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sábado, 23 de agosto de 2014

RICHARD CASANOVA, LA PRUEBA DEL FRACASO

Cuando un grupo de jóvenes que luchaban contra la dictadura de Fulgencio Batista protagonizó -un 26 de Julio de 1953- el heroico asalto al Cuartel Moncada, el pueblo cubano no podía imaginar la desgracia en ciernes sobre esa hermosa isla.  Igualmente, en la Venezuela de 1998 tampoco era posible imaginarse que en nuestro país se llegaría a imponer una atrocidad como la Tarjeta de Racionamiento, pero ahora el régimen cubano-militar nos limitará el acceso a alimentos, algo que pronto se extenderá a otros bienes y servicios.  

Para el pueblo cubano el remedio fue peor que la enfermedad: nunca llegó la anhelada vida en democracia y su calidad de vida se deterioró gravemente como consecuencia de la destrucción del aparato productivo.  En efecto, cuando la revolución cubana llegó al poder, esa pequeña isla caribeña aportaba el 20,57%  (6.038.559 toneladas anuales) de la producción mundial de azúcar y además tenía una imponente presencia en el mercado internacional, exportando otros rubros como tabaco y remolacha. ¿Acaso Cuba produce media tonelada de azúcar hoy?  Ni hablemos de los ingresos por concepto de turismo antes y ahora. Más de medio siglo de "revolución" solo ha servido para oprimir al pueblo cubano y ahogar su existencia en ese océano de calamidades y grandes penurias que algunos llaman "el mar de la felicidad".   

Sin lugar a dudas, la élite cubana que hoy gobierna en Venezuela tiene un amplio prontuario en materia de violación de DDHH y ha acumulado una vasta experiencia que le permite destruir cualquier economía, por próspera que ésta sea.  Por ejemplo, no es fácil quebrar a PDVSA, se necesita ser muy inepto e inmensamente corrupto para arruinar a una empresa que producía casi 3.5 Millones de Barriles al día, máxime con los elevados precios del petróleo en el mercado internacional.  El régimen cubano-militar ha dilapidado y se ha robado una colosal fortuna, mientras el país se ha empobrecido y se encuentra al borde del colapso.   Que ahora impongan una Tarjeta de Racionamiento –así la disfracen- es una prueba irrefutable del fracaso del modelo y de la “revolución”, como ellos han llamado a este grotesco saqueo de las arcas de la Nación.  Obviamente, la galopante corrupción convertirá a este sistema biométrico de represión alimenticia en una nueva alcabala para los consumidores.

Hoy Nicolás Maduro y Diosdado Cabello son el rostro de un gobierno hambreador. Atrás quedaron aquellos tiempos en que los venezolanos podíamos comprar lo que queríamos y encontrábamos en los anaqueles diversas marcas de todos los productos. Con la Tarjeta de Racionamiento queda en evidencia –una vez más- la incompetencia del gobierno para abordar la honda crisis que ha generado. Esta humillante forma de racionar los alimentos a la población es el corolario del “exitoso modelo económico” que mencionaba Rafael Ramírez. ¡Es la guinda de la torta, pues! En ninguna “gran potencia” hay que dejar la huella digital para comprar el rollo de papel tualé que “le corresponde” este mes.  El fracaso se hace inocultable.

Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova

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domingo, 27 de abril de 2014

AMÉRICO MARTÍN, LA PRUEBA DEL BUÑUELO

Y es que los buñuelos, señores, cantan. 
Durante años se dijo que participar en las elecciones organizadas por un régimen autocrático equivalía a legitimarlo, lavarle la cara, impedir o retardar su colapso. La experiencia demostró exactamente lo contrario:

1.      La legitimidad de un gobierno no depende de que sus opositores se reduzcan a usar los medios más extremos –y solo ellos- para enfrentarlo. En el caso de las elecciones, el fantasma que resurge una y otra vez es el de la abstención. Votar equivaldría a reconocer al gobierno y de esa manera remozarlo ante el mundo. No hacerlo, sería en cambio la mejor manera destruir su pretendida legitimidad de origen. ¿Votar para qué? inquiría Fidel, pretendiendo desasirse de la promesa electoral que había hecho a los cubanos antes de llegar al poder. Una vez alcanzada la cima del Estado desechó el mecanismo electoral y optó por consolidar un duro régimen de fuerza que al final ha fracasado sin atenuantes. En casi ningún otro país latinoamericano la abstención ha sido tomada en serio, ni se ha creído que al usarla quedarían proscritas otras formas de lucha.

2.      Desde los primeros escarceos electorales de 1936 durante el régimen del general Eleazar López Contreras, las fuerzas progresistas usaron esa forma de luchar aún a sabiendas de que las condiciones no eran equitativas, justas, plenas. Los pequeños grupos de izquierda, de centro o de derecha pelearon los precarios espacios que se sometieron a consulta electoral y a partir de ellos construyeron liderazgos que con el tiempo dominaron la política durante décadas. A nadie se le ocurría decir que esa participación fortalecería a los gobernantes. En realidad los fue desgastando hasta que se produjo el amplio viraje democrático que entregó la dirección a un estupendo, moderno y joven liderazgo. Rómulo Betancourt acuño una fórmula que se hizo célebre. Desmarcándose de quienes decían que entrar en el Parlamento dejado en herencia por el dictador era legitimar sus falsas y sangrientas instituciones, Rómulo Betancourt acuñó una fórmula que se hizo célebre: Entraremos al Congreso con el pañuelo en la nariz. 

Era un espacio visible que multiplicaba la voz de la oposición democrática. Era un salto adelante, premisa de los que se seguirían dando. ¿Qué se hubiera ganado colocándose al margen, en nombre de los principios? Absolutamente nada. Los nuevos líderes emergieron en el debate abierto. Al principio no lo tuvieron todo, pero al final vencieron.

3.      En la actualidad ocurre algo parecido con el diálogo que reúne al cuestionado régimen de Maduro con la MUD, bajo facilitación de UNASUR y El Vaticano. Las mismas voces que siempre condenaron las participaciones electorales atribuyéndoles que convalidarían las autocracias, sobre todo cuando daban síntomas de hallarse contra las cuerdas, se levantan contra la idea de dialogar con el gobierno. Con criminales no se negocia. Es un asunto moral, sentencian con altivez.
Lo cierto es que criminales como Stalin y Mao son casi irrepetibles, y sin embargo Roosevelt, Churchill y el movimiento democrático mundial encontraron en un momento dado la manera de resolver con ellos trascendentales problemas que la Humanidad reconoció. Pinochet era un criminal de siete suelas y no pudo evitar sentarse a negociar con la Concertación Democrática un referéndum que lo sacó del poder.

4.      Por supuesto que la Política ha de ajustarse a principios morales, sin olvidar que el más importante de ellos es la conquista del sistema democrático sobre las ruinas del totalitarismo y la dictadura, siempre con medios irreprochables. Si la abstención, por muy adornada de alocuciones morales que esté, consolida la dictadura, no podrá ufanarse de actuar conforme a la Ética y los principios. Será en el mejor de los casos la máscara de recónditos egoísmos y vanidades.

5.      En homenaje al enorme avance del Derecho Internacional Humanitario, los autócratas se revisten cínicamente de una precaria legalidad. En América la última sobrevivencia totalitaria a la antigua es la de Cuba porque en 1959 la sociedad civil y la defensa de los Derechos Humanos carecían de la significación que tienen ahora. El totalitarismo pretende copar todos los espacios. Para derrotarlo deben usarse todas las formas imaginables de lucha, sin renunciar a ninguna. Desistir del voto con aire de duque ofendido es entregar espacios que el otro utilizará para ampliar sus dominios.

6.      El diálogo va con la corriente. Presionado por los heroicos estudiantes y la terrible crisis de su catastrófico régimen, el gobierno regateará concesiones. Desanimar el diálogo y descalificar a los negociadores democráticos es favorecer su juego. La Democracia ha de usar las formas de acción que pueda. Contraponer el diálogo a las protestas de calle es absurdo. Nadie negocia por los estudiantes.

7.      Se dice y repite que el diálogo es una astucia oficialista para enfriar las calles y ganar un tiempo que más bien va contra el gobierno. Si Santos y las FARC negocian sin suspender la guerra ¿por qué Venezuela suspendería sus protestas para dialogar? Renunciar a un debate tan supervisado por el mundo es cortarse un brazo. Mundo de locos sería que el victimario cante loas al diálogo y la víctima prefiera rehuirlo.

8.      Conforme a un viejo proverbio inglés the proof of the pudding is in the eating. En cómoda traducción al castellano: La prueba del buñuelo consiste en comerselo. Vamos, pues, a esa prueba. Las abstenciones estuvieron a punto de desaparecernos mientras que la participación ha marcado el incesante ascenso democrático y el manadero dirigencial, que aparece cada día. Los líderes democráticos de la hora surgieron de esa fuente.

Y es que los buñuelos, señores, cantan. 

Americo Martin
amermart@yahoo.com
@AmericoMartin

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lunes, 14 de abril de 2014

CARLOS BLANCO, "LA PROTESTA PERMANECE, YA NADIE SE DESMARCA DE ÉSTA NI DE UN DIÁLOGO GENUINO" EL DIÁLOGO QUE NO HA SIDO...TIEMPO DE PALABRA

EL DIÁLOGO QUE NO HA SIDO...

No hubo diálogo. Hubo debate y lo ganó ampliamente la representación opositora que asistió. Desde la elocuencia de Henry Ramos Allup hasta la parquedad documentada de Omar Barboza, que le dijo a Rafael Ramírez el tipo de fracaso monumental del cual era responsable. La gestualidad de los dueños del poder demostraba con profusión que sólo saben hablar en cadena cuando nadie los contradice o les responde, y que quedan colgados de sus frases hechas, refranerías y lugares comunes en el momento en que se requiere dialéctica argumental. No es que no saben hablar sino que no saben de qué ni cómo, cuando de debatir se trata.

El gobierno tuvo que aceptar esta situación porque está con el agua al cuello. La calle, la protesta encendida, lo obligó a buscar oxígeno con un diálogo que, hasta el momento, no es tal, aunque pudiera ocurrir en la medida en que se apuntara a resultados específicos como los que el movimiento estudiantil y diferentes voceros democráticos han planteado. Los del gobierno es claramente una patraña; dialogar implica negociar, ceder, cambiar, rectificar, sobre todo del lado de quienes ejercen el poder, y sus voceros ya han dicho que no están dispuestos a "ceder", y sólo han cedido -sentarse a un debate ante las cámaras de televisión- porque la calle los ha puesto en ese brete. Si este encuentro inicial se encaminara al diálogo no sería sobre la base de desmontar la protesta sino de acentuarla en los términos democráticos y no violentos que sus dirigentes han planteado; ya se sabe de sobra que al régimen se le obliga por la acción ciudadana y no por la potencia de los razonamientos, por más contundentes que sean.

El procerato rojo maniobra. Busca ganar tiempo para salirse de la asfixia que le han producido sus propios gases tóxicos, la represión y las muertes de las cuales es autor. Aparenta diálogo y busca que las diferencias en la oposición se transformen en división. Por tanto, resulta un contrasentido que algunos dirigentes opositores que asistieron al debate y que acusan a otros dirigentes de la oposición de ser los responsables, por radicales, de las protestas, no asuman que si así fuera, esos radicales les habrían permitido el escenario del debate que ganaron. Si María Corina, Leopoldo López, Antonio Ledezma y los demás dirigentes fuesen "los culpables" del levantamiento que hay en el país también lo serían de haber obligado al gobierno a sentarse con el otro sector de la oposición en cadena nacional, parte del cual ha condenado las protestas que despejaron el camino para decirle unas cuantas cosas a Maduro y su séquito.

Es claro que el gobierno y algunos miopes quieren que las diferencias en la oposición se transformen en ruptura entre los "sensatos" y los "exagerados". Sin duda, le haría más fácil al gobierno la represión contra los dirigentes de #lasalida, Leopoldo López y Voluntad Popular, María Corina y Antonio Ledezma, y también en contra de los estudiantes independientes y de los líderes populares que protestan, pero sería un negocio suicida; los "sensatos" quedarían sin base social significativa a merced del régimen que en ese preciso instante evaporaría estos amagos conversatorios. No hay que olvidar en estos días de abril lo que hizo Chávez después que los militares que le pidieron la renuncia -"la cual aceptó"- lo repusieron: diálogo y mareo, mareo y diálogo, hasta que se sintió fuerte y mandó todo al diablo. Luego de las elecciones municipales de diciembre pasado, hubo un par de reuniones con algunas intervenciones sólidas y otras lamentables, pero cuando el poder sintió que las piernas no le temblaban, volvió a las andadas hasta que la protesta iniciada el 12 de febrero le paró el trote.

La situación ahora es diferente. La protesta permanece, no hay dirigentes que se desmarquen abiertamente de ésta, no hay quienes se opongan a un diálogo genuino, existen exigencias compartidas y los resultados se verán en los próximos días.

LA DIVISIÓN DEL GOBIERNO.

Las fisuras en el régimen florecen, son graves y crecientes. Las diferencias entre los miembros del cogobierno rojo se hacen cada vez más evidentes, especialmente entre Maduro y Cabello, en un pleito en el que el otro factor, el general Rodríguez Torres, se aleja unos centímetros para no ser salpicado. La intervención incoherente de Diosdado Cabello en la reunión comentada no refleja sólo un problema conceptual sino también político; posiblemente todos quieran impedir cualquier amago de diálogo, pero además el Capitán quiere sustraerle todo poder a Nicolás mediante el procedimiento de marcarle la pauta con medidas, desafíos y agresiones que no le consulta.

Esa división al interior del poder rojo aunque viene de lejos, de la decisión sucesoral que salvo Maduro todos sus pares consideran como absurda, se ha incrementado en la medida en que las bases chavistas y niveles importantes de la dirección media, muestran signos de impaciencia por la tragedia económica y la descomposición política. En los corrillos del poder se comentan, ya con algún descaro, las tratativas para que una transición que reemplace al que funge ahora de jefe se realice pronto dentro de los próceres rojos, hacia los más moderados, antes que el poder se desplace a los que consideran de "derecha", es decir, los opositores más firmes.

LA VERDAD ANDA EN COMISIÓN.

La designación de la Comisión de la Verdad en la Asamblea es otro capítulo no por grotesco, menos importante dentro de las estratagemas oficiales. América Latina tiene experiencia en la materia. Una comisión de esa naturaleza no puede estar integrada por los victimarios y, sin duda, sus miembros deben llenar requisitos éticos para la sociedad en su conjunto. El proceso de establecer lo que se denomina "la verdad", requiere que las víctimas o sus relacionados hablen directamente; además, demanda el establecimiento de reparaciones, tanto simbólicas y morales, como pecuniarias y judiciales. Su nacimiento y desarrollo es en extremo complejo y no puede ser decidida ni su composición ni su operación por uno de los principales inspiradores de las agresiones perpetradas contra los demócratas.

LA PRUEBA.

La prueba de todo este proceso se medirá en resultados. Así como el gobierno tuvo que buscar un burladero para aparentar diálogo, en el cual salió corneado, así buscará otros. Por esta razón los motivos de la protesta nacional en marcha se mantienen. La necesidad del reemplazo constitucional del régimen se mantiene. El papel de los dirigentes políticos y de los estudiantes que así piensan es sólido. De todos modos, ahora que los dirigentes democráticos, tanto los que las apoyaban como los que se les oponían respaldan las protestas, se puede decir que la agenda de demandas al gobierno se ha vuelto compartida hoy por toda la oposición. La unidad tiene extrañas formas de florecer, pero florece.

Carlos Blanco G.
www.tiempodepalabra.com
@carlosblancog


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miércoles, 21 de agosto de 2013

LENIN VALERO, LA PRUEBA DEL HONOR

Al oficialismo   le   faltaría   un voto   para   aprobar   la ley  habilitante en la Asamblea Nacional, supuestamente para combatir la corrupción.   

En lo que va de año ha tratado   con trompadas, insultos y amenazas,   sobrepasar la cuesta que le impide alcanzar  una  mayoría calificada. Ahora requiere  las tres quintas partes (3/5)   de  los  miembros  del parlamento, que serían 99, pero según sus cuentas tienen 98.  La convocatoria  para tal fin se espera que la hagan en las próximas horas, incluso, hoy. En el caso de que tengan el valor para convocar la asamblea, tengamos la absoluta seguridad de que habrá sorpresas. Esta será la prueba del honor.

Muchos hablan de que el oficialismo está tratando a su manera de conseguir el voto, pero al mismo tiempo teme de que alguno de los suyos se regrese a la oposición, en el entendido de que la talanquera, el salto, es para afuera y, o para adentro. Muchos del oficialismo se sienten arrinconados por los suyos dentro de su propio espacio. Son pero no son. Y es necesario entender que en la furia de la derrota (interna), el hombre se aferra a lo perdido, olvidando el inventario de lo alcanzado. Lo otro, es que el oficialismo no es un partido socialista, sino un partido clientelista, donde la gente acude a buscar lo suyo, pero la vida –como siempre- nos pone pruebas: lo más fácil es equivocarnos, lo más difícil es perdonar, y entre ellas, lo más sabio es rectificar.

 La oposición tiene en la bancada oficialista, que fueron suyos, a tres diputados principales y a tres suplentes. Todos conocemos sus nombres y algunos los hemos tratado personalmente con mucho respeto, pero es bueno recordar, porque la ocasión lo amerita, las palabras de un líder cristiano a su amigo: “Te apartaste del camino, y no volvías porque te daba vergüenza- es más lógico que te diera vergüenza no rectificar”.

Hasta ahora nadie conoce las reales intenciones de Nicolás Maduro, o tal vez las intenciones de otro en él, cuando manifestó que era necesario declarar “una emergencia que permita una nueva ética política y así impulsar el combate que adelanta mi gobierno contra la corrupción, y es por eso que yo voy a pedir a la Asamblea Nacional poderes habilitantes constitucionales”.

El profesor universitario y diputado ante la Asamblea Nacional por los pueblos indígenas de Venezuela, Arcadio Montiel, considera que esta ley para Maduro sería como darle una hojilla a un mono. Y ofrece claridad para la interpretación de la ley, porque el artículo 203 de la Constitución Nacional reza que todo proyecto de ley orgánica, salvo aquel que esta constitución califica como tal, será previamente admitido por la Asamblea Nacional, por el voto de las dos terceras partes de los integrantes presentes antes de iniciarse la discusión del respectivo proyecto de ley. Esta votación calificada se aplicará también para la modificación de las leyes orgánicas.

Esta primera parte que mencionamos del artículo 203 de la Constitución Nacional, habla del voto con los diputados presentes, pero luego el mismo artículo destaca que son leyes habilitantes, las sancionadas por la Asamblea Nacional por las tres quintas partes de sus integrantes, a fin de establecer las directrices, propósitos y marco de las materias que se delegan al Presidente o Presidenta de la República, con rango y valor de ley. Las leyes habilitantes deben fijar el plazo de su ejercicio.  Para este caso, el oficialismo no cuenta con los 99 votos que requiere, pero podría interpretar su aprobación con los diputados presentes. Si falla uno de la bancada de la oposición, y están todos de la bancada del oficialismo, Nicolás Maduro tendrá todos los poderes. Para los parlamentarios de la oposición es una cosa de honor asistir y mantenerse firme al compromiso asumido con su pueblo. La patria confía en ustedes.
                                                                                  Leninvalero1@hotmail.com 


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