interno del Régimen dispuesto a concertar para rectificar y un militar de alto rango con perfil bastante independiente.

Eso sí, con una clara misión a cumplir: enderezar el rumbo hacia un país de trabajo y producción en el que se respeten el derecho a la propiedad y las reglas de juego para los inversionistas.

Es una propuesta para ya, se dice fácil no obstante tenga conciencia plena sobre las inmensas dificultades para construir un escenario de transición de tales características. Por otra parte: es estrictamente necesaria una salida política y constitucional como esa si no queremos que el país se nos termine hundiendo en nuestras propias narices.

Coincidencialmente, el mismo día del evento con Salazar me llegó un correo contentivo de una entrevista a Laureano Márquez. Leo todo lo suyo porque realmente admiro la brillantez sarcástica de sus aproximaciones a la situación país. La entrevista tenía más de dos meses de haber sido publicada (el 19/2/2015) y no la había recibido en las decenas de correos que reviso diariamente, lo cual me causó extrañeza porque su producción suele circular profusamente en las redes sociales. Adicionalmente, otro motivo de sorpresa, Laureano se nos había puesto serio: la entrevista no estaba escrita en la clave de humor a la que nos tiene acostumbrados.

Pensé que su agente habría tratado de sacarla de circulación, aunque en verdad ni siquiera sé si Laureano tendrá agente. ¿La razón? En su seriedad, el reputado humorista se había lanzado a profundidades que tendrían muy preocupado al imaginario agente.

Laureano afirma en esa entrevista que la situación es tan grave que "la única salida es que el gobierno del presidente Nicolás  Maduro sea sustituido por otro, de transición". De nuevo: ¡coincidencia! Similar propuesta a la que había pensado para no rendirme a las tentaciones de Macao.

Laureano es más audaz: propone que dicha transición sea encabezada "por una corriente del propio chavismo en consenso con el resto del país".

Me es obligante decir que una vez conocida la posición de Laureano me entró un fresquito y sentí el deber  de exteriorizar esta irreverente opinión que me corroía por dentro intentando que la dejara escapar. Por muy incómoda que, políticamente, pueda  sonar cuando nos encontramos en pleno ambiente de primarias, sentí que debía acompañar a Laureano en su verdad que también es la mía.

Estoy firmemente convencido que Venezuela se encuentra en un momento crucial, donde hace falta que emerjan a la palestra muchos Laureanos que le hablen con su verdad al país, sin paliativos ni falsas esperanzas. Sólo de la confrontación de crudas verdades podrían surgir los bosquejos de diversas propuestas para salir de este atolladero. ¡Hay que atreverse a plantearlas!

¿Cuál es la premisa fundamental detrás de la propuesta de una transición inmediata y concertada con un sector del chavismo? Que los tiempos no dan como para esperar los resultados de las parlamentarias, tan sencillo como eso. La situación económica y social se deteriora a una velocidad tan pasmosa, que resulta harto difícil imaginar a qué nivel de profundidad del sótano que estamos cavando nos encontraríamos al final de tan angustiosa espera.

Cuando hablamos de los resultados de las parlamentarias, no me refiero simplemente a los electorales, sino a los logros concretos que se pudieran obtener de una acción legislativa tendiente a iniciar la reversión de tan nefastas tendencias como las que hoy nos aquejan.

Nos encontramos en una situación tan sui generis en lo político, que ambos bandos consumen buena parte de su energía organizando unas primarias para seleccionar a los candidatos que van a competir en unas elecciones que no tienen fecha. Supongamos que finalmente se dan, que la Oposición gana y que tal victoria es reconocida -supuestos que ameritan profundo análisis-, luego vendrá el proceso de instalación de la nueva asamblea.

Como estamos en la obligación de suponer que la Oposición no podrá llegar, dando las mismas lecciones de democracia que Cabello nos da las pocas veces que sesiona la asamblea actual, seremos testigos de cómo los del gobierno recurrirán a todos los mecanismos de retardo procedimental que son propios del juego democrático en instancias legislativas, los mismos que se le han negado a la Oposición.

De por sí, en ningún país del mundo los congresos o asambleas han sido instancias eficientes para desmontar lo que en Venezuela se requiere desmontar con inusual urgencia, máxime en un país tan presidencialista como el nuestro y con un poder ejecutivo que mantendrá por un tiempo, nada desestimable, absoluto control del poder judicial.

De manera tal que la visión de una nueva asamblea con la capacidad para desmontar lo que nos tiene entrampados, es más una quimera proclive a convertirse en otro hito de desesperanza al cabo de más tiempo perdido, una promesa política imposible de cumplir, al menos en el corto plazo que pudiera permitirse el país.

Por otra parte, es también un espejismo anestesiante de las iniciativas tendientes a organizar la sociedad en procura de otras vías de salida.

Venezuela es una olla de presión que ya tiene tiempo dando pitidos que deberían tenernos mucho más sensibilizados y hasta alarmados. El alivio de tal presión pasa por desembarazarnos del legado comunista de Chávez y ya sabemos que Maduro está imposibilitado de hacerlo.

¿Qué más vamos a esperar? ¿Qué el dólar este a 1000 a finales del próximo año como lo pronostican algunos grupos económicos? ¿Qué más nos falta por ver para reaccionar? El nudo gordiano que hay que reventar está claro. Propuestas como la de Laureano apuntan hacia el objetivo correcto.  
Que es un tanto fantasiosa, sí, no tengo problema en reconocerlo, pero está iluminando el camino a través del cual hay que iniciar la exploración y enviar señales. Los ecos en la cueva nos retroalimentarán, pero al menos sabremos que la dirección de arrancada ha sido la correcta.

No se trata de desmeritar a los que creen en la vía parlamentaria como única salida. Tengo queridos amigos entregados fervientemente a esta opción con la mejor de las intenciones, honestamente creo que están equivocados. No se trata, tampoco, de proponer que se abandone rotundamente esa ruta, hay que transitarla, prepararse para ella, pero resulta inaceptable ver que todo el esfuerzo político se concentre en la tragicomedia de la lucha por una botella vacía, cuando tenemos en pleno desarrollo acontecimientos tan graves.

Aquí en Carabobo, por ejemplo, vemos cómo un emblemático periódico regional con una tradición democrática de ochentaiún  años nos lo cierran por falta de papel; cómo  nos continúan desmantelando el parque industrial que tanto esfuerzo tomó edificar; que la Facultad de Odontología UC se ve obligada a cerrar técnicamente por falta de insumos y repuestos, en una manifestación más de cómo la buena universidad pública, autónoma y gratuita agoniza porque las condiciones del país tornan su operatividad inviable, cercenándose así  el derecho de miles de estudiantes a acceder a una educación universitaria de verdadera calidad. La inviabilidad, en vuelo rasante sobre todo el territorio nacional, merma ferozmente la capacidad de dar respuestas de instituciones, organizaciones y empresas en el más amplio espectro de su vasta diversidad, afecta a públicas y privadas por igual, y amenaza con invadir, prontamente, hasta nuestra infraestructura residencial.

Todo el país se nos torna inviable. Mientras tanto, no se observa un esfuerzo cohesivo de los partidos y líderes políticos para organizar a la sociedad en contra de tan implacable ola de destrucción.

Le molesta a uno que se muestren tan ausentes, tan enMUDecidos, tan ensimismados en su ópera tragicómica. Le molesta a mucha gente con la que uno habla y así como crece la desafección hacia el Gobierno, también crece la dirigida hacia un estamento político que se percibe incompetente para organizar un contrapeso eficaz a esta invasión bárbara. De manera tal que ojitos, aún con los generales del desabastecimiento e hiperinflación en campaña por el bando opositor, pudieran producirse resultados electorales que sorprendan a más de uno.

Ya para concluir, les invito a leer el análisis más in extenso  contenido en la mencionada entrevista. Pueden acceder a ella en el enlace: http://elestimulo.com/blog/laureano-marquez-dice-que-la-salida-es-un-gobierno-chavista-de-emergencia/.

Les planteará muchas interrogantes que quedan sin respuesta porque a la fecha no se disponen. ¿Existirá un sector del chavismo dispuesto a concertar con el resto del país? Lo del apellido plantea una contradicción: ¿un sector del chavismo dispuesto a desconocer el legado del padre que se los dio? Yo prefiero reformular la pregunta en búsqueda de algún sector dentro del Régimen que esté dispuesto a concertar para rectificar. ¿Existe? Lo que puedo decir  es que dentro de la cueva hay mucha gente preocupada. Están conscientes que el modelo equivocado no da para más, de la necesidad de rectificar. Puede que, ideológicamente, sean socialistas, pero no comunistas recalcitrantes. Simplemente están allí porque se montaron en el proyecto de poder del amigo carismático, pero ahora se sienten entrampados, dentro de un régimen que soltó amarras para adentrarse en las oscuras aguas del totalitarismo y que se quedó sin posibilidades para un retorno democrático. Saben que hay que dar un rápido viraje pero también, como nosotros, se preguntan cómo. Mientras tanto, se están defendiendo a sí mismos. ¿Habrá alguien con quién conversar para ponerse de acuerdo?

Asdrubal Romero
asdromero@gmail.com
@asdromero

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viernes, 11 de julio de 2014

SIMON GARCIA, ENFRENTAMIENTOS Y SALIDAS.

            Los enfrentamientos oficialistas entraron en erupción. Al margen de los vaivenes entre ataques y alianzas, lo más significativo es que el brote de estas contradicciones en las élites se está replicando en la base social que le ha dado apoyo  al proceso. Replicas, no vórtice.
          
  Las cartas y otras desavenencias públicas entre integrantes de la cúpula roja son el iceberg de un malestar general que recorre a la columna vertebral del PSUV e incluye desde los empujones para apropiarse del legado de Chávez hasta  las presiones de unos para profundizar el actual modelo y de otros para introducirle cambios. Hay un debate político a medias, mezclado con forcejeos meramente burocráticos y aspiraciones, menos visibles, sobre el reparto de la torta. Aunque todos se contienen para proteger y conservar esa torta.
            La sensación de estar viviendo en un país a pique y el golpe diario de la escasez están derritiendo la eficacia de la polarización. La mala gestión está desvaneciendo, entre la gente de a pié, el enfrentamiento que separaba oposición de oficialismo. Mientras tanto, el presidente pierde un semestre guaraleando sus responsabilidades.
            Prefiere armar un nuevo consenso interno en torno a la idea de que la apertura temporal ahora es la mejor opción para mantener el poder a largo plazo. Apuesta a un milagro que está a 60 km de Bagdad y que haría aumentar el barril de petróleo entre 15 a 20 dólares, una ayudita para suavizar la arruga.  Pero el verdadero salvavidas está en ejecutar el plan de ajustes que le exigen los bancos internacionales o le recomiendan asesores como la conexión francesa enchufada por Ramonet.
            La patada a Giordani elimina un obstáculo asociado, ideológica y simbólicamente, al modelo que hay que poner en cuarentena. Ahora el monje será usado, por un lado, para intimidar a los críticos y por otro, para justificar medidas económicas impopulares con los errores del traidor de la película. Pero, ya desde antes de la salida del gran planificador del socialismo de la escasez, existía el barullo contra Maduro y la acusación de que echaría por la borda el proyecto del máximo y eterno Comandante. 
            El fracaso de los delirios revolucionarios no tiene fondo. Muchos, aunque no les convenga reconocerlo, intuyen que ya no les queda sino el recurso desesperado de cambiar el modelo para que lo fundamental siga igual: aprovecharse del usufructo del gobierno y defender, por todos los medios posibles, la actual estructura de privilegios. Otras salidas tienen plomo en el ala y no aseguran evitar la implosión del régimen.
            El presidente no encuentra la energía suficiente para hablarle claro al país y encabezar ante sus seguidores la defensa de una línea de rectificaciones económicas y aperturas políticas. Sus adversarios internos ya le boicotearon la iniciativa del diálogo con la oposición. Tal vez, por eso persiste en enmascarar el debate en vez de ennoblecerlo como la búsqueda de una estrategia propia para salvar el proceso. 
            Los errores le están explotando en la cara a la gente y todos los chamuscados comienzan a visualizar donde presentar su factura. La línea de contención está en torno al 30%. No es una cifra despreciable cuando se cuenta con el poder de Estado. Pero las tendencias más bien presagian desplazamientos.
            Todos estos graves acontecimientos están ocurriendo mientras algunos proponen que distraigamos esfuerzos en discutir si hay que recoger firmas para lo que sea o si hay que concentrarse en agrandar y mejorar la eficacia de la oposición. Nadie entiende porque no pueden hacerse las dos cosas y otras más. 
            La solución progresista de la crisis requiere una fuerza que no se contente con observar las contradicciones en curso ni cultive expectativas ilusorias sobre una salida rápida. Una vía distinta a engancharse en competir por dirigir la oposición olvidando el desafío de trabajar por ser una alternativa de país.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

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jueves, 13 de febrero de 2014

EDDIE A. RAMÍREZ S., LAS SALIDAS


Los movimientos telúricos detectados predicen una catástrofe a corto plazo. Los bomberos exigen que por bajo que sea el riesgo de un siniestro se requiere   puertas de salidas rutinarias y además de emergencia. 


Salir de un totalitarismo siglo XXI  que  cuenta con un importante, aunque no mayoritario apoyo popular, es tarea compleja. En estos años aciagos hemos tomado diferentes vías, todas válidas pero sin salida. Como no han sido exitosas, ciertos  aficionados, políticos  y analistas las han satanizado, según sus percepciones. En política ninguna vía está  clausurada,  sino disponibles según las circunstancias. Repasemos algunas.

1-Electoral: muchos la cierran por el ventajismo del régimen y por la parcialidad del CNE que impide la auditoría de los cuadernos electorales y es sumiso al poder Ejecutivo. Sin embargo, Lumay Barreto una mujer  valiente y en contacto con su pueblo ganó la alcaldía  de  Guasdualito y otros  opositores triunfaron en municipios y en  tres gobernaciones. Esto indica que no es una salida totalmente cerrada, aunque  difícilmente el régimen reconocería una victoria opositora en las presidenciales. 2- Huelga: es una salida con una amplia apertura, pero debe ser general. En la del 2002 solo se detuvo una parte del país.

3-Abstención: es una salida válida para deslegitimar, pero quienes se abstienen deben ser una gran mayoría. En las parlamentarias del 2005 fue elevada, pero debemos reconocer que los partidos se retiraron porque no sacarían más de 15 diputados y del otro lado  no hubo incentivos para votar. 

4-Marchas y concentraciones: hemos caminado muchos kilómetros después del 11 de abril del 2002, pero no encontramos la salida, porque  eran marchas zanahoria y concentraciones incestuosas a donde acudimos siempre los mismos buenos ciudadanos.  La excepción fue la marcha de febrero 2004 y las llamadas guarimbas  que el régimen dispersó con lacrimógenas y perdigones, pero también asesinando a manifestantes como los casos de Evangelina Carrizo en el Zulia y Maritza Ron en Altamira. Es una salida riesgosa, pero  si se administra bien puede conducir a una renuncia no traumática.

5-Constituyente: por ser salida electoral en la cual el régimen puede adelantarse y fijar las bases comiciales y por ser utópico que podamos recoger las firmas, es una  puerta estrecha. Otra situación sería si en las pasadas elecciones hubiésemos ganado la mayoría de alcaldías.

6-Revocatorio: después de la Lista Tascón se volvió inviable.  
A la luz de lo expuesto  pensamos que la crisis será el     detonante que abra una salida que puede estar dentro del marco constitucional. Para ello uno de los requisitos es que partidos políticos y sociedad civil entiendan la importancia de la unidad, que esperar hasta el 2018 es permitir que se  imponga definitivamente  el totalitarismo siglo XXI   y que una salida electoral es posible, pero muy poco probable. Las asambleas de calle son buenas iniciativas, pero no suficientes. Hay que llegarle a quienes todavía apoyan al oficialismo.

Como en botica: Según dicen Maduro no ha podido ocupar La Casona. Le recomendamos instalarse en una carpa para que constate el calvario de los  propietarios cuando  no pueden  desalojar a sus  inquilinos.  ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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jueves, 9 de enero de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, TODO TIENE SU FINAL,

Es increíble la persistencia de la ideología socialista, a pesar del gran fracaso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en la cuna de ese experimento social y político, donde más personas, recursos, esfuerzo, etnias y países fueron sacrificados por su sobrevivencia, a pesar del descalabro en Cuba desde donde nos llega su onda expansiva, todos los experimentos socialistas, uno por uno, se han desmoronado he ido al traste.
Marx estaba equivocado; sus predicciones no se hicieron realidad, el sistema económico capitalista, que lleva más de un siglo “condenado a desaparecer”, luce más fuerte y vital que nunca, todas esas crisis económicas y financieras han fortalecido el sistema, haciéndolo más eficiente y productivo, haciendo prósperos a los países que lo adoptan, aprendiendo de sus debilidades y afianzando sus fortalezas.
El socialismo está basado en una utopía, que no es sino la manera elegante de decir una fantasía, en un gigantesco engaño con ropaje de conocimiento científico, de teoría económica y política de altos quilates; algunos socialistas son tan osados que toman su ideología como si fuera una religión, eso debido al elevado vuelo de la manía colectivista, que asegura querer salvar al mundo.
Se trata de una corriente basada en un principio sumamente perverso: todas las demás personas, que no son socialistas, están enfermas y ellos, portadores de la verdad, nos van a curar, así no queramos, todo ello para que, al final de sus actos, les tengamos que dar las gracias por conducirnos al paraíso; no hay manera de sacarlos de esta monomanía salvadora, o liberadora, como les gusta decir.
Nuestros socialistas endógenos padecen de una afectación complementaria, no sólo se creen salvadores del mundo, sino que creen poder hacerlo mejor que Marx, Engels, Lenin, Stalin, Hitler, Tito, Ho Chi Min, Mao, Pol Pot, Lumumba, Krushchev, Palme, Allende, Fidel y otros renombrados líderes del socialismo, creen tener la fórmula, el secreto de hacer funcionar al socialismo sin que termine en la basura, lo cual es una posición arrogante que deviene de una infinita ignorancia.
Probablemente crean éstos que, con el ingrediente de las descontextualizadas ideas bolivarianas, de una pizca de animismo e indigenismo latinoamericano, de mucha voluntariedad y ardor revolucionario, van a lograrlo. Luego de haberlo intentado durante catorce años ¿Dónde está ese nivel superior de vida que alcanzaríamos los venezolanos en socialismo?
Creo que es parte de la naturaleza del socialista jamás admitir su culpa si algo sale mal, de tener que hacerlo, convertiría en causa heroica el haber fracasado, su doctrina de dioses en la tierra decreta que eso es imposible.
Quizás sea por esa razón que ahora están tratando de elevar a Chávez a mártir, asesinado y eterno, y a su causa, tan noble como la de Cristo (Mandela les queda chiquito); como dijo el Che, la causa de la revolución es “el escalón más alto al que puede aspirar un ser humano”.
Digno de risa es que, a pesar de los continuos desaciertos, que nos han sumido en la peor crisis económica y social de nuestra historia, este gobierno revolucionario pretenda todavía conducir al país hacia un estado superior de bienestar; buena es la intención – si la hay – pero, lamentablemente, estamos en manos de la gente equivocada.
¿Cómo se le hace saber a estos fanáticos, todos confundidos, que roba, arruina a los demás, amenaza, predica, destruye, traiciona, engaña… que ya no lo puede seguir haciendo, que el pueblo de Venezuela no los eligió para eso?
Hay que sacarlos, porque no se van a ir, porque siguen creyendo “que se la están comiendo”, que así es como se gobierna. Bueno, hay muchas formas de sacarlos. Nuestros socialistas son prácticos en una de ellas, que es el golpe de estado, pero no les funcionó; los otros que estarían en capacidad de hacerlo, serían los militares, pero ese es un camino incierto y duro.
Nosotros, en la oposición, hemos tratado por mucho tiempo de sacarlos de la manera democrática, por medio de los procesos electorales y el voto, pero el poder electoral, secuestrado por los chavistas, ha preparado todo para perpetuarse en el poder por esa vía, con lo cual queda invalidada esa salida.
Queda la resistencia cívica, todos tenemos derecho a la rebelión, es un derecho histórico adquirido, a la tiranía hay que sacudírsela a como dé lugar, podrá armarse artificiosamente de recursos de legitimación, sean legales o constitucionales, sea con el conveniente apoyo de socios internacionales, pero tiranía es tiranía, de derecha o de izquierda, ningún ser humano es auténticamente humano bajo la opresión.
Hay una salida muy cómoda, la de la negociación, la de adaptarnos a las circunstancias, irnos haciendo más pequeños mientras el Estado lo abarca todo, ir renunciando a nuestros derechos y colaborar con los socialistas, no importarnos que nos arrebaten las libertades con tal de seguir viviendo, aceptar sus imposiciones para poder seguir sirviéndoles como esclavos.
Tal presunción me parece inaceptable, en esa salida no hay dignidad ni respeto y como dice un famoso parlamento, en una de mis películas favoritas, “Hay cosas peores que la muerte”.
Todo el mundo está pendiente de lo que sucede en nuestro país, el descalabro de la dignidad nacional ha sido estruendoso, estamos invadidos por los cubanos, tenemos un presidente extranjero, somos un país maula, le debemos el alma a medio mundo, tenemos los índices de muerte, violencia y corrupción más altos del orbe, nuestra calidad de vida cayó al piso, sin rebotar; vivimos en escasez, en medio de cortes eléctricos, de basura acumulada, de una quimérica salud pública, de una economía que retrocede; el país se contamina de manera acelerada, crece la miseria… mientras esto ocurre, sólo oímos excusas: conspiraciones, guerras, sabotajes, campañas orquestadas en el exterior contra el país.
¿Qué esperamos los venezolanos para decirles a estos socialistas que ya está bueno de jugar con nuestro país para materializar una doctrina de locos y alucinados, que es la calle ciega para nuestro futuro?
Concluya usted estas líneas. 

saulgodoy@gmail.com

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